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domingo, octubre 30, 2011

Mundo árabe: incertidumbre democrática y ascenso del fundamentalismo islámico

Bajo la lupa
Egipcios protestan en la plaza Tahrir, punto focal del levantamiento contra el depuesto régimen, contra la decisión de los militares que gobiernan el país de mantener la ley de emergencia, utilizada en la gestión de Hosni Mubarak y que da a la policía amplios poderes para operar.


Más allá de la lineal visión maniquea, Las Revoluciones Árabes en Curso (título de mi próximo libro que será presentado en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara el 3 de diciembre,y de subtítulo: El Detonador Alimentario Global), cerca de un año después de su estallido imprevisto en Túnez, han tenido, al corte de caja de hoy, resultados dramáticos cuan inesperados y, más que nada, trágicos, que las colocan en una profunda incertidumbre sobre su destino en el mediano y largo plazos.

En su inmediatez, a menos de un año del estallido de la revolución árabe, las tendencias son hoy muy claras, aunque no sean necesariamente definitivas, en medio de sus vertiginosas evoluciones e involuciones.

Se han escenificado tres defenestraciones, curiosamente en el norte de África (Túnez, Egipto y Libia): las tres dictaduras republicanas, aunque en Libia el sistema imperante que sucedió a la monarquía había sido una oclocracia –el gobierno de las masas, la famosa jamahiriya del asesinado Muammar Kadafi a sus 69 años de edad.

Cosas de la vida: la OTAN asesinó a su recién adquirido socio petrolero y financiero Kadafi, pero ha preservado las vidas de sus dos anteriores aliados: el tunecino Ben Alí y el egipcio Mubarak.

Sea lo que fuere, tres repúblicas dictatoriales de la subregión norafricana del mundo árabe han sufrido dramáticos (trágico en el caso de Libia) cambios de régimen, mientras que, guste o disguste, las seis petromonarquías del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG-6) –los más ricos de todos y quienes han hecho sentir su poder financiero para redireccionar algunas revueltas en varios sitios desde Bahrein pasando por Yemen hasta Siria (que incluye a su esfera de influencia en Líbano)– se han consolidado hasta cierto punto, con la notable excepción de Bahrein, donde aún no amaina la revuelta de la mayoría chiíta.

Sería un grave error de juicio escudriñar a los 22 países miembros de la Liga Árabe como un todo homogéneo.

A pesar de las apariencias epifenomenológicas, desde el punto de vista de las grandes ligas geopolíticas, el CCEAG-6 ha sufrido dos severos descalabros con los derrocamientos de dos bastiones militares sunitas: Irak (con Saddam Hussein) –lo cual en última instancia favoreció a Irán (su competidor por el liderazgo panislámico y por la hegemonía en el Golfo Pérsico)– y, sobre todo, Egipto –quien después de la caída de Bagdad le proveía su cobertura militar que ahora se reduce volátilmente a las bombas nucleares de Pakistán, hoy atribulada por el caos bélico que ha provocado la OTAN (en particular, EU) en Afganistán.

Sin contar el epílogo de Yemen (sensible frontera con Arabia Saudita), ¿podrá compensar el CCEAG-6, sumado de sus dos otras aliadas monarquías relativamente vulnerables (Jordania y Marruecos), sus dos severos descalabros geopolíticos con el derrocamiento de Kadafi en Libia y el ascenso tanto de los Hermanos Musulmanes como de los salafistas, sus aliados en varios países (desde Siria hasta Líbano)?

La erupción regional atrapa a la monarquía de Arabia Saudita en un delicada fase de transición sucesoria cuando el príncipe heredero Sultán, de 87 años, acaba de fallecer en un hospital neoyorquino de un cáncer terminal, mientras el Rey Abdalá, de 87 años, sufre de un padecimiento en la columna vertebral.

Sin turbulencias sucesorias, el viceprimer ministro y ministro del interior Nayef, de 78 años, se posiciona como nuevo príncipe heredero y la prensa occidental lo baña con singulares atributos: perteneciente al ala dura del reino, autor de la invasión militar a Bahrein, proclive a contener a Irán, e impulsor de los Hermanos Musulmanes.

Las tensiones entre la sunita Arabia Saudita y la chiíta Irán se encuentran al borde de una guerra fría en el Golfo Pérsico, la cual ha sido salpicada con extraños eventos que han involucrado a EU y a México (v.gr. el asunto de Los Zetas).

¿A quién le conviene la confrontación entre Irán, una superpotencia gasera, y Arabia Saudita, una superpotencia petrolera?

¿A quién le asienta una guerra civil teológica entre chiítas y sunitas en la vastedad geográfica del mundo islámico?

Hay que esperar para ver, porque quizá los tres países aludidos (Túnez, Egipto y Libia) pasan por la fase más peligrosa de la revolución que suele devorar a sus hijos.

Tampoco se puede soslayar que las revoluciones en Túnez, Egipto y Libia han impulsado el vigoroso ascenso de los Hermanos Musulmanes, carta que parecen estar jugando EU y Gran Bretaña con el fin de imponer el modelo turco (un gobierno islámico moderado y prooccidental que accede al poder por la vía democrática, quien además goza la gracia de pertenecer a la OTAN).

La parte más grotesca de la propaganda occidentaloide consiste en pretender que los islámicos del mundo árabe van a cesar de ser religiosamente islámicos por decreto.

En las primeras elecciones democráticas para una Asamblea Constituyente en Túnez, un país comparativamente moderado y pacífico con un fuerte componente laico prooccidental, el partido Nahda de los Hermanos Musulmanes obtuvo alrededor de 40 por ciento de los votos.

¿Accederán también los Hermanos Musulmanes al Poder Ejecutivo en Túnez, Egipto y Libia por la vía democrática, un trayecto poco socorrido en el mundo árabe con la excepción de Líbano y Palestina?

¿Los Hermanos Musulmanes, en la generalidad del mundo árabe (desde Siria pasando por Jordania hasta Argelia), seguirán el modelo turco o su competencia teogeopolítica del jomeinismo iraní?

¿Qué tan homogénea será la política teológica de los Hermanos Musulmanes en la mayoría de los 22 miembros de la Liga Árabe, sin contar a la RASD (República Árabe Saharaui Democrática)?

La narrativa occidentaloide es proclive a vender la idea maniquea y lineal de una división religiosa entre los moderados Hermanos Musulmanes y los radicales salafistas (quienes sostienen la teología jihadista de Al-Qaeda). Precisamente ésta es una de las partes fundamentales de la incertidumbre en la región que oscila sus preferencias entre dos polos del espectro teológico de los moderados Hermanos Musulmanes y los radicales salafistas.

¿Qué tan moderados serán los muy respetables Hermanos Musulmanes cuando detenten el poder, en referencia y reverencia al respeto a sus minorías chiítas y cristianas (estas de Siria, Líbano y Egipto)?

Por lo pronto, durante la declaración de la liberación oficial de Libia, Mustafa Abdul-Jalil, quien jefatura el Consejo Nacional de Transición, prometió que las futuras leyes se basarán como fuente primaria en la Sharia, el código islámico.

No se puede soslayar que Las Revoluciones Árabes en Curso se escenifican en el contexto de las dos humillantes derrotas de la OTAN, tanto en Irak como en Afganistán.

El retiro oficial del ejército de EU en Irak, a finales de 2011, significa(rá) el inicio del trazado de una nueva cartografía del mundo árabe en su colindancia oriental con Irán como en la región del virtual Kurdistán (en sus fronteras incandescentes con Siria, Turquía, Irak, Irán y Armenia).

Esto apenas empieza...

lunes, diciembre 07, 2009

Detrás de “la crisis de Dubai”

Bajo la Lupa
*Detrás de “la crisis de Dubai”
*¿Asfixiar a Irán (y al petróleo)?
Vista de la Torre Dubai, uno de los edificios más altos del mundo.



Ya indagábamos (ver Bajo la Lupa, 02/12/09): ¿Qué hay de trascendental detrás de la quiebra de Dubai, en esta coyuntura, en cuyo rescate participan en forma perturbadora los banqueros esclavistas atávicos Rothschild?”
Pues nada menos que el portal Debka (04/12/09), presunto portavoz del Mossad (los célebres servicios de espionaje israelíes), aclama la caída financiera de Dubai “con un enorme (sic) potencial político y militar (sic) para crear alrededor (léase: en el Golfo Pérsico) una superlativa (sic) crisis internacional”, y donde “Irán podría perder su puerta trasera para sortear las sanciones”.
El muy controvertido portal israelí, que no pocas veces propicia la desinformación, aduce que Dubai corre el riesgo de una “anexión” de parte del principal emirato de la federación tribal de los Emiratos Árabes Unidos (EAU): Abu Dhabi, sexta potencia petrolera mundial y con grandes reservas de dinero en la forma de “fondos soberanos de riqueza” (WSF, por sus siglas en inglés) por un millón de millones de dólares (un trillón, en anglosajón).
La crisis de Dubai “ofrece a Washington su primera oportunidad en una década para realmente golpear a Irán mediante las sanciones” que no han funcionado debido a “su alta muralla que protege la economía del castigo (sic) exterior”.
El “muro protector” de Irán se lo proporcionan las tres instalaciones portuarias y aeroportuarias para sus importaciones y exportaciones y las cuales usa ad libitum: 1. Los puertos Rashid y Jabal Ali (éste, el mayor puerto artificial del mundo); 2. El aeropuerto internacional Al Maktoum: la mayor encrucijada (“hub”) en el Medio Oriente y África, sexto mas frecuentado por pasajeros en el mundo y el onceavo para carga; y 3. La mirífica “zona libre de Jebel Ali”.
El portal israelí amenaza que, “sin tales instalaciones, Irán sería rasurada (sic) de sus conductos primarios para evadir las sanciones”.
La familia reinante del Sheikh Ahmed bin Saeed al-Maktoum, quien “concedió a Irán el uso irrestricto (sic) de los puertos y aeropuertos de Dubai, así como su zona libre, podría perder el control de tales instalaciones”, que pasarían a manos de Abu Dhabi. En ese momento, “EU y Occidente (sic) tendrán la primera (sic) oportunidad de cortar, o por lo menos reducir, el sistema de soporte vital del régimen iraní”.
Debka asevera que “sin Dubai, las sanciones pueden cerrar las líneas vitales de apoyo de Irán”, ya que hasta ahora “sus Guardias Revolucionarios y su infame (sic) Brigada Qods, la rama terrorista (sic) de espionaje exterior, han sido impermeables a los esfuerzos (sic) para dañar su infraestructura financiera, gracias a la asequibilidad inmediata de las instalaciones comerciales y de transporte”.
Debka añade una grave acusación que evidencia el hipócrita blanqueo británico y del G-7 –en la que no tiene nada que ver Irán– sobre los “ríos de dinero para Al-Qaeda”, cuya “mayoría de fondos es canalizada en Dubai, el centro primario de la encrucijada (hub) de las remesas de hawala (Nota: pagarés islámicos) de las redes del mundo musulmán”.
Según Debka, “en fechas recientes, Teherán ha recurrido a los hawalas para transferir y recibir fondos cuando los bancos occidentales rechazan cada vez más realizar negocios con las instituciones bancarias iraníes, como resultado de la presión directa de EU”.
El portal, que forma parte de la red multimediática israelí-anglosajona de la “guerra sicológica” contra Irán, dramatiza el efecto de las sanciones por venir: “Teherán contaba con los puertos y aeropuertos como un seguro contra la amenaza del embargo del Consejo de Seguridad de la ONU sobre las ventas de gasolina, diesel y productos refinados del petróleo y un posible (sic) bloqueo de EU y Occidente (sic) a los puertos”.
A su juicio, con el desplome de Dubai han sido arrinconados ”los expertos internacionales de petróleo y transporte de Irán (…),quienes habían empezado a organizar frenéticamente la nueva infraestructura para sortear las sanciones en los puertos”.
¿Fue Dubai una bomba financiera durmiente creada por la banca británica y el sionismo financiero (presuntamente encabezado por los banqueros Rothschild) para destruir a su periferia del Golfo Pérsico en el momento oportuno?
Viene la parte relevante: Debka conjetura que “Abu Dhabi tiene grandes planes para comprar a Dubai y convertir a su gobernante en una marioneta”, maniobra en la que estarían implicados EU y Arabia Saudita (AS) con el fin de perjudicar a Irán.
Sobredimensiona a Abu Dhabi, quien acabaría por adueñarse del destino integral de los EAU: “segundo país más rico y el más poderoso (sic) en el Golfo Pérsico, rico en petróleo, detrás de AS”. Esta aseveración se volvería muy discutible si se incluyese al gas de Qatar e Irán, pero no nos vamos a desviar.
Debka reduce trivialmente la lucha tribal entre primos: los Maktoum, de Dubai, contra los Nahayan, de Abu Dhabi, donde el Sheikh Khalifa bin Zayed al-Nahayan emergería como el gran vencedor mediante la “anexión virtual” de Dubai, para júbilo de Israel, EU y “Occidente”, y, quizá, de AS.
El portal israelí asevera que el gobernante de Abu Dhabi “promete pisar sobre la misma línea que Washington en referencia a Irán” y que “su plan” de anexión virtual de Dubai cuenta “con el apoyo tranquilo (sic) de EU y AS”.
Viene el amarre de navajas balcanizador y vulcanizador de la tripleta israelí-anglosajona para que se maten entre sí sunnitas y chiítas, así como árabes y persas, lo cual solamente favorece el retroceso general de todos los habitantes autóctonos del Golfo Pérsico para beneficiar a Israel, EU y Gran Bretaña, y, por extensión, al G-7, con el fin de controlar su inmensa riqueza de hidrocarburos: “los sauditas anhelan” que Abu Dhabi siga la línea de Riad en la Península Arábiga y en el Golfo Pérsico y “le ayuden en su conflicto contra los rebeldes de Yemen apuntalados por Irán” (Nota: en referencia a la rebelión secesionista de los chiítas árabes de la tribu Houthi combatidos, además del gobierno yemení y el ejército saudita, por fuerzas especiales de Jordania y un contingente simbólico de Abu Dhabi).
Concluye en forma perentoria que AS “tiene por consecuencia (sic) fuertes motivos para terminar el papel de Dubai como puerta de salida logística y financiera de Irán”.
Naturalmente que las sanciones duelen, pero en caso de resultar correctas las afirmaciones temerarias de Debka, entonces el estallido cronometrado de la burbuja inmobiliaria, es decir, la bomba financiera durmiente de Dubai, hubo tenido en la retaguardia como objetivo principal asfixiar a la teocracia chiíta de Irán, así como especular con el precio del petróleo.
Como EU, Gran Bretaña, Israel y “Occidente” no juegan solos en esta partida de ajedrez financiero-militar que se escenifica en todo el Golfo Pérsico (con alcances primarios en el mar Rojo y el océano Índico) –la principal fractura tectónica de la geopolítica a inicios del siglo 21–, falta ver cuál será el revire de Irán, que tampoco está manco y conserva muchos ases deletéreos bajo la manga.