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jueves, diciembre 22, 2011

Has the Israel Lobby Gone Too Far?

Will a recent attack on progressive journalists help spark a sea-change in the debate over Middle East policy?

viernes, abril 16, 2010

¿Por qué nadie logra frenar a Israel?

MÉXICO, D.F., 15 de abril (apro).- En contra de todas las disposiciones internacionales, de los exhortos de sus aliados y de los reclamos de sus opositores, en su reciente visita a Washington el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que continuará la construcción de asentamientos judíos en la zona este de Jerusalén, asignada en 1948 por Naciones Unidas a los palestinos y que Israel se anexó en 1980.

“El pueblo judío construyó Jerusalén hace 3000 años y lo sigue construyendo hoy. Jerusalén no es una colonia, es nuestra capital”, sostuvo Bibi, como se conoce popularmente a Netanyahu, entre atronadores aplausos de los miembros del Comité de Asuntos Públicos Estadunidense-Israelí (AIPAC, por sus siglas en inglés), el principal grupo de presión proisraelí de Estados Unidos.

La construcción de asentamientos continúa, pues en Jerusalén y los territorios ocupados, las relaciones entre palestinos e israelíes han vuelto a tensarse hasta la violencia, y el riesgo de una nueva incursión militar en Gaza, desde donde milicianos de Hamas han lanzado cohetes en las últimas semanas, gravita en el aire. Ni hablar de retomar las pláticas entre unos y otros para llegar a un acuerdo.

A nadie sorprende realmente esta situación con un gobierno israelí integrado por el ala más belicosa del Likud, encarnada en Netanyahu; los ultranacionalistas del canciller Avigdor Lieberman, quien se ha pronunciado por “limpiar a Israel de los árabes”, y un conjunto de partidos religiosos, la mayoría ultraortodoxos, cuyo principal motor es recuperar el “Gran Israel”.

Por lo demás, salvo algunas excepciones como la del asesinado premier Yitzak Rabin, todos los gobiernos israelíes, independientemente de su color político, han continuado la construcción de asentamientos judíos en las zonas ocupadas y no han vacilado en utilizar la fuerza militar contra quien se oponga a sus políticas expansionistas. El mejor ejemplo es la última incursión en Gaza, dispuesta por los partidos Kadima y Laborista, que se declaran como de centro y socialdemócrata.

Lo novedoso es el choque diplomático entre los gobiernos de Netanyahu y Barack Obama, que tanto la prensa de Estados Unidos como de Israel han coincidido en señalar como la mayor crisis entre los dos países desde hace 37 años. Y es que Bibi optó por anunciar la construcción de mil 600 viviendas más en Jerusalén Este, justo cuando el vicepresidente estadunidense, Joe Biden, aterrizaba en Tel Aviv para intentar reanudar las conversaciones de paz con los palestinos.

Biden fue duro al señalar la inoportunidad del anuncio, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, fue más allá al afirmar que se trataba no sólo de un insulto al vicepresidente, sino a Estados Unidos, porque socavaba la confianza entre ambas naciones y lanzaba un mensaje negativo a la comunidad internacional. “Por fin estalló la crisis”, publicó el diario centroizquierdista Haaretz, habiendo previsto con anterioridad que la relación Obama-Netanyahu no fluiría sin roces.

Y es que después de ocho años de coincidencia del gobierno neoconservador de George Bush con los activos grupos de cabildeo proisraelíes en Estados Unidos, el replanteamiento del conflicto en Medio Oriente y de la relación con las naciones árabes y musulmanas por parte de Obama, necesariamente en algún punto colisionaría con la postura de Israel, particularmente con un gobierno como el de Netanyahu.

El daño estaba hecho, pero algo ocurrió para que, por lo menos a nivel discursivo, los duros conceptos estadunidenses fueran rápidamente matizados.

Netanyahu, quien participó en la reunión anual del AIPAC, fue convocado a la Casa Blanca y, aunque no hubo fotografía ni comunicado conjunto, el vocero Robert Gibbs, Biden y Clinton se apresuraron a declarar en diferentes foros que, pese a las divergencias, los lazos con Israel eran “indestructibles”. En el mismo sentido se expresaron también numerosos congresistas, republicanos y demócratas.

¿Qué pasa que cada vez que alguien intenta poner en su lugar a los gobiernos de Israel da marcha atrás y encima pide disculpas, cuando debería ser al revés?

Es cierto que los fantasmas del antisemitismo y el Holocausto meordean siempre por ahí, y que nadie quiere ser su cómplice. Pero se requiere de algo más, de una acción concertada para que eso surta efecto. En marzo de 2006, con el estudio El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos, los profesores John J. Mearshimer, de la Universidad de Chicago, y Stephen M. Walt, de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, develaron parte de esta mecánica.

En su documento de 82 páginas, los profesores plantean que el eje de la política de Washington en Medio Oriente ha sido su inquebrantable apoyo a Israel, no siempre en beneficio de Estados Unidos. Su extraordinaria generosidad –3 mil millones de dólares anuales en asistencia externa, armas de última generación como cazas F-16, 32 resoluciones vetadas desde 1982 en el Consejo de Seguridad y una laxitud en el manejo de los territorios ocupados– podría ser comprensible si Israel tuviera un valor estratégico o moral para Estados Unidos; pero no es el caso, sobre todo con el fin de la Guerra Fría.

¿Entonces? Mearshimer y Walt no tienen duda, se trata del poder incontestado del lobby proisraelí, del que AIPAC sólo es la cabeza más visible, pero que cuenta con otros grupos como la Liga Antidifamación y está además asociado con cristianos evangélicos, neoconservadores (tanto judíos como gentiles), centros de reflexión como los institutos para la Política del Cercano Oriente, American Enterprise y Hudson, y hasta un comité que supervisa la “precisión” de los informes de prensa sobre esta región en conflicto que se distribuyen en Estados Unidos.

El lobby proisraelí por supuesto no es el único que condiciona políticas públicas en Estados Unidos. Por encima de él se ubica la poderosa Asociación Nacional del Rifle y le siguen otros grupos de presión, como el de las petroleras árabes del Golfo o el conjunto de instituciones y congresistas cubanos que desde la Florida busca derrocar al régimen de los Castro.

“Pero ninguno como el lobby pro Israel ha logrado convencer a Estados Unidos de que sus intereses son básicamente idénticos”, dicen los profesores universitarios, al grado de llevarlo a una guerra como la de Irak y al riesgo de otra igual con Irán.

Aunque el trabajo de Mearshimer y Walt fue criticado desde diferentes posiciones por “falta de rigor académico”, su mérito fue probar la real existencia de este lobby proisraelí, que reaccionó con virulencia poniendo en marcha los mecanismos de descrédito que los universitarios describían en su investigación. Muchos políticos estadunidenses han sido destruidos de esta manera, mientras que otros reciben jugosas aportaciones para sus campañas y proyectos, siempre y cuando coincidan con “la causa”.

Uno de los mejores ejemplos de cómo puede operar el lobby, se da nada menos que en la pareja de los Clinton. En 1993, cuando Rabin y Arafat firmaron los Acuerdos de Oslo, AIPAC los apoyó públicamente, pero buscó una manera sutil de socavarlos, y la encontró en el asunto de dónde debía estar ubicada la embajada de Estados Unidos en Israel.

A diferencia de la mayoría de los países, Washington tenía su embajada en Tel Aviv y no en Jerusalén, respetando su condición en disputa. Según los acuerdos, el estatuto final de la ciudad se empezaría a discutir en 1996, pero los activistas proisraelíes en el Congreso introdujeron en 1995 una iniciativa que proponía trasladar la embajada estadunidense a Jerusalén en menor tiempo. Rabin y Bill Clinton estaban en desacuerdo, porque sabían que esto irritaría a los árabes y entorpecería el proceso de paz; pero de eso se trataba. Con mayoría republicana, ambas Cámaras aprobaron la iniciativa.

Atrapado entre árabes e israelíes, Bill optó por la cláusula de exención, que impedía el traslado físico de la embajada, pero que lo obligaba a una revisión de la iniciativa cada seis meses. La presión sobre los Acuerdos de Oslo se volvió intensa y fue peor, cuando Hillary decidió buscar una curul en el Senado por Nueva York. Ansiosa por cortejar el importante voto judío, declaró a Jerusalén “la eterna e indivisible capital de Israel” e inclusive discutió con su oponente, Rick Lazio, sobre quién sería el más rápido en trasladar la embajada.

Al final, ésta nunca fue trasladada, pero “metió mucho ruido”, según dijo Dennis Ross, el principal negociador de Bill en los acuerdos, que a la postre quedaron estancados. Hillary, por su parte, llegó al Senado y, aunque declarativamente, apoyó la creación de un Estado palestino. A la hora de votar siempre lo hizo en consonancia con AIPAC. Se calcula que en su campaña recibió unos 80 mil dólares en dinero proisraelí. Otros conspicuos demócratas también se han visto beneficiados con estos fondos, entre ellos Nancy Pelosi, la actual presidenta de la Cámara de Representantes.

En cuanto a la relación de este poderoso lobby con Obama, los datos son contradictorios. Algunos señalan a AIPAC como la fuente de donde provino la insidiosa campaña que lo señalaba como “un musulman encubierto”, debido a su segundo nombre, Hussein, y a que se crió en Indonesia, el país con mayor población musulmana en el mundo. Pero otros aseguran que Barack habría sido captado desde años atrás por “cazatalentos” proisraelíes, y que una evidencia de ello sería la inclusión de Rahm Emmanuel y David Axelrod como su jefe de gabinete y de campaña, respectivamente.

Esto no prueba nada. Casi 80% de los poco más de 5 millones de judíos que viven en Estados Unidos votó por Obama y la mayoría no comulga con las posiciones de AIPAC. El político afroamericano, en cambio, ya ha sentido los embates de los activistas proisraelíes en varias ocasiones. Durante su campaña, fueron ellos los que más presionaron para que se distanciara de su pastor, Jeremiah Wright, por supuestamente apoyar terroristas, y le exigieron que condenara al “Islam radical” como la causa de los conflictos en Medio Oriente.

Ya como presidente, Obama tuvo que prescindir en 2009 de Charles Freeman, a quien había nombrado al frente del Consejo Nacional de Inteligencia. Diplomático, con amplia experiencia en Medio Oriente y en asuntos de seguridad, Freeman siempre criticó la agresiva política expansionista israelí, ya fuera vía asentamientos o campañas militares, y se pronunció contra la invasión de Irak, las amenazas a Irán y, en general, el manejo de toda la guerra contra el terrorismo. Las presiones en su contra fueron tales, que acabó por renunciar.

En la relación directa con Netanyahu, el saldo para Obama ha sido hasta ahora negativo. Tanto en la reunión de mayo del año pasado como en la que acaba de ocurrir, el israelí no dio un solo paso atrás en sus posturas y, al contrario, se dio el lujo de desafiar al gobierno estadunidense en pleno. Dado el recule declarativo de éste, es de inferirse que el activismo de las fuerzas duras que apoyan a Bibi en casa y en Estados Unidos, volvió a imponerse sobre la mayoría silenciosa.

sábado, enero 03, 2009

Contra la ingravidez intelectual SIONISTA

José Steinsleger Contra la ingravidez intelectualSe ha probado reiteradamente el absurdo de negar la realidad con subterfugios cobardes. Los pilotos de guerra que causaron la carnicería en Gaza portaban documentos de identidad. Nacionalidad: israelí. Religión: judía. Valga la redundancia, aclaro que esta aclaración quede bien aclarada, pues no es motivada por el “odio”, sino por la indignación y los hechos.Tales documentos son extendidos por las autoridades del enclave neocolonial y terrorista llamado “Israel”, diferenciando “puros” de “impuros”. Y esto no es antisemitismo intelectual, sino el “realmente existente”. Lo demás, que siga dirimiéndose en los círculos elitistas de México, país que “encabeza” (vaya) la tabla mundial de decapitados, y se pide una cabeza más: la de Alfredo Jalife-Rahme.La irresponsable denuncia pública contra el autor de Bajo la Lupa, virtualmente calificado de “antisemita” en un desplegado de La Jornada (19/12/08), me toca en parte. Algunos de los firmantes me han tratado de “neonazi” y de self-hating jew (judío que reniega de sí mismo). Sólo que en “chingaquedito”, estilo que dominan a la perfección.Según el profesor canadiense Yakov M. Rabkin (que no pertenece al credo de Sai Baba), esos calificativos son utilizados contra quienes “ponen en entredicho la legitimidad del sionismo y del carácter sionista del Estado de Israel” (La amenaza interior, Historia de la oposición judía al sionismo, Ed. Hiru, Hondarriba, 2006, traducción Irene Selser, p. 49).Con su permiso de usted, y en vista de que los apellidos cuentan para conocer el pedigrí, apunte los míos: Steinsleger Rodríguez Miller Montes Klinger Sánchez Alexander Bradley, ciudadano mexicano sin credo de fe conocida, descendiente de judíos bielorrusos, gentiles asturianos, puritanos de Nueva Inglaterra y, por línea directa, del primer senador del estado de Vermont (Stephen R. Bradley, “Class III”, 1791-95).Se dice que el señalado confunde “israelí” con “judío”. Bullshit. Hay que conocer, primero, la pusilánime ley de población de Israel (1965), que implícitamente diluye ambos gentilicios. Y mejor si los judíos revistan en las filas del “Ejército de Defensa” (sic), donde no hay testigos de Jehová: recibirán grados y condecoraciones por cada niño palestino torturado, asesinado, o calcinado con sus bombas. Esto es nazismo.De Jalife-Rahme incomoda su brújula periodística: la coincidencia de la crisis capitalista mundial con los descomunales atentados terroristas que en los ocho años de Bush alcanzaron cotas superlativas de destrucción. ¿Nada más? Alfredo es parte del equipo de Andrés Manuel López Obrador en asuntos de petróleo y energía.Revisemos la nómina del documento “Contra el antisemitismo”: algunos trataron de justificar la matanza de Acteal; otros callaron las violaciones de las mujeres de Atenco, y todos dicen estar dolidos por la muerte de una conciudadana en el acto terrorista de Bombay. ¿Y los jóvenes mexicanos asesinados por el ejército colombiano en Ecuador? ¿Y la seguridad de la conciudadana Lucía Morett, con causa abierta por la extrema derecha mexicana, ecuatoriana y colombiana?Alfredo no es antisemita. Según Adolfo Gilly, está loco. Ocasión ideal para que Gilly nos hable de Humberto Cristaldi (su jefe de 30 años en la Cuarta Internacional trostkista-posadista), quien recomendaba el Frente Unido de los comunistas en caso de una eventual invasión extraterrestre, prueba de civilizaciones avanzadas. ¿Nos reímos de todos, o sólo de Jalife-Rahme?El sicoanalista Alberto Sladogna recordó a Gilly el papel del chiste entre los judíos: lo cómico es lo serio, y a partir de una mentira se dice la verdad. Freud y Lacan estudiaron la seriedad del chiste. V.gr.: un judío pregunta a otro si las relaciones que mantiene con su mujer son por amor o interés. El aludido responde: “creo que es por amor. Nunca percibí interés”.Jalife-Rahme no podría ser “antisemita” porque es parte del tronco semítico, en el que una de sus ramas, los judíos, se sienten “pueblo elegido”. Ofuscación similar a la doctrina puritana del Destino Manifiesto, por mediación de la cual los “cristianos renacidos” de Bush (reborn christians) usurpan el nombre “América”, de origen maya-quiché.Alfredo tampoco es hipócrita. Cuando supo de mi segundo apellido esbozó una sonrisa de oreja a oreja: “¡no eres ‘judío puro’!” Para mis adentros, pensé: tá’ de madre… igual dicen los judíos. Eso sí, debo cuidarme de Mustafá, mi dentista palestino en Quito. Cuando enciende el torno, me dice con ojos arábigamente desorbitados: “ésta es mi oportunidad, brimo”.En adelante, resta lo rutinario: articulistas que seguirán escribiendo vaguedades contra los “fanatismos de formas tenues” y criticando “algunas políticas israelíes”. Como si hubiese sido “ético” críticar “algunas” políticas de Alemania nazi.Agradezco a los autores de Contra el antisemitismo, la parte que también me toca como editorialista “serio”. Trato de serlo, pero no soy “imparcial”. Alzo la copa por el 50 aniversario de la revolución cubana, el primer cuarto de siglo de La Jornada y un beso grande, muy grande, para todas las madres de Gaza. Sin énfasis: feliz Año Nuevo.

Diciembre 31"pobres hijos de .... David , con bombas atomicas, aviones de chorro y con chorrillo "
Hola Eduardo Iusrbarra, espero puedas incluir unas líneas al debate candente en medio del bombardeo malsano que avergüenza a toda la humanidad.

Contribución al debate sobre Jalife, Israel y el presunto antisemitismo

Por Marco Tulio Culebro B.Periodista, traductor económico, alumno de maestría en Derechos Humanos UACM.

Un hombre que no tenía nada que perder en la vida denunció poco antes de morir que la comunidad de judíos millonarios de EEUU eran dueños absolutos de la industria cinematográfica, que la manejaban a su antojo, a placer y para fines de propaganda o censura. Ese hombre era nada menos que el famoso actor Marlon Brando, y por ello sus palabras fueron recogidas en los medios de comunicación.Le cayeron encima todas las acusaciones de antisemitismo que existen en el país vecino. En algunos países, la acusación de antisemitismo, equivale a penas judiciales. Esperamos que nunca ocurra en México en aras del ejercicio del libre derecho de opinión frente a los monopolios de la información, del espionaje y del dinero y la guerra (que no solamente son judíos).Al respecto del debate que nos ocupa, recuerdo que una vez propuse a Jalife Rahme que existían más fuentes de información financiera para hablar de la debacle capitalista y le puse el caso de Bloomberg News. Como seguidor que soy de su amena columna “Bajo la Lupa”, que se ha convertido ya en diferentes libros, observé que tomó a bien la recomendación y en adelante incluyó ese importante medio electrónico en su repaso de comentarios sobre Economía y Política. Michael Bloomberg es, como se sabe alcalde de Nueva York y gracias a su medio financiero electrónico que empezó con la bicoca de 10 millones de dólares, es hoy uno de los más ricos del mundo. Bloomberg, es un personaje político judío ortodoxo del grupo neoconservador que entró en escena en los últimos años aliado de Bush, pero precisamente por eso, hay que conocerlo mejor y saber que –como buen exponente de su comunidad- solamente le importan el dinero y solamente: el dinero. Pero no por eso se nos ocurre censurarlo, sino que animamos su lectura.Jalife por su parte deriva su variada información en teorías geopolíticas bien armadas e interesantes. No infalibles, no exentas de color y calor humano, pero que genuinamente buscan explicar la compleja realidad global y los 11 frentes que –dice- desencadena el imperialismo de corte anglosajón. Cabe destacar que no hay huella de racismo en esta acepción: Anglosajón se vale, debido a que existe una alianza bien establecida y definida de los gringos con sus primos ingleses y a donde vienen en menor jerarquía otros países del club angloparlante como Canadá y Australia, y en tercer orden, otras naciones del Commonwealth como India. Otros analistas hacen también sus versiones de la geopolítica mundial. Una buena versión pro-anglosajona e imperialista se encuentra en medios como Foreign Affairs. Pero también es igualmente válido conocer las construcciones teóricas del Sistema Mundo que hace Immanuel Wallerstein, a pesar del estructuralismo implícito y otros teóricos o comentaristas como el propio Chomsky, o el autor de los libros “Imperio” y “Multitud”, el sobrevalorado Toni Negri. O el analista mexicano, aunque poco conocido Raúl Villegas.Existe igualmente la escuela que representa la Revista Herodote que ha dado un buen lugar a la geopolítica francesa, que ha desarrollado una metodología propia donde la unión interdisciplinaria entre geografía y política vio sus mejores aciertos analíticos cuando se observaba el escenario estadounidense en Vietnam, que desde los años 60, auguraba el desastre en que cayó en 1975 y que los franceses conocieron muy bien tras la paliza que les propinaron los hombres de Ho Chi Minh comandados por el mariscal Vo Nuguyen Giap en Dien Biem Phu.Como quiera que sea, todas las escuelas de Geopolítica se escriben sin que sea imposible dejar de lado su punto de vista, origen, lengua de partida o de destino. Hay pues –desde luego-, una geopolítica china –quizá la más antigua- y una geopolítica rusa que dirige los destinos del gigante asiático antes y después de haber sido Rusia el centro del Imperio de los Zares, y antes y después de haber sido la Unión Soviética. Esa es la virtud de la disciplina, que además brinda la capacidad de anticipar los hechos.Valgan pues estos comentarios, cuando existe hoy un ataque de medios orquestado contra el columnista de Bajo la Lupa que tiene las peores incitaciones, es decir que viene desde la embajada de Israel. Es un ataque semejante al crimen de lesa humanidad que efectúa el estado sionista contra la población palestina, hoy recrudecido, cuando la humanidad entera celebraba los zapatazos que lanzó un periodista iraquí contra Bush, y que no fue otra cosa que un valiente ejercicio de opinión.

jueves, enero 01, 2009

Extremismo panista

Ahora que el PAN cumple ocho años en la presidencia del país han comenzado a mostrarse, de manera más abierta, expresiones de extremismo de las que pocos teníamos conocimiento.
Entre sus filas conviven igualmente manifestaciones anticomunistas, antisemitas y antimasónicas que reflejan no sólo pensamientos decimonónicos, sino una involución de pensamiento peligrosa, si tomamos en cuenta que provienen del partido que está en el poder.
Estas tres expresiones ideológicas y religiosas han sido parte importante en la vida del panismo desde que surgió en 1939. El sinarquismo, como corriente política ligada al catolicismo, es, quizá, la tendencia más fuerte en las raíces de este partido, pues la mayor parte de sus integrantes eran de familias católicas fuertemente conservadoras que rechazaban cualquier pensamiento ajeno a su religión.

La religión católica ligada a la política ha sido tan fuerte en el PAN que la familia Abascal llegó a proponer el establecimiento de un estado autónomo de la Federación regido precisamente por el sinarquismo. El proyecto fracasó, pero la huella del extremismo quedó en la historia del panismo.
Durante sus años como partido de oposición Acción Nacional no tuvo oportunidad de expresar el antisemitismo que estaba entre sus filas más retrógradas y tampoco su aversión a los masones. Entregados más a conseguir el poder los panistas guardaron sus filias y fobias para mejores tiempos. Pero a partir del 2000, cuando Vicente Fox gana la elección presidencial, estas expresiones rebasaron sus propios límites y se manifestaron de diversas formas.
El ala más radical representada por la ultraderecha -conocida como El Yunque--, manifestó de inmediato su repulsión hacia los masones. Influido por esta corriente Fox ordenó sacar de Los Pinos la imagen de Benito Juárez, uno de los masones más reconocidos del siglo XIX, y lo mandaron a unas bodegas hasta que fue rescatado por un tiempo por Santiago Creel, entonces secretario de Gobernación; pero llegó Carlos Abascal y remplazó la imagen del expresidente oaxaqueño por un enorme crucifijo.
La influencia del antisemitismo en El Yunque, originada por el dogma erróneo de la presumible existencia de un complot mundial del pueblo judío para apropiarse del mundo, la cual proviene del libro Los Protocolos de Sión, uno de los fraudes ideológicos y literarios más grandes de la historia, tuvo pocas posibilidades de expresarse, no así la aversión en contra de toda aquella inclinación comunista o socialista representada por la izquierda política y social.
Como nunca antes desde la Presidencia de la República, desde el PAN, así como desde la Iglesia católica y la clase empresarial más conservadora, se orquestó una campaña en contra de un personaje al que identificaron con la izquierda más radical y como "un peligro para México".
El extremismo panista, el de la ultraderecha que teme a la invasión del comunismo en el mundo, se manifestó en el transcurso de la campaña del 2006. En connivencia con la cúpula eclesiástica, desde el pulpito en las iglesias de la zona del bajío se extendió el mensaje a las familias católicas de que si ganaba Andrés Manuel López Obrador estarían en peligro sus hijos y sus propiedades, pues el gobierno se los quitaría. Por los resultados electorales la campaña fue todo un éxito pero no sólo en esa región, sino en todo el país.
La compulsión por mucho tiempo reprimida contra el judaísmo, al parecer, ya tuvo su primera expresión el 16 de diciembre en el artículo de Germán Martínez titulado La Treta publicado en El Universal, en donde, al tratar el tema del mega fraude orquestado por Bernard Madoff, hizo una referencia antisemita que tuvo una fuerte respuesta de Jacobo Zabludowsky días más tarde, el 22, la cual nunca fue contestada y como dice el viejo refrán… "el que calla, otorga".
Errático como ha demostrado serlo, el líder del PAN dejó entrever ese sentimiento en contra del judaísmo y, al mismo tiempo, también su supuesta simpatía por el movimiento nazi. Habría que ver cuál es la opinión del dirigente panista sobre los ataques israelíes al pueblo palestino en estos días.
Los extremismos de cualquier tipo, religiosos, políticos o ideológicos, siempre han sido un peligro, generan movimientos violentos y autoritarios, dictatoriales o radicales. La historia tiene muchos ejemplos y bien valdría recordárselos a los panistas y a sus dirigentes, antes de que sigan con sus pretensiones antisemitas, en contra de los masones y de cualquiera que se atreva a criticarlos desde la izquierda.