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jueves, julio 15, 2010

Polémica por depliegue militar estadounidense en Costa Rica


El profesor universitario Arnoldo Mora, considera que no es necesaria el despliegue militar en Costa Rica por parte de los Estados Unidos para combatir el narcotráfico. El académico, considera que la estrategia de Estados Unidos es la de militarizar toda la cuenca del caribe ya que para ellos es estratégica. teleSUR

martes, marzo 09, 2010

El rugido de la cuarta flota

Barómetro Internacional

Bruno Peron Loureiro

Ningún país, por más cerrado que sea, es capaz dentro de la sensatez de ignorar la inserción internacional y los procesos globales de articulación de los pueblos y de las economías. La China y el Japón –respetando los matices- ejemplifican sistemas que se abrieron al mundo y se volvieron países poderosos. Los excesos de inspiración telúrica, sin embargo, inducen a la deformación de la armonía internacional en provecho de unos pocos países que no esconden la ganancia ni la voluptuosidad de tomar todo para sí.

La Pangérica (EE.UU.) dispone de más de ochocientas bases militares en todo el mundo y demuestra que es capaz de mentir e invadir para extender su dominio. El caso más reciente es la incriminación de Irán, por su mera intención de defenderse. Pangérica, Francia e Israel, todos países poseedores de armas nucleares, han creado la imagen de que Irán va a enriquecer uranio al tanto por ciento con objetivos bélicos.

La manipulación ha tomado tales proporciones que, de la mano de la ignorancia, se ha pasado a medir el nivel de amenaza de Irán en función del porcentaje de enriquecimiento del uranio. Vi en un reportaje que el nivel de alerta aumentó porque Irán decidió enriquecer uranio al 80 % en vez de al 20%.

Dejando la cuestión iraní para otra ocasión, una de las polémicas más recientes parte de la reactivación de la Cuarta Flota de la Marina de Guerra de Pangérica en julio de 2008. Es un complejo de armamentos avanzados y navíos, capaces de servir de base para el lanzamiento de armas nucleares que fue creado en 1943, en el auge de la Segunda Guerra Mundial y operó en las aguas del Atlántico a lo largo de América Latina y el Caribe hasta 1950. La Pangérica come del fruto prohibido, aunque permanece en el paraíso.

Mientras el militarismo es el recurso de la Pangérica para ejercer el dominio mundial, los grandes cacaos de las grandes agencias de noticias condenan la tentativa de Irán de defenderse, en la misma medida en que prepararon el terreno para el derrocamiento de Saddam Hussein, ex presidente de Irak. El ejercicio de reconocer la absoluta falta de objetividad de la gran prensa es simple.

La Pangérica, con Washington como sede mundial, divide al mundo en grandes regiones con el objetivo de vigilarlo y controlarlo.

Para quien dudara de la existencia de un gobierno global, ya fue creada la policía telúrica para la fiscalización de armas de destrucción masiva en Irak e Irán, y llevaron a cabo la invasión de Afganistán, con el pretexto del combate al terrorismo, el apoyo al derrocamiento del gobierno legítimo de Manuel Zelaya en Honduras y el envío de tropas a Haití, que lo que necesita es auxilio médico. Los métodos de abordaje son variados, “ayuda humanitaria”, entrenamiento de oficiales nativos y elaboración de operaciones de contra-insurgencia. El gobierno colombiano recibe apoyo estadounidense en el “combate al narcotráfico”.

La Cuarta Flota reivindica que salga urgentemente un vencedor en el enfrentamiento entre el “bolivarianismo” y el “panamericanismo”. Ideales surgidos de nuestra naturaleza chocan con la llama del vecino del Norte que cambió el garrote por el poder de la palabra, y cuando es necesario por el de las armas.

Los gobiernos progresistas y de orientación más autónoma en América Latina resisten a la Panagérica. La región al Sur del Río Grande vuelve a recomponer la mesa de debates de la política exterior del Norte debido al ascenso de una visión más independiente.

La reactivación de la Cuarta Flota, que ya estuvo en ejercicio en un momento de tensión mundial y resistencia al comunismo, comprueba que la Panagérica está dispuesta a sustentar otra lucha y movilizar su industria bélica. Hay voces que afirman que el descubrimiento de petróleo en la camada pre-sal del Brasil estimula el apetito de la Cuarta Flota.

Aunque se concentre en Brasil, Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, el rechazo a los dictámenes de Washington es cada vez mayor. Proyectos alternativos de desarrollo desde los foros de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) desvían a América Latina del campo de influencia de las potencias mundiales, al punto que la estrategia tiene que ser relanzada o repensada por los “exterminadores del futuro”.

La anunciada creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es un nuevo paso en esta dirección.

Es lamentable que la reactivación de la Cuarta Flota no haya provocado ninguna reacción fuera de la Academia y de algunos grupos institucionales y de opinión en el Brasil. El avance de la democracia venezolana y la estrategia de disuasión del gobierno iraní, en contrapartida, son temas cobardemente tergiversados por las agencias “gigolós” al servicio del mal mayor.

Ya se oye el rugido de la Cuarta Flota.

brunopl@terra.com.br

miércoles, septiembre 24, 2008

Cuarta Flota: garrote naval

José Steinsleger

En julio pasado, la Cuarta Flota de Estados Unidos (una de las seis que el Pentágono agrupa bajo cuatro comandos navales) soltó amarras de su base de Mayport (Florida). Sus jefes son los almirantes Gary Roughead (Operaciones Navales de la Armada), Jim Stevenson (comandante de Marina del Comando Sur) y Joseph Kernan, jefe de la flota.

Roughead declaró que la Cuarta Flota “… estará lista en todo momento para todo desafío en la parte sur del hemisferio occidental”. Stevenson precisó que las naves “llegarán hasta el intrincado sistema de ríos de América del Sur, navegando en las ‘aguas marrones’ más que en las tradicionales ‘aguas azules’”.

Kernan (jefe de la Cuarta Flota) matizó las cosas diciendo que sus naves dirigirán las “acciones humanitarias y tareas de cooperación”, entrenando a “nuestros socios” en la navegación y el control de las aguas interiores “… aunque no vamos a ingresar en los ríos sin una autorización explícita y previa del país anfitrión”.

Es decir que con excepción de la tecnología, la geopolítica del Pentágono en nada difiere de la del almirante Alfred Thayer Mahan (1840-1914), relativo al dominio de los mares, cuando Washington ocupó Puerto Rico, Guantánamo y Filipinas, y a Cuba le reconoció la independencia a cambio de “intervenir cuando lo estimase necesario” (Enmienda Platt).

Posteriormente, las cañoneras de Washington tomaron el Canal de Panamá e invadieron Nicaragua, Haití y República Dominicana. Y en 1982, la armada imperial respaldó a los ingleses durante la guerra de Malvinas, ignorando su propia Doctrina Monroe (América para los americanos, 1823) y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, 1947) que, supuestamente, nos defenderían de “intereses extracontinentales”.

La “inofensiva” Cuarta Flota navega liderada por el portaviones nuclear George Washington. Está equipada con submarinos, fragatas misilísticas, sistemas de defensa área, docenas de aviones bombardeos F-14, lanzadores de misiles como los que arrasaron Irak y Afganistán, y el grupo de comandos de elite SEAL (Sea, Air, Land), en los que el almirante Kernan tuvo destacada actuación en Vietnam, Camboya, Laos, Irak y Afganistán.

La Cuarta Flota cuenta con una base aérea en la ex colonia holandesa de Aruba (frente a Colombia y Venezuela), de donde partieron los helicópteros que en marzo pasado atacaron el campamento de las FARC, en territorio de Ecuador. Por lo demás, no hay de qué inquietarse. La Cuarta Flota dispone de un buque hospital de vanguardia “… en casos de desastre”.

El problema es que la Cuarta Flota requiere de “puertos amigables” en los ríos Orinoco, Amazonas y en la cuenca del Plata. O sea, territorios hidrográficos que, casualmente, pertenecen a estados soberanos como los que encabezan los presidentes Hugo Chávez, Lula da Silva y Cristina Fernández. A esto sumemos que en 2009 el Pentágono deberá desmantelar la base ecuatoriana de Manta (Pacífico ecuatoriano), donde el gobierno de Rafael Correa proyecta construir un gran complejo portuario con miras al intercambio comercial con Asia.

¿Qué justifica semejante despliegue de intimidación naval? ¿Existen en América Latina arsenales nucleares o “grupos terroristas” interesados en atacar a Estados Unidos? Por el contrario, lo que hay son instrumentos apolillados como el Tratado de Tlatelolco (México, 1967), que propone la desnuclearización del continente, y el de Montego Bay (Jamaica, 1982), que establece la Zona Económica Exclusiva a 200 millas náuticas. Acuerdos que Estados Unidos, a más de no haber suscrito, se pasa por el arco de triunfo.

Frente al agresivo despliegue naval del imperio, el gobierno de Chávez entendió que prevenir es curar. Así es que en noviembre próximo, Rusia y Venezuela participarán en maniobras navales en aguas del Caribe, ejercicios en los que estará presente el acorazado nuclear Pedro el Grande, buque insignia de la Armada rusa.

Para el almirante Eduard Baltin, ex comandante de la Flota rusa en el Mar Negro, las maniobras con Venezuela demuestran que Rusia está volviendo a un primer plano internacional con su poderío militar, “… recuperando las posiciones que perdió a finales del siglo pasado”.

Baltin aclaró que las maniobras no están relacionadas con la situación en el Cáucaso, donde los buques de la Cuarta Flota estadunidense llevaron “ayuda humanitaria” a Georgia, algo más lejos que Nueva Orleáns, ciudad totalmente librada a su suerte cuando el huracán Katrina arrasó hasta su último ladrillo.

Stevenson observa que la Cuarta Flota lo es en términos de “organización preventiva”, enviando “la señal correcta incluso a aquellos que no son nuestros mayores partidarios”. Y con el inigualable humor negro de los yanquis, puso el ejemplo de que la Cuarta Flota pudiera ser llamada a tomar acciones si “… el pueblo cubano decidiese rechazar el liderazgo de Raúl Castro y decide fugarse en masa” (sic).

“Si no tenemos la capacidad de rescatar a esa gente, tendremos un nuevo desastre en las manos… Cientos de miles de personas morirán en ultramar”, manifestó el angustiado almirante.