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martes, diciembre 22, 2009

“Gulfo”: petrodivisa árabe del CCPAG para desplazar al dólar

Bajo la Lupa
*“Gulfo”: petrodivisa árabe del CCPAG para desplazar al dólar
El dólar estadunidense, en riesgo de ser desplazado como petrodivisa.Foto Reuters
El clásico pequeño Medio Oriente” –a no confundir con el “gran Medio Oriente” de los geoestrategas israelíes, quienes lo extienden hasta Cachemira, el Cáucaso, Mauritania y Somalia (el cuerno de África)– exhibe un nuevo orden pentapolar regional que desplazó su centro de gravedad más al norte y noreste (el mar Caspio: la tercera reserva de hidrocarburos del mundo) y consta de tres añejas potencias –Egipto, Arabia Saudita e Israel–, ubicadas en el centro-sur, y dos nuevas potencias emergentes en el norte-centro (Turquía e Irán).
La debilidad de Turquía e Irán, dos medianas potencias militares, radica en el ámbito financiero dominado todavía por la dupla anglosajona (y su aliado israelí), mientras Arabia Saudita representa la máxima potencia financiera tanto del mundo árabe como islámico, lo cual se deriva de su sabio manejo de los hidrocarburos (al revés del “México neoliberal”, que se quedó prácticamente sin banca nacional, lo cual demuestra la validez de nuestro axioma sobre el inextricable binomio “hidrocarburos-banca”) y bajo cuya sombra se ha cobijado el restante de las otras cinco petromonarquías árabes del Golfo Pérsico, quienes han creado el bloque comercial CCPAG (Consejo de Cooperación de los Países Árabes del Golfo), que excluye a dos países ribereños: uno árabe, Irak (bajo ocupación anglosajona), y otro persa, Irán, ambos de mayoría chiíta.
No es ninguna novedad: en nuestro libro Hacia la desglobalización (Jorale Editores, 2007) expusimos la tendencia a nuevas “regionalizaciones” en que destacan los proyectos de divisas comunes tanto del Mercosur como del CCPAG, quien busca para 2010 la concreción de lanzar la divisa compartida “gulfo”, según los deseos de su reciente cumbre celebrada en Kuwait (An-Nahar, 16/12/09).
La crisis de Dubai y la feroz querella financiera entre Kuwait y el siniestro Grupo Carlyle –que controla el nepotismo dinástico texano de los Bush (su representante local es Luis Téllez Kuenzler, quien tanto daño le ha causado a México para beneficiar a Estados Unidos)–, catalizaron el nuevo arreglo para lanzar el “gulfo”, a lo que estaba reticente Kuwait, a quien siempre señalamos como una “gasolinera anglosajona en el desierto” y que ahora empieza a quitarse los grilletes de su dependencia, como fue notorio durante la conferencia anual FIKR (que significa “pensamiento” en árabe) y donde se realizó un correcto diagnóstico sobre la decadencia financiera y económica de Estados Unidos.
Sobra narrar que el hoy quebrado grupo petrolero texano Carlyle estafó enormes sumas de dinero a Kuwait (arabfinance, 2/12/09). ¿Cuánto no habrá saqueado el Grupo Carlyle al “México neoliberal”?
Las seis petromonarquías del CCPAG –Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahrain, Omán y los Emiratos Árabes Unidos (que comprenden Dubai y Abu Dhabi)–, creado hace 28 años, tienen un territorio de casi 2.7 millones de kilómetros cuadrados, una población total de 40 millones, un PIB (nominal) de 1.1 billones de dólares y, sobre todo, detentan alrededor de 45 por ciento de las reservas de petróleo y 25 por ciento del gas a escala planetaria.
En la fase de la “sequía crediticia” global la suma de sus reservas de divisas colocaría al CCPAG en el cuarto lugar mundial con 476 mil 943 millones de dólares, detrás de China, Japón y la eurozona, y por delante de Rusia, India, Corea del Sur y Brasil.
Arabia Saudita sola (que de por sí ya ostenta el cuarto lugar mundial) aporta 83 por ciento de todas las reservas; de allí que su capital Riad sea la sede del nuevo banco central de la unión monetaria del CCPAG.
El polémico analista británico Ambrose Evans-Pritchard, portavoz oficioso de los intereses financieros de la City, considera que el “gulfo”, basado en el modelo del euro, constituye “la más reciente amenaza a la hegemonía del dólar” (The Daily Telegraph, 15/12/09).
Lo peor: es probable que “desplace potencialmente (sic) al dólar como la divisa para cotizar los contratos de petróleo”, además de gozar una enorme “influencia en los intercambios mundiales de divisas y en los mercados de capitales”. A su juicio, “su influencia financiera sería igual a la de China”, lo cual suena muy exagerado.
Ambrose Evans-Pritchard amarra las clásicas navajas balcanizadoras entre sunitas y chiítas, así como entre árabes y persas: “los países sunitas (sic) del Golfo están profundamente preocupados sobre las grandes (sic) ambiciones de poder del chiíta Irán y su búsqueda de armas nucleares, al punto de que el tema de una posible guerra (¡súper-sic!) entre Irán y una constelación (sic) de países encabezados por Arabia Saudita ha irrumpido en los debates de los medios”.
Evans-Pritchard padece la obsesión tanto por una tercera guerra mundial como por una guerra regional medioriental con el fin de que prevalezcan los intereses financieros israelí-anglosajones. Nada más que se equivoca vulgarmente al tildar al CCPAG de “sunita” en su totalidad, cuando la isla de Bahrain exhibe una notable mayoría chiíta (casi 70 por ciento de chiítas frente a 30 por ciento de sunitas del total islámico), lo cual confiesa hasta el gobierno británico (British Foreign and Commonwealth Office), a quien no consultó en su intrépida propaganda bélica.
La percepción regional cuenta y llama la atención el enfoque militar de The Daily Times (de Pakistán: gran aliado de Arabia Saudita; 16/12/09), quien afirma que las seis petromonarquías árabes “aliadas de Estados Unidos (sic)”, quienes “comparten los temores de Washington sobre el programa nuclear iraní”, acordaron formar “una fuerza conjunta de intervención rápida contra las amenazas a su seguridad”, como sucede ahora en Yemen.
Al Jazeera (15/12/09), con sede en Qatar, se centra en la unión monetaria del CCPAG, que produce 15 millones de barriles al día, pero tampoco pasa por alto que varios de ellos “hospedan bases militares de Estados Unidos” –a las que habría que agregar la más reciente de Francia en los Emiratos Árabes Unidos (ver “Radar Geopolítico”, Contralínea, 13/12/09)– y “han gastado miles de millones de dólares para robustecer sus fuerzas militares después de la invasión de Irak a Kuwait”.
Se desprende la alta vulnerabilidad militar del CCPAG, paradójicamente una potencia geoeconómica y geofinanciera.
El rotativo libanés An-Nahar (16/12/09) se enfocó más a desechar las amenazas económicas de Irak “en elevar en forma masiva su producción”, que pasaría de 2.5 a 12 millones de barriles al día, a la par de Arabia Saudita, en los próximos años.
La cumbre del CCPAG consistió en un arte acrobático entre el apoyo irrestricto a Arabia Saudita en su combate contra la secesión de la tribu “houthi” chiíta de Yemen (supuestamente apuntalada por Irán) y la “oposición a cualquier acto militar contra Irán” en represalia a su programa nuclear.
En medio de la hipercomplejidad situacional se asoma el triunfo de Irán en Irak (a mayoría chiíta árabe), el nuevo competidor religioso y petrolero de Arabia Saudita, mientras una guerra de Israel contra Irán, con la bendición tácita de Estados Unidos y la OTAN, afectaría al CCPAG como a nadie.
Nada es tan linealmente maniqueo ni simplista en el Golfo Pérsico ni en el mar Rojo. Mucho menos, cuando se trata de lanzar una divisa global como el “gulfo”, que afecta intereses “hegemónicos”.

lunes, diciembre 07, 2009

Detrás de “la crisis de Dubai”

Bajo la Lupa
*Detrás de “la crisis de Dubai”
*¿Asfixiar a Irán (y al petróleo)?
Vista de la Torre Dubai, uno de los edificios más altos del mundo.



Ya indagábamos (ver Bajo la Lupa, 02/12/09): ¿Qué hay de trascendental detrás de la quiebra de Dubai, en esta coyuntura, en cuyo rescate participan en forma perturbadora los banqueros esclavistas atávicos Rothschild?”
Pues nada menos que el portal Debka (04/12/09), presunto portavoz del Mossad (los célebres servicios de espionaje israelíes), aclama la caída financiera de Dubai “con un enorme (sic) potencial político y militar (sic) para crear alrededor (léase: en el Golfo Pérsico) una superlativa (sic) crisis internacional”, y donde “Irán podría perder su puerta trasera para sortear las sanciones”.
El muy controvertido portal israelí, que no pocas veces propicia la desinformación, aduce que Dubai corre el riesgo de una “anexión” de parte del principal emirato de la federación tribal de los Emiratos Árabes Unidos (EAU): Abu Dhabi, sexta potencia petrolera mundial y con grandes reservas de dinero en la forma de “fondos soberanos de riqueza” (WSF, por sus siglas en inglés) por un millón de millones de dólares (un trillón, en anglosajón).
La crisis de Dubai “ofrece a Washington su primera oportunidad en una década para realmente golpear a Irán mediante las sanciones” que no han funcionado debido a “su alta muralla que protege la economía del castigo (sic) exterior”.
El “muro protector” de Irán se lo proporcionan las tres instalaciones portuarias y aeroportuarias para sus importaciones y exportaciones y las cuales usa ad libitum: 1. Los puertos Rashid y Jabal Ali (éste, el mayor puerto artificial del mundo); 2. El aeropuerto internacional Al Maktoum: la mayor encrucijada (“hub”) en el Medio Oriente y África, sexto mas frecuentado por pasajeros en el mundo y el onceavo para carga; y 3. La mirífica “zona libre de Jebel Ali”.
El portal israelí amenaza que, “sin tales instalaciones, Irán sería rasurada (sic) de sus conductos primarios para evadir las sanciones”.
La familia reinante del Sheikh Ahmed bin Saeed al-Maktoum, quien “concedió a Irán el uso irrestricto (sic) de los puertos y aeropuertos de Dubai, así como su zona libre, podría perder el control de tales instalaciones”, que pasarían a manos de Abu Dhabi. En ese momento, “EU y Occidente (sic) tendrán la primera (sic) oportunidad de cortar, o por lo menos reducir, el sistema de soporte vital del régimen iraní”.
Debka asevera que “sin Dubai, las sanciones pueden cerrar las líneas vitales de apoyo de Irán”, ya que hasta ahora “sus Guardias Revolucionarios y su infame (sic) Brigada Qods, la rama terrorista (sic) de espionaje exterior, han sido impermeables a los esfuerzos (sic) para dañar su infraestructura financiera, gracias a la asequibilidad inmediata de las instalaciones comerciales y de transporte”.
Debka añade una grave acusación que evidencia el hipócrita blanqueo británico y del G-7 –en la que no tiene nada que ver Irán– sobre los “ríos de dinero para Al-Qaeda”, cuya “mayoría de fondos es canalizada en Dubai, el centro primario de la encrucijada (hub) de las remesas de hawala (Nota: pagarés islámicos) de las redes del mundo musulmán”.
Según Debka, “en fechas recientes, Teherán ha recurrido a los hawalas para transferir y recibir fondos cuando los bancos occidentales rechazan cada vez más realizar negocios con las instituciones bancarias iraníes, como resultado de la presión directa de EU”.
El portal, que forma parte de la red multimediática israelí-anglosajona de la “guerra sicológica” contra Irán, dramatiza el efecto de las sanciones por venir: “Teherán contaba con los puertos y aeropuertos como un seguro contra la amenaza del embargo del Consejo de Seguridad de la ONU sobre las ventas de gasolina, diesel y productos refinados del petróleo y un posible (sic) bloqueo de EU y Occidente (sic) a los puertos”.
A su juicio, con el desplome de Dubai han sido arrinconados ”los expertos internacionales de petróleo y transporte de Irán (…),quienes habían empezado a organizar frenéticamente la nueva infraestructura para sortear las sanciones en los puertos”.
¿Fue Dubai una bomba financiera durmiente creada por la banca británica y el sionismo financiero (presuntamente encabezado por los banqueros Rothschild) para destruir a su periferia del Golfo Pérsico en el momento oportuno?
Viene la parte relevante: Debka conjetura que “Abu Dhabi tiene grandes planes para comprar a Dubai y convertir a su gobernante en una marioneta”, maniobra en la que estarían implicados EU y Arabia Saudita (AS) con el fin de perjudicar a Irán.
Sobredimensiona a Abu Dhabi, quien acabaría por adueñarse del destino integral de los EAU: “segundo país más rico y el más poderoso (sic) en el Golfo Pérsico, rico en petróleo, detrás de AS”. Esta aseveración se volvería muy discutible si se incluyese al gas de Qatar e Irán, pero no nos vamos a desviar.
Debka reduce trivialmente la lucha tribal entre primos: los Maktoum, de Dubai, contra los Nahayan, de Abu Dhabi, donde el Sheikh Khalifa bin Zayed al-Nahayan emergería como el gran vencedor mediante la “anexión virtual” de Dubai, para júbilo de Israel, EU y “Occidente”, y, quizá, de AS.
El portal israelí asevera que el gobernante de Abu Dhabi “promete pisar sobre la misma línea que Washington en referencia a Irán” y que “su plan” de anexión virtual de Dubai cuenta “con el apoyo tranquilo (sic) de EU y AS”.
Viene el amarre de navajas balcanizador y vulcanizador de la tripleta israelí-anglosajona para que se maten entre sí sunnitas y chiítas, así como árabes y persas, lo cual solamente favorece el retroceso general de todos los habitantes autóctonos del Golfo Pérsico para beneficiar a Israel, EU y Gran Bretaña, y, por extensión, al G-7, con el fin de controlar su inmensa riqueza de hidrocarburos: “los sauditas anhelan” que Abu Dhabi siga la línea de Riad en la Península Arábiga y en el Golfo Pérsico y “le ayuden en su conflicto contra los rebeldes de Yemen apuntalados por Irán” (Nota: en referencia a la rebelión secesionista de los chiítas árabes de la tribu Houthi combatidos, además del gobierno yemení y el ejército saudita, por fuerzas especiales de Jordania y un contingente simbólico de Abu Dhabi).
Concluye en forma perentoria que AS “tiene por consecuencia (sic) fuertes motivos para terminar el papel de Dubai como puerta de salida logística y financiera de Irán”.
Naturalmente que las sanciones duelen, pero en caso de resultar correctas las afirmaciones temerarias de Debka, entonces el estallido cronometrado de la burbuja inmobiliaria, es decir, la bomba financiera durmiente de Dubai, hubo tenido en la retaguardia como objetivo principal asfixiar a la teocracia chiíta de Irán, así como especular con el precio del petróleo.
Como EU, Gran Bretaña, Israel y “Occidente” no juegan solos en esta partida de ajedrez financiero-militar que se escenifica en todo el Golfo Pérsico (con alcances primarios en el mar Rojo y el océano Índico) –la principal fractura tectónica de la geopolítica a inicios del siglo 21–, falta ver cuál será el revire de Irán, que tampoco está manco y conserva muchos ases deletéreos bajo la manga.