Barómetro Internacional
Crece la autonomía latinoamericana en política exterior
Por Enrique Oliva (*)
Mientras grandes países en acelerado y sostenido tren de desarrollo, como Rusia, China e India, buscan desprenderse de la hegemonía mundial de Estados Unidos, los latinoamericanos ganan autonomía política exterior. En concreto, la reunión del G 20, con ausencia de Barack Obama, ha evidenciado múltiples diferencias y desafíos.
Con la caída del comunismo soviético, la confrontación dejó de ser ideológica para convertirse en económica. Se está imponiendo la agresiva eficacia de la capacidad competitiva de los grandes países emergentes.
El pretexto de Georgia
Al amanecer del 8 de agosto de este 2008, aviones de Georgia bombardearon sin previo aviso el centro de la capital de Osetia del Sur, donde es importante una minoría rusa y se encontraban 500 soldados de la Federación en acordada misión de paz. Luego tanques e infantería georgianos provocando muertos "selectivos" con cientos de víctimas civiles.
La reacción de Moscú fue inesperadamente rápida. Penetró con sus tropas desalojando a las fuerzas georgianas agresoras; avanzó destruyendo con bombarderos los centros militares de Georgia y reconoció la independencia de Asedia del Sur y Afgasia.
La esperanza de que EEUU, la OTAN y otros aliados atemorizaran con sanciones o intervención a Moscú no se concretó. El presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, fue abandonado por su protector norteamericano, quien afirmó haber actuado por su cuenta sin apoyo de la Casa Blanca. El escándalo mediático occidental no se tradujo ninguna acción de peso militar ni económica contra Rusia. La "aliada" Europa no podía enfrentar a Moscú, de la cual depende para la provisión de más del 30 % del vital suministro de gas.
Putin declaró a la CNN, culpando a Estados Unidos de organizar el ataque georgiano como un aporte de George Bush una "victoria" al candidato republicano John McCain.
La fecha del 8 de agosto para el operativo georgiano fue premeditada, como lo interpretaron en Moscú y Beijing, al hacerlo coincidir con la apertura de los Juegos Olímpicos chinos a iniciarse el mismo día.
Misiles vienen, misiles van
El gobierno de Polonia sorprendió, en especial a los polacos, pues anunció una decisión contraria a la opinión popular, permitiendo a Estados Unidos instalar en su territorio un escudo antimisiles. Rusia vio la medida como una amenaza contra su país y Washington ofreció un infantil argumento: "es para defender la seguridad occidental de un posible ataque nuclear de Corea del Norte o de Irán". Luego Rusia decidió hacer otro escudo en Kaliningrado, capital de Prusia Oriental equipado con misiles más modernos.
Europa se estremeció al verse como posible campo de batalla atómica y reprochan a George Bush que "es una provocación contra Rusia" como lo declaró entre otros el derechista primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Al comentar esta noticia, "El País" de España del 13/XI/08, también estima provocativo el montar otro escudo en la República Checa, como el reconocer la independencia de Kosovo y proponer admitir en la OTAN a Ucrania y Georgia. Europa espera de Barack Obama que frene esos proyectos.
La Guerra Fría en el patio trasero yanqui
La Federación Rusa, China, Irán y otros países emergentes, se están permitiendo en estos momentos jugadas temerarias e impensables poco tiempo atrás en el patio trasero yanqui. Recientemente aviones de última generación rusos realizaron maniobras conjuntas con fuerzas venezolanas, dejando basados en esa República bombarderos antisubmarinos.
Como contrapartida, la IV Flota de Estados Unidos es enviada al Atlántico Sur "sin fines militares", según Washington. Pero "es preocupante" como se lo expresaron la presidenta Kirchner y su igual Lula da Silva al Subsecretario de Estado Thomas Shanon. A su vez, la ministra de defensa Nilda Garré le repitió el mismo planteo en Canadá al jefe del Pentágono Robert Gates ("una acción militar a la que no le encontramos explicación sensata" le dijo, según Página 12).
Evo Morales visitó oficialmente Irán, devolviendo una visita del presidente Mahmoud Ahmadinejad, firmando acuerdos de cooperación. "¿Un posible eje Bolivia-Irán?", pregunta la agencia alemana Deutsche Welle. Al regreso (de Morales) a La Paz, encuentra a sectores separatistas en franca subversión inquietando a Brasil y Argentina con la amenaza de cortar los abastecimientos de gas. Aun no superada la crisis, Evo Morales expulsó al embajador yanqui al comprobarle alentar a los autonomistas. Poco antes, también había expulsado de Bolivia a todos los representantes de la DEA, el ente yanqui de lucha contra las drogas. Esa tarea ahora fue adjudicada a la Federación Rusa tal como lo reconoció su presidente Dimitri Medveded en gira por Suramérica firmando convenios.
Medveded, en visita a Venezuela, donde le han comprado armamentos por más de 4.000 millones de dólares, coincidió con la llegada de una flota naval de guerra rusa para hacer maniobras conjuntas con los bolivarianos. La nave insignia es el crucero nuclear "Pedro el Grande", "el mayor lanzamisiles del mundo", escoltado por el destructor "Almirante Chevanenko", el tanquero "Iván Bubnov" y el remolcador "Nicolay Chikel".
Hugo Chávez no tiene límites e incursiona hasta en espacios de la ex Unión Soviética. Tiene negocios con Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia, quien ya tiene un pozo de petróleo en explotación en Venezuela y otro en Irán. Reporteado por "El País" de Madrid, hace un año se explicaba así: "Sufrir la misma presión de EEUU nos acerca a Venezuela e Irán".
George Bush, debió soportar la semana pasada la presencia activa en su patio trasero, desplazándose en gira de negocios por Suramérica y el Caribe de dos presidentes molestos y de alta significación política. Primero fue el de China, Ho Jintao, quien estuvo en Cuba con los hermanos Castro, casi a la vista de La Florida. Este lanzó como desafío: "regresamos a América Latina para siempre". El visitante lanzó como un desafío: "regresamos a América Latina para siempre". El segundo fue el de la Federación Rusa, Dimitri Medveded. Allí, en La Habana, declaró a los periodistas: "Se podría decir que hemos regresado…nuestra cooperación podría desarrollarse en áreas muy amplias, incluida la técnico militar". También habló de energía nuclear destinada a "fines pacíficos".
En tanto, los viajes sorpresivos de la Presidenta Cristina Kirchner, inquietan a Occidente. Terminada la fracasada cumbre G 20 de Washington, sin ningún concreto para reconstruir el capitalismo salvaje como es la intención yanqui emprendió una gira por países árabes del Norte de África firmando acuerdos comerciales. En El Cairo, Egipto, la alcanzó un llamado telefónico de Barack Obama donde prácticamente insinuaba el presidente electo ser invitado a visitar la Argentina. De regreso negoció con el presidente de México López Obredor y un conjunto de empresarios aztecas.
Asimismo anunció para este diciembre otros viajes, destacándose el de la Federación Rusa y dos cumbres, una de ellas del Mercosur.
El nuevo panorama internacional
El mundo parece dejar atrás el miedo al cuco del imperialismo, permitiendo a Suramérica más autonomía en sus relaciones internacionales. Los respondones gobiernos democráticos se aceleran. Los países emergentes han pasado a la ofensiva adueñándose de las iniciativas. Entre tanto, el imperio continúa sumergiéndose en lodazales de Medio Oriente y África y ha debido suprimir las arbitrarias inmunidades, al menos en Iraq, para los mercenarios, a partir del próximo 1º de enero.
El Vaticano acaba de coincidir con Alemania en su propósito de exigir a la Unión Europea, la condenación de los "paraísos fiscales". Los germanos demandan asimismo la inclusión de Suiza en la lista negra de quienes ejercen esas prácticas.
Los norteamericanos comienzan a aceptar la nueva realidad. El 29 de setiembre último, el diario "El Mundo" de Madrid, reproducía una nota de la Agencia DPA fechada en Washington, afirmando que "el país (EEUU) sufrirá en las próximas dos décadas pérdidas de poder político y económico, según un estudio del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC)".
Como dato curioso, la famosa revista norteamericana Vanity Fair acaba de publicar una encuesta seleccionando "los 100 hombres más influyentes del mundo", encabezándola el hoy primer ministro ruso Vladimir Putin.
(*) CEES (Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos)
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domingo, diciembre 07, 2008
miércoles, octubre 29, 2008
Arnoldo Kraus
El poder de la mentira
El ser humano tiene la capacidad infinita de inventar, de reinventar, de distorsionar, y, por supuesto, de mentir. En ocasiones, el hilo entre la invención y la mentira es muy tenue, tanto que con frecuencia la inteligencia es capaz de volverlo invisible y de deshilacharlo para que sea imposible saber dónde empieza una y dónde termina otra.
En otros momentos, la astucia y la imperiosa necesidad de “ser”, de fabricar verdades propias y de deformar la realidad enlaza invención y mentira con una verosimilitud impecable e implacable. La invisibilidad del hilo depende de las virtudes de quienes las tejen y las destejen, de quienes las oyen y las desoyen. La implacabilidad de la calumnia suele tener consecuencias funestas que casi nunca paga quien las dijo.
El oficio de mentir es oficio humano inmemorial. Mucho se gana cuando se miente con inteligencia. Los refranes populares aseguran, con sabiduría, que una mentira dicha mil veces es una verdad. El arte de engañar requiere de las virtudes de quien las dice –suele ser más complicado mentir que decir la verdad– y la complicidad de quienes las aceptan. Las falsedades generan múltiples desencuentros, personales y sociales. Si bien los embustes individuales sólo dañan a los directamente implicados los generalizados conllevan todo tipo de mermas.
Buen ejemplo de esa trama es la reciente invasión rusa a Georgia, la agresión de Georgia contra las provincias aliadas a la égida de Vladimir Putin y el intento de diálogo entre Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. Esa trama, de la cual sabemos mucho menos de lo que creemos, conlleva una carga de “mentiras estratégicas” y de “mentiras acomodaticias” que sirven a los responsables de ese juego, donde los perdedores de hoy fueron los ganadores de ayer. Ese círculo sin fin –ganar ayer, perder hoy– depende mucho de la capacidad de sostener las mentiras.
La guerra en Georgia, con sus muertes, “abrió” a Occidente los libros escolares rusos. En ellos se lee que Stalin fue “el gobernador ruso del siglo XX de más éxito”; se dice, además, que las matanzas perpetradas por Stalin fueron un “medio necesario, si bien excesivo, para mantener la disciplina”. Aparentemente, la población rusa de hoy cree que esos argumentos no son sólo veraces, sino que son “verdades históricas”, es decir, pruebas que ahora, después de muchos años, muestran que Stalin actuó bien por lo que será prudente rehabilitarlo. Ese embuste rige y regirá porciones de la nueva conciencia del pueblo ruso. Sus consecuencias son y serán funestas: son muchos los periodistas asesinados por disentir con el régimen actual. No creo que el genocida ruso hubiese pensado o soñado que algún día sería desenterrado.
Una mentira escrita en millones de libros escolares se convertirá pronto en verdad. Quizás seamos testigos, en el futuro mediato, del resurgimiento de la nueva Stalingrado y de la construcción de nuevas estatuas con la imagen de uno de los asesinos más despiadados de la historia. No seremos testigos de la elaboración de rotondas que dignifiquen la trascendencia de la mentira.
Escogí el periplo de Stalin al azar, no porque sea peor que otros estalin, para agruparlos bajo el mismo apellido, sino porque tengo la información a la mano. No sé si sea correcto decir que la Rusia de Vladimir Putin se encuentra inmersa en un periodo de desestanilización estilo Putin, pero, pensarlo, por lo menos pensarlo, es obligatorio.
Muchas de las historias que hoy leemos en los periódicos podrían ser contadas bajo lupas similares. Los meollos de esos embustes son los daños que conlleva esa deformación de la realidad y el cobijo que tienen esas historias. Mentir es buen oficio. La historia, tan endeble, tan humana, lo sabe. El ser humano también.
Como en tantas ocasiones, la pregunta es: ¿qué hacer? El hilo que corre entre verdad y mentira muchas veces es casi invisible, impalpable. Aunque sabemos lo que deseamos poco ha sido y poco será lo que se consiga por medio de la fuerza de la razón. Sin embargo, de algo sirve denunciar a los mentirosos. Exponerlos y rayar su historia y las de sus seres cercanos sirve. Algunos, como el matrimonio de los sátrapas rumanos Cseausescu acabaron en el patíbulo –qué bueno. Otros, como Augusto Pinochet, fueron exonerados por la muerte –qué malo.
De nuevo pregunto, ¿qué hacer? Demasiado han construido quienes, a pesar de los costos para la sociedad y para el mundo, han erigido verdades a partir de mentiras.
El poder de la mentira
El ser humano tiene la capacidad infinita de inventar, de reinventar, de distorsionar, y, por supuesto, de mentir. En ocasiones, el hilo entre la invención y la mentira es muy tenue, tanto que con frecuencia la inteligencia es capaz de volverlo invisible y de deshilacharlo para que sea imposible saber dónde empieza una y dónde termina otra.
En otros momentos, la astucia y la imperiosa necesidad de “ser”, de fabricar verdades propias y de deformar la realidad enlaza invención y mentira con una verosimilitud impecable e implacable. La invisibilidad del hilo depende de las virtudes de quienes las tejen y las destejen, de quienes las oyen y las desoyen. La implacabilidad de la calumnia suele tener consecuencias funestas que casi nunca paga quien las dijo.
El oficio de mentir es oficio humano inmemorial. Mucho se gana cuando se miente con inteligencia. Los refranes populares aseguran, con sabiduría, que una mentira dicha mil veces es una verdad. El arte de engañar requiere de las virtudes de quien las dice –suele ser más complicado mentir que decir la verdad– y la complicidad de quienes las aceptan. Las falsedades generan múltiples desencuentros, personales y sociales. Si bien los embustes individuales sólo dañan a los directamente implicados los generalizados conllevan todo tipo de mermas.
Buen ejemplo de esa trama es la reciente invasión rusa a Georgia, la agresión de Georgia contra las provincias aliadas a la égida de Vladimir Putin y el intento de diálogo entre Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. Esa trama, de la cual sabemos mucho menos de lo que creemos, conlleva una carga de “mentiras estratégicas” y de “mentiras acomodaticias” que sirven a los responsables de ese juego, donde los perdedores de hoy fueron los ganadores de ayer. Ese círculo sin fin –ganar ayer, perder hoy– depende mucho de la capacidad de sostener las mentiras.
La guerra en Georgia, con sus muertes, “abrió” a Occidente los libros escolares rusos. En ellos se lee que Stalin fue “el gobernador ruso del siglo XX de más éxito”; se dice, además, que las matanzas perpetradas por Stalin fueron un “medio necesario, si bien excesivo, para mantener la disciplina”. Aparentemente, la población rusa de hoy cree que esos argumentos no son sólo veraces, sino que son “verdades históricas”, es decir, pruebas que ahora, después de muchos años, muestran que Stalin actuó bien por lo que será prudente rehabilitarlo. Ese embuste rige y regirá porciones de la nueva conciencia del pueblo ruso. Sus consecuencias son y serán funestas: son muchos los periodistas asesinados por disentir con el régimen actual. No creo que el genocida ruso hubiese pensado o soñado que algún día sería desenterrado.
Una mentira escrita en millones de libros escolares se convertirá pronto en verdad. Quizás seamos testigos, en el futuro mediato, del resurgimiento de la nueva Stalingrado y de la construcción de nuevas estatuas con la imagen de uno de los asesinos más despiadados de la historia. No seremos testigos de la elaboración de rotondas que dignifiquen la trascendencia de la mentira.
Escogí el periplo de Stalin al azar, no porque sea peor que otros estalin, para agruparlos bajo el mismo apellido, sino porque tengo la información a la mano. No sé si sea correcto decir que la Rusia de Vladimir Putin se encuentra inmersa en un periodo de desestanilización estilo Putin, pero, pensarlo, por lo menos pensarlo, es obligatorio.
Muchas de las historias que hoy leemos en los periódicos podrían ser contadas bajo lupas similares. Los meollos de esos embustes son los daños que conlleva esa deformación de la realidad y el cobijo que tienen esas historias. Mentir es buen oficio. La historia, tan endeble, tan humana, lo sabe. El ser humano también.
Como en tantas ocasiones, la pregunta es: ¿qué hacer? El hilo que corre entre verdad y mentira muchas veces es casi invisible, impalpable. Aunque sabemos lo que deseamos poco ha sido y poco será lo que se consiga por medio de la fuerza de la razón. Sin embargo, de algo sirve denunciar a los mentirosos. Exponerlos y rayar su historia y las de sus seres cercanos sirve. Algunos, como el matrimonio de los sátrapas rumanos Cseausescu acabaron en el patíbulo –qué bueno. Otros, como Augusto Pinochet, fueron exonerados por la muerte –qué malo.
De nuevo pregunto, ¿qué hacer? Demasiado han construido quienes, a pesar de los costos para la sociedad y para el mundo, han erigido verdades a partir de mentiras.
domingo, octubre 12, 2008
La Guerra Fría, recalentada
http://lahoradelpueblo.blogspot.com/2008/10/la-guerra-fra-recalentada.html
Gerardo Monroy
Sólo dos líderes rusos de los últimos tiempos son estimados sin melindres por los medios de comunicación occidentales: el bien portado Mijail Gorbachov y el bebedor social Boris Yeltsin. Se les galardonó con flores, canciones, homenajes, artículos elogiosos en revistas, grados honoris causa... ¡hasta con un premio Nobel! Ambos se encargaron de desmantelar la Unión Soviética; ¿cómo no iban a adorarlos en Europa y América? Por el contrario, las referencias acerca de Vladimir Putin, sucesor de Yeltsin en la presidencia de Rusia y actual primer ministro del país, bosquejan a un individuo hermético, sorpresivo y por ello nada confiable, decepcionante porque no es el demócrata con quien el mundo civilizado anhelaría hacer tratos, sino otro autócrata absoluto en la fila de déspotas orientales que va de Iván IV Vassilievich a Iosif Vissarianovich Djugashvili.
En fecha tan temprana como 1992, la población de Osetia del Sur manifestó en un referendo su ánimo de independizarse de Georgia pero ésta, de la cual formalmente Osetia del Sur sigue siendo parte, se niega a reconocerla como una entidad distinta. A lo largo de 16 años y medio, entre Georgia y Osetia se han sucedido conflictos armados, reconciliaciones forzadas, intentos de diálogo; la tensión entre ambas repúblicas no ha podido ser aligerada de manera permanente. Tras la cumbre de abril del año en curso, la OTAN se mostró conforme con la eventual admisión de Ucrania y Georgia dentro de su coalición; de sumarse las dos ex-repúblicas soviéticas a la OTAN, la seguridad nacional de Rusia quedaría en riesgo, por lo que Putin empezó a acercarse a los independentistas de Osetia del Sur y de Abjasia. La noche del 7 de agosto, el ejército georgiano se introduce por tierra y aire en Tsjinvali, capital oseta. Rusia y Osetia responden al ataque. Al día 15 se estimaban decenas de rusos muertos, cientos de georgianos y mucho más de mil osetas.
Tsjinvali ha sido devastada; y no obstante haber sido el pueblo oseta el peor afectado en esta intensa guerra de diez días, Occidente, a través de su radio, a través de su prensa y su televisión, pretende engañarse a sí mismo haciéndonos creer que el enorme Goliat, el oso ruso, emprendió una inmoral y desmedida agresión contra el indefenso David georgiano. Los nombres de Rusia y Georgia ensombrecen la castigada figura de Osetia. Tal vez por eso tú también, lector hipócrita a pesar de ti mismo, crees y dices y repites los viejos clichés anti-rusos: que en el país gigante nunca dejaron de mandar los zares; que Stalin era un zar; que Stalin le da al mundo lo mismo que da Hitler. A partir de semejantes premisas irracionales, el subsecuente paso irracional es afirmar que los líderes rusos de hoy día, Putin y el presidente Dmitri Medvedev, son zares, son Stalin y son Hitler.
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Gerardo Monroy
Sólo dos líderes rusos de los últimos tiempos son estimados sin melindres por los medios de comunicación occidentales: el bien portado Mijail Gorbachov y el bebedor social Boris Yeltsin. Se les galardonó con flores, canciones, homenajes, artículos elogiosos en revistas, grados honoris causa... ¡hasta con un premio Nobel! Ambos se encargaron de desmantelar la Unión Soviética; ¿cómo no iban a adorarlos en Europa y América? Por el contrario, las referencias acerca de Vladimir Putin, sucesor de Yeltsin en la presidencia de Rusia y actual primer ministro del país, bosquejan a un individuo hermético, sorpresivo y por ello nada confiable, decepcionante porque no es el demócrata con quien el mundo civilizado anhelaría hacer tratos, sino otro autócrata absoluto en la fila de déspotas orientales que va de Iván IV Vassilievich a Iosif Vissarianovich Djugashvili.
En fecha tan temprana como 1992, la población de Osetia del Sur manifestó en un referendo su ánimo de independizarse de Georgia pero ésta, de la cual formalmente Osetia del Sur sigue siendo parte, se niega a reconocerla como una entidad distinta. A lo largo de 16 años y medio, entre Georgia y Osetia se han sucedido conflictos armados, reconciliaciones forzadas, intentos de diálogo; la tensión entre ambas repúblicas no ha podido ser aligerada de manera permanente. Tras la cumbre de abril del año en curso, la OTAN se mostró conforme con la eventual admisión de Ucrania y Georgia dentro de su coalición; de sumarse las dos ex-repúblicas soviéticas a la OTAN, la seguridad nacional de Rusia quedaría en riesgo, por lo que Putin empezó a acercarse a los independentistas de Osetia del Sur y de Abjasia. La noche del 7 de agosto, el ejército georgiano se introduce por tierra y aire en Tsjinvali, capital oseta. Rusia y Osetia responden al ataque. Al día 15 se estimaban decenas de rusos muertos, cientos de georgianos y mucho más de mil osetas.
Tsjinvali ha sido devastada; y no obstante haber sido el pueblo oseta el peor afectado en esta intensa guerra de diez días, Occidente, a través de su radio, a través de su prensa y su televisión, pretende engañarse a sí mismo haciéndonos creer que el enorme Goliat, el oso ruso, emprendió una inmoral y desmedida agresión contra el indefenso David georgiano. Los nombres de Rusia y Georgia ensombrecen la castigada figura de Osetia. Tal vez por eso tú también, lector hipócrita a pesar de ti mismo, crees y dices y repites los viejos clichés anti-rusos: que en el país gigante nunca dejaron de mandar los zares; que Stalin era un zar; que Stalin le da al mundo lo mismo que da Hitler. A partir de semejantes premisas irracionales, el subsecuente paso irracional es afirmar que los líderes rusos de hoy día, Putin y el presidente Dmitri Medvedev, son zares, son Stalin y son Hitler.
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martes, agosto 12, 2008
Reflexiones de Fidel Castro
Carne de cañón para el mercado
Tal vez algunos gobiernos desconocen los datos concretos, por eso nos
pareció muy oportuno el mensaje de Raúl fijando la posición de Cuba.
Abundaré en aspectos que no pueden abordarse en una declaración
oficial precisa y breve.
El gobierno de Georgia no habría lanzado jamás sus fuerzas armadas
contra la capital de la República Autónoma de Osetia del Sur al
amanecer del 8 de agosto, para lo que denominó el restablecimiento del
orden constitucional, sin la concertación previa con Bush, quien el
pasado mes de abril en Bucarest comprometió su apoyo al presidente
Saakashvili para el ingreso de Georgia en la OTAN, lo que equivale a
un puñal afilado que se intenta clavar en el corazón de Rusia. Muchos
Estados europeos que pertenecen a esa organización militar se
preocupan seriamente por la manipulación irresponsable del tema de las
nacionalidades, preñado de conflictos potenciales, que en la propia
Gran Bretaña puede dar lugar a la desintegración del Reino Unido.
Yugoslavia fue disuelta por esa vía; los esfuerzos de Tito por
evitarlo fueron inútiles después de su muerte.
¿Qué necesidad había de encender el polvorín del Cáucaso? ¿Cuántas
veces irá el cántaro al agua antes de romperse? Rusia sigue siendo una
poderosa potencia nuclear. Posee miles de armas de ese tipo. Debo
recordar que, por otro lado, la economía de Occidente extrajo
ilegalmente de ese país más de 500 mil millones de dólares. Si Rusia
no significa hoy el fantasma del comunismo; si ya no apuntan
directamente hacia los objetivos militares y estratégicos de Europa
más de 400 plataformas nucleares que fueron desmanteladas al
desaparecer la URSS, ¿por qué el empeño en cercarla con un escudo
nuclear? El viejo continente también necesita paz.
Las tropas rusas que se encontraban en Osetia del Sur estaban
desplegadas en una misión de paz reconocida internacionalmente; no
disparaban contra nadie.
¿Por qué Georgia escogió el 8 de agosto, cuando se inauguraban los
Juegos Olímpicos de Beijing, para ocupar Tsjinvali, la capital de la
república autónoma? Ese día cuatro mil millones de personas en todo el
planeta presenciaron por televisión el maravilloso espectáculo con el
que China inauguró esos juegos. Sólo el pueblo de Estados Unidos no
pudo disfrutar ese día la transmisión directa y en vivo de la
estimulante fiesta de amistad entre todos los pueblos del mundo que
allí se escenificó. El monopolio sobre los derechos de transmisión
había sido adquirido por un canal televisivo mediante el pago de 900
millones de dólares y deseaba obtener el máximo de beneficio comercial
por minuto de transmisión. Las empresas competidoras tomaron desquite
divulgando a esa hora las noticias de la guerra en el Cáucaso, que no
eran exclusivas de nadie. Los riesgos de un conflicto serio amenazaban
al mundo.
Bush sí pudo disfrutar el espectáculo como invitado oficial. Todavía
el domingo 10, dos días y medio después, se le veía agitando banderas,
fingiendo ser adalid de la paz y preparado para deleitarse con las
victorias de los magníficos atletas norteamericanos, a los que sus
ojos, acostumbrados a mancillarlo todo, veían como símbolo del poder y
la superioridad de su imperio. En sus ratos de ocio, mantenía largas
conversaciones con los funcionarios subordinados en Washington,
amenazaba a Rusia y alentaba los discursos, humillantes para ese país,
del representante de los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas.
Algunos de los antiguos países que integraban el campo socialista o
parte de la propia URSS, hoy actúan como protectorados de Estados
Unidos. Sus gobiernos, impulsados por un odio irresponsable contra
Rusia, como Polonia y la República Checa, se alinean en posiciones de
apoyo total a Bush y al ataque sorpresivo contra Osetia del Sur por
Saakashvili, un aventurero de extraña historia que, habiendo nacido
bajo el socialismo en Tbilisi, capital de su país, se hizo abogado en
una universidad de Kiev, realizó cursos de posgrado en Estrasburgo,
Nueva York y Washington. Ejercía esa profesión en Nueva York. Se
configura como un georgiano occidentalizado, ambicioso y oportunista.
Regresó a su país apoyado por los yanquis y pescó en el río revuelto
de la desintegración de la Unión Soviética. Es elegido Presidente de
Georgia en enero de 2004.
Ese país, después de Estados Unidos y Gran Bretaña, es el que más
soldados tiene en la aventura bélica de Iraq, y no lo hace
precisamente por espíritu internacionalista. Cuando Cuba, a lo largo
de casi dos decenios, envió cientos de miles de combatientes a luchar
por la independencia y contra el colonialismo y el apartheid en
África, no buscó nunca combustible, materias primas ni plusvalía; eran
voluntarios. Así se forjó el acero de nuestros principios. ¿Qué hacen
en Iraq los soldados georgianos sino apoyar una guerra que ha costado
a ese pueblo centenares de miles de vidas y millones de damnificados?
¿Qué ideales fueron a defender allí? Es muy lógico que ciudadanos de
Osetia del Sur no deseen ser enviados como soldados a combatir en Iraq
u otros puntos del planeta al servicio del imperialismo.
Saakashvili por su propia cuenta jamás se habría lanzado a la aventura
de enviar el ejército georgiano a Osetia del Sur, donde chocaría con
las tropas rusas emplazadas allí como fuerza de paz. No se puede jugar
con la guerra nuclear ni premiar el suministro de carne de cañón para
el mercado.
Esta reflexión estaba elaborada, cuando Bush habló a las 5 y 30 p.m.,
hora de Cuba. Nada desdice lo que aquí se analiza; sólo que la guerra
mediática del gobierno de Estados Unidos es hoy más intensa todavía.
Es la misma maniobra prediseñada que no engaña a nadie.
Los rusos han declarado con absoluta claridad que la retirada de los
invasores al punto de partida es la única solución decorosa posible.
Ojalá los Juegos Olímpicos puedan continuar sin ser interrumpidos por
una gravísima crisis. El partido de voleibol femenino contra un buen
equipo de Estados Unidos fue fenomenal, y la pelota no ha comenzado todavía.
Fidel Castro Ruz
11 de agosto de 2008
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