domingo, octubre 06, 2013
El Miedo Manda
Habitamos un mundo gobernado por el miedo, el miedo manda, el poder come miedo, ¿qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio poder genera para perpetuarse.
El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio que aturde las calles.
El miedo amenaza.
Si usted ama tendrá sida.
Si fuma tendrá cáncer.
Si respira tendrá contaminación.
Si bebe tendrá accidentes.
Si come tendrá colesterol.
Si habla tendrá desempleo.
Si camina tendrá violencia.
Si piensa tendrá angustia.
Si duda tendrá locura.
Si siente tendrá soledad.
El miedo global
Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Y los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones y miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura.
Al tiempo sin relojes.
Al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y a la mañana sin pastillas para despertar.
Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Miedo a lo que fue.
Miedo a lo que será.
Miedo de morir.
Miedo de vivir.
lunes, enero 16, 2012
Dignidad


viernes, mayo 27, 2011
sábado, septiembre 04, 2010
Indignación mundial por la matanza en Tamaulipas
“Que nadie se equivoque, yo nací un 29 de febrero; tengo 17 años”, precisa el escritor Eduardo Galeano al celebrar este 3 de septiembre siete décadas de vidaFoto Francisco Olvera.
Montevideo, Uruguay, 3 de septiembre. Hoy, hace 70 años, nació aquí Eduardo Galeano. Para festejarlo, Helena Villagra, su media naranja, su otro yo, su compañera desde los tiempos de la espléndida revista Crisis, cubre la mesa con toda clase de delicias líquidas y sólidas, dulces y saladas, marinas, terrestres, aéreas y etéreas, y las reparte con alegría entre los viajeros que hemos llegado de distintos países a acompañar al autor de Las venas abiertas de América Latina en esta fecha que, sin embargo, rechaza, estocástico, por falsa. “Que nadie se equivoque, yo nací un 29 de febrero, tengo 17 años”, precisa con glacial seriedad.
La celebración eslabona increíbles episodios gastronómicos a lo largo de la semana. El desfile de afectos incluye a Mario y Julio, sus cómplices en la aventura de Época, el diario que Eduardo dirigió en 1960, cuando tenía sólo 20 años de su antigua y ahora desmentida edad. A la primera cena acuden, además, Christophe Bauzet y el cuentacuentos colombiano Nicolás Buenaventura. Christophe, originario de Dax, sur de Francia, es director de teatro; en estos días presenta un montaje que emocionó a los Galeano hasta las lágrimas: Estigma, un monólogo autobiográfico, dicho con enorme dificultad y heroico esfuerzo por Natalia Lambach, una talentosísima actriz adolescente con síndrome de Dawn.
Dos noches más tarde, el protagonista de la cena es un reportero que investiga la transformación radical que vivirá el mundo si tienen éxito los experimentos con litio que se desarrollan actualmente en Europa para satisfacer las necesidades de las nuevas generaciones de consumidores que, ojo, ya prefieren pasar más tiempo con su iPad que paseando en automóvil.
La penúltima noche de agosto, la de la despedida, porque el primero de septiembre Helena y Eduardo se fueron a Madrid a celebrar el cumpleaños a solas, acude a la cena un economista mexicano que trabajó años en organismos internacionales con sede en Montevideo, y después de ser despedido, a mediados de los 90, volvió a México, compró un molino de nixtamal, se lo trajo para acá y, en el barrio de Punta Carretas, abrió el restaurante La Lupita, donde los tacos se forjan con legítimas tortillas.
Simpatizante de Andrés Manuel López Obrador –“es la única posibilidad de cambio por la vía pacífica”, sostiene– aquella noche don Huáscar se fue con un tambache de ejemplares recientes de La Jornada, que Eduardo y Helena, debido a su viaje, ya no podrían repartir entre las personas que, como ellos, observan atónitas, con el corazón en la boca, lo que está ocurriendo en México.
“¿Por qué los mataron? ¿Cuál fue la razón? ¿Por qué? No lo entiendo. ¿Por qué los mataron, por qué, por qué?”, preguntó Eduardo cada noche a sus invitados, obsesionado por la urgencia de saber qué provocó el exterminio de 72 migrantes latinoamericanos en un rancho de Tamaulipas.
La respuesta a su pregunta –vinculada con una noticia que sale a diario en las portadas de la prensa local– llegó a destiempo, cuando los viajeros ya se habían ido a España. En un artículo publicado en Internet, Gennaro Carotenuto, periodista italiano, puso los puntos sobre las íes. Citando a sacerdotes que trabajan sobre la ruta del Tren de la muerte, que lleva a los ilegales extranjeros de Chiapas a Texas, denunció que cada año 600 mil latinoamericanos atraviesan México rumbo a Estados Unidos, pero, según Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de Las Casas, 400 mil (dos tercios) “sufren extorsiones y robos”, uno de cada 10 es violado, la quinta parte es devuelta a su país de origen y, de acuerdo con otras fuentes, 20 mil son secuestrados y obligados a pagar rescates de entre mil y 5 mil dólares por cabeza.
Jorge Bustamante, relator de la ONU para el tema, señala que el migrante suele ser “detenido por la policía y vendido a las organizaciones criminales”, que los conducen a lugares aislados [como el rancho San Fernando de Tamaulipas, donde se produjo la matanza]. Allí “empiezan las palizas, el acoso, las violaciones y las torturas” para arrancarles nombres y teléfonos de familiares, por lo general muy pobres, a quienes tratarán de cobrarles rescates exorbitantes y, quien no pueda pagarlos, será asesinado.
Hay que repetirlo: corresponsables de esos crímenes son el Instituto Nacional de Migración, que administra la yunquista Cecilia Romero; los policías federales de Genaro García Luna y los cárteles. Ante la indignación mundial desatada por la matanza en Tamaulipas, los cancilleres de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y República Dominicana pidieron ayer al “gobierno” que proteja los derechos humanos de los inmigrantes a su paso por México. ¡Qué ilusos! ¿No adivinan cuál será la respuesta? Pronto, habrá una junta en Los Pinos, en la que Cecilia Romero, García Luna y Calderón posarán para la prensa poniendo cara de ataque de agruras; luego se fijarán metas a cumplir dentro de un año y cuando caiga el telón se partirán de risa, carcajeándose hasta que les duela el estómago. Hay muchísimos millones de dólares en la danza.
Fidel Castro, a prueba
El otro tema que dominó la atención de los invitados a las cenas de precumpleaños de Galeano en estos días fue la entrevista que Fidel Castro le concedió a nuestra directora general en La Habana. Durante ese duro ping-pong de preguntas y respuestas acerca, por ejemplo, de la represión contra los homosexuales, de la que el comandante se declaró culpable, Castro insistió en que el ataque de Estados Unidos e Israel contra Irán puede ser inminente. ¿Qué significa esto?
El martes próximo, el Consejo de Seguridad de la ONU comprobará lo que todos sabemos que no ha sucedido: Irán no suspendió su programa de energía nuclear con fines pacíficos, que apoyan Brasil y desde luego esta columna. Si Francia tiene plantas atómicas para llevar luz eléctrica a millones de hogares, ¿por qué Irán no puede hacerlo? El caso es que, ante tal desobediencia, la ONU ordenará que los buques mercantes iraníes sean detenidos e inspeccionados en el Golfo Pérsico, lo que, según le dijo Fidel a Carmen Lira, podría ocurrir el jueves. Pero si los iraníes repelen a tiros a los marines que pretendan abordar sus naves, Obama, siempre según el dirigente cubano, podría lanzar minibombas nucleares (en inglés las llaman “mininukes”) contra las instalaciones industriales de Teherán.
La intensa campaña de prensa que Fidel Castro emprendió con propósitos disuasorios, ¿obligará a Estados Unidos a cancelar o modificar el guión de lo que puede convertirse quizá en la peor de todas las catástrofes? La humanidad lo sabrá en pocos días. Por ahora, quienes exigieron la liberación de seis campesinas encarceladas por abortar en Guanajuato, triunfaron en toda la línea. El Congreso del estado aprobó una reforma al Código Penal, enviada por el gobernador yunquista, que les permitirá salir de prisión el martes. Pero como la lucha va a continuar hasta las últimas consecuencias, el blog creado en favor de ellas, http://presasporabortar.blogspot.com, ya tiene la denuncia de su caso en nueve lenguas: español, inglés, francés, alemán, italiano, portugués, catalán, sueco y bosnio. Ojalá sea traducida a muchas más...
jamastu@gmail.com
domingo, agosto 08, 2010
¿Mundo del revés?

Barómetro Internacional
Miguel Guaglianone
Un mundo sin alma, des-almado, que practica la superstición de las máquinas y la idolatría de las armas: un mundo al revés, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies.
Eduardo Galeano
Nos dice Eduardo Galeano que estamos viviendo el mundo al revés. Su pluma genial nos muestra en forma brillante la sin-razón de una contemporaneidad que todos sufrimos y que continúa tornándose crecientemente despiadada en su absurdidad.
Quienes trabajamos en la comunicación social alternativa tenemos esto bien claro. Y sabemos que la entretejida red de medios corporativos transnacionales que monopolizan los contenidos comunicacionales, es la herramienta más efectiva para cautivar las mentes de las mayorías e intentar imbuirlos en la legitimidad de los postulados del mundo al revés, naturalizándolos. Y que esta herramienta trabaja sin descanso, minuto a minuto a nivel globalizado, en la realización de tan innoble tarea.
No deberíamos entonces asombrarnos de nada. Sin embargo, como es muy difícil convertirse en unos cínicos completos, hay períodos donde la mera enumeración de sucesos reseñados por los medios nos golpea el estómago con el grueso de lo dramáticamente sin sentido de esa realidad que nos quieren imponer.
En pocos días y como muestra veamos:
1) La CNN en español anuncia con bombos y platillos que “se terminó el problema en el Golfo de México, la BP logró detener la fuga de petróleo.” Nada dice de los miles de millones de litros ya derramados, ni de que gran parte de ellos no podrán ser recogidos porque no suben a la superficie y están emulsionados en el agua, gracias a que la compañía agregó (en colaboración con el servicio de guardacostas de los EE.UU) cantidades ingentes de un químico dispersante llamado Codexit. No se habla de esto en el titular, y habrá en adelante un silencio cómplice sobre las graves consecuencias de todo este episodio para la ecología y la humanidad entera. Se producirá el mismo vacío informativo que silenció durante años los efectos posteriores del derrame en Alaska del Exxon-Valdés. Y sobre todo, nadie dice ni dirá que en verdad el problema no terminó, sino que apenas está comenzando.
2) El inefable Álvaro Uribe Vélez, presidente saliente de Colombia, realiza unas declaraciones que si no implicaran tanta tragedia, sonarían a un chiste de mal gusto. Dice que los dos mil cadáveres encontrados en una fosa común en La Macarena, la más grande hallada desde los tiempos del genocidio nazi, no son ni de desaparecidos ni de asesinados, que simplemente se trata de un cementerio que no tiene sus lápidas. A los pocos días nos enteramos que este mismo personaje de larga y oscura trayectoria, acaba de ser nombrado (¿realmente por quién?) vicepresidente de la comisión internacional que investigará la masacre realizada por el Ejército Israelí en un convoy de barcos de ayuda humanitaria con rumbo a Gaza. ¿Qué tal?
3) El Comandante del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas norteamericanas declara con absoluta tranquilidad a una cadena televisiva, que no sólo ya está elaborado el plan de ataque a Irán, sino que está concretándose su preparación. Redondea gloriosamente su declaración, diciendo que sería muy lamentable poner el plan en acción, pero que si es necesario… Unos pocos días después, el teóricamente comandante en jefe de esas mismas fuerzas armadas, el presidente Barak Obama declara que, tal como lo prometiera, a fines de agosto retirará un número importante de soldados de Irak. No aclara cuantos “contratistas” (mercenarios pagados) quedarán en su lugar, ni en cuánto seguirá incrementando (posiblemente hasta con esos mismos soldados que retira) el número de efectivos regulares en Afganistán. Al mismo tiempo, la cámara de representantes norteamericana aprueba al poder ejecutivo que dirige Obama, la friolera de 33.000 millones de dólares adicionales para “invertir” en la guerra agfana.
4) A través de un portal Web y algunos periódicos importantes se develan algo así como 90.000 archivos militares norteamericanos secretos, referidos a la guerra en Afganistán, que muestran no sólo los horrores cotidianos de esa guerra, sino la existencia de errores operacionales que costaron muchas vidas inocentes, la existencia de cuerpos militares asesinos, los pagos realizados por “protección” a los propios Talibanes que se supone que están combatiendo, y otras monstruosidades por el estilo. El Departamento de Estado se queja amargamente por la “desconsideración” del acto de hacer públicos estos documentos, y pide a quienes los publicaron que reconsideren su actitud, mientras que organiza una salvaje persecución, para encontrar y castigar ejemplarmente a los responsables de la filtración. Obama declara muy orondo que después de todo la noticia no es tan importante, porque esos archivos son viejos.
5) Alan Greenspan, el anterior y por muchos años presidente de la Reserva Federal estadounidense, y su sucesor Ben Shalom Bernanke, declaran a la vez que el anuncio muy publicitado del leve ascenso en el Producto Bruto Interno de los Estados Unidos, no solamente no significa una mejora de la crisis económica que estallara en 2006, sino que estamos al borde de la explosión de una nueva “burbuja” financiera que la agravará aún más profundamente. Un anuncio de esta magnitud por parte de estos gurúes de la economía capitalista, es difundido en forma marginal y sin mayor seguimiento por los medios corporativos (es mejor no mover el bote).
Anti-valores o sin-valores
Que la mera percepción conjunta de todos estos hechos que se han dado en forma casi simultánea en la realidad global que generan los medios de comunicación corporativos, no produzca una reacción masiva por lo menos de sorpresa, aunque no sea de rechazo, es la mejor prueba de hasta que punto ese mundo del revés está institucionalizado y aceptado en grandes mayorías, sobre todo las clases medias y medias altas de los países centrales.
En principio este mundo al revés parece estar regido por anti-valores. Inclusive llega a cambiar el significado de las palabras por su contrario (terrorismo por resistencia, democracia por autoritarismo, libertad por dominación, etc.). Parecería que gobiernan las almas de las gentes los valores opuestos a los anunciados.
Sin embargo, cuando comenzamos a hilar más fino, vemos que tampoco existe una verdadera institucionalización de esos anti-valores. Que ellos van cambiando y tornándose unos en otros según las circunstancias, conveniencias e intereses de aquellos que tienen la sartén por el mango.
Todas las sociedades conocidas, aún nuestra Civilización Occidental y Cristiana han crecido y se han desarrollado porque sus mayorías compartían valores e ideas trascendentes comunes. Los antropólogos han descubierto recientemente, que los cientos de miles de egipcios que erigieron con su esfuerzo físico personal las pirámides, no eran los esclavos que se creían tradicionalmente, eran trabajadores profesionales. La culminación de esos colosales esfuerzos colectivos solo es comprensible si cada uno de los que participó compartía con los demás, valores y objetivos trascendentes comunes, única forma de crear los que Lewis Mumford llamó las “maquinarias invisibles”, los sistemas sociales de coordinación humana que explican la realización de proezas históricas colectivas.
Hasta la Edad Media (esa época que la Modernidad nos disfrazó de oscurantismo) la Cultura Occidental compartía valores y objetivos trascendentes. Nuestros últimos quinientos años, a partir de la progresiva secularización (perdida de visiones trascendentes) y del progresivo ascenso del materialismo individualista y la evolución de un mercantilismo que se transformó primero en capitalismo industrial y luego en el neocapitalismo corporativo que estamos viviendo, fueron despojando paulatinamente a nuestra cultura de sus valores (los últimos propuestos y progresivamente abandonados fueron los del iluminismo y el liberalismo), hasta convertirnos en la sociedad absolutamente pragmática y materialista en que vivimos, cuyo único valor discernible es la posesión de los bienes materiales, desde el logro individual.
Este proceso nos condujo a una contemporaneidad que no sólo maneja anti-valores, sino que en realidad no se aferra a ninguno, excepto quizás el del lucro y la acumulación de posesiones (o el consumo de ellas).
El arte siempre se adelanta a los hechos. Las posturas dadaístas o aquello tan claramente cantado por el tango “Cambalache”, en las primeras décadas del siglo XX, ya estaban anunciando la realidad de una posmodernidad para la cual todo da igual. No es realmente entonces que nos propongan los antivalores como sistema, es que van alternando los que sean, sin importar cuáles, en función de logros inmediatistas para el beneficio directo de las minorías dominantes. Y ese es el pantano en el cual nos encontramos como cultura. Ya lo decía mucho tiempo atrás Confucio: “Es más fácil salir del error que de la confusión”
Los sistemas de valores nuevos, los nuestros
La única forma que tenemos de pelear colectivamente por salir de ese pantano, es tratar de re-institucionalizar un nuevo sistema de valores para todos. Tenemos que rescatar desde nuestro propio ámbito, costumbres, aspiraciones, formas de vida que nos re-ubiquen colectivamente en el mundo y nos den una perspectiva de futuro. Vayamos hacia la búsqueda de crear ese hombre nuevo del cual hablaba el Che, es la única respuesta posible al sistema que nos proponen.
Y sería muy atrevido tratar de enunciar aquí cuales deben ser estos nuevos valores, ya que su creación promoción e institucionalización sólo pueden ser fruto de un esfuerzo compartido por todos. Sin embargo, sí podemos decir que estos nuevos valores tienen que ver con el rescate del sentimiento de lo colectivo (el “nosotros” antes que el “yo”), el desarrollo del sentido del otro (el alter), la reconfiguración y la revalorización de sentimientos motores como la pertenencia, la solidaridad, la fraternidad o la lealtad.
Y tenemos de dónde sacarlos. Basta con que nosotros latinoamericanos, comencemos a vernos, como dice Aram Aharonian, con nuestros propios ojos. Nuestra tarea hoy es rescatar y reubicar aquellas formas de vida y aspiraciones que quinientos años de dominación han intentado ocultar, deformar e impedir que generemos y propongamos.
Esta es la hora de crear nuestras propias respuestas a ese absurdo mundo al revés que tratan de seguirnos imponiendo, y descubrir por nosotros mismos nuestro camino.
miguelguaglianone@gmail.com
miércoles, abril 21, 2010
Mensaje a la Cumbre de la Madre Tierra
por Eduardo Galeano
“Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad” Lamentablemente, no podré estar con ustedes. Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar. Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero.
Y por estar sin estar estando, al menos les envío estas palabras.
Quiero decirles que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.
Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.
Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.
Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.
Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.
Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno.
Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza.
Hay voces del pasado que hablan al futuro.
Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.
El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos.
Desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.
Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.
Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.
Vuelan abrazos, desde Montevideo.
viernes, febrero 12, 2010
Eduardo Galeano: Las otras réplicas
Pat Robertson, teleevangelista de amplia audiencia, explicó claramente este asunto del terremoto. El pastor de almas cantó la justa: las placas tectónicas no tienen nada que ver. El terremoto es una consecuencia del pacto que los negros haitianos habían hecho con el diablo hace dos siglos. Satán los liberó de Francia, pero Haití se convirtió en un país maldito.
El bueno de Pat no está solo. Son muchos los que creen, o al menos sospechan, que la libertad fue el pecado que condenó al país a perpetua desgracia. Haití no sería un país maldito si hubiera aceptado su destino colonial.
Pero ¿maldito por quién? Los negros haitianos habían humillado al Ejército de Napoleón Bonaparte, que en esa guerra perdió dieciocho oficiales, y Francia cobró cara la expiación. Durante más de un siglo, Haití pagó a Francia una indemnización, equivalente hoy día a casi veintidós mil millones de dólares, por haber cometido semejante sacrilegio.
El nuevo país nació endeudado y arruinado, arrasado por la guerra de independencia, que a tantos mató o mutiló, y también arrasado por la explotación despiadada de sus suelos y de sus gentes extenuadas en el trabajo esclavo. La prosperidad de Francia había sido la ruina de Haití. Todo el país se había reducido a una inmensa plantación de azúcar, que aniquiló los bosques y secó la tierra. Los negros libres heredaron un reino sin sombra y sin agua.
En estos días, la prensa ha difundido reseñas históricas. Se supone que ayudan a entender lo que ocurre. En casi todos los casos, nos cuentan que Haití fue el segundo país libre de las Américas, porque había seguido el ejemplo de la independencia de Estados Unidos. La verdad es que no fue el segundo. Fue el primero, el primer país de veras libre, libre de la opresión colonial, sí, pero también libre de la esclavitud. Y fue el primero, precisamente, porque no siguió el ejemplo de Estados Unidos: Haití fue un país sin esclavos sesenta años antes que Estados Unidos, cuya primera Constitución estableció que un negro equivalía a las tres quintas partes de una persona.
Y Haití nació, por eso, condenado a la soledad. Haití difundía, con su solo ejemplo, una peste contagiosa. Ningún otro país reconoció su existencia. Todos le dieron la espalda. Ni siquiera Simón Bolívar, cuando gobernó la Gran Colombia, pudo recordar que a los haitianos debía su gloria, porque ellos le habían dado naves, armas y soldados, cuando él estaba vencido, con la sola condición de que liberara a los esclavos.
Otra réplica del terremoto: son muchos los que creen, y no pocos lo afirman, que toda ayuda será inútil, porque los haitianos son incapaces de gobernarse a sí mismos. Llevan en la frente la marca africana. Están predestinados al caos. Es la maldición negra.
Por el mismo motivo, Estados Unidos no tuvo más remedio que invadir Haití en1915. Robert Lansing, secretario de Estado, explicó entonces que "la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma y tiene una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización".
El presidente Woodrow Wilson, premio Nobel de la Paz, ferviente admirador del Ku-Klux-Klan, firmó la orden de invasión, para restablecer el orden, evitar el caos y de paso, ya que estaba, cobrar lo que Haití debía a los bancos norteamericanos. Las tropas fueron por un ratito nomás, pero se quedaron diecinueve años. No pudieron restablecer la esclavitud, como habían hecho en Tejas y en Nicaragua, pero al menos impusieron un régimen de trabajo forzado que era bastante parecido, y mientras duró la ocupación militar prohibieron que los negros entraran en los hoteles, restaurantes y clubes reservados a los extranjeros. También prohibieron que el presidente de Haití cobrara su salario, hasta que enmendó su conducta y regaló el Banco de la Nación al City Bank.
Cuando las tropas se retiraron, dejaron un país bastante peor que el que habían encontrado.
Ojalá no se repita la historia, ahora que las tropas norteamericanas han regresado, traídas por el terremoto, y sobre las ruinas ejercen el poder absoluto.
Tierra desollada, gente desesperada: Haití ha malvivido su vida, casi siempre sometido a las dictaduras militares. Dictadura tras dictadura: para que callen los muchos y los pocos manden.
Uno de los dictadores, Baby Doc Duvalier, escapó de la furia popular en enero de 1986. Se fugó, acompañado por millones de dólares, en el avión militar que el presidente Ronald Reagan le envió, en agradecimiento por los servicios prestados.
Tiempo después, cuando el terremoto estalló, Baby Doc anunció, desde el exilio, que iba a donar a Haití una parte del dineral que había robado. Fue conmovedor. Casi tanto como el gesto del Fondo Monetario Internacional, que ha decidido prestar a Haití cien millones de dólares.
La experiencia ha demostrado, en América Latina y en todo el sur del mundo, que los expertos internacionales son tan útiles como los dictadores militares, quizá más, y resultan mucho más presentables, porque matan para ayudar a sus víctimas.
En Haití, como en muchos otros países, han sido el Fondo Monetario y el Banco Mundial quienes pulverizaron el poder público y eliminaron los subsidios y los aranceles que de alguna manera protegían la producción nacional de arroz. Los campesinos que vivían de sus cultivos fueron convertidos en mendigos o balseros, arrojados a la calle o a los tiburones, y Haití pasó a importar el arroz, ése sí subsidiado, ése sí protegido, de Estados Unidos.
Gracias a los buenos servicios de estos filántropos internacionales, el terremoto aniquiló un país aniquilado: sin Estado, sin instituciones, sin hospitales, sin escuelas.
¿Sin nada? ¿Sin nada de nada?
En 1996, el diputado alemán Winfried Wolf, que llevaba unos cuantos días en Haití, consultó las estadísticas internacionales. Había escuchado una y mil veces que Haití es un país superpoblado. Le sorprendió descubrir que Alemania está casi tan superpoblada como Haití. Pero admitió: “Sí, Haití está superpoblado… de artistas”.
Winfried recorría los mercados sin cansarse nunca de tanto admirar las creaciones del arte popular de este país. Las haitianas y los haitianos tienen manos magas, que revuelven la basura y de la basura sacan fierros viejos, cristales rotos, maderas gastadas, cosas que parecen muertas, y esas escultoras y escultores les dan vida y alegría.
Haití es un país arrojado a la basura, tierra despreciada, tierra castigada, que ahora parece, después del terremoto, más muerta que nunca. ¿Le quedarán manos magas, capaces de resucitarla?
Uno de los sobrevivientes, que perdió a su mujer, a sus hijos, su casa, su todo, respondió a la pregunta de un periodista: “¿Y ahora? Ahora lloro. Todas las noches lloro. Aquí, en la plaza donde duermo, lloro. Y después me levanto y camino. No sé adónde. Camino. Sigo. Busco la vida. No me preguntes por qué”.
jueves, febrero 04, 2010
Me caí del mundo
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros? Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.
Eduardo Galeano
martes, febrero 02, 2010
Haití
El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Préval.
Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor.
Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.
Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que "confinar la peste en esa isla". Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones.
Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.
Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.
Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del África.
El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos. De la maldición blanca, no se habló.
La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado: -¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias? El anterior. Pues, que se restablezca- . Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados. Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron "la deuda francesa". Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte.
A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.
A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad. Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar. En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.
En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York.
El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho.
No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública. La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia.
Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.
Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años. Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe. Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras.
País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios. Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.
En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes. En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares. Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.
http://cultural. argenpress. info/2010/ 01/haiti- la-maldicion- blanca.html
lunes, enero 18, 2010
HAITI: La maldición blanca.
Atículo del 2004, pero aún actual.
El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.
Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.
Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.
Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.De la maldición blanca, no se habló.
La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:–¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?–El anterior.–Pues, que se restablezca.Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.
Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.
A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.
En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.
La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.
Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años.Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.
Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.
Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.
En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso.Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.
lunes, diciembre 21, 2009
Un fantasma recorre Copenhague: El capitalismo

El presidente de la República, Hugo Chávez, durante su intervención en XV Conferencia de la Organización de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, sostuvo que "un fantasma recorre las calles de Copenhague". Parafraseando a Carlos Marx, dijo, "ese fantasma es espantoso y casi nadie quiere nombrarlo: El Capitalismo".
"Lo que vivimos en este planeta es una dictadura imperial (...) y eso es lo que vemos (en Copenhague), pues hay un grupo de países que se creen superiores (...) No nos extrañemos de esto, pues una vez más estamos ante una poderosa evidencia de la dictadura imperial", afirmó el Jefe de Estado.
Afirmó que se mira con desdén a los países subdesarrollados, o como dice Eduardo Galeano, arrollados a través de su historia por los países poderosos.
Asimismo, el presidente de la República hizo un especial reconocimiento a los jóvenes, quienes han encabezado las manifestaciones en contra del sistema destructivo a la salud del planeta.
"Son jóvenes preocupados, mucho más que nosotros, por el futuro del mundo. La mayoría que estamos en la Cumbre tenemos el sol a la espalda, mientras que ellos tienen el sol al frente", aseveró el Primer Mandatario Nacional.
Sostuvo además que en las diferentes consignas de estos jóvenes, dos le llamaron la atención: "'No cambien el clima, cambien el sistema' y yo lo tomo para nosotros, pues si cambiamos el sistema, en consecuencia, salvaremos el planeta. El capitalismo está acabando con la vida y la especie humana", dijo.
El otro lema -especificó Hugo Chávez- "está a tono con la crisis bancaria que recorre el mundo y todavía golpea: ‘Si el clima fuese un banco, ya lo habrían salvado' y creo que es verdad".
Aprovechó la ocasión para recomendar el libro "Cómo los ricos destruyen el planeta", del escritor francés Hervé Kempf. "¿Será que los ricos piensan irse a otro planeta después de que lo destruyan?", se preguntó.
Si el capitalismo se resiste, demos la batalla
"Si el capitalismo se resiste, nosotros estamos obligados a dar la batalla y abrir los caminos de la salvación de la especie humana, levantando las banderas de la igualdad, de la justicia y del verdadero humanismo", enfatizó el Jefe de Estado venezolano parafraseando al Libertador Simón Bolívar.
"El planeta vivió miles de millones de años sin la especie humana, es decir, no le hacemos falta. Pero, en cambio, nosotros sin la tierra no vivimos", puntualizó.
Descargue aquí la transcripción de la intervención del mandatario venezolano
"Si el clima fuese un banco, los ricos ya lo hubieran salvado", afirmó el Jefe de Estado, Hugo Chávez / Recomendó el libro "Cómo los ricos destruyen el planeta", de Hervé Kempf / "Cambiemos el sistema y así salvaremos el planeta", destacó
Visite el SDP y elTiradero del Bote :
martes, diciembre 08, 2009
Eduardo Galeano solicita adhesión a campaña por presos políticos saharauis
Eduardo Galeano
Hay quienes dicen que la justicia militar se parece a la justicia tanto como la música militar se parece a la música.
Quién sabe. En todo caso, esto es indudablemente cierto para la justicia militar del reino de Marruecos.
Los abajo firmantes exhortamos a una movilización universal en defensa de siete patriotas saharauis, defensores de derechos humanos, que están corriendo el peligro de ser condenados a muerte por un tribunal militar de Marruecos:
Ali Salem Tamek (Vicepresidente del Colectivo de Defensores Saharauis de Derechos Humanos)
Se les imputan delitos que ofenden la inteligencia, pero ellos han cometido el crimen de creer que su patria saharaui, robada por Marruecos, tiene el derecho de ser patria, y que sus ciudadanos tienen el derecho de ser quienes son.
Eduardo Galeano
Adhiere: Chico Buarque de Holanda
*** REDH - Red Solidaria por los Derechos Humanos, adhiere a esta Campaña en todos sus términos ***
María M. Delgado - Red Solidaria por los Derechos Humanos - Uruguay
Carlos D. PEREZ - Coordinador de REDH - Red Solidaria por los Derechos Humanos - Uruguay
martes, diciembre 01, 2009
En Uruguay hubo afirmación democrática: Galeano
http://www.youtube.com/watch?v=91g3lUjLauo
miércoles, septiembre 30, 2009
Aprendizaje, desafío y viaje de las palabras
Para expresar mi gratitud a esta alegría inmensa que me han regalado no encuentro mejor manera que contar tres historias. No son inventadas por mí, sino que son por mí vividas.
La primera es sobre mi aprendizaje. Yo no tuve la suerte de conocer a Sherezade. No aprendí el arte de narrar en los palacios de Bagdad. Mis universidades fueron los viejos cafés de Montevideo. Los cuentacuentos anónimos me enseñaron. En la poca enseñanza formal que tuve –porque no pasé de primero de Liceo– fui un pésimo estudiante de historia. Y en los cafés descubrí que el pasado era presente. Y que la memoria podía ser contada de tal manera que dejara de ser eterna para convertirse en ahora.
No recuerdo la cara ni el nombre de mi primer profesor. Pero él contó una historia de 1904 –por la edad se veía que él no había nacido en aquel entonces–, pero la contaba como si hubiera estado ahí. Fue mi primera lección: el arte es una mentira que dice la verdad. Y escuchando aprendí que se puede contar lo que pasó de tal manera que vuelva a ocurrir cuando uno lo cuenta. Que pueda uno escuchar ese remoto trueno de los cascos de los caballos. Y que pueda uno ver las huellas de arena aunque el suelo sea de baldosa o de madera.
Y aquel hombre para decir la verdad mintió que él había recorrido las praderas ensangrentadas después de la batalla y había visto los muertos. Y uno de los muertos dijo –era un ángel, un muchacho bellísimo con la hincha blanca, roja de sangre–: Por la patria y por ella más.
Un segundo relato sobre mi primer desafío en el arte de narrar. En un pueblo boliviano, un día de laguna –Laguna devoraba a sus hijos metidos en los socavones de las tripas del estaño–, los mineros perseguían las betas de estaño y en esa cacería perdían en pocos años los pulmones y la vida. Yo había pasado un tiempo ahí, me había hecho algunos amigos y había llegado la hora de departir. Estuvimos toda la noche leyendo, los mineros y yo, cantando y contando chistes, a cual más malo. Cuando ya estábamos cerca del amanecer, cuando poco faltaba para que el chillido de la sirena los llamara al trabajo, mis amigos callaron todos a la vez y alguno preguntó, pidió, mandó: Y ahora hermanito, dinos cómo es la mar. Yo me quedé mudo, pero insistían, cuéntanos, cuéntanos cómo es la mar. Ninguno de ellos iba a verla nunca. Todos iban a morir temprano. Y yo no tenía más remedio que traerles la mar. La mar estaba lejísimos y yo tenía que encontrar palabras que fueran capaces de mojarlos.
Y la tercera historia sobre los extraños viajes de las palabras. Hace pocos meses, ante los estudiantes mexicanos leí algunos relatos. Uno de ellos, de mi libro Bocas del tiempo, contaba que el poeta español Federico García Lorca había sido fusilado y prohibido durante la larga dictadura de Franco. Y que un grupo de teatreros del Uruguay había estrenado una obra suya en un teatro de Madrid, al cabo de tantos años de obligado silencio. Y al fin de la obra esos teatreros no habían recibido los aplausos esperados; el público español había aplaudido con los pies pateando el piso. Y ellos se habían quedado estupefactos. No entendían nada. Tan mal habían actuado –pensaban–. Cuando me lo contaron pensé que quizás el trueno sobre la tierra había sido para el autor fusilado por rojo, por marica, por raro… Una manera de decirle: Para que sepas Federico lo vivo que estás. Y cuando lo conté en la Universidad de México me ocurrió lo que nunca me había ocurrido en las otras ocasiones en que había contado esa historia. Los estudiantes aplaudieron con los pies. Miles de pies pateando el piso con alma y vida. Y así continuaron mi relato y continuaron lo que mi relato contaba como si eso estuviera ocurriendo en un teatro de Madrid unos cuantos años antes. Ese segundo trueno sobre la tierra estaba también dirigido al poeta fusilado y era también una manera de decirle: Para que sepas, Federico, lo vivo que estás.
jueves, agosto 27, 2009
Las bases militares de EEUU en Colombia ofenden la dignidad colectiva de América Latina

En la quiteña Avenida Amazonas, a pocos pasos del hotel donde se aloja, encontramos como cualquier transeúnte en la noche del domingo 9 de agosto a Eduardo Galeano, quien ha llegado a la capital ecuatoriana para asistir como invitado especial al acto de posesión del presidente Rafael Correa, ceremonia que se cumplió el pasado 10 de agosto. Lo paramos y nos identificamos para solicitarle una entrevista, a la cual accede con gusto.
“Ahora no puede ser, pero veámonos mañana después de la ceremonia de posesión de Correa”, nos dice el autor de Las venas abiertas de América Latina y de Espejos.
Como siempre, Galeano responde a las preguntas con ironía y no poco humor, por eso es que sus reflexiones se salen de lo común. Como latinoamericanista consumado, el escritor uruguayo en diálogo con CRONICON.NET hace un peculiar análisis de la realidad sociopolítica de nuestro hemisferio.
Tiempo abierto de esperanza
- ¿Después de 200 años de la emancipación de América Latina, se puede hablar de una reconfiguración del sujeto político en esta región, habida cuenta los avances políticos que se traducen en gobiernos progresistas y de izquierda en varios países latinoamericanos?
- Sí, hay un tiempo abierto de esperanza, una suerte de renacimiento que es digno de celebración en países que no han terminado de ser independientes, apenas si han empezado un poquito. La independencia es una tarea pendiente para casi toda América Latina.
- ¿Con toda la irrupción social que se viene dando a lo largo del hemisferio se puede señalar que hay una acentuación de la identidad cultural de América Latina?
- Sí, yo creo que sí y eso pasa por cierto por las reformas constitucionales. A mí me ofendió la inteligencia, aparte de otras cosas que sentí, el horror de este golpe de Estado en Honduras que invocó como causa el pecado cometido por un Presidente que quiso consultar al pueblo sobre la posibilidad de reformar la Constitución, porque lo que quería Zelaya era consultar sobre la consulta, ni siquiera una era reforma directa. Suponiendo que fuera una reforma a la Constitución bienvenida sea, porque las constituciones no son eternas y para que los países puedan realizarse plenamente tienen que reformarlas. Yo me pregunto: ¿qué sería de los Estados Unidos si sus habitantes siguieran obedeciendo a su primera Constitución? La primera Constitución de Estados Unidos establecía que un negro equivalía a las tres quintas partes de una persona. Obama no podría ser Presidente porque ningún país puede tener de mandatario a las tres quintas partes de una persona.
- Usted reivindica la figura del presidente Barack Obama por su condición racial, ¿pero el hecho de mantener o ampliar la presencia norteamericana mediante bases militares en América Latina, como está ocurriendo ahora en Colombia con la instalación de siete plataformas de control y espionaje, no desdice de las verdaderas intenciones de este mandatario del partido demócrata, y simplemente sigue al pie de la letra los planes expansionistas y de amenaza de una potencia hegemónica como Estados Unidos?
- Lo que pasa es que Obama hasta ahora no ha definido muy bien que es lo que quiere hacer ni en relación con América Latina, las relaciones nuestras, tradicionalmente dudosas, ni en otros temas tampoco. En algunos espacios hay una voluntad de cambio expresa por ejemplo en lo que tiene que ver con el sistema de salud que es escandaloso en Estados Unidos, te rompes una pierna y pagás hasta el fin de tus días la deuda por ese accidente.
Pero en otros espacios no, él continúa hablando de ‘nuestro liderazgo’, ‘nuestro estilo de vida’ en un lenguaje demasiado parecido al de los anteriores. A mí me parece muy positivo que un país tan racista como ese y con episodios de un racismo colosal, descomunal, escandaloso, ocurridos hace quince minutos en términos históricos tenga un presidente seminegro.
En 1942, o sea medio siglo, nada, el Pentágono prohibió las transfusiones de sangre negra y ahí el director de la Cruz Roja renunció o fue renunciado porque se negó aceptar la orden diciendo que toda sangre era roja y que era un disparate hablar de sangre negra, y él era negro, era un gran científico, el que hizo posible la aplicación del plasma a escala universal, Charles Drew.
Entonces un país que hiciera un disparate como prohibir la sangre negra tenga a Obama de presidente es un gran avance. Pero por otro lado, hasta ahora yo no veo un cambio sustancial, ahí está por ejemplo el modo como su gobierno enfrentó la crisis financiera, pobrecito yo no quisiera estar en sus zapatos, pero la verdad es que terminaron recompensando a los especuladores, los piratas de Wall Strett que son muchísimo más peligrosos que los de Somalia porque éstos asaltan nada más que los barquitos en la costa, en cambio los de la Bolsa de Nueva York asaltan al mundo.
Ellos fueron finalmente recompensados; yo quería iniciar una campaña al principio conmovido por la crisis de los banqueros con el lema: “adopte un banquero”, pero la abandoné porque vi que el Estado se hizo cargo de la tarea. (Risas). Y lo mismo con América Latina, como que no tiene muy claro qué hacer. Han estado más de un siglo los Estados Unidos consagrados a la fabricación de dictaduras militares en América Latina, entonces a la hora de defender una democracia como en el caso de Honduras, ante un clarísimo golpe de Estado, vacilan, tienen respuesta ambiguas, no saben qué hacer, porque no tienen práctica, les falta experiencia, llevan más de un siglo trabajando en el sentido contrario, entonces comprendo que la tarea no es fácil.
En el caso de las bases militares en Colombia no solo ofende la dignidad colectiva de América Latina sino también la inteligencia de cualquiera, porque que se diga que su función va ser combatir las drogas, ¡por favor, hasta cuando! Casi toda la heroína que se consume en el mundo proviene de Afganistán, casi toda, datos oficiales de Naciones Unidas que cualquiera puede ver en Internet. Y Afganistán es un país ocupado por Estados Unidos y como se sabe los países ocupantes tiene la responsabilidad de lo que ocurre en los países ocupados, por lo tanto, tienen algo que ver con este narcotráfico en escala universal y son dignos herederos de la reina Victoria que era narcotraficante.
No se puede ser tan hipócrita
- La reina británica que introdujo por todos los medios en el siglo XIX el opio a China a través de comerciantes de Inglaterra y Estados Unidos…
- Sí, la celebérrima reina Victoria de Inglaterra impuso el opio en China a lo largo de dos guerras de treinta años, matando una cantidad inmensa de chinos, porque el imperio chino se negaba a aceptar esa sustancia dentro de sus fronteras que estaba prohibida. Y el opio es el papá de la heroína y de la morfina, justamente. Entonces a los chinos les costó todo, porque China era una gran potencia que podía haber competido con Inglaterra en los comienzos de la revolución industrial, era el taller del mundo, y la guerra del opio los arrasó, los convirtió en una piltrafa, de ahí entraron los japoneses como perico por su casa, en quince minutos. Victoria era una reina narcotraficante y los Estados Unidos que tanto usan la droga como coartada para justificar sus invasiones militares, porque de eso se trata, son dignos herederos de esa fea tradición. A mí me parece que es hora que nos despertemos un poquito, que no se puede ser tan hipócrita. Si van a ser hipócritas que lo sean con más cuidado. En América Latina tenemos buenos profesores de hipocresía, si quieren podemos en un convenio de ayuda tecnológica mutua prestarles algunos hipócritas propios.
- Hace nueve años exactamente, usted le dijo en una entrevista en Bogotá concedida a este reportero la siguiente frase: “Dios guarde a Colombia del Plan Colombia”. ¿Cuál es ahora su reflexión respecto de este país andino que enfrenta un gobierno autoritario entregado a los intereses de los Estados Unidos, con una alarmante situación de violación de derechos humanos y con un conflicto interno que lo sigue desangrando?
- Además con problemas gravísimos que se han ido agudizando con el paso del tiempo. Yo no sé, te digo, no soy quien para darle consejos a Colombia ni a los colombianos, además siempre estuve contra esa mala costumbre de algunos que se sienten en condiciones de decir qué es lo que cada país tiene que hacer.
Yo nunca cometí ese imperdonable pecado y no lo voy a cometer ahora con Colombia, solo puede decir que ojalá los colombianos encuentren su camino, ojalá lo encuentren, nadie se lo pueden imponer desde afuera, ni por la izquierda, ni por la derecha, ni por el centro, ni por nada, serán los colombianos quienes lo encontrarán. Y yo lo que puedo es decir que doy testimonio. Si hay un tribunal mundial que alguna vez va a juzgar a Colombia por lo que de Colombia se dice: país violento, narcotraficante, condenado a violencia perpetua, yo voy a dar testimonio de que no, de que ese es un país cariñoso, alegre y que merece mejor destino.
Reivindicando memoria de Raúl Sendic
- Hace muchos años, siquiera unas cuatro décadas, había un personaje en Montevideo que se reunía con un joven dibujante llamado Eduardo Hughes Galeano con el propósito de darle ideas para la elaboración de sus caricaturas, llamado Raúl Sendic, el inspirador del Frente Amplio del Uruguay…
- Y jefe guerrillero de los Tupamaros, aunque en aquella época todavía no lo era. Es verdad, cuando yo era un niño, casi de catorce años, y empecé a dibujar caricaturas, él se sentaba a mirar y me daba ideas, era un hombre bastante mayor que yo, con cierta experiencia, y todavía no era lo que después fue: el fundador, organizador y jefe de los Tupamaros.
Recuerdo que le dijo a don Emilio Frugoni que por entonces era el jefe del Partido Socialista y director del semanario donde yo publicaba unas caricaturas tempranas, señalándome: “Este va a ser o presidente o gran delincuente”. Fue una buena profecía y terminé siendo gran delincuente… (Risas).
- ¿El hecho de que hoy el Frente Amplio esté gobernando el Uruguay y que un ex guerrillero como Pepe Mujica tenga posibilidades de ganar las elecciones presidenciales constituye una reivindicación a la memoria de Sendic?
- Sí, y de todos los que participaron en una lucha muy larga para romper el monopolio de dos, el bipolio ejercido por el Partido Colorado y el Partido Nacional durante casi toda la vida independiente del país. El Frente Amplio irrumpe hace muy poquito en el escenario político nacional y me parece muy positivo que esté gobernando ahora, aparte de que yo no coincido con todo lo que se hace y además creo que no se hace todo lo que se debería hacer.
Pero eso no tiene nada que ver porque al fin y al cabo la victoria del Frente Amplio fue también una victoria de la diversidad política que yo creo que es la base de la democracia. En el Frente coexisten muchos partidos y movimientos diferentes, unidos por supuesto en una causa común pero con sus diversidades y diferencias, y yo las reivindico, para mí eso es fundamental.
- ¿Qué representa para usted como uruguayo el hecho de que un dirigente emblemático de la izquierda como Pepe Mujica, ex guerrillero tupamaro, tenga amplias posibilidades de llegar a la Presidencia de la República de su país?
- Con algún chance, no va a ser es fácil, vamos a ver qué pasa, pero creo que es un proceso de recuperación, la gente se reconoce justamente en el Pepe Mujica porque es radicalmente diferente de los políticos nuestros tradicionales, en su lenguaje, hasta en su aspecto y todo, por más que él ha tratado de vestirse de fino caballero no le sale bien, y expresa muy bien una necesidad y una voluntad popular de cambio. Creo que sería bueno que él llegara a la Presidencia, vamos a ver si ocurre o no, de todos modos el drama del Uruguay como el del Ecuador, por cierto, país en el que estamos conversando este momento, es la hemorragia de su población joven.
O sea, la nuestra es una patria peregrina; en su discurso de posesión el presidente Rafael Correa habló de los exiliados de la pobreza y la verdad es que hay una enorme cantidad de uruguayos mucho más de lo que se dice, porque no son oficiales las cifras, pero no menos de 700 mil, 800 mil uruguayos en una población pequeñísima porque nosotros en el Uruguay somos 3 millones y medio, esa es una cantidad inmensa de gente afuera, todos o casi todos jóvenes, entonces han quedado los viejos o la gente que ya ha cumplido esa etapa de la vida en la que uno quiere que todo cambie para resignarse a que no cambie nada o que cambie muy poquito.
Baldositas de colores para armar mosaicos
- ¿Tras sus reputados libros Las venas abiertas de América Latina publicado en 1970, y Espejos, editado en 2008, que relatan historias de la infamia, el primero sobre nuestro continente y el otro de buena parte del mundo, hay espacio para seguir creyendo en la utopía?
- Espejos lo que hace es recuperar la historia universal en todas sus dimensiones, en sus horrores pero también en sus fiestas, es muy diferente a Las venas abiertas de América Latina, que fue el comienzo de un camino. Las venas abiertas es un ensayo casi de economía política, escrito en un lenguaje no muy tradicional en el género, por eso perdió el concurso de Casa de las Américas, porque el jurado no lo considero serio.
Era una época en que la izquierda solo creía que lo serio era lo aburrido, y como el libro no era aburrido, no era serio, pero es un libro muy concentrado en la historia política económica y en las barbaridades que esa historia implicó para nosotros, como nos deformó y nos estranguló.
En cambio, Espejos, intenta asomarse al mundo entero recogiendo todo, las noches y los días, las luces y las sombras, son todas historias muy cortitas, y hay una diferencia también de estilo, Las venas abiertas tiene una estructura tradicional, y a partir de ahí yo intenté encontrar un lenguaje mío, propio, que es el del relato corto, baldositas de colores para armar los grandes mosaicos, un estilo como el de los muralistas, y cada relato es una pequeña baldosita que incorpora un color, y uno de los últimos relatos de Espejos evoca un recuerdo de infancia mío que es verdadero y es que cuando yo era chiquito creía que todo lo que se perdía en la tierra iba a parar en la luna, estaba convencido de eso y me sorprendió cuando llegaron los astronautas a la luna porque no encontraron ni promesas traicionadas, ni ilusiones perdidas, ni esperanzas rotas, y entonces yo me pregunté: ¿si no están en la luna, dónde están? ¿No será que están aquí en la tierra, esperándonos?