jueves, junio 03, 2010
Colombia en su laberinto y México a la zaga
Por: Gerardo Fernández Casanova
Las elecciones colombianas del pasado domingo, cuyo resultado a nadie sorprendió, vienen a servir de confirmación de que existe una especie de vademécum para gobernar desde la derecha. Tan añejo como el usado por Hitler, Mussolini y Franco, en Europa, y como las dictaduras militares de Nuestra América. Provocar el terror para que la población priorice la seguridad ante cualquier disyuntiva política. Es la fórmula y les funciona a la perfección. Una mano tramposa distorsiona el funcionamiento de la cosa pública, de suerte que en un país empobrecido, donde sería natural una presencia vigorosa de la izquierda, la oligarquía logra realizar con éxito sus simulacros de democracia electoral. Esa mano tramposa, que no tiene nada de misteriosa, asesinó a Jorge Eliécer Gaytán en 1948, quien simbolizó el proyecto emancipador colombiano y estaba perfilado a ganar las elecciones presidenciales; su lucha por la reforma agraria tomó cuerpo en reacción a la masacre perpetrada por la United Fruit, de la que da cuenta García Márquez en Cien Años de Soledad, y que significó la muerte de más de 3000 campesinos que reclamaban condiciones mínimas de justicia laboral. Desde entonces Colombia vive en estado de guerra civil y de extremada violencia política, con una dizque competencia entre los partidos de la oligarquía que se alternan en el poder, pero con la continua intervención de la embajada yanqui, ahora consolidada con las bases militares de apoyo a la llamada lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, como ellos suelen tildar a las luchas populares de liberación. La contrainsurgencia orquestada desde el Plan Colombia, con los métodos criminales del paramilitarismo y la táctica del suelo arrasado, ha logrado acalambrar a comunidades enteras cuya voluntad política es violentada en beneficio de la oligarquía.
El resultado del actual proceso electoral, que le otorga el triunfo al más recalcitrante de los personeros de la ultraderecha colombiana, coloca en serio riesgo la seguridad y la paz en Latinoamérica toda (no sólo en el sur del continente). Es el ariete de los yanquis para contrarrestar el proceso de integración autónomo de la región, alentado por los regímenes progresistas y revolucionarios, con Brasil y Venezuela a la cabeza, respectivamente. Washington está decidido a mantener su poder hegemónico en el hemisferio, aún a costa del derramamiento de sangre entre hermanos, tal como ha sido en doscientos años de historia. Ojalá que no suceda.
Lo grave del caso es la enorme dificultad para resolverlo. A 62 años de guerra civil ha quedado debidamente consignada la conclusión de la inviabilidad de la vía armada como forma de solución, pero igualmente sucede con la vía electoral que, de manera más que fehaciente, demuestra su ineficacia. Incluso se vive un círculo vicioso por el que la vigencia de ambas alternativas contribuye a la mutua ineficacia. Es urgente el surgimiento de un liderazgo que pueda convocar al pueblo colombiano, incluida la guerrilla, que conduzca al pueblo hacia una meta de libertad y justicia y que no muera en el intento.
En México no cantamos mal las rancheras. La fórmula se aplica a pie juntillas y el resultado amenaza con ser semejante. Puede decirse que se instauró desde que Carlos Salinas llevó al triunfo electoral a Zedillo en un esquema de temor en la sociedad, a la luz de los asesinatos políticos y del alzamiento de los zapatistas en Chiapas. El miedo lleva a la gente a ser conservadora, de ahí que rindan frutos las campañas sucias y los tildes de peligro con que se trata de etiquetar a quienes postulan cambios de fondo. El ejército en las calles no obedece a otro objetivo que el de amedrentar a la población, encubierto en una aparente guerra contra el crimen organizado. La criminalización de la disidencia, poco a poco, va adquiriendo carácter de institución en el ejercicio de la política, en tanto que la connivencia con la delincuencia es patente de corso para quienes son funcionales al poder. En este entorno, la política va quedando reducida para ser practicada casi exclusivamente por los malandrines, ante los enormes riesgos personales que implica su ejercicio honesto. El pan y el circo mantienen a una masa informe de supuestos ciudadanos a la que el futbol y las telenovelas, junto con la desinformación mediática, le hacen olvidar sus penurias. Los llamados programas sociales, supuestamente destinados a la erradicación de la pobreza, sólo sirven para garantizar la clientela electoral del régimen.
En estas condiciones a los mexicanos nos toca dar una lucha doblemente difícil: derrocar al régimen y, antes, reeducar a la masa para que se movilice y emprenda la transformación. Más difícil aún resulta la lucha cuando, en el campo de quienes supuestamente aspiramos a la recuperación del país, prevalece la desunión y la venalidad de algunos dirigentes quienes, escondidos bajo el manto de una modernidad colaboracionista, se han conformado con el plato de lentejas y las migajas que les ofrece el régimen corrupto y espurio.
Nuestra única real ventaja es que contamos con un liderazgo idóneo que, a despecho de la política cortesana, recorre el país para organizar y reeducar a la gente. Andrés Manuel López Obrador, vituperado y vilipendiado por la intelectualidad orgánica y los levantacejas del régimen, es el líder a seguir y a proteger. Fiel a su costumbre de poner por escrito su pensamiento, López Obrador presenta un nuevo libro, el noveno, en el que consigna su postura ante la realidad nacional y convoca para el 25 de julio para presentar, en una magna asamblea informativa, los lineamientos del Proyecto Alternativo de Nación debidamente actualizado. Hay liderazgo y hay pueblo organizado: sonríe porque vamos a ganar.
gerdez999@yahoo.com.mx
lunes, febrero 08, 2010
Regeneración
Ni a los progresistas que se avocaron a la elaboración de la Constitución de 1917, con personalidades como la de Heriberto Jara y Francisco Mújica, que caracterizaron el contenido social de la norma jurídica esencial. Tampoco pueden ser ignorados militares del tipo de Salvador Alvarado que, en la acción de gobernar, dieron muestra de honestidad y compromiso con el progreso. Menos pueden ser ignorados los presidentes Carranza, De la Huerta, Obregón, Calles y Cárdenas que, independientemente de las diferencias entre ellos, algunas dirimidas por las armas, fueron consolidando el producto afirmativo de la Revolución. A ninguno de ellos habría que colocarlos en el panteón de la santidad pero, a no dudarlo, merecen sitio privilegiado en el del patriotismo.
¿Qué nos pasó? ¿Dónde se fracasó? Nadie puede negar que el ímpetu revolucionario se agotó en sí mismo. La democracia fue una asignatura pendiente, por lo menos en sus aspectos formales de tipo representativo; en su ausencia, la clase revolucionaria devino en plutocracia; el güisqui suplantó al tequila y al sotol; las universidades gringas educaron a los hijos de los revolucionarios; la promoción social de la educación degeneró en instrumento de control político, al igual que la reforma agraria y el fomento agrícola. Los cañonazos de dinero a los generales revolucionarios para que se mantuvieran en paz, terminaron en las jugosas comisiones por contratos o adquisiciones. La revolución se bajó del caballo y se subió al Cadillac. Los conflictos sociales terminaron en represión. Ahí se acabó el ensueño. También se ahogó la identidad y el patriotismo, por lo menos en lo que toca a la clase gobernante. Hoy estamos en la más lastimosa orfandad. Carentes de horizonte para dirigir el esfuerzo. Sometidos a la más feroz de las violencias, la del hambre y el infortunio. Estamos ante el riesgo de perder la viabilidad como país independiente, al grado que hay pensadores que postulan la plena entrega a los Estados Unidos.
Castañeda y Aguilar Camín, desprovistos de toda suerte de vergüenza se manifiestan proclives a que México deje de ver al pasado y se decida por incorporarse de lleno al esquema norteamericano de dominación, como clave para acceder al progreso; van al contrario de la conseja que dice que es preferible ser cabeza de ratón que cola de león. Es una verdadera necedad suponer que quienes dominan en el país vecino harán algo que suponga beneficiar los intereses de los mexicanos; con todo derecho ellos ven por los suyos y la historia, esa terca historia que convocan a olvidar, nos demuestra que no sólo son distintos a los nuestros, sino que son en alto grado contradictorios. Con una argumentación engañosa pretenden comparar los casos de México y Turquía, esta última respecto de su pretensión de incorporarse a la Unión Europea. La ligera diferencia es que los europeos proyectan un estado supranacional basado en el fortalecimiento del conjunto mediado del fortalecimiento de cada una de las partes; en tanto que el norteamericano sólo entiende de destinos manifiestos de dominación y explotación de los dominados. Es la degeneración.
Bienvenida la nueva publicación periódica del Gobierno Legítimo y del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, la Soberanía y la Economía Popular. REGENERACION es su título y resulta por demás simbólico. De un lado, recupera el nombre de la publicación en que Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano plasmaron el pensamiento revolucionario de contenido social; del otro, atiende a la emergencia por rescatar al país de la debacle degenerativa en que los han sumido los tecnócratas neoliberales al servicio de la mafia de privilegiados que dice gobernarnos.
jueves, agosto 13, 2009
Anodina visita norteamericana y shock mexicano
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Sucedió en Guadalajara la V Reunión de Líderes de Norteamérica y nada pasó. Resultó anodina. La casi totalidad de los comentaristas critican acremente que los máximos dirigentes de Estados Unidos y Canadá hayan acudido a una cita anual para, simplemente, decir que no a las rogativas de quien, de manera espuria, pretende ser su símil mexicano. Este humilde escribidor, con todo respeto, se atreve a disentir respecto de tales comentarios y, en contrario, celebrar tan venturoso cuan anodino resultado. ¿Qué esperaban? ¿Acaso que Obama y Harper vinieran a hacerle la tarea al fallido gobierno mexicano? ¿O que, impactadas sus conciencias por la debacle mexicana, dispusieran un radical abandono de sus intereses para proveer al fortalecimiento de socio más débil? Desde luego que eso sería pedir peras al olmo. En realidad, lo único esperable de tal reunión sería una vuelta de tuerca al mecanismo de la mayor dependencia y depredación de los recursos mexicanos; o un paso adelante en el proceso de supeditación bajo las siglas de la ASPAN; o una oferta de renegociación del TLC para enmendar sus efectos sobre las economías de los dos grandes. Por fortuna nada de eso sucedió. Afortunadamente la tal reunión fue, simplemente, anodina.
A tal grado resultó la anodinia, que el gilipollas que diseña la propaganda calderonista tuvo que acudir al expediente de inventar una intención magnicida al último capo de la droga detenido, de manera que el pequeño se vistiera de torero envalentonado para merecer el aplauso de Obama por su valentía. Ni con eso pudo el Espurio II lograr la eliminación de la visa para el ingreso de los mexicanos a Canadá, ni el permiso para que el autotransporte mexicano pueda transitar por suelo gringo; tuvo que jurar y perjurar que sus soldados y sus policías son unas perfectas palomitas incapaces de violentar los derechos humanos de nadie.
Por cierto que Obama no canta mal las rancheras. En respuesta a los que le exigen retirar el apoyo a los golpistas hondureños, sacó de la chistera el as de la pésima traducción de lo que se le demanda. Dijo que los mismos que le reclaman por intervenir en los asuntos internos de los países latinoamericanos, le piden intervenir en Honduras, incluso empleó el término hipocresía para calificar tal incoherencia. Creo que he leído cuanta declaración se ha formulado sobre el tema, sea de la OEA, del Grupo de Río, del ALBA o de los distintos presidentes de la región y no he encontrado en ningún caso la tal solicitud de intervención yanqui; por el contrario, el reclamo ha sido consistente en el sentido de que saque al pentágono de Honduras y elimine la ayuda económica y militar al régimen de facto, puesto que es ese su único soporte; asimismo, se critica la intervención dizque mediadora de su marioneta costarricense, cuyo único efecto ha sido otorgar reconocimiento tácito a los golpistas. Habrá que establecer un mecanismo para la certificación del servicio de traducción del español al inglés de la Casa Blanca, a lo mejor así podamos entender que el despliegue de fuerzas yanquis en Colombia constituye una muestra de sincera amistad.
Terminada la reunión y con el presunto magnicida en la cárcel, el Interventor en Jefe nos despierta del sueño seductor para confirmar el estado de shock de la economía mexicana; el peor de toda su historia. Anunció que la receta será también la peor de toda su historia: más impuestos, mayores precios de los bienes y servicios prestados por el estado (léase electricidad y combustibles) así como severos recortes al gasto público, adiós infraestructura y refinería (gobernadores de Hidalgo y Guanajuato: disculpen las molestias causadas). Como quien dice: contra la crisis más crisis y sobre la pobreza más pobreza. Lo dijo ante el Senado de la República, minutos antes de que, en el mismo sitio, el rector de la UNAM recomendara el cambio radical del modelo neoliberal imperante.
Esta sí que es hipocresía, Mr. Obama, sin defectos de traducción. El imprudente que calificó de catastrofistas a quienes advirtieron a tiempo lo que sucedería, hoy lo acepta sin la menor vergüenza. Que esto podrá ser el detonante que desate la protesta popular, le tiene sin cuidado; para eso el Ejército está en las calles desde endenantes, para que la maldita tecnocracia impuesta por el fraude pueda maniobrar con libertad a la hora de apergollar al pueblo y aplicar el verdadero terrorismo con sus armas de destrucción masiva. Menos mal que Carstens lo dijo sin tapujos y lo calificó de shock, no sea que luego venga la propaganda televisiva a decirnos que es una muestra de la fortaleza de la economía y de lo correcto del rumbo seguido, en palabras del histrión que dice gobernarnos.
Llegó la hora de las verdades, a ver de qué color pinta la mayoría priísta en la Cámara de Diputados. Habrá que ver si el Ejército osa reprimir la movilización popular de protesta y, en su caso, organizar la resistencia antifascista. Los pueblos de Oaxaca podrán esperar, necesitamos que AMLO se aboque a la convocatoria y la dirección de la movilización popular. Ahora o nunca. Venceremos.
Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx
jueves, agosto 06, 2009
Amnesia
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
El tal Salinas, que en 1995 mereció el más severo repudio de la generalidad de los mexicanos, incluidos los de su mismo partido, anda tan campante haciendo política y mostrando su real poder. Cómo es posible que el más señalado causante del mayor atentado a la economía popular
disfrute de plena impunidad. Sé que sería un iluso si esperara que la justicia institucional lo procesara en su calidad de delincuente; hay que recordar que perro no come perro. Pero lamento profundamente que la opinión pública le esté otorgando la amnistía, el perdón por el olvido; aunque debo reconocer que esa añeja entelequia, la opinión pública, ya tiene rato que perdió su razón de ser, ahora la única que priva es la “respuesta de los mercados” y esa premia a Salinas por su entreguismo. Antes, a los políticos, como a los perros, se les enseñaba y controlaba a periodicazos; ahora sólo les preocupa la opinión de las calificadoras de Wall Street, cuyos parámetros pasan por cualquier indicador, menos el que se refiere al interés del pueblo. Es así que, para beneplácito de los privilegiados de siempre, el “Chupacabras” vuelve por sus fueros como garante de sus mezquinos intereses, en pleno contubernio con el poder de los medios de comunicación, los que hoy lo incluyen como su más refulgente estrella.
Sirvan estas líneas para recordar los crímenes de lesa patria cometidos por quien hoy se pavonea como el hacedor del retorno priísta, comenzando por la debacle de la bolsa, ocurrida en octubre de 1987 a los quince días de su destape como candidato del PRI a la presidencia, evento que expropió los ahorros de la clase media, entonces todavía existente, en beneficio del selecto club de amigos que respaldó su campaña electoral y que operó para convalidar el fraude que impidió que el hijo del Tata Cárdenas regresara a Los Pinos. Nunca debió olvidarse ese fraude electoral.
Cómo olvidar aquella noche que, en cadena nacional de televisión, el Espurio I anunció el definitivo arreglo de la deuda externa y la nueva era de acceso de México al primer mundo, de la mano del “amigo de siempre” tocado con bonete de barras y estrellas, pero omitiendo mencionar el precio pagado por el referido acuerdo. El felón Santa Anna se quedó chico en su actitud traidora que cedió la mitad del territorio a los gringos, en su pro cuenta que, entonces, los Estados Unidos representaban a la república de la ilustración y que los territorios cedidos eran de escaso interés para la oligarquía central, En tanto que Salinas entregó al país entero y su condición soberana. Ahí tuvo comienzo el proceso de desmantelamiento de las instituciones nacionales que, con sangre, habíamos construido los mexicanos.
Tampoco pueden ser olvidadas la vuelta para atrás en materia agraria que, de un plumazo, echó por la borda la lucha por la tierra para los que con sus manos la trabajan. La privatización de la banca entregada al club de amigos que lo acompañó desde el quiebre de la bolsa, no sin la correspondiente tajada destinada a fortalecer el capital que, a su vez, consolidaría su poder político. La entrega de Teléfonos de México a su testaferro que, al correr de muy pocos años, se convertiría en el hombre más rico del mundo, gracias al monopolio que nunca debió ser propiedad de un particular. La apertura de la industria eléctrica en beneficio de la generación sobreprotegida por empresas transnacionales. La entrega a los particulares de los puertos y carreteras, elementos básicos de una estrategia de desarrollo que debiese atender al interés nacional, para operar bajo las premisas de la utilidad financiera privada. La cesión ante los afanes políticos del clero católico, en desdén de las lecciones de las historias universal y nacional, cuyos efectos hoy lamentamos con un clero ejerciendo su poder en beneficio de sus intereses.
La perla del sexenio. El Tratado de Libre Comercio negociado con los pantalones en los tobillos, entregando el destino del país de manera gratuita, incluso, pagando para que nos lo recibieran. Fue el tiro de gracia que acabó con la industria y el comercio nacionales, que decretó la muerte por inanición del campo mexicano y de su pesquería, con la correspondiente secuela de desempleo y miseria. Lo más grave del caso, el tratado le puso candados a la posibilidad de enmienda; hoy ya no importa quién gobierne, el gran capital internacional tiene suficientemente garantizados sus privilegios.
También con Salinas se instauró el régimen de la política del engaño. El cinismo tomó carta de naturalidad y se impuso como forma de hacer política. Para esconder las heridas del empobrecimiento provocado por la política neoliberal, se inventó el programa Solidaridad, sin más estrategia que la de repartir unas cuantas migajas entre los pobres, las suficientes para desmovilizar la protesta, pero nada más. Se instauró la filantropía como sustituto de la justicia social.
No es de gratis que sea Salinas el que encabeza todas las acciones tendientes a la cancelación del proyecto alternativo de nación, personificado por Andrés Manuel López Obrador. Es la antípoda exacta. Desde la manipulación para el frustrado desafuero, en el que Fox no fue más que un simple palafrenero, hasta la consumación del fraude electoral, la mano del innombrable movió los hilos de los títeres, sean del PRI o del PAN, sean Elba Ester o Manlio y su ahora predilecto nieto copetudo.
Ahora sí que agrego: “Que el sexenio de Salinas jamás se olvide”.
jueves, abril 30, 2009
El virus de la desconfianza
Que el fraude electoral jamás se olvide
La agenda política mexicana está en cuarentena; el escenario está completamente ocupado por el virus de la influenza porcina y el riesgo de que se convierta en una pandemia. Como suele suceder en este tipo de asuntos, de la noche a la mañana o, mejor dicho, de la mañana a la tarde de un mismo día, se dio la voz de alarma y se decretó el estado de emergencia. A las once de la noche del jueves, después de una reunión de gabinete en la residencia oficial de Los Pinos (creo que en las horas etílicas de su principal inquilino) se dispuso el cierre de las escuelas en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y se anunciaron medidas y recomendaciones a la población para hacer frente al peligro. La confirmación por los organismos internacionales de salud otorgó credibilidad a la medida. En efecto, parece que la cosa es en serio y más vale creer que arriesgarse a lamentar.
Junto con los anuncios antes referidos y sin mediar declaratoria al respecto, tomó cuerpo y confirmó su carácter pandémico el muy letal virus de la desconfianza y la incredulidad. Acostumbrados, como estamos, a tomar la información oficial en forma inversa, dudando de lo que se afirma y creyendo en lo que se niega, el mexicano común se pregunta qué clase de engaño se pretende ocultar detrás de la emergencia sanitaria. El régimen se ha soportado sobre un esqueleto de mentiras y, como en el cuento del lobo, hoy le resulta difícil lograr credibilidad. Más aún cuando estamos inmersos en un proceso electoral de gran riesgo para el régimen panista y son muchos los asuntos que al régimen conviene ocultar o encubrir. La alarma sanitaria se convierte, querámoslo o no, en una muy oportuna cortina de humo, en beneficio del gobierno espurio y su partido.
Por ejemplo: el tema del endeudamiento por más de 70 mil millones de dólares, suscrito con el Banco Mundial y con la tesorería de los Estados Unidos, que pasó mediante el engaño de haber sido ofrecido por dichos organismos como una línea de crédito abierto, sin haber sido sometido a la aprobación de la Cámara de Diputados, y que comenzó a ser cuestionado y exhibido como un verdadero atraco contra la nación. Primero surgió la información desde el Banco Mundial, en el sentido de haber otorgado el crédito a solicitud del gobierno de México y no al revés como aseguró el tal Calderón; después se vino abajo la versión de que se trataba de una disponibilidad para caso extremo, dado que se dispuso del recurso para salvar a las grandes empresas endeudadas en dólares y para apuntalar la cotización del peso. La realidad es que se trata de un segundo FOBAPROA, de rescate para los ricos pagado por todos. La deuda de cada mexicano se duplicó de un plumazo y sin mediar la menor consulta.
También se coló la información de otro crédito del BM para el llamado combate a la pobreza del programa Oportunidades, sin que se diera mayor explicación. Este es, ni más ni menos, el instrumento de compra de votos para el PAN. Siendo un subsidio discriminatorio (focalizado, dicen los tecnócratas para disfrazarlo) su otorgamiento depende de la decisión del funcionario de la Secretaría de Desarrollo Social y, por consiguiente, a su conveniencia electoral. No por nada los funcionarios de la dependencia fueron designados en función de su militancia panista. Mienten al decir que eso mismo hizo López Obrador con los apoyos a los ancianos del DF; en ese caso, el subsidio es generalizado y soportado en una ley, en el que no hay cabida para la discriminación.
Otro asunto que conviene ocultar es el del conflicto minero. El contubernio entre el gobierno espurio y el dueño de las minas del Grupo México de Germán Larrea, para destruir al Sindicato Minero, se ha valido de chicanas y triquiñuelas para arrasar con los mineros huelguistas de Cananea y para encarcelar a su líder, Napoleón Gómez Urrutia. El acto conmemorativo del 1 de mayo estaba convocado para manifestar el respaldo del sindicalismo independiente al movimiento de los mineros. Por la emergencia sanitaria el acto no podrá tener la contundencia esperada. Desde luego que la primacía del tema de salud deja en un segundo plano el de la angustiante crisis económica y de desempleo que se padece, incluso se convierte en una causal de la referida crisis. Los panistas encontraron la panacea para curar la pandemia del descontento y la desconfianza.
Por su parte, el gobierno progresista del Distrito Federal ha asumido a plenitud el tema del siniestro sanitario e, incluso, se ha mostrado más agresivo que el gobierno federal. Independientemente de la veracidad del asunto, Ebrard no puede arriesgarse a que le magnifiquen cualquier número de decesos y se los achaquen por omisión, como se lo han querido hacer con el tema del agua.
Más daño hace al régimen espurio el virus de la movilización popular. El sábado pasado estuvo en Cuernavaca Andrés Manuel en una nutrida asamblea informativa. Coreado por el respetable, AMLO pasó lista a la serie de agravios que nos aplica el mal gobierno y resaltó la vigencia y la fuerza del movimiento popular organizado. ¡Cuánta falta nos hace un gobierno veraz y democrático!
lunes, abril 20, 2009
La utilidad del voto en las legislativas
Gerardo Fernández Casanova
Me parece de crucial importancia debatir con relación al significado del proceso electoral del próximo 5 de julio, en el que habrá de renovarse la totalidad de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y que, por tradición, merece atención menor de parte del electorado expresada en un alto nivel de abstención. La nefasta experiencia del fraude electoral del 2006, aunada al mediocre desempeño del conjunto de los partidos políticos y a la interesada mendacidad de los medios de comunicación masiva, contribuyen adicionalmente en el desánimo popular respecto de la elección. Esta circunstancia coloca a México ante el grave riesgo de la consolidación de la derecha, sea panista o priísta, como detentadora del poder político. De suceder esto, se alejará irremisiblemente la esperanza de recuperar y reconstruir al país.
Me queda claro que el desgaste de la izquierda es uno de los factores que empujan hacia la abstención, particularmente el que deriva de las pugnas internas y el rompimiento parcial del Frente Amplio Progresista, en virtud del cual la expectativa electoral de la izquierda es baja. Existe, por ello, la tentación hacia la abstención o hacia un razonamiento de voto útil. El muy reconocido politólogo Octavio Rodríguez Araujo ya puso su pica en Flandes; en sus artículos del 2 y el 9 de abril en La Jornada, subraya la inconveniencia del voto nulo o la abstención, en lo cual coincido plenamente, pero recomienda el voto útil para evitar el triunfo del PAN, lo que significa que, si el PRI representa una opción de ganar, habría que votar por él. No sin reconocer mi muy limitada preparación politológica y, desde luego, sin el menor afán de enmendar planas, lamento disentir de la propuesta de Rodríguez Araujo. Aclaro que, al igual que Octavio, me referiré únicamente a la elección de diputados federales.
Hay que recordar que en la conformación de la Cámara de Diputados cuenta la votación total, independientemente del número de distritos de mayoría relativa que un partido determinado haya logrado ganar, al final el número de diputados será complementado con la asignación de las diputaciones plurinominales, de manera que la composición se acerque a los porcentajes de la votación para cada partido. De esta manera el legislador estableció que la Cámara refleje, de la mejor manera posible, la pluralidad y la proporcionalidad de la voluntad ciudadana. Lo cual es un valor superior. Anoto aquí, al margen, que no es otra la razón de la existencia de los llamados plurinominales que, por lo general, ha sido severamente criticada y, probablemente, no comprendida.
Hecha la anterior aclaración, puedo afirmar que no es procedente la aplicación del principio del voto útil para el caso de diputados, sino que se deberá perseguir el objetivo de sumar el mayor número de votos posible a favor de los partidos que, de alguna manera, participan en la defensa de la soberanía nacional y de la economía popular. Desde luego que lo ideal es que logren ganar diputaciones de mayoría, pero lo verdaderamente importante es que cuenten con una amplia proporción del conjunto camaral. Para el caso de diputados, la izquierda puede insistir en sus errores de división, finalmente los votos de cada una de las alternativas se reflejarán en sus porcentajes de representación en la Cámara y, ahí, podrán actuar como bloque de izquierda. Otorgar el voto útil al PRI sería, entonces, reducir la presencia de la izquierda. Suponiendo un universo de 30 millones de votos, se tendrá un diputado por cada 60 mil; no es descabellado aspirar a que, en sus tres presentaciones (PRD, PT y Convergencia) puedan sumar arriba de 10 millones de votos, tomando en cuenta que AMLO recibió 15 millones de votos en el 2006; alcanzar tal cifra llevaría a contar con 166 diputados, lo que no es un número despreciable, sean de mayoría relativa o de representación proporcional.
Es diferente el caso de la elección para integrar el Poder Ejecutivo (presidente, gobernador o alcalde) el cual recae en una sola persona y no se puede aplicar la proporcionalidad, en cuyo caso es importante la procuración del voto útil. Por cierto, en el 2000 yo voté por el PRI para la presidencia, en términos de voto útil; era preferible malo conocido que pésimo por conocer. Con el mismo criterio, antes siempre voté contra el PRI, incluso cuando fui electo diputado federal por ese partido en 1985.
Tiene razón Rodríguez Araujo al anotar que la votación lograda en el 2006 obedeció al arrastre de Andrés Manuel López Obrador, pero que ahora no es candidato. No obstante, AMLO está en campaña y convocando a votar por la izquierda y contra el PAN y el PRI, incluso, en algunos casos, está dando el respaldo diferenciado conforme a la identificación del candidato con el movimiento nacional. Habrá que responder con entusiasmo a la convocatoria y contar con una mayor presencia progresista en el Congreso.
Para concluir, insisto en la importancia de votar y promover la participación, rechazando cualquier forma de abstención o anulación del voto. Igualmente, niego la prudencia del voto útil y propongo el voto por cualquiera de los candidatos que postulen los partidos del Frente Amplio Progresista y, si es el caso, por los que apoye Andrés Manuel.
Es cuanto, distinguidos lectoras y lectores.
Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx
sábado, febrero 14, 2009
Que el fraude electoral jamás se olvide
Los últimos días han sido excepcionalmente ricos en contrastes. Voy a hacer mi mayor esfuerzo de síntesis para comentarlos y extraer algunas lecciones de lo que sucede.
1.- El gran contraste: El Foro Económico Mundial de Davos, convertido en el muro de las lamentaciones del neoliberalismo, frente al Foro Social Mundial de Belem de Pará, escenario de la riqueza de la movilización de los pueblos que están construyendo el otro mundo posible. Al de la economía asistió el espurio Calderón, junto con su homólogo Uribe de Colombia; ambos con la mano extendida en horizontal para mendigar las sobras del neoliberalismo decadente, incluso con recetas para salvarlo y para que siga empobreciéndonos. Al de los pueblos acudieron presidentes que en ellos reconocen su origen: Evo, Correa, Lugo, Chávez y Lula; cada uno en la particularidad de su proyecto de nación, pero los cinco comprometidos en transformar al mundo conforme a las demandas de sus pueblos y contra el modelo neoliberal impuesto. Por cierto que ahí, en segunda fila estaba Alejandro Encinas, con entusiasmo y coraje por lo que pudo haber sido y todavía no es; seguramente los compartirá con Andrés Manuel para recargar las baterías en el esfuerzo por alcanzar a los hermanos latinoamericanos que ya se nos adelantaron. Recomiendo ampliamente acudir al archivo de aporrea.com para ver los cinco discursos, vale mucho la pena. También recomiendo las reseñas de Luis Hernández Navarro en La Jornada.
2.- El Congreso federal inició el foro “México ante la crisis. ¿Qué hacer para crecer?” cuyo diseño, verticalista y sin debate alguno, desmiente las expectativas que respecto de él se habían forjado. La tónica quedó establecida por el panel inaugural, con la intervención de los expresidentes de España, Felipe González; de Chile, Ricardo Lagos, y de Uruguay, Sanguinetti, así como el exprimer ministro italiano, Romano Prodi, moderados y comentados por el ultramontano Carlos Elizondo Mayer-Sierra. Según ellos lo importante es que el estado intervenga para salvar el modelo imperante y lo haga a toda velocidad, sin afectar ni discutir las causas de la crisis; no hay tiempo para el debate, todos unidos para salvar al decadente capitalismo imperial. Ya con esa tónica de unidad acrítica, el segundo panel dispuesto para el secretario de Hacienda (interventor en jefe del FMI) y para el gobernador del Banco de México, cuyas intervenciones fueron para urgir al Congreso para acelerar la aprobación de las reformas estructurales en materia laboral, de mercantilización de la tierra ejidal y una fiscal con tufo de IVA a medicinas y alimentos. Con tal antecedente, las posteriores intervenciones del rector de la UNAM, de los dirigentes campesinos y obreros, cuyas posturas demandaron el cambio del modelo fracasado, quedaron relegadas a lo estrictamente testimonial. El cuadro se pintó con claridad cuando todos se pusieron de pie para dar un prolongado aplauso a Denisse Dresser quien, con una hermosa y valiente pieza oratoria, arremetió contra el capitalismo de “cuates” que impide la competencia y favorece a los privilegiados, mas no para erradicar el modelo, sino para reforzarlo mediante un esquema de mejor atracción a la inversión extranjera; el aplauso cumplió el papel de una aceptación por aclamación, sin la menor crítica. El contraste es con lo que demanda el pueblo en las calles, tanto el convocado por AMLO como el de los sindicatos y organizaciones campesinas, cuyos reclamos son en el sentido de adopción de un modelo económico al servicio de los intereses populares, como verdadera vacuna contra el modelo neoliberal depredador.
3.- Venezuela celebra el X Aniversario de la Revolución Bolivariana, instaurada con la llegada al poder del presidente Hugo Chávez y permanentemente refrendada, en procesos comiciales ejemplares, por el respaldo popular. El contraste es el de una economía sustentada en la riqueza petrolera que, en vez de dilapidarla en los privilegios de la gran burocracia y de los grandes capitales, se destina al fomento del desarrollo endógeno, mediante políticas de industrialización y de producción agropecuaria apuntaladas por la decidida intervención del Estado revolucionario. Control de cambios, alineamiento del Banco Central con la política gubernamental, rompimiento de monopolios por vía de nacionalizaciones, radical reducción del desempleo, diversificación de las relaciones comerciales independientes, integración regional bajo premisas de solidaridad y complementariedad, promoción de instrumentos financieros independientes y, lo más importante, énfasis en los programas de gobierno que atienden al bienestar social, educación, salud, alimentación, vivienda y cultura. Además, verdadera democracia. La crisis mundial les golpea recio, pero hay fortaleza en la dinámica popular y gubernamental para sortearla. ¡Vaya contraste!
4.- En México, el intocable duopolio de la televisión reta al enclenque estado. Se da el lujo de cumplir la ley en materia de publicidad electoral en estricto apego a derecho, pero con la tremenda jiribilla de atentar contra el interés de la audiencia interrumpiendo la proyección de espectáculos deportivos, achacando al instituto electoral como culpable de la interrupción, de manera de provocar el repudio popular a la institución y a las medidas de control publicitario acordadas por el Congreso. Otro más de los costos de la ilegitimidad y del fraude electoral. ¡Qué contraste!
Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx
sábado, diciembre 27, 2008
Que el fraude electoral jamás se olvide
El TLCAN a revisión
El de la renegociación del TLCAN es uno de los muchos compromisos de campaña que Obama no podrá cumplir, entre otras razones, por el hecho de haber sido reclamado por los trabajadores de la industria automotriz, actualmente enfrentada a una severa crisis de competitividad que, en caso de ver desarticulada su actual distribución territorial entre USA, Canadá y México, vería aún más afectada su capacidad de competir con los productores asiáticos. No obstante, el tema fue puesto sobre la mesa y debe significar una oportunidad para corregir los efectos perniciosos que el acuerdo comercial ha provocado.
Independientemente de las promesas de campaña electoral, la crisis mundial obliga al replanteamiento de las premisas que sustentaron la promoción de los tratados de libre comercio. Los déficit de las balanzas de pagos y comercial de los Estados Unidos, que alcanzan cifras estratosféricas, harán muy tentadora la posible vuelta al proteccionismo en el mercado más grande del mundo que, por cierto, nunca lo ha abandonado del todo, especialmente en lo tocante al comercio de productos agropecuarios, para los que mantiene niveles de subsidio que impiden la competencia de las importaciones.
Entre los razonamientos de los especialistas que tratan de explicarnos el origen de la crisis, destaca el que indica que los Estados Unidos dejaron de ser los líderes de la industria mundial por privilegiar el liderazgo financiero, lo que los llevó a crear una estructura de fortaleza basada en la especulación que, al igual que las famosas pirámides de estafa, algún día tenían que desplomarse, como sucedió. Las propias empresas transnacionales de bandera yanqui optaron por desarrollar sus actividades de producción en países de menor costo para, desde ahí, exportar a sus matrices. En esta estrategia es que se fundamentó la promoción de los TLC, comenzando por el de América del Norte; libres los flujos de capital y de mercancías. Así también, es la razón por la que dichos instrumentos de comercio han significado enorme perjuicio para los otros países contratantes, México en lugar distinguido.
Estamos, pues, ante la oportunidad de insistir en la revisión del TLCAN y, si mi optimismo me lo perdona, hasta de su plena revocación. Lo poco que pudo haber significado beneficio, hoy ya no opera, en tanto que sus perjuicios se incrementan. Entre otros daños, vale anotar que cualquier intento de medidas anticíclicas orientadas a fortalecer el mercado interno, se verá frustrado, si la derrama de recursos del gasto público deriva al aumento de las importaciones, si la inversión en infraestructura se convierte en contratos a empresas extranjeras o, como suele acontecer, todo se inyecta al pantano ominoso de la corrupción. Todo ello auspiciado, incluso forzado, por la vigencia de dicho tratado. Lo lamentable es que esta oportunidad se presenta cuando la responsabilidad sobre las decisiones económicas está en manos del santanista Calderón, decidido y obstinado defensor de la mano invisible del mercado, no obstante su atronador fracaso. El almirante del barquito de papel se dio el lujo, en la reunión de la APEC en Lima, de advertir a Obama de la imprudencia que significaría la revisión del tratado y, peor aún, el retorno de las políticas proteccionistas. Lo dicho, resultó más papista que el Papa.
En esta coyuntura, la misión de dar la lucha liberadora sólo puede realizarla el Movimiento Popular encabezado por López Obrador, cuyas banderas en defensa de la soberanía y la economía del pueblo tendrán que ir tomando cuerpo y concreción, mediante el abundamiento de los postulados del Proyecto Alternativo de Nación y la refinación de sus prioridades. Por ejemplo, una bandera es la lucha contra la carestía, que tiene un enorme significado para el bienestar social, pero a la gente sin empleo lo que le preocupa es que, ni estando baratos los bienes indispensables, carece de los ingresos para adquirirlos. El asunto es relevante puesto que, en nuestra realidad, la forma de lograr reducir los precios implica la importación de mercancías y, en consecuencia, la pérdida de empleos locales. Uno de los argumentos que se esgrimen a favor del TLCAN es, precisamente, el del abaratamiento de los precios, comparados con los vigentes durante el período de la protección contra las importaciones, como justificativo del desempleo que trajo consigo.
Es preciso abandonar el modelo que priorizó al sector externo, que supuso que la pérdida de empleos de la economía tradicional sería compensada por la actividad exportadora; la realidad es que el modelo es un rotundo fracaso: el desempleo es abrumador y el déficit de la balanza comercial es crónico. Cuando la exportación va en declive y hasta las remesas de los migrantes se reducen y las inversiones extranjeras (afortunadamente) languidecen, lo único que se mantiene pujante es el negocio del narcotráfico, al que se combate con inusitado e inútil ahínco. Es tan obvio que hasta un ciego lo podría ver. Hacen falta madre y Patria para seguir considerándolo viable y conveniente.
Es responsabilidad del Estado otorgar seguridad a la población, incluida la de la integridad física, pero especialmente relacionada con la de la supervivencia económica. Es grave perder la vida por un atraco, pero mucho peor es perderla por hambre; la primera es individual, en tanto que la segunda es colectiva. Ambas se relacionan. No podemos permitirlas.
jueves, octubre 09, 2008
Más papistas que el Papa
Por Gerardo Fernández Casanova
La enorme dependencia de la economía mexicana respecto de la de los Estados Unidos determina que la crisis de la matriz se refleje, querámoslo o no, en la sucursal, incluso con mayor virulencia.
Es verdaderamente criminal la irresponsabilidad con la que el régimen del fraude encara tan grave circunstancia. Si no fuera por el drama que implica, sería de dar risa la respuesta del que dice ser secretario de Economía a la pregunta de los periodistas respecto de las medidas que se adoptarán ante la crisis; sin el más mínimo asomo de vergüenza dice que habrá que esperar a que la crisis llegue para ver qué se hace. Igual que el que cobra como secretario del Trabajo, que con la misma carencia de escrúpulos responde que estamos preparados para recibir a los paisanos que tengan que regresar, como resultado del desempleo que se registra del otro lado de la frontera. Por su parte, el Interventor en Jefe del Banco Mundial y el FMI en México, que cobra como secretario de Hacienda, sigue a pie juntillas el recetario de su abuelita, añejo y empolvado, para formular un proyecto de presupuesto asfixiantemente restrictivo y peligrosamente represor; dentro del estrecho margen programable se prioriza el gasto en seguridad y se restringe el de educación, salud y desarrollo social. Me queda claro: lo que en todo el mundo ha fracasado no tiene porqué fracasar en México: aquí somos muy machos y nos sostenemos firmes ante la tormenta; además, nos damos el lujo de burlarnos de la gente y sus preocupaciones infundadas. Ya lo dijo el tal Calderón: él disfruta de los grandes retos; el único que prefiere no afrontar es el reto de la terca realidad. Esa terca realidad dice, a gritos, que hay que abandonar el modelo; el propio Banco Mundial reconoce que es preciso que cada país recupere su soberanía para hacer frente a la crisis; anuncia que el comercio internacional irá a la baja y que ya no puede ser el soporte de los países emergentes. Europa, América Latina y Asia se emancipan de las recetas económicas del Consenso de Washington. Sólo México se mantiene ciegamente en la ortodoxia neoliberal mercantilista.
El país necesita un profundo cambio en la actitud de sus gobernantes o, en su defecto, un cambio de gobernantes. El estado, aunque no les guste a los tecnócratas trasnochados que dicen gobernarnos, debe reasumir su papel de detonador de la inversión privada que ante la crisis se muestra timorata. Es preciso soltar amarras a la inversión pública en infraestructura y en los grandes proyectos productivos; léase refinerías, ductos, petroquímica, fertilizantes, carreteras, presas, ferrocarriles, astilleros, vialidades, comunicaciones, etc. Todo ello condicionado a un alto porcentaje de integración nacional, de suerte de propiciar la inversión y la producción doméstica de los bienes y servicios demandados. Se acabó el argumento de que el Banco Mundial y los compromisos adquiridos prohíben tales proyectos; o que no hay dinero para hacerlo; la crisis de los Estados Unidos sirve precisamente para mandar al caño tales compromisos, incluidos el de mantener subvencionada a la banca extranjera con los pagarés FOBAPROA o improductivas las reservas del Banco de México. Todos esos compromisos, además de corruptos, se dieron en un marco que hoy ya no existe, que fracasó rotundamente y que, además, nadie está en condiciones de exigir su cumplimiento, menos aún, sus mismos creadores.
Bastaría con recuperar la capacidad de producción de granos del campesino mexicano (no de los grandes consorcios aerocomerciales) para reincorporar a más de veinte millones de mexicanos a la economía, para producir y consumir. Sería suficiente con volver a arrancar el motor de las industrias petrolera y petroquímica, para recuperar la planta industrial desmantelada y, con ello, los miles de puestos de trabajo perdidos. El Instituto Mexicano del Seguro Social recuperaría su salud financiera mediante las cuotas obrero-patronales, de manera de rescatar el ahorro previsional para destinarlo al financiamiento eficiente de los proyectos nacionales. Entonces sí estaríamos listos para reincorporar a los paisanos que regresen; entonces sí estaríamos hablando de un real combate a la delincuencia y, por cierto, de manera mucho más económica.
Se trata de soltar las amarras a las fuerzas productivas del país, como es la propuesta del Proyecto Alternativo de Nación que, en la medida de sus limitadas facultades, los gobiernos progresistas del Distrito Federal han puesto en práctica. Cárdenas, López Obrador, Encinas y Ebrard han hecho más obra pública que el resto del país en su conjunto. La ciudad está vuelta de cabeza con tanta obra, pero hay empleo y desarrollo para la industria mexicana de la construcción y sus materiales. La diferencia fundamental es la actitud del gobernante ante el compromiso con el bienestar de la población, por encima de compromisos con el gran capital financiero internacional. Es en este punto donde la supuesta valentía de Calderón muestra su verdadero rostro dependiente y entreguista. ¿Podremos olvidar el fraude electoral? ¿Alguien puede quedarse tranquilo y pedirle a López Obrador que asuma la derrota? Queda claro que el fraude no fue simplemente evitar que AMLO llegara a la presidencia; de lo que se trató fue de cancelar de raíz la oportunidad de revitalizar al país y así lo están haciendo. Yo no lo puedo olvidar y, mucho menos, perdonar. ¿Usted sí?
Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx
jueves, septiembre 25, 2008
Obama, peligro para USA
Por Gerardo Fernández Casanova
Sin temor a equivocarme tengo la certeza de que la contienda electoral en los Estados Unidos, de la que el mundo entero está atento, sólo confronta diferencias cosméticas para un mismo proyecto hegemónico. Siempre me ha gustado el discurso de los demócratas, impregnado de consignas progresistas y ubicado a la izquierda del espectro político norteamericano; también siempre han sido más simpáticos sus candidatos, comparados con los acartonados republicanos. Pasados los procesos electorales todo vuelve a su verdadero sitio: los grandes empresarios dominan el panorama y definen el juego de la real política, también siempre ajustados a sus mezquinos intereses. Desde luego, los republicanos, pero también los demócratas, llámense Roosevelt, Kennedy, Johnson, Carter o Clinton, todos han estado a las órdenes del negocio militar.
El demócrata Roosevelt, en respuesta a quienes se quejaban de que Somoza era un “son of a bitch” lo aceptaba, con la aclaración de ser “our son of a bitch”. La única diferencia es que los demócratas son más cuidadosos y golpean con la mano enguantada, en tanto que a los republicanos les gusta exhibir su poder. En esto me refiero a la parte de la política gringa que me interesa, que es la relativa al mundo. Hecha esta aclaración, mis simpatías están con Barack Obama, para lo que pueda servirle mi apoyo.
Para que no quede en simples deseos, me permito formular algunas recomendaciones para la campaña. Por principio de cuentas y habida cuenta de la experiencia de los fraudes de Florida y Ohio, incluso del reciente caso mexicano, hay que poner especial esmero en el cuidado de las urnas y evitar las trampas acostumbradas. Hay que recordar que, aquí y en todas partes, la derecha cuando pierde arrebata. También es de recomendarse el mayor esmero en guardar coherencia en el discurso; si bien en condiciones normales es válido el esfuerzo incluyente para lograr la mayor suma de adeptos, en las circunstancias críticas que vive la sociedad norteamericana se exigen definiciones, aun a costa de votos, especialmente cuando el postulado es el cambio. Transigir en el discurso de campaña, además de confundir al electorado, tergiversa el ejercicio del gobierno. Esto es particularmente importante en previsión a la andanada de ataques de que será objeto; su juventud y su origen afroamericano lo hacen extremadamente vulnerable. No será extraño que en breve aparezca Bin Laden con una explosiva declaración amedrentadora o con un nuevo atentado terrorista, en términos de provocar el voto del miedo, que siempre favorece al conservadurismo. El único verdadero antídoto es la consolidación de su base electoral mediante el discurso intransigente por el cambio.
Cumplido mi compromiso con el mundo, aterrizo en la cruda realidad mexicana para imaginar que un triunfo progresista en la carrera por la Casa Blanca, destronando la cultura del fraude electoral derechista, provoque un verdadero cambio en la relación con México, de manera de no solapar el fraude aquí perpetrado, aunque haya sido para proteger a su Somoza, “haiga sido como haiga sido” y dejen de intervenir en los asuntos que nos competen en exclusiva a los mexicanos. Acepto que mi imaginación no es más que un sueño guajiro, pero la uso para dar soporte a lo que todos debemos exigir a la llamada democracia norteamericana. Exigimos acabar con la política de guerra impuesta por George Bush, que ubica en su malhadado “eje del mal” a cualquier país que, sin ser enemigo, simplemente anteponga sus propios intereses a los de las grandes empresas gringas. Exigimos acabar con las intervenciones desestabilizadoras de la CIA en América Latina; que no haya más intentonas golpistas ni afanes separatistas, sea en Venezuela o en Bolivia; que no haya más respaldo a gobiernos corruptos y traidores, sea en Colombia o en México.
Exigimos que el Tesoro de los Estados Unidos deje de intervenir en la definición de las políticas económicas de nuestros países, siempre en beneficio de sus mezquinos intereses. Que se dé paso a la globalidad como instrumento de solidaridad, no como marco a la brutal competencia que sólo sirve al poderoso. Rechazamos, como también los rechaza el electorado estadounidense, los Tratados de Libre Comercio, por significar severos daños a la mayoría de la población de los países signatarios. En esta materia se podrá comprobar, en el caso del triunfo de Obama, si se cumple el compromiso de campaña electoral o si los cabilderos empresariales continúan al mando en la Casa Blanca.
Ninguna de estas exigencias implica una actitud beligerante contra la nación norteamericana. Nuestra única beligerancia es contra la injusticia y la miseria, contra la intromisión en nuestros asuntos domésticos y por la independencia y la soberanía. Ojalá que así lo entienda Obama y que triunfe en las elecciones. De no ser así, prefiero que ganen los republicanos para que sigan hundiendo a esa poderosa nación.
Entre tanto, el próximo domingo la Patria y sus defensores estaremos en el Zócalo de la Ciudad de México, para refrendar nuestra disposición a defenderla contra los embates del gran capital internacional y de sus lacayos domésticos, que intentan entregar la industria petrolera nacionalizada. Allá nos vemos con AMLO a la cabeza.