miércoles, octubre 01, 2008
Negociación o crisis
El llamado a la unidad hecho por el señor Calderón se acercó al borde de un abismo: ese territorio que, en circunstancias diferentes y para evitarlo, se pavimenta con legitimidad y empatía entre el poder y sus mandantes. Una facción del priísmo, quizá la dominante en el Congreso, acudió presurosa a Los Pinos para tratar de darle referente a modo. Ambos bandos dijeron que sólo hablaron de seguridad. Pero, en el fondo y a los lados de ese trasiego en palacio, todos salieron con la certeza que dan las alianzas renovadas. Los intereses de los grupos de poder quedaron trenzados, una vez más, para dar continuidad del modelo en boga.
Los demás temas, para reconfirmar lo ya bien sufrido, quedaron flotando en la indefinición de estos borrascosos tiempos de titubeos, ausencias y torpezas. Sólo se oyen los ecos del oficialismo burocrático dando seguridades de reciedumbre, blindaje le llaman, del aparato financiero-bancario del país. Las quejas y lamentos de una población angustiada y en la desesperanza casi completa no alcanzan los decibeles para hacerse oír por los controladores de arriba.
Lo que corresponde a la economía real, ésa que toca y aqueja al resto de la ciudadanía, no se menciona en el discurso de la normalidad forzada. El silencio ante la crisis actual es una especie disimulada de clasista desinterés, una respuesta cínica a la angustia de una población que se debate entre la carestía cotidiana, la estrechez de medios para la subsistencia y la falta de oportunidades de desarrollo.
Es entendible la actitud huidiza del señor Calderón y la corte que le acompaña. Aunque de varias maneras la crisis va alineando sus cortantes aristas y su presencia, se torna por demás ominosa, harto difícil de aceptar para trabajar con ella. Lo más fácil es negarla, reducirla en sus contornos, jurar que será menor a la que padecen los vecinos y dejar que fluyan los días para que, tal vez, se desvanezca entre la indiferencia colectiva.
Lo urgente por ahora son los preparativos para el año electoral que se avecina. Para eso se diseñó un presupuesto de medio término que dé garantías de captar el voto de los necesitados. El incremento en el gasto social pondrá los fondos y los medios para la manipulación de esos atiborrados padrones de beneficiarios marginales. La compensación adicional se encuentra al aumentar los recursos para el combate policiaco-militar al crimen. Así, la ciudadanía, agobiada por la alarma difusiva de los frentes de guerra cotidianos, recibirá con gusto el accionar gubernamental y lo recompensará en las urnas venideras. Una esperanza tan endeble como incierta, tanto para el panismo como para los que ya se sienten instalados en el triunfo: los priístas que creen saber cómo capitalizarlo.
En el fondo, el señor Calderón recurre a la conocida estratagema para seguir en el mando usurpado: usar señuelos distractores, mostrar calma, conseguir respaldos interesados, solicitar ayuda de los medios de difusión afines (que para estos menesteres son casi la totalidad de los existentes) estigmatizar a la disidencia, apuntar hacia el caos para diluir la innovación y el cambio. Ésa es la ruta marcada por el librito de la experiencia reciente, aunque sea una necia repetición del fracaso.
Ante la crisis, la determinación de la continuidad; no importa la mediocridad de los resultados obtenidos ni los que se visualizan en el futuro. El sendero conocido, el modelo usado, aun cuando las evidencias apunten y exijan su derogación inmediata. La cerrazón ante las demás oportunidades factibles es la receta. Etiquetar de imposible a la aventura que se propone como alternativa, aunque sea por demás viable. Más aún si el ofrecimiento para el diálogo, la negociación y el acuerdo factible provienen de una voz cimentada en el interés popular y no en los negocios o los apañes de la elite decisoria.
El análisis de casi cualquier aspecto de la vida organizada del país durante los últimos 26 años debería conducir, bajo cualquier supuesto razonable, al cambio de rumbo, sobre todo de la política económica y, en general, del modelo de gobierno adoptado. Ya sean las cuentas externas hoy en firme rumbo de provocar déficits mayúsculos e insostenibles. Ya sea en empleo, bienestar, integración industrial, educación, soberanía y seguridad alimentaria, crecimiento económico, creación tecnológica o mera seguridad ciudadana, los índices para su evaluación son terribles.
Aun así, el solo pensamiento de repensar la ruta es indeseable para los encaramados en la cúspide de los masivos beneficios, esos que cuentan para los que mandan, esos que rechazan, con fingido donaire y conmiseración racista, cualquier oferta de cambio que los afecte. Más si ésta proviene de los que han sido catalogados como irredentos provocadores, perdedores resentidos, claques sometidas al mando autoritario de un caudillo que solamente quiere imponer su voluntad.
Sin embargo, la oferta negociadora se hizo y se dieron razones de peso para soportarla. Ahí está una salida adecuada para enfrentar el quiebre anunciado. No es preciso tomarla en su totalidad, algunas de sus particularidades son fundamentales, es cierto, pero también hay cabida para la negociación y el ajuste refinado, constructivo. Lo básico es la intención de beneficiar al pueblo y no perpetuar privilegios.
Se quiere repartir la carga, generalizar el esfuerzo y asumir las propias responsabilidades. Pero, sobre todo, recuperar la dignidad extraviada, buscar el acomodo de todos, gobernar con honesta equidad y mirar alrededor y hacia abajo. Legislar para imponer, a más de la mitad de la población que la rechaza, una reforma petrolera privatizante, entreguista y divisoria, no es la ruta para cerrar heridas y retomar el crecimiento. Es un seguro hacia la polarización profunda y la ineficacia productiva.
Los supuestos del acuerdo de Washington se derrumban en la misma sede de su creación. No más ventajas impositivas a los poderosos que luego quieren ser rescatados con el dinero de los que sí pagan. La primacía indiscutible del mercado está en entredicho, la desregulación resultó letal y desató, hasta niveles inconcebibles, la especulación y el abuso del crédito para satisfacer ambiciones sin límite. En fin, el finiquito del modelo neoliberal que el oficialismo local quiere continuar a rajatabla. El cambio, aquí y en el norte, se asoma indetenible y conveniente para evitar mayores sufrimientos.
Carta a los ciudadanos de Estados Unidos
Amigos. Déjenme ir al grano. Mientras ustedes leen estas líneas se está llevando a cabo el robo más grande en la historia de este país. Aunque no se están empleando armas, 300 millones de personas fueron tomadas como rehenes. No nos equivoquemos: después de cinco años de robarse medio trillón de dólares para llenar los bolsillos de sus aliados que se enriquecen con la guerra, después de forrar con dinero a los magnates petroleros con 100 mil millones de dólares en los pasados dos años, Bush y sus secuaces –que pronto dejarán vacante la Casa Blanca– están saqueando todos los dólares que se encuentran del Tesoro de Estados Unidos. Están barriendo con todos los cubiertos de plata que pueden mientras caminan rumbo a la puerta de salida.
No importa lo que digan, no importa cuántas palabras empleen para asustarlos; están recurriendo a las viejas triquiñuelas para fomentar el miedo y la confusión para mantenerse a sí mismos y a uno por ciento de la población asquerosamente rica. Sólo basta leer los primeros cuatro párrafos del reportaje principal del New York Times del pasado lunes para conocer de qué se trata todo este asunto:
“Aunque los legisladores trabajaron en los detalles del rescate de la industria financiera por 700 mil millones de dólares, Wall Street volvió a buscar la manera de lucrar con el plan.
“Las firmas financieras cabildearon para lograr la cobertura de todas las formas de inversiones problemáticas, no sólo las relacionadas con las hipotecas.
“Al mismo tiempo, las firmas de inversión maniobraron para supervisar todos los activos que el Tesoro planea eliminar de los registros de las instituciones financieras, una actividad que podría generarles cientos de millones de dólares al año en honorarios. Nadie quiere ser excluido de la propuesta del Tesoro para la compra de los activos de mala calidad.”
Increíble. Wall Street y sus partidarios fueron los artífices de este desorden y ahora pretenden limpiarlo como viles bandidos. Hasta Rudy Giuliani está haciendo cabildeo con su consultoría para ser contratado (recibir sueldo) y brindar asesoría en el rescate.
El problema es que nadie sabe en verdad a qué se debe este “colapso”. Aun el secretario del Tesoro, Paulson, admitió ignorar la cantidad exacta que se requiere (¡se le ocurrió de la nada la cifra de 700 mil millones!) El director de la oficina de presupuestos del Congreso afirma que no podía entenderlo ni explicarlo.
No obstante, dicen histéricos que ¡el final está cerca! ¡Pánico! ¡Recesión!
¡La Gran Depresión! ¡Y2K! ¡La gripe aviar! ¡Abejas asesinas! ¡Debemos aprobar la ley del rescate hoy mismo! ¡El cielo se está cayendo! ¡El cielo se está cayendo!
¿Cayéndosele a quién? No hay NADA en este paquete de “rescate” que baje el precio de la gasolina que debemos cargar en nuestros vehículos para ir al trabajo. NADA en esta iniciativa nos protegerá de perder nuestro hogar. NADA en esta iniciativa nos dará un seguro médico.
¿Seguro médico? Mike, ¿por qué hablas sobre ese tema? ¿Qué tiene que ver con el colapso de Wall Street?
Tiene mucho que ver. El supuesto “colapso” fue desencadenado por la moratoria y la pérdida de hogares de la gente con deudas hipotecarias. ¿Saben por qué tantos estadunidenses están perdiendo sus hogares? Los republicanos explicarían que se debe a que muchos idiotas de la clase trabajadora recibieron hipotecas que en realidad no podían pagar. Pero la verdad es ésta: la razón número uno por la cual la gente se declara en bancarrota es por el costo de sus cuentas médicas. Déjenme ponerlo de forma más simple: si tuviéramos un sistema universal de salud, esta crisis hipotecaria jamás habría sucedido.
El objetivo de este rescate es proteger la obscena acumulación de riqueza que ha sido amasada en los ocho años anteriores. Es para proteger a los accionistas que poseen y controlan a las corporaciones en Estados Unidos. Es para asegurarse que sus yates y mansiones y su “forma de vida” no sean interrumpidos mientras el resto de los estadunidenses sufren y luchan para pagar las cuentas. Dejemos que los ricos sufran al menos una vez. Que paguen el costo del rescate. Estamos gastando 400 millones de dólares al día en la guerra de Irak. ¡Que acaben de una vez con la guerra y nos ahorraremos otro medio trillón de dólares!
Están protagonizando un golpe de Estado financiero en contra de nuestro país.
Esperan que el Congreso actúe rápido para evitar que piensen, antes de que tengamos la oportunidad de detenerlos. Así que dejen de leer esto y hagan algo ¡YA! Pueden poner manos a la obra de manera inmediata:
1. Llamen o envíen un correo al senador Barack Obama. Díganle que no necesita sentarse a ayudar a Bush y a Cheney y todo el desastre que han provocado. Díganle que tiene la inteligencia para detener el ritmo de los acontecimientos y encontrar cuál es el mejor camino a escoger. Digámosle que los ricos deben pagar por la ayuda que se les proporciona. Usemos la influencia que tenemos en estos momentos para insistir en una moratoria a todos los embargos e insistir en adoptar la cobertura universal de salud, y decirles que el pueblo necesita tomar las riendas de las decisiones económicas que afectan nuestras vidas, no a los barones de Wall Street.
2. Tomen las calles. Participen en cualquiera de las cientos de manifestaciones espontáneas que están brotando en todo el país (especialmente aquellas cerca de Wall Street y DC).
3. Llamen a sus representantes en el Congreso y en el Senado. Cuéntenles lo que le dijeron al senador Obama.
Cuando uno se equivoca en la vida, los errores se pagan en el infierno. Cada uno de ustedes que leen este texto, conocen esa lección elemental y ha pagado las consecuencias de sus actos en algún punto de su vida. En esta gran democracia no podemos permitir que exista un conjunto de reglas para la mayoría de los ciudadanos trabajadores y otras reglas para la elite, la cual, cuando se equivoca, recibe regalos en bandeja de plata. ¡No puede ser! ¡No de nuevo!
Suyo, Michael Moore
Bush en la cima de la impopularidad
Al ver el tiradero que deja tras ocho años como inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush se animó a decir que “estamos en emergencia”. La referencia, se supone, es al desastroso panorama económico-financiero que priva en Estados Unidos, producto de la enorme manga ancha que concedió a los barones del dinero y la especulación, quienes, en complicidad con el texano, no dejaron títere con cabeza.
Sin embargo, el “estamos en emergencia” puede ser producto de un descuidado acto reflexivo. De siempre carismático, Bush júnior está muy cerca de lograr el premio mayor por su actuación al frente de la Casa Blanca (a la que llegó tras un cuestionadísimo –léase fraudulento– proceso electoral), es decir, convertirse en el presidente más impopular de Estados Unidos de cuando menos las últimas siete décadas. Sólo le faltan unos cuantos puntos porcentuales (tres según la encuestadora Gallup; cinco, de acuerdo con la firma Harris) para empatar con la hasta ahora histórica medalla obtenida en 1951 por Harry Truman, y apenas un chisguete para desplazar a éste de la primera posición.
A lo largo de ocho años cometió todo tipo de errores, excesos y aberraciones que lo fueron posicionando para tan preciada presea. Y la cereza del pastel la aportó el propio Bush cuando anunció a los cuatro vientos su plan de “rescate” de los banqueros y especuladores con recursos fiscales, en medio de un creciente déficit alimentado por su aventura guerrera y comercial en Irak, notificación que de plano no les gustó a los normalmente cabizbajos pagadores del sempiterno festín de los barones y socios en la política, pero tampoco, por el enorme costo electoral que implicaría el aval en automático, a los legisladores en vías de reelección, y mucho menos a los candidatos a la presidencia estadunidense, con todo y que John McCain la tiene amarrada.
Ya los contribuyentes de aquel país no sienten lo duro sino lo tupido por el voluminoso déficit impulsado por el texano y el no menos abultado costo económico de la invasión a Irak (560 mil millones de dólares, hasta la tarde de ayer, de los que todos han salido de sus bolsillos, y sin más resultado concreto que los excelentes negocios que Bush y pandilla hacen a costillas del petróleo de aquella nación “liberada”), y ahora, sin más, graciosamente les notifican por la tele que el “salvamento” del sistema financiero-especulativo correrá por su cuenta.
Podría creerse que el “estamos en emergencia” pronunciado por Bush júnior resumía su política económica en sus casi ocho años de estadía en la Casa Blanca, tras dos periodos presidenciales, a lo largo de los cuales se registraron dos recesiones (la segunda más devastadora que la primera, aunque algunos la llamen “catarrito”) de alcance mundial. Pues bien, en esos ocho años (felizmente por concluir) la economía estadunidense, el “motor del mundo”, arroja un balance desastroso con una tasa anual promedio de “crecimiento” de 2.1 por ciento (amén de un incremento de 32 por ciento en la tasa de desempleo abierto), o lo que es lo mismo, una proporción 45 por ciento inferior a la registrada en los dos periodos presidenciales de Bill Clinton (1993-2001), su predecesor.
En materia económica, el texano se estrenó en la Casa Blanca con su primera recesión y un deplorable resultado: 0.2 por ciento de “crecimiento” en 2001. Su garbanzo de a libra se registró en 2003, año de la invasión a Irak: 3.7 por ciento, la mayor, y por mucho, en sus ocho fructíferos años en la presidencia estadunidense. En su primer cuatrienio, la tasa anual promedio fue de 2.23 por ciento; la del segundo, si bien va, de 2 por ciento.
Con esos resultados, más lo que acumule de aquí al próximo 20 de enero, sin duda alguna George W. Bush logrará el indiscutible primer lugar en lo que a impopularidad se refiere.
De acuerdo con la más reciente encuesta de la firma Harris (con resultados al 27 de septiembre pasado), que difundió la agencia española Efe, tan sólo el 29 por ciento de los estadunidenses consideraron que Bush “está haciendo un excelente o buen trabajo” como presidente.
Cuando veo estas cifras no me sorprende el 71, me asombra el 29%, ¿serán locos, tarados, despistados o de plano fue una equivocación y no entendieron la pregunta?
En abril, según esa misma empresa, en enero de 2008 los que pensaban así representaron 43 por ciento del total, y en abril se redujo a 33 por ciento. Parece que es lo único que el texano ha hecho bien, porque el sábado anterior esa querencia se redujo a 29 por ciento, “sólo equiparable en los últimos 50 años al obtenido por Jimmy Carter en 1979; estas cifras colocan a Bush en la lista de los presidentes menos aceptados de la historia reciente de Estados Unidos, que encabeza Harry Truman (…), la cual cayó a 24 por ciento en la primavera de 1951, después de retirar al general Douglas MacArthur del mando de las fuerzas de su país en Corea, durante la guerra en ese país, y aún hoy, esa cifra representa el mínimo histórico de la popularidad presidencial”.
Con base en los resultados de Harris, la agencia Efe señala que “en la lista de los impopulares también se encuentra Richard Nixon, que alcanzó el 31 por ciento en agosto de 1973, cuando la guerra de Vietnam era cada vez más difícil y empezaron a salir a la luz los datos de espionaje político del caso Watergate, así como Carter y el propio George Bush padre. Carter, que hasta ahora y después de Truman, es el único que había caído hasta el 29 por ciento de aprobación, pagó ese precio por la crisis de los rehenes en Irán, y a Bush padre, que se situó en 32 por ciento en 1992, la economía le costó la popularidad y la reelección”.
Pero eso fue el viernes anterior, porque ayer la encuesta de la empresa Gallup llevó su “popularidad” a tan sólo 27 por ciento. Y falta lo mero bueno.
Las rebanadas del pastel
Allá por enero de 2006, el subdirector gerente del FMI subrayaba que México “debe crecer en materia económica de manera más vigorosa, porque es claro que los beneficios de la macroeconomía no han llegado a los mexicanos de menores ingresos”. Hoy, ese mismo personaje es secretario de Hacienda del calderonato, se llama Agustín Carstens y es feliz con una perspectiva de “crecimiento” (según versión oficial) de 2.4 por ciento, si bien va. Cierto es que no es lo mismo ser cantinero que borracho.
Astillero
El mes patrio cierra con Felipe Calderón dedicado a atender a los príncipes de la corona de la que casi doscientos años atrás se buscó independencia. Boato imperial en un país devastado por los asesinatos cada vez más aterradores, comidas de honor y brindis sonrientes mientras la Patria se deshace. Allí va el políticamente revocado michoacano a su estado natal para encabezar un fugaz desfile militar de compromiso, 34 minutos de blindado rito cuando en otras ocasiones el recuerdo oficial del natalicio de José María Morelos se lleva unas cuatro horas. Discurso demagógico, irritantes promesas reincidentes de apoyos irrestrictos (más y más soldados, más y más policías) y de castigos sin perdón (¿por qué habrían de esperar perdón los verdaderos autores materiales e intelectuales de los atentados del 15?).
El ocupante provisional de la jefatura del gobierno federal se sostiene con los alfileres de las apariencias: el lunes recorrió Morelia, en compañía del desplazado e intimidado Leonel Godoy (al que le ha implantado un cogobierno militar) y de la pareja principesca hispana. No hubo multitudes saludando ni gente en las calles, más allá de las escenografías básicas de acompañamientos forzados (una especie de leva ceremonial) que han debido improvisar en la inmediatez física de los actos formales. Allí Calderón reinó sobre el territorio desolado, mariscal en jefe desde el mismísimo balcón donde el pasado 15 Godoy había hecho sonar las campanas mientras a decenas de metros de él estallaban granadas de acuerdos incumplidos y de provocaciones desde el poder, o los poderes (fácticos o reales).
Privatización armada del calendario cívico, ceremonia pública realizada en la intimidad de los vuelos de helicópteros y cazas, de las calles expropiadas por el miedo pero también por las ya tradicionales vallas castrenses, los detectores de metal, la exigencia de credencial de identidad como nuevo salvoconducto entre calles de la misma ciudad, los francotiradores en las azoteas, los secos interrogatorios de soldados a los ciudadanos comunes y la conversión de toda cotidianidad civil en riesgo de seguridad nacional. El comandante Calderón presidió la ceremonia del Siervo de la Nación en el mismo lugar de los crímenes recientes junto al gobernador local ahora colocado bajo tutela militar, pero esos presuntos desplantes de fuerza, esas amargas demostraciones de “normalidad”, sólo confirman la trágica distancia entre el poder de utilería y la realidad sombría.
En Veracruz gobiernan la corrupción, el cinismo y la marrullería. Fidel Herrera es un ejemplo de la manera en que los recursos públicos pueden ser puestos al servicio de planes empresariales compartidos y de proyectos políticos chantajistas y defraudadores. Producto histórico del peor priismo, el afortunado Herrera (de vez en cuando se saca la Lotería) trabaja para las elites, aunque reparte tramposamente migajas de rentabilidad electoral entre las masas susceptibles de ser fotografiadas en arrebatos de agradecimiento para propaganda ególatra de quien se dice precandidato presidencial con la esperanza de más delante canjear sus pretensiones inviables por garantías de impunidad transexenal y acaso algún nuevo cargo de consolación presupuestal. El rojo promotor de la Fidelidad tuvo ayer momentos de fuego, cuando un persistente buscador de audiencias decidió rociarse de gasolina e inmolarse en protesta por la desatención crónica del gobierno veracruzano a un problema de tierras. Ciento siete veces fue cancelado el ofrecimiento de que al fin los recibiría Herrera. Pero ayer, apenas se supo de la protesta extrema, una oficina del gobierno estatal informó que el presidente de la Comisión Pro Derechos Humanos de la Sierra de Soteapan, Ramiro Guillén Tapia, tenía cita con el mandatario unos minutos después de atentar contra su vida y que además ya había firmado un documento con acuerdos precisos para recibir millones de pesos como indemnización por las tierras en conflicto. El góber tramposo tiene especialidad en fingir arreglos y sembrar cizaña. Así lo hizo en el caso de la indígena asesinada en la Sierra de Zongolica, cuyos familiares fueron virtualmente secuestrados por enviados del gobierno estatal para que se abstuvieran de declarar a periodistas e, instalados fuera del estado, recibieron ofertas de ínfimas ayudas económicas a cambio de silencio o indiferencia. Ahora nada más falta que el fidelismo veracruzano culpe al inmolado de incumplir una cita programada, la 107, y de armar escándalos ardientes para no recibir los pagos y los beneficios que ya estaban a punto de ser entregados, virtualmente en las manos de quien no quiso o no supo esperar. Fiestas privadas del poder constituido, desgracias públicas del pueblo desesperado.
Astillas
Tarea de aritmética política que a los párvulos mexicanos ha dejado la escuela patito del IFE Va Zurita: ¿Cuánto cuesta organizar actos de defraudación electoral para quedarse a la mala con una Presidencia de la República? 38 millones de pesos. ¿Cuánto se impone como multa a quienes sufrieron ese fraude electoral, les quitaron la Presidencia de la República y protestaron mediante plantones cívicos para no dar paso a la violencia? 57 millones de pesos. Por tanto, y si se toma en cuenta que no se castigaron las injerencias públicas del entonces presidente Fox, las campañas propanistas sin disfraz de grupos empresariales luego premiados con el regalo de Aeroméxico, el uso del padrón electoral por parte de las empresas cibernéticas del cuñado Hildebrando, las brigadas de mapaches de la cobradora Gordillo ni las manipulaciones de última hora de los gobernadores priístas a favor “del azul”, ¿es buen negocio robarse la Presidencia de México?... Y, mientras Calderón envía nuevas iniciativas legislativas sobre seguridad pública, como si el punto fuera la letra legal, e insiste en concentrar poder en el silencioso nuevo vicepresidente policiaco, Genaro García Luna, ¡hasta mañana, con Súper Slim al gran rescate!
Violencia: ¿hasta cuándo?
Las masacres perpetradas en días recientes en Yucatán (12 decapitados), estado de México (24 ejecutados), Michoacán (ocho muertos y un centenar de heridos en el atentado del 15 de septiembre) y Baja California –una veintena de homicidios en Tijuana en menos de 48 horas–, la inocultable disputa entre la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal y la Procuraduría General de la República (PGR), así como la manifiesta cooptación de corporaciones policiales por parte de la delincuencia organizada son, entre otras, expresiones de un gravísimo descontrol que no puede, en ninguna lógica, remontarse con exhibiciones televisivas de fuerza militar, con boletines de prensa que reportan “golpes contundentes” contra la criminalidad, con pactos de seguridad retóricos y burocráticos ni, mucho menos, con llamados a una unidad nacional sin sustancia ni propósito claros.
En lo que va de la presente administración, ninguna de las medidas anunciadas y adoptadas por el gobierno federal ha logrado contrarrestar la angustiosa inseguridad que se expresa en actos de creciente crueldad y salvajismo. Por el contrario, cunde la percepción de que los elementos de la estrategia oficial contra la delincuencia han tenido efectos contrarios a los buscados y han exacerbado las manifestaciones de una criminalidad que se hace presente, en formas cada vez más atroces, en casi todos los puntos del territorio nacional. Sea cierto o no, el hecho es que ni la persecución gubernamental ni las mortíferas disputas entre estamentos delictivos han hecho mella en los poderes de facto que riegan cadáveres por el mapa de México, desafían al Estado en forma cada vez más inequívoca y, desde el pasado 15 de septiembre, asesinan de manera deliberada a ciudadanos manifiestamente inocentes.
El gobierno calderonista, por su parte, se aferra a posturas equivocadas, como asumir que el país está en una “guerra”; creer, en consecuencia, que la delincuencia puede ser derrotada únicamente con la fuerza militar y policial. Además sugiere que la catástrofe de la inseguridad pública es resultado de la fractura política generada por los desaseos y las irregularidades de la elección presidencial de 2006, así como por la forma en que el propio Felipe Calderón llegó a la jefatura del Estado.
Da la impresión de que, a dos años de haber comenzado su ejercicio, la autoridad federal sigue sin comprender la complejidad del fenómeno delictivo y se rehúsa a emprender, en consecuencia, acciones de fondo en los ámbitos de la inteligencia, el bienestar social, el empleo, el control financiero y bancario de los flujos monetarios, así como la moralización de sectores de la administración infestados por la corrupción y la infiltración delictiva, no únicamente la relacionada con el narcotráfico. Se diría que a la carencia de seguridad se suma una falta inexcusable de sentido de la realidad.
La zozobra social se incrementa ante el pleito entre las dependencias encargadas de la seguridad pública y de procuración de justicia, una encargada de prevenir la delincuencia y, la otra, de perseguirla. Al fracaso gubernamental frente a la delincuencia han de sumarse, para mayor desmoralización, las protestas de elementos de la Agencia Federal de Investigación (adscrita a la PGR) contra el titular de la SSP, Genaro García Luna, y el afán de éste por desaparecer a esa corporación, creada por él en el sexenio pasado.
Al gobierno se le agota el tiempo para el aprendizaje y la corrección de errores iniciales. Proteger la integridad física de los habitantes es la primera y la más obvia obligación de cualquier Estado, y si se falla de manera reiterada en esa tarea se desgastan con rapidez los márgenes de gobernabilidad. En el caso de México, la estabilidad enfrenta amenazas adicionales, como la creciente desigualdad, el aumento de la pobreza, la crisis financiera y bursátil mundial, así como la polarización política generada por el propio gobierno calderonista con su empeño de privatizar la industria petrolera. Si el Ejecutivo federal aspira a respaldarse en consensos sociales, debe empezar por propiciar su construcción, y para ello se requiere que rectifique en políticas –económica, social, de seguridad pública– que cada vez convencen menos, o que simplemente no convencen, y que ahondan y extienden la percepción social de desprotección y de vacío de poder.
El consumismo, la economía irreal y un principio elemental: las burbujas siempre estallan
Por Fernando Del Corro*
Durante las últimas jornadas los medios de todo el mundo presentan a sus lectores kilómetros y kilómetros de columnas informando sobre los últimos sucesos de la crisis financiera que tiene su epicentro en los Estados Unidos de América pero cuya trascendencia es, con mayor impacto en algunos lugares que en otros, de carácter planetario.
No faltan, claro está, otras cuestiones trascendentes como la violencia desatada en Bolivia por sectores vinculados con los mismos intereses en quiebra antes aludidos o las operaciones mediático-políticas que hoy circulan por América Latina y cuyo fin también apunta a provocar el caos en la región, aunque se utilicen métodos diferentes a los del Altiplano Andino.
En estos días se produjo la quiebra de Lehman Brothers, un banco de inversiones de los Estados Unidos, cuarto en el ranking de ese país y con más de un siglo y medio a cuestas, pero también con 60.000 millones de dólares estadounidenses de quebrantos en fallidas operaciones inmobiliarias. Cifra que, seguramente será recuperada exiguamente por quienes le confiaron sus dineros, aunque ya no sean los ahorristas de viejo cuño y sus operaciones las hagan por internet. Es que, precisamente, los mecanismos de la Reserva Federal solo amparan a aquellos viejos ahorristas que llevaban sus billetes en el bolsillo y los descargaban por ventanilla.
Junto con la caída de Lehman Brothers se produjo la de otro gigante, Merril Lynch, absorbido a último momento por el Bank of América de Carolina del Norte que invirtió en ello u$s 44.000 millones en una operación que algunos no vieron con buenos ojos. El propio Lehman estuvo a punto de ser salvado por la antigua banca londinense Barclays, pero ésta quería la ayuda de la Reserva Federal (Fed), esa suerte de banco central de los EUA cuyos directivos se deben haber asustado de seguir apostando a practicar respiración artificial a tanto infartado del sistema que debe regir. Así, el domingo por la noche, como un antiguo emperador romano en el circo, a instancias del secretario del Tesoro, Henry Paulson, bajó el pulgar y selló la suerte de Lehman.
En tanto ya se anuncia la inminente caída de la AIG , la mayor empresa de seguros del orbe y si algo le hacía falta a la misma es que publicaciones como "The Wall Street Journal" se dediquen a pronosticarlo, con lo cual la consumación del hecho, por si hacía falta algo, con ello seguramente será cosa consumada. Será, en ese caso, una profecía autocumplida.
Todo esto sucede cuando apenas habían pasado unos días desde que la Fed apostara al salvataje de las financieras Freddie Mac y Fannie Mae, también en problemas, para las que destinó u$s 200.000, equitativamente 100.000 para cada una, con lo cual no está todo dicho si se considera que ambas administran u$s 1,6 billones, o sea 1,6 millones de millones, de quienes han confiado en ellas.
No mucho antes la Fed tuvo que facilitar fondos al banco JP Morgan para salvar al Bear Sterns. De no haberlo hecho, como ahora sucedió con Lehman Brothers, el resultado hubiese sido otra quiebra.
Esto fue un racconto de lo que aconteció en muy poco tiempo después de poco menos de dos décadas cuando quebrara el ex Drexler Burnham Lambert, una entidad que en lugar de jugar a la hipotecas y el consumismo privado se había especializado, en su tiempo, a los bonos basura que circulaban por el mundo, y muchos de los cuales correspondían a países latinoamericanos endeudados. Pero por entonces la crisis sistémica no era tan profunda y las economías del Primer Mundo parecían ir viento en popa.
Pero para entonces había cosas de las que aprender antes de embarcarse en nuevas aventuras. Tucídides de Atenas dijo que escribió "Las guerras del Peloponeso" para que en el futuro el hombre aprendiera de sus pasados errores. Un par de siglos después Polibio de Megalópolis, en su "Historia Universal", nos habló de la globalización política y económica en el mundo antiguo. Había de donde aprender, los romanos decían "Historia magistra vita est".
Claro, se prefería escuchar los informes de las "calificadoras de riesgo" o del Fondo Monetario Internacional (FMI) ensalzando a quienes seguían sus recetas. Nunca la Argentina, por ejemplo, estuvo mejor vista que en la década de 1990, como que hasta el ex presidente Carlos Saúl Menem fue invitado a disertar, como gran personaje, ante los popes mundiales de las finanzas en el FMI.
Fueron todos esos grandes presagios los que ayudaran a que la Argentina y otros países le colocaran a los ahorristas italianos, japoneses y otros bonos incobrables (por lo que todos esos vendedores de baratijas debieran hacerse cargo, como ya lo ha entendido en parte la justicia italiana), o que se favoreciera la estafa a sus accionistas por empresas como World Com o Enrom en los EUA o la Parmalat en Italia. Ya el escocés Adam Smith había advertido sobre las maniobras gerenciales dos siglos y medio atrás y el estadounidense John Kenneth Galbraith hacia 1960, pero era mejor avalar lo que tenía que ver con un discurso ideológico que escuchar a Juan Domingo Perón cuando le hacía decir al lacedemonio Licurgo que "la única verdad es la realidad".
Hoy en los EUA hay unos 3,3 millones de viviendas al borde del remate con lo cual el sistema no recuperará, ni de lejos, lo prestado para alentar el consumismo, ya que el problema de las hipotecas también está ligado a la financiación del consumo en general, no sólo de la compra de viviendas. Los préstamos inmobiliarios estuvieron ligados a muchas otras cuestiones, básicamente de tipo suntuario.
El problema era visible desde tiempo atrás. Algunos economistas como el brasilero Ricardo Amorim o los estadounidenses Melvin Burke y Walter Molano, más tarde, habían hecho algunos anuncios. Desde estas columnas también lo advertimos en una nota editada el 13 de marzo de 2007 ante circunstancias poco venturosas que se produjeron en diversas bolsas del mundo y ante la decisión china de cortar la especulación en acciones generada por 1,3 millones de personas (el uno por mil de la población) que sacaban préstamos bancarios a baja tasa y los jugaban en la bolsa de Shangai y otras menores inflando las burbujas que, como es sabido, siempre explotan.
El gobierno del presidente George Walker Bush dio sus primeras señales reconociendo la gravedad de los hechos en septiembre de este año. También desde estas columnas se advirtió que se trataban de paliativos que no resolvían la crisis de fondo. Precisamente, frente a ello el 21 de enero de 2008 dijimos "Una recesión anunciada, una propuesta de paliativos y una cuestión de fondo sin solución". La recesión y la crisis la habíamos previsto en el ya mencionado 13 de marzo de 2007 en "Bolsas: China-EUA; jornada del martes: llamado de atención a economía mundial".
En ese momento hasta se especulaba, en el peor de los casos, con un problema en los Estados Unidos. Hoy en la Unión Europea tampoco hay vientos de cola y el barco se está frenando con algunos de sus tripulantes, particularmente España, en serios problemas, aunque su banco central apunte para otros lados y se dedique a prevenir sobre problemas en la Argentina, por ejemplo. El mismo Japón, que parecía haber comenzado a crecer nuevamente, aunque en forma tibia, tras haber caído en la "trampa de liquidez" que había imaginado John Maynard Keynes sin antecedentes a la vista, ahora también está en camino hacia la recesión.
Por las dudas un grupo de diez bancos de primera línea mundial (Bank of America, Barclays, Citibank, Credit Suisse, Deutsche Bank, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Merrill Lynch, Morgan Stanley y UBS) ha conformado de urgencia una asociación de socorros mutuos donde cada uno aportará u$s 7.000 millones. Son u$s 70.000 para afrontar problemas en alguno de ellos, pero al mismo tiempo hay que pensar que sólo la fallida Lehman Brothers le debe el doble a uno de ellos, el Citibank.
La crisis de 1929 costó, a nivel mundial, u$s 850.000 millones medidos en valores actuales. Con las diferencias entre las economías de entonces y de ahora un quebranto similar requerirá de algunos billones algo que, de no haber un fuerte giro, no parece una cifra quimérica. En 1929 el único país de importancia que no fue arrastrado fue la China, aunque luego sucumbió a la hiperinflación. Hoy también parece que en un mundo en el que la inflación es otro gran componente global, y en el que seguramente no habrá indemnes, los mejores parados son un grupo de los ahora llamados emergentes entre los que descuellan los llamados "BRIC" (Brasil, Rusia, India y China), a los que se suman otros que, aunque menores, tienen economías más reales y sin enormes burbujas especulativas en las que el dinero se multiplica sin contrapartes en la economía real, como hoy en el caso de la burbuja inmobiliaria, sin olvidar, tal vez a no mucho andar, alguna que provenga de las tarjetas, siempre consumismo mediante.
* Periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
Construir ciudadanía
Venezuela: corregir y consolidar el proceso para fortalecer el apoyo popular
Por Aram Aharonian
Si lo que se desea es un proceso político dirigido a enfrentar el capitalismo y sus valores es necesario marchar con la ciudadanía, ganarse a la mayoría. Excusarse en que la población no está suficientemente madura es ignorar que la educación, la cultura, no depende del pueblo sino del Estado, pero también del capital privado, de la televisión y los otros medios de comunicación, y de la Iglesia católica, que son los que han montado esos patrones de conducta.
La población estuvo preparada para tomar las calles en abril de 2003, pero este proceso que sin lugar a dudas tuvo un impulso popular muy grande –quizá hasta el 2005-, con actividad de calle, de masa, fue perdiendo fuerza. El movimiento revolucionario se fue burocratizando, paternalizando.
Y, las grandes mayorías, convertidas en sujetos de la política, fueron frenadas, alejadas de la participación y el protagonismo, que fue reemplazado, al decir de Vladimir Acosta, por una teresacarreñización del proceso. A ello hay que sumar la insistencia del tema del magnicidio posible, que ha logrado alejar al Presidente de las masas, rodearlo de cinco anillos de seguridad, lejos, lejos del pueblo y sus problemas.
La democracia participativa y protagónica -que venimos recitando desde hace unos años-, el socialismo, se construyen desde abajo, día a día, y no se decretan. En nombre de una supuesta mayor eficiencia no hay decisiones colectivas, no se consulta con la ciudadanía, con los cuadros medios, con el (los) partido (s).
Si a este cuadro le sumamos corrupción, burocratismo, ineficiencia, desatención de problemas cotidianos que son fundamentales (seguridad, abastecimientos, empleo, basura), no es difícil que se vaya generando descontento, escepticismo, frustración e incluso rechazo. Situación que se ve agravada por el bombardeo permanente de los medios comerciales de comunicación que invadieron incluso los lugares de ocio de la ciudadanía, las salas de las casas.
Y en materia de formación no se puede olvidar a la Iglesia católica, que sigue insuflando a los niños, incluso desde la etapa preescolar, de los mitos que forman la religión, con un pensamiento (único) dócil. Niños que van a la escuela donde reciben los valores de capitalismo y regresan a su casa, donde la televisión se encarga del resto.
Estamos hablando de adoctrinamiento ideológico. El único muerto seguro es el que está tres metros bajo tierra, suelen decir en mis pagos. Cuando la oposición estaba destruida, fue el propio gobierno con ingenuidad que le dio beligerancia al poner en marcha el referendo por la reforma constitucional.
Previamente, se había lanzado la campaña por los (matemáticamente inalcanzables) 10 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2006, sobre un universo de poco más de 14 millones de electores. El triunfo fue rotundo, pero con poco más de siete millones.
Y entonces a alguien se le ocurrió denunciar que en Venezuela había cuatro millones de oligarcas… para lo que el país debiera tener 500 millones de habitantes. Lo que sí había eran varios millones de personas manipuladas por una excelente campaña publicitaria de la oposición. Demasiado triunfalismo oficialista y demasiada subestimación de la oposición.
Y hay confusión: la dirección de la oposición no son esos dinosaurios políticos ni esos pichones de fascistas que salen a hacer el circo mediático: la verdadera dirección está en el norte, desde donde se digitan seudo dirigentes, medios de comunicación, estrategias. Lo que está en juego no son escaños parlamentarios sino el poder. Porque si una vez apelaron al golpe de estado, hoy se sienten con posibilidades de hacerlo sin bayonetas, pero con el arsenal de los medios, que potencian el descontento de los sectores populares ante la ineficacia, la ineficiencia, el burocratismo y la corrupción.
La amnistía otorgada después de la reelección puede leerse tanto como un gesto magnánimo en la victoria o una prueba de debilidad, a concesión, en un país donde la impunidad sigue imperando. El pueblo bolivariano es el que ha sufrido en carne propia los delitos de estos fascistas, saboteadores antinacionales, y resiente esa decisión.
Hacen falta líneas políticas, más allá de las que domingo a domingo traza el Presidente, que también tiene derecho a equivocarse, sobre todo cuando no es informado debida y verazmente sobre lo que acontece en el país, en las misiones, en los ministerios. La línea política no puede ser reemplazada por consignas y no es lo mismo política comunicacional que campaña publicitaria.
Nuestros dirigentes debieran saber dónde está la izquierda y la derecha, cuál es la línea política interior y exterior de este proceso, y no esperar que sea el Presidente quien deba recordar o marcársela oportunamente. Para enfrentar el paradigma imperialista del fin de las ideologías se llama al fin de los partidos dentro del espectro bolivariano. Y aparecen “socialistas” por doquier. Hoy se admite que puede haber varios partidos y que tendría que haber un Frente Amplio o Polo Patriótico.
“Un proceso revolucionario supone mucha gente y mientras mas gente mejor. Supone que haya posiciones distintas e intereses de clases también distintos. Lo que tiene que tener es una línea política discutida, la aceptación de un liderazgo compartido y colectivo, pero claramente en la persona del Presidente, una línea política debatida y una praxis que vaya en esa dirección”, dice Vladimir Acosta.
Y el partido “unido” no puede repetir la estructura clásica del modelo leninista impositivo de arriba hacia abajo y del centro hacia afuera (que aplicaron desde el PCV hasta AD y COPEI), porque eso destruiría quizá las fuerzas vivas, lo más hermoso e importante de este proceso, que es la participación popular. No puede ser que un cogollo elabore una línea política que deben cumplir los demás. La línea política debe ser una creación colectiva, que se reaprende a diario. El partido debe ser horizontal, para recibir y nutrirse de la opinión y la participación de la ciudadanía, que es la que realmente sabe lo que pasa en cada comunidad y en la gran comunidad.
En el 2002, la vanguardia la tenía la gente en la calle. Pero sin dudas, ese frenazo a la participación y el protagonismo populares sirvió para el ascenso de posiciones conservadoras, de la derecha dentro del bolivarianismo. Hoy los sectores moderados, conservadores –e incluso arrevolucionarios- son los que tienen mayor peso. Y por eso la esperanza está allí, donde está la gente, la ciudadanía, el pueblo, que no puede ser acusada ni de contrarrevolucionaria ni de traidora por burócratas ineficientes anquilosados en las estructuras del poder.
El triunfo del proceso bolivariano no sólo es importante para Venezuela, sino para toda América latina. La esperanza del continente está centrada en los avances de este proceso. El problema no es que haya sectores moderados, sino que éstos han obtenido ventajas económicas, que los llevan a ocuparse de otros intereses, sin intención alguna de seguir avanzando. Son quienes hablan de acuerdos con la oposición, de combatir a los radicales del proceso.
La derecha no comparte el poder con nadie, lo quiere para ella sola. Todos los muertos de este proceso los ha puesto el pueblo. Dentro del gabinete presidencial hay gente que no cree que la tarea sea consolidar para seguir avanzando, sino que se trata de pedir una tregua a la derecha para corregir los errores y estabilizar el gobierno. Hay dos posibilidades: se trata de ingenuidad, de creer que la derecha es idiota; o de entreguismo. Se trata de corregir, de consolidar algunos procesos que están haciendo agua para fortalecer el apoyo popular, para seguir hacia delante, de forma más sólida.
Sectores populares denuncian que Polar y Cargill, los mismos grupos que desabastecieron el país durante el sabotaje petrolero, hoy son abastecedores de Mercal, con mercaditos desabastecidos por la ineficiencia y la corrupción administrativa. Mercal fue una respuesta excelente para terminar con las roscas y garantizar al abastecimiento alimentario.
El proceso bolivariano está viviendo una situación parecida a la del 2002 y el camino no debiera ser el de la conciliación para tratar de fortalecerse, porque significaría la capitulación. El movimiento popular –al que se ha querido descalificar y desarticular y que acaba de dar una nueva lección en las elecciones internas del PSUV- debe tener suficiente fuerza para salir a la calle, porque es la única esperanza de que el proceso siga adelante (lo que algunos burócratas llaman radicalización), para lograr una Venezuela soberana, con justicia social, digna, con el liderazgo del presidente Hugo Chávez a la cabeza de una línea política clara, compartida, comprometida con las luchas populares.
Vale la pena recordar una frase del Che: para ser revolucionario hay que haber hecho la Revolución.
ARAM AHARONIAN
aharonianaram@yahoo.com,
Invitación
A 40 años del Movimiento Estudiantil de 1968 Actividades en la FFyL de la UNAM
A 40 años del Movimiento Estudiantil de 1968
Estudiantes y Colectivos de la Facultad de Filosofía y Letras invitan a:
PROYECCIONES
EL GRITO, TLATELOLCO: LAS CLAVES DE LA MASACRE, HISTORIA DE UN DOCUMENTO, ROJO AMANECER, MÉXICO 68, NI OLVIDO NI PERDÓN y fotografías del movimiento estudiantil de 1968. Además: VA POR TI LUCÍA y DE LUTO VISTEN LOS HÉROES.
Miércoles 1 de Octubre a partir de las 10 am en el Aeropuerto de la Facultad.
FORO
EL CONTEXTO POLÍTICO CULTURAL DE LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES DE LOS 60's
Jueves 2 de Octubre a las 10 am en el Salón de Actos.
Ponencias abiertas de estudiantes.
PERIÓDICO MURAL
LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES DE 1968
Ubicado en las escaleras, junto al aeropuerto a partir del Lunes 29 de Septiembre.
EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍAS
Ubicada en la sala de lectura de la Biblioteca Samuel Ramos a partir del Martes 30 de Septiembre.
Y RECUERDA:
MARCHA 2 de Octubre
Plasa de Tlatelolco - Zócalo 4pm
FACULTAD DE FILOS: 2 y media en el Aeropuerto
Por la liberación de todos los presos políticos del país. Abajo la aberrante sentencia contra Ignacio del Valle.
En defensa de la educación pública gratuita y popular; aumento al presupuesto de la educación y la matricula, acceso irrestricto a la educación. Contra la reformas neoliberales a la educación.
Erradicación del porrismo en todas las escuelas públicas.
No al cierre de las normales públicas y rurales. Abajo la alianza por la calidad en la educación.
Castigo a los culpables de la masacre de Sucumbios. Por el regreso a salvo de Lucia Morett a casa.
No a la criminalización de la protesta social, basta de persecución política contra América del Valle y la Dra. Bertha Elena Muñoz.
No a la privatización de PEMEX ni a las reformas neoliberales estructurales. Por una industria energética de y para el servicio del pueblo. En defensa de los recursos naturales. Rumbo al pero nacional.
Apoyo a la lucha del pueblo boliviano, por la derrota de la derecha golpista, fuera manos del imperialismo en Bolivia y América latina.
NO A LA INSTITUCIONALIZACION DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968
NI PERDON, NI OLVIDO
LA LUCHA VIGENTE
Invitación
El SENADOR PABLO GÓMEZ ÁLVAREZ le invita a la presentación de su libro 1968: La historia también está hecha de derrotas.
A la presentación asistirán, entre otros, Raúl Álvarez, Carmen Aristegui, Carlos Monsiváis y Carlos Payán.
La cita es el miércoles 1 de octubre del año en curso, a las 18:00 horas, en el Aula Magna del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, ubicado en el Eje Central Lázaro Cárdenas, esquina con Ricardo Flores Magón, colonia Guerrero.
En espera de contar con su presencia, reciba un cordial saludo.
Convocatoria

1968-2008: A 40 AÑOS DE UN AÑO REVOLUCIONARIO
¡AQUÍ ESTAMOS!
MARCHA
TLATELOLCO AL ZÓCALO. 2 DE OCTUBRE, 16:00 HRS.
Contra la privatización de PEMEX. Renacionalización total y sin pago de toda la industria energética; por su control obrero. ¡A las barricadas y a la huelga general, derrotemos al gobierno de Calderón en las calles!
Por la desaparición de todos lo grupos porriles de los planteles educativos.
En defensa de la educación pública gratuita y popular. Nacionalización de todo el sistema educativo. Aumento al presupuesto educativo y la matrícula de las instituciones públicas. ¡Acceso irrestricto a la educación!
No al cierre de las escuelas normales. Contra la Alianza por la Calidad de la Educación. ¡Abajo la Reforma Educativa de Calderón-Gordillo!
Por la liberación de todos los presos políticos del país. ¡Contra la criminalización de la protesta social!
Por el castigo a los culpables de la masacre de Sucumbíos y por el regreso a salvo de Lucia Morett a casa. ¡Luchemos por expulsar al imperialismo de nuestros países!
¡Apoyo a la lucha del pueblo movilizado de Bolivia contra la reacción golpista y racista auspiciada por los Estados Unidos!
¡Recuperemos la memoria histórica, No a la institucionalización del movimiento de 1968!
¡Luchar, Vencer!
Invitación
El Grupo de Estudiantes Comunistas Revolucionarios invita a la conferencia:
"1968 a 40 años: México y el mundo"
Ponentes:
Edgard Sánchez Ramírez.
Octavio Rodríguez Araujo.
ESTE MIÉRCOLES 01 DE OCTUBRE A LAS 12:00 HRS EN EL SALÓN DE ACTOS DE LA FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS.
Exposición sobre el 68
Exposición El brillo de la memoria, integrada por 50 carteles y 100 fotografías. Tlalpan fue uno de los escenarios de la gesta del 68, acceso y fuga a Ciudad Universitaria, hogar de resistencia y de la revuelta de Topilejo, una de las mejores expresiones de la unidad del pueblo con los estudiantes. Inauguración, hoy, 18:30 horas, auditorio Javier Barros Sierra, Casa Frissac, Centro de Tlalpan. La exposición estará hasta el 12 de octubre en el circuito gráfico de Tlalpan (museo, explanada, Casa Frissac, los arcos), Portales del Centro, café La Selva y La Jaliscience
Adolfo Llubere Sevilla, Dirección General de Desarrollo Social, Delegación Tlalpan
Tlatelolco '68
Francisco Ortiz Pinchetti
Esta crónica, escrita por el periodista Francisco Ortiz Pinchetti en tiempo presente y en primera persona como testigo presencial que fue de los hechos, se mantuvo inédita por 20 años, hasta que fue publicada en la revista ‘Proceso’ el 3 de octubre de 1988. La ofrecemos aquí con motivo de los 40 años de la masacre.
-----
Hacia las cinco y cuarto de la tarde del miércoles 2 de octubre llego a la Plaza de las Tres Culturas. El Consejo Nacional de Huelga había convocado para las cinco a un mitin, al que seguiría una marcha estudiantil hasta el casco de Santo Tomás para exigir la salida de las tropas de ese plantel del Instituto Politécnico Nacional. Sobre la explanada, a la que rodean la iglesia de Santiago Tlatelolco, las ruinas prehispánicas, la Vocacional 7 y los modernos y enormes edificios habitacionales, se revuelven numerosos grupos de estudiantes. Unos llevan mantas y pancartas; otros, banderines de sus escuelas y facultades. Hay otros que, en coro, entonan arreglos satíricos de canciones populares contra el gobierno. Por todos lados, como hormigas, llegan más y más muchachos.
Hay también gente del pueblo. Muchos, vecinos que viven en los edificios de los alrededores y que han decidido asistir al mitin. Niños, que están ahí, curioseando. La concurrencia femenina es muy numerosa. No solamente muchachas estudiantes. También hay empleadas, amas de casa... y una vendedora de tortas. Un hombre que pasea por la plaza llama la atención. Lo acompañan dos niños y lleva un letrero de cartón: "No vino mi esposa, porque está enferma; pero vinieron mis hijos". La plaza se llena, poco a poco. Hay un ambiente alegre, relajado. En las alturas, desde la terraza del tercer piso del edificio Chihuahua —que limita la plaza por el Oriente— varios estudiantes y fotógrafos de prensa contemplan el panorama. Abajo, entre el gentío, caminan presurosos tres camarógrafos extranjeros. Uno de ellos, de la cadena estadunidense NBC. Los muchachos lo llaman, lo invitan a que filme.
El mitin va a comenzar, cuando son las cinco y media de la tarde. La explanada esta casi llena. Muchos estudiantes se sientan en la escalinata que da justamente frente al Chihuahua. No cesan los coros y las consignas. Subo al tercer piso del edificio Chihuahua. Arriba, al llegar a la terraza, varios estudiantes, auxiliados por un cordón, impiden el paso. Solamente lo permiten a dirigentes del CNH, oradores del mitin y periodistas, éstos previa identificació n. Obtengo al fin el acceso y, desde el extremo Norte de la amplia terraza observo el inicio del mitin. El orador, situado en el extremo contrario del mismo tercer piso y a través de dos grandes magnavoces, dice que la zona está totalmente rodeada por el ejército. "Hay tropa en Manuel González, en Reforma, en Santa María la Redonda...". Y anuncia, que, por ello, se ha decidido suspender la marcha programada para después del mitin. "No podemos exponernos", explica. "Así que, en cuanto termine
este acto, todos nos iremos a nuestras casas en perfecto orden. No haremos caso a sus provocaciones" .
Y empieza el mitin.
A mi lado, la periodista italiana Oriana Falacci pide a un joven que la acompaña la traducción de las palabras dichas por el orador. Enseguida se dirigen a mí. Oriana quiere saber el nombre del templo que está ligeramente a la izquierda de nosotros. —Santiago, Santiago Apóstol— se le responde. Luego me pregunta sobre la cantidad de personas que se encuentran en la plaza. "No sé calcular bien", dice ella sonriendo. Miro hacia la explanada y le contesto que serán unas 15,000, en ese momento. Porque de varios rumbos sigue fluyendo gente.
Uno de los oradores hace mención de las represiones sufridas por los enviados del CNH en diversos estados de la República. Luego se leen varias cartas en las que se apoya al movimiento. Unas son de grupos obreros y de estudiantes del extranjero. Todo se lleva en perfecto orden. El gentío, que ahora cubre la totalidad de la explanada, permanece atento, quieto, despreocupado. Los muchachos aclaman las frases vibrantes de los oradores. Junto a mí está ahora José Antonio Arce, subdirector de la revista Gente. Charlamos brevemente. Luego va en busca de algunos líderes. Al regresar me comenta satisfecho que concertó una entrevista con los dirigentes del CNH en pleno. Y se dedica a tomar fotografías. El orador en turno pide que se emprenda un boicot contra El Sol de México, por su actitud desinformadora y manipuladora acerca del movimiento. "Que en un mes —insta— no se venda un solo ejemplar de El Sol". Invita a los concurrentes a aprobar la
medida: un mar de manos cubre la plaza.
Desde el inicio del mitin dos helicópteros sobrevuelan el área. Los muchachos le silban cada vez que aparecen sobre sus cabezas. A lo lejos, proveniente del lado Poniente de la plaza, o sea de la avenida Santa María la Redonda, se aproxima una columna de ferrocarrileros. Portan una manta enorme en que manifiestan su adhesión al movimiento estudiantil. El orador anuncia su presencia y el júbilo estalla. La multitud recibe a los rieleros como héroes, entre vítores, porras y aplausos. El contingente pasa entre la gente que lo aclama para situarse en la orilla de la explanada, precisamente frente al Chihuahua. Unos minutos después, el orador interrumpe de nuevo su alocución. Otro contingente de ferrocarrileros viene a sumarse a la causa. "Desconocemos las pláticas Romero-GDO", dice la manta que enarbolan. Otra vez el júbilo, las porras, los aplausos. Pasadas las seis de la tarde el mitin continúa con el mismo orden en que comenzó. En los rostros
hay expresión de alegría, de innegable satisfacción.
Alrededor de las 6:10 es cuando, por detrás de la iglesia de Santiago, presumiblemente desde el vestíbulo del edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ascienden hacia el cielo dos cohetones que, al estallar, se resuelven en dos bengalas de intenso color verde. Quienes estamos en la terraza vemos cómo las bengalas descienden lentamente. Al mismo tiempo, abajo, en la plaza, la gente antes inmóvil se inquieta, empieza a moverse. Se oyen gritos: "¡Ahí vienen!" y la muchedumbre se mueve, se agolpa, hacia la parte Sur de la plaza. Desde la tribuna de la terraza el orador pide calma. "¡No es nada!", grita. "Solo tratan de provocarnos. No es nada. Son luces...".
Abajo, un sector de la concurrencia trata de detener la desbandada, provocada por el terror de algo que no se sabe exactamente que es. Hay un coro: "¡orden!, ¡orden!, ¡orden!...".
En eso, justo abajo de donde nos encontramos, se escucha un estruendo. Se escucha o se siente. Como una explosión, no demasiado fuerte. La confusión cunde, en la plaza y en la terraza. Hay gritos, carreras, ruido. Miro a la plaza y veo una dramática desbandada; pero no puedo seguirla presenciando: a nuestras espaldas —ascendiendo por la escalera que yo había utilizado media hora antes— tenemos a numerosos individuos armados con metralletas y pistolas. Visten ropa de civil. Gritan nerviosamente. La confusión es terrible.
A empellones, los sujetos armados nos obligan a replegarnos hacia la pared, donde se encuentran las puertas de dos elevadores. Gritan e insultan. Amenazan con sus armas. De espaldas a la pared, en medio de aquella confusión, de aquel correr, gritar, aventar, alcanzo a ver como un jovencito —de unos 15 años de edad— se empeña en mantener en su sitio uno de los magnavoces. Se mueve, como si un fortísimo viento lo hiciera tambalear. Los hombres armados nos ordenan acostarnos sobre el piso, con las manos en la nuca. Al hacerlo veo como uno de ellos, armado con una pistola escuadra, dispara hacia abajo varias veces. Hacia el gentío, supongo. Son los suyos los primeros balazos. Todo ha transcurrido en segundos. Desde que aparecieron las bengalas hasta que somos obligados a tendernos, no ha pasado más de un minuto. Todo, en segundos. Como en segundos —y después de que veo al hombre disparar— se desata una balacera colosal. Entre el estruendo
sobresale el ruido peculiar de las ametralladoras. Nuestra terraza es blanco de millares de balas.
Tirados boca abajo, amontonados, con la respiración entrecortada, impedidos para buscar refugio o escapar del horror, sentimos cómo las balas pasan a unos centímetros de nuestras cabezas y hacen impacto en la pared, desprendiendo trozos de mosaico y haciendo caer yeso y tierra sobre nosotros. Nuestros captores no cesan de ordenar: "¡Nadie se mueva!", gritan. "¡Traidores!, ¡comunistas!, ¡cabrones!. ¡No levanten la cabeza!. ¡El que se mueva se lo lleva la chingada!". La balacera llega a su apogeo. Nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurre. Ni siquiera la identidad de los sujetos que apuntan sus armas hacia nosotros sin retirar el dedo del gatillo. Menos podía saberse lo que ocurría allá abajo, en la plaza. Levanto ligeramente la cabeza y observo que nuestros captores están también tirados en el piso; pero ellos boca arriba y sin dejar de apuntarnos. "¡Baje la cabeza, hijo de la chingada!"
El alud de balas no cesa. Noto que de la terraza del Chihuahua ya no se hace ningún disparo —al principio se escuchaban perfectamente y olía a pólvora—; pero llegan en ráfagas interminables. Varias veces siento golpes en el cuerpo que me hacen suponer que he sido alcanzado por las balas. Siento un golpe seco en la pierna izquierda, que empieza a temblarme sin control. No hay dolor. Sólo el temblor en la pierna y la respiración agitada. Empiezan a escucharse angustiosos ayes, gritos de auxilio, llantos. Se escucha también el ruido del agua que cae por alguna parte. Y el ronroneo de una compresora, parte del equipo de sonido instalado para el mitin que sigue funcionando. Y los balazos. Oigo los gritos de nuestros captores, que ahora parecen tratar de identificarse con quienes disparan desde abajo. "¡Blanco!, ¡blanco!", gritan una y otra vez.
Me vuelvo y observo que varios de ellos, sin dejar de apuntarnos, agitan una mano, mostrándola hacia el exterior a través de un trozo abierto de la terraza. "¡Blanco!, ¡blanco!, ¡blanco!", gritan y vuelven a gritar. Al fin, cesa el fuego. De inmediato escuchamos la orden: "¡nadie se mueva!..." y "hasta que el mayor lo ordene". Ahora, los quejidos, los lamentos, el ruido producido por la compresora y por el agua al caer, recobran su brío. Vuelven a escucharse disparos, aunque lejanos y aislados. Los sujetos armados vuelven a gritar: "¡Somos Batallón Olimpia!..." . La respuesta es una ráfaga de ametralladora. Y otro silencio. Luego, voces: "Hay un herido. Que suban la camilla". Se oye un disparo, fuerte, hecho en la misma terraza. "¡Nadie dispare!", ordena alguien, tajante. A pocos instantes, otra vez la balacera. Escucho perfectamente cómo las ametralladoras, implacables, barren piso por piso el edificio. También nuestro piso. La
desesperación se apodera de nuestros captores. Muchas veces gritan que son "Batallón Olimpia". Nos hacen gritarlo a coro a todos. "Una, dos, tres: ¡somos Batallón Olimpia!..." . Todo en vano. Siguen las balas. Alguien sugiere que se desconecte la compresora, para evitar su ruido. Otro propone que se utilice el equipo de sonido para hecerse identificar. Una voz rotunda ordena silencio. Captores y detenidos parecemos identificarnos ante la común angustia. Otra orden: "Que pasen en cadena un walkie talkie". Al parecer, tampoco esto es posible, pues a poco se ordena que alguien baje para avisar y pedir auxilio: "Que digan que somos Batallón Olimpia. Que tenemos como cincuenta detenidos. Que suban una camilla...".
Por fin cesa el fuego. Unos minutos de incertidumbre, todos inmóviles, preceden a la orden de evacuar la terraza. Uno por uno, sin permitirles levantarse, los detenidos son cacheados y arrastrados hacia la escalera. Espero mi turno. Alguien me jala de la ropa. Miro. Uno de los del "Olimpia" me revisa rápido, nervioso, bruscamente. "Soy periodista", le digo. Su respuesta es un insulto. Me empuja rumbo a la escalera. El, como yo, tendido en el piso, pero sin dejar su arma. En la orilla de la escalera, sobre un charco, me recibe otro sujeto. Apuradamente, sin levantarme, me identifico. Este es cordial. Me ordena bajar rápidamente. Lo hago parte a gatas y parte a pie, hasta llegar al descanso del segundo piso. Veo a otro sujeto y le pregunto qué hacer. Me señala la puerta abierta de un departamento. Al entrar, varios sujetos me golpean, uno de ellos con algo duro, en la cabeza. A gritos les indico que soy periodista. Un hombre alto y grueso, que parece
ser el jefe, me jala y me lleva a un pequeño baño. Allí están otros dos individuos armados. El "mayor" —oigo que así le llaman— observa mi credencial de Jueves de Excélsior y cambia de actitud. Me invita a permanecer en el baño y me ofrece tranquilidad. Uno de sus acompañantes se disculpa ("¿Qué pasó con su guante blanco?. Mira. ¿No te dijeron?. Te hubieras puesto un pañuelo"). Y me ofrece una toalla para secarme.
Mientras eso hago observo a través de la puerta del baño hacia la estancia del departamento. Está atestado de jóvenes detenidos. Hombres y mujeres. Todos están sentados en el piso y se les ha ordenado quitarse los zapatos. Aunque la luz esta apagada, gracias a la que se filtra del exterior puedo ver los rostros aterrorizados. También logro ver, con dificultad, parte de una habitación contigua a la estancia. Allí, dos sujetos golpean brutalmente a un muchacho, hasta hacerlo desplomarse. Sobre una cama hay alguien que se queja. También en la estancia hay varios heridos. Lo noto cuando el "mayor" pregunta si los hay. Entre gritos y empellones es introducida al departamento una muchacha, la cual es colocada en un rincón, junto a la puerta del baño y a unos metros de mí. Uno de los que la trajeron le increpa: "Traidora desgraciada —le dice— ¿qué es lo que quieren?, ¿para qué meten violencia si en México tenemos paz?. Aquí no le falta
nada a nadie. Son unos traidores... ". Luego ordena que sea cacheada: "¡Revísenle hasta las nalgas; no les dé pena!... Esta es una fichita". Y se la llevan a jalones. Poco después la traen, desaliñada y medio desnuda. Llora sin cesar. Vuelve a ser insultada e interrogada. Da su nombre, su dirección y otros datos.
Los minutos transcurren lentamente. Permanezco sentado sobre la tapa del excusado. Fumo. Junto a mí está un guardián armado, que me comenta: "Yo nunca había echado bala así. Esto es horrible. Mataron a mi compañero. Los dos llegamos hace poco de Tabasco". Le pregunto a qué corporación militar o policiaca pertenece. "No", responde. "Nosotros somos del Batallón Olimpia". Y ante mi ansiedad por salir de esta pesadilla, me aconseja calma. "Te conviene esperar", dice. "Aquí estas seguro. Si ahorita bajas, te dan. Mejor espérate". Comprendo y espero. Al rato oigo que empiezan a bajar a los detenidos, uno a uno. Regresa el "mayor". Viene por mí. Me saca y, juntos, bajamos la escalera. A lo largo de toda ella hay una valla de agentes que golpean despiadadamente a los detenidos que son bajados. El "mayor" tiene que abrazarme y, a la vez que lleva la mano enguantada al frente, va gritando "¡blanco!, ¡blanco!" para evitar que sea yo golpeado.
Rápido llegamos a la planta baja. El "mayor" me encomienda a otro individuo, que me obliga a colocarme de cara a una columna, con los brazos en alto. Así permanezco tal vez diez, quince minutos. Durante ese lapso otros tres sujetos se acercan, con ánimo de golpearme. "Parece que es periodista", los ataja mi guardián. Por fin llega la orden; "Dice el coronel que lo suelten. Que se vaya. Nada más que salga usted por donde pueda y vaya gritando 'blanco', por si acaso...". Así lo hago. Camino por el amplio vestíbulo de la parte posterior del Chihuahua —el lado contrario del que da a la plaza—. Al pasar por otra de las entradas encuentro a Fausto Fernández Ponte, reportero de Excélsior. Quiere subir, porque vive ahí y su familia está arriba. Me alcanza luego un fotógrafo de Diario de la Tarde. Juntos seguimos avanzando al grito de "¡blanco!, ¡blanco!". Al cruzar el pasillo que separa al Chihuahua de la explanada de la iglesia veo a varias
personas tiradas. Solo las veo quietas. No sé si muertas. No puedo averiguarlo.
El fotógrafo y yo rodeamos la iglesia. Dos o tres veces somos detenidos por militares. Una de ellas por un teniente. Nos pide identificarnos. Luego nos pregunta:
—¿Estaban en el edificio?
—Sí señor.
—¿Quiénes estuvieron disparando desde ahí?
—Los del Batallón Olimpia.
—¿Cómo? —inquiere, notoriamente asombrado, confuso— ¿no eran los estudiantes?
—No. Eran los del Olimpia. Ellos estuvieron tratando de identificarse, pero no lo lograban.
Y, pensativo, desencajado, el oficial nos franquea el paso. Al aproximarnos al vestíbulo del edificio de Relaciones, en una de las zanjas de las ruinas prehispánicas, veo a muchos jóvenes amontonados. Supongo que son detenidos. Cautelosamente recorremos el vestíbulo. Junto a una columna, pecho a tierra, está un soldado vigilante. Damos vuelta. Al fin estamos fuera del horror, en la calzada Nonoalco. En la orilla de la acera, un cordón de soldados —bayoneta calada, rostro recio— impide el acceso a la zona. Frente a ellos, una muchedumbre —estudiantes, mujeres, vecinos— vocifera indignada: "¡Asesinos!", les gritan en su cara a los militares. Estos, en un momento dado, avanzan hacia la gente y la hacen dispersarse momentáneamente. A media cuadra vuelven a reunirse y a gritar. Son casi las nueve de la noche.
(Octubre 4 de 1968.)
Boletín Informativo ISA núm 530
http://serviciodenoticiasisa.
Sumario:
I. Urge aplicar un plan anticrisis en México ante el desplome histórico de las bolsas, propone López Obrador durante su gira por Los Ángeles, California
II. Inicia AMLO gira en Los Ángeles. Ofrece diversas entrevistas a medios. Fraude y política mexicana, los temas principales, por Víctor Hernández
--------------
URGE APLICAR UN PLAN ANTICRISIS EN MÉXICO ANTE EL DESPLOME HISTÓRICO DE LAS BOLSAS, PROPONE LÓPEZ OBRADOR DURANTE SU GIRA POR LOS ÁNGELES, CALIFORNIA
Andrés Manuel López Obrador planteó la necesidad de aplicar un plan anticrisis en México, ante la caída histórica de las bolsas y el evidente riesgo de que la crisis económica en nuestro país se convierta en una inestabilidad cambiaria, que podría derivar en una devaluación de la moneda nacional.
El presidente legítimo de México declaró lo anterior desde Los Ángeles, California, donde se encuentra para promover la cinta Fraude: México 2006, premiada en el Festival Internacional de Cine Latino, como el mejor documental.
“Estamos hablando de una caída histórica en las bolsas de Estados Unidos, México y un importante número de naciones, que va a traer graves consecuencias, como menos crédito, menos remesas, menos entrada de divisas por concepto de turismo y menor crecimiento económico en nuestro país”, explicó.
La peor caída del mercado accionario también podría ocasionar una baja en los precios internacionales del petróleo, que provocaría un aumento en el déficit comercial y México se encontraría “en una situación realmente grave”, advirtió.
En una entrevista que concedió a integrantes del Consejo Editorial del periódico La Opinión de Los Ángeles, California, el presidente legítimo de México consideró urgente que actúen los legisladores de todas las fracciones parlamentarias representadas en el Congreso de la Unión ante la crisis económica, política y social en México.
“La intervención del Poder Legislativo es necesaria para cubrir el vacío que ha dejado el inmovilismo del presidente pelele, Felipe Calderón, y evitar una mayor afectación al pueblo de México”, argumentó.
Hizo énfasis en que “Calderón Hinojosa está en el limbo” y actúa de manera irresponsable, porque hace unos días declaró que si a Estados Unidos le daba pulmonía, a nosotros, a México, solo le daría gripe.
“Calderón es un irresponsable, no sabe lo que está diciendo y se han perdido ya dos años. En vez de actuar, se ha dedicado a la pura demagogia y a la publicidad”, mientras se deteriora la situación económica y social de los mexicanos, subrayó.
A lo largo de la conversación con el cuerpo directivo de La Opinión, López Obrador insistió en que la crisis social y económica, así como la carestía y el desempleo, se traducirá en una inestabilidad cambiaria, con riesgo de una devaluación del peso mexicano.
Expuso que durante la asamblea informativa del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que se realizó el pasado domingo en el Zócalo de la Ciudad de México, propuso un plan anticrisis, a partir de un cambio del régimen económico impuesto a los mexicanos desde hace 26 años.
Con el desplome de las bolsas de Estados Unidos, de México y de naciones latinoamericanas, que es producto de la crisis financiera en el vecino país del norte, resulta urgente la puesta en marcha del programa anticrisis para sortear los problemas económicos y sociales que agobian a la mayoría de las familias mexicanas.
Por la mañana, López Obrador concedió una entrevista a Eddie Sotelo, conductor del matutino “Piolín por la Mañana”, que se transmite por la estación “La Que Buena”, 107.9 fm, de Univisión Radio, y durante el resto del día acudió a diversos canales de televisión para promover la película Fraude: México 2006 en Los Ángeles, California.
La cinta es el primer documental que registra un fraude electoral en el mundo”, informó su director Luis Mandoki. Cabe mencionar que dicho testimonial fue premiado la semana pasada como el mejor documental en la categoría del público, en el Festival Internacional de Cine Latino de Los Ángeles.
martes, septiembre 30, 2008

Para escucharlo presiona la imagen o aquí:
Read the plan to fix our economy....

http://www.youtube.com/watch?v=KXqMAnv2Ans
Traducción del espot:
Durante ocho años nos han dicho que el camino para una economía fuerte era darle enormes recortes de impuestos a los estadounidenses más ricos y que, de alguna manera, la prosperidad se desparramaría en cascada. Pero ahora sabemos la verdad: No funcionó. En vez de que la prosperidad cayera en cascada, el dolor se ha extendido. Los ingresos de las familias trabajadoras han disminuído 2,000 dólares al año. Estamos perdiendo empleos. El déficit es explosivo. Nuestra economía está en problemas. Yo sé que podemos maniobrar para escapar de esta crisis, pero no a través del mismo camino. Y de eso se trata esta elección. En materia de impuestos John McCain y yo tenemos ideas muy diferentes. En vez de darle miles de millones de exenciones fiscales a las grandes corporaciones y a las compañias petroleras, reduciré los impuestos de los nuevas y pequeñas empresas. En vez de quitar los impuestos de las compañías que mandan puestos de trabajos al extranjero, se los quitaré a las compañías que creen empleos en Estados Unidos. En vez de extender los recortes presupuestales de Bush a los más ricos, yo los concentraré en ustedes. Mi plan ofrece hasta tres veces más recortes de impuestos a la clase media que el senador McCain. Si ustedes ganan menos de un cuarto de millón de dólares al año, no verán ni un centavo de nuevos impuestos bajo mi plan. Y las personas de la tercera edad que ganen menos de 50,000 dólares, que luchan con los aumentos a los alimentos y a las medicinas con ingresos fijos, no tendrán que pagar el impuesto al ingreso. El código fiscal que tenemos hoy en día es de 10,000 páginas de longitud. La mayoría fue redactado por algún cabildero que representaba a los intereses especiales. Ya es hora de que tengamos un presidente que los ponga a ustedes primero. Ojalá que se conecten a BarackObama.com y lean mi plan completo. Ayudará a reanimar nuestra economía, crear millones de empleos, y resucitar las calles principales a lo largo de todo Estados Unidos. La vieja teoría de recortar los impuestos de los ricos para que la fortuna caiga en casgada a los pobres no ha funcionado. No podemos darnos el lujo de vivir cuatro años más como los últimos ocho. Soy Barack Obama y apruebo este mensaje porque sé que con una nueva dirección y nuevas políticas enfocadas al empleo y a la clase media, podremos levantar a nuestra economía y a nuestro país.
Documental
(Pirateando la Democracia)
Dirección: Simon Ardizzone, Russell Michaels
Producción: Simon Ardizzone, Russell Michaels, Robert Carrillo Cohen
Personajes: Bev Harris, Kathleen Wynne, Andy Stephenson, Harri Hursti, Herbert Hugh Thompson Ion Sancho
Año: 2006
Duración: 82 minutes
Idioma: Ingles con subtítulos en Español
Productora: HBO
Máquinas de votación electrónica contar sobre el 87% de los votos emitidos en Estado Unidos en la actualidad. ¿Pero son fiables? ¿Están a salvo de la manipulación?. Desde el punto de vista actual de la audiencia del Congreso a los persistentes informes de prensa sugieren que el uso indebido de datos e incluso la fraude, la preocupación por la integridad del voto electrónico están creciendo día a día. Si el proceso de votación no es seguro, tampoco lo es la democracia La oportuna cautela de este documental expone enorme agujeros en la seguridad de EUA del sistema de votación electrónica.En las elecciones presidenciales de 2000, una máquina de votación electrónica registró menos 16022 votos para Al Gore en el Condado Volusia, Florida. Aunque el fraude nunca fue probado, los defectos advertidos por el recuento hecho por ordenador, científicos, políticos y todos los ciudadanos son conscientes de la posibilidad muy real de la piratería informática durante las elecciones .En 2002, en Seattle, la escritora Bev Harris pidió a los funcionarios de su condado por qué había adquirido los sistemas electrónicos de pantalla táctil para su elección. Insatisfecha con su explicación, decidió obtener más información sobre las máquinas de votación electrónica por su cuenta. En el curso de sus investigaciones, descubrió cientos de denuncias de incidentes de voto, Harris tropezó a través de una "biblioteca online" de la Diebold Corporation, con un tesoro de información sobre el interior de funcionamiento de la empresa del sistema de votación.Harris comunico esta propiedad "secreta" de la información a expertos en seguridad informática, como el doctor Avi Rubin de la Universidad Johns Hopkins, que determinó que el software carecía de las características de seguridad necesarias para evitar la manipulación. Su investigación posterior la llevó a los cubos de basura de Texas a la secretaria de estado de California y finalmente a Florida, donde un "mini-elección" para probar la vulnerabilidad de las tarjetas de memoria utilizadas en la votación electrónica produjo resultados alarmantes.Como el alcance de su misión creció, Harris se basó en la experiencia de otros expertos científicos, políticos y activistas, entre ellos: Andy Stephenson, candidato a secretario de estado en el estado de Washington; Susan Bernecker, candidato republicano en Nueva Orleans, Kathleen Wynne , Un activista de Cleveland; Dr Herbert Thompson, estratega jefe de seguridad, la seguridad de Innovación, Inc; Ion Sancho, supervisor de elecciones de Leon County, Florida, y Harri Hursti, un analista de seguridad. David Dill, profesor de ciencias de la computación en Stanford, dice que el problema es que hay "un montón de gente involucrada en la escritura de software, y mucha gente que podría haber tocado el software antes de que entró en esa máquina. Si una de esas personas pudo poner algo malicioso en el software y despues ser distribuido a todas las máquinas, despues de que una persona puede ser responsable de modificar decenas de miles de votos, tal vez, incluso cientos de miles, en todo el país. "En la Florida, el Condado de León supervisor de elecciones Ion Sancho presidió un juicio "mini-elección" para ver si la votación podría ser hackeado sin ser detectado. Antes de que los votos fueron emitidos, el analista de computadoras Harri Hursti hablo de la posibilidad de "relleno de las urnas" de votos antes de entrar la tarjeta de memoria en el ordenador . Después de los votos emitidos, los resultados que aparecen en pantalla cuando la misma tarjeta de memoria se inscribió en el programa de tabulación central indicó que el fraude fue posible. . En otras palabras, de acceder a una tarjeta de memoria antes de una elección, alguien podría cambiar los resultados - una reclamación Diebold había negado era posible.En última instancia, Bev Harris investigación demostró que la parte superior de sistemas computadorizados secretos de contar los votos en América durante las elecciones no solo no son sólo falibles, sino también vulnerables a la piratería indetectable, desde el local del consejo escolar se opone a la carrera presidencial. Con las máquinas de votación electrónica de tres empresas - Diebold, ES & S y Sequoia - colectivamente responsables de alrededor del 80 por ciento de los votos de América del hoy, el juego de la democracia son altos.
Informacion de Wikipedia y web oficial.