Mostrando las entradas con la etiqueta Huracán. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Huracán. Mostrar todas las entradas

sábado, febrero 27, 2010

How the Mountain of Climate Change Evidence Is Being Used to Undermine the Cause

As the backlash against climate science grows, the number of Americans who believe humans are to blame for warming the planet is shrinking.
Twenty-one years ago, in 1989, I wrote what many have called the first book for a general audience on global warming. One of the more interesting reviews came from the Wall Street Journal. It was a mixed and judicious appraisal. “The subject,” the reviewer said, “is important, the notion is arresting, and Mr. McKibben argues convincingly.” And that was not an outlier: around the same time, the first president Bush announced that he planned to “fight the greenhouse effect with the White House effect.”

I doubt that’s what the Journal will say about my next book when it comes out in a few weeks, and I know that no GOP presidential contender would now dream of acknowledging that human beings are warming the planet. Sarah Palin is currently calling climate science “snake oil” and last week, the Utah legislature, in a move straight out of the King Canute playbook, passed a resolution condemning "a well organized and ongoing effort to manipulate global temperature data in order to produce a global warming outcome" on a nearly party-line vote.

And here’s what’s odd. In 1989, I could fit just about every scientific study on climate change on top of my desk. The science was still thin. If my reporting made me think it was nonetheless convincing, many scientists were not yet prepared to agree.

Now, you could fill the Superdome with climate-change research data. (You might not want to, though, since Hurricane Katrina demonstrated just how easy it was to rip holes in its roof.) Every major scientific body in the world has produced reports confirming the peril. All 15 of the warmest years on record have come in the two decades that have passed since 1989. In the meantime, the Earth’s major natural systems have all shown undeniable signs of rapid flux: melting Arctic and glacial ice, rapidly acidifying seawater, and so on.

Somehow, though, the onslaught against the science of climate change has never been stronger, and its effects, at least in the U.S., never more obvious: fewer Americans believe humans are warming the planet. At least partly as a result, Congress feels little need to consider global-warming legislation, no less pass it; and as a result of that failure, progress towards any kind of international agreement on climate change has essentially ground to a halt.

Climate-Change Denial as an O.J. Moment

The campaign against climate science has been enormously clever, and enormously effective. It’s worth trying to understand how they’ve done it. The best analogy, I think, is to the O.J. Simpson trial, an event that’s begun to recede into our collective memory. For those who were conscious in 1995, however, I imagine that just a few names will make it come back to life. Kato Kaelin, anyone? Lance Ito?

The Dream Team of lawyers assembled for Simpson’s defense had a problem: it was pretty clear their guy was guilty. Nicole Brown’s blood was all over his socks, and that was just the beginning. So Johnnie Cochran, Robert Shapiro, Alan Dershowitz, F. Lee Bailey, Robert Kardashian et al. decided to attack the process, arguing that it put Simpson’s guilt in doubt, and doubt, of course, was all they needed. Hence, those days of cross-examination about exactly how Dennis Fung had transported blood samples, or the fact that Los Angeles detective Mark Fuhrman had used racial slurs when talking to a screenwriter in 1986.

If anything, they were actually helped by the mountain of evidence. If a haystack gets big enough, the odds only increase that there will be a few needles hidden inside. Whatever they managed to find, they made the most of: in closing arguments, for instance, Cochran compared Fuhrman to Adolf Hitler and called him “a genocidal racist, a perjurer, America’s worst nightmare, and the personification of evil.” His only real audience was the jury, many of whom had good reason to dislike the Los Angeles Police Department, but the team managed to instill considerable doubt in lots of Americans tuning in on TV as well. That’s what happens when you spend week after week dwelling on the cracks in a case, no matter how small they may be.

Similarly, the immense pile of evidence now proving the science of global warming beyond any reasonable doubt is in some ways a great boon for those who would like, for a variety of reasons, to deny that the biggest problem we’ve ever faced is actually a problem at all. If you have a three-page report, it won’t be overwhelming and it’s unlikely to have many mistakes. Three thousand pages (the length of the latest report of the Intergovernmental Panel on Climate Change)? That pretty much guarantees you’ll get something wrong.

In order to read the complete article HERE.

miércoles, octubre 08, 2008

Somos y debemos ser socialistas

Fidel Castro Ruz

El pasado 2 de octubre hablamos del precio internacional de los combustibles que estamos consumiendo. Tengo la impresión de que por su magnitud llamó la atención a muchos dirigentes y cuadros.

Se habla en general de los porcentajes de la población que tienen acceso a la electricidad u otros servicios de la vida moderna. Este puede variar desde el 40 por ciento o menos hasta el 60 por ciento o un poco más; dependerá del acceso a recursos hidroeléctricos u otros factores.

Antes del 1º de enero de 1959, casi la mitad de la población de Cuba carecía de electricidad. En la actualidad, con una población alrededor de dos veces mayor y amplio acceso a esa energía, su consumo se ha multiplicado varias veces.

En nuestro país, como en gran parte del mundo —excepto las naciones superricas—, esa electricidad llega por aire con empleo de torres, postes eléctricos, transformadores y otros medios, muchos de los cuales han sido derribados por los fuertes vientos de los huracanes Ike y Gustav a lo largo y ancho de la Isla.

Un artículo de Granma, suscrito por María Julia Mayoral, señala a grandes rasgos los destrozos en la red eléctrica causados por ambos fenómenos; pero, además, añade que durante el cruce de los huracanes los grupos electrógenos aseguraron la electricidad a “966 panaderías, 207 centros de elaboración de alimentos, 372 emisoras de radio, 193 hospitales, 496 policlínicos, 635 estaciones de bombeo de agua, 138 hogares de ancianos, entre otros centros fundamentales.”

“Ese aseguramiento significa … que en muy breve tiempo se tuvieron que desmontar cientos de equipos de emergencia ubicados en entidades productivas y de servicios, a fin de instalarlos de manera emergente en sitios sin conexiones con el SEN. Esto fue posible gracias a la acción coordinada de brigadas de montaje de varios organismos, empresas transportistas y el apoyo de las autoridades locales. Los medios trasladados provisionalmente volverán a sus centros de origen cuando la situación quede normalizada.”

Las palabras, que transcribo de forma textual, demuestran el desvelo con que los cuadros del Partido y del Gobierno, nacionales y locales, se han dedicado a buscar soluciones.

El artículo de María Julia se titula «Millonarios Gastos para dar Luz a la Población».

Considero oportuno recordar que los grupos electrógenos fueron instalados para los siguientes objetivos:

* Garantizar servicios vitales como la salud o la conservación de alimentos en cualquier circunstancia;

* Producciones alimenticias industriales como pan, leche y otras similares.

* Asegurar fundiciones de acero, que no pueden interrumpirse porque causarían graves daños a la industria.

* Servicios de la defensa e informaciones públicas que no pueden faltar en ningún momento. Baste señalar los propios centros de Meteorología y sus radares, que siguen la trayectoria de los huracanes.

* Generación progresiva de electricidad con mínimo de consumo, mucho más eficiente que las termoeléctricas disponibles.

Señalados estos puntos, es necesario recordar que los grupos electrógenos van, desde pequeños motores con potencia para producir 40 o menos kiloWatts/hora, hasta equipos de más de 1,000. A veces hay que sumar varios de estos motores, por ejemplo, en un centro hospitalario con avanzado equipamiento tecnológico y un sistema de climatización indispensable, que suelen ser grandes consumidores de energía.

Tales motores funcionan con diésel y su eficiencia crece en la medida que aumenta su capacidad de generar electricidad hasta un punto determinado. Requieren grasas adecuadas, reservas de piezas, mantenimiento, etcétera.

Un número creciente de grupos electrógenos están constituidos por motores que son de producción continua y que consumen otro combustible.

Lo ideal es que cada centro de producción o servicios señalado reciba electricidad del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), con máquinas de más eficiencia que trabajan con fuel oil, de mucho menor costo que el diésel, obtenido de la refinación del petróleo, combustible de creciente uso en el transporte de carga y pasajeros, tractores y otros equipos agrícolas.

Cuando por cualquier causa los grupos electrógenos que trabajan con diésel se convierten en generadores de electricidad para las viviendas y son sometidos a un régimen de trabajo durante 20 horas o más, las consecuencias son negativas. Su destino principal son las emergencias y, en el desarrollo actual de Cuba, un número reducido de horas/pico.

Dentro de los generadores que consumen hidrocarburos, nada puede compararse con los grupos electrógenos que trabajan con fuel oil aunque la inversión sea más costosa. Por su peso y complejidad, no pueden trasladarse de un lugar a otro en cualquier momento. En ese sentido, únicamente los superan las plantas de ciclo combinado a partir de gas, al que se le extraen previamente el azufre y otros elementos contaminantes.

Es conveniente recordar la necesidad de que ningún cuadro olvide que no se debe perder un minuto en reintegrar todos los motores que consumen diésel a sus funciones en municipios y provincias vecinas tan pronto cese la emergencia. Tenemos serios déficit de ese combustible, se gasta demasiado en el país y ha sido imprescindible reducir las asignaciones demandadas.

La producción y distribución de alimentos y materiales de construcción, reitero, tienen prioridad absoluta en estos momentos. No somos un país capitalista desarrollado en crisis, cuyos líderes enloquecen hoy buscando soluciones entre la depresión, la inflación, la falta de mercados y el desempleo; somos y debemos ser socialistas.

Octubre 4 de 2008

7 y 35 p.m.

miércoles, octubre 01, 2008

Raciona el gobierno cubano la venta de frijol, arroz y tubérculos

Solicita “el sacrificio de todos” para encarar un fin de año con falta de alimentos
Entra en vigor el control de precios en mercados agropecuarios tras dos huracanes devastadores
Garantizada, la oferta de 10 huevos por persona
Casi no habrá hortalizas en unos 5 meses

Gerardo Arreola (Corresponsal)

La Habana, 30 de septiembre. El gobierno racionó desde hoy la venta de arroz, frijol, ajo y tubérculos y empezó a controlar precios en los mercados agropecuarios, que durante 14 años se han regido por la libre oferta y la demanda, pero en la capital una parte de los vendedores dejó sus puestos vacíos, en una señal adicional de una inminente escasez de alimentos.

La televisión pidió “el sacrificio de todos” para encarar un fin de año de falta de comida y el subdirector de la Unión de Empresas Avícolas, Jorge Carballo Espinosa, dijo que en el corto plazo hay huevo para surtir la canasta básica racionada, pero no la venta libre.

Los “agros” reabrieron tras su descanso semanal de los lunes, con la sorpresiva decisión oficial de limitar la venta de arroz y tubérculos a 10 libras (unos 4 kilos y medio) por persona; la de frijol a 5 libras (2.2 kilos) y la de ajo a 10 cabezas.

El control de precios, anunciado en la víspera, se aplicó a 16 productos: tres tipos de plátano, tres de frijol, tres tamaños de ajo, malanga, boniato y yuca (tubérculos), cebolla, tomate, col y arroz.

Los nuevos precios estaban por debajo de los niveles que alcanzaron tras el paso de los huracanes. Por indicaciones oficiales, el plátano se vende ahora por peso y no por pieza, con lo que se abarata; el tomate pasó de 20 pesos la libra a 8; la cebolla de 20 la libra a 10; el ajo, de 8 la cabeza a entre uno y 3, según el tamaño, y así lo demás.

Pero en los cuatro más concurridos “agros” de la ciudad no había tomate, sólo en dos había cebollas diminutas y sólo en uno había un puesto con arroz y frijoles. El mercado de 19 y 42, en el municipio Playa, tenía casi todos sus puestos vacíos.

Un vendedor del “agro” de la calle Egido, en el centro histórico, explicó que ya no le sale la cuenta para traer cebollas y venderlas al precio oficial. Otro más relató: “El jueves venía con el camión, pero me paró la policía en la carretera y no me dejó entrar a La Habana. Eso nunca había pasado... alguien está apretando de más”.

Funcionarios del Partido Comunista, algunos en el traje militar de la Defensa Civil, inspectores y policías, se desplegaron en los “agros” para supervisar la aplicación de la nueva política.

Hacia el mediodía, agentes de civil ejecutaron una batida contra los habituales vendedores ambulantes que trabajan ilegalmente, rondando cerca del mercado de 19 y B, en el céntrico barrio del Vedado.

La ofensiva contra el mercado negro corre paralela a la intervención estatal de los agropecuarios. El ejemplo más típico era el “agro” de Cuatro Caminos, en el conflictivo barrio de Atarés. Sus calles adyacentes están habitualmente pobladas por revendedores de todo, en lo más parecido al Tepito de la ciudad de México. Después de varias recientes incursiones policiales, hoy esas vías estaban desiertas y gobernadas por los agentes de tránsito.

La televisión hizo una especie de ruta crítica de los próximos cinco meses en el abasto de alimentos: casi no habrá hortalizas ni “viandas” (los tubérculos y el plátano grande para freír, piezas principales de la dieta popular); ambos renglones pueden empezar a recuperarse entre diciembre y febrero, pero su nivel anterior a los huracanes sólo llegará en el segundo semestre de 2009; en los agropecuarios, “inevitablemente va a haber un decrecimiento de la oferta”; el control de precios “no va a resolver el problema, pero va a evitar que haya un disparo irrefrenable”.

El comentario agregó que, a pesar del fuerte impacto de los huracanes en la agricultura, un factor que lo atenúa es que se produjo justamente al principio de la temporada de siembra. “Si hubiera pasado en noviembre, ya sembrado todo, el daño hubiera sido catastrófico”.

Las autoridades han insistido en que el único camino para enfrentar los meses inmediatos es el del sembrado masivo de cultivos de ciclo corto, que reportan en pocas semanas, como la calabaza. La ministra en funciones de Agricultura, María del Carmen Pérez, dijo recientemente que hay planes de emergencia para impedir que el golpe sea mayor, pero “siempre se harán sentir las consecuencias de un fenómeno tan devastador”.

Carballo Espinosa dijo al semanario sindical Trabajadores que está garantizada la oferta de 10 huevos por persona, fijada en la libreta de racionamiento, pero sólo habrá 30 por ciento de los suministros habituales a hospitales, escuelas y centros laborales y no alcanza para la venta libre.

El subdirector de la Unión de Empresas Avícolas informó que la producción de huevo se redujo en septiembre en más de 40 por ciento y en octubre habrá más existencias, pero la recuperación del sector llegará dentro de ocho o diez meses, “haciéndolo todo bien; la formación de los animales de remplazo demora seis meses y para la puesta, otros dos meses más”.

jueves, septiembre 25, 2008

Revolución, huracanes y apego a los principios

Ángel Guerra Cabrera

El gobierno de George W. Bush ha quedado en evidencia otra vez como el más mendaz e inescrupuloso del planeta por la grotesca farsa con que ha pretendido simular la intención de ayudar a Cuba después de que los huracanes Gustav e Ike la devastaran de un extremo a otro. Desnudado por las diáfanas respuestas cubanas y obligado por eso a recurrir a nuevas argucias retóricas para salvar la cara, cada uno de sus ofrecimientos reitera el desprecio por la independencia de la isla y la voluntad virtualmente unánime de los estados miembros de la ONU, que han condenado en incontables ocasiones y exigido el levantamiento del bloqueo de casi medio siglo, cuyo objetivo declarado es rendir por hambre al pueblo de Cuba.

Por más que la aportación de 100 mil dólares que anunció inicialmente Washington fuera ridícula y mezquina, muy inferior relativa y absolutamente al que han entregado otros muchos países grandes o pequeños sin imponer ninguna condición, lo esencial no es la cuantía. La Habana ha dicho muy claramente a Estados Unidos que no le aceptaría ninguna, cualquiera que fuese su magnitud, y que si de veras quiere ayudar levante siquiera transitoria y parcialmente el bloqueo, permitiendo la venta de materiales de construcción a crédito, como es norma en el comercio internacional. Cuba dejaría de ser Cuba, el pueblo que despierta la admiración de los pobres de la Tierra, las mujeres y hombres dignos y las naciones que emprenden el camino de su liberación si ante los apremios de la necesidad recibiera las dádivas de la potencia que ha hecho y sigue haciendo todo por borrarla del mapa, y con ella su ejemplo. Si hubiera que explicar en pocas palabras la causa de que la revolución cubana haya podido resistir y vencer la hostilidad del imperio más poderoso de la historia, realizar la transformación social más radical de América Latina y tender a la vez su mano solidaria a otros pueblos, bastaría decir que radica en haber mantenido la firmeza en los principios contra viento y marea: no haber cedido nunca un milímetro en lo que menoscabe su independencia, soberanía, rumbo y valores socialistas. Che lo expresó de manera muy gráfica mientras cerraba los dedos pulgar e índice de su mano levantada: “al imperialismo no se le puede dar ni un tantito así”. Es en momentos críticos como en su oportunidad la crisis de los misiles, que hizo afirmar al revolucionario cubano-argentino sobre Fidel que “jamás había brillado más alto un estadista”; o como éste, en que el imperialismo y la contrarrevolución intentan sacar lascas del infortunio y jugar demagógicamente con los sentimientos de los cubanos dentro y fuera de la isla, que se aprecia más nítidamente la construcción colectiva en Cuba de una cultura ética, diametralmente opuesta al pragmatismo vulgar, el oportunismo y la banalidad que intenta imponer el sistema dominante como paradigma de conducta.

Haberse forjado en revolución es lo que hace posible a un pueblo hostigado y bloqueado actuar como un solo haz, organizado y con plan, salvar previsoramente quién sabe cuántos cientos de vidas, resguardar hasta el límite de lo posible las riquezas creadas con tanto esfuerzo, sobreponerse al paisaje de destrucción y carencias dejados por dos meteoros inéditos, derrochando solidaridad antes, durante y después de su embate. Por la misma razón, acometer resueltamente la reconstrucción material, demandante de recursos que no hay ni habrá a corto plazo para todo lo requerido, pero ha movido ya a heroicas realizaciones en el restablecimiento de condiciones esenciales a la vida. Tan o más importante, sanar las heridas del espíritu que siguen a tamaño drama social. La plástica, el teatro, la poesía han hecho milagros al volcarse los creadores cubanos a restañar el alma de su pueblo mientras el ejército de batas blancas prevenía la aparición de epidemias. La solidaridad internacional no se ha hecho esperar y sigue llegando. Cuba hará el resto a un costo muy alto en sacrificio. La adversidad hace crecerse a los pueblos y el acoso imperial, lejos de actuar como freno, servirá de acicate a la inventiva que erija de las ruinas una utopía superior.