
domingo, febrero 26, 2012
miércoles, noviembre 16, 2011
Entrevista realizada al Lic. Andrés Manuel López Obrador por el Lic. Jacobo Sabludovsky
lunes, agosto 15, 2011
miércoles, junio 16, 2010
Se pelean a periodicazos Rocha y Zabludovsky por el el informe Smith


Redacción EjeCentral.com.mx
El periodista Ricardo Rocha aprovechó ayer el espacio que tiene en el El Universal para aclararle su punto de vista al colega Jacobo Zabludovsky sobre lo que ha publicado del informe Smith.
"Casi nunca he hablado de mi propia labor periodística; hoy haré una excepción porque se ha hecho asunto público. Y es que ahora resulta, según algunos, que el Informe Smith dado a conocer aquí es una cortina de humo para empantanar el proceso deliberatorio en la Corte o una maniobra salvadora de los inculpados actuales”, empieza el texto de Rocha.
Un día antes, Zabludovsky escribió también en su espacio del mismo diario, que la semana comenzó con una “especie de descarga eléctrica nacional” debido al dictamen del ministro Zaldívar, y además, hizo referencia al informe Smith*, dando a entender que el peritaje y su publicación defiende a los funcionarios involucrados ya que concluye que el incendio fue provocado.
“En defensa de los mencionados han intervenido funcionarios como el Secretario de Gobernación, nada menos, seguramente por orden de su jefe, y sociedades médicas, catedráticos de derecho, legisladores variopintos y periodistas afortunados que, al día siguiente del dictamen Zaldívar, descubren un informe pericial sobre la intencionalidad del incendio. Si el incendio fue intencional los funcionarios no pueden ser culpados, no se les puede exigir que asuman las consecuencias de sus actos”, escribió Zabludovsky.
En cuatro párrafos, Rocha defendió su punto de vista en su texto publicado el 15 de junio y explicó su decisión periodística de dar a conocer el informe Smith, usando frases como “El cobardón piensa que todos son de su condición”, y palabras como “obtusos”, “estúpido disfuncional”, o “un interesado inmoral”, según el contexto.
Aquí un ejemplo:
“Lo que afirman los obtusos es que su difusión (del informe Smith), beneficia a Molinar, Karam y Bours, señalados como responsables por el propio ministro Zaldívar y a quienes yo siempre he apuntado como culpables de este crimen múltiple”, escribió, para terminar con el siguiente párrafo:
"Yo fui a reportear, indagar y marchar con todos los padres de Hermosillo. Así, buscando, encontré una información que difundí porque éticamente debía de hacerlo, independientemente de sus consecuencias. Pero no me extraña el dolo de quienes durante décadas encubrieron y justificaron matanzas tan horrendas como la de Jaramillo, Tlatelolco y Aguas Blancas y que creen poderse quitar el peso de su conciencia con una lavadita de cara. Patético."
Para leer las columnas: Rocha y Zabludovsky (reproducida por Vanguardia).
*Peritaje elaborado por el estadounidense David Smith, en el que se concluye que el incendio que hace un año provocó la muerte de medio centenar de infantes en la Guardería ABC en Hermosillo, fue provocado.
martes, septiembre 08, 2009
Juanitolandia

Si se descuenta el Año de Hidalgo quedan dos para realizar las 10 buenas intenciones. Fueron la parte medular del discurso pronunciado por el presidente Felipe Calderón el miércoles en Palacio Nacional, pieza oratoria que algunos han calificado de muestra ejemplar de la elocuencia tribunicia, elevando lo lambiscón a las alturas de la ignominia. Lo más que se puede decir, y en eso estoy de acuerdo, es que ha sido el mejor de los suyos. Obvio. Basta revisar los anteriores. Pero no es del discurso, mensaje, postinforme, explicación, síntesis, resumen, arenga, coloquio, monólogo, reflexión, confidencia, orientación, exhorto o petición de lo que quiero hablar, sino de los 10 puntos que, según la imitación bíblica, pretenden normar nuestro destino. Se trata de aprovechar lo que resta del sexenio para facilitar el trabajo al próximo presidente que, como van las cosas, será Juanito, a menos que surja otro con más cualidades y mayores méritos, posibilidad no perfilada hasta donde abarca la vista en nuestro horizonte ciudadano.
Ante la brevedad del tiempo, les empiezan a ganar las ansias. Esos cuantos segundos que les deja libre el subir y bajar del carrusel de los noticiarios garantizados para repetir lo mismo 14 veces, lo emplean para demostrar que lo del decálogo (no el del Sinaí sino el del Zócalo) va en serio. Hoy lunes, por ejemplo, meterán a fondo el acelerador para despachar dos de los puntos. Elementos, los llamó el señor Calderón. Al mediodía será la Asamblea Anual del Instituto Mexicano del Seguro Social, con asistencia del presidente Calderón. “Alcanzar en esta administración la cobertura universal de la salud”, reza (verbo adecuado) el segundo elemento. Oportunidad como buscada intencionalmente para anunciar una coordinación estricta del IMSS con el ISSSTE y el Seguro Popular, para distribuir mejor las clínicas, almacenar en conjunto medicinas, mejorar el servicio médico, modernizar tratamientos “para cualquier mexicano que lo necesite, independientemente de su condición social”. Eso puede empezar a hacerse hoy, sin grandes complicaciones reglamentarias ni gastos excesivos. “Una reforma profunda de las finanzas públicas. El gobierno federal será el primero en poner el ejemplo, a través de un extraordinario esfuerzo de austeridad y racionalización de la Administración Pública”. Es el elemento 4. Supongo que ahí se comprende el cierre de algunas secretarías de Estado, cierre que no costará trabajo porque hace tres años que no abren. La medida, además del aplauso nacional, provocará un adelgazamiento de los proyectos de leyes de egresos e ingresos que se presentarán esta semana, razón de su urgencia.Los otros ocho elementos, tan aplaudidos por las fuerzas vivas que tuvieron la suerte de ubicarse en el patio central, son ligeramente más difíciles de aplicar. “…frenar el crecimiento de la pobreza… etcétera”, ordena el primer elemento. Nadie puede estar en contra, lo que pasa es que no está claro el cómo ni se vislumbra la voluntad política de distribuir mejor la riqueza, única manera de combatir el problema fundamental del país. “Evitar cualquier abuso o desvío” del gasto público. En escenografía y difusión del mensaje se gastaron 300 millones de pesos. (Véase otra vez elemento 4). “Lograr una educación de calidad”. Elemento 3. No es estimulando lastres y recortando dinero a las instituciones de educación superior, como se logrará ese propósito. Se ningunea a la Universidad Nacional Autónoma de México mientras España le entrega su máximo premio a la calidad académica. Algo no encaja. El elemento 5 habla de “una reforma económica de fondo…”. Léase elemento 4. “Reformas de segunda generación para proteger nuestra industria petrolera…”. Esa película ya la vimos. “Reforma al sector de las telecomunicaciones… competencia entre los actores”. En este sexenio se ha logrado todo lo contrario. Es el elemento 6.Elemento 7. Es una promesa de cumplir las leyes laborales. A eso se obligó al tomar posesión. Se obligó, repito. Elemento 8. “Reforma regulatoria de fondo… derogar todos aquellos acuerdos, oficios, decretos y reglamentos cuya necesidad no quede clara y plenamente justificada”. Uno se pregunta por qué esperó hasta ahora. Elemento 9. “Profundizar la lucha contra el crimen”. Después de tres años de lucha cada día ganada, mientras el señor Calderón hablaba en México, en Chihuahua eran “fusilados” 20 jóvenes y de sus asesinos nada se sabe. Elemento 10. “Una reforma política de fondo”. Desde cuándo la estamos pidiendo todos los mexicanos sin ser escuchados. Vamos a ver, dijo un ciego. Adelante mis valientes. Deseo de corazón y en serio que cuaje el decálogo y las leyes que de él emanen.
lunes, agosto 31, 2009
Rodearse de ineptos tiene un costo

lunes, agosto 03, 2009
Crimen sin castigo
Pasado mañana se cumplirán dos meses de la tragedia de la guardería y uno de la del PAN.Ninguna comparación entre ambas. Cuarenta y nueve niños no se lo merecían. El PAN sí. A lo largo de su historia, México ha definido algunos gobiernos según su acontecimiento más calificado.
Así recordamos, para citar ejemplos, el régimen de Benito Juárez asociándolo al fusilamiento de Maximiliano, culminación de la defensa jurídica de un Estado soberano. El gobierno de Venustiano Carranza fue el de la Constitución. El de Plutarco Elías Calles se une al nacimiento del primer partido revolucionario, origen del PRI. Emilio Portes Gil, la autonomía a la Universidad Nacional. Lázaro Cárdenas expropió el petróleo de manos de las desafiantes compañías extranjeras. Manuel Ávila Camacho y la guerra mundial. Gustavo Díaz Ordaz se retrata en el Tlatelolco de 1968. Miguel de la Madrid, en el terremoto de 1985. Ernesto Zedillo, en la transmisión pacífica del poder a un partido de oposición por primera vez en 70 años. El actual gobierno puede pasar a la historia por la calcinación de 49 niños y quemaduras a 20 más. A menos que algo peor ocurra de aquí al término cronológico de su mandato. No sólo el hecho aislado del pavoroso desastre, suficiente para llenar un capítulo del sexenio, sino la corrupción que lo antecedió y siguió después, en un intento de manipular políticamente el luto de tantas familias y el trauma de toda una sociedad. La Tragedia de la Guardería habrá de escribirse con mayúsculas, título del episodio convertido en prototipo de una época de México. El cinco no es única liga entre el incendio y la votación. Están encarnados como una mala uña. El informe del director del Seguro Social sobre nombres y cargos de propietarios, accionistas, directores y representantes legales de las guarderías se dio, después de una espera nacional de más de un mes, tres días después de las elecciones. Los apellidos de numerosos personajes eran de poderosos políticos. Su difusión podría hacer disminuir el número de votos del partido en el poder. Los principales involucrados, identificados desde el primer momento, tuvieron todo el tiempo del mundo y lo aprovecharon para huir con rumbo desconocido. Cuando estaban lejos y escondidos, las autoridades, que habían compartido asientos con ellos, pidieron a la Interpol su búsqueda urgente. En aquel primer informe se supo que de mil 437 guarderías subrogadas sólo 16 fueron licitadas. Las demás se adjudicaron directamente a los grupos solicitantes formados en su mayoría por hombres y mujeres influyentes. No se explicó el método ni hubo transparencia de las licitaciones, asunto digno de ventilarse, aunque las instaladas así son menos del 2 %. Nada se dijo entonces del criterio seguido para asignar, más del 80 % restante, de manera directa. El acceso a la información se complicó, los mal pensados dicen que de eso se trataba, debido a que la lista de guarderías subrogadas se subió a internet en un formato muy difícil de consultar. Para llegar a los nombres buscados es necesario revisar estado por estado y guardería por guardería, aparte de que algunos enlaces electrónicos resultan inaccesibles. El vulgo, es decir usted y yo, se queda en Babia. Sin embargo, no ha sido necesario descifrar la piedra Roseta. Todos sabemos oír, que es más fácil, y casi todos leer. Y por las orejas y los ojos creció la percepción de que desde el principio jugaron al laissez faire y laissez passer. Pero hubo columnas y noticiarios de radio en que no dejamos de mantener vivo el profundo malestar popular, evitamos el carpetazo, descubrimos ocultos hilos de los tejidos sucios. Terminó el mes de julio más desastroso de los últimos tiempos para un gobierno, si destacamos la derrota del PAN en las elecciones, su poco estilo para asimilar el golpe y las cuarteaduras internas de sus cuadros no preparados para la desventura. Más desastrosa para lo que queda de la imagen panista fue la publicación de los detalles de eso que llaman asignación de guarderías. Los hombres se miden en función del tamaño de los obstáculos a vencer. Igual los gobiernos. No midamos ahora el tamaño del drama de Hermosillo, baste comprobar que el gobierno no pudo superarlo. Los indicios no son alentadores. Haber fomentado la impunidad de los culpables, desde los que repartieron permisos para enriquecer a sus cuates o intercambiar favores, hasta quienes siguen creyendo que dormirán como bebés, no son cosas fáciles de perdonar. Ni siquiera de olvidar. Creen que este será otro crimen sin castigo. Se equivocan.
lunes, junio 15, 2009
Voto y UNAM
Hace tres años voté para presidente de la República por un ciudadano sin partido político.Después de hacer público mi voto, recibí ataques por la inutilidad de emitirlo a sabiendas de que no sería contabilizado. El Código Federal de Procedimientos Electorales priva a los ciudadanos del derecho de votar por quien quieren, piedra fundacional de toda democracia, al dar a los partidos el monopolio absoluto del registro de candidatos, en el inciso 1 del artículo 218: “Corresponde exclusivamente a las partidos políticos nacionales el derecho de solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular”.Mi voto de entonces tuvo dos motivaciones. Primero, la satisfacción personal de votar por quien yo creía firmemente que tenía atribuciones suficientes para gobernarnos. Después, la parte de protesta que tal voto llevaba contra una ley defectuosa. Los hechos me dan la razón: la institución que ese ciudadano dirigió durante ocho años fue galardonada esta semana con el Premio Príncipe de Asturias. El premio no fue para él, por supuesto, sino para miles de alumnos y maestros, generaciones de mexicanos que han hecho de la UNAM un orgullo de México. Pero es un ejemplo de la restricción a que nos somete la fórmula que rige las elecciones.En otros países, las leyes que norman el proceso electoral permiten que los ciudadanos manifiesten su voluntad por conductos que no necesariamente sean partidos políticos. Ambos sistemas coexisten, parten del respeto al derecho ciudadano de escoger candidato, registrarlo para que aparezca en las boletas y poder votar por él. Es sana la existencia de partidos políticos. Lo que mi voto nulo pretende es abrir la discusión pública para examinar sin violencia cómo adecuar la ley a la exigencia de un número todavía indeterminado de ciudadanos que aspiran a registrar, sin mediación de partidos, sus candidatos a puestos de elección popular. Debemos analizar las posibilidades jurídicas y permitir a los ciudadanos sin partido, que somos los más en este país, aportar la fuerza de nuestro voto a la elección de mejores mandatarios.En México, quienes hicieron la ley privaron a los mexicanos del derecho de escoger y entregaron todo el poder a los partidos.José Woldenberg, aplaudido por su labor al frente de un Instituto Federal Electoral que ha perdido respeto desde su ausencia, publicó el jueves en Reforma un artículo en que pregunta: “¿Qué tienen en común Dulce María Sauri, José Antonio Crespo, Diego Valadés, Jacobo Zabludovsky, así como algunos otros intelectuales?... Los emparenta un malestar... están cansados de lo que ven en el scenario político… En México el voto anulado será, en el mejor de los casos, un termómetro del humor público, pero al final los votantes por los diferentes partidos y candidatos decidirán quiénes gobiernan y quiénes legislan”. Coincido con el comentario de Woldenberg, aunque no me convence de la necesidad de que sea exclusivo de los partidos el derecho de registrar candidatos.Junto a defensores de buena y mala fe de la ley electoral, se colocan instituciones y personas del más diverso pelaje que también se rasgan las vestiduras por las ofensas a su solución jurídica. Qué curioso.Las grandes, tradicionales y ricas agrupaciones que coinciden en defender la ley y calificar de estúpido y traidor a quien vote nulo, tienen un denominador común: están satisfechas. Personajes notorios sonríen seguros, con el optimismo propio de quien se siente dueño. Lucharán a morir por que nada cambie. Los partidos políticos les sirven la comida y debajo de la mesa algunos trovadores reciben los pellejos. Por eso el 5 de julio votaré nulo, aunque los invitados a la fiesta opinen que mi voto no vale. Mienten.Los votos nulos son contados. Tienen que ser admitidos por los funcionarios electorales si su número es mayor a la diferencia de votos entre los candidatos que van en primero y segundo lugares. En ese caso (artículo 279), se ordenará un nuevo escrutinio durante el cómputo oficial en las juntas distritales. O sea, que el voto nulo, no lo es tanto.Creo que mi voto del 2006 fue precursor de este movimiento espontáneo que, por la vía de la nulidad, se convierte en un escape al descontento. No nos dejemos confundir: abstenerse es una grave torpeza.Debemos ir a votar. Votar nulo. Opinar contra una manera de elegir a nuestros gobernantes que ha dado resultados lamentables. Por la vía legal y pacífica de nuestro voto, voto nulo, pedimos que se modifique la ley.
Eso es todo. Nada más.
De la UNAM y el Príncipe de Asturias hablaremos con calma. Para regocijarnos.
lunes, mayo 18, 2009
La cena
La pregunta es: ¿qué sigue?
A la mitad del camino el actual gobierno se enfrenta a problemas tan antiguos como el país: la pobreza, la educación en todos sus niveles, la asistencia médica, la generación de empleos, la incomunicación, el deterioro agrario y la descontrolada explosión urbana.
A ellos se agregan los tres recién llegados cuya presencia nos agobia: los delitos que acompañan al tráfico de narcóticos, la crisis económica y la epidemia de influenza A. Tienen un denominador común: la dificultad en su planteamiento y búsqueda de solución. En mayor o menor medida la reacción no ha correspondido al tamaño y complejidad de cada uno. Y mucho menos cuando se presentan juntos y deben distraerse medios humanos y materiales para enfrentarlos. La mejor manera de vencer un escollo es reconocer su existencia y magnitud. Seamos francos.
El narcotráfico. Primer objetivo del presidente Felipe Calderón. Antes de acomodarse en la silla que el hermano de Emiliano Zapata imaginaba de montar (a veces sería más útil) declaró la guerra al narcotráfico sin más armas que la carabina de Ambrosio, según consigné entonces en un Bucareli que conserva vigencia. Enfrentaba a un ejército clandestino internacional sólo igualado, quizá, por el terrorismo. Un ejército de jerarquías, desde mariscal hasta soldado raso, sistemas de transporte, distribución, cobranza y contabilidad, con todo el dinero para sobornar a quien se deje sin mediar tamaño, idioma, cultura, distancia o fronteras. El resultado ha sido un aumento en el número de muertos, militares y civiles, la descomposición social producto de su avance y crecimiento, la inseguridad contagiosa, alimentada por los delitos que llamamos comunes.
La crisis económica. Pasa a la historia con una sola desafortunada y muy lamentable expresión: catarrito. El catarrito se curará si no nos mata, pero la palabra encabezará en todos los libros de historia el capítulo dedicado al derrumbe de nuestra ilusión de un México menos miserable. Otra vez el error de menospreciar al enemigo que se fortaleció con las medidas equivocadas. Las últimas se anunciaron el jueves. Son para ayudar a quienes menos lo necesitan y tan condicionadas que antes de lograr mejoría se perderá lo que aún quede.
La epidemia. Tiene con la crisis económica la semejanza de su aparición súbita en este sexenio. Y otra vez la errónea percepción del grado de peligrosidad. Hubo confusión en identificar al virus, comprensible en un virus nuevo, y desbarajuste en los primeros informes basados en cifras inciertas y datos dispersos. Medidas enérgicas, sobre todo en el DF, entre ellas el cierre de cines, teatros, restaurantes y otros centros de reunión, disminuyeron el número de casos.
Y cuando suena la hora de unir voluntades para frenar el declive del sexenio, la corrupción llega engalanada a la fiesta, como el Comendador que acude a la cena convocado por su asesino. Los libros de Ahumada y Madrazo y la entrevista de Carmen Aristegui a Miguel de la Madrid afocan el espectro siempre vivo de la más antigua plaga nacional, nuestra novia la corrupción, como dijo Agustín de la tristeza, aparece con sus características a la mexicana: el gran escándalo efímero frente a la realidad evidente del delito que nunca será probado. El relajo para que jueguen al ping-pong Kant y Justiniano sin distanciar lo ético de lo jurídico. Lo primero lo desconocen. A lo segundo no le temen.
Se sienta a la mesa la recién llegada y habla con la seguridad de quien no se ha ido, no se olviden de mí, estoy en el aire como su nuevo virus, me cuelo por sus tapabocas aunque estornuden tras del codo. Los presentes, los de siempre, fingen no conocerla y brindan por el invitado, el que esperan sin esperanza y sin miedo porque su mundo no es el de estos comensales. La aldaba suena tres veces. Se asoman a la ventana. Nadie en la calle empedrada. “Algún menguado que al pasar habrá llamado sin mirar siquiera dónde”. Sin ayuda humana vuelve a golpear la mano de bronce sobre el clavo del portón. Atrancan con doble viga las entradas. Tarde o temprano los muertos llegan a cobrar la deuda a los arrogantes, prepotentes, seguros de su impunidad, de su poder. Repasan otra vez la lista de los agravios y se regocijan. Compiten en adornar con los detalles de la memoria el relato de sus abusos, delitos, engaños y despojos. Suman difuntos y vírgenes mancilladas. Rellenan sus copas y la del invitado. El Comendador se filtra por las paredes y saluda con voz de sepulcro.
Viene por ellos.
miércoles, mayo 06, 2009
Fase 5 de julio
El miércoles fue día clave en la guerra contra la influenza A H1N1. Nos dimos cuenta de que el virus no nos va a matar, pero tal vez no nos dejará vivir.
La Organización Mundial de la Salud nos hizo el favor de decretar ese día la fase 5 de alerta epidemiológica, una antes de la peor, caracterizada por el contagio de persona a persona, detectada al menos en dos países y en gran número de enfermos, aviso de que una pandemia incontrolable es inminente.
El presidente Felipe Calderón reapareció después de tres días de ausencia, y a las 11 de la noche encadenó radio y televisión para aconsejar que no saliéramos de casa, decisión que ya habíamos tomado por miedo y porque, sobre todo en el Distrito Federal, no hay dónde ir. Dio el pésame a parientes de fallecidos, felicitó a empleados de salud y agradeció a los chinos que nos mandan guantes y tapabocas.
Por la mañana reunió en Los Pinos a tres mexicanos médicos, ex secretarios de Salud y ex rectores de la UNAM. Estuvieron Guillermo Soberón, Jesús Kumate y Juan Ramón de la Fuente, además de José Ángel Córdova, actual secretario de Salud.
El doctor De la Fuente tiene la cualidad de pensar y decir bien lo que piensa. El secreto no está en el cuento sino en saber contarlo, dice mi admirado Gabriel. Aquí concurren los dos factores. Nos explicó después por radio lo que había dicho, sugerido y “respetuosamente” criticado durante la insólita cita.
La emergencia a que nos enfrentamos obliga a superar posturas políticas o discrepancias personales. Solidario con sus compatriotas, el doctor De la Fuente estuvo ahí, porque no es momento para “actitudes mezquinas”. Reiteró en la junta su vieja exigencia de alentar la investigación científica, crear una infraestructura adecuada para bastarnos a nosotros sin tener que depender de laboratorios internacionales o de otros gobiernos. Exhortó al Presidente a que se difunda cómo se puede tener acceso a los antivirales, cómo evitar la automedicación y cómo prepararse para una lucha por tiempo indefinido. “La epidemia seguramente va a durar largo tiempo y va a venir una onda —así se les llama a los ciclos de las epidemias—, una segunda onda, y hay que estar atentos”.
A mi juicio, tres son los puntos sobresalientes de lo dicho por el ex rector. Primero: “Tomar las precauciones que exige el eventual regreso a la normalidad”. Esto es muy importante “porque no es sencillo, conlleva una serie de implicaciones complejas como dar seguridad a los padres de que sus hijos van a estar a salvo en la escuela, definir si continuarán las medidas preventivas, disponer de todas las medicinas e instrumentos que la nueva situación requiera y, si no se dan las condiciones de suficiente seguridad, que no se reanuden las actividades porque podemos quedar atrapados en el peor de los escenarios posibles”.
Segundo: sobre el cierre de cines, restaurantes y otros establecimientos mercantiles en el Distrito Federal, dijo que “ante la magnitud del problema todas las precauciones son oportunas y bienvenidas: creo que es una decisión acertada la que ha tomado el jefe de Gobierno porque el foco principal ha estado en la ciudad de México”.
Y tercero: “Sugerí absoluta claridad en la información, transparencia y veracidad en el manejo de cifras, tratar de ordenarlas de modo que todo el mundo las entienda, porque ha habido confusión”.
Lástima que los consejos del doctor De la Fuente no abarquen la realidad política y económica actual.
A la hora de escribir este Bucareli, todo parece indicar que las medidas del presidente Calderón, en lo federal, y del jefe de Gobierno Ebrard, en la capital, van dando resultados y el problema empieza a ver su luz al final del camino.
En el mejor de los casos, dominada la epidemia se multiplicarán nuestros agobios. La iniciativa privada habrá perdido más de lo que estaba perdiendo por la crisis. El gobierno habrá gastado lo imprevisto. Se han publicado opiniones de quienes creen que ciertas medidas financieras se orientan a lograr votos dentro de 60 días. Sobre todo, afirman, y quizá es convicción creciente, se desea mantener lo más baja posible la cotización del dólar frente al peso, factor considerado por un sector de la población como síntoma de las finanzas.
Se dice: con dinero prestado regulamos el mercado de cambios; en lugar, dicen otros, de guardarlo para costear la convalecencia dolorosa de un país apaleado.
Aunque no es el del peso el único síntoma preocupante de nuestra economía, parece inoportuno hablar ahora del futuro.
Es hora de cuentas claras y de informes minuciosos. El ciudadano se ha enfrentado con valor al peligro. Merece saber y, más que nunca, ser tomado en cuenta.
Nadie se atreva a pensar: después del 5 de julio, el diluvio.
martes, marzo 10, 2009
Periodicazos
Empiezo a creer que alguien me lee. Transcurridos dos años y 100 días se precisan las características peculiares del actual gobierno. Entre ellas destaca, porque ayuda a entender la política del presidente Felipe Calderón, su abstención o lentitud de actuar frente a los hechos, en contraste con la velocidad de reacción ante las críticas periodísticas. El estímulo no es lo que pasa mal, sino la censura pública por no acudir en su remedio. Entonces se ejerce el poder.
La semana pasada escribí: “R.I.P… ante una avalancha de insultos un silencio de mea culpa ha sido la respuesta mexicana a la denuncia hecha por el nuevo gobierno de Washington”. Cité una frase del primer informe de derechos humanos del Departamento de Estado bajo la jefatura de Hillary Clinton: existe “impunidad y corrupción en todos los niveles del gobierno de México”. ¡En todos! Por mucho menos que eso los gobiernos de Argentina, Venezuela, Ecuador y China protestaron hasta el límite de los términos permitidos por el lenguaje diplomático antes de suspender relaciones.
Pasó menos tiempo entre mi denuncia y una reacción oficial que entre la diatriba de Washington y esa columna.
El señor Calderón, más cauteloso que indignado, se abstuvo de rechazar el insulto y se los devolvió pasteurizado: “El tráfico de drogas en Estados Unidos también obedece a un fenómeno de corrupción de autoridades americanas”. No dijo “todas”. Pero no se trata de analizar lo que dijo, solamente de ubicar su respuesta como consecuencia de una columna de EL UNIVERSAL y no de la serie de improperios del Departamento de Estado. Duele más un golpe de tinta en el papel que un jalón de orejas desde la metrópoli pretendida.
Reviso más de 100 Bucarelis (éste es el 103) con la terquedad del gambusino que busca otras vetas de lo mismo y encuentro similitudes curiosas.
“¡Qué canija casualidad!”, fue el título del 10 de marzo de 2008. Se comparaban dos anuncios iguales (casi) de Pemex para explotar nuevos pozos. En el de consumo nacional no se mencionaba la palabra “alianzas”, aparecida en el portal de YouTube. “Borran la palabra, mantienen la intención. Aliarse es aunarse… El verbo aliar es sustituido por transformar”. En la columna se ponía en evidencia un doble lenguaje sospechoso. Fue entonces cuando el presidente Calderón se lanzó al ruedo y desvió de un capotazo la embestida del toro con un quite: “El petróleo es y seguirá siendo de los mexicanos”. Ante el estruendo mediático la iniciativa petrolera cambió.
“Martínez” se llamó la columna del 22 de diciembre de 2008, sobre la publicada una semana antes, también en EL UNIVERSAL, por el presidente nacional del PAN, que consideré “inaceptable” por ser judeofóbica, basada en injurias comunes y calificando a filántropos como merecidas víctimas del estafador Madoff: “También a un grupo de obras de beneficencia (los estafadores limpian sus culpas con regalos de caridad) de la comunidad judía”. “El señor Martínez no es un ciudadano cualquiera —escribí—. Es uno de los alfiles del presidente Calderón… Es el jefe del partido en el poder… No creo que el Presidente lo avale. ¿O sí?”. Seguramente por órdenes de su jefe, el señor Martínez publicó, al calce de un artículo posterior, algo así como una disculpa dimensionada a la mínima moda sexenal, en que alega haber sido malinterpretado, no tener chueca intención y sí respeto al judío, “ese pueblo noble”. Conforme a la criptografía en uso deduzco que frente al “¿O sí?”, don Felipe dijo “No”.
El Bucareli del 16 de febrero de 2009 se llamó “No creo”.
Termina: “A la hora de escribir esta columna el señor Téllez despacha en su ministerio quitado de la pena. Si fuera otro país ya estaría en su casa… Dicen que la credibilidad es como la virginidad: cuando se pierde, se pierde. No tanto. El ‘no te creo’ puede corregirse, cambiarse con hechos concretos. Uno valioso sería respetar las opiniones ajenas. Otro, barrer la casa”. Tal si fuera otro país, el señor Téllez está en su casa y el señor Calderón barrió parte de la suya, penitencias impuestas por el escándalo, no por los pecados. Aprovechó la escoba para meter bajo la alfombra algunos mendrugos extraviados.
No todos los Bucarelis son igual de milagrosos. En “El mensaje”, publicado el 29 de diciembre, proponía que en el de fin de año, el Presidente anunciara un recorte de 50% de su salario y “se cancelen las prestaciones, gastos y sobresueldos o cualquiera otra retribución, llámese como se llame, que derive en mi beneficio”. Tal vez no hubo suficiente alboroto previo a la difusión de la idea. No se descarta.
Como dije al principio: algún despistado lee de vez en cuando Bucareli, calle grata de caminar.
lunes, febrero 16, 2009
No creo
Asesinan a un general. Devalúan el peso. Ahora pierden lo que quedaba de credibilidad. Entonces, ¿de qué murió Mouriño?
El señor Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, afirma que “Salinas se robó la mitad de la cuenta secreta”. Su declaración es grabada accidentalmente porque colgó mal la bocina, pero reconoce su voz y algo más importante: “Lo dije de manera indebida… sin sustento… nunca tuve ni he tenido evidencia alguna sobre acciones ilícitas del ex presidente Salinas”.
Es el mismo funcionario encargado de informar a la opinión pública de las causas del accidente en que murieron Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación, y otras 14 personas. Al dar a conocer el peritaje que a nadie dejó satisfecho, ¿no lo dijo de manera indebida?
Es el mismo funcionario que zanjó una controversia con Cofetel mediante un reglamento interior de su secretaría atribuyéndose facultades que conforme a la Ley Federal de Telecomunicaciones pertenecen a la Cofetel. ¿Lo hizo sin sustento alguno?
Es el mismo funcionario que por causas oscuras aceptó la renuncia de su subsecretaria, apenas nombrada, en medio de sospechas sobre licitaciones de espectro y más de 100 refrendos pendientes de concesiones de radio y televisión. ¿No ha tenido evidencia alguna sobre acciones ilícitas?
Ingratitudes aparte, la cercanía del señor Téllez con Salinas, de quien fue subsecretario de Agricultura, y su membresía en el gabinete actual dan a su declaración una relevancia singular aunque niegue tener pruebas que sustenten la grave acusación de peculado. Un funcionario público a cuyo cargo están las comunicaciones, todas, y los transportes, todos, de un país, ¿puede lanzar una acusación de tal magnitud y seguir firmando contratos, concesiones, pagos, leyes, reglamentos, cancelaciones, favores y castigos?
La grabación casual coincidió con la publicación en internet (ver EL UNIVERSAL del viernes 13, página 12) de ocho conversaciones telefónicas entre el señor Téllez y el abogado Juan Velázquez en las que el secretario ordena: “Usen el nombre del Presidente”. “El escenario de esos audios, dice EL UNIVERSAL, se dio a raíz de una resolución para bajar las tarifas de interconexión telefónica”. ¿Autorizó el Presidente el uso de su nombre en una controversia en que se decide el destino de telefonía en México? El martes en el Diario Oficial se publica una resolución de Cofetel que obliga a Telmex a permitir la interconexión, manzana de la discordia en las pláticas grabadas. ¿Así se entregan, niegan o modifican concesiones o permisos?
La pérdida de credibilidad ocurre en medio de crisis que se agravan, como la económica y la de inseguridad, y controversias que dejan mal parado al gobierno. Lejos de acatar los llamados a la unidad que repite con insistencia, el presidente Calderón provoca o tolera hechos que dividen a los mexicanos.
La reacción desatada ante las opiniones del ingeniero Carlos Slim, son una muestra. En vez de llamarlo a exponer con detalle sus puntos de vista que según encuestas son compartidos por la mayoría de los mexicanos, llamada que sería una manera de unir, ordena lo ataquen. Subordinados entusiastas se relamen al insultar a Slim como “individuo de mala leche” y desearle “que la boca se le haga chicharrón”. Viva la unión.
A fines de este año llegaremos a la mitad del sexenio. Según pintan las cosas, estaremos peor. No debido a los pronósticos del ingeniero Slim, sino a causas evidentes en México y el mundo. Es hora de recomendar prudencia.
El fracaso en la lucha contra la delincuencia y en poner en orden nuestras finanzas, en lograr seguridad económica para millones de ciudadanos, en crear esperanzas para jóvenes desconcertados, está derivando en actitudes preocupantes.
A la hora de escribir esta columna, el señor Téllez despacha en su ministerio quitado de la pena. Si fuera otro país ya estaría en su casa o ante quien pudiera explicarle que acusar a alguien de un delito es asunto delicado, agravado si se carece de pruebas.
No me extrañaría que continúe como si aquí no hubiera pasado nada. No sería el único caso de político en la esfera del poder a quien ser boquiflojo, ofensor o mentiroso no le ha hecho daño alguno. Y no ha movido al señor Calderón a distanciarse de ellos. Hasta el Papa, para citar a alguien que respeten, reprueba de vez en cuando a los obispos que se portan mal, para que no se crea que piensa o hace como ellos.
Dicen que la credibilidad es como la virginidad: cuando se pierde, se pierde. No tanto. El “no te creo” puede corregirse, cambiarse con hechos concretos. Uno valioso sería respetar las opiniones ajenas. Otro, barrer la casa.
lunes, enero 12, 2009
Palacio revisitado
Palacio revisitado
Al salir al sol del Zócalo el reloj de Catedral marcaba las 11:00 y 40 reporteros rodeaban a Carlos Slim.
Todo empezó la víspera, cuando de Los Pinos llamaron a confirmar la invitación del Presidente para asistir a la firma de un Acuerdo Nacional a favor de la Economía Familiar y el Empleo. Contra mi costumbre, más por debilidad que por curiosidad, acepté.
Y ahí estaba yo el miércoles a las ocho de la mañana (“Preséntese una hora antes del acto”) en el laberinto de rejas metálicas con que tenían vallado el Palacio Nacional. Por la puerta del centro llegué al patio de la escalera monumental adornada a sus lados por grandes figuras de un Nacimiento cristiano. En la casa donde se promulgó la Constitución de 1857. En la que despachó y murió Benito Juárez. Al pie de los muros en que Diego Rivera relata las luchas de los mexicanos por romper sus cadenas y separar con claridad tajante las manifestaciones religiosas de la actividad estatal. En la sede tradicional, oficial y única del Poder Ejecutivo en este país supuestamente todavía laico. Signo de los tiempos. Y del respeto al lugar.
El salón de la Tesorería no es el más cómodo del mundo. Era patio interior. Abelardo Rodríguez, creo, ordenó techarlo con cierto toque folclórico de art deco. Un recinto sin ventanas en un palacio que tiene tantas. Me senté donde primero pude, pero una señorita me mudó a otro lugar cercano y céntrico. Se agradece. La falta de declive en el piso se compensa con una plataforma para la mesa de honor, varias filas de sillas detrás de ella, de frente a los invitados, y dos enormes pantallas de televisión.
Una voz pidió al respetable público tomar asiento. Éramos mil, más o menos. Qué capacidad de convocatoria vertiginosa. Los del pueblo, es un decir, aquí abajo. Con nosotros, elevando nuestro nivel económico, el ingeniero Carlos Slim. Arriba, los jefes de los tres poderes, miembros del gabinete presidencial, algunos gobernadores, dirigentes obreros y campesinos, empresarios de los llamados cúpulos, y en un extremo de la mesa principal el gobernador del Banco de México. Todo listo.
Recuerda el señor Calderón, al empezar su discurso, que fue en ese mismo recinto donde se firmó el Pacto Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, que en los 100 días del plazo para producir resultados arrojó un total de 150 policías muertos. Da a conocer el acuerdo. En su aspecto práctico abarca 25 puntos: congelamiento del precio de la gasolina, reducción de 10% al precio del gas LP, baja en los costos de la electricidad, créditos al campo, a la vivienda, a la industria. La mayoría de los recursos para aplicar las medidas provendrán de los excedentes de 2008.
El aplauso por poco dura más que los veintitantos minutos del discurso. Me dije se acabó, hora de irse. No sabía la que nos esperaba. Señoras y señores: hará uso de la palabra… Caramba, me seguí diciendo, un discurso más. Volví a sentarme. Terminó y antes de practicar la fuga, otra vez la voz, la resignación y la esperanza.
No recuerdo cuántos hablaron, aunque sí lo por ellos dicho, prescindible, resumido en tres palabras: gracias, señor Presidente. Traté de huir. Aquí nadie sale hasta que sale el Presidente, me advirtieron dos guardias mientras la voz iba diciendo los nombres de quienes firmaban el acuerdo. Uno por uno y el documento pasaba de mano en mano. Firmó cada secretario de Estado, incluyendo los de Marina y Defensa. ¿No será suficiente con la firma del Presidente que los nombró y responde por ellos? No, todos. Supongo que cada mañana, al llegar a sus despachos, firman la promesa de hacer lo que están obligados desde la aceptación de sus cargos.
Satisfecho el trámite, miré la puerta prometida cuando me vi preso en un territorio marcado por cintas, para dejar el paso al Presidente. Imposible moverse mientras el señor Calderón repartía abrazos a los abajo firmantes y luego se despedía de mano de quienes habían quedado a los lados de la vereda. No me tocó, yo estaba en medio de mi corraleta, lejos de las tentaciones.
Fue en ese instante, por primera vez en mi vida de periodista, que lamenté la ausencia del boletín: en menos de dos cuartillas la oficina de prensa de la Presidencia habría listado los 25 puntos, los nombres de los discurseros y signatarios y colorín colorado. Nos habríamos evitado la junta de notables y la reunión del politburó.
De explicar el contenido y los alcances de la ceremonia se encargaba, junto a las ruinas del Templo Mayor, el hombre que los periodistas buscaron por su credibilidad, el personaje sobresaliente del acto recién terminado y que en ese momento ejercía como secretario de Hacienda honoris causa.
miércoles, diciembre 24, 2008
Bucareli
El señor Germán Martínez Cázares, presidente nacional del Partido Acción Nacional, publicó el martes pasado en las páginas de opinión de EL UNIVERSAL, un artículo inaceptable, injurioso contra los judíos.El tema de su escrito es el fraude cometido por Bernard L. Madoff en perjuicio de instituciones y personas de numerosos países, calculado en 50 mil millones de dólares. Al mencionar algunas de las víctimas, el señor Martínez afirma: "También a un grupo de obras de beneficencia (los estafadores limpian sus culpas con regalos de caridad) de la comunidad judía".El estafador estafó a estafadores que limpian sus culpas con regalos de caridad y pertenecen a la comunidad judía. El señor Martínez no aclara cuáles son las culpas ni circunscribe la comunidad a determinado pueblo, ciudad o país. Son culpas de todos los judíos. Y si alguien, confundido con la extraña sintaxis (parte de la gramática que enseña a coordinar y unir las palabras para formar las oraciones y expresar conceptos), pudiera pensar que el autor atribuía esas culpas a Madoff, la posibilidad se descarta porque nadie ha mencionado que él sea autor de regalos de caridad. Al contrario: entre sus defraudados hay filántropos e instituciones de ayuda social. Quienes limpian sus culpas con regalos de caridad son los judíos porque son estafadores o son estafadores porque son judíos y por eso hacen obras de beneficencia.Todo el artículo está impregnado de un tufo antisemita desde sus primeras palabras: "Era uno de esos sacerdotes de la religión de la avaricia... venerado en Nueva York... Su feligresía le depositaba no sólo sus inversiones y dinero, sino su confianza". Salpica su prosa con frases como: "El credo de la avaricia", y se pregunta: "¿Cómo detener ese impulso de sofisticación financiera para la avaricia sin un estado fuerte...?".Tres veces en su corto texto, el señor Martínez menciona la palabra avaricia, pecado atribuido desde hace siglos a los judíos. Ejemplos hay tantos como agresiones antijudías registra la humanidad. El más mentado ha sido el de Shylock, sobre todo para quienes nunca han leído El mercader de Venecia y, por tanto, ignoran que el prestamista prefirió la libra de carne a todo el dinero que se le ofrecía, porque deseaba vengarse ante la humillación, la ofensa pública y la pérdida trágica de su hija, no aumentar sus caudales. Lo contrario a la avaricia. Pero esa es otra historia.El señor Martínez no es un ciudadano cualquiera. Aunque lo fuera no tiene derecho a insultar. Es uno de los alfiles del presidente Felipe Calderón. Es el jefe del partido político al que ha pertenecido el señor Calderón por dos generaciones, desde su padre. Es el jefe del partido en el poder. Encabeza diputados, gobernadores, secretarios de Estado, funcionarios de toda especie y condición.¿Interpreta el pensamiento del Presidente? Cuando afirma pasmosamente que Madoff: "Quizá aportó a la campaña de Barack Obama", ¿tiene alguna prueba de que hubo en ella dinero mal habido? Tal vez insinúa que dinero judío intenta comprometer al próximo presidente de Estados Unidos.Para nadie es secreto que un sector importante del PAN perteneció al Partido Nacional Sinarquista, de abierta actitud antijudía, a veces violenta. Fue durante su auge y el de las Camisas Doradas, hace unas siete décadas, cuando a la luz del día en la calle 16 de Septiembre fue agredido con violencia, por su aspecto judío, el poeta Jacobo Glantz, padre de la excelente escritora Margo Glantz. Son tan numerosos los sinarquistas en el PAN que, no obstante sentirse en casa, hace algunos meses intentaron separarse para refundar su partido.Su influencia es visibleDebe aclararse si el artículo fue producto de una decisión o idea personal del señor Martínez, quien (ver Campos Elíseos de Katia D'Artigues, miércoles 17) se enfrenta a una demanda de Manuel Bartlett por haberlo acusado de ser "el artífice del fraude electoral del 88 y presunto asesino de Buendía". La Suprema Corte, publica Katia, discute únicamente si don Germán dijo lo que dijo cuando tenía fuero de diputado.México ha sido y es un país de firme raigambre democrática, de igualdad y libertad, de tolerancia y respeto.Cualquier intento de sembrar el odio contra una minoría no sólo vulnera a ese grupo, tiende a destruir la esencia misma del Estado y los principios sobre los cuales los mexicanos hemos creado nuestro sistema de convivencia.México ya tiene bastantes problemas. No necesita ayuda de nadie para crear el caldo de cultivo a la discriminación. Menos del jefe del partido oficial.No creo que el Presidente lo avale.¿O sí?
lunes, octubre 27, 2008
El que hace la ley hace la trampa.

Bucareli
Misión incumplida
La reforma energética votada el jueves por una gran mayoría en el Senado y celebrada como gran triunfo, será una victoria pírrica para México, si se convierte en ley.
Según una de sus acepciones en el diccionario de la Real Academia Española, pírrico es “lo insuficiente, especialmente en proporción al esfuerzo realizado”. El documento aprobado y aplaudido con fanfarrias como si con él México hubiera dado al mundo ese invento llamado democracia, peca por omisión. Tiene razón Andrés Manuel López Obrador y me satisface más opinar libremente que el temor, no lo tengo, a ser calificado de su partidario por el solo hecho, ese sí democrático, de darle tiempo en mi noticiero de radio y en este espacio impreso, cuando todos los medios, con excepciones tan escasas como honrosas, se unifican en la descalificación y la injuria.
López Obrador pide que se integre una séptima fracción al artículo 60 de la Ley de Petróleos Mexicanos, sección cuarta, capítulo “modalidades” especiales de contratación. Propone agregar: “No se suscribirán contratos de exploración o producción que contemplen el otorgamiento de bloques o áreas exclusivas”. Tiene razón.
Hagamos un poco de historia. El conflicto (Bucareli del 14 de abril) empezó al anunciarse que el presidente Felipe Calderón presentaría un proyecto de reforma energética esperado y desconocido. Días antes, para ablandar a la opinión pública, empezó en televisión una cápsula de cinco minutos con versiones distintas, una para exportación y otra para consumo nacional en la que era disfrazada la intención de privatizar partes esenciales de Pemex con el verbo fortalecer. Un periodista preguntó qué pasaba y el señor Calderón contestó: “Ya veremos”. Antes de que el periodista dijera gracias, un empleado de la Secretaría de Energía entregaba al Senado un documento de 12 temas y el presidente Calderón subía al carrusel de los noticieros. Se abría un debate condicionado a que el Congreso aprobara el documento antes de que terminara el mes. Para evitarlo, Andrés Manuel López Obrador tomó las tribunas, impidió los trabajos, clausuró las dos cámaras.
Gracias a esa decisión, discutible pero eficaz, los legisladores se dieron cuenta de que el debate merecía más tiempo que las sobremesas de dos fines de semana de abril (Bucareli 21 de abril). El FAP propuso 120 días. El senador Beltrones aconsejó 50. El FAP reviró con una sota que se sacó de la manga: vamos haciendo un referéndum, como si fuera “enchílame otra gorda” y las gordas tuvieran un sustento jurídico del cual carecen en la legislación mexicana. Fue entonces que el senador Creel ofreció un toro de regalo llamado “tercera vía”: la duración del debate no debe tener plazo fijo, nada de 120, nada de 50, los días que sean necesarios, sin límite de tiempo, para “tener un buen programa que le sirva al Senado para su dictamen. En consecuencia, estamos abiertos a ese diálogo y a esa negociación” dure lo que dure.
La discusión duró ocho meses. No se le permitió a AMLO hablar en el Senado para corregir la omisión que al abrir puertas a la humedad anuncia la destrucción de los muros que pretende proteger. López Obrador hizo lo que mejor sabe hacer: salir a la calle a convencer a la gente. Con sus partidarios intentó impedir la sesión, efectuada en sede distinta a la habitual de los senadores. Fracasó en su intento. Sus estratagemas son conocidas, la policía las conoce, pero tuvo que ser el mero jefe de jefes federales en que al frente de mil 200 granaderos estableciera lo que alguien llamaría el orden. Los miembros de su partido no apoyaron a López Obrador. Le pregunté a Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD, por qué. “Cada quien en su campo modula su discurso y lo endurece en función de sus circunstancias. Nosotros somos partidarios de que el trabajo legislativo con el diálogo, con la negociación política, son los instrumentos que nos da la ley y la representación que tenemos, avance y Andrés Manuel está en su papel endureciendo el discurso desde la plaza, porque es lo que corresponde para que contribuya a lo que hacemos nosotros en el Senado”.
Me dijo el senador Santiago Creel que el agregado propuesto por Andrés Manuel no es necesario porque una idea similar priva en el contenido aprobado. Supongamos que así sea, no hallo en qué perjudica una reiteración expresa que daría a la ley más claridad, cualidad indispensable de toda ley bien hecha. Todo el pleito es por ese párrafo. La obstinación en no agregarlo provoca sospechas que en este caso son más que justificadas. Porque no olvidamos al maestro Eduardo García Máynez. El que hace la ley hace la trampa.