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lunes, enero 24, 2011

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA – ( COMPRAR, TIRAR, COMPRAR )

El gran fraude de las empresas, creando productos desechables y de baja calidad para que puedan ser remplazados en corto tiempo, siendo que los productos pueden tener larga vida de su función, El foco de mas de 100 años, fraude de las impresoras.ipods y un sin fin de artículos que tienen una sola visión de obselencia programada.

En naciónes donde el desarrllo es una gran lucha y con este tipo de sucesas la hace aún más insostenibles este crecimiento y dearrollo, un buen documental sobre si estamos en la misma sintonia del "comprar por comprar" , si somos compradores compulsivos, compradores por moda ó simplemente comparadores por necesidad...¿Quién serias tú?

Escrito por d_RicK_b

http://www.youtube.com/watch?v=QosF0b0i2f0

jueves, febrero 04, 2010

Me caí del mundo

Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros? Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.
Eduardo Galeano

viernes, diciembre 25, 2009

EU libra aquí su guerra a las drogas: expertos

Le importan poco los mexicanos o sus derechos, dicen; critican el gasto de miles de millones en una lucha que no es propia .
En marzo de 2008, un contingente de Fuerzas Federales arribó a Ciudad Juárez, Chihuahua, para enfrentar la guerra contra el crimen organizado.
Ignacio Alvarado Álvarez

La guerra antidrogas que se vive en México es en realidad otro más de los combates que Estados Unidos libra fuera de su territorio, afirman expertos. Esa lucha la comenzó hace 40 años, en los 80 la intensificó en Colombia y desde los 90 la trasladó a nuestro país, advierten.
El investigador de la Universidad de Texas en El Paso, Antonio Payán, califica de brutal el desgaste que México ha sufrido por el ataque a la delincuencia organizada y lo considera inaceptable porque EU es “el gran responsable” de la desgracia.
“México invierte miles de millones de pesos y pone miles de muertos en las trincheras de la guerra contra las drogas, que en realidad es un combate que Estados Unidos sostiene fuera de su territorio”, comenta.
Desde su perspectiva, la Iniciativa Mérida es una especie de vietnamización de la guerra. Los planes de designar a 45 agentes norteamericanos en una oficina binacional, revela mucho de la estrategia de Washington, dice Payán.
José María Ramos, experto en relaciones México-Estados Unidos de El Colegio de la Frontera Norte, alerta que nadie quiere reconocer la insignificancia real de la Iniciativa Mérida debido a que políticos y gobierno estadounidenses dejaron a un lado el factor primordial de esta guerra: el de su fracaso para reducir el consumo de narcóticos.
“La política antidrogas de Estados Unidos sigue sin dar resultados y las pruebas están en que el consumo se ha elevado los últimos 40 años y en que los grupos delictivos se han fortalecido a lo largo de la frontera común”, agrega.
Reportes de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de EU indican que en 2008 un promedio diario de 2 mil estadounidenses de entre 12 y 45 años consumió cocaína.
“La Iniciativa Mérida fue un reconocimiento simbólico de una supuesta corresponsabilidad, pero hasta este momento hemos visto que tiene varios problemas”, señala Payán.
En el primero de tres años del plan, México recibió en equipo y asesoría menos de 25 millones de dólares y para 2010 la cifra no sobrepasará los 231 millones. Originalmente la iniciativa prevé una inversión de mil 350 millones de dólares en equipo y asesoría.
De acuerdo con Payán, los recientes señalamientos de organismos no gubernamentales sobre violaciones a derechos humanos por parte de los militares que participan en el combate a los cárteles de la droga no amenazan la Iniciativa Mérida.
“A EU eso no le importa, no le interesa si los derechos de los mexicanos son ignorados, porque su política exterior lo considera como parte de la guerra de las drogas”, menciona.

jueves, noviembre 13, 2008

Cuidado con las ilusiones fatales

Barómetro Internacional

Una respuesta a Heinz Dieterich

Por Miguel Guaglianone

Hemos leído con asombro un artículo publicado la semana pasada en Internet del Sr. Heinz Dieterich, titulado “Tres ilusiones antropológicas fatales del Socialismo del Siglo XX”.

No creo en la polémica personal a través de la comunicación escrita, dudo que aporte demasiado al cambio social, considero que la discusión de las ideas debe realizarse entre ellas y la gente y no ser personalizada, y creo en la libertad de cada uno de expresarlas. No conozco a Heinz Dieterich sino a partir de sus escritos y mi intención no es atacar a nadie, ni descalificar el trabajo de nadie.

Sin embargo, siendo Dieterich un intelectual con una presencia significativa en los medios alternativos y con abundante publicación de sus trabajos, al que algunos consideran uno de los ideólogos del proceso bolivariano, sus ideas tienen un peso que implica una responsabilidad frente a sus lectores. Cuando esas opiniones sean desacertadas y puedan inducir a errores o generar confusiones o dudas dentro del complejo proceso en el cual estamos inmersos, en la construcción del Socialismo del Siglo XXI, considero una obligación dar a ellas una respuesta, sin el mínimo ánimo de una discusión epistolar, sino como el aporte de una visión diferente a la expresada. Así que, con todo respeto, quiero analizar críticamente lo expuesto en el mencionado artículo.

En principio coincido con la intención expresada por el autor de profundizar en los errores que produjeron la implosión del llamado “socialismo real” en el siglo pasado. Si descubrimos que es lo que no hay que hacer para construir el nuevo socialismo, estamos aportando elementos básicos para colaborar en el éxito de su propuesta. Sin embargo “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. Si equivocamos la dirección de los tiros, no estaremos despejando sino que empantanaremos el duro camino de crear una sociedad mejor.

El artículo ataca y descalifica tres ideas que considera inspiradoras del “socialismo real”: El concepto de “hombre nuevo”, la crítica al consumo y la restricción de la libertad individual. Veamos.

El hombre nuevo

Afirmar que no podremos realizar los cambios sociales y culturales necesarios basados en la idea de “que el ser humano pueda ser modelado unilateralmente conforme a una idea ética” (y referirla al imperativo categórico de Kant) es ignorar:

1) Que la concepción del “hombre nuevo” no se refiere a una idea ética única (error en el cual caen frecuentemente los filósofos, al creer que los motores de hombres y mujeres son las ideas abstractas definidas teóricamente), sino que implica la existencia de seres humanos que tengan un sistema de valores, unos patrones de conducta y una concepción del mundo -una Weltanschauung, al decir de los filósofos alemanes- propios, diferentes y confrontadores a los propuestos por el pensamiento eurocéntrico y el neocapitalismo hegemónico.

2) Que esa concepción del hombre nuevo tiene una larga tradición autóctona en nuestro continente mestizo, que va desde Simón Rodríguez (no se puede tener repúblicas si no tenemos republicanos) hasta el Che. Que nuestra Latinoamérica ha gestado y está llevando a la práctica, por gentes que se mueven con otros valores y otras pautas culturales, un proceso de liberación que enfrenta la hegemonía cultural imperial y es el que permite estas discusiones. El proceso bolivariano en Venezuela es el producto de la acción de un pueblo que lleva profundamente arraigada en cada uno de sus individuos su tradición histórica de “pueblo alzado” que en el siglo XIX salió a liberar a todo un continente. Los excluidos, armados de esos valores y creencias son quienes con su acción generan el proceso de cambios (no sólo a través del recurso del voto eligiendo sistemáticamente a Hugo Chávez como su vocero, sino también con sus hechos colectivos “espontáneos”, como el Caracazo o el golpe de estado). En Bolivia y Ecuador, son los valores y patrones culturales indígenas de sus gentes quienes crean y dinamizan los nuevos procesos transformadores. A esta lista podemos agregar también a los zapatistas, o a los Sin Tierra del Brasil, o a múltiples movimientos “desde la base” que están conmoviendo a nuestro continente.

3) Que esa concepción no está limitada a minorías sociales, a las vanguardias iluminadas, sino que está viva en los pueblos. No es una idea, sino una realidad de vida presente en cada uno de los hombres y mujeres que provocan los procesos de los ejemplos anteriores.

En el artículo, la descalificación de la idea del hombre nuevo parte de considerarla como idealismo filosófico (vimos ya que no es así), romanticismo, voluntarismo revolucionario o pensamiento mágico. Casualmente este tipo de descalificación ha venido siempre en la izquierda, desde el marxismo ortodoxo más radical (los soviéticos fueron expertos en su uso). Al respecto queremos puntualizar:

1) Ignorar que el romanticismo fue y sigue siendo un elemento clave en la visión del mundo de todos los grandes movimientos del cambio social (y de sus líderes), y que aún el romanticismo original (el de Schiler y Goethe) fue una respuesta revolucionaria a las condiciones de su época; es dejar de lado toda la tradición histórica de liberación de nuestros pueblos, desde Simón Bolívar y José Martí hasta el Che (“…y sentir nuevamente entre mis piernas el costillar de Rocinante…”)

2) Ignorar que el pensamiento mágico es una componente fundamental del ser y hacer de nuestra América Latina (que estuvo vivo y presente en la Revolución Mexicana, en el propio país en que vive el autor); es apartar con absoluta ligereza a una condición que hoy nos permite presentar una respuesta original y diferente a la dominación hegemónica. Un mero ejemplo de la presencia de lo real maravilloso en la cotidianeidad de nuestras vidas, fue relevante el año pasado, cuando justo al cumplirse los 40 años del asesinato del Che, en Bolivia la Misión Milagro operada por los cubanos, devolvió la visión al anciano indigente en que se convirtió el soldado que le quitó la vida, esto sólo puede suceder en las tierras del realismo mágico.

3) Ignorar el idealismo tan rápidamente, es no reconocer que los propios Marx y Engels, aún con todo su materialismo dialéctico y su materialismo histórico, partían de la visión idealista de una sociedad futura más justa, sin nombrar además (pero incluyendo a todos) los movimientos e individuos destacados en la historia que se han movido a partir de sus aspiraciones de construir un mundo mejor (utópicas e idealistas por no concretadas en el momento de su lucha).

Finalmente, creemos que precisamente, uno de los errores fatales del socialismo soviético fue ir abandonando paulatinamente la concepción del hombre nuevo (presente en los primeros tiempos de la revolución) por el concepto de que el socialismo se implanta desde fuera, desde las instituciones y el poder. El propio ejemplo que Dieterich propone para atacar la concepción del hombre nuevo, “… hasta un alumno de secundaria sabe que una computadora funciona con dos componentes elementales, hardware y software…” sirve para mostrar que, sin un sistema de valores que funcione desde dentro de cada individu@, no es posible realizar los grandes cambios sociales, que no se logran imponiendo desde el poder estructuras que no consideren las cosmovisiones de las gentes. Sólo la integración armónica de ambos factores lleva a concretar los cambios revolucionarios.

El consumo

A menos que la idea de “consumo” tenga para el autor un significado diferente al generalmente reconocido, parece inconcebible que pueda confundir “consumo” con el derecho a la propiedad personal.

Afirmar que la explicación de Marx y Engels de que la gente tiene noción de la equivalencia entre su esfuerzo laboral y su retribución, convierte automáticamente a esa gente en “consumidores”, peca por lo menos de ligereza.

La sociedad de consumo (y el propio concepto de consumo) se originan en una etapa muy definida del desarrollo del capitalismo industrial en la sociedad de masas. Se hacen obvios y dominantes a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial (aunque ya estaban gestándose hacía tiempo, por ejemplo, la General Motors decidió ¡en 1932! que debía cambiar los modelos de sus automóviles cada año). El fenómeno de la sociedad de consumo (que convierte a los ciudadanos, de actores sociales en consumidores) ha sido estudiado y definido por innumerables autores, desde los propios EEUU por gente como Lewis Munford, o Daniel Bell o desde nuestro continente -sobre todo a partir de la década de los sesenta- por numerosos intelectuales y sociólogos, voces de una América Latina en la cual la sociedad de consumo es vivida sólo por la oligarquías dominantes, y sus clases medias y su pueblo sólo la aspiran gracias a los patrones de dominación cultural impuestos por los medios masivos de comunicación. Aún desde el marxismo, autores como Adorno y la escuela de Frankfurt, o Marcuse, y en ocasiones el propio Sartre, condenaron el fenómeno.

Con ese concepto de consumo propuesto en el artículo, podría decirse que el siervo de la gleba, o el artesano del burgo en la Edad Media, obtenían sus propiedades personales como “consumidores”. Lo que significa no tener en cuenta, aún usando el modelo marxista, los modos de producción de la época y los patrones sociales y culturales (y los sistemas de valores) de esa sociedad, que determinaban un funcionamiento de su economía y de los términos de intercambio de un modo totalmente diferente al que adoptara la Cultura Occidental desde el Renacimiento, en el nacimiento del capitalismo.

A partir de esto, el “consumismo” no es una nueva categoría diferente del consumo, es nada más que la descripción de la aspiración a ser o pertenecer a la sociedad de consumo (a ser un consumidor con todas las de la ley).

Igualmente, habría que preguntarse si la reivindicación que el autor hace de la tecnología, y su definición de “mono sapiens digital”, no son parte del conjunto de valores y conceptos hegemónicos impuestos, que han mantenido y desarrollado ideas como el “progreso”, la “sociedad de la información”, las “tecnologías para la calidad de vida”, etc. Ideas todas necesarias para imponer y mantener la “ideología” del neocapitalismo.

Desde hace ya bastante tiempo numerosos pensadores e investigadores han dejado claro que una de las características del capitalismo avanzado ha sido la orientación del desarrollo de sus tecnologías, que -a diferencia de lo sucedido en las otras culturas conocidas- no responde en absoluto a las verdaderas necesidades de la sociedad. Algunos de ellos inclusive han llegado a mostrar como en el mundo globalizado contemporáneo, las tecnologías se desarrollan con un objetivo propio, el objetivo de alimentar y aumentar el consumo y no el de abastecer necesidades. De los numerosos análisis al respecto, el más completo y exhaustivo de aquellos a los que he tenido acceso, está concentrado en dos libros, “El advenimiento de la sociedad post-industrial” y “Las contradicciones culturales del neocapitalismo”, de Daniel Bell (extraño autor que es considerado como conservador y reaccionario por parte de la izquierda, y como peligroso y revolucionario por las derechas).

Pero basta con mirar superficialmente algunos hechos para saber que signo tienen nuestras tecnologías:

a) El Internet, esa maravilla que nos pone el mundo de la información y el conocimiento en nuestras manos, que permite la comunicación alternativa en la época de la guerra de cuarta generación, es sin embargo una red sobrecargada de basura, que va desde el desarrollo de la pornografía como forma de vida, pasa por innumerables otros desechos, hasta llegar el uso de la red por las grandes corporaciones para utilizarla como mecanismo de dominación (abra por ejemplo cualquiera de las páginas de Monsanto y verá como la depredación y la exterminación de diversidad vegetal y animal y los daños irreversibles a los seres humanos que provocan los transgénicos y los pesticidas especializados que los acompañan, se nos presentan como un logro tecnológico que “mejora la calidad de vida de la humanidad”). No disponemos de cifras concretas, pero la percepción intuitiva del porcentaje de basura en la red nos dice que deben ser mayor al 90% de su contenido. Y eso que estamos hablando de una tecnología que ha permitido su libre uso, porque no fue creada por las grandes corporaciones (que son quienes desarrollan prácticamente toda la tecnología actual) para lograr ganancias, sino que tuvo un macro crecimiento espontáneo e incontrolable a partir de su objetivo primario de mejorar la comunicación militar y científica. Ya esas grandes corporaciones están dando la pelea legal (e ilegal) en el centro del Imperio, para dominar absolutamente el Internet de acuerdo a sus intereses.

b) Los propios teléfonos celulares, que el autor reivindica: ¿Alguien se ha preguntado qué porcentaje de las llamadas telefónicas que se hacen por su intermedio, son realmente necesarias, y que porcentaje ocupan la calderilla, la chismografía y los usos antisociales que se les dan?

c) ¿Y respecto a los video-juegos? Son numerosos los estudios que prueban que tienen una altísima capacidad adictiva, y que convierten a sus adictos en parte de un mecanismo electrónico. Las cifras de estos estudios son alucinantes, en los países desarrollados un número cada vez más creciente de jóvenes, cada vez de menor edad, centraliza sus vidas en su dependencia a los video-juegos, viviendo una “vida virtual” que sustituye la propia. ¿Es ése el destino que queremos, aquí en la periferia, para nuestros jóvenes? ¿Cómo se puede sugerir como labor revolucionaria, (como lo plantea Dieterich) elaborar video-juegos -que van a ser tan dañinos como los demás- cambiando meramente sus protagonistas (los superhéroes del sistema) por personajes heroicos de la lucha social?

Y hago constar que no estoy hablando desde la “edad de piedra” como dice el autor, sólo expongo que defender las tecnologías por sí mismas, o porque constituyen un sistema imperante en la sociedad (y con ello defender el uso que se les da) significa realmente reivindicar los mecanismos de dominación.

Es obvio que una nueva sociedad no podrá darse el lujo de rechazar en bloque las tecnologías existentes, pero deberá ser muy cuidadosa en elegir aquellas (y su forma de uso) que le sirvan realmente como herramientas adecuadas a sus necesidades y su evolución. Defenderlas en bloque no parece ser una idea apropiada para la revolución, sino un alimento más para la reacción.

La libertad individual

Finalmente, coincido totalmente con el autor, en que al dejar de lado la libertad individual, haciendo el punto central de la sociedad al partido único y quedando la dirección total y absoluta de esa sociedad en manos de un comité central (eliminando toda otra iniciativa política, social o cultural, tanto de grupos o estratos sociales como de individuos) fue una de las variables que generaron el fracaso del socialismo real.

Sin embargo, creo que existe en su planteo una confusión en pensar que la transición de una democracia burguesa a una nueva forma de democracia es sólo un paso cuantitativo. El salto necesario para llegar a la democracia participativa es sobre todo cualitativo, no implica una evolución continua desde la democracia representativa, sino un quiebre total de sus reglas del juego y de su ejercicio, implica la creación de un nuevo sistema social. A estas alturas se ha hecho evidente que esa democracia fue desarrollada para mantener a las oligarquías y grupos de poder al mando de la sociedad. Ese quiebre consistirá sobre todo en construir nuevas instituciones sociales de participación popular, de presencia del poder de la gente, que vayan más allá del juego de los partidos políticos y su alternancia en el poder que es sostenida por un sistema de elección en el cual el único ejercicio de la voluntad popular es el voto periódico por candidatos elegidos por las direcciones de los partidos. El verdadero ejercicio de la libertad no consiste meramente (como podría desprenderse de lo expuesto por Dieterich) en permitir el voto por diferentes partidos, sino en que la voluntad de todos los individuos sea protagonista constante del rumbo de su sociedad, a través de un sistema institucional de participación horizontal y colectivo. Igualmente, ejercer la libertad incluye como esencial, el libre juego de la iniciativa personal, que permite entre otros bienes sociales la creatividad y desarrolla esa “condición ontológica del ser humano”, que como dice el autor, es la libertad.

Conclusiones

En definitiva, creo que una lectura no analítica de lo expuesto en el artículo, puede colaborar en seguir metiéndonos de contrabando los valores y creencias con los que nos bombardea constantemente la ideología hegemónica de la dominación, sobre todo considerando que el universo de posibles lectores del autor es mucho más extenso que un grupo de intelectuales de izquierda o de viejos militantes sociales. Ese universo abarca también los estamentos sociales que son los protagonistas de los procesos de cambio, y que a partir de su acción, buscan desarrollar las ideas básicas del Socialismo del Siglo XXI. Quienes tengamos vieja experiencia en la lucha política y social, no podemos permitirnos aportar ideas equivocadas ni que generen confusión.

Inclusive, exponer ideas tales como que rechazar la tecnología “abre una brecha generacional entre los líderes de la revolución y las masas juveniles”, suena peligrosamente a “vanguardias iluminadas conductoras de las masas ignorantes”, que el propio autor dice que ya no existen.

Creemos (y esperamos) que este artículo de Dieterich no haya sido más que un lapsus, del cual ninguno, ni siquiera los más iluminados pensadores o los más destacados revolucionarios nunca estamos libres (por nuestra condición de seres humanos falibles). De otro modo tendríamos que creer que quien es considerado un intelectual progresista, ha equivocado peligrosamente el camino.

miguelguaglianone@gmail.com