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martes, junio 22, 2010

Optimismo

“Monsi no es vi ai pí”, que viva la inteligencia y “Monsi presente en la lucha de la gente”, fueron frases que gritaron algunos de los asistentes al adiós al cronista en Bellas ArtesFoto Cristina Rodríguez


De cuerpo presente, sin necesidad de mover un músculo ni de musitar una palabra, Monsiváis dio a la gente la oportunidad de anotarse una victoria sobre el poder oligárquico: este domingo el jefe nominal de las instituciones federales no pudo ni acercarse al Palacio de Bellas Artes y mucho menos presidir el homenaje al fallecido, así fuera ingresando al recinto por la puerta de atrás, como especuló, con motivos, alguien del personal del INBA citado en la nota de ayer de Mónica Mateos-Vega y Fabiola Palapa. En el más emblemático recinto cultural, los dueños actuales del poder fueron los apestados del evento. En cambio, López Obrador, el hombre más odiado por el régimen oligárquico, fue recibido con aplausos por la gente. Pero a Calderón no hubo que hacerle explícita la prohibición popular; simplemente, no tenía la menor posibilidad de estar allí.

No es un dato menor. El señor impuesto en el Ejecutivo federal por los dinerales corporativos; el que se alivia los complejos mediante el abuso de tanquetas, ametralladoras pesadas, helicópteros y cuerpos especiales; el que se siente capaz de aplastar la verdad con avalanchas de propaganda mentirosa; el que necesita, alrededor de su círculo de guaruras armados, otro círculo de guaruras de opinión (ocupados ahora en fabricar a un Monsiváis enemigo del Peje y de las izquierdas), no pudo entrar a Bellas Artes a apoderarse de Monsi, como le habría gustado y convenido, para convertirlo en un amuleto más de ese mito oficial llamado unidad de todos los mexicanos en torno a un desgobierno catastrófico. Lo único que pudo hacer fue mandar a Alonso Lujambio para que recibiera, en nombre del gobierno federal, las humillaciones merecidas y los repudios meticulosamente cultivados.

Pobre hombre, este Lujambio, forzado por las circunstancias a autocertificarse como amigo de Monsiváis para, a renglón seguido, reducirlo a un modelo de supercomputadora (memoria de elefante y capacidad impresionante para relacionar datos y analizar la realidad) y a una madre Teresa de la tolerancia: nos deja como legado la idea de que los mexicanos debemos respetar nuestra diversidad y convivir juntos (nadie vaya a pensar en convivir separados). Respetemos, pues –diría este Monsi inventado por el personal de servicio de la Gordillo–, la obsesión del régimen de ensangrentar a México, el afán de sepultar el Estado laico, el gusto por los negocios turbios, la discapacidad para hablar con la verdad, la necedad de suprimir los derechos reproductivos; convivamos en santa paz con el designio de hundir al país en una guerra estúpida (perdón por el pleonasmo), con el secuestro de instituciones, con la proclamación de la desigualdad necesaria.

Qué buen ejemplo de la sabiduría del autoengaño, como el propio homenajeado definió los ejercicios de los más calificados y autocalificados funcionarios del gobierno federal: ¿A quién persuadir? Pues a los más enterados, a los más competentes, a los que rigen los destinos de la nación; nos referimos, naturalmente, a nosotros mismos.

En compensación por la derrota –sin precedente en los anales de la impotencia presidencial– regalémosle a los redactores del calderonato una coartada honorable: la ausencia de su jefe fue un gesto de prudencia y de respeto. Que se alivie con eso la frustrada necesidad de darse importancia y el anhelo, malogrado el domingo, de convertir la ilegitmidad en un discurso en nombre de todo México.

La ausencia de Calderón en Bellas Artes y la irrupción del pueblo en la despedida a Monsi fue una señal de impotencia y un triunfo de la gente pensante –la cosecha de lectoras y lectores es, en buena medida, cortesía del homenajeado– ante un poder despótico y casi analfabeto; una victoria de la plebe ilustrada sobre una elite de ignorantes irremediables, así tengan doctorado y maestría. Los que mantienen a la población bajo cerco militar y mediático viven, a su vez, sometidos al cerco cívico y pacífico del desprecio, y éste es más poderoso de lo que suele pensarse. Dejemos de revolvernos en la impotencia y sirva el registro de este triunfo –que a ustedes les consta– para documentar nuestro optimismo.

domingo, marzo 15, 2009

Funes: ''Hemos firmado un nuevo acuerdo de paz y reconciliación''


Con la victoria de la izquierda salvarodeña se rompe con 20 años de poder del partido Arena, que en estas elecciones confiaba en una victoria de su candidato Rodrigo Ávila.

El presidente electo de El Salvador, Mauricio Funes, celebró junto con sus seguidores la victoria en los comicios que se llevaron a cabo este domingo en ese país centroamericano, con un discurso en el que aseguró que el pueblo ha firmado con su voto "un nuevo acuerdo de paz y reconciliación".
Poco después que Tribunal Supremo Electoral (TSE) diera el segundo boletín que oficializaba una ventaja a favor del FMLN, Funes se dirigió a la nación felicitando a todos los ciudadanos que participaron en el evento electoral.
"Quiero agradecer a todos los que votaron por mí, a todos los que vencieron el miedo a todos los que prefirieron el camino de la esperanza", dijo.
Agregó que "este día ha triunfado la ciudadanía que creyó en la esperanza y venció el miedo. Esta es una victoria de todo el pueblo salvadoreño".
Hizo un llamado a sus contendores para felicitarlos por su trabajo y recordó que "en este momento ARENA (Alianza Republicana Nacionalista) pasa a la oposición y en ese carácter , debe tener la seguridad que será respetada y escuchada", aseguró Funes.
Asimismo, invitó a los diferentes grupos sociales y políticos a que construir un nuevo Estado de bienestar para el pueblo.
"Quiero llamar a las demás fuerzas políticas a la unidad", dijo Funes al tiempo que prometió que realizará "acciones preferenciales" por los pobres para favorecerlos en lugar que a los ricos, para que se consolide una economía eficiente y competitiva y una amplia base empresarial".
Aseguró que a partir de su juramentación, se trabajará para convertir a El Salvador" en la economía mas dinámica de Centroamérica".
"Quiero ser el presidente del cambio social y la reconstrucción, es hora de avanzar hacia el futuro y dejar atrás las venganzas del pasado, añadió.
También expresó que colaborará con el ex presidente, Elías Saca, en sus últimos días de gestión.
Con la victoria de la izquierda salvadoreña se rompe con 20 años de poder del partido Arena (Alianza Republicana Nacionalista), que en estas elecciones confiaba en una victoria de su candidato Rodrigo Ávila.
De acuerdo a lo informado por el TSE, 8 mil 654 actas fueron escrutadas, lo que es igual a un 90.68 por ciento. La victoria del FMLN fue de 51,27 por ciento por encima del 48.73 por ciento del partido conservador Arena.