miércoles, abril 22, 2009

Iraq, la guerra olvidada

James Cogan
wsws.org


Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

No hace mucho tiempo se utilizaba el término de “la guerra olvidada” para describir la falta de interés de Estados Unidos en su ocupación militar de Afganistán. Se asumió que el dominio estadounidense en ese país era un hecho consumando. Ahora se podría aplicar la misma etiqueta a Iraq y por la misma razón.
En gran parte la clase dirigente estadounidense se ha convencido de su propia propaganda. Desde la administración Obama a la oposición republicana y los medios de comunicación de masas existe un consenso acerca de que la “oleada” [de tropas] estadounidense en Iraq en 2007 y 2008 llevó a la “victoria”. Se cree que las políticas del general David Petraeus acabaron con la insurgencia de base sunní-árabe, aplastaron la milicia chií contra la ocupación del Ejército Madhi y crearon una “democracia” estable en forma del gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki.

La atención se centra ahora en la reorientación por parte de Obama hacia Afganistán, Pakistán y Asia Central, relegados a segundo plano bajo Bush. La guerra de Iraq ha desaparecido de los telediarios de la noche y de las portadas de los periódicos. Es como si la clase dirigente estadounidense tratara de borrar de la conciencia popular cualquier recuerdo de sus crímenes de guerra contra el pueblo iraquí.

La relativa estabilidad actual se llevó a cabo por medio de más de cinco años de sangrienta represión de la oposición iraquí a la invasión estadounidense, que alcanzó su mayor grado de violencia durante los años de la “oleada”. Al menos ha muerto 1.200.000 iraquíes, así como más de 4.500 soldados estadounidense y de otros ejércitos ocupantes. El legado de la ocupación estadounidense es una sociedad destrozada y traumatizada, convulsionada por divisiones comunitarias e incapaz de satisfacer siquiera las necesidades más elementales de la población.

En última instancia, el principal factor para frenar la insurgencia contra la ocupación no fueron las operaciones militares estadounidenses sino la división de facto del país en líneas sectarias y étnicas. Al norte del país los kurdos nacionalistas han consolidado un especie de Estado autónomo. En las zonas que tienen una mayoría de población sunní y que fueron centros de la resistencia, se elevó al poder a los comandantes de la milicia y a los jefes tribales a cambio de que aceptaran dejar la lucha. Los partidos chiíes fundamentalistas que dominan el gobierno de Maliki sólo controlan en realidad Bagdad y las provincias del sur.

La sumisión ciega de las facciones rivales al imperialismo estadounidense sólo se corresponde con su hostilidad y antagonismo entre ellas. El actual despliegue de otros 140.000 soldados estadounidenses en el país ha retrasado la guerra abierta.

Uno de los puntos más críticos de tensión es la continua insistencia del autónomo Gobierno Regional Kurdo (KRG, por sus siglas en inglés) en obtener el control de la provincia norteña de Kirkuk rica en petróleo y de otras dos provincias. Maliki está tratando de bloquear cualquier expansión del poder del nacionalismo kurdo tratando de impedir que se celebren referéndumes en las zonas en disputa en las que muy probablemente una mayoría de población kurda votaría unirse al KRG.

En torno a la ciudad de Kirkuk se ha desplegado una división del ejército predominantemente árabe y ha amenazado con obligar a los hombres de la milicia kurda peshmerga a abandonar la zona. Las amenazas coinciden con el reparto por parte del ministerio iraquí del Petróleo de los contratos para explotar ocho nuevos campos de petróleo y gas en Kirkuk. Se excluye específicamente a las compañías que han entablado relaciones comerciales con el KRG desafiando al gobierno central.

El comandante militar estadounidense, el general Ray Odierno, expresó su preocupación acerca de las tensiones entre árabes y kurdos en el diario británico The Times del 7 de abril: “Parece que las posturas se están endureciendo. Hay que resolver estos problemas diplomáticamente... No se deberían resolver con violencia, así que esto es en lo que estamos trabajando concienzudamente para asegurarnos el éxito”. El número de soldados estadounidenses en Kirkuk se han disparado de 900 a más de 3.500. Si se frustran las ambiciones del KRG se podrían encontrar en medio de una guerra civil o ser el objetivo de una insurgencia de base kurda.

También estan aumentando las tensiones entre chiíes y sunníes. Durante la “oleada”, bajo condiciones de intensas operaciones estadounidenses y de una salvaje violencia sectaria entre sunníes y chiíes, decenas de miles de insurgentes sunníes llegaron a acuerdos con el ejército estadounidense para abandonar su resistencia. Sus células guerrilleras se transformaron en milicias locales pagadas por Estados Unidos, llamadas Consejos Despertar. A cambio, el mando militar estadounidense impidió que las fuerzas de seguridad del gobierno entraran en los distritos sunníes, lo que puso freno al frenesí de asesinatos.

Este mes se transfirió la responsabilidad de pagar a los Consejos Despertar al gobierno Maliki, que insiste en que la milicias sunníes se disuelvan y se desarmen en el plazo de un año. Los dirigentes de los grupos Despertar han expresado su temor de que las comunidades sunníes vuelvan a quedar a merced de los escuadrones de la muerte chiíes. Además, cada vez tienen mayores sospechas de que el gobierno no cumplirá su promesa de dar a los hombres de la milicia empleos alternativos en las fuerzas de seguridad o en los servicios públicos. En respuesta a un importante recorte del presupuesto iraquí debido a la bajada en picado de los precios del petróleo los departamentos del gobierno han empezado a anunciar una congelación en los nuevos puestos de trabajo o un recorte de empleos.

La desconfianza y el descontento entre los rangos de Despertar podrían volver a inflamar la resistencia a gran escala. Odierno ya ha indicado que las tropas estadounidenses no se retirarán de las ciudades de Mosul y Baqubah en junio debido al nivel de actividad insurgente.

Aún más explosivos son los motivos de queja acumulados por la clase trabajadora iraquí y los pobres urbanos, tanto chiíes como sunníes y kurdos. En Washington y entre las distintas facciones de la clase dirigente iraquí se está dando por sentado que la crisis económica global significa que no hay recursos para reconstruir la infraestructura, proporcionar trabajo a los parados o sacar a la gente de la pobreza y la penuria. Las luchas sociales contra las condiciones a las que se enfrentan la inmensa mayoría de la población son inevitables.

Por mucho que la administración Obama quiera cambiar las prioridades, la guerra en Iraq continua. Este mismo mes han muerto cinco soldado en Mosul, ha habido atentados con bomba en Kirkuk y en Faluya se han emprendido operaciones de contra-insurgencia. Ayer [19 de abril] la Zona Verde de Bagdad fue atacada con mortero por primera vez en tres meses. Para proteger sus intereses estratégicos en Iraq y en la región Estados Unidos se vera obligado a seguir su criminal ocupación, lo que requerirá la presencia indefinida de decenas de miles de soldados estadounidenses.

Enlace con el original: wsws.org/articles/2009/apr2009/pers-a20.shtml

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