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sábado, octubre 02, 2010

Justicia al estilo Macedo de la Concha

MÉXICO, D.F., 1 de octubre (apro).- Colocado en el centro de las críticas al Estado mexicano por violar los derechos humanos, lo mismo en la guerra sucia que en la “guerra al narcotráfico”, el Ejército mexicano no respeta la dignidad ni de los suyos.

La próxima semana, un Consejo de Guerra habrá de decidir la suerte del general de brigada Ricardo Martínez Perea, quien desde 2001 cumple una pena de 15 años de prisión acusado de supuesta protección al cártel del Golfo.

Como suele ocurrir en los consejos de guerra, que se integran al arbitrio de la cúpula militar, los jueces castrenses que habrán de resolver la demanda de reconocimiento de inocencia presentada por el general Martínez Perea, tendrán dificultades para actuar con independencia y hacer justicia.

Los jueces designados por el Supremo Tribunal Militar para resolver la demanda sólo tienen dos opciones: rechazar o validar la acusación contra del último general de brigada táctico del Ejército; es decir, no Diplomado de Estado Mayor (DEM).

En términos prácticos, los jueces tendrán que decidir si echan abajo la acusación que enderezó uno de sus exjefes, el generado retirado Rafael Macedo de la Concha, quien al momento de la detención de Martínez Perea era el procurador General de la República, cargo del orden civil al que lo llevó el expresidente Vicente Fox desde la Procuraduría General de Justicia Militar (PGJM).

El cargo contra el general de brigada resultó del operativo en el que fue capturado Gilberto García Mena, El June, detenido a principios de 2001 en Tamaulipas, acusado de ser lugarteniente del entonces capo del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, aprehendido dos años después y extraditado a Estados Unidos en 2007.

La acusación sorprendió porque Martínez Perea había sido reconocido por la propia Secretaría de la Defensa Nacional, precisamente por su historial de incautación y detenciones de narcotraficantes. Tal vez cometió “un error”: incautar droga de quien no debía.

Macedo de la Concha lo puede saber, en tanto que él inició el proceso judicial. Fuera del servicio público en lo que va de este sexenio, ahora se le menciona como eventual secretario de Seguridad Pública o procurador de Justicia de Veracruz en el gobierno del priista Javier Duarte, quien aún debe asegurar la gubernatura en los tribunales electorales.

La presencia del exprocurador no es la única peculiaridad del proceso. Como ya es costumbre en el Ministerio Público civil y militar en los casos de delincuencia organizada, los cargos contra Martínez Perea son de oídas. A partir de ahí, las irregularidades no han dejado de acumularse.

Durante todo el proceso, que derivó en una condena de 15 años, los testigos de oídas nunca se presentaron a declarar. Como consecuencia, el general de brigada no sabe ni quiénes son sus acusadores.

Peor aún, los propios testigos ofrecidos por la PGJM –los dos policías judiciales militares responsables del informe incriminatorio contra el general de brigada– admitieron públicamente durante un Consejo de Guerra que no habían investigado para elaborar el reporte.

Una más. Los detenidos en Guardados de Abajo, Tamaulipas, donde el Ejército detuvo al June, nunca identificaron al general como supuesto protector. Todo eso lo hizo saber el general Martínez Perea el pasado miércoles al Consejo de Guerra que lo escuchó antes de emitir su fallo, programado para el próximo 8 de octubre.

En su argumentación, el general procesado lanzó también una advertencia: en la actual “guerra a las drogas” lo mismo le puede pasar a cualquiera de los generales, jefes, oficiales o tropa al ser acusados, sin pruebas, de servir al narcotráfico.

Fuera de los militares verdaderamente implicados con la delincuencia organizada, basta con que un elemento caiga de la gracia del superior, se entere de lo que no debía o en sus servicios afecte a quienes gozan de la protección. Los casos dentro del Ejército no son pocos.

jcarrasco@proceso.com.mx

lunes, diciembre 21, 2009

Connotado represor regresa a la PGR

Wilfrido Romero, operador principal de la represión en San Salvador Atenco en mayo de 2006, regresará el próximo enero a la PGR, donde estará a cargo de la Policía Federal Ministerial.
Fue el “cerebro” de la represión en San Salvador Atenco en mayo de 2006/ A lo largo de su prolongada trayectoria en los cuerpos de seguridad se le han documentado un sin fin de irregularidades.


A partir de enero entrante, se incorporará a la Procuraduría General de la República (PGR) el vicealmirante de la Armada, Wilfrido Robledo Madrid, uno de los principales implicados en el operativo represor de San Salvador Atenco.
Robledo Madrid se hará cargo de la Policía Federal Ministerial (PFM), en sustitución de Nicandra Castro Escarpulli, según confirmó ayer el procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez.En un desayuno-conferencia con los reporteros de la “fuente”, el funcionario explicó que la llegada del ex jefe de la Agencia de Seguridad del Estado de México (ASE) tiene como propósito mejorar y consolidar la coordinación operativa con las secretarías de Marina y de Seguridad Pública federal.Formado en los órganos de Seguridad e Inteligencia del Estado mexicano, Robledo Madrid fue el “cerebro” del operativo represor en San Salvador Atenco, en mayo de 2006. En esa ocasión, policías que participaron en el operativo recuerdan que, en medio de una reunión para decidir si se iban por el diálogo o usaban la fuerza pública para poner orden en San Salvador Atenco, el futuro jefe de la Policía Federal Ministerial de la PGR soltó un manotazo en el escritorio y advirtió: “O me dejan hacer el operativo o, de lo contrario, renuncio ahorita”.En 1982, con el inicio del gobierno de Enrique González Pedrero en Tabasco, Wilfrido fue nombrado director de Seguridad Pública del Estado. Durante su gestión, se documentaron abusos y una creciente presencia de operaciones del narcotráfico en la entidad.El Cisen fue el siguiente organismo en el que se desempeñó, primero como director de Servicios Técnicos y luego en Contrainteligencia -que luego se convirtió en la Dirección de Protección, “el brazo operativo del Cisen”- Robledo encabezó el poco conocido Grupo Antiterrorista (GAT). Esa área se encargaba de llevar a cabo las investigaciones criminales y de realizar algunos operativos contra el crimen organizado.Por ejemplo, el expediente del homicidio del cardenal Juan José Posadas Ocampo refiere que, en pleno enfrentamiento armado en el aeropuerto de Guadalajara, dos agentes del Cisen videograbaron el hecho.Después, los agentes aseguraron que estaban ahí porque viajarían a Puerto Vallarta, la misma ciudad adonde iría el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán.Cuando el Cisen era encabezado por Tello Peón y Wilfrido Robledo era director de Protección. Desde ese puesto, el 9 de febrero de 1995, Robledo encabezó un operativo en Cacalomacán, Estado de México, para detener a ocho presuntos zapatistas, que fueron torturados. Estos casos fueron documentados por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y la organización no gubernamental estadounidense Human Rights Watch, tal como lo consignó la columna Se dice que… del periódico mexiquense Cambio (10 mayo 2006).
Resurgimiento
Al inicio del gobierno de Vicente Fox, Robledo se confrontó con el nuevo secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, primero “por la oficina” y luego por una presunta filtración del primero en el sentido de que el nuevo titular era investigado por Estados Unidos. El 30 de diciembre de 2000, Robledo renunció.Gertz Manero, y paralelamente la Secretaría de la Contraloría (Secodam), formularon denuncias por la adquisición irregular de 12 aeronaves y la adjudicación directa de varios contratos para esta compra. En total, el perjuicio a la institución ascendía a 5.7 millones de pesos o casi 350 mil dólares.El secretario de la Marina, Marco Antonio Peyrot González, cobijó a Wilfrido. Además, por sus oficios de especialista en inteligencia fue contratado como asesor en materia de seguridad para el Grupo Carso, del magnate Carlos Slim.Con todo, el gobierno de Fox no pudo hacer nada en contra de Robledo. Desde la propia Procuraduría General de la República, el general Rafael Macedo de la Concha protegió al vicealmirante y a otro de los acusados por el caso, Genaro García Luna, a quien Macedo mantuvo un tiempo como titular de la Agencia Federal de Investigación.En abril de 2002, la entonces Secodam inhabilitó hasta por 12 años a Robledo y 18 de sus colaboradores; les impuso una multa de 2.7 millones de pesos. Aún inhabilitado, el jefe policiaco fue designado por el gobernador Enrique Peña Nieto como titular de Seguridad Pública del Estado e incluso llegó a justificar su contratación con el argumento de que la inhabilitación era sólo en el “ámbito federal”.Con el argumento de que “no hay elementos”, la Secretaría de la Función Pública canceló la inhabilitación de Robledo. Sin embargo, el pasado martes 9 la PGR solicitó a un juez de dos a 12 años de prisión contra el poderoso jefe de la Agencia de Seguridad mexiquense por “uso indebido de atribuciones y facultades”, por aquel caso.