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domingo, enero 09, 2011

Ebrard: la ignorancia del "mejor" alcalde no disculpa


Un diagnóstico de la Comisión de Población y Desa-rrollo de la Asamblea Le-gislativa del Distrito Federal (ALDF) señala que cuatro de cada 10 capitalinos carecen de acceso a la seguridad social. En dos delegaciones: Iztapalapa y Gustavo A. Madero, se concentra cerca de 40 por ciento de esa ciudadanía en condiciones de desamparo social.

De los 8 millones 800 mil habitantes de la ciudad de México, 3 millones 700 mil carecen de IMSS, ISSSTE, servicios sociales del Gobierno del Distrito Federal (GDF) o algún otro sistema de protección. El universo descubierto alcanza 43 por ciento; 900 mil personas en Iztapalapa y 500 mil en Gustavo A. Madero.

El diagnóstico de la comisión concluye que el derecho a la salud es un derecho social y su consagración constitucional se convierte en un enunciado retórico si el Estado no cuenta con los recursos suficientes para hacer frente a esta obligación.

El propio secretario de Salud, Armando Ahued, asegura que la crisis económica ha incrementado, hasta 30 por ciento, la demanda de servicios sanitarios. Ha sido preciso, reconoce, levantar tres hospitales y ampliar los horarios de atención: Tenemos sobrecarga de trabajo. Mucha gente que antes recurría a los hospitales privados ahora, con los costos de la atención médica, acude al sector público. Y a pesar del esfuerzo de los médicos no se puede dar atención expedita. Ahued solicitó a la ALDF recursos adicionales (2011) por 5 mil 500 millones de pesos para mantener y desarrollar la infraestructura.

En riesgos de trabajo, el cuadro es asaz sombrío. Descontando la cifra negra del no registro, en el Distrito Federal pueden ocurrir hasta siete muertes mensuales. La falta de cobertura pesa sobre estos dramas. Fallecimientos por hipertensión, diabetes, cánceres vinculados a químicos tóxicos e infartos por estrés, acompañados de padecimientos frecuentes por contacto con diversos agentes del ambiente laboral. Los pequeños establecimientos con maquinaria que demanda grandes tomas de energía se cuentan entre los más expuestos. La higiene y la seguridad en el trabajo es un gran pendiente. Se han relajado las normas, mientras cunde el outsourcing.

Así que –en los 13 años perredistas al frente del GDF– los servicios de salud de Marcelo Ebrard no están, precisamente, ni en el mejor momento ni a la altura de los derechos ciudadanos. Incluso ha ganado presencia el incoherente Seguro Popular (que le atrae recursos a cambio de afiliaciones), aún disponiendo del programa de gratuidad diseñado en la era AMLO.

Ante los retos sanitarios capitalinos, Ebrard ubicó su visión en posiciones abiertamente proempresariales, optando por la ruta menos adecuada: elogiar el diagnóstico de Funsalud y premiar en el Día del Médico a un ¡biomédico!: Guillermo Soberón.

Justo el diagnóstico que impuso, con Fox y Frenk, ese Seguro Popular sumiendo al sector –incluyendo al DF– en la peor situación sanitaria del México moderno. Mismo Seguro que usa abusivamente Calderón para presumir sus compromisos en salud y autocalificar su desempeño como titular del Poder Ejecutivo pregonando la fantástica cobertura universal.

Ebrard cree entender que el sistema de salud está fragmentado y pareciera estar en proceso de extinción para los servidores públicos. Y, sin embargo, se atreve a pontificar que se debe retomar la iniciativa del Dr. Soberón para tener un sistema unitario de salud pública (?)

¿Retomar? Como si esa mendaz iniciativa no hubiera ya engendrado el fraudulento Seguro Popular. Y todavía agregó Ebrard: Hay 12 millones sin acceso a servicios y por ello no debe posponerse una reforma al sector. ¿Doce millones? ¿De qué fuente? ¿A qué reforma se refiere?

Sus declaraciones calzan exactamente con la propuesta calderonista del autocuidado de la salud: En un sistema integral de protección social, sostuvo Ebrard, debemos ubicar a cada persona, saber su edad, de qué ha estado enferma, de qué puede enfermar y conducir a nuestra población hacia el cambio de hábitos alimenticios, al cambio de hábito respecto de su propia salud. Ese es el objetivo.

¡No! Después de diseñar modernas políticas preventivas –que brillan por su ausencia en el DF– el propósito es muy otro. Se trata de brindarle a nuestra población atención médica oportuna resolutiva y de calidad cuando la requiriera. Meta que, ciertamente, hoy por hoy no puede presumir Ebrard.

Hasta los encargados de la Casa del Adolescente del Hospital Materno Infantil Inguarán denunciaron que –en esa misma deslucida conmemoración– Ebrard ignoró olímpicamente ¡sus 20 años de existencia!, cuando anunció la construcción de una clínica para jóvenes, la primera especializada para dicho segmento en la ciudad.

Según Ebrard, México es un país muy desigual en salud. Si la izquierda mexicana quiere llegar por primera vez a la Presidencia debe dejar las amenazas e incorporar a su proyecto a las clases medias. Necesitamos una agenda para este siglo.

Como ya lo hicieron antes –muy cómodamente– los panistas de la alternancia (Fox y Calderón) comprando la agenda soberonista para la reforma de la salud y la seguridad social, ¿ahora también Ebrard la presentará como suya para no tener que esforzarse mayormente en el asunto?

Lo que constituye una auténtica amenaza para la salud de los capitalinos (y del país) es el programa soberonista de Funsalud que Ebrard enarbola cómodamente frente al reto de erguir su agenda. Justamente, la que necesitamos para este siglo y a la altura del reformista pragmático reconocido como el alcalde del mundo.

Pero su ignorancia no admite disculpa. Será oportunamente penalizada en la liza electoral.

*Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco

martes, mayo 26, 2009

De oscurantistas a oportunistas


Con la configuración del Mapa del Genoma de los Mexicanos, el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) –que fue creado con la oposición del panismo durante el gobierno de Fox y que en la administración de Calderón aún no tiene instalaciones propias–, la ciencia mexicana asesta un claro revés a la extrema derecha que confundía la investigación del genoma humano con la manipulación de células madre y la clonación. Al hacer el anuncio en Los Pinos, el presidente Calderón, acompañado de uno de los máximos opositores a la creación del instituto –el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos–, no tuvo sino elogios para la labor de los investigadores que atrajo los reflectores del mundo en plena crisis de salud…

En tan sólo 15 días –entre el 27 de abril y el 11 de mayo–, la postura de la extrema derecha en contra de la investigación del genoma humano dejó de acechar desde Los Pinos. En ese lapso, el presidente Felipe Calderón se percató de que esta rama de la medicina, lejos de pretender la clonación de seres humanos –como se lo habían hecho creer–, será fundamental para enfrentar las enfermedades que aquejan a los mexicanos y, sobre todo, epidemias como la del virus A/H1N1.El cambio en el mandatario se dio en los momentos más álgidos de la presión internacional, cuando se acusó a México de reaccionar tardíamente ante el nuevo tipo de influenza y luego de reunirse en dos ocasiones –el 29 de abril y el 7 de mayo– con los exsecretarios de Salud del régimen priista: Jesús Kumate Rodríguez, José Antonio González Fernández, Juan Ramón de la Fuente Ramírez y Guillermo Soberón Acevedo.Una de las figuras de esa extrema derecha panista –vinculada a El Yunque– es justamente el actual secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, quien, como diputado de la anterior legislatura, estuvo siempre en contra de las políticas oficiales que promovieron el uso del condón y a favor de condicionar la creación del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) a que se prohibiera por ley a los investigadores experimentar con “células madre”.Los panistas abrazaron esa causa hasta el final, aun cuando esa no era materia de estudio en la nueva institución, de acuerdo con los legisladores de oposición. Finalmente, en abril de 2004 se creó oficialmente el Inmegen, sin los condicionamientos del panismo, con el voto en contra de la bancada albiazul en el Senado, a la sazón encabezada por Diego Fernández de Cevallos.Pero cinco años después, el pasado mes de mayo, un puñado de 16 investigadores mexicanos pertenecientes al Inmegen sacudieron a la comunidad científica internacional al difundirse en la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos los resultados del Mapa del Genoma de los Mexicanos. Se trata del primer estudio de este tipo que se ha logrado en América Latina, y es en el mundo la primera ocasión en que se aborda de esta forma la genética de una población mestiza. Estos investigadores, encabezados por el director del Inmegen, Gerardo Jiménez Sánchez, han trabajado durante cuatro años dentro de dos pisos alquilados en Torre Zafiro, al sur de la Ciudad de México, entre oficinas de trasnacionales y despachos corporativos, pues aunque en septiembre de 2005 el presidente Fox y el secretario de Salud Julio Frenk colocaron la primera piedra de lo que deberían ser sus instalaciones, en un predio próximo al Instituto Federal Electoral (IFE), tres años después la obra no ha concluido.Durante un recorrido hecho por Proceso en esa zona, un vigilante trató de impedir que se tomaran fotografías aun desde fuera. Dentro del lote no había máquinas, grúas o camiones de volteo con materiales para la construcción. Tampoco se escuchaban ruidos de taladros. Nada. Apenas se veía a un trío de vigilantes acomodados dentro de un improvisado tejabán de plástico.Aun con la resistencia ofrecida por su partido para condicionar la creación del Inmegen, el segundo de los presidentes panistas, Felipe Calderón, expresó lo siguiente el pasado 11 de mayo en Los Pinos:“Celebro que este trabajo (el Mapa del Genoma de los Mexicanos) haya sido realizado por el Inmegen, de reciente creación, creado por el Congreso de la Unión en la legislatura pasada, y, desde luego, felicito a sus integrantes y a los investigadores que participaron en este proceso.”Y agregó: “Sé, todos lo sabemos, creo yo, que estos días, que en el siglo XXI México enfrenta retos sanitarios que no se pueden ignorar, y para enfrentarlos y superarlos necesitamos investigación científica y una medicina acorde a las necesidades específicas de cada persona y de cada grupo social, una medicina preventiva y más preventiva; esa es, precisamente, la ventaja que ofrece, entre otras cosas, la medicina genómica”.A un lado de Calderón, durante esa ceremonia organizada en la explanada del monumento a Francisco I. Madero, estuvo el secretario de Salud, José Córdova, quien cinco años antes –el 1 de mayo de 2004– se sumó como diputado a los legisladores panistas para los cuales cualquier estudio con células troncales sería tanto como “asesinar” embriones humanos. “No se justifica apoyar un bien teórico con el sacrificio de miles de vidas humanas”, sentenció entonces José Córdova en su calidad de presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. En la discusión, el PAN condicionaba la creación del Inmegen a que se prohibiera a los investigadores trabajar con las llamadas “células madre”. Y pese a que los representantes de PRI, PRD y PVEM argumentaban que la medicina genómica y la clonación de seres humanos son asuntos distintos, los panistas no cedieron un solo palmo de terreno cuando el coordinador de la bancada albiazul en San Lázaro era el chihuahuense Francisco Barrio, actual embajador de México en Canadá.Esa postura también fue respaldada, sin condiciones, por el entonces líder nacional del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, quien ahora se desempeña como secretario particular del presidente Calderón: Los senadores del PRI y del PRD, dijo entonces Bravo Mena, tendrán que “decidir en conciencia” entre aprobar un dictamen que ha eliminado la posibilidad de experimentar con células madre y embriones o, en su lugar, hacer suya la minuta en la cual “se protegen la vida y los derechos humanos”.Esto, porque el 22 de abril de 2004 el senador del PRD Elías Miguel Moreno Brizuela había declarado que la minuta enviada por la Cámara de Diputados había sido modificada para separar la medicina genómica y el tema de la clonación de seres humanos. “Es importante decir que la medicina genómica no guarda relación con la manipulación de células madre, con los procedimientos de reproducción asistida ni tampoco con la manipulación de embriones humanos. Es por ello que retiramos lo que hacía referencia a esa prohibición.” Ante ello, el senador panista Marco Antonio Xicoténcatl Reynoso expresó que la diferencia entre la clonación y la investigación en materia genómica era “muy, pero muy pequeña. No estamos en contra de la investigación; estamos en contra de la técnica que utiliza embriones vivos”.A su vez, la bancada del PRI, representada por Alanís Quiñónez, subrayó que la medicina genómica no tiene que ver con la clonación humana, que el Instituto Nacional de Medicina Genómica sería un instrumento para el desarrollo de la medicina, y concluyó: “Invito, respetuosamente, a la fracción parlamentaria contraria a este dictamen que, en todo caso, les permitan abstenerse y no pasen a la historia como los conservadores enemigos del progreso y de la ciencia, que tanta falta le hace a México y a los mexicanos”. Pero no había forma de convencer a los panistas. Federico Ling Altamirano cuestionó que si realmente no había nada oculto detrás del reglamento para crear el Inmegen, entonces a qué se debían “los intensos cabildeos del doctor Frenk y de sus amigos”.“¿Y por qué decir que se trata solamente, en el caso de los embriones, como dicen ellos, de un puñado de células? ¡Miren qué generosos son con los embriones! ¡Un puñado de células! ¿Por qué no un puñado de átomos o un puñado de campos electromagnéticos que me parecería mucho más real?“¡No, damas y caballeros! Ojalá fuera posible compaginar muy bien el avance de la ciencia con el de la defensa de la vida humana. No quiero que, a propósito de este tema, veamos en las calles manifestaciones numerosas a favor y en contra del Instituto de Medicina Genómica”, arengó el panista desde la tribuna.Otro de los panistas, Felipe de Jesús Vicencio Álvarez, se levantó de su escaño para hablar en contra de la iniciativa con argumentos a favor de la humanidad.“Queremos aprovechar esta oportunidad, sí, para reivindicar la vida. La vida de todas las personas. En efecto, es probable que el instituto de medicina que se pretende crear no tenga en este momento la capacidad ni el interés de desarrollar clonación a partir de embriones vivos. Sin embargo, la posibilidad está abierta puesto que se trata de una materia directamente relacionada con su propia constitución”, expresó. El panista Marco Antonio Adame –ahora gobernador de Morelos- afirmó a su vez que no debían olvidarse los holocaustos producto de una ciencia y una técnica sin valores y sin contenidos éticos. Frente a lo anterior, el perredista Elías Miguel Moreno Brizuela planteó que la posición asumida por la bancada del PAN era tramposa, ignorante y oportunista. Observó que, según los científicos, los análisis de la secuencia del genoma humano normalmente se realizan en muestras de ADN obtenidas de la sangre. “La medicina genómica no guarda relación alguna con la clonación de seres humanos (…) es un absurdo. Imagínense cómo nos catalogarían a nosotros en el mundo poniendo prohibiciones de dos cosas que no tienen nada que ver. Se va a prohibir la clonación humana en un instituto que nada tiene nada que ver con ella. Vamos a ser el hazmerreír”.Finalmente, se aprobó la creación del Inmegen con la oposición del panismo y sin los condicionamientos introducidos por la Cámara de Diputados.

Diferencias científicas

Entrevistado por Proceso, el actual director del Inmegen, Gerardo Jiménez Sánchez, confirmó que desde siempre la postura de los científicos ha sido clara en el sentido de que la medicina genómica y la clonación de seres humanos son asuntos diferentes.Cuando se empezó a discutir este tema en México, recordó, científicos ingleses lograron clonar a la famosa oveja Dolly. Eso provocó confusiones a pesar de que ese hecho científico nada tiene que ver con el estudio del genoma humano.“Clonar un organismo vivo y estudiar su composición genética son cosas distintas”, insistió este científico que desde 2004 ha conducido a un grupo de expertos dedicados, en su mayor parte, a dar con el mapa genético que permita a las autoridades sanitarias diseñar políticas públicas en materia de salud que mejoren la calidad de vida y, al mismo tiempo, aminoren los costos de las enfermedades más comunes, como la diabetes.“El mapa genómico del ser humano –explicó– tiene 3 mil 200 millones de letras. Se trata de estudiar el orden en que se presentan para finalmente descubrir el mapa de cada una de nuestras regiones o personas y revelar así a qué tipo de enfermedades pueden ser susceptibles. En el caso de Dolly, tomaron células de las ovejas, les sacaron el núcleo y luego trabajaron sobre él para crear otro ser vivo. Hablamos entonces de cosas diferentes.”Al preguntarle si este mapa ayudará a que los médicos localicen “las letras” dentro del genoma de los mexicanos que podrían hacernos más susceptibles a contagiarnos del virus de la influenza, Gerardo Jiménez soltó un enfático “sí, sin duda”. Y abundó: “En el caso de enfermedades que afectan a los mexicanos, como la diabetes, ahora podrá saberse qué nos hace más susceptibles a desarrollar ese padecimiento. A quien se le detecte esa susceptibilidad, se le darían una serie de recomendaciones, como hacer ejercicio y cuidar sus alimentos. Es decir, se trata de retrasar la aparición de la enfermedad, no de que desaparezca. Eso aumenta la calidad de vida de la gente, alarga la fuerza laboral y disminuye los costos para el gobierno”. Como ejemplo, el investigador explicó lo que sucede con los habitantes de Japón. En esta potencia económica mundial, recientemente lograron aislar el gen que los hace susceptibles de padecer hepatitis tipo B. “Ahora vendrá una etapa para que esas personas tengan desde temprana edad suficiente información sobre cómo cuidarse”.Cuestionado acerca de los retrasos y las resistencias que han tenido que sortear, como las surgidas de grupos de extrema derecha dentro y fuera del PAN, el investigador consideró que este no es el momento de tocar dichos temas y prefirió remitirse a lo estrictamente científico.Y es que el 11 de mayo, el presidente panista Felipe Calderón no tuvo más remedio que reconocer que los avances de la medicina genómica en México permitirán al gobierno desarrollar medicamentos más efectivos y seguros con base en la estructura genómica de cada grupo de población.“Es evidente –dijo en su discurso en Los Pinos– que esta investigación tiene que avanzar hacia las fases subsecuentes de la misma, a fin de que podamos registrar, con la mayor precisión posible, el mapa genómico, no sólo de los grupos de población analizados hasta ahora y en los estados de la República ya mencionados, sino en todo el país, y hacer una contribución medular, significativa, al análisis y entendimiento de la naturaleza genómica de los pueblos originarios de la América Latina.” Pero nada dijo de la oposición de su partido a la creación del Inmegen.

miércoles, mayo 06, 2009

Fase 5 de julio


El miércoles fue día clave en la guerra contra la influenza A H1N1. Nos dimos cuenta de que el virus no nos va a matar, pero tal vez no nos dejará vivir.
La Organización Mundial de la Salud nos hizo el favor de decretar ese día la fase 5 de alerta epidemiológica, una antes de la peor, caracterizada por el contagio de persona a persona, detectada al menos en dos países y en gran número de enfermos, aviso de que una pandemia incontrolable es inminente.
El presidente Felipe Calderón reapareció después de tres días de ausencia, y a las 11 de la noche encadenó radio y televisión para aconsejar que no saliéramos de casa, decisión que ya habíamos tomado por miedo y porque, sobre todo en el Distrito Federal, no hay dónde ir. Dio el pésame a parientes de fallecidos, felicitó a empleados de salud y agradeció a los chinos que nos mandan guantes y tapabocas.
Por la mañana reunió en Los Pinos a tres mexicanos médicos, ex secretarios de Salud y ex rectores de la UNAM. Estuvieron Guillermo Soberón, Jesús Kumate y Juan Ramón de la Fuente, además de José Ángel Córdova, actual secretario de Salud.
El doctor De la Fuente tiene la cualidad de pensar y decir bien lo que piensa. El secreto no está en el cuento sino en saber contarlo, dice mi admirado Gabriel. Aquí concurren los dos factores. Nos explicó después por radio lo que había dicho, sugerido y “respetuosamente” criticado durante la insólita cita.
La emergencia a que nos enfrentamos obliga a superar posturas políticas o discrepancias personales. Solidario con sus compatriotas, el doctor De la Fuente estuvo ahí, porque no es momento para “actitudes mezquinas”. Reiteró en la junta su vieja exigencia de alentar la investigación científica, crear una infraestructura adecuada para bastarnos a nosotros sin tener que depender de laboratorios internacionales o de otros gobiernos. Exhortó al Presidente a que se difunda cómo se puede tener acceso a los antivirales, cómo evitar la automedicación y cómo prepararse para una lucha por tiempo indefinido. “La epidemia seguramente va a durar largo tiempo y va a venir una onda —así se les llama a los ciclos de las epidemias—, una segunda onda, y hay que estar atentos”.
A mi juicio, tres son los puntos sobresalientes de lo dicho por el ex rector. Primero: “Tomar las precauciones que exige el eventual regreso a la normalidad”. Esto es muy importante “porque no es sencillo, conlleva una serie de implicaciones complejas como dar seguridad a los padres de que sus hijos van a estar a salvo en la escuela, definir si continuarán las medidas preventivas, disponer de todas las medicinas e instrumentos que la nueva situación requiera y, si no se dan las condiciones de suficiente seguridad, que no se reanuden las actividades porque podemos quedar atrapados en el peor de los escenarios posibles”.
Segundo: sobre el cierre de cines, restaurantes y otros establecimientos mercantiles en el Distrito Federal, dijo que “ante la magnitud del problema todas las precauciones son oportunas y bienvenidas: creo que es una decisión acertada la que ha tomado el jefe de Gobierno porque el foco principal ha estado en la ciudad de México”.
Y tercero: “Sugerí absoluta claridad en la información, transparencia y veracidad en el manejo de cifras, tratar de ordenarlas de modo que todo el mundo las entienda, porque ha habido confusión”.
Lástima que los consejos del doctor De la Fuente no abarquen la realidad política y económica actual.
A la hora de escribir este Bucareli, todo parece indicar que las medidas del presidente Calderón, en lo federal, y del jefe de Gobierno Ebrard, en la capital, van dando resultados y el problema empieza a ver su luz al final del camino.
En el mejor de los casos, dominada la epidemia se multiplicarán nuestros agobios. La iniciativa privada habrá perdido más de lo que estaba perdiendo por la crisis. El gobierno habrá gastado lo imprevisto. Se han publicado opiniones de quienes creen que ciertas medidas financieras se orientan a lograr votos dentro de 60 días. Sobre todo, afirman, y quizá es convicción creciente, se desea mantener lo más baja posible la cotización del dólar frente al peso, factor considerado por un sector de la población como síntoma de las finanzas.
Se dice: con dinero prestado regulamos el mercado de cambios; en lugar, dicen otros, de guardarlo para costear la convalecencia dolorosa de un país apaleado.
Aunque no es el del peso el único síntoma preocupante de nuestra economía, parece inoportuno hablar ahora del futuro.
Es hora de cuentas claras y de informes minuciosos. El ciudadano se ha enfrentado con valor al peligro. Merece saber y, más que nunca, ser tomado en cuenta.
Nadie se atreva a pensar: después del 5 de julio, el diluvio.