Desde el domingo Wikileaks tiene en jaque al Departamento de Estado norteamericano, y no pocos auguran semanas de intenso despliegue informativo por la filtración de los 250 mil informes de las embajadas estadounidenses en el mundo.
Durante varios días, los periódicos The New York Times, The Guardian, El País, Le Monde y Der Spigel, entre los más influyentes del planeta, han ido develando parte del contenido de los mensajes que hoy tiene de cabeza a la diplomacia estadounidense.
Hillary Clinton, secretaria de Estado, de inmediato calificó este hecho como un ataque no solo a los intereses de la política exterior de Estados Unidos, sino contra la comunidad internacional.
Los entendidos aseguran que los 1,6 gigabytes de archivos de textos filtrados, revelan una historia diplomática contemporánea sin precedente.
Estos documentos fueron sacados de la propia red cibernética de información del Departamento de Defensa, conocida como Siprnet, a la que tienen acceso más de dos millones de especialistas norteamericanos.
Por tal motivo, la fuerza armada estadounidense tiene detenido desde hace siete meses al soldado Bradley Manning, de 22 años de edad, como sospechoso de bajar material clasificado sin autorización, mientras se desempeñaba como analista de inteligencia en una base militar en Iraq.
A Manning se le llevará a juicio militar el próximo año, bajo la sospecha de haberle facilitado a Wikileaks el video de un helicóptero militar que asesinó a varios civiles en Bagdad, incluidos dos reporteros de la Reuters, a lo que se añade haberle facilitado cientos de miles de documentos sobre las operaciones en Afganistán e Iraq.
También le atribuyen la copia de los nuevos informes que se exponen en los cinco medios escogidos para darlos a conocer de conjunto con este sitio, aunque Wikileaks permanece prácticamente bloqueado desde el pasado domingo.
Su acceso es denegado como consecuencia de un ataque cibernético de 10 gigabytes por segundo, equivalente -según expertos- a la acción simultánea de dos millones de computadoras.
No obstante, refieren analistas, estos nuevos datos han puesto en un estado de debate, alerta y consternación al gobierno de los Estados Unidos, la comunidad internacional, la diplomacia y el ejercicio del periodismo en la era de Internet.
Cruda y claramente están mostradas las evidencias de las torturas, los disparos a mansalva contra civiles, los arreglos entre bambalinas para entorpecer la justicia, las presiones contra gobiernos, y hasta la manera de buscar pretextos para justificar guerras.
Y aunque las opiniones han ido desde la aprobación a la crítica de las acciones de Wikileaks y de su fundador, Julian Assange, la veracidad de los contenidos expuestos nadie ha podido negarla, y no resulta poco el forcejeo para conducir los debates hacia la legalidad del proceder del sitio, en vez de al análisis de los contenidos expuestos.
Sobre Assange, cuyo paradero se desconoce, pesa hoy una orden mundial de arresto, emitida por la INTERPOL, y se le investiga en los Estados Unidos, donde podría enfrentar cargos según la Ley de Espionaje.
Mientras se intenta descarrilar la verdadera polémica sobre los significados de estas pruebas documentales originales, varios análisis concuerdan e insisten en que los medios tradicionales ya perdieron el monopolio de la información que antes gozaban.
La filtración que hoy le da la vuelta al mundo, empezó a moverse mediante una memoria portátil del tamaño de un dedo, para luego pasar a una página web, y después a los cinco diarios escogidos. La radio y la televisión solo quedaron para comentar lo sucedido.
Pepe Escobar, autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War, refiere que es saludable saber que en secreto el emperador (del Norte), ahora completamente desnudo, habla mal de sus amigos, aduladores y enemigos, y demuestra que para nada es amigo de la información democratizada.
A su juicio se vuelve a demostrar que la verdadera información está en Internet, y no en los medios corporativos globales.
"Los ciudadanos del globo deberían hacer el mejor uso para desenmascarar y ridiculizar al poder", expone Escobar en reciente artículo del sitio digital alternativo Rebelión.
Para Noam Chomsky, reconocido politólogo y académico estadounidense, no es nuevo usar las filtraciones para revelar pruebas documentales originales, y está convencido de que, mientras mayor sea la accesibilidad a la información con las modalidades electrónicas, habrá más casos similares a este.
A su entender lo que está haciendo Wikileaks es una forma legítima de hacer periodismo, aunque cree que se tomarán medidas severas para bloquearlo. "Hay cosas en los cables que los gobiernos no quisieran que su propia población supiera", asegura.
Amy Davidson, editora de la revista The New Yorker, alerta que no faltarán voces para acusar a Assange y a sus colaboradores de espías y que se les incluya en la lista de combatientes enemigos.
Igual prevé que se le congelarán los activos de la organización y sus partidarios, además de aplicar sanciones financieras a las instituciones que colaboren con ella, y que se le imparta la orden al Cibercomando de Estados Unidos para que los asalten por la vía electrónica.
No serán pocas las acciones contra Wikileaks, la gota incómoda que tiene hoy patas arriba a la política exterior estadounidense. La cacería de Assange y su equipo apenas está comenzando.
(*) Redacción de Temas Globales
em/km
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