domingo, agosto 19, 2007

Condenados


Condenados



México, D.F., 17 de agosto (apro).- Parece que estamos condenados a no avanzar. Ni en economía ni en política. En el entrecruzamiento reciente de ambas, la segunda gana. Pero su triunfo no ofrece una vida democrática, de madurez para alcanzar acuerdos, que siente las bases para un mayor bienestar social, que sería el fin esencial lo mismo de la política que de la economía. No, lo único que logra ese triunfo es el fortalecimiento –en algunos casos, radicalización-- de posiciones partidistas. Es el ejercicio de la política desde la pequeñez y la cortedad de miras: el país, los mexicanos, las urgentes necesidades sociales, la transición política, pueden esperar.Lástima. Nos quedaremos con las ganas. Todo parece indicar que no habrá reforma fiscal integral –de los parches que tendrá que aceptar el gobierno a su iniciativa, más lo que han propuesto las distintas fuerzas políticas, no sale ninguna reforma de a deveras-- y que la economía seguirá desempeñándose mediocremente; que el país seguirá perdiendo, lastimosamente, la competitividad que le han ido arrebatando sin gran apuro Brasil, China, India y Rusia. Nada más hay que ver el último reporte de la CEPAL para ver cómo en este año y el próximo la economía mexicana aparece en el sótano, junto a Haití, en términos de crecimiento del Producto Interno Bruto, en el conjunto de las economías de América Latina. Dentro de la OCDE, no hace falta insistir: llevamos 12 años –desde que entramos, en 1994-- en la cola de todos los indicadores económicos y sociales.Lástima. Nos quedaremos con las ganas, también, de ver ese paso adelante en nuestras caducas prácticas político parlamentarias que significaba un nuevo formato de presentación del informe presidencial. Por décadas se ha criticado que ese acontecimiento se haya convertido en un día para el lucimiento del presidente en turno. Y por décadas se ha anhelado un verdadero diálogo entre poderes y no el monólogo que es ahora. No se sabe qué vaya a pasar. Quizá Felipe Calderón ni siquiera logre entrar al recinto. O tal vez se vea obligado a seguir la máxima que, desde ya, le quieren imponer algunos: “entregas y te vas”. Lo único cierto es que se perdió una oportunidad más para dar ese paso de madurez política, consecuencia necesaria de la alternancia en el poder. Nos quedamos, pues, sin reforma fiscal en serio y sin debate político el 1 de septiembre. Vaya manera de meterle el freno al avance del país. Como siempre, se pusieron por delante los intereses particulares, de grupo. El “interés supremo de la nación”, esa entelequia tan llevada y traída en periodos electorales, quedó nuevamente relegado.En ambos casos es mucho lo que se pierde, en tiempo y en especie. Y todos son responsables. El caso de la reforma, primero. El presidente Calderón tuvo miedo de incluir en la iniciativa cambio alguno a los impuestos al consumo. A contrapelo de la tendencia internacional y en un verdadero contrasentido con las continuas bajas en la tasa del ISR y la intocabilidad de los regímenes especiales de tributación. De hecho, vendió “su” reforma como un resultado de la conciliación, de la disposición a hacer caso a las demandas de los partidos y de la sociedad, supuestamente. Politizado al extremo el caso del IVA en alimentos y medicinas, Calderón optó por olvidarse de ello. Satisfechos, los partidos lo tomaron como un triunfo propio: “doblaron al presidente”, pues nunca permitirían que se atentara contra la economía del pueblo. El caso es que dejar intocado el IVA significará que las empresas de todos los tamaños, pero sobre todo las más grandes, sigan solicitando las escandalosas devoluciones que les permiten, como ha demostrado la Auditoría Superior de la Federación, que el saldo neto de su pago de impuestos sea irrisorio. Significa también que la gente de mayores ingresos siga comprando medicinas a precio prácticamente subsidiado. A todo esto, en el debate público nadie pidió 15% de IVA en alimentos y medicinas. Pero sí, al menos, una tasa mínima que evitara esas cuantiosas devoluciones. Según especialistas en impuestos, una tasa de por ejemplo 4% de IVA en alimentos y medicinas hubiera evitado las devoluciones y habría permitido una recaudación superior a los 180 mil millones de pesos, sólo por ese concepto.Pero ganó la política. El presidente, temeroso, quiso verse conciliador. Los partidos de oposición y sus legisladores, pecho erguido, muy satisfechos. Pero el país se perderá de esos ingresos… En un contexto en que cae la producción y la exportación petrolera, la actividad industrial muestra signos palpables de desaceleración y la incertidumbre hace presa de los mercados financieros. Ya de la famosa CETU, ni hablar. Quedará tan parchado, con tantos agujeros como el ISR, que ya pocos le ven viabilidad. La meta recaudatoria de la iniciativa –tres puntos del PIB--, hasta el día de hoy ya iba en una tercera parte. Lo más sorprendente es que los opositores a la reforma, sin proponer de inicio nada distinto, ven con entera satisfacción, cómo aquella se le ha ido desmoronando al gobierno. El propósito de la reforma era recaudar más, para atender las crecientes necesidades sociales –y más de un compromiso político del presidente para quienes le ayudaron en la campaña-- e impulsar a la economía, la única fórmula real de generar empleos y de acrecentar la tributación.Pero, en la lógica de aquellos, había que oponerse al gobierno, más que confrontar propuestas que superaran la del gobierno o por lo menos que corrigieran los defectos de ésta y que le han generado un cada vez mayor y notorio rechazo, con razón o sin ella. Pero para eso era el debate, para sacar la reforma posible, que convenciera a la mayoría, que generara los ingresos que necesita el país. No para frenar una propuesta sólo porque viene del gobierno o porque, como dice el lenguaje de la parte más retrógrada de nuestra izquierda, es “una imposición del FMI y de otros organismos financieros internacionales”.Vaya.Igual pasó con la propuesta de cambio de formato para el informe presidencial que propuso el partido en el gobierno. No pasó, nomás porque no podía pasar. Cómo que discutir con el espurio. Es tanto como legitimarlo. Y el 2 de julio no se olvida.Lo que sí se olvidó es la añeja demanda democrática de un verdadero diálogo entre poderes. Se confundió la ética y la dignidad partidarias y se privilegió el grito destemplado. Otra vez, la política –chiquita-- se impuso. El país tendrá que esperar. ¿O ya estamos condenados al retroceso?Lo que falta por ver.
Pienso que el Sr. Acosta Cordova es un fecal fracasado, o algun corrido de las empresar de Slim, Azcarraga, Salinas Pliego, etc. que de economia y materia tributaria no sabe ni pio, y mucho menos de politica, solo su cerebrito le da para opinar pura demagogia y utilizar a los pobres de Mexico (ver la foto que utilizo para su articulo) para recalcar lo que es justicia con un espiritu de lastima y compasion: asi son los fecales ineptos hasta para opinar......Sr. Acosta los que le pusieron freno al desarrollo de Mexico fueron ustedes, los que dejaron insultar su inteligencia y votaron por el PAN.

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