Juan Luis Conde
Rebelión
En entrevista publicada por el serio, sesuso y siempre bien informado diario El País, el flamante presidente de la OCDE, el mexicano Ángel Gurría Treviño, (que, en la misma entrevista, presume de conocer los intereses de los trabajadores mejor que nadie) advierte seriamente contra la “protección excesiva” (sic) de los trabajadores que, oh, dios mío, atenta contra los objetivos fundamentales de la economía. ¿Adivináis cuáles son? Naturalmente: ¡crear empleo!
Bueno, eso ya no lo voy a comentar: hasta aquí, lo mismito que el jefe del Banco de España, que también conoce los intereses de los trabajadores mejor que nadie. Pero lo que por ningún lado cuenta El País y seguro que os interesa saber es lo siguiente: este hombre tan trabajador, que posee un impresionante currículum como vocero del neoliberalismo, fue director general de Nafinsa, la versión mexicana del ICO, entre 1990 y 1994. Unos años más tarde de su gestión, en 1999, la Cámara de Diputados mexicana formó una comisión investigadora para tratar de entender por qué aquel banco para financiar pymes había perdido cantidades ingentes de dinero público. Uno de los expedientes investigados fue, vaya, el de Ángel Gurría. De acuerdo con las conclusiones de la comisión, Gurría obtuvo ilegalmente una pensión vitalicia de 43.000 pesos mensuales por… jubilación. Eso sucedió con fecha de 16 de abril de 1994, cuando tenía 43 años y 11 meses de edad. Esas pelillas garantizadas de por vida a tan tierna edad no debieron de parecerle “protección excesiva” a este Angelito. Claro que el dirá que él no tiene problemas para que le “creen” empleo.
http://juanluisconde.blogspot.com/2009/05/y-quien-guarda-al-angel-de-la-guarda.html
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jueves, mayo 28, 2009
martes, mayo 26, 2009
El desastre económico de México

MÉXICO, D,F., 25 de mayo (apro).- Ni los más burdos montajes del gobierno de Felipe Calderón, como la manipulación de las instituciones para desprestigiar a los adversarios y encubrir a los cómplices del narcotráfico --como el gobernador panista Marco Antonio Adame--, pueden ya ocultar lo obvio: La magnitud del desastre económico que México padece y que, lenta pero sostenidamente, carcome al patrimonio de lo que queda de la clase media y arroja a la miseria a millones de compatriotas.
Ante la contundencia de las cifras, las oficiales, lo único que le queda a Calderón y a los ineptos que encabeza es el ocultamiento y el maquillaje de la televisión --a cambio, claro, de canalizarle multimillonarios contratos de recursos públicos--, porque ni sus habituales amanuenses pueden ya ocultar la magnitud de la crisis, que no sólo viene de fuera --como han querido hacerlo creer--, sino que se explica también por las complicidades de la alta burocracia.
La incompetencia de la facción que encabeza Calderón no ha sido repentina: No hay que olvidar que, apenas asaltó la Presidencia de la República --mediante la adulteración de la voluntad popular que sólo los ciegos y los cómplices soslayan, aunque los priistas comienzan a contar retazos de esa historia--, se disparó el precio de la tortilla hasta en 50% y a partir de entonces han venido subiendo de manera permanente productos de primera necesidad, incluidas las gasolinas y el diesel. El ataque al poder de compra de los mexicanos ha sido incesante. El mito de la estabilidad económica del PAN --como lo fue el mito de la estabilidad política priista-- se ha ido al barranco.
Por ello, Calderón y sus patrocinadores evitan, a toda costa, que la desastrosa situación económica del país se incorpore a la agenda de discusión en esta campaña electoral. Como se hizo con la manipulación de la influenza, el miedo sigue siendo el recurso propagandístico y ha sido retomado como parte de la "guerra" simulada contra el narcotráfico.
El gobierno y su partido, el PAN, han recurrido a cualquier cosa, menos que se sepa y se discuta la gravedad de la crisis actual que, según las propias cifras oficiales, es de la dimensión del colapso económico derivado del "error de diciembre" de 1994, que dio lugar al rescate bancario que, gracias a un pacto entre Ernesto Zedillo y el propio Calderón, ha costado al país más de 800 mil millones de pesos sólo en intereses de la deuda que permanece en una cifra semejante.
El propio José Angel Gurría, exsecretario de Hacienda y secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo dice con claridad: "En 2009 hemos perdido lo que habíamos ganado en muchos años, así que esto no es un ciclo, esto es un desastre. Ésta no es una evolución, esto es una demolición."
Las cifras difundidas el miércoles 20 de mayo por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) son rotundas: La economía nacional, medida a través del Producto Interno Bruto (PIB), registró en el primer trimestre del año una caída de -8.2% respecto de igual periodo de 2008, la más pronunciada de los últimos 14 años.
El desplome sólo es superado por la caída de -9.2% que se registró en el segundo trimestre de 1995, cuando la economía se convulsionaba por la devaluación de ese año. El dato definitivo sobre la magnitud de la contracción del PIB llevó al propio secretario de Hacienda, Agustín Carstens, a corregir su anterior estimación para el desempeño económico de este año. Unos días antes, señalaba que en 2009 la economía caería -4.1%, ya incluido el efecto de la contingencia sanitaria por la epidemia de influenza. Pero ahora su estimación es que la caída podría ser de hasta -5.5%.
La nueva estimación es, inclusive, más pesimista que la del Banco de México, que en su más reciente pronóstico estimó hasta en -4.8% la caída del PIB.
Lo que tanto quería ocultar, la recesión, está ya más que evidente: pues a la caída de -1.6% del último trimestre de 2008 se suma la de -8.2% del primer trimestre de este año, con lo cual tras dos trimestres de decrecimiento consecutivo se confirma la fase recesiva de la economía. Según el INEGI, la fuerte caída del PIB en el trimestre se debió al pésimo comportamiento de las actividades secundarias y las terciarias. Las primeras, que conforman la actividad industrial, se contrajeron -9.9%, mientras que las segundas, es decir el comercio y los servicios, lo hicieron -7.8%.
Al interior de las actividades industriales, las industrias manufactureras se contrajeron -13.8%; la construcción, -7.7%; la electricidad, agua y suministro de gas, -3%, y la minería, -1.1%.
Dentro de las actividades terciarias, el comercio sufrió un desplome de -17.2%, producto de las menores ventas internas y externas; los servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles cayeron -10.6%; los servicios de transporte, -10.3%; los servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas, -7.8%; los servicios financieros, -4.3%; y los servicios profesionales, científicos y técnicos, -3.4%.
Dentro de los grandes agregados del PIB, sólo las actividades agropecuarias registraron un aumento, que fue de 1.4%, debido a un mejor desempeño de la agricultura y la ganadería.Así, según el INEGI, en el primer trimestre del año, el PIB per cápita se colocó en 7 mil 255 dólares, un desplome de 28% respecto a los 10 mil 79 dólares del año previo, caída no observada desde 1995.Con tales números, ni los más tenaces defensores de Calderón pueden emitir una opinión juiciosa, menos aún en materia de empleo: En los más recientes tres meses, más de 500 mil mexicanos se han quedado sin trabajo.
La tasa de desempleo alcanzó, en los primeros tres meses del año, a 5.1% de la Población Económicamente Activa (PEA), equivalente a más de un millón y medio de personas, superando el registró del año pasado, de 3.9% en el mismo periodo.
Eso es lo que Calderón y el PAN, con la ayuda de sus amigos perredistas que encabeza Jesús Ortega, no quieren que se sepa ni se discuta.
Apuntes
No sorprende la conducta ilegal, mentirosa y cínica de Demetrio Sodi, candidato del PAN a delegado de Miguel Hidalgo, en la capital del país. Miente en todo. Miente hasta en el equipo que es su favorito: En vísperas del inicio de las campañas, apareció en casi todo el programa "Sólo futbol", que se transmite en el canal 4 del Distrito Federal, dijo que le va a las Chivas y en la entrevista de un minuto y 19 segundos que un locutor de Televisa le hizo, en medio del partido Pumas-Puebla, aseguró que es el representativo de la UNAM. Lo de menos es el estigma de chaquetero que tiene Sodi. Lo verdaderamente relevante es la conducta ilegal de él, del PAN y de Televisa, que obviamente obtuvo pago –de muchos millones, en dinero o en concesiones-- para promoverlo. Mintió, también, en su campaña a jefe de gobierno, en 2006, cuando rebasó con mucho el gasto autorizado, particularmente en sus spots en Televisa. Apenas al inicio de esta campaña dijo que le habían sido robados votos y también mintió, porque jamás los defendió, salvo que sea un cobarde. Por ello, como clama Televisa en sus hipócritas campañas, al que roba hay que llamarlo ladrón y al que transa, como Sodi, corrupto… Jesusa Cervantes, compañera periodista de la revista Proceso, ha dado forma a un libro, Los hijos de Marta, que tiene que ver con el comportamiento delincuencial de miembros y allegados del PAN. Este trabajo, de rigurosa factura periodística, como el de Daniel Lizárraga, La corrupción azul, también compañero de la revista, deben ser leídos…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
sábado, mayo 23, 2009
La confesión de Gurría
Editorial
En el contexto de su intervención en un encuentro sobre economía realizado en Madrid, José Ángel Gurría, actual secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) durante el sexenio de Ernesto Zedillo, calificó de desastre la crisis económica que enfrenta nuestro país, se refirió como golpe brutal a la superposición entre ésta y la emergencia sanitaria que se vivió en territorio nacional en días pasados, y aseguró que, según sus cálculos, los ahorros de los ciudadanos mexicanos han perdido la mitad de su valor en los últimos 18 meses. Adicionalmente, el ex funcionario zedillista atribuyó el actual desastre económico mundial a una masiva falla de regulación y supervisión, y añadió que en México, como en muchos otros países en desarrollo, está teniendo (lugar) una recesión que causaron otros, no obstante lo cual, dijo, deberá salir adelante por su propio pie porque el apoyo que va a recibir de otros no será en la misma proporción del daño que importaron.
Las palabras de Gurría, más que una crítica a la falta de responsabilidad y al fundamentalismo de libre mercado con que operaron los responsables de regular el sistema financiero internacional –lo que terminó por configurar la crisis que se vive–, encierran una confesión de culpa –voluntaria o no– respecto de su propio desempeño como encargado del manejo económico del país. Efectivamente, la magnitud del desastre al que se refiere el funcionario de la OCDE se explica, en buena medida, como consecuencia de la aplicación en México de directrices que han llevado al Estado a la languidez y que para la mayoría de la población no han significado otra cosa que desempleo, pérdida de prestaciones, servicios y derechos, carencia de vivienda y, en general, deterioro pronunciado de su calidad de vida, amén de que han implicado la profundización de una vasta dependencia con respecto a Estados Unidos.
Tales consideraciones escaparon, al parecer, de las declaraciones del ex funcionario federal, quien alguna vez alardeó que la tecnocracia neoliberal gobernaría en México durante cuatro sexenios, cuando menos, y quien, durante los dos años que estuvo al frente de la SHCP, se contentó con difundir indicadores que bien podían ilustrar la estabilidad macroeconómica del país, pero que guardaban muy poca relación con las acuciantes realidades sociales y humanas que recorren el territorio nacional.
Por lo demás, es cierto que México no causó la recesión económica que hoy sufre, pero también es verdad que sus recientes gobernantes –incluido el actual– han exhibido una inaceptable falta de capacidad o de voluntad para atender los signos de alarma que se manifestaban desde mucho tiempo atrás; han demostrado imprevisión e insensibilidad para aprovechar los periodos de relativa bonanza para emprender una redistribución de la riqueza, y han defendido hasta el cinismo un modelo económico socialmente devastador que preconiza, en tiempos de crisis como el actual, el rescate de los grandes capitales, no de la gente.
Cabe recordar que el propio Gurría participó, junto con Zedillo y Guillermo Ortiz, en la configuración del episodio conocido como Fobaproa-IPAB, que consistió en convertir una astronómica deuda privada en pública y en consumar, con ello, uno de los peores quebrantos de las finanzas públicas en la historia del país, avalado por los legisladores priístas en connivencia con los panistas.
En suma, es inevitable percibir en las declaraciones de Gurría una confesión de la incompetencia de un grupo de políticos que a lo largo de las últimas cinco administraciones –es decir, una más de las que profetizaba el ex titular de Hacienda– han gobernado al país con arrogancia neoliberal, determinación de servir al capital antes que a la población, y con una indolencia insolente hacia las necesidades de las mayorías.
En el contexto de su intervención en un encuentro sobre economía realizado en Madrid, José Ángel Gurría, actual secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) durante el sexenio de Ernesto Zedillo, calificó de desastre la crisis económica que enfrenta nuestro país, se refirió como golpe brutal a la superposición entre ésta y la emergencia sanitaria que se vivió en territorio nacional en días pasados, y aseguró que, según sus cálculos, los ahorros de los ciudadanos mexicanos han perdido la mitad de su valor en los últimos 18 meses. Adicionalmente, el ex funcionario zedillista atribuyó el actual desastre económico mundial a una masiva falla de regulación y supervisión, y añadió que en México, como en muchos otros países en desarrollo, está teniendo (lugar) una recesión que causaron otros, no obstante lo cual, dijo, deberá salir adelante por su propio pie porque el apoyo que va a recibir de otros no será en la misma proporción del daño que importaron.
Las palabras de Gurría, más que una crítica a la falta de responsabilidad y al fundamentalismo de libre mercado con que operaron los responsables de regular el sistema financiero internacional –lo que terminó por configurar la crisis que se vive–, encierran una confesión de culpa –voluntaria o no– respecto de su propio desempeño como encargado del manejo económico del país. Efectivamente, la magnitud del desastre al que se refiere el funcionario de la OCDE se explica, en buena medida, como consecuencia de la aplicación en México de directrices que han llevado al Estado a la languidez y que para la mayoría de la población no han significado otra cosa que desempleo, pérdida de prestaciones, servicios y derechos, carencia de vivienda y, en general, deterioro pronunciado de su calidad de vida, amén de que han implicado la profundización de una vasta dependencia con respecto a Estados Unidos.
Tales consideraciones escaparon, al parecer, de las declaraciones del ex funcionario federal, quien alguna vez alardeó que la tecnocracia neoliberal gobernaría en México durante cuatro sexenios, cuando menos, y quien, durante los dos años que estuvo al frente de la SHCP, se contentó con difundir indicadores que bien podían ilustrar la estabilidad macroeconómica del país, pero que guardaban muy poca relación con las acuciantes realidades sociales y humanas que recorren el territorio nacional.
Por lo demás, es cierto que México no causó la recesión económica que hoy sufre, pero también es verdad que sus recientes gobernantes –incluido el actual– han exhibido una inaceptable falta de capacidad o de voluntad para atender los signos de alarma que se manifestaban desde mucho tiempo atrás; han demostrado imprevisión e insensibilidad para aprovechar los periodos de relativa bonanza para emprender una redistribución de la riqueza, y han defendido hasta el cinismo un modelo económico socialmente devastador que preconiza, en tiempos de crisis como el actual, el rescate de los grandes capitales, no de la gente.
Cabe recordar que el propio Gurría participó, junto con Zedillo y Guillermo Ortiz, en la configuración del episodio conocido como Fobaproa-IPAB, que consistió en convertir una astronómica deuda privada en pública y en consumar, con ello, uno de los peores quebrantos de las finanzas públicas en la historia del país, avalado por los legisladores priístas en connivencia con los panistas.
En suma, es inevitable percibir en las declaraciones de Gurría una confesión de la incompetencia de un grupo de políticos que a lo largo de las últimas cinco administraciones –es decir, una más de las que profetizaba el ex titular de Hacienda– han gobernado al país con arrogancia neoliberal, determinación de servir al capital antes que a la población, y con una indolencia insolente hacia las necesidades de las mayorías.
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