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viernes, febrero 19, 2010

Del Correo

DE LA IDEPENDENCIA A LA REVOLUCIÓN

Es un error terrible vivir de los héroes del pasado, y caer en el juego nacionalista impulsado por los gobiernos como distractor de los problemas de nuestros países, es primordial el amor a la patria, pero un amor conciente, un amor informado y creado por uno mismo, no debemos caer en el mito nacional creado por un grupo de poder, a forma de opio masivo, del cual ya estamos cansados de fumar, pero que al parecer se nos transformo en adicción, porque somos renuentes a dejarlo. Pero también debemos cuidarnos de los discursos radicales y “revolucionarios” que nos incitan a la violencia y al terrorismo, pues hemos visto siempre que eso procesos debilitan a las naciones, y las retrasan, nuestra revolución debe ser una revolución pacifica, una “revolución de terciopelo”. Como dijera el gran presidente chileno Salvador Allende en la universidad de Guadalajara: ser joven y no ser revolucionario es una contradicción biológica, sin embargo el ser revolucionario no significa tomar las armas y derrocar a un gobierno, significa estar dispuesto a cambiar, pero no solo al gobierno sino a nosotros mismos, nuestras propias ideas, significa ser más tolerante, ser mas responsable y honesto, pues una sociedad corrupta solo arroja gobernantes corruptos, que se ven protegidos por la propia impunidad que nosotros les proveemos. Seamos héroes y no solo observadores, pasemos a la historia como la generación del cambio, como quienes dejaron de ver la vida por la ventana y comenzaron a actuar, como los que dejaron de gritar y se pusieron en marcha. Dicen algunos que en México cada 100 años hay una guerra, pues nosotros convirtamos esa guerra en revolución, tómenos el arma mas peligrosa: “las ideas” y pongámonos en movimiento. Hoy que esta en boga el sentimiento nacionalista gracias al cual somos “libres” hoy que festejamos una revolución que nos trajo “igualdad”. Sigo viendo una clase campesina literalmente muerta de hambre, unos obreros oprimidos por un sistema que no les da acceso ni a una educación decente. Hace años un candidato a la presidencia de la república nos dijo: “veo un México con hambre y con sed de justicia, un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”. No puedo ser mas puntual, sin embargo a pesar de que ese discurso fue pronunciado hace mas de una década, hoy yo también veo un México con hambre y sed de justicia, un México en el que aquellos con un compadre poderoso quedan impunes ante cualquier circunstancia, un México en el que la ley es distorsionada por aquellos que deberían procurarla. Hoy veo un pueblo con la mirada triste y cansada de tantas tropelías, y es de ahí de ese cansancio de donde debemos sacar fuerza para cambiar nuestro bello país, en el que la desigualdad se marca cada día mas, en el que es posible ver a millones y millones de pobres, y ver también al hombre que llego a ser el mas rico del mundo, y que hoy en día ocupa uno de los primeros puestos, donde es posible ver a una señora pidiendo limosna fuera de la agencia de Ferrari, un México casi destrozado, un pueblo sin esperanza, pero con un enorme potencial, un pueblo que logro alcanzar la democracia y al que años después esta le fue arrebatada. Un México exhausto de una “guerra absurda” impuesta por el ego de un pequeño personaje, al cual no planeo mencionar porque soy políticamente correcto y no tengo porque balconear a calderón. Vivimos bajo el control de un Estado que ha faltado a los mas elementales punto del contrato social, y que nos cree lo suficientemente idiotas como para no darnos cuenta, tenemos un congreso que solo asiente ante las ordenes del ejecutivo, en lugar de ser el contrapeso de poder que debe ser, porque ese señores diputados y señores senadores es su trabajo por si no lo sabían, ustedes para eso están, no son secretarias del presidente para tomar dictado de todo lo que dice. En un sistema político compuesto por personajes algo ignorantes, en el cual gobiernan unos pocos grupos de poder, y en el que para llegar estas tan “endeudado” y debes favores a tanta gente, que ya no gobiernas por tu propia decisión, en el cual puedes dejar ir a tu secretario de gobernación porque necesitas negociar todo y no le dejas hacer su trabajo, básicamente usando un termino de moda “un estado fallido”. Somos, todos, miembros de un estado laico en el cual, tras cualquier acción política los medios de comunicación “corren” a la catedral para pedir la opinión al cardenal, opinión que es difundida en todos los noticieros y capsulas informativas a lo largo de los días, opinión que todo el país ve, y que influye de manera determinante en el apoyo o no a esas acciones por parte de un pueblo con una aplastante mayoría católica; gobernados por un presidente de derecha, católico y muy poco laico, que junto con la alta jerarquía católica y la derecha de este país, pone sobre la mesa un falso debate acerca de si me puedo casar o no con una persona del mismo sexo si es que yo lo deseo así, y que pone en duda mi derecho a decidir siendo mujer si quiero o no tener a mi hijo, básicamente que no puedo decidir sobre mi propio cuerpo. Estas junto con incontables otras razones son la causa de que el país se encuentre en el retraso en el que esta sumido. Lo que lo tiene en esta situación en la que solo un pequeño número de personas tiene acceso a los derechos. Nuestras constitución nos otorga un numero grandioso de de garantías y derechos, sin embargo esta es falsa, inaplicable y “flexible (a los intereses de los poderosos)”; falsa: porque no todos, es decir casi nadie tiene acceso a estos derechos; inaplicable: porque el aparato estatal, es incapaz, no tiene los recursos (sin alusión a lo económico) necesarios para aplicarla y flexible pues se aplica o no dependiendo de a quien conoces o cuanto hay en tu cuenta de banco. Somos un estado poderosísimo económicamente, estamos entre los 20 países más ricos del mundo y sin embargo nuestro número de pobres alcanza casi la mitad de la población total. Pertenecemos a organizaciones de países ricos y en vías de desarrollo, para las cuales el gobierno tiene que maquillar sus cifras impidiéndonos la correcta información, llevamos décadas siendo un país en vías de desarrollo pero yo más bien tengo la impresión de ser un país en vías de atraso. Este año celebramos una lucha de independencia que peleo por libertad, y una revolucionaria que peleaba por la igualdad; lo cual me lleva a pensar ¿Entonces celebramos a unos héroes que murieron por nada? Ustedes reflexionen yo solo quiero compartir mi opinión.

martes, agosto 11, 2009

¿Qué es esa cosa llamada opinión pública?

Marcos Roitman Rosenmann

Resulta habitual recurrir a la opinión pública para explicar comportamientos donde se cuestionan decisiones políticas. Son muchas las ocasiones en las cuales se aduce contar con la opinión pública para justificar declaraciones de guerra, establecer la pena de muerte o improvisar favores a gobiernos en pro de su legitimidad. Los partidos conservadores dicen gozar de su anuencia cuando llenan plazas loando la familia tradicional y lanzando voces contra el aborto y los matrimonios homosexuales. Por consiguiente, no todo acontecimiento se convertirá en objeto de culto para configurar opinión pública. Muchos hechos se quedan en las mesas de redactores y reporteros, o son descartados como escoria informativa. En contrapartida escuchamos repetidamente en horario de mañana, tarde y noche y leemos en las primeras páginas de los periódicos cuatro o cinco noticias que determinan la información, los titulares y el material gráfico.

Para que se configure opinión pública es necesario seleccionar, con anterioridad, aquello que será digerido por la población. Son los hechos destinados a convertirse en eje de los debates, regulando qué, cómo y por qué se opina en una u otra dirección. Trátese de economía, política, deportes o sucesos rosas. Y una vez realizado el tamiz, el siguiente paso es divulgar la noticia por la vía de los falsos formadores de opinión, los llamados comunicólogos. Sujetos dedicados profesionalmente a ser las divas de las cadenas de radio, prensa y televisión. No importa su ignorancia. Intervienen por objetivos y dando veracidad a los hechos presentados para construir la opinión pública. En otras palabras, su actuación pretende dar consistencia a la lógica informativa del poder. Su participación tiene sentido bajo esta precondición. Por consiguiente, la opinión pública acaba siendo el resultado de un proceso arbitrario donde el poder se juega el control social-ideológico de la ciudadanía. No se trata de una acción crítica, sino más bien de un acto de sumisión donde se acotan los espacios de la libertad de expresión, impidiendo el nacimiento de una opinión pública capaz de enfrentarse al poder.

Si en sus orígenes la opinión pública aglutinaba el pensar de la elite con fundamentos éticos enfrentada al poder, hoy, en la sociedad del espectáculo, expresa lo contrario. Se busca repetir los eslóganes emanados por los centros de creación de información, dependientes de la razón de estado, para ablandar la conciencia. La opinión pública no constituye parte del proceso democrático adjetivada como ilustrada. Es una estrategia destinada a cercenar la capacidad crítica de pensar.

Un ejemplo y un símil nos pueden ayudar. En el primer caso tenemos un hecho reciente que ha sido presentado para constituirse en una opinión pública contra cierta política de contrataciones deportivas. Me refiero al Real Madrid. Se considera obsceno pagar por futbolistas sumas que exceden lo razonable en tiempos de crisis. En esta dirección se ha preguntado a jefes de Estado y de gobierno. La Iglesia, con cardenales y obispos, la ha rechazado por lujuriosa. El presidente de la UEFA también la condena. Todos han mostrado su rechazo, salvo, claro está, los madridistas. Sin embargo, no se quiere crear una opinión pública del gasto diario dedicado a compra de armamentos o en facturas de comidas opíparas en restaurantes de lujo y exclusivos. Gastarse en una botella de vino mil dólares o pagar 3 mil por un menú no es noticia. La vida cotidiana de multimillonarios que ostentan y gastan a manos llenas no constituye objeto de atención para formar opinión pública y realizar una crítica por el despilfarro en tiempos de crisis. Por el contrario, se entiende como una acción dinamizadora del capitalismo de economía de mercado.

Si ahora realizamos un símil con las corridas de toros, me perdone Cueli, se dice es el único espectáculo democrático donde las decisiones se toman entre todos los participantes. La opinión pública está compuesta por los presentes en la plaza. Son ellos quienes crean un lenguaje para valorar la actuación del diestro y del astado. Pañuelos, pitos, silencios o división de opiniones. Otorgan o niegan trofeos y existe una simbiosis capaz de crear estados de ánimo, sentimientos y emociones difíciles de encontrar en otro acontecimiento público. Ni en el futbol, ni en otro deporte, los espectadores pueden interferir directamente en el resultado final. Tras un mal partido no se les consulta para variar el marcador. Pueden gritar, mostrar simpatías o aversión, pero no alterar una derrota. Se dice que el único sitio donde los actores se convierten en sujetos deliberativos es en un coso taurino.

Sin embargo, esa interpretación peca de idílica. Esconde una acción arbitraria articulada al margen del respetable. La fiesta cuenta con un ordenamiento jerárquico donde la presidencia y sus asesores, nombrados a dedo, pueden voltear la opinión del público, señalando su maleabilidad cuando solicitan premios inmerecidos, a juicio de la presidencia. Es posible que se hayan dejado arrastrar por unos pases mirando a los tendidos o por afinidad con el torero, elementos que obligan a despreciar su opinión. En otras palabras, una mayoría, pensada como opinión pública, es un poder constituyente limitado. Su chance de negociación depende, casi siempre, de factores ajenos a su constitución. Ni siquiera es cuestión de cantidad. Una plaza de primera categoría puede, como Las Ventas en Madrid, registrar que no hay billetes, pero sus asistentes en plena feria de San Isidro tienen un perfil diferente a las corridas realizadas en agosto, donde concurren turistas deseosos de ver un personaje con traje de luces. Sin conocimientos taurinos, les da lo mismo ocho que 80, enardecen coreando óles mientras la banda interpreta un paso doble. Sacan pañuelos y aplauden mecánicamente. Aquí, la presidencia busca ser un punto de equilibrio entre la desmesura de los turistas y el respeto al llamado arte taurino. En cualquier caso, lo que opinen unos y otros, sean opinión pública informada o lega, su influencia es mínima a la hora de cambiar las decisiones del poder.

En conclusión, asistimos a una paradoja donde el llamado a la opinión pública se realiza una vez manipulado cómo, qué y sobre qué se debe opinar. Así, resulta fácil comprender que un ataque militar siempre se hace con nocturnidad y alevosía, mientras la opinión pública duerme. Despertándose a la mañana siguiente como aval de las operaciones de exterminio masivo. La opinión pública es un mito político, por ello pervive articulada a la violencia de la razón de Estado.

miércoles, julio 15, 2009

La opinión pública internacional

Ciro Enrique Hernández Rodríguez
Rebelión

Desde que, a finales de los años 60 y principios de los 70, HERBERT MARSHALL MCLUHAM hiciera su planteamiento, cuando acuñó el término “aldea global” para describir la interconexión humana a escala planetaria, hasta la actualidad, su premonición no ha hecho otra cosa más que cumplirse. Su visión fue tan clarividente que originó toda una teoría social y política sobre el orden internacional, a la que conocemos como globalización. Esta última se fundamenta en el desarrollo ilimitado de todo tipo de comunicaciones y telecomunicaciones como medios de intercambio y libre circulación de ideas, bienes, servicios y capital a lo largo y ancho del globo por encima de las fronteras.
El desarrollo imparable de las tecnologías de la información, de los sistemas de transmisión y procesamiento de la información a gran escala, han contribuido a crear una conciencia global que nos concierne a todos los habitantes del planeta con lo que ocurra en sus lugares más remotos y recónditos. O al menos, así debería ser.

Sociólogos de las Relaciones Internacionales, tan prestigiosos y reconocidos como es el caso MARCEL MERLÉ, rápidamente recogieron la idea y la incorporaron a su Sistema Internacional a través de la irrupción casi estrepitosa de un nuevo y determinante actor en la escena internacional: junto a los actores convencionales, debidamente clasificados en las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, aparece con entidad propia la Opinión Pública Internacional como un factor determinante de los acontecimientos mundiales.

Cada vez son menos los gobiernos y grupos de interés, nacionales e internacionales, que pueden escapar al escrutinio de los medios de comunicación en el resto del mundo, aunque esto no haya servido para mucho hasta la fecha.

Dentro de este esquema juegan un papel determinante las grandes agencias internacionales de la información: REUTERS, ASOCIATED PRESS, UPI, AFP. También tiene mucho que ver en la estructura de la información internacional el propio desarrollo de los grandes medios audiovisuales que les ha permitido, no sólo desplazar ocasionalmente a reporteros al lugar de la noticia donde quiera que se produzca, también ha hecho posible destinar con carácter permanente a corresponsales en las áreas más significadas desde el punto de vista de la información, las grandes capitales y metrópolis del mundo, para cubrir así la información de grandes extensiones geográficas, a veces de continentes enteros.

Si a esto sumamos la naturaleza del medio televisivo que, dada la imposibilidad de cegar sus emisiones para vastas áreas geográficas, especialmente si estas se hacen a través de satélite, se convierte en un vehículo de transmisión de culturas muy por encima de las fronteras, y si además tomamos en consideración que la comprensión parcial de los mensajes audiovisuales no requiere del conocimiento de un código determinado, ni siquiera de la lengua en la que se expresan, entonces empezaremos a tener una idea de cómo pueden estar influyendo los poderosos medios audiovisuales occidentales sobre otras culturas menos desarrolladas y más vulnerables a las influencias externas. El efecto es de inoculación de la cultura occidental en las demás culturas del planeta. La publicidad comercial es determinante en ese fenómeno.

El problema de este crecimiento hipertrofiado de los medios se encuentra en que es degenerativo. Los países más ricos y desarrollados disponen de recursos sobrados para financiar esta actividad informativa internacional. Esto les permite imponer su propia visión de la realidad y su manera de entender la vida a países menos desarrollados, cuyas poblaciones se ven expuestas, de la noche a la mañana, a una oferta imposible de atender para su nivel de desarrollo. Así se crean una profunda alienación y frustración en esas poblaciones que favorecen la aparición de patologías sociales crónicas y muy dramáticas, como son la emigración masiva y desesperada y la lacerante inseguridad ciudadana, por no citar otras menos conocidas.

La cosa se agrava si consideramos que esos países no pueden ni siquiera corresponder desde la limitación de sus medios de comunicación para hacernos llegar lo desesperado de su situación. El flujo informativo y comunicativo es casi unidireccional: desde los países más ricos y desarrollados hacia los más depauperados y atrasados. Esta brecha es cada vez mayor, y sus consecuencias empeoran con el paso del tiempo.

Hay ocasiones en las que la iniciativa de ciertas organizaciones y actores sociales occidentales en los países más atrasados consiguen revertir el flujo informativo y hacer que los hechos dramáticos de estos países aparezcan en nuestras pantallas y en las primeras páginas de los periódicos, pero siempre con un efecto limitado y poco duradero. Las exigencias de la actualidad imponen su ritmo y excluyen rápidamente la crónica de la miseria y el drama humano que conlleva.

En realidad, las inmensas posibilidades del desarrollo de los medios de comunicación social para crear una conciencia global se encuentran limitadas por los tremendos desequilibrios en el desarrollo entre las naciones y pueblos del mundo y el consiguiente acceso selectivo a los medios de comunicación. Así pues, en la actualidad la Opinión Pública Internacional no es ni la sombra de lo que debería ser. Apenas si nos sirve a los occidentales para otra cosa que no sea tomar conciencia de nuestro ombligo.

cirohdzrdgz@gmail.com