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domingo, diciembre 30, 2012

"El mundo según Monsanto"


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domingo, marzo 27, 2011

“Sentencia contra Chevron, ejecutable y justa”

La sentencia ejemplar contra una trasnacional por contaminar el medio ambiente, en riesgo de quedar sin ejecución. Luego de que un tribunal comprobó los daños a la Amazonía ecuatoriana cometidos por Chevron (de capital mayoritariamente estadunidense) y de que la condenara a pagar 9.5 mil millones de dólares, la trasnacional inició una campaña internacional para sabotear la resolución judicial. Juan Pablo Sáenz, integrante del equipo de abogados que puso en el banquillo a la petrolera, no tiene dudas: el fallo es justo y ejecutable.

Quito, Ecuador. El 14 de febrero, un tribunal provincial ecuatoriano dictó la condena ambiental más severa de la historia contra una empresa petrolera, la corporación estadunidense Chevron. Sin embargo, hay pocas esperanzas de que se ejecute.

“No seguiríamos trabajando en esto si no pensáramos que la posibilidad de éxito, en una escala de uno a 10, es 10”, responde en entrevista con Tierramérica el más joven de los abogados ecuatorianos litigantes, Juan Pablo Sáenz.

Se trata del juicio ambiental del siglo. La sentencia en primera instancia ordena a Chevron pagar 9 mil 510 millones de dólares para remediar los daños causados a la salud humana y al ambiente en una zona amazónica del Noreste de Ecuador, en las provincias de Sucumbíos y Orellana, donde su actual filial Texaco realizó actividades de exploración y explotación de crudo por 26 años.

A finales de febrero, la empresa había presentado un pedido de aclaración y ampliación del fallo, lo que en los hechos congela el plazo de 72 horas que tienen las partes para apelar una vez emitida la sentencia.

Cuando la batalla judicial se inició en 1993, Juan Pablo Sáenz egresaba de la escuela primaria. Hoy, con 29 años, integra el equipo legal que acaba de anotarse la victoria, al que ingresó cuatro años atrás al ganar un concurso, mientras terminaba sus estudios de derecho.

Gonzalo Ortiz (GO): En una escala de uno a 10, ¿qué puntuación le daría a la posibilidad de que la sentencia se ejecute?

Juan Pablo Sáenz (JOS): Nosotros no seguiríamos trabajando en esto si no pensáramos que la posibilidad es 10. Muchas personas dijeron que esto nunca se iba a lograr, que una corte ecuatoriana nunca iba a fallar contra una gran trasnacional.

Pero tenemos varias opciones y estamos asesorados por un estudio jurídico estadunidense, Patton Boggs LLP, que es experto en la ejecución de este tipo de sentencias. Estamos absolutamente convencidos de que esto se puede ejecutar porque es justo.

GO: La amarga realidad es que la justicia no siempre triunfa, sobre todo cuando hay intereses tan poderosos de un lado.

JPS: De acuerdo, pero hay que creer en los milagros. Lo que nos diferencia de otras causas similares es que nosotros estamos trabajando directamente con las comunidades.

Nosotros nos dedicamos, en última cuenta, a ejecutar las decisiones que ellas toman y esto nos da fortaleza. Como dijo Pablo Fajardo (coordinador del equipo legal), éste es un tema de principios. Y aunque tome muchísimos años, estoy seguro de que nosotros y hablo por los abogados, pero sobre todo por las comunidades, vamos a aguantar mucho más que nuestros oponentes.

GO: Está claro que la demanda no buscaba dinero para repartir y la sentencia dice que los montos de la multa deben destinarse a rubros específicos de remediación ambiental y cuidado de la salud, y dispone que esos recursos sean administrados por un fideicomiso. ¿Cuántos son los eventuales beneficiarios?

JPS: Todos los moradores de las provincias de Orellana y Sucumbíos. Hace algunos años, se hablaba de 30 mil personas. Son los directamente afectados por ser vecinos de las zonas petroleras. Pero, según los datos del último censo, estaríamos hablando de unas 223 mil personas en las dos provincias.

GO: ¿Cuántos fueron los demandantes?

JPS: Las personas que firmaron la demanda, y la han continuado con una tenacidad admirable, no van a recibir ningún dinero. Ésta es una demanda de acción colectiva, es decir que se hizo en nombre de todas las personas que habitan en el área. Se trata de un grupo indefinido, pero identificable.

GO: Puesto que manejan varias opciones, como actuar legalmente contra Chevron fuera de Estados Unidos para conseguir que se ejecute la sentencia, y ya que la empresa hace años que no opera en Ecuador, ¿en qué países están pensando?

JPS: Existe la Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras, de la que Ecuador es signatario. Lo más fácil sería buscar que la ejecución sea en un país también signatario de este tratado, porque el proceso se vuelve más rápido, pero en principio podremos dirigirnos a cualquier país donde Chevron tenga plataformas, barcos, cualquier tipo de bienes, y buscar su embargo hasta que reconozca la obligación que se le ha impuesto.

GO: ¿Tienen algún país en mente?

JPS: Tenemos una lista de países, pero es prematuro ahora porque es evidente que ellos van a presentar todas las apelaciones del caso, y hay un par de instancias todavía.

GO: La primera es ante el pleno del Tribunal de Sucumbíos. Luego, si Chevron sigue apelando, tendría que elevar el juicio a la Corte Nacional de Justicia en casación. ¿Es así?

JPS: Sí. Pero la casación es un recurso mucho más limitado porque ya no se discutiría el fondo del asunto, sino tres o cuatro causales específicos. Los tiempos van acelerándose, porque se trata de un juicio verbal sumario para el que la ley da a los jueces plazos más cortos.

GO: Entonces, ¿el plazo de un año es razonable?

JPS: Sí. La primera apelación no debería demorarse más de seis meses, porque no se receptan nuevas pruebas, sino simplemente se juzga con base en lo que existe en autos.

GO: ¿Cómo ven el recurso de Chevron ante la Corte Permanente de Arbitraje, con sede en La Haya, y ante un tribunal de Nueva York para impedir que la sentencia se ejecute?

JPS: Ellos demandaron a Ecuador y están tratando de relitigar todo el asunto como si el Estado ecuatoriano fuera parte, y no lo es. Es difícil imaginar que el tribunal arbitral de La Haya esté solicitando al gobierno ecuatoriano que interfiera en la función judicial del país. Es ridículo pensar eso.

El tribunal de La Haya no puede prejuzgar sobre las resoluciones que tomen los tribunales del Ecuador, que son independientes, y mucho menos decirle al gobierno que irrespete las resoluciones judiciales.

El proceso de Nueva York y el de La Haya no tienen posibilidad de interferir en la ejecución de la sentencia. No hay un foro supranacional en el que nos vayamos a enfrentar contra Chevron.

GO: ¿Y cuando llegue el momento de ejecutar la sentencia?

JPS: Cuando pidamos acciones precautelares contra Chevron, todo juez o tribunal revisará que se hayan cumplido ciertos requisitos básicos: que no se haya privado a nadie del derecho a la defensa, que se haya seguido el debido proceso; pero nada más.

GO: Pero Chevron ya está actuando de otras formas.

JPS: Lo que está haciendo es cabildeo contra Ecuador; por ejemplo, impedir que se le renueven preferencias arancelarias. Lo que quiere es que el Estado ecuatoriano interfiera en el debido proceso. En eso han gastado millones de dólares desde hace algunos años para malquistar al gobierno de Estados Unidos con el de Ecuador. No tienen interés en que realmente se ventile esto en una corte: no tienen argumentos.

Fuente: Contralínea 224 / 20 de marzo de 2011

martes, agosto 10, 2010

Vietnam: el agente naranja sigue matando

“Una nueva guerra hace olvidar la anterior y oculta sus consecuencias”, señala . En entrevista con la periodista suiza Silvia Cattori, el escritor testifica una tragedia humanitaria que aún no termina: “En Vietnam están naciendo niños afectados por graves minusvalías y a veces con formas inhumanas”

Durante la intervención militar en Vietnam –acontecida a mediados de la década de 1960–, Estados Unidos utilizó armas químicas devastadoras contra el comunismo, un régimen que entonces encarnaba la lucha por la independencia nacional del pueblo vietnamita, que se oponía a su dominación.

En su reciente obra Agente naranja. Apocalipsis Vietnam, André Bouny señala que, casi medio siglo después de la guerra, las madres vietnamitas siguen dando a luz bebés monstruosos.

—Aunque la guerra de Vietnam pueda parecer lejana a las generaciones jóvenes, su obra parece temiblemente actual, porque muestra que los efectos del agente naranja siguen desplegando hoy sus espantosas consecuencias sobre millones de personas y, también, porque recientemente se han utilizado armas similares (como el uranio empobrecido) en Serbia, en Afganistán, en Irak, en Gaza, en Líbano, y se siguen utilizando. En la conclusión del libro, usted afirma: “Tomar conciencia de la catástrofe generada por el agente naranja es la primera etapa necesaria para prevenir y evitar otros desastres del mismo tipo (ecológicos, medioambientales y sanitarios), e incluso peores”. En este sentido, ¿ha establecido contactos con grupos o investigadores que investiguen estas nuevas armas? ¿Planean ustedes acciones comunes?

—Para mi generación, Vietnam evoca la guerra; para los más jóvenes, un destino turístico. Una nueva guerra hace olvidar la anterior y oculta en gran parte sus consecuencias, tanto más cuanto que la información se concentra exclusivamente en la última. En el caso de Vietnam, efectivamente están naciendo niños afectados por graves minusvalías y a veces con formas inhumanas, aunque la ciencia no ha demostrado ni comprendido todavía los mecanismos que demostrarían que estos efectos teratógenos se deben a una modificación genética adquirida por las víctimas del agente naranja, como es el caso en la experiencia con [moscas] drosófilas efectuada por dos biólogos estadunidenses. Con todo, las autoridades vietnamitas se plantean si se debe dejar procrear a las víctimas del agente naranja.

“La similitud entre los efectos del agente naranja y los del uranio empobrecido en los recién nacidos es sorprendente y obliga a una comparación. Conocemos por experiencia los riesgos y las secuelas de la radiactividad. Además, la controversia sobre la radiactividad de baja intensidad –por ejemplo, la asociada a las partículas ingeridas o inhaladas disipadas por el efecto piróforo de las ojivas de las armas de uranio empobrecido? recuerda a la que ha conocido el agente naranja ante el lobby de la química; en el caso del uranio empobrecido se trata del nuclear. De la misma manera, los límites de dioxina admitidos en la alimentación en ningún caso pueden dejar de tener efectos. El paralelismo entre ambos venenos existe también en los usos civiles: para el caso de la dioxina, agricultura, gestión de los bosques y eliminación de residuos, entre otros; para la radiactividad, la energía y el uso médico.

“La conciencia de una catástrofe como la del agente naranja sobre el medio ambiente y toda forma de vida que lo habita no se da por hecho en nuestras sociedades de consumo, que dejan creer que existe una solución para todo por medio del progreso y de la transformación de materias en ‘bienes’ de consumo, que contaminan la naturaleza y, por lo tanto, nuestros organismos. Con esto se genera un círculo vicioso sin fin. Dirigir la lucha tanto por la justicia, el reconocimiento y porque las víctimas sean indemnizadas no deja tiempo ni energía para estar en varios frentes, aunque toda víctima tenga derecho a nuestra compasión y, por encima de todo, a nuestra ayuda y solidaridad. Sin embargo, se constata que, a imagen del CIS , hay muchas personalidades que se activan incansablemente a favor de las víctimas del uranio empobrecido. Sí, la conciencia de estas personas ya tiene como acción común la información.”

—En su obra exhaustiva Agente naranja. Apocalipsis Vietnam, usted hace un balance completo de los muchos aspectos del problema. ¿Cuáles son los elementos específicamente nuevos que aporta usted?

—El elemento más destacable es sin duda el nuevo cálculo del volumen de los agentes químicos que he establecido a partir de los datos del Informe Stellman (un estudio oficial financiado por Estados Unidos a principios de la década de 2000 en Vietnam), que altera a la baja todos los cálculos comúnmente admitidos hasta entonces. Simplificando las cosas, partí de datos establecidos por los archivos del ejército estadunidense, que probablemente son incompletos, y los crucé con otras informaciones salidas también de estos mismos archivos. El resultado es simplemente terrorífico. Jeanne Mager Stellman, una científica estadunidense que elaboró un informe que lleva su nombre, leyó atentamente mi libro y no puso en tela de juicio en ningún momento el nuevo cálculo que propongo sobre los volúmenes de agentes químicos utilizados en Vietnam.

“Por otra parte, la manera en que se habla de la guerra de Vietnam en este libro no es la que se cuenta en los manuales de historia occidentales: la perspectiva es la de los vietnamitas. En efecto, el telón de fondo está jalonado de muchos elementos demasiado poco conocidos, olvidados por la amnesia selectiva. Hablo del falso ataque sufrido por los barcos estadunidenses en el golfo de Tonkin, que permitió desencadenar la guerra contra el Vietnam del Norte comunista y engañar al Congreso estadunidense, o de la trama de las guerras secretas que se llevaron a cabo en Laos y Camboya en la más perfecta ilegalidad nacional e internacional, o incluso el inimaginable tonelaje de bombas arrojadas durante esta segunda guerra de Indochina, la cantidad impensable de muertos y heridos, o del embargo que multiplicó los daños de esta larga guerra de independencia sobre la población civil, primera víctima de los últimos conflictos poscoloniales… Éstos son algunos ejemplos.

—¿Cómo son hoy los efectos del agente naranja en los seres humanos, la flora y la fauna en estos países de la antigua Indochina en los que residen excombatientes, y dónde se ha almacenado el producto?

—La situación actual en Vietnam es simplemente catastrófica. Hace sólo unos días [julio de 2010], el vicepresidente de la Asamblea Nacional de Vietnam anunció que 4 millones de personas estaban actualmente contaminadas. Esto puede parecer descomunal y, sin embargo, proporcionalmente, estas cifras están muy por debajo de las de los veteranos surcoreanos que han llevado el asunto a los tribunales… Ahora bien, ellos no se vieron expuestos de una manera comparable a la situación en la que se sigue encontrando la población vietnamita. Tanto excombatientes como población civil, sin distinciones, padecen enfermedades incurables y cánceres. Están, además, los recién nacidos que vienen al mundo con deformaciones monstruosas, ausencias parciales o totales de miembros y/o deficiencias mentales. Lo mismo ocurre en Laos y Camboya, países en los que faltan cruelmente medios para establecer, a semejanza de Vietnam, cuál es realmente la situación epidemiológica. Tanto en Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, como en torno a las bases militares en Filipinas en las que se almacenaba el veneno, veteranos y civiles que fueron expuestos al agente naranja desarrollan los mismos males.

“Por lo que se refiere al medio ambiente, la selva tropical desaparecida no se regenera y no se puede hacer que vuelva a surgir cuando los suelos erosionados han perdido sus nutrientes, generados por la propia selva y que le permiten crecer y existir: es una situación inextricable y desesperante. En Vietnam hay zonas enteras en las que se ha prohibido cultivar o que son de acceso prohibido; son los hots spots. Estos “puntos calientes” suelen ser antiguas bases militares estadunidenses que se extendían por superficies considerables –auténticas ciudades– en las que se almacenaba el agente naranja antes de trasvasarlo a los aviones o aparatos terrestres, y cuyos alrededores eran ampliamente defoliados por razones evidentes de seguridad.

“En lo que concierne a Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, el problema afecta más particularmente a los veteranos y en diversos grados a los lugares en los que se experimentaron los agentes químicos (o a veces se fabricaron, como en el caso de Nueva Zelanda) durante las pruebas para ponerlos a punto. La lucha de los veteranos de estos países, enfermos y con una descendencia paralelamente afectada, es más conocida porque, en comparación con Vietnam, estos países se benefician de estructuras sanitarias. Pero, aun así, la lucha de estos veteranos de países llamados desarrollados fue larga y feroz para obtener el reconocimiento de las relaciones de causa-efecto entre el agente naranja y sus enfermedades. Y esta lucha sigue actualmente. Para la mayoría de los veteranos, el reconocimiento y las indemnizaciones se siguen haciendo esperar.”

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viernes, febrero 27, 2009

Consumo tóxico



¿Su lápiz labial está cargado de plomo? ¿Es tóxico el biberón de su bebé? El American Chemistry Council—la asociación que representa a las compañías químicas de Estados Unidos—nos asegura que elabora los productos que nos ayudan a mantenernos sanos y saludables. Pero lo cierto es que los consumidores estadounidenses están expuestos a una amplia gama de sustancias químicas y aditivos nocivos que están presentes en juguetes, cosméticos, botellas plásticas de agua y un sinfín de otros productos. Las industrias químicas y manufactureras de Estados Unidos se han resistido enérgicamente a la regulación, mientras que Europa aplica prohibiciones cada vez más estrictas contra las toxinas más perjudiciales. La Unión Europea sostiene que regular es bueno para los negocios, ya que inspira confianza entre los consumidores y a la larga supone un ahorro de dinero.
La mayoría de la gente se sorprendería si supiera que la industria de cosméticos estadounidense está escasamente regulada. El periodista de investigación Mark Schapiro publicó un libro donde trata el tema de las sustancias químicas tóxicas en productos de uso cotidiano, titulado:“Exposed: The Toxic Chemistry of Everyday Products and What’s at Stake for American Power” (Expuestos: la toxicidad de los productos cotidianos y cómo se pone en juego el poderío estadounidense). Ante la ausencia de control, investigadores y periodistas como Schapiro y organizaciones de base han decidido actuar para llenar el vacío de regulación.
Schapiro me dijo: “Ni el esmalte de uñas que usas, ni la sombra de ojos, ni el champú…esencialmente, los productos de cuidado personal, nada de eso está regulado por la FDA, la Administración de Alimentos y Fármacos. La FDA ni siquiera tiene el poder para regularlos. A lo largo de los últimos 50 años se han realizado numerosos intentos en el Senado para extender la competencia de la FDA, y todos esos intentos han sido frenados reiteradamente por la industria de cosméticos.” Schapiro agregó que es muy difícil obtener detalles de las toxinas. “De hecho, sólo sé qué tipo de materiales contienen los cosméticos, no porque la FDA nos lo haya informado, sino porque la Unión Europea ha tomado medidas para prohibir esas sustancias y ha divulgado una lista”, dijo.
La Campaña por Cosméticos Seguros (CSC, por sus siglas en inglés), una coalición de organizaciones sin fines de lucro que promueve la prohibición del uso de sustancias nocivas en cosméticos, difunde una extensa lista de sustancias químicas tóxicas, entre las que se incluyen el plomo y el ftalatos, que son utilizadas comúnmente en la elaboración de cosméticos y artículos de cuidado personal. Los ftalatos se han vinculado a defectos congénitos, incluidos desarrollo genital anormal en varones, disminución de la concentración de espermatozoides e infertilidad. El plomo está presente en lápices labiales y cientos de otros productos. La CSC informa que “el plomo… es una neurotoxina comprobada, vinculada a problemas de aprendizaje, lenguaje y comportamiento… abortos espontáneos, fertilidad reducida tanto en hombres como mujeres, cambios hormonales, irregularidades en el ciclo menstrual y retrasos en el comienzo de la pubertad en niñas”. Esta es la sustancia que mujeres y niñas se aplican y reaplican todos los días en la boca, ingiriéndola al pasarse la lengua por los labios.
La Unión Europea, compuesta por 27 naciones que representan casi 500 millones de personas, se está imponiendo en materia de toxinas, tomando serias medidas económicas de fuerza. Stavros Dimas, Comisionado de Medio Ambiente de la Unión Europea, explicó los beneficios a largo plazo de la regulación: “Se reducirán los gastos médicos para el tratamiento de enfermedades causadas por sustancias químicas. Habrá medicamentos que ya no serán necesarios. No perderemos horas de trabajo y aumentará la productividad. De manera que los beneficios generales compensarán por lejos los costos de la industria”.
Según Schapiro: “Los estados europeos pagan la cobertura de salud de sus ciudadanos. Entonces cuando científicos, activistas y otros grupos comenzaron a discutir este tema con sus gobiernos, lo plantearon en términos de conveniencia económica. Les dijeron: ‘Miren, si invierten ahora para sacar de circulación estas sustancias, dentro de 10, 20 o 30 años van a ahorrar miles de millones de dólares’. Y eso es lo que de hecho estima ahora la Comisión Europea que ahorrará. Calcula que este conjunto de distintas iniciativas ambientales le va a ahorrar hasta 40 o 50 mil millones de euros en los próximos 30 años. De manera que supone una inversión enorme en la salud de sus ciudadanos. Mientras que, en Estados Unidos, si—Dios no lo quiera—nos llegara a pasar algo a cualquiera de nosotros, básicamente estamos librados a nuestros propios medios”.
Luego de que en 2007 se retiraran juguetes chinos del mercado estadounidense (debido a su contenido de plomo), el Congreso aprobó la Ley de Mejora de la Seguridad de los Productos de Consumo (CPSIA, por sus siglas en inglés), que fue promulgada por el Presidente George W. Bush. El 10 de febrero entró en vigencia una disposición esencial que prohíbe que los productos destinados a niños de hasta 12 años contengan plomo o ftalatos. Pero si compró un juguete de plástico antes de esa fecha, tenga cuidado. El verano pasado, al aprobarse la ley, algunos comercios llenaron sus estanterías con juguetes contaminados y los vendieron a precios de liquidación con el fin de deshacerse de sus existencias.
Cada vez surgen más alternativas seguras de juguetes, cosméticos, champúes y otros artículos ante la creciente demanda de productos orgánicos. La diferencia entre que las toxinas sean limitadas por las fuerzas del mercado y que sean limitadas por ley es que, según Schapiro, “si se tiene una ley, los efectos son mucho más equitativos, porque todos gozan de la misma protección, aunque no se tenga los medios o los conocimientos para optar por los productos alternativos.”
Ahí es donde entra a jugar la UE, con la implementación de su sistema de regulación expansivo y de vanguardia a nivel mundial (denominado “REACH”, una sigla en inglés que se traduce como “ALCANCE” y significa registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias químicas). Schapiro escribe que “La revolución llevada adelante por Europa en términos de regulación de la industria química obliga a que se estudien los posibles efectos tóxicos sobre los humanos de miles de sustancias químicas y marca el final de la capacidad de la industria estadounidense de ocultar al público información fundamental”.
Regular fuertemente el uso de toxinas no es sólo vital para salvar vidas, sino que también es bueno para los negocios. Estados Unidos tiene ahora una oportunidad de ponerse a la par de sus socios europeos y de introducir cambios que no sean sólo un maquillaje.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
Amy Goodman es presentadora de “Democracy Now!”, un noticiero internacional diario de una hora de duración que se emite en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en 200 emisoras en español. En 2008 fue distinguida con el “Right Livelihood Award”, también conocido como el “Premio Nobel Alternativo”, otorgado en el Parlamento Sueco en diciembre.
© 2009 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Laura Perez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org