jueves, noviembre 20, 2008

(Narco) Doctrina Monroe

■ Banana Republic

■ (Narco) Doctrina Monroe

■ Intervencionismo Mérida


El sangriento desastre nacional provocado por la “guerra contra el narcotráfico” (que sin logística, inteligencia ni plan sensato instaló Felipe Calderón como eje inaugural y rector de su administración) desembocará en estos días en la apertura de puertas al intervencionismo estadunidense por medio de una expansiva iniciativa llamada Mérida, que mediante la inyección de cientos de millones de dólares (zanahoria de billetes verdes para los corruptos apetitos locales) está comprando el derecho a supervisar y controlar la operación de cuerpos policiacos, marinos y militares, y el funcionamiento de aduanas, aeropuertos y cruces fronterizos en ambos extremos del país.
El México que se disuelve diariamente es así tomado bajo tutela por los intereses estadunidenses, cuyo representante formal en México, el embajador Tony Garza (casado con la multimillonaria mexicana María Asunción Aramburuzabala), planteó el martes pasado, ante comerciantes de Harlingen, Texas, una especie de Doctrina Monroe del Narco: “México no sería el centro de la actividad de los cárteles ni estaría experimentando estos niveles de violencia si no fuera por Estados Unidos, que es el mayor consumidor de drogas ilegales y el principal abastecedor de armas a los cárteles” (oportunamente, en el senado de la colonia sureña un priísta propuso que el senado de la metrópoli combata con energía el tráfico de armas compradas en el norte y luego puestas en manos de narcos mexicanos). La tesis de “la droga de América para los americanos” (entendiendo a éstos, en la imperante visión gringocentrista, como los ciudadanos de los Estados Unidos de América) lleva a la consecuente consideración de que Washington tiene que reconocer y asumir “su responsabilidad” en esas “guerras contra el narcotráfico”, como las que se libran en México, a riesgo de sufrir “un fracaso conjunto”.
Aun cuando recientes declaraciones de un testigo protegido en Estados Unidos han revelado que las organizaciones mexicanas del narcotráfico han infiltrado profundamente las estructuras políticas, policiacas e incluso militares, pero también las de la propia embajada estadunidense en México, el embajador de las Coronas (la del imperio y la cervecera) ha alabado lo que Felipe Calderón ha hecho en materia de “lucha contra el narcotráfico” apenas tomó posesión. En los últimos ocho años, dijo Garza, el trabajo conjunto de autoridades de ambos países ha “derrocado” a una docena de los más importantes capos mexicanos. Ahora, con la Iniciativa Mérida, explicó el comisionado de George W. Bush para asuntos del traspatio, se tendrá “una agresiva asociación”, con moderna tecnología y policías mejor entrenados (tecnología cuyas claves, control y manejo tendrán los agentes gringos bajo la máxima filosófica que establece que el que paga, manda; y entrenamiento que significará el moldeamiento y conducción de los cuerpos policiacos nativos): Banana Republic en ropa de combate.
La rendija abierta al intervencionismo armado estadunidense toma a México en un proceso de agudizada división social, con miedo y desesperanza colectivas ante la agresividad sin control ni castigo de los grupos mixtos (policías y ladrones) del narcotráfico y con una izquierda institucional domesticada y sin capacidad para oponerse a los varios proyectos de anexión que en el país vecino se han preparado largamente. En ese contexto tiene un sentido trasnacional la aparentemente irracional embestida de la administración felipista contra el narcotráfico. Aparte de extender por el país una red militar en prevención de desbordamientos políticos o sociales, la famosa “guerra” contra los cárteles ha servido para justificar la “ayuda” del metiche vecino norteño, que ahora se apresta a cumplir bajo nomenclatura yucateca con sus “responsabilidades”. ¡Bomba!
Astillas
Mientras el recaudador gordillista Miguel Ángel Yunes se esforzaba por dibujar un ISSSTE medianamente aceptable ante diputados de diversos partidos que rebatieron sus versiones complacientes, un lector (cuyo nombre será guardado, para evitar represalias a su familiar) compartía con esta columna lo que vio el pasado martes en el hospital Zaragoza, ubicado en la calzada del mismo nombre: “a) No tienen en existencia sillas de ruedas en cantidad suficiente para los enfermos que llegan (mi padre no puede caminar), y las superficies y trámites a realizar son innumerables; b) No existe estacionamiento para dejar automóviles, así sean de enfermos discapacitados; c) Existen en el edificio principal ocho elevadores (seis de servicio general y dos para desechos y otros servicios), de los cuales siete están fuera de servicio (el hospital es de 12 pisos), con las consiguientes aglomeraciones, incomodidad y daño a los enfermos graves (parece vagón del Metro de la línea 1 a las 19 horas). Los trabajadores tienen que hacer rollos de sábanas y otras ropas a lavar y dejarlas rodar por las escaleras con el consiguiente peligro de esparcir bacterias y virus entre pisos, enfermos, personal y visitantes; d) La farmacia trabaja hasta las 15 horas, con las consiguientes filas de 70 o más personas (aproximadamente de media hora a cuarenta y cinco minutos para surtir las recetas); y, e) Instalaciones tétricas, oscuras e insalubres. Ojalá invites al famoso Yunes a que se dé una vuelta para que observe si exagero en alguno de los puntos” (invitación similar hicieron los diputados a quien hace su cochinito para hacer campaña a nombre del PAN y el Panal para ser gobernador de Veracruz)… Es de reconocerse el que Josefina Vázquez Mota haya ofrecido disculpas en un acto público por su equívoco de días atrás al referirse al título de una obra de Carlos Fuentes. La titular de la SEP hizo lo que Vicente Fox evitó reiteradas veces… Y, mientras Encinas sigue conduciendo su trineo reformista tirado por un Reno (el Movimiento de Renovación del PRD), ¡hasta mañana, con la asociación sindical de pilotos refutando juicios sumarios sobre impericias de difuntos en el manejo del contratista jet de Gobernación!

Astillero
Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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