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viernes, noviembre 12, 2010

El fracaso de las prisiones

Recluir en cárceles a los infractores no contribuye a su rehabilitación ni a reducir la criminalidad, por el contrario: favorece el hacinamiento. Hasta ahora, la posibilidad de aplicar penas sustitutivas ha sido tímida en México y no se puede evaluar su resultado, estiman juristas y legisladores mexicanos. Adicionalmente, en el actual sistema penal persiste la falta de transparencia, como se demuestra en el excesivo tiempo de reserva que se aplica a las averiguaciones previas concluidas.

Castigar los delitos con la privación de la libertad le cuesta al Estado mexicano 29 millones de pesos diarios, que representan 12 mil millones de pesos al año. Mantener en prisión a 222 mil 297 reclusos –casi el 40 por ciento de ellos, jóvenes que provienen de los sectores marginales de la sociedad– no ha contribuido a disminuir la tasa de criminalidad ni a disuadir a los delincuentes. Para Sergio García Ramírez, expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, esta política abre una ventana “hacia un sistema sumamente autoritario de justicia penal, cobijado bajo una bandera benévola”.

El jurista, quien también presidió la Academia Mexicana de Ciencias Penales, manifiesta que, ante la criminalidad “desbordante y desbocada, de una antisocialidad que nos ocupa y preocupa, lo que hemos hecho ha sido multiplicar los delitos”. Explica que en la medida en que surgen los escándalos y preocupaciones sociales, los legisladores modifican y aumentan las penas.

Las hipótesis delictuosas y los tipos penales aumentaron, con punibilidades “verdaderamente exageradas” que saturan las prisiones, indica García Ramírez. Eso significa que se pretende combatir la criminalidad con penas de 50, 60 y hasta 70 años que, por supuesto, no se aplican a nadie porque “lo que prevalece es una rampante impunidad”, agrega el abogado.

El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México estima que esa política se inserta en un esquema donde, “para disgusto y horror de las autoridades locales”, no se dispone de los recursos necesarios para la manutención de los reclusos federales. A esta problemática se suma el hecho de que, en las prisiones, se aloja cerca del 40 por ciento de presos sin condena y que serían presuntos inocentes.

El también exprocurador General de la República describe que, en México, se generaron dobles sistemas penales y de cárceles. Existe “un sistema penal y prisiones asignadas para la delincuencia ordinaria, y otro sistema penal y prisiones para lo que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos designa como medidas especiales de control”. Ése sería el caso de los reclusos de la llamada delincuencia organizada.

El otro sistema penal atiende los “otros delitos” –homicidios, lesiones dolosas, delitos sexuales, secuestros, robos con armas–. Para el doctor en derecho, ante el panorama de criminalidad ya se debería haber adoptado una serie de medidas más racionales que, aparentemente, no se han emprendido.

En su análisis sobre la situación en las prisiones mexicanas, el expresidente de la Comisión de Reclusorios del Distrito Federal sentencia: “Las prisiones son una manifestación sombría y cruel de un sistema penal”. Ese problema acarrea también el hacinamiento en prisiones.

El sistema de cárceles del Distrito Federal, concebido en 1975, preveía una población de 1 mil 500 o 1 mil 800 reclusos. Treinta y cinco años después, y a pesar de sus incrementos físicos, las prisiones resultan insuficientes para albergar a 13 mil o 14 mil reclusos.


Prisión para jóvenes excluidos

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad Pública, difundidas en julio pasado, el 33 por ciento de su presupuesto se destina para mantener a los presos en 429 reclusorios. Parte importante del universo de presos está constituido por jóvenes de entre 18 y 25 años que provienen de los sectores más marginales de la sociedad. La antropóloga social Elena Azaola Garrido estima que ese sector de procesados recibe penas de prisión tan altas que marginan más a los ya de por sí excluidos.

Los números muestran que la gente de escasos recursos es la que colma mayoritariamente las prisiones mexicanas. En México, el 70 por ciento de la población carcelaria recurrió a las defensorías de oficio; prácticamente no tuvieron defensa y por eso fueron a prisión, explica la especialista en criminalidad y violencia contra jóvenes.

Ante tal situación, Azaola cuestiona “severa y profundamente este sistema de justicia que mantiene en prisión a este grupo de personas en esas circunstancias”. Asimismo, describe que la sobrepoblación carcelaria es de 130 por ciento, con un incremento de la cuarta parte en los últimos años.

Este escenario, dice, es preocupante porque el de las prisiones es un mundo degradado, deshumanizado y en el que se invierten pocos o ningún esfuerzo; es la última de las prioridades en las agendas políticas. La especialista manifiesta que “es una ceguera política no atender lo que ahí ocurre. Nuestras cárceles están llenas de gente pobre que ha cometido delitos muy menores”.

Hasta ahora, no hay evidencia de que las prisiones cumplan con sus fines, sino que representan un daño en sí mismas para la población interna, que se distribuye a sus familias; también daña a las comunidades. Esto ocurre cuando se cometen delitos muy graves que quedan impunes y que generan en la sociedad la sensación de que no hay un juego limpio, de que no hay un juego justo, apunta la autora del estudio Crimen, castigo y violencias en México (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 2008).

La situación de México no es muy distinta a las políticas criminalísticas que aplican otros países de América Latina, por lo general todas privilegian el enfoque punitivo al tiempo que permanecen impermeables a otras evidencias de la experiencia internacional y los estudios científicos.

Por ello, considera que el abandono de programas de rescate social, particularmente los dirigidos a los sectores en riesgo, evidencia lo equívoca de la política criminológica actual; por ello, propone elaborar políticas criminales vinculadas con las políticas sociales y con más énfasis en la prevención.


Criminalidad impune

Los datos sobre la tasa de homicidios en el país muestran que, “para nuestra tragedia, estamos frente a un incremento de la criminalidad”, señala el jurista Sergio García Ramírez. Se refiere a la cifra de casi 30 mil “asesinatos” en lo que va de la supuesta guerra contra el narcotráfico.

Es apremiante transformar el sistema penitenciario y revisar de qué forma afectan las penas de libertad la conducta de las personas, coinciden analistas, legisladores y juristas.

Mano dura… contra los pobres....y los pillos de los narcopoliticos corruptos?

Leer articulo completo AQUI.

lunes, abril 06, 2009

Luis Echeverría culpable del genocidio del 2 de Octubre


UNIÓN DE JURISTAS DE MÉXICO

BOLETÍN DE PRENSA

Ciudad de México, 2 de abril de 2009

¡LUIS ECHEVERRÍA, CULPABLE DEL GENOCIDIO DEL 2 DE OCTUBRE DE 1968, AUNQUE LOS JUECES LO EXONEREN!

La investigación histórica y el juicio popular acreditan que el ex presidente Luis Echeverria Álvarez es culpable de la comisión del delito de genocidio cometido el 2 de octubre de 1968 contra un grupo de estudiantes y pobladores que demandaban democracia y libertad para México, aunque en días pasados los Tribunales del poder judicial federal le hayan otorgado la libertad con las reservas ley. A casi 41 años del 2 de octubre de 1968, los victimarios de aquellos hechos no han sido castigados ni se ha esclarecido toda la verdad.La resolución judicial dictada por el Quinto Tribunal Colegiado y Segundo Tribunal Unitario en materia penal del primer circuito dieron otra demostración de inutilidad, al decidir que si se acredita el delito genocidio, previsto y sancionado en el artículo 149 bis del código penal federal, pero que no se acredita la responsabilidad criminal del ex presidente Echeverría Álvarez por falta de elementos de prueba, porque solamente era secretario de Gobernación. Con ello, el Poder Judicial federal abona una vez más el camino de la impunidad, al dejar de responsabilizar a funcionarios y demás miembros de la oligarquía gobernante de sus actos ilegales. La ley al servicio de los poderosos, sin importarles pasar por encima de la Constitución.No cabe duda, que en la Plaza de las Tres Culturas se dio un genocidio cuando el ejército mexicano atacó una manifestación pacifica de jóvenes que protestaban contra los encarcelamientos y la represión. El número de muertos y heridos nunca se ha precisado, pero las investigaciones históricas han comprobado fehacientemente que se trató de una acción decidida, organizada, financiada y ejecutada desde el poder. Y que, junto con el ex –presidente Gustavo Díaz Ordaz, Echeverría dirigió personalmente la represión. Así lo han revelado numerosos investigaciones, particularmente la que se coordinó precisamente desde la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), que el foxismo montó de 2001 a 2006, luego manipulo y desmanteló, dejando actualmente pendiente la deuda con el pueblo de México, de conocer la verdad y castigar a los culpables. Con ello, también se acredita el fracaso de dicha fiscalía, amén de los cuestionamientos a su dirección.La sangre inocente que se derramó en Tlatelolco no se lavará con sentencias indignas. Los magistrados y jueces son ahora cómplices de esos actos de barbarie. Con ello, no sólo dejan sin castigo a delincuentes de lesa humanidad, sino que además frustran las esperanzas de justicia de millones de habitantes de este país y pretenden con ello minimizar la gran contribución que el movimiento estudiantil popular de 1968 generó a la lucha por la democracia en nuestro país, que es un parteaguas de nuestra historia moderna.Cuando la justicia en una nación muestra sus desatinos, como es el caso, procede entonces recurrir a las instancias internacionales. En el plano interamericano y en el de Naciones Unidas, quedan todavía mecanismos para lograr el enjuiciamiento de Echeverría y de sus cómplices. Infortunadamente, tenemos que salir del país para buscar la luz de la justicia, pues en México el ambiente es oscuro amenazante; los derechos humanos van en retroceso ante el avance del autoritarismo y la militarización por efectos del “Plan Mérida”.Los juristas y defensores de los derechos fundamentales que suscribimos este boletín deploramos la vergonzosa actitud de los magistrados y jueces que exculpan a Echeverría. Declaramos que sumaremos nuestros esfuerzos a los del Comité 68, a los de las ONG, y al de tantos y tantas mexicanas que están ávidos de justicia. Insistiremos en la creación de una comisión de la verdad, haciendo patente nuestro firme propósito de continuar luchando, por los medios legales a nuestro alcance, para que se enjuicie y sancione a los criminales de lesa humanidad y nunca más se repitan los genocidios, como el de 1968, cometidos por un Estado terrorista y represor.

Atentamente:
Eduardo Miranda Esquivel, Jesús Cervantes Esparza, Cesar de León y Pablo Franco Hernández, por la Presidencia Colegiada de la Unión de Juristas de México UJM; Lauro Sol, Presidente de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos ANAD; José Enrique González Ruiz, por el Programa de Derechos Humanos de la UACM; José Sotelo Marbán, ex coordinador del informe de la FEMOSPP ¡que no vuelva a suceder!; Dip. José Alfonso Suárez del Real y Aguilera; Comité 68 y varias firmas más.