En
el libro Iglesia y dictadura, editado en 1986 cuando Bergoglio no era
conocido fuera del mundo eclesiástico, Emilio Mignone (un católico al
quien la dictadura le secuestró y desapareció una hija) ejemplificó con
el caso de Bergoglio “la siniestra complicidad” con los militares, que
“se encargaron de cumplir la tarea sucia de limpiar el patio interior de
la Iglesia, con la aquiescencia de los prelados”
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