El PRI, en busca del reacomodo
En medio del forcejeo por el control de los espacios de poder entre la dirigencia formal, los coordinadores de los grupos parlamentarios y los gobernadores, el Partido Revolucionario Institucional celebró este sábado 23 su XX Asamblea Nacional Ordinaria para reformar sus documentos básicos con el propósito de brindar los márgenes de maniobra para sacar adelante los acuerdos con el gobierno panista y, al mismo tiempo, reubicar discursivamente al partido un poco más a la izquierda, como pretende Beatriz Paredes.La asamblea también sirvió como banderazo de salida para los procesos electorales de 2009, en virtud de que los priistas acarician –en una aparente concordia entre los grupos internos– la idea de recuperar los espacios perdidos, animados por los resultados favorables en los comicios de 2007. Sin embargo, en su optimismo olvidan contextualizar las señales en el tiempo y el espacio: se regodean con los triunfos en entidades mayoritariamente priistas y celebran una unidad favorecida por la debacle de la última elección federal y marcada por la ausencia de procesos internos de selección de candidatos. Así, más allá de cumplir con la obligación de efectuar una asamblea cada tres años, ésta permite al partido reacomodar sus fuerzas de cara a los próximos procesos electorales y adecuar los documentos básicos para afrontar las tareas legislativas.De acuerdo con las declaraciones del coordinador general de la Comisión Nacional Organizadora, Miguel Alemán Velasco, las modificaciones a los documentos básicos declaran al PRI un partido socialdemócrata y, al mismo tiempo, eliminan de la Declaración de Principios el mandato establecido en la asamblea anterior: “En materia energética (el PRI) se pronuncia en contra de todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos”. Las reformas también flexibilizan los requisitos exigidos por el partido a sus candidatos a puestos de elección popular y eliminan candados como la participación en contiendas electorales previas para los aspirantes a la gubernaturas.En esta ocasión la dirigencia fue más cuidadosa y estableció una ruta de revisión de los documentos básicos para prevenir confrontaciones y disputas, pues los líderes actuales saben que para recuperar posiciones tienen que preservar la unidad interna y reintegrar al partido a algunos de quienes lo abandonaron en épocas recientes. Pero las 14 entidades que realizaron elecciones durante 2007 y que hoy los priistas utilizan para proclamar su recuperación, son estados que en todos los procesos les brindan un porcentaje de votos superior a la media nacional. En las últimas tres elecciones federales esas entidades han aportado cuatro o cinco puntos porcentuales por encima de las cifras nacionales: en 2000, en esos estados obtuvieron 41% contra el 37% nacional; en 2003, 48% contra 43%; y en 2006, 32% contra el 28% nacional. (En todos los casos, los datos corresponden a las contiendas por diputaciones.)En 2004, cuando recuperaron el gobierno de algunos municipios y acumularon 45.5% de los votos en esas mismas 14 entidades (Aguascalientes, Baja California, Durango, Chiapas, Chihuahua, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas), también renacieron sus esperanzas de rescatar la Presidencia de la República, sin advertir que en realidad habían perdido casi tres puntos porcentuales de participación con respecto a la votación alcanzada en esos mismos estados durante los comicios federales de 2003.De acuerdo con la lideresa del PRI, Beatriz Paredes, “la existencia de un priismo en la base social” les permitió obtener “alrededor de 42% en la votación emitida en las elecciones de 2007”, que son 10 puntos porcentuales más que el 32% conseguido en 2006, pero tres y medio puntos porcentuales menos que hace tres años, y apenas un punto porcentual superior al 41% que alcanzaron en el proceso federal de 2000.Los resultados del año pasado sin duda muestran la capacidad de sobrevivencia de los tricolores, pero no son motivo para entusiasmarse, ya que no permiten pronosticar triunfos en las próximas contiendas federales.Por otra parte, las principales fracturas en el Partido Revolucionario Institucional surgieron precisamente a partir de las elecciones intermedias de 2003, es decir, cuando empezaron las disputas por las curules federales y las gubernaturas. Los aspirantes a la candidatura presidencial de 2012 conocen la importancia de posicionar a sus aliados en los puestos de elección popular.Los primeros conflictos entre los gobernadores del Tucom (Todos Unidos contra Madrazo) y el entonces dirigente nacional del PRI brotaron precisamente con la designación de los candidatos a diputados federales en 2003. En ese entonces se evidenciaron particularmente las diferencias con los gobernadores de Coahuila, Estado de México y Veracruz.En 2004, las disputas provocaron rupturas por la designación de los candidatos a gobernador en Aguascalientes, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala y Sinaloa, y se tradujeron en pérdidas de votos y hasta de algunas posiciones. Y en 2005 afloraron las diferencias en Quintana Roo, Estado de México y Nayarit.Es evidente que hasta ahora las condiciones han sido favorables para la actual dirigencia priista, pero las elecciones competidas y las postulaciones conflictivas están por venir, y será en esos momentos cuando se pueda evaluar la habilidad de los actuales líderes políticos del partido. l
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