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miércoles, diciembre 24, 2008

Pemex revela que ha entregado a Romero Deschamps al menos mil 273 millones de pesos


■ El líder sindical pierde amparo para evitar que se difundan cifras sobre los ingresos del gremio

Pemex revela que ha entregado a Romero Deschamps al menos mil 273 millones de pesos

Elizabeth Velasco C.

Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), perdió un juicio de amparo de siete que ha presentado como “tercero perjudicado” en contra del Instituto Federal de Acceso a la Información para evitar que Petróleos Mexicanos (Pemex) difunda el monto de los recursos del erario que ha recibido la organización por obligaciones contractuales, así como los montos que mensualmente ha descontado en los años recientes a entre 120 mil y 140 mil sindicalizados.
Luego de ganar el IFAI el juicio de amparo 900/2007, Pemex informó que de enero de 2005 a julio de 2007 entregó al STPRM alrededor de mil 273 millones 588 mil 39 pesos por el cumplimiento de sólo ocho cláusulas del contrato colectivo de trabajo (CCT).
Dichas cláusulas involucran el pago de 51 millones 254 mil pesos por gastos de viaje del comité ejecutivo nacional (CEN) del STPRM, integrado por siete personas; 138 millones 744 mil pesos por concepto de “apoyo económico” a los integrantes del CEN; 748 millones 498 mil 236 pesos por cuotas sindicales; 167.2 millones por gastos de contratación derivados de las revisiones anuales del CCT; 84.8 millones de pesos por “préstamos”; 1.5 millones de pesos por compra de libros e instructivos para la biblioteca.
Asimismo, 5 millones 295 mil 715 pesos para el sostenimiento de la banda de guerra y música, así como el salario de sus directivos; un millón 434 mil 390 pesos por fomento y administración de actividades deportivas; 48 millones de ayuda para gastos derivados de los festejos relacionados con el desfile del Primero de Mayo, y 26.8 millones de ayuda para gastos derivados de los festejos por el aniversario de la expropiación petrolera. La difusión de esos datos se ordenó en el recurso 948/2007 del IFAI, impugnado por el STPRM desde noviembre de 2007.
Además, de acuerdo con el recurso de revisión 3211/07 del IFAI, también impugnado por el STPRM para evitar que se cumpla la entrega de información diversa, Pemex entregó en 2008 a esa organización unos 135 millones de pesos para cubrir los “festejos” relacionados con el aniversario de la expropiación petrolera, con el primero de mayo, y los gastos de contratación por la revisión anual de ese año, como en su momento difundió La Jornada (11/01/08 y 26/05/08).
Pese a que el sindicato petrolero no es considerado por la Ley Federal de Transparencia como sujeto obligado a rendir cuentas, ni se le solicitó la información, esa organización interpuso los amparos como “tercero interesado” en al menos seis resoluciones en las que el IFAI ordena a Pemex entregar información diversa. En dos de los juicios ha obtenido sentencia favorable de los juzgados primero y octavo de distrito en materia administrativa en el DF.
En la más reciente notificación de las autoridades judiciales, de fecha 12 de diciembre pasado, la juez octava, Adriana Escorza, ampara al STPRM en cuanto al derecho de audiencia que tiene y ordena al IFAI que le notifique de manera personal la resolución del recurso 0017/08, por medio del cual el comisionado Juan Pablo Guerrero ordena a Pemex la entrega de todos los convenios que de 2002 a la fecha ha suscrito con la organización.
Sobresale el contenido del convenio 10275/04, por medio del cual la paraestatal entregó al STPRM más de mil 700 millones de pesos que causaron el quebranto de Pemex, según la auditoría 24/2007 de la Secretaría de la Función Pública, mediante la cual se sancionó e inhabilitó a Raúl Muñoz Leos, ex director de la paraestatal, y al ex abogado general Juan Carlos Soriano Rosas.
De ese convenio se desprendieron obligaciones en favor del STPRM por 7 mil 896 millones de pesos. Sin embargo, en agosto de 2005, en un “convenio de transacción”, Pemex se obligó a pagar al STPRM sólo 2 mil 688.3 millones de pesos, luego de que eliminó el pago del fondo sindical de vivienda que ascendía a 2 mil 324.5 millones de pesos, y estableció una reducción del importe pactado por servicios médicos que ascendía a 2 mil 826 millones de pesos.
Lo anterior se consigna en el recurso 10275/04 del IFAI, el cual favoreció al solicitante José Luis Moya, uno de los ciudadanos que más peticiones de información y recursos de impugnación ha realizado ante ese instituto.
Cabe señalar que en el juicio 1231/2008, emitido por Escorza, se precisa que no se concede el amparo al STPRM en cuanto a que se deje sin efecto la resolución del IFAI, en que ordena la revelación tanto de los convenios suscritos entre las partes como de los montos entregados al sindicato.
El STPRM también fue favorecido por el juzgado primero de distrito en cuanto al derecho de audiencia que tiene, luego de que el STPRM alegó no haber sido llamado como tercero interesado.
La organización reclama la decisión del pleno del IFAI que ordena en el recurso 2157/08 la entrega de información sobre los montos que Pemex retuvo por el descuento de cuotas sindicales durante los años 2005 y 2006, y que de acuerdo con datos del IFAI ascendieron a un total de 663 millones 32 mil 637 pesos.
Otras resoluciones del IFAI que han sido impugnadas por Romero Deschamps y aún están en curso en los juzgados tienen que ver con los expedientes 3211/07, donde ese instituto ordena a Pemex la entrega de información sobre el total de recursos económicos entregados al sindicato de enero de 2000 a diciembre de 2007 y el 4021/07, de marzo de este año, en que se demanda información de las cuotas sindicales entregadas al sindicato de 1996 a 2007.
Asimismo, copias de los convenios pactados en ese lapso y los recursos económicos entregados al sindicato “dentro y fuera de lo establecido en el CCT”.
Otra resolución impugnada es la 536/08, de julio de 2008, en la cual el IFAI ordena difundir los montos entregados al sindicato desde 1992 a 2007, incluyendo los apoyos al CEN, y un desglose de lo que se entrega por mes a las secciones y delegaciones del STPRM. Hay que destacar que por ley todos los recursos del erario que las dependencias federales entregan a los sindicatos tienen carácter público.

lunes, diciembre 01, 2008

La reprivatización petrolera


La contrarreforma energética aprobada por la mayoría del Congreso (Partido Revolucionario Institucional, PRI; Partido Acción Nacional, PAN, y los partidos parasitarios, entre ellos los legisladores del Partido de la Revolución Democrática, PRD) no hizo más que formalizar, por encima del estado de derecho, lo que ya hicieron anticonstitucionalmente, por la vía de los hechos, los gobiernos neoliberales, desde Miguel de la Madrid hasta Felipe Calderón: entregar la industria petrolera y la energética a la voracidad empresarial, sobre todo trasnacional.
Es natural que los artífices del atentado en contra de la nación prefieran que la discreta complicidad de Felipe Calderón ocultara sus tropelías; pero al momento de escribir estas líneas, Calderón había dejado transcurrir los 10 días fijados constitucionalmente para publicarlos en el Diario Oficial de la Federación: acaso por un olvido involuntario, debido al deceso de Mouriño y los esfuerzos realizados oficialmente por tratar de demostrar que su muerte se debió a un accidente y no a otras razones; quizá porque el retraso significa una especie de veto de la contrarreforma que, para desconcierto de sus forjadores, había festejado públicamente; o porque posiblemente enmendará el entuerto cuando se le pegue la gana, pues una cosa es clara: a las elites no les importa el estado de derecho, más allá de su orgásmico encanto por pisotearlo.
Pero la frescura de una de las empleadas de Felipe Calderón y de las empresas petroleras, Georgina Kessel, de Energía, es capaz de irritar a cualquiera, en especial a los “patriotas” que han hecho lo indecible para pasar a la historia envueltos en la bandera nacional y no como un hatajo de congresistas émulos de Santa Anna (lugar en que, accidental o deliberadamente, según se quiera ver, los colocó la referida señora). Según ella, el sistema de contratación, derivado de la reforma aprobada, permitirá ampliar la capacidad de operación de Petróleos Mexicanos (Pemex) a través de la negociación de servicios, lo que posibilitará ordenar una práctica “que ya se realiza hoy: alrededor del 70 por ciento de las actividades de Pemex en exploración y producción lo realizan otras empresas, pero con un esquema extremadamente rígido que no permite, como sí lo hace la reforma, obtener bienes y servicios para Pemex”. Además, añadió Kessel, los contratos que se firmarán con las compañías privadas incluirán la posibilidad de “hacer un pago adicional” en efectivo –acorde con los estándares internacionales– al contratista, según “el éxito del proyecto”.
Para colmo, se le ocurrió agregar que el paquete de leyes aprobado por los congresistas tiene los mismos objetivos que la iniciativa presentada por el Ejecutivo federal; es decir, los legisladores hicieron lo que han negado:
1) votaron la propuesta reprivatizadora de Calderón, matizada por Manlio Fabio Beltrones y sus cómplices;
2) dieron barniz de legalidad a la ilegalidad;
3) si los neoliberales ya habían entregado inconstitucionalmente el 70 por ciento de las actividades de monopolio público a los oligopolios privados, los congresistas les entregaron el resto y, en el futuro, si se cumple el propósito, la propiedad de toda la industria. Por ello, Manlio Fabio Beltrones, Graco Ramírez y Pablo Gómez, molestos, calificaron de desafortunadas las declaraciones de la funcionaria, señalaron que falta a la verdad. Según Gómez, el pago extra de cantidades no determinadas a contratistas “no sólo no quedó, sino que expresamente no está permitido”. Ramírez agregó que “quedó clarísimo en la legislación que no hay manera de que otorguen contratos incentivados”, y cantinflescamente añadió que, “en realidad, es el 80 por ciento de la paraestatal la que está en manos de empresas extranjeras, fundamentalmente de las trasnacionales Halliburton y Schulemberger”, cuyos contratos y utilidades son superiores a las obtenidas en Irak” (La Jornada, 11 y 12 de noviembre de 2008). O sea que, en lugar de imponer las leyes, sólo ayudaron a entregar las sobras y legitimar la mayor parte de las tropelías.
¿Realmente las declaraciones de Kessel están en “su imaginario, pero de ninguna manera en la Constitución”, como dijo Beltrones? ¿Qué fue entonces lo que aprobaron los legisladores? La revisión de lo que ahora es ley le da la razón a la señora.
El artículo 5 de la nueva ley de Pemex dice: la empresa “y sus organismos subsidiarios –creados por el Ejecutivo, según el sexto– (…) podrán celebrar con personas físicas y morales toda clase de actos, convenios, contratos y suscribir títulos de crédito”. Ellos podrán “formular querellas en caso de delitos u otorgar perdón, para ejercitar y desistirse de acciones judiciales” (es decir, en todas las actividades de Pemex, una vez descuartizado). Desde la exploración hasta lo que se les ocurra a los directivos y, además, serán una especie de ministerio público. Se dijo que se rechazó someter los convenios a los tribunales internacionales, y el mismo artículo dice: “Los contratos podrán incluir acuerdos arbitrales conforme a las leyes mexicanas y los tratados internacionales de los que México sea parte”. El 72 dice: “Tratándose de actos jurídicos de carácter internacional, (Pemex) y sus órganos subsidiarios podrán convenir la aplicación del derecho extranjero, la jurisdicción de tribunales extranjeros en asuntos mercantiles y celebrar acuerdos arbitrales cuando así convenga al mejor cumplimiento de su objeto”. Por principio serán en los de Estados Unidos, por el tratado de libre comercio, y en la Unión Europea, porque somos “socios”.
La ley sobre fuentes alternas, en la parte relativa al Consejo Nacional de Energía, establece que se podrán “otorgar (…) permisos y autorizaciones en materia energética (…) incluyendo las asignaciones para la exploración y explotación de hidrocarburos”. Se añade que se levantará “un catastro petrolero para proponer al tribunal del Ejecutivo federal el establecimiento de zonas de reservas petroleras; así como para regular la asignación de áreas para la exploración y explotación petrolera”.
¿Acaso no son los dichosos “bloques”, terrestres o marinos, aunque se diga que son contratos de obras y servicios en zonas determinadas, sin el derecho a la propiedad? Si es un área de explotación, ¿por cuánto tiempo? Nada se dice al respecto.
Para justificar la medida se dice que Cuba o Venezuela han aceptado esas formas de operar. Pero una cosa es México y otra esos países, Bolivia o Ecuador, cuyos gobiernos recuperaron su petróleo que en el bananero México se reprivatiza. Rafael Correa, ante las tropelías de Repsol, dijo: “Que entiendan las trasnacionales: la banana república se acabó, las condiciones las pone el país”.
Antes de la contrarreforma ya operaban al menos siete contratos ilegales para la exploración y explotación de gas natural en la cuenca de Burgos, en igual número de bloques (en los estados de Tamaulipas, Nuevos León y Coahuila, con Petrobras, Teikoku Oil, D&S Petroleum, Diavas, Tecpetrol, Industrial Perforadora de Campeche y Lewis Energy, entre otras). Repsol regentea el gas de las Islas Colorado (contrato por 15 mil millones de dólares). Halliburton tiene un contrato por tres años (683 millones de dólares) para perforar y finalizar 58 pozos en tierra en el sur de México, en un solo bloque exclusivo. Esa empresa –donde el genocida Cheney, vicepresidente de Estados Unidos, tiene intereses– es experta en obtener contratos sin licitación y sin que sus fraudes sean sancionados. ¿Cómo, en México? Como se ve, a los depredadores poco les interesa que no les hayan entregado la propiedad. Oficialmente se dice que son contratos de servicios múltiples. Bartlett refuta y dice que son los inconstitucionales contratos de riesgos operados en exclusividad; nadie puede participar en ellos, ni siquiera Pemex, que antes trabajaba exitosamente en Burgos de donde fue expulsada.
¿Por qué los congresistas sancionaron penalmente a quienes violaron previamente la Carta Magna? Las nuevas leyes son para blanquear las anomalías y ampliarlas por arriba de la Constitución, a costa de ampliar el desplazamiento de Pemex hasta convertirlo en un cascarón inútil para después reprivatizarlo o reprivatizar la industria.
¿Quién nombrará a los próximos y probos funcionarios de Pemex? Felipe Calderón designará al director general (Ley de Pemex, artículo 7). El 8 dice que “el Consejo de Administración de Pemex se compondrá de 15 miembros propietarios”. En el párrafo primero se especifica que serán seis representantes de Estado designados por el Ejecutivo federal; el párrafo segundo, cinco representantes del sindicato petrolero; el párrafo tercero, cuatro consejeros designados por el Ejecutivo federal. Todos avalados por el Senado. Es decir, el primer violador de la Constitución nombrará a sus peones, respaldados por quienes actúan de la misma manera. El resto de los nuevos funcionarios serán elegidos por los mismos e impolutos personajes. ¿Quién tendrá la confianza en la rectitud de los directivos si sus promotores y calificadores han violentado el orden constitucional y cuando no existen mecanismos efectivos de supervisión, rendición de cuentas y sanción para unos y otros, como ejemplifica la corrupción de Labastida-sindicato-directivos de Pemex y demás? Con ello se garantizará la fidelidad y la complicidad de cuanta tropelía siga ocurriendo, sin injerencia del poder judicial, porque ellos se encargarán de “formular querellas en caso de delitos u otorgar perdón para ejercitar y desistirse de acciones judiciales”. Felipe Calderón y Manlio Fabio Beltrones son leales con los Mouriño, con los presuntos delincuentes confesos y no confesos. Como la mafia, todos se cubrirán las espaldas hasta nuevo aviso.
En las atribuciones del Consejo de Administración de Pemex, artículo 19, párrafo XI, se lee: “Aprobar, a solicitud del director general, la constitución de empresas filiales bajo control de Pemex u de organismos subsidiarios (…) sin sujetarse (…) al procedimiento de creación y extinción de las mismas, prevista en la ley y reglamento de las entidades paraestatales”. En el párrafo XII: “Autorizará, a solicitud del director general, la liquidación, fusión o escisión de las sociedades que se ubiquen en los supuestos para ser consideradas como paraestatales”. XVI: “El Consejo podrá aprobar el desmantelamiento o la enajenación de las instalaciones industriales de Pemex y sus organismo subsidiarios, cuando ya no sean útiles para el cumplimiento de su objeto”. ¿Bajo qué criterios? Nunca se dice, pero se hará al margen de la Constitución, pues el Congreso les dio patente de corso a los Reyes Heroles. Le dio derecho al Ejecutivo de preparar la reprivatización, la destrucción de Pemex, retorciendo las leyes. En un estado de derecho y democrático, todos serían destituidos, sometidos a juicio y encarcelados. Pero están en México.
El artículo 26, párrafo II, del comité de adquisiciones, arrendamiento y obras públicas dice que éste podrá “dictaminar sobre la procedencia de no celebrar licitaciones públicas”, bajo ciertas reglas, y que “la contratación puede ser por invitación restringida o de adjudicación directa”. ¿Acaso esa licencia no ha sido utilizada para el favoritismo, el tráfico de influencias, la corrupción? Respecto de los comités como el de auditoría y evaluación de desempeño y el de transparencia y rendición de cuentas, ¿por quién se imaginan que serán nombrados sus miembros? “El consejo de administración, entre los representantes del Estado” y “el presidente propondrán las designaciones” (artículo 29). ¿Con los propios empleados del Ejecutivo supusieron los congresistas que se garantizarán auditorías fiables, transparencia? ¿Ingenuidad, dolo, al entregar el “cheque en blanco”? En las atribuciones del director general (artículo 31, párrafo XII) se lee que una de ellas es “difundir la información relevante y eventos que deben ser públicos”. ¿Cuáles serán y cuáles no, bajo qué criterios? ¿Habrá información de una entidad pública que el director decida que no debe conocerse, como si fuera secreto de estado? ¿Ésa es la “legalidad”?
El artículo 44 refrenda los calderonistas “bonos ciudadanos”, la supuesta y generosa redistribución entre personas físicas y morales mexicanas de la renta petrolera, a través de las sociedades de inversión, fondos de pensión y otros intermediarios financieros, quienes “serán responsables de evitar el acaparamiento” de los papeles. Los recursos que obtenga Pemex serán utilizados productivamente. Su monto equivaldrá al 3 por ciento de la deuda (total de Pemex) reportado en sus últimos estados financieros consolidados” (artículo 9 transitorio, c). Un representante del Consejo de la empresa protegerá los derechos de los compradores de títulos (artículo 48). Será juez y parte. ¿Aunque la compra está limitada hasta el 0.1 por ciento de cada emisión, un conglomerado podrá comprar los que quiera por medio de sus empresas? ¿Cómo se determinará el rendimiento? ¿Se podrán vender otra vez en el mercado? Eso lo decidirá Hacienda. ¿Es necesaria la emisión de los bonos? No.
Lo que es claro es que la mayoría de las poco más de 45 millones de personas que forman la población económicamente activa (PEA) no podrá disfrutar de la “bondad” de Calderón, Beltrones y los congresistas, debido a sus ingresos, su nula o escasa capacidad de ahorro y su precariedad laboral. Al menos no 9 millones (20 por ciento de la PEA), por una sencilla razón: porque están desempleados, son subempleados o no reciben ingresos, pese a trabajar. Tampoco la mayoría de los trabajadores “informales” por sus bajos ingresos: 12 millones (26 por ciento de la PEA); 21 millones de personas, el 45 por ciento de la PEA, no podrá comprar los bonos. Si se considera sólo a los asalariados, casi 29 millones, 23 millones, el 81 por ciento, tampoco, porque ganan hasta cinco veces el salario mínimo y apenas si les alcanza para subsistir. Quizá puedan comprarlos cerca de 3.5 millones, el 12.5 por ciento que perciben más de dicho monto. Con certeza, sí podrá hacerlo el 20 por ciento-30 por ciento de los hogares que concentran el 53 por ciento-65 por ciento del ingreso corriente monetario, nuestra burguesía y parte de los sectores medios beneficiados del neoliberalismo. También existen otras certidumbres: los primeros que ganarán son los grupos financieros con las comisiones por su intermediación. Junto a ellos, los empresarios y los funcionarios públicos, sobre todo los de Pemex, porque tendrán el dinero y la información privilegiada. Aunque los tenedores tendrán toda la “información oportuna”, nada evitará eventuales pérdidas (las llamadas “minusvalías”) si los rendimientos son variables, como sucede actualmente con los fondos de inversión y de jubilación. Los únicos que ganarán, porque tienen la manera de hacerlo, son los especuladores, físicos y morales. Los bonos sólo servirán para alimentar la insaciable voracidad de los especuladores que medran con los títulos financieros y hunden sistemáticamente al país y otras naciones en el desastre. Ésa será una forma de “repartir” la renta petrolera.
Otra es con los contratos prohibidos por la Constitución. El apartado sobre el presupuesto (artículo 49) dice que Pemex podrá ajustar su presupuesto sin demandar la autorización de hacienda, salvo en el “caso de proyectos de gran magnitud y alta prioridad”, que serán dictaminados por un tercero. Esto porque –agrego yo– se deposita la confianza en la honorabilidad de sus funcionarios para determinar los cambios. En el esfuerzo de ser expeditos, Pemex es liberado de los incómodos ojos supervisores. El 50, reza que Pemex “tomará las medidas necesarias para incrementar la participación de proveedores y contratistas nacionales en las obras, bienes y servicios”. Se preludia el auge del contratismo, con todo y sus tropelías.
Desde luego, todo se hará con “eficiencia, transparencia y honradez” (artículo 53, sobre adquisiciones, arrendamiento y obras públicas). Incluso cuando se decida que esos contratos se lleven “a cabo (…) por licitaciones públicas o invitación restringida o adjudicación directa” (párrafos I, II y XII), claro, previamente justificadas. Las reglas podrán cambiarse cuando consideren conveniente los términos de los contratos (XIV), sin definirse qué significa lo anterior. El 55 y el 7 transitorio añaden que en las licitaciones del ramo petrolero”, es decir toda la industria, los participantes podrán ser nacionales e internacionales. Si son abiertas se limitará a aquellos donde haya “reciprocidad” (en Estados Unidos, por ejemplo, agrego yo). Las empresas también podrán realizar subcontrataciones (55. III, d), con asignaciones abiertas o restringidas, para que no haya discriminaciones (57 y 58). Según los asesores del FAP, se evitaron los contratos de riesgo o los incentivados. Pero el artículo 60 habla de “contratos especiales”, con “cláusulas donde se permita a las partes realizar modificaciones a los proyectos”, pontificados por la comisión nacional de hidrocarburos, que deberá “observar, en todo momento, la legislación relativa a la confidencialidad y reserva de la información”. ¿Ésa es la “transparencia? El 61 habla de “compensaciones adicionales”, establecidas expresamente en los contratos “por economías en su ejecución; por nuevas tecnologías, u otras circunstancias que redunden en mayor utilidad” para Pemex. ¿Eso no se llama contratos incentivados?
Es “obvio” que los contratos que repartirán la renta petrolera brillarán por su pulcritud. ¿Quién puede dudarlo? Resplandecerán como los de los contratos de los Mouriño. Como las obras realizadas en la refinería de Cadereyta, trabajadas por Sunkion, coreana; Siemens, de Alemania, e ICA, de México, entregada tarde y con serios defectos; o la de Minatitlán, laborada por la española Dragos, en condiciones similares; o en Burgos, por la española Repsol; o en Chicontepec, donde trabajaron Schlumberger y Halliburton, con desastrosos resultados; o con PricewaterhouseCoopers, contratada por César Nava en 2002 para elaborar el modelo de contratos de servicios múltiples, empresa que, a su vez, subcontrató a Macleod Dixon LLP para hacer la tarea. O el arrendamiento de un buque, cuyo costo original, en 2004, sería por 207 millones de dólares y que al final salió en 750 millones, más 377 millones para operación y mantenimiento (total 1 mil 135 millones). Era un buque tan viejo (tenía 25 años de construido) que no cumplía con la norma internacional y que uno similar está valuado en 230 millones. (Octavio Romero Oropeza, foro Transparencia, Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción en Petróleos Mexicanos, (http://www.prd.senado.gob.mx/cs/informacion.php?id_sistema_informacion=2121)
¿Hasta allí se limitan las vilezas de los congresistas que votaron las contrarreformas? No, su traición al país fue completa.
Martín Esparza, del Sindicato Mexicano de Electricistas, acusa que en los últimos meses se entregaron 617 contratos a empresas nacionales y extranjeras para generar su propia electricidad; en “un claro proceso de privatización paralelo”, que está desplazando al público, castigado presupuestalmente y por la sangría de los Pidiregas. Es su lenta destrucción. En la nueva ley sobre el aprovechamiento sustentable de energía dice que “se fomentará la generación de energía con las figuras de autoabastecimiento y cogeneración, fortaleciendo los derechos de los sectores social y privado”. En la de aprovechamiento de las energías renovables” se lee: “Promover la participación del sector privado en la aplicación de los programas en materia de aprovechamiento sustentable de energía”. Los contratos serán de largo plazo. Las concesiones serán en todo el sector energético.
¿Acaso la contrarreforma no justifica y legitima la movilización de López Obrador y sus seguidores, aún con sus contradicciones y limitaciones? Con justicia, dada la actuación del sistema, es válido llevar cualquier movilización hasta sus últimas consecuencias, ante un sistema autoritario como el mexicano.
Herodoto escribió en Los nueve libros de la historia: “Bajo el despotismo los atenienses eran cobardes. Pero cuando los atenienses eliminaron a los déspotas e instauraron la igualdad fueron los primeros de todos y en todos los aspectos”.