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martes, septiembre 13, 2011

Diez años antes y después al 11/9: de la unipolaridad a la multipolaridad

Bajo la Lupa
Una neoyorquina coloca un listón blanco con un mensaje en honor a la víctimas de los atentados del 11-S, en la reja de la capilla de Saint Paul, en Broadway, a dos calles de la zona cero.


Si se toma como punto fijo de inflexión los polémicos atentados del 11/9 y se vislumbran tanto los 10 años previos como los 10 posteriores, en un abordaje geoestratégico se aprecia la travesía de Estados Unidos (EU) del mundo unipolar al presente mundo multipolar (aún balbuceante).

El 11/9 alteró dramáticamente tanto la política doméstica de EU (Seguridad del Hogar, muralla de la ignominia en la transfrontera mexicana salpicada del Plan Mérida; la inminente incrustación al Comando Norte, etcétera) como la exterior: guerra preventiva de los neoconservadores straussianos ligados al Proyecto por un Nuevo (sic) Siglo Estadunidense (PNAC, por sus siglas en inglés), eminentemente israelocéntrico, que reclamaba un nuevo (sic) Pearl Habor, un evento catalizador catastrófico (¿habrá sido ello el 11/9?).

En 1991, 10 años antes del 11/9, EU se consolida como la superpotencia unipolar mediante cuatro hechos: 1) disolución de la URSS, 2) guerra en los Balcanes con el fin de aniquilar definitivamente a Rusia y avanzar tanto a la OTAN como a la Unión Europea a las entrañas del Transcáucaso y del mar Caspio (pletórico en hidrocarburos), 3) primera guerra contra Irak y 4) implementación de la desregulada globalización financierista con el fin de capturar las joyas estratégicas del planeta (ver El lado oscuro de la globalización, descargable gratuitamente en www.alfredojalife.com).

Sin enemigos al frente –mientras Rusia agonizaba y China todavía ni siquiera era admitida a la disfuncional OMC–, EU triunfaba militarmente en los Balcanes y en su primera guerra contra Irak (con abundantes hidrocarburos) y desplegaba su neoliberalismo global con pocas resistencias en la periferia.

La unipolaridad sentaba sus reales en ese lapso apotéosico, sucesora del fenecido orden mundial de la bipolaridad nuclear que había durado 46 años, y se trasmutaba en un ominoso financierismo global que conseguía los mismos objetivos geoestratégicos que las triunfales invasiones militares.

La desregulada globalización financierista, engendro de la unipolaridad, exhibió sus limitaciones con la quiebra de LTCM, firma especulativa de derivados financieros manejada por dos premios Nobel (¡para lo que sirven!) y el mayor árbitro de bonos del mundo.

Debido a la opacidad del sistema financiero israelí-anglosajón (ver Bajo la Lupa, 7/9/11) todavía no se exhuma el monto real de la quiebra de LTCM, lo cual, a mi juicio, exhibió la lenta agonía financierista de EU a partir de 1998.

Como la URSS, su enemigo desparecido siete años antes, EU iniciaba su lenta implosión en el silencio y el ocultamiento de sus cifras.

No es gratuito que en ese lapso hayan pululado una serie de ultrabélicas publicaciones disuasivas: El choque de las civilizaciones, de Samuel Huntington; La próxima guerra, de Caspar Weinberger (con prólogo de Maggie Thatcher); Una ruptura limpia (sic): una estrategia para garantizar el reino (en alusión paleobíblica a Israel), del grupo PNAC, etcétera.

Si se acepta la hipótesis operativa del suceso seminal de la quiebra de LTCM, ergo, el punto de inflexión del 11/9 era inevitable.

Si Osama Bin Laden (anterior operador de la CIA en Afganistán contra la URSS en la década de 1980), no hubiese existido con las huestes de Al Qaeda el 11/9, entonces habría que haberlos inventado para las imperativas necesidades narrativas de la propaganda de la superpotencia unipolar, con un cáncer maligno financierista en su seno que todavía no expandía sus metástasis, obligada por las circunstancias a capturar militarmente las joyas estratégicas de Afganistán e Irak.

En mi libro Los 11 frentes antes y después del 11/9: la guerra multidimensional (también descargable gratuitamente) evoco cómo las crisis financieras de EU (quiebra de LTCM, estallido de la burbuja Internet Nasdaq en 2000, disolución de la gasera texana Enron, bajo el paraguas bushiano) y de sus satélites (desfonde neoliberal en Argentina) desembocan ineluctablemente en que el 11/9 haya sido un auto-atentado y/o perpetrado por los operadores jihadistas de la CIA; da igual cuando el resultado es el mismo: la ultramilitarización global de la superpotencia unipolar herida de muerte financierista que requiere de las pócimas de hidrocarburos del Medio Oriente para intentar rellenar sus agujeros negros contables y, de paso, impedir su libre acceso a China e India.

Sea quien fuere el autor intelectual del derrumbe de las torres gemelas (conste que siempre he pertenecido al campo de los asépticamente escépticos, como Santo Tomás), sin contar la extraña implosión de la tercera torre por la tarde y sin aviones –además de que varios de los indiciados en las fotos montadas del FBI están vivos en cierto país del Medio Oriente–, en términos rigurosamente objetivos, el 11/9 desemboca en la doble invasión de la OTAN a Afganistán, dos meses después, y a Irak (la segunda guerra del nepotismo de los Bush), 18 meses más tarde.

En contraste con los 10 años triunfantes previos al 11/9, la década posterior no fue exitosa: la dupla anglosajona se empantana en Afganistán (rebosante de litio y metales raros) ni puede capturar los hidrocarburos de Irak donde la superpotencia unipolar es derrotada por las patrióticas guerrillas islámicas (de la confesión de sus militares y estrategas).

Un año después de la fallida invasión anglosajona a Irak, en la primavera de 2004, emerge el barómetro del nuevo orden mundial: derrumbe del dólar, inversamente proporcional al ascenso irresistible del oro/plata y el petróleo/gas.

Durante la invasión anglosajona a Irak en la primavera del 2003, el oro andaba en 200 dólares la onza, hoy, 10 años después al 11/9, ha roto la barrera de los mil 900. El alza espectacular de la plata (de la que México es el primer productor estéril mundial porque nada se queda aquí) ha sido similar. El petróleo oscilaba entonces entre 8 y 20 dólares el barril y hoy se ubica en 111 (en la variedad Brent).

Sin contar la derrota de Georgia –apuntalada por EU, Gran Bretaña e Israel–, en Osetia del Sur (Transcáucaso), aplastada por Rusia que ya había resucitado entre los muertos gracias al alza notable de los hidrocarburos, ya no se diga, las dos debacles de Israel (la única potencia nuclear, además de clandestina, del Medio Oriente) frente a dos guerrillas islámicas en Líbano (Hezbolá) y Gaza (Hamas), ¿cuáles fueron las consecuencias de las dos derrotas humillantes de EU en Afganistán e Irak, dos engendros del 11/9? Pues el advenimiento de los BRIC y el incipiente nuevo orden multipolar.

Diez años más tarde al 11/9, la crisis financierista de EU, muy bien ocultada y que detonó desde la quiebra de LTCM en 1998, se ha acentuado a los dos lados del Atlántico (doble crisis del dólar y el euro) cuando la desregulada globalización financierista neoliberal del G-7 (y sus caricaturas tropicales) se encuentra a la deriva.

Visto estrictamente con una mirada geostratégica de 20 años, el 11/9 fue un accidente y/o una iatrogenia y/o un obstáculo y/o una coartada que no pudo alterar el orden natural de las cosas, como solían explicar juiciosamente los clásicos griegos.

La anormalidad no fue el 11/9, sino la unipolaridad del aberrante orden mundial que retorna a su equilibrio con la multipolaridad que pregonan los BRIC.

domingo, mayo 23, 2010

Furia ciudadana global: Obama intenta sujetar a los banqueros

Bajo la Lupa
Un corredor de la Bolsa de Valores de Nueva York en su sitio de trabajo, mientras al fondo se aprecia en una pantalla de televisión al presidente Barack Obama, el pasado 22 de abril; ese día hizo un enérgico llamado a Wall Street por sus “furiosos esfuerzos” para eludir una regulación más estrecha, y afirmando que EU se dirige a otra crisis financiera si no se realizan reformasFoto Reuters

Alfredo Jalife-Rahme

Como habíamos previamente formulado, las votaciones en el G-7 van en contra de los pusilánimes políticos instalados en el poder, independientemente de sus siglas partidistas (en inglés les llaman incumbent), y quienes son controlados por los banqueros que dominan la desregulada globalización financiera. Este es el verdadero diagnóstico de la multicrisis global que traduce un genuino cambio de paradigma.

El problema cesó de ser la consabida criminalidad de la banca israelí-anglosajona, encabezada por la inimputable Goldman Sachs, que controla de facto al gobierno de Estados Unidos.

Hoy el problema nodal radica en que no existen políticos capacitados para lidiar con el cambio de paradigma del nuevo orden global por edificar. Las reformas civilizatorias y humanistas del nuevo paradigma del siglo XXI las deben realizar los “nuevos políticos” que no hayan sido infectados letalmente por la pandemia neoliberal (también en extinción).

De allí que ante la furia ciudadana global, los pusilánimes políticos del ancien régime intenten limitar los daños con medidas caducas que tienen como objetivo final preservar en las asíntotas del poder los intereses patrimonialistas de la omnipotente banca israelí-anglosajona.

En la época de Internet, era previsible el despertar de la furia ciudadana como lo había anticipado Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional de James Carter e íntimo de Barack Obama.

¿Se preparan los Rotshchild, atávicos esclavistas banqueros (ver Bajo la Lupa, 8/7/09), para la furia ciudadana global?

A raíz de la furia ciudadana todavía focalizada en las urnas de Gran Bretaña y Estados Unidos, el historiador británico-israelí Simon Schama –muy cercano a la dinastía Rothschild y autor del libro Ciudadanos: una crónica de la Revolución Francesa– diagnostica que el mundo se encuentra “al borde de una nueva era de furia”, escrito exclusivamente para los lectores neoliberales de The Financial Times (21/5/10): “los historiadores advierten que existe seguido un lapso entre la aparición del desastre económico y la acumulación de la furia social”.

¿A través de Simon Schama, uno de sus tantos portavoces oficiosos (v. gr. George Soros, Niall Ferguson, Jacques Attali, etcétera), los esclavistas banqueros Rothschild –a nuestro juicio, los patriarcas del sionismo financiero global– advierten el advenimiento de la revolución social planetaria?

Schama compara a los “ricos egoístas” de la Revolución Francesa con la plutocracia reinante de Wall Steet y la City, y aduce que la “catástrofe (sic) financiera, con sus efectos en la economía real, se escenificó en medio de oscuras (sic) transacciones diseñadas para nada, salvo producir ganancias de corto plazo, lo cual agrava el sentimiento de traición social”.

En el segundo acto de la furia ciudadana en el esquema de Simon Schama, “el control de daños significa colocar en la picota a los perpetradores”.

Schama concluye que “enfrentamos un momento polvorín (sic): una prueba de la fuerza de las instituciones democráticas en un tiempo de extremo estrés fiscal”, cuando se encuentran en juego “la supervivencia de la administración Obama en las elecciones de noviembre” y “la gobernabilidad de Estados Unidos”, lo cual exige la “profilaxis (sic) de las instituciones”.

Obama apenas entró al primer acto del “control de daños” frente a la furia ciudadana local y global. Después de su histórico triunfo con la reforma en salubridad, ahora intenta sujetar al dragón de Wall Street, encabezado por la inimputable Goldman Sachs, miembro prominente del sionismo financiero global.

No es una batalla menor: Obama confronta al verdadero gobierno paralelo tras el trono y se juega tanto su vida como su presidencia.

Thomas Noyes, de The Guardian (21/5/10), considera que la reforma financiera de Obama “coloca a Wall Street en su justo lugar como un servidor de la economía y no como su amo”.

La aprobación de la reforma financiera de Obama no fue sencilla, después de mil bloqueos tácticos del Partido Republicano.

El texto de la reforma no es definitivo, ya que todavía sufrirá diluciones semánticas, en las que se especializan los cabilderos de los grupos de interés, tan persuasivos en unciones pecuniarias. Vamos a ver qué queda de los textos originales.

De todas formas, no se puede escatimar el sonoro triunfo de Obama, que por lo menos sujeta, todavía sin domar, al dragón de Wall Street: mucho dependerá de la fortaleza de los amarres, que cuentan con el aplastante apoyo de la furia ciudadana local y global.

Thomas Noyes reconoce que la reforma financiera de Obama cobró vigor “después de la revelación del escándalo de Goldman Sachs”, cuando urge “la supervisión por adultos (sic) de la conducta de Wall Street”.

A juicio de Noyes, “la más importante disposición de la reforma puede ser la regla Volcker, que restringe la habilidad de los bancos de comerciar con sus propias cuentas”, de lo cual “Goldman Sachs se volvió el emblema”.

Thomas Noyes recuerda que “el rescate de Wall Street por el gobierno federal enfureció (sic) a los ciudadanos comunes (sic) quienes sufrieron la recesión creada por la locura (sic) de los bancos”, por lo que se lamenta de que “la propuesta de mayor alcance para colocar una barrera entre la banca comercial y la banca de inversiones (nota: la doble personalidad esquizofrénica de Goldman Sachs) nunca fue votada”. Tal barrera fue erigida por la visionaria enmienda Glass-Steagal de 1933 y eliminada en 1999 por los fundamentalistas neoliberales del Partido Republicano (recordemos un partido mexicanófobo y aliado del PAN, que además financió la campaña presidencial de Calderón) encabezados por el texano Phil Gramm.

La enmienda de Obama no se atreve a desmontar el casino especulativo de los “derivados financieros”, que acaban siendo mínima y tangencialmente transparentados.

Los senadores de Estados Unidos, en su mayoría ignaros en los asuntos esotéricos de las finanzas posmodernas, nunca entendieron durante las audiencias públicas la necesidad existencial de los “derivados”, cuyo “valor nocional” excede varias veces el valor de la economía real.

Sucede que los “derivados”, verdaderas armas financieras de destrucción masiva de la dupla anglosajona, constituyen el gran negocio para las plazas de Wall Street y la City, quienes despojan así, con el simple teclazo de una supercomputadora, las joyas estratégicas de los valetudinarios países globalizados, como demostramos desde hace mas de 10 años en nuestro libro agotado El lado oscuro de la globalización: post-globalización y balcanización (Editorial Cadmo & Europa, 2000).

Conclusión. En el esquema de Simon Schama, portavoz oficioso de los atávicos esclavistas banqueros Rothschild, apenas vamos en el primer acto del control de daños en el seno del G-7, en pérdida de su gobernabilidad cuando el pacto social fue resquebrajado a favor de los parasitarios banqueros y en detrimento del bien común ciudadano.

El problema mayúsculo advendrá cuando el segundo acto de la furia ciudadana global se empate con la segunda ola, que habíamos anticipado, de la multicrisis que se exacerbó con la balcanización y vulcanización del euro y que pronto alcanzará a Gran Bretaña (de hecho tocada de muerte) y a Estados Unidos, que acelera su decadencia interna y externa.

domingo, octubre 18, 2009

Rusia abre la llave de su gas a China

Bajo la Lupa

Bienvenida al primer ministro ruso, Vladimir Putin (izquierda), por su par chino, Wen Jiabao, el miércoles pasado en Pekín.


La mayor joya geoestratégica a inicios del siglo XXI la constituyen los hidrocarburos.
Independientemente de lo que “piense” en México su kakistocracia (“el gobierno de los peores”) zedillista-foxiana-calderonista, al unísono de la colusión del sector neoliberal del PRI, los entreguistas del PAN y los desviacionistas del PRD, tanto Rusia como China han definido, por necesidad imperiosa, que los hidrocarburos representan la principal carta geoestratégica en las relaciones internacionales contemporáneas.
Un reciente reporte del Pentágono reconoce la dualidad estructural y coyuntural de China, que ha definido su doble abordaje geoestratégico tanto en la necesidad de obtener petróleo en cualquier rincón del planeta como en su posicionamiento en la seguridad cibernética.
Mientras el “México neoliberal” se quedó paralizado en el caduco orden unipolar financierista del putrefacto dolarcentrismo, Rusia y China construyen magistralmente el edificio del nuevo orden multipolar menos financierista, al unísono del soporte nuclear-satelital, cuya piedra de toque lo representan las materias primas, primordialmente el oro negro y el oro amarillo para desbancar al dólar unipolar.
Asistimos al deceso del dólar unipolar que le propinó el oro negro multipolar desde la primavera de 2004, cuando se supo que la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña, eminentemente financierista, no podía controlar los pletóricos yacimientos petroleros de Irak gracias a las hazañas de la “guerra asimétrica” de la insurgencia sunnita.
Fenece la alquimia financierista sustentada en el papel-chatarra del dólar unipolar y el hiperbelicismo anglosajón, y retorna la química pura de las materias primas, como adelantamos en nuestro libro agotado El fin de una era: las turbulencias de la globalización (Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2007).
Cabe destacar la relevante visita del zar energético (y enérgico), Vlady Putin, a China, donde firmó “un acuerdo marco” sobre el abastecimiento de gas natural proveniente tanto del occidente de Siberia como de los yacimientos marítimos de Sajalín.
Una serie de acuerdos fueron firmados entre el zar energético ruso y su homólogo chino, Wen Jiabao, que incluyen la cooperación de Gazprom, el gigante gasero ruso, y la empresa estatal Corporación Nacional China de Petróleo (CNPC, por sus siglas en inglés) con el fin de surtir 70 mil millones de metros cúbicos de gas al año a China, más sedienta en energía que nunca (RIA Novosti, 14/10/09).
Durante los tres días de su visita a China, Putin asistió a la reunión del Grupo de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés) donde emergió la propuesta de crear “un foro energético”.
A Pepe Escobar –estudioso de los juegos de guerra petroleros y gaseros de la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña en Asia Central–, no se le escapó la trascendencia de la vista a China de Putin, a quien define como “el gran maestro del ajedrez” geopolítico (Asia Times, 17/10/04).
A juicio de Escobar, el zar energético ruso no perdió su tiempo en recibir a Hillary Clinton en su visita a Moscú (abandonada a su suerte protocolaria), y optó por su más creativo periplo a China para cerrar acuerdos energéticos de primer nivel geoestratégico.
Es más que notorio que Rusia, ya no se diga los otros visionarios integrantes del BRIC, juega a la decadencia ineluctable de Estados Unidos y se apresta a llenar el vacío geopolítico de Washington en diversos rincones del planeta.
Hace poco, el feroz Dimitri Rogozine, embajador de Rusia ante la OTAN, se dio el lujo de enviar mensajes por Twitter de que Rusia contabiliza ya la derrota catastrófica estadunidense en Afganistán.
Quizá Pepe Escobar sea un poco injusto con Hillary, quien, a juicio del muy juicioso portal europeo De Defensa (14/10/09), obtuvo excelentes resultados de cooperación con su homólogo Sergei Lavrov, a grado tal que aceptó posponer las sanciones contra Irán, lo cual puso en ascuas a toda la propaganda del sionismo financiero-mediático en Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, que no se cansan en desinformar y Escobar tilda de “usual campaña de demonización contra Irán”.
En efecto, no puede existir peor “demonización” que cuando Mefistófeles se disfraza de conductor de televisión o comentarista de radio. Brinquen, pataleen o se flagelen, los vulgares desinformadores a sueldo del sionismo financiero-mediático difícilmente podrán alterar los objetivos geoestratégicos de Rusia y China, quienes no desean imponer mayores sanciones a Irán: la segunda potencia gasera del mundo y la segunda productora de petróleo en el seno de la OPEP.
Escobar no se anda por las ramas y define el juego del zar energético ruso, quien mueve sus oleogasoductos como piezas del tablero de ajedrez geopolítico centroasiático, donde “China es un mercado colosal (sic)” y “la diversificación del abastecimiento constituye una importante dirección de Gazprom” (Putin dixit).
Para Rusia y China los oleogasoductos representan el sistema arterial del corazón energético euroasiático, por lo que de ahora en adelante se consagrarán con operaciones conjuntas –en una “cooperación estratégica” de Gazprom con Pekín– a distribuir el maná de los hidrocarburos a los cuatro puntos cardinales del lejano oriente (que incluye la construcción de refinerías y hasta de 500 gasolineras).
La sinergia es perfecta para cerrar el círculo virtuoso del binomio banca-energéticos –cuya ecuación expusimos en Los cinco precios del petróleo (Ed. Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006) y refrendamos en La desnacionalización de Pemex (Ed. Jorale, 2009): inversiones chinas para explorar y distribuir los hidrocarburos rusos con el fin de perpetuar el crecimiento geoeconómico del noreste de Asia.
A tal gran diseño geoestratégico euroasiático se le conoce como “Red de Seguridad Energética de Asia” y uno de sus puntales es lo que los rusos denominan “Programa Gasero Oriental”.
A escala geopolítica, a juicio de Escobar, “el pedacito más jugoso (sic)” consiste en que “Gazprom desea comprometer a China casi la mitad (¡supersic!) del gas que hoy exporta a Europa occidental”, mientras “China concluye su gasoducto con Turkmenistán”.
China recibe 4 millones de barriles de petróleo al día y todavía no importa gas: una necesidad imperativa que Rusia conoce.
Se asienta así la complementariedad bancaria y gasera entre Rusia y China, por cierto, fustigada por Alexander Lukin, director del Centro del Este de Asia y de Estudios del SCO en la Universidad Estatal de Moscú: “Rusia se convertirá en un apéndice de China, como se ha convertido para Europa”.
Lukin exagera al soslayar que Rusia, que acaba de resucitar del cementerio neoliberal al que la condujo Yeltsin, es todavía una superpotencia tecnológica y pronto deberá operar su esperada gran reconversión integral que contemple el valor agregado de su alta tecnología y el lanzamiento de un sector bancario eficiente y menos dependiente de las finanzas del hoy moribundo G-7.

lunes, abril 27, 2009

Detrás de la Gripe Porcina

Los representantes de la gran burguesía se reúnen en tertulias ministeriales del G-7 y G-20 en Washington
Una de las formas que la gran burguesía dominante tiene para distraer a las Masas es difundir los llamados Virus o Enfermedades Contagiosas a través de sus Medios de Difusión Masiva, cuyo único fin es apartar la atención del vulgo e infundir miedo para que las clases dominantes puedan resolver ciertas “complejidades” que puedan afectar a los ciudadanos o gobernados. No es, sin duda, nada nuevo dentro de sociedades marcadamente capitalistas. La ignorancia es la fuerza de su eficacia.

A lo largo de la historia humana se han venido desarrollando distintas Formas de Distracción Masiva que han venido acompañando a sociedades en la que las clases dominantes han ejercido su poder frente a los gobernados. Estas tienen a su vez el fin de controlar de algún modo a la clase oprimida. Y cuando ese control lo vemos fracasar rotundamente una de las alternativas que tienen las clases dominantes es ejercer la fuerza a través de su aparato coercitivo.
Tanto a nivel nacional como a nivel internacional este tipo de variante “Virus o Enfermedades Contagiosas” se presenta a las sociedades de manera “ingeniosa”. A nivel internacional hemos sido testigos de la “BUENA” difusión de enfermedades o virus como: el SIDA, la “vaca loca”, el “évola”, la “melamina” en la leche china, etc. En tanto a nivel nacional, en Chile, por dar un ejemplo de donde me encuentro, han existido o existen de vez en cuando: el virus “hanta”, la “sémola”, fiebre “aftosa”, la “salmonela”, la gripe “aviar”, la “marea roja”, etc. Pueden ser amenazas reales y todo lo demás, el punto es en la FORMA en que estas son difundidas frente a las masas. ¿Es necesario hacer todo un espectáculo para que los ciudadanos supuestamente puedan estar “informados”? ¿Es necesario difundir de manera exagerada algo que muy bien podría ser tratado adecuadamente dentro de SUS límites? ¿Es necesario tapar al mundo con una información que dista de merecer la importancia que le dan?
Detrás de la Gripe Porcina
Por estos días estamos presenciando un nuevo espectáculo de las clases dominantes, dirigido especialmente a las Masas: la Gripe Porcina. México, tal como nos “informan”, se ahoga lentamente con la Gripe Porcina.
La cifra de muertos que podrían presentar en México cada día, supuestamente por esta gripe, no superaría -me atrevo a señalar- la cifra de muertos causados, en un día, por la delincuencia local que se produce todos los días.
Los Medios de Difusión Masiva expertos en transformar una cosa minúscula en algo gigante han hecho de “maravillas” su trabajo. Ahora no sólo en México existe temor por el “extraño” virus; progresivamente el miedo a ser contagiado se ha desplegado a numerosos países de América Latina y Europa. Todos parecieran estar pendientes a las “informaciones” de este “potencial pandémico”. Los informes noticiosos nos hacen ver a un México lleno de mascarillas, al que se le aconseja no salir de suscasas, no estar en aglomeraciones de personas, no dar la mano, no dar besos, no ir a la escuela, etc. Todo avalado, según parece, por una estructura reconocida mundialmente como lo es la Organización Mundial de la Salud (OMS) -tan rimbombante llega a ser el nombre que pareciera ser que obligara a ponerle seriedad al asunto.
Cuando las clases dominantes criollas desean alarmar a sus gobernados nada mejor podría haber, para estas circunstancias, que hacer llamados públicos a que reine la calma. Las autoridades en México “inteligentemente” han procedido a echar a andar la fábrica del pánico.
Pero lo que muchos ignoran es que a kilómetros de donde brotó este “notición”, los representantes de las clases dominantes el mismo 24 de Abril, día viernes, en Washington, los ministros de finanzas del G-7 (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón) se reunían con los gobernadores de los principales Bancos Centrales para luego dar en una nueva reunión ministerial, esta vez con el nombre del G-20 (Argentina, Alemania, Australia, Arabia Saudita, Brasil, Canadá, Corea del Sur, China, EEUU, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía, Unión Europea) (1).
¿Fueron reuniones sin trascendencia y por lo tanto no tienen por qué saber el “vulgo”? ¿Por qué los Medios de Difusión Masiva no dieron o no han dado a esas reuniones la importancia que debe tener? ¿Detrás de aquellas reuniones se esconden decisiones sumamente importantes que tiene que brotar humo, tal como se está haciendo con la famosa Gripe Porcina?
Pues me atrevería a decir que este tipo de reuniones tienen más importancia que las acontecidas a principios de Abril. Estas son las reuniones donde se deja “cocinado el pavo” para luego presentarlas junto a sus “primeros mandatarios”, quienes tienen el nexo con los gobernados.
Pasó igual con la cumbre del G-20 a principios de Abril, donde a mediados de Marzo, en el sur de Inglaterra, los ministros de finanzas del G-20 se reunieron para “cocinar el pavo” el cual se habría de presentar en bandeja a principios de Abril a los dominados (2).
Algunas fuentes consultadas:
1)http://www.publico.es/dinero/221348/g/ve/posible/recuperacion/mismo/ano
2)http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_7943000/7943903.stm
http://stolpkin.net/

domingo, marzo 22, 2009

Cumbre del G-20: la última oportunidad del G-7 y la primera del BRIC

Bajo la Lupa
Cumbre del G-20: la última oportunidad del G-7 y la primera del BRIC
Alfredo Jalife-Rahme
Luego de realizar ayer un recorrido en autobuses por las casas de algunos altos ejecutivos de AIG que recibieron abultados bonos, organizado por grupos sindicales y comunitarios, manifestantes expresan su molestia por el abuso con fondos federales, frente al edificio central de la división de productos financieros, en Wilton, Connecticut.

En vísperas de la trascendental cumbre del G-20 del próximo 2 de abril en Londres, que constituye la última oportunidad para instalar un nuevo orden mundial de corte multipolar, el G-7 llega sumamente averiado, mientras el BRIC (Brasil, Rusia, India, China) ha exhibido sus grandes vulnerabilidades financieras.
Desde el punto de vista geoeconómico, la cumbre del G-20 constituye en realidad “una cumbre del G-11”: la suma del G-7, en plena decadencia, y del cuatripartita BRIC, en pleno ascenso, a quienes les corresponderá definir el nuevo orden mundial más geofinanciero que geoeconómico.
El orden geoeconómico y sus tendencias tanto en el corto como en el mediano plazo han sido definidos, con la obvia salvedad de una tercera guerra mundial: ascenso irreversible del BRIC que, junto a las potencias petroleras del Golfo Pérsico (en el que descuella en forma impresionante el doble ascenso geopolítico y geoeconómico de Irán como nueva potencia regional), y declive del G-7, que ha penetrado los infiernos e inviernos del crecimiento negativo.
En el orden geopolítico global también los hechos señalan un empate técnico entre las dos superpotencias nucleares, Estados Unidos y Rusia.
El verdadero desorden mundial se centra en el tsunami financiero que creó la dupla anglosajona, y cuyo símbolo inequívoco de poder lo constituye el dolarcentrismo, con la paradoja trágica de contar con un dólar sin valor económico intrínseco, pero todavía muy funcional debido a la ominosa ausencia de divisas competitivas.
El nuevo orden mundial ya asentó sus reales multipolares en los ámbitos geoestratégico y geoeconómico, pero falta por definir el destino de las geofinanzas.
¿Qué tanto estarán dispuestos Estados Unidos y Gran Bretaña a ceder su hegemonía financiera, al riesgo de llevar al mundo a una hecatombe sin paralelo?
Las finanzas especulativas anglosajonas –con todo su sistema bancario, contable, de seguros, de regulación y de calificadoras– se convirtieron en un cáncer intratable cuya metástasis empieza a carcomer a la socioeconomía y a la sicopolítica del mundo.
En la pasada cumbre del G-20 en Washington, que resultó estéril en el ocaso del aciago bushismo (lo cual hizo perder un tiempo precioso), afloraron tres posturas: 1) la exigencia de Rusia, Alemania y Francia para finiquitar la hegemonía del dólar a favor de una multipolaridad de divisas relativamente fuertes (euro, yen, yuan y rublo); 2) el unilateralismo anglosajón, apuntalado por Japón (que, en realidad, siempre ha pertenecido a la esfera de influencia del dólar, desde la Segunda Guerra Mundial), pese al tsunami financiero que provocó pretende mantener las prerrogativas unipolares del dolarcentrismo caduco, y 3) la equidistancia china, entre las posturas uno y tres, cuya desgracia consiste en poseer la mayor reserva de divisas, pero en dólares inservibles, que, insistimos, todavía son insustituibles.
Si la globalización financiera anglosajona reflejó la unipolaridad geopolítica de Estados Unidos a partir de 1991 (fecha de la disolución de la URSS), ergo, por necesidad imperativa el nuevo orden multipolar tanto geoestratégico como geoeconómico desemboca ineluctablemente en la desglobalización, con mayor ahínco en la “regionalización” con sus respectivas esferas de influencia que subsumen lo que hemos planteado como el “nuevo orden hexapolar” configurado por Estados Unidos, la Unión Europea y el BRIC. Con todo nuestro debido respeto, pero Japón, pese a representar todavía la segunda superpotencia económica, paradójicamente, a diferencia de los citados, no cuenta con una esfera de influencia regional, ya ni siquiera en el noreste ni el sureste de Asia. Japón no es un líder mundial, sino que pertenece a la zona de influencia de la anglosfera, que lideran Estados Unidos y Gran Bretaña.
En el ámbito geofinanciero se afinan las posturas previas a la cumbre del G-20 en Londres, entre las que cabe destacar la guerra a los paraísos fiscales que han declarado Alemania, Francia e Italia. Los paraísos fiscales, donde se manejan opacamente los “derivados”, representan una de los principales causales del tsunami financiero anglosajón y donde también se practican la evasión fiscal y el lavado de dinero de los bancos gracias a la “contabilidad invisible” y a la desregulación, es decir, la ausencia de supervisión gubernamental y ciudadana.
Al respecto el portal alemán Der Spiegel (23/2/09) afirma que “Europa desea una mayor seguridad financiera”, que pasa por la abolición de la piratería que practica la banca anglosajona en sus paraísos fiscales.
Entre las medidas que adoptaron los líderes de Francia, Alemania, Italia, España, Holanda y Gran Bretaña en la cumbre de Berlín del pasado 22 de febrero se sugirió la recapitalización del Fondo Monetario Internacional (FMI), es decir, su duplicación de capital hasta 500 mil millones de dólares (Obama levantó la puja para triplicar el capital del FMI). Falta ver qué tanto el BRIC, donde el FMI goza de pésima reputación, estará dispuesto a avalar tales propuestas, que pretenden resucitar subrepticiamente al cadavérico viejo orden mundial de los depredadores FMI y Banco Mundial.
La postura de Francia, Alemania e Italia no es nueva, y recordamos que durante una cumbre del G-7 celebrada en Francia, el entonces presidente gaullista Jacques Chirac había catalogado a los hedge funds (fondos de cobertura de riesgo) como un “sida financiero” y había exigido la erradicación de los paraísos fiscales, a lo que siempre se opuso Gran Bretaña.
Der Spiegel asevera que los “comentaristas no creen” la abolición de los paraísos fiscales “hasta no verla implementada”.
Es evidente que a la demencial desregulación que imperó en los mercados de la globalización financiera anglosajona proseguirá una mayor regulación que los grandes de Europa continental (Alemania, Francia e Italia) desean sea mucho mayor a lo que quizá llegue a conceder la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña. No faltarán comentaristas a los dos lados del Atlántico que aduzcan que la administración Obama, de corte eminentemente rooseveltiano, se acerque más a la postura de Europa continental y se aleje de la clásica piratería financiera de Gran Bretaña, que ha llevado al planeta al borde del colapso financiero. Tales comentaristas se basan en la gélida recepción que Obama procuró al primer ministro británico Gordon Brown en su reciente visita a Estados Unidos, llegando hasta vaticinar el fin de la “relación especial” entre Washington y Londres.
No creer hasta ver. La cumbre del G-20 marcará los verdaderos posicionamientos de los actores y probablemente la salvación financiera del planeta radicará en gran medida en la trascendental postura que adopte Obama: en tanto cuanto se aleje de la desregulación británica y se acerque a la regulación de Europa continental, al unísono del BRIC.