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lunes, septiembre 20, 2010

¿Quién… sigue gobernando México? Carlos Salinas de Gortari.

Él es Carlos Salinas de Gortari y sigue gobernando de facto a México.

Estuvo preparado desde su nacimiento para gobernar el país, lo hizo y aún lo hace, aunque no formalmente, sigue moviendo los hilos de la política mexicana en todos los niveles, como lo demuestran las siguientes fotografías.

Se placea en todos los estados de la república donde gobierna el PRI y donde los gobernadores tienen estrecha relación con Elba Esther Gordillo, líder magisterial de por vida. Aliada de Salinas desde que este era Presidente, pues él la ayudó a crecer.

No tiene el menor sentido del pudor y le gusta salir en todo tipo de prensa, no importa si es de espectáculos o de sociedad. Envía un mensaje a los mexicanos de que él sigue presente y no tiene nada que temer, ni ningún tipo de remordimiento.

Tiene el colmillo más retorcido del mundo. Sus aliados lo refugiaron en Irlanda y en Cuba en los peores momento de su carrera política, cuando se tuvo que auto exiliar.

Ahora parece reírse de todo lo que le sucedió y regresa a las andadas con nuevos bríos y nuevos ímpetus, queriendo recobrar el tiempo perdido.

Su gobierno será el más recordado de la historia contemporánea de México. Muchos mexicanos lo odian, pero muchos también lo adoran, porque con él gozaron de múltiples privilegios, ya sea en la burocracia, en la informalidad, en el sindicalismo, en la política, en la subsidariedad y sobre todo, en los negocios, donde muchos de los actuales y prominentes empresarios salieron beneficiados.

Hasta sus actuales detractores le rindieron pleitesías, que ahora, arrepentidos le dan la espalda.

Pero eso a él no parece importarle y solo recuerda, que muchos de ellos lo hicieron orillados por las circunstancias, de la senilidad o de la frustración.

Aunque algunos otros, lo traicionaron por que se cegaron con el poder que él les concedió. Así que ahora viven en el ostracismo político como el peor de los castigos que da el haberse peleado con el verdadero gobernante de México.

En el pasado, muchos de los intelectuales de México, le concedían la gracia de nombrarlo en sus escritos y pensamientos. Él les concedía la gracia de verse beneficiados por el sistema, con becas perpetuas y a ayudas fastuosas, que les permitieron salir adelante con sus trabajos literarios y artísticos.

Se rodeó de celebridades y hasta se le imputa haber sido amante de una de las mujeres más bellas del espectáculo mexicano, como es Adela Noriega, que en su momento estuvo en la cumbre del rating televisivo.

Muchos perdieron la vida a su lado. No se sabe aun ciertamente el porqué, aunque muchos, tras bambalinas dicen que él pudo haberlos mandado a matar.

A otros con su muerte los hizo mártires. Aun son recordados por su legado y por que no pudieron acceder al poder que él mismo otorgó. Fundaciones y homenajes, nada puede regresar al político caído en funciones político electorales.

Hasta los actuales ideólogos del Frente Amplio Progresista eran íntimos y cercanos amigos de Salinas. Ahora dan ideas a AMLO y a la izquierda. Antes le otorgaron ideas a él, algunas faraónicas y extraordinarias, como SOLIDARIDAD.

Se hablaban al oído y parecía ser su sucesor. Ahora Camacho ya no lo quiere ni nombrar por su nombre, pues no le conviene políticamente hablando.

Los actuales gobernantes de la izquierda y más fuertes postulantes a la candidatura presidencial del 2012, también colaboraron con Salinas. Sonrientes, en esos ayeres, estaban orgullosos de pertenecer a su grupo político. Hoy niegan la cruz de su parroquia.
Hasta el camaleónico Muñoz Ledo, que hasta hace un año tachaba a Salinas de mafioso y gángster, hoy lo saluda con una singular alegría, que denota cuanto añora el pasado donde el poder se ejercía y no se compartía.

Comunicadores observan el saludo desesperado por llamar la atención del ex Presidente. Salinas lo para en seco, como queriendo rechazarlo.

Hasta el actual Presidente Calderón sonríe a su paso, pero Salinas, pasa de largo pareciendo no percatarse de su presencia, más orgulloso por ir al lado de su delfín.

Las fotografías son evidencia de la buena relación entre Salinas y Diego. Él nunca lo ha aceptado abiertamente, pero Diego es un hijo político del sistema Salinista.

Cercanos desde siempre, Diego le pedía consejos cuando Salinas era Presidente y el “Jefe” líder de la oposición derechista.

Los gobernadores priístas se le cuadran. Comparten la sal y la mesa con el ex Presidente. Salinas les da instrucciones sobre lo que viene y lo que hay que hacer.

Con Peña Nieto todo es miel sobre hojuelas. Todo es cariño para su sucesor, es decir, para el muchacho guapetón que Salinas impulsa hacia la Presidencia de la República, buscando perpetuarse en el poder.

Hasta amistad de parejas comparten estos dos políticos que también comparten un proyecto político común y de futuro.

Y como botón de muestra: los empresarios, ricos y ganadores con el sexenio de Salinas, le devolverán el favor en el 2012, cuando apuesten económicamente por quién él decida apoyar.


*Carlos Álvarez Acevedo, politólogo y periodista, con estudios en el Tecnológico de Monterrey. Consultor especialista en Medios de Comunicación 2.0, Políticas Públicas y Estrategias Electorales. Actualmente Editor del Centro de Inteligencia Política (www.CEINPOL.com.mx), Revista Digital de Análisis Político.


martes, julio 13, 2010

La disputa por el botín

En un análisis de las recientes elecciones, el historiador Lorenzo Meyer abre con implacable bisturí la realidad política mexicana: la élite no está dispuesta a permitir que las “clases bajas” tomen decisiones para cambiar el estado de cosas en el país, lo que ha bloqueado la verdadera transición democrática. No importan los partidos, cualesquiera que sean sus siglas, en alianzas o solitos. La alternancia entre ellos es irrelevante. Todos van sobre lo mismo: la bolsa de poder y dinero que eventualmente significa el triunfo electoral. En ese sentido, los movimientos de Independencia y Revolución pueden considerarse un fracaso.

Para el historiador Lorenzo Meyer, las elecciones de 2010 constituyeron “un ritual sin contenido”, no existieron los ciudadanos ni las propuestas distintas, y “la atmósfera fue de una lucha entre los poquitos que se disputaban la bolsa de recursos electorales”.

Irónico, asesta: “Si esta es nuestra normalidad democrática, pobre normalidad, porque es una normalidad gris, sin entusiasmo”.

Este fenómeno es producto de nuestra historia, de la naturaleza de las élites políticas en México y de la confusión entre alternancia y transición a la democracia, resume el catedrático de El Colegio de México. Enseguida explica:

“Es la naturaleza de la sociedad colonial. México fue el resultado de una colonización de explotación y no de una colonización de poblamiento, como fue el caso de Estados Unidos. Para explotar una colonia como la Nueva España, los poquitos debían ser capaces de tener el mando y todos los demás debían obedecer.

“Ni la Independencia ni la Revolución cambiaron eso. Lo que vivimos ahora son los ecos de la fundación original del país. ¿Por qué fue más conflictiva la elección de 2006 y no la de 2000? Porque en la elección de 2000 la élite del poder decidió que la alternancia no era ninguna amenaza para el statu quo (...) pero en 2006 se abre la posibilidad de que la elección sea más de contenidos que de formas. Se ofreció la identificación entre el candidato presidencial y las clases más bajas.”

Meyer advierte que ni el proyecto de López Obrador ni el de la coalición que lo postuló para la Presidencia de la República eran radicales ni planteaban una revolución, pero “la élite del poder no quiso. Y ya se vio desde la Independencia, cuando Hidalgo quiso introducir a los pobres en los procesos políticos, esto es algo peligroso. Y la Revolución Mexicana introdujo a las clases peligrosas. No hay que hacer eso. Pero se supone que estábamos en el siglo XXI, que habíamos cruzado el Rubicón democrático”.

Con estos antecedentes, el investigador señala que los comicios de 2010 fueron “como retornar a 2000, pero ya se perdió la virginidad, ya se sabe a lo que conduce una alternancia vacía, ya no entusiasma a nadie”.

–La alternancia por la alternancia nos hizo creer desde 2000 que eso garantizaba la transición. ¿No sucedió lo mismo ahora? –se le cuestiona.

–Eso nos confundió a muchos. Me incluyo sin ninguna excusa, porque me pareció lógico que la primera etapa fuera para no darle miedo a las élites y pensábamos que Fox tenía cierto compromiso democrático. No lo veía ni lo creía tan vacío.

–Bueno, durante la campaña de 2006, ese panismo impulsó la frase del “peligro para México”…

–Eso del peligro es un discurso vergonzoso y revelador en extremo, porque alguien que es un peligro para un país tiene que ser eliminado. Es casi equiparable con el narco. Esa brutal definición de la campaña fue una demostración de que quedaba cero compromiso democrático, cero tolerancia en el PAN.

–¿Por qué los candidatos opositores de ahora están diciendo que es necesario el borrón y cuenta nueva?

–Se entiende que lo digan, pero qué estupidez querer quitar la historia. Es como querer borrar la memoria del pasado inmediato. Se entiende que lo digan, pero es un discurso vacío.

–¿Hay una asimilación del fracaso de lo sucedido en 2000? Los candidatos opositores no están ofreciendo nada.

–Es interesante este fenómeno. En un país con los problemas de fondo que tiene México, que su liderazgo político diga: “yo sólo quiero ver la superficie, no me obliguen a escarbar un poco, vamos a no complicarnos”, es tremendo. Alguien que niega la realidad, tarde que temprano se topa con ella o se vuelve loco.

“Abdicar de la responsabilidad es un camino hacia el fracaso. Un país que no enfrenta sus múltiples problemas (corrupción, fracaso educativo fantástico, injusticia rampante, pobreza) sólo administra el fracaso. Están administrando el fracaso.”

–¿Qué pasa con los partidos?

–Son partidos de cuadros, alejados de la sociedad, que encontraron su marco, que es el IFE y las reformas electorales, y ahora están blindados frente a la sociedad. Las encuestas pueden colocarlos en el último lugar de la opinión social, pero ellos ya lo saben, dicen: “desquítense, elijan lo peor de nosotros, pero los privilegios no los vamos a perder”.

Para Meyer, este es el “gran punto de acuerdo” entre las oligarquías de todos los partidos: “Son los pocos que lograron monopolizar la representación”, “es el grupo de los pocos que cerró el círculo de hierro que los separa de los millones de mexicanos”.

Ante estas circunstancias, la alianza entre el PAN y el PRD se estableció desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le entregó a Jesús Ortega el control de su partido.

–¿No es paradójico que el liderazgo social más amplio que existe, como el de López Obrador, no cuente ahora con partido?

–Es certísimo. El único movimiento social ya masivo (dicen tener 2 millones y medio de afiliados) no tiene partido. Esas oligarquías partidistas tienen la legalidad, pero no la representatividad. Y a López Obrador sólo le queda el tenue punto de apoyo del PT y de Convergencia.

–¿Y qué representa el PRI?

–El PRI son los gobernadores. En algunos estados fracasaron, como en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. El PRI desde su origen necesitó una figura fuerte que lo cohesionara, como fue Plutarco Elías Calles, quien no tenía ninguna representatividad institucional pero era el jefe; después (el partido) da el salto hacia la figura presidencial, desde Lázaro Cárdenas, y ahora vuelve a sus orígenes con Salinas, que es como una especie de Plutarco Elías Calles del siglo XXI.

“El PRI se acostumbró a tener un jefe y se fragmentó en varios señores feudales después de la derrota de 2000. Pero esos virreyes necesitan tener un emperador porque, si no, se pueden matar. Para su propia salvación necesitan un emperador, pero ese emperador de ahora no tiene ninguna institucionalidad.

“Lo paradójico es que el poder de Salinas es un reflejo de la debilidad del PRI. Si cambiaran las cosas, Salinas saldría sobrando. Hay que reconocer que Salinas, en esta transición que no cuajó, supo encontrar su lugar.”

–Pero el PRI sigue triunfando en los estados…

–Eso no refleja el triunfo del PRI, sino el fracaso del PAN como gobierno.

–¿Qué le queda al gobierno de Calderón de su origen como gobierno panista, de sus ideólogos?

–Calderón quemó lo último que quedaba de la herencia panista. Este PAN en el gobierno no tiene nada que ver con el que fundó Gómez Morín. Es un gobierno que se quedó sin energía, está a merced de lo que establezca Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida.

Ante este panorama, Meyer advierte que la demanda maderista de “sufragio efectivo” sigue siendo válida, a 100 años de distancia:

“Para recuperar la efectividad del sufragio, se hace una revolución social en México. ¡Cuánta resistencia habrá en las élites políticas, que a pesar de la Revolución el sufragio sigue siendo inefectivo! El voto es muy difícil de respetarlo. ¿Por qué?”

La resistencia al cambio

En su interpretación de los resultados de los comicios recientes, Calderón afirmó que fue un voto por la paz, en contra de la violencia. Por eso se le pregunta al doctor Meyer cuánto influyó el contexto de inseguridad en el proceso electoral.

–Hay que analizar de dónde viene esa violencia. Es un fenómeno muy complejo, como en Tamaulipas, donde asesinaron al primer candidato del PRI a la gubernatura.

“Hubo una economía política del narco de los años cuarenta hasta los ochenta, con el asesinato de Enrique Camarena. En toda esta etapa hubo un Estado fuerte, centralizado, que pudo controlar al narco como no pudo hacerlo Colombia porque no tenía este tipo de Estado. Pero con el desmoronamiento de las antiguas formas priistas, el aumento del mercado y la proliferación de los corredores hacia Estados Unidos hicieron que surgiera una violencia que amenaza al Estado.

“En Tamaulipas tenemos un episodio histórico que recuerda el asesinato del gobernador de Sinaloa, Loaiza, muerto en 1944, en Mazatlán, porque los que cultivaban la amapola, el opio, consideraban que los traicionó. Entonces, da la impresión de que retornamos al origen.

“Esa economía política del narco no se introducía en las elecciones, como ahora, donde está presente en todos los municipios, como sucedió en Tamaulipas.”

–¿Cuándo empiezan las elecciones competidas en el país?

–A finales de la Colonia, en 1813 o 1814, las Cortes de Cádiz deciden abrir la posibilidad de que en la Ciudad de México todos voten. Son elecciones competidas porque no hay la seguridad de quién vaya a ganar, hay un alto nivel de incertidumbre y entran todos a participar, hasta los indios, que acuden a las iglesias.

“En las boletas, las letras se parecen mucho. Hay historiadores que dicen, como Virginia Guedea, que alguien pudo inducir o decir por quién votar. En esa época hubo una fiesta cívica. Los resultados fueron tan adversos al gobierno, que no se volvió a convocar a elecciones. Fue nuestra entrada y salida de las elecciones competidas. Ahí se perdió la virginidad.

“Vienen todas las elecciones del siglo XIX, donde no hubo ciudadanos que participaran. Hay crónicas que dicen: yo nunca vi entrar a nadie a las mesas de votación. Estas mesas se arreglaban de antemano. Había votaciones, incluso, a mano alzada.”

–¿Por eso la fuerza de la demanda de sufragio efectivo, lanzada por Madero?

–Es una demanda tan sencilla y a la vez tan importante, la de Madero, porque existía sufragio, pero no era efectivo. El sufragio se gana desde finales de la época colonial, pero lo efectivo no. En este país se hace una revolución por eso.

“Es irónico. La revolución bolchevique se hace porque hay que acabar el capitalismo, formar una sociedad socialista. Aquí se hace por una cosa muy menor. Sin embargo, cuánta resistencia habrá en este país a las elecciones, que se hace la Revolución y el sufragio sigue sin ser efectivo. Se destruye el antiguo Estado y, cuando se vuelve a construir, otra vez se presenta esta resistencia.”

–¿Es un síndrome histórico? ¿Por qué se da esta constante?

–Nunca se reniega en México del voto como fuente original de legitimidad. No se niega eso, pero se niega la esencia del voto: que sea libre, en condiciones de equidad, de competencia.

“Es una hipótesis la mía: es la naturaleza de la sociedad colonial la que explica este fenómeno. México, como la capitanía general de Guatemala o el Virreinato del Perú, fueron colonizaciones de explotación, que contrastan mucho con la estadunidense, que fue una colonización de poblamiento.

“Vinieron muy pocos españoles. Aquí la gran riqueza que había era el exceso de mano de obra nativa. En la Colonia hay dos tipos de seres humanos: los poquitos, que tienen el derecho a mandar, los capaces de entender las complejidades de la vida política, y el resto, que son siervos. Y la Independencia no cambia mucho el modelo original.”

–¿La Revolución Mexicana incorpora a esas clases bajas?

–Abre una puerta, pero no incorpora hasta el fondo. Estamos en el siglo XXI y todavía vivimos esos ecos de nuestra fundación original. El sufragio sigue sin ser efectivo.

Peligro: pobres votando

Meyer se explaya en las consecuencias de la elección de 2000, que marca el fin del régimen priista, y las elecciones de 2006, que reviven el miedo de las élites a incorporar en las decisiones políticas a los sectores más amplios:

“La gran insurgencia electoral de 2000, que tiene ecos de la insurgencia electoral de 1988, es posible porque la alternativa llamativa, Vicente Fox, no era en aboluto una amenaza para el statu quo. Fue gatopardismo completo: vamos a movernos para quedarnos en el mismo sitio, pero con una ventaja, que ya no será el PRI que está tan desgastado, es alguien nuevo, con un partido (el PAN) que tiene una historia democrática. Vamos a hacer que el statu quo se revitalice, sin cambio, por puras percepciones.

“El 2000 salió a pedir de boca. Todo ese lastre que fue el robo electoral de 1988, se limpia. Parece que las manchas del pasado son lavadas. En 2006 se abre la posibilidad de que la elección sea algo más que forma. No había nada radical en las propuestas de López Obrador. Ofrecía un cambio moderado, sobre todo, una identificación del candidato presidencial con las clases bajas por su condición de tales.

“Esta élite del poder fue tan temerosa, tan mezquina, tan poquita cosa, que se espantó. Fue muy racista. El día que ganó Calderón, un periódico registró lo que dijo una señora en la sede nacional del PAN: ‘Se acabó el primero los huevones’. Ese es un resabio colonial. Es decir, los pobres son pobres por su propia culpa.

“Me parece que en 2006 se mostró el rostro, con su guerra sucia, de la voluntad de sacar los miedos seculares de esta sociedad. Por lo menos desde la Independencia, introducir a los pobres al proceso político, tal como lo hizo Hidalgo, es algo peligroso.” l


EL PRESIDENTE DÉBIL, EL EJÉRCITO DESGASTADO, EL NARCO VIGENTE…

La lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado emprendida por Felipe Calderón desde el inicio de su gobierno no sólo ha sido un rotundo fracaso político, también ha debilitado a las Fuerzas Armadas. Consultados por Proceso, expertos en seguridad nacional insisten en que nada justifica el uso de las tropas en tareas que competen sólo a las fuerzas policiacas, y critican al mandatario por esa decisión con la que, arguyen, en el fondo sólo pretendió y aún pretende legitimarse.

Justo cuando han transcurrido tres años y siete meses del sexenio, el presidente Felipe Calderón cambió su posición frente al problema del tráfico de drogas en México, pero sin aceptar culpas. De la declaración de guerra y el discurso triunfalista que caracterizaron el arranque de su gestión, pasó al reconocimiento de que hoy enfrenta un problema mayúsculo que tiene antecedentes y consecuencias tan graves como difíciles de resolver.

Lo anterior se desprende de un extenso diagnóstico, publicado por la Presidencia de la República el 14 de junio pasado en medios impresos nacionales. En ese documento, considerado insólito, Felipe Calderón deja ver su impotencia frente al problema criminal al magnificar el crecimiento de las organizaciones delictivas y su poderío frente a las instituciones, lo que antes no reconocía, pues afirmaba que el Estado era más poderoso que los delincuentes.

No obstante sus fallas y la creciente violencia desatada en todo el territorio, Calderón insiste en que la suya sigue siendo la mejor estrategia para enfrentar al crimen organizado, y afirma que de no haberse actuado a tiempo el país enfrentaría una situación más crítica.

Investigadores consultados por Proceso opinan que Calderón enfrenta ya un momento de evidente debilidad y que ésta obedece al agotamiento del Ejército, institución en la que descargó la responsabilidad de combatir al crimen organizado y que ha fracasado, afirman, ante la fuerza de los cárteles de la droga.

Eso no es todo: también arguyen que el auge del narco se observa en el crecimiento del llamado fenómeno de la narcopolítica, presente en el actual proceso electoral que se desarrolla en el país y que ha involucrado tanto a candidatos a alcaldes y diputados, como a algunos gobernadores.

Erubiel Tirado, maestro en derecho por la London School of Economics y responsable de la cátedra sobre seguridad nacional en la Universidad Iberoamericana, afirma:

“En la medida en que se debilita el Ejército Mexicano, el presidente va en caída libre. Su fracaso es más que evidente y tan pobres son los resultados en materia de seguridad que, a mi juicio, no le alcanzan para tener una salida decorosa cuando deje el poder.”

Y añade: “Hay muchos errores en la estrategia del combate contra las drogas; el principal es la corrupción en su gabinete, la cual, por desgracia, no reconoce. La falta de autocrítica lo está hundiendo y no podemos esbozar mayores esperanzas de que en el corto plazo haya buenos resultados frente a la criminalidad”.

A su vez, Fernando Tenorio Tagle, profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma Metropolitana, autor de siete libros sobre temas de justicia y criminalidad, y maestro en justicia penal y criminología crítica, afirma:

“Después de Colombia, México es el segundo país que ha recurrido al Ejército para enfrentar al narcotráfico. En el caso mexicano el problema es mayor, pues existe la percepción social de que se le ha brindado protección al narcotráfico y, peor aún, de que es tan ineficaz su combate que ya resulta evidente que existe una legalización de facto en el consumo de drogas.”

–¿Ve usted una solución al problema antes de que termine el sexenio? –se le pregunta al autor del libro El control social de las drogas en México (Inacipe 1991).

–No la veo y nadie la ve. Este es un sexenio extraviado en el discurso y en sus propias fallas. La gente, y esto es muy grave para un gobierno que apostó todo su capital político al combate criminal, cree que al Chapo Guzmán se le protege, y que si se le brinda protección es porque algo se le debe. La imagen del presidente Calderón está muy deteriorada y cada vez se debilita más. No quiero imaginarme cómo terminará este sexenio.

Autocrítica cero

El lunes 14 de junio, bajo la firma del presidente Felipe Calderón, la Presidencia de la República publicó en diarios de circulación nacional un amplio diagnóstico sobre el fenómeno de la delincuencia organizada que comenzó a combatir, con operativos encabezados por el Ejército, desde noviembre de 2006.

El desplegado se difundió en medio de una fuerte oleada de violencia en el país. Más de 60 asesinatos en tres días sacudieron los estados de Nuevo León, Coahuila, Durango, Chihuahua, Guerrero y Sinaloa, donde chocaron los cárteles del Golfo, de Sinaloa y de Juárez, así como Los Zetas.

De cara al segundo tramo de su periodo gubernamental, Calderón recompone su discurso y ahora dice que no le declaró la guerra al narco, sino que su lucha siempre ha sido por la seguridad pública.

Dice en su diagnóstico: “Nuestro objetivo medular es lograr la seguridad pública de los ciudadanos, y no única ni principalmente combatir al narcotráfico. Combatimos con determinación al crimen organizado…”.

Además de una introducción –en la que reconoce la gravedad del problema de la inseguridad pública–, el documento aborda 19 puntos en los que, de manera sucinta, el presidente reconoce, sin aceptar fallas ni errores de su administración, que el crimen organizado sigue generando violencia e intranquilidad entre la población. E incluso desliza la aceptación de que no se ha podido vencer a los grupos criminales.

Al hacer un análisis del crimen organizado, el mandatario encuentra un culpable: Estados Unidos. Afirma que el origen del problema de violencia radica en primer término en el hecho de que México está situado al lado del país con mayor consumo de drogas a nivel mundial. “Es como si estuviésemos al lado a un vecino que es el mayor adicto del mundo”, dice.

Y sostiene que los cárteles –a los que se comprometió combatir y derrotar “para que la droga no llegue a tus hijos”, según reza uno de los eslóganes de la cruzada contra el crimen organizado– se fortalecieron debido al incremento del tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos.

Desde el principio de su gestión, el presidente se propuso erradicar a las bandas dedicadas al narcomenudeo. Ahora dice en su diagnóstico que este fenómeno es aún más grave, y explica las razones por las que se ha complicado.

“La búsqueda de mercados de consumo en México y la lucha por controlarlos implicó un cambio sustancial en la actividad de los criminales. Al pasar de ser un negocio meramente exportador a ser también un negocio de distribución en el país, la actividad criminal buscó, de manera muy violenta, controlar sus propios mercados, a las autoridades y a los ciudadanos.

“El crimen organizado necesita controlar y marcar el territorio”, asienta el presidente en su radiografía, y justifica así la expansión de los cárteles: “Por ello tenía que hacerse sentir y temer no sólo por otros grupos criminales, sino también por las autoridades y los ciudadanos”.

Calderón, quien en 2006 dijo que su propósito era combatir a todas las redes criminales y heredar un México libre, ahora muestra signos de impotencia al argumentar que el crimen organizado sufrió transformaciones importantes, ya que pasó de un manejo de bajo perfil a un perfil violento y desafiante.

Y explica cómo ha respondido el narcotráfico a las fuerzas federales, por citar sólo una modalidad del crimen organizado: “en lugar de esconderse de la autoridad, los criminales comenzaron a buscarla abiertamente para dominarla, a través de la cooptación o la intimidación”. Él mismo la denomina como la ley de plata o plomo.

Al referirse al consumo de drogas, Calderón atribuye su incremento al aumento del ingreso económico entre la población. No es todo: el llamado “Rey del empleo” acepta que la falta de oportunidades educativas, laborales y de esparcimiento para los jóvenes en algunas ciudades del país los hace presas fáciles del crimen organizado.

En lo que se refiere a la violencia, el jefe del Ejecutivo la atribuye a choques y ajustes de cuentas entre bandas criminales. “Las bandas se disputan el control de territorios y ciudades, lo que ha provocado un crecimiento extensivo de las ejecuciones”, apunta

Fracaso sexenal

A pesar de que unos 35 mil efectivos militares salieron a las calles a enfrentar al crimen organizado desde noviembre de 2006, la lucha contra el narcotráfico –una de las expresiones más violentas del crimen organizado –ha resultado un fiasco.

En medio de la llamada “guerra contra el narco”, los cárteles se han rearticulado. La Procuraduría General de la República (PGR) y la agencia estadunidense contra las drogas (DEA) han confirmado que el cártel de Juárez se alió con la célula de los Beltrán Leyva y Los Zetas; que el cártel de Sinaloa se reforzó al sumar al cártel del Milenio y a los hermanos Valencia; que el cártel del Golfo entabló negociaciones con el cártel de Sinaloa y que todos estos movimientos tienden a consolidar el narcotráfico en dos bloques: los grupos del Golfo y los del Pacífico.

Pese al reiterado discurso de que el gobierno “le va ganando la batalla al crimen organizado”, los investigadores consultados por este semanario coinciden, en entrevistas por separado, en que el diagnóstico publicado por el presidente es la justificación de su rotundo fracaso frente al narco y a la delincuencia organizada en general.

Erubiel Tirado destaca que con verdades a medias Calderón llega a conclusiones falsas. Tras analizar el diagnóstico del presidente, el investigador dice que ese estudio adolece de graves omisiones, pues no reconoce que la corrupción y la infiltración del narco en el poder atrofiaron al aparato responsable de combatir el problema.

“Lo que tampoco dice el presidente es que desde finales de los ochenta y durante todos los noventa, México dejó de ser un país sólo de paso y ahora es un potente consumidor de drogas. Este problema no se agravó porque haya más dinero, como afirma el presidente, sino porque el fracaso de su política criminal derivó en una sobreoferta de todo tipo de estupefacientes”, asegura el especialista.

La sobreoferta de droga –añade Tirado– tiene que ver con el auge de los cárteles mexicanos, a los que tampoco se ha desarticulado como prometió, pues los proveedores colombianos realizan pagos en especie. Esa droga que se queda en México se distribuye en nuestro país. Por eso estamos llenos de adictos, recalca.

Cuestiona que Calderón le eche la culpa a las administraciones pasadas por lo que dejaron de hacer en el combate al narcotráfico y no se refiera al gobierno de Vicente Fox como uno de los más ineficaces en este rubro, puesto que no sólo se le escapó el capo más poderoso, El Chapo Guzmán, sino que la mayoría de los cárteles creció en poder y fuerza durante ese sexenio.

Por lo que respecta al programa de la formación de policías de carrera, que el presidente destaca como un gran logro de su gobierno, Tirado dice que es el peor programa, pues ahora el curso ya no dura un año. Ahora vamos a tener superpolicías científicos en sólo tres meses.

A su juicio, el Ejército, eje de la estrategia de fuerza contra el crimen organizado, presenta signos de agotamiento. Prueba de ello, sostiene, es la reiterada petición al Congreso por parte del secretario de la Defensa, Guillermo Galván, a fin de que se establezca un marco regulatorio para la actuación de las fuerzas castrenses, y que se definan plazos para su regreso a los cuarteles.

Peor aún, al mismo tiempo que se debilita la fuerza militar también va en declive la imagen del presidente, a quien ya se le ve como un fracasado, pues cometió el error de centrar toda su política criminal en los resultados del Ejército.

–¿A quien o a quienes se les declaró la guerra? ¿Hubo o hay en realidad guerra contra el narcotráfico y la delincuencia en general?

–Creo que no, todo esto resulta una farsa. No hay resultados. El narco sigue tan poderoso como antes: es dueño de territorios, trafica con libertad, controla buena parte de las policías del país, ha infiltrado a instituciones como la PGR y ha logrado la cooptación de efectivos militares.

“También tiene fuerte presencia en la mitad de los más de 2 mil municipios del país; financia campañas electorales a presidentes municipales, diputados, senadores y presuntamente a gobernadores. Creo que, más que una política de combate, lo que ha imperado es una estrategia de protección; prueba de ello es que el narco está con vida.”

Criminalidad legalizada

Para Fernando Tenorio Tagle, la estrategia de utilizar al Ejército para el combate criminal entraña una falsedad.

–¿Por qué? –se le pregunta.

–Fue un instrumento de control social y la percepción social nos dice, según mediciones que hemos realizado, que hay más protección al narco que combate a éste.

“Yo no tengo ninguna duda, y creo que nadie la tiene, de que el Ejército es un instrumento político”. Durante los peores momentos que vivió Italia en el combate a la delincuencia, jamás se pensó en usar al Ejército para fines policiacos.

Dice que en todo el mundo, sólo dos países han recurrido al Ejército para enfrentar al narcotráfico: Colombia y México. En estas dos naciones, por cierto, gobierna la derecha.

Compara la situación que vivió Italia en la época de auge de las mafias con lo que sucede ahora en México. Detalla: “En Italia había, en 2004, unos 60 millones de habitantes. Se presentaban aproximadamente 1 millón de transacciones ilícitas al día y unos 365 millones de delitos al año. La conclusión de muchos investigadores fue que la criminalidad estaba legalizada de facto.

“En el caso de México la realidad no es diferente. Partamos de que hay 100 millones de habitantes. El 70% de la población enfrenta el problema de la pobreza. Esto quiere decir que 30 millones de personas (la mitad de la población italiana en 2004) estarían en posibilidad de consumir drogas. En México se realizan 182 mil 500 transacciones ilegales diarias. Aquí también es perceptible que hay una legalización de facto del delito.

En el caso del tráfico de drogas, uno de los problemas más graves que enfrenta el país, Tenorio sostiene que es factible que muy pronto pueda legalizarse su consumo, como en Holanda, algunas ciudades de Estados Unidos y Canadá.

–¿Esto podría acabar con el problema criminal?

–No es una solución. Las organizaciones delictivas sólo dejarían de vender drogas, pero como estos mafiosos son capitalistas y conocedores de sus negocios, pues resulta que eso explica por qué algunos cárteles están diversificando sus actividades delictivas.

Ahora tenemos graves problemas de secuestros, extorsiones y cobros de cuotas a comercios legales, entre otros delitos. ¿Qué quiere decir esto? Que los grupos criminales ya saben que en algún momento dejarán de vender drogas, pero la criminalidad adoptará otras modalidades. Sólo cambiaría de giro.

–¿Cuál es su balance de más de cuatro años de combate al crimen organizado?

–Observo un rotundo fracaso. Ésta, sin duda, es la peor administración federal de la historia. Se debilita el Ejército y el presidente va en caída libre. Es preocupante pero hay que decirlo claramente: no veo que la situación cambie. Se ha protegido al narcotráfico y el ejemplo más claro es Joaquín El Chapo Guzmán.

–¿Por qué cree usted que presuntamente se le protege?

–Si se le protege es que algo se le debe. No hay más. l

martes, enero 26, 2010

De alianzas, pastelazos y collages

Beatriz Paredes, presidenta del PRI y César Nava del PAN.

MÉXICO, D.F., 26 de enero (apro).- El lunes 25 de enero, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN aprobó por unanimidad la primera de las posibles seis alianzas electorales que conformará con el PRD, PT y Convergencia. De acuerdo con la información, tras un debate de tres horas, el partido en el gobierno definió aliarse a la coalición de partidos de izquierda en Durango, que postulan como candidato único al priista disidente, José Rosas Aispuro.
Aún quedan pendientes las alianzas en Oaxaca, en torno de la figura del senador Gabino Cué, del partido Convergencia, quien por segunda vez aspira a la gubernatura en esta entidad; en Hidalgo, donde se perfila la exfuncionaria foxista, Xóchitl Gálvez, como candidata de unidad; en Puebla, donde pretenden juntar fuerzas estos partidos en torno de la figura del expriista y aliado de Elba Esther Gordillo, Rafael Moreno Valle; en Quintana Roo, con el alcalde de Cancún, el perredista Greg Sánchez, acusado a través de “filtraciones” interesadas desde el ámbito gubernamental, de ser aliado del narcotráfico, y, posiblemente, se concrete una alianza en Sinaloa, con la candidatura del hijo de Manuel J. Clouthier, el diputado federal panista del mismo nombre.
No sólo en el ámbito PAN-PRD se dan alianzas extrañas. En Zacatecas, acaba de anunciarse la alianza entre el PT y el PRI para enfrentar al candidato de la gobernadora zacatecana, Amalia García, el senador Antonio Mejía Haro, cuya designación ha generado una fractura dentro del “amalismo” (con la rebelión del exlegislador Raymundo Cárdenas). Y en Veracruz, no sería extraña una alianza entre el PAN, el Panal y otros partidos en torno del expriista Miguel Angel Yunes, “bautizado” por el presidente Felipe Calderón con un pastelazo ampliamente difundido en los medios impresos.
Este movimiento inédito entre aparentes enemigos irreconciliables para contender por las 10 gubernaturas que estarán en juego el próximo 4 de julio de este año, arroja una serie de señales y de indicios que valen la pena analizar:
1. En primer lugar, se trata de alianzas negociadas en las cúpulas partidistas y no en las bases electorales o militantes de los partidos involucrados. Son movimientos de elite, con cálculos numéricos y de un corto plazo, bastante corto, para pretender que formen parte de una estrategia. El problema no es la condición “antinatura” –como han dicho los priistas Manlio Fabio Beltrones, Fidel Herrera y Jesús Aguilar Padilla-- o “perversas” –calificativo del Golden Boy, Enrique Peña Nieto-- ni su condición “polarizante” –de acuerdo con la presidenta priista Beatriz Paredes. Lo más preocupante es que, en esencia, son movimientos cupulares, apenas justificados a través de encuestas, que no cuentan con la opinión del principal involucrado: el propio electorado.
2. La discusión en torno de las alianzas tiene un claro sesgo: el PAN y el PRD se asumen como partidos de oposición ante el PRI, como si no hubiera existido la alternancia desde el 2000 o como si la “alternancia periférica” en distintas entidades –especialmente en Nayarit, Tlaxcala y Chiapas-- no hubiera dejado lecciones lo suficientemente negativas para analizarlas.
Este sesgo beneficia más al PAN que al PRD. Este último partido, dominado por la corriente de Los Chuchos y aliado ahora con la nueva coalición encabezada por el exregente del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, justifican esta estrategia como una forma de evitar el bipartidismo en el 2012 y el retorno del PRI a la Presidencia de la República. En esencia, sólo refuerzan el bipartidismo que quieren conjurar porque entonces serán dos bloques pragmático-políticos los que contiendan. Las opciones, en lugar de diversificarse, se concentran.
3. Las alianzas han generado una deliciosa ensalada de declaraciones de todo tono y alcance. Las dirigencias del PAN y del PRD lograron el milagro: unificar en una ensalada a todos los grupos priistas que desde el año pasado luchan por la nominación del 2012. Los principales precandidatos del PRI (Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Enrique Peña Nieto, Fidel Herrera y algunos otros gobernadores) se rasgan las vestiduras, cuestionan y condenan las alianzas, en un claro ejercicio de endurecimiento frente a sus clientelas electorales y ante el gobierno de Felipe Calderón.
El costo de estas alianzas ya lo plantearon claramente Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones: “no pasarán” varios puntos de la reforma política lanzada por Felipe Calderón el 15 de diciembre de 2009 como una especie de “bola ensalivada” para jugar al béisbol político.
4. En esta ensalada declarativa, el excandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, coincidió con personajes impensables como Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, que un día sí y otro también demuestra que está al margen de la “micro operación” política de Felipe Calderón, con el expresidente Vicente Fox, quien salió para condenar la posibilidad de una alianza en torno a su exfinancista Lino Korridi, y para demostrar sus fobias antiperredistas. También el excandidato presidencial panista Diego Fernández de Cevallos salió de su escondite declarativo.
En esencia, lo que parecen indicar estas declaraciones son una serie de resistencias y divorcios al interior de los propios partidos. En realidad, los divorcios internos del PAN y del PRD son mucho más graves que las alianzas. E indica una mayor pulverización de fuerzas políticas de aquí al 2012.
5. Mediáticamente, lo que observamos es un collage nada claro ni convincente. No se trata de impulsar la transición, ni concluir la alternancia ni derrotar a los “autoritarismos periféricos”. Los motivos son mucho menos elevados. Todo parece indicar que se trata de cómo administrar mejor los 2,997 millones de pesos que los partidos políticos tendrán como financiamiento público en este 2010.
6. Sorprende que ninguno de los defensores o promotores de estas alianzas no hayan reparado en algo: la judicialización de estos procesos electorales. Será en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación donde se definirán los alcances de estas alianzas. Y los litigios se esperan complicados y mucho más enredados que un collage.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx

lunes, marzo 16, 2009

Estados Unidos: elevar la mira

Estados Unidos: elevar la mira
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No es una campaña en contra de México. Es un mensaje consistente del gobierno estadounidense. El mensaje es: o arreglan ustedes su problema; o nos meteremos nosotros cada vez más.
Ante ello, caben dos posibles respuestas. La primera, enojarse y sacar a relucir el lenguaje nacionalista (cuando se les ha concedido todo), para después rectificar y concederles más (la participación de sus tropas en nuestro territorio). La segunda, aprovechar la presión que hay desde el exterior para retomar la iniciativa interna y externa con una política de seguridad que incorpore sólidamente los componentes institucionales de un Estado democrático.
Frente a la grave crisis de seguridad que vive nuestro país, especialmente en la frontera norte, era previsible que hubiera una reacción política ascendente desde Washington. Mientras tanto, el gobierno mexicano ha concentrado toda su estrategia en el combate militar y policiaco al narcotráfico, el diseño de mensajes destinados a apuntalar la aprobación presidencial y ha aceptado la cooperación bilateral en los términos que fijaron ellos.
La posición estadounidense responde a una preocupación genuina y proviene de todas las áreas de su administración. Está en las referencias al “Estado fallido”, filtraciones, programas de televisión, portadas de las revistas más influyentes que señalan que hay un problema grave en México y que, de extenderse éste, los pondría en riesgo. No es una campaña en contra de México, es una estrategia de sus servicios de inteligencia para forzar al gobierno mexicano a tomar decisiones que no ha tomado.
El gobierno de Washington no va a ceder y el gobierno mexicano va a quedar en una posición de extrema vulnerabilidad. Mientras lo militar domine, se acelerará el debilitamiento de la soberanía. Es hora de revisar la estrategia interna y regresar la relación bilateral al espacio de la política. La visita de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, abre una oportunidad: más que levantar el tono, conviene elevar la mira.
Urge la creación de un acuerdo interno verdadero, de un programa con mayores contenidos institucionales y sociales y de un discurso congruente. La contención policiaca y militar son indispensables, pero también insuficientes.
Mientras más tiempo transcurra, mayor relevancia tendrán los acuerdos políticos serios que sustenten la política, los actos contundentes contra la corrupción en las altas esferas, la participación de la sociedad en la prevención, la rehabilitación, las investigaciones financieras y la extinción de dominio, así como la independencia judicial y la atención masiva e imaginativa a los jóvenes. Esos sí son baluartes de soberanía.
El gobierno mexicano tiene dos caminos: o responde como un gobierno autoritario con lo cual expondrá la soberanía, quedará crecientemente confrontado internamente y desprestigiado en el exterior; o reconoce que tiene que revisar su estrategia interna y generar apoyos mucho más amplios a un programa que no puede ser exclusivamente militar, o peor aún, electorero. Se necesita un replanteamiento de fondo que rehaga la política de seguridad y el conjunto de las relaciones políticas.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

miércoles, marzo 11, 2009

¿80 años del PRI o apenas 63 sin su padre ni su abuelo?

Conjeturas

A nadie le deben (aunque sí pueden) sumar la edad de su padre y su abuelo. Es el caso del PRI, al que las opiniones cotidianas y encuestas, hasta las de Los Pinos, aseguran que para las elecciones intermedias aumentará su votación.Y las proyecciones para el 2012 le vaticinan recuperar la Presidencia de la República y que perdió, entre otras razones, por el homicidio de Colosio (el sonorense que fue adquiriendo cierto imán trágico al ser ungido como sucesor de Salinas, mientras éste y sus compinches –dicen que arrepentido CSG– conspiraban para quitarlo de en medio. Parece que Colosio sólo sirvió para deshacerse de Manuel Camacho. Y ya entrados en gastos, con José Córdoba (el francés, equivalente ahora a Antonio Solá, español al servicio de Calderón y el “accidente” de Mouriño), decidieron promover a Zedillo, con operadores como Liébano Sáenz, José Murat y la pandilla salinista.El caso es que el PRI fue sentenciado a no seguir disponiendo del dinero de siempre (Zedillo cerró las llaves de Hacienda y utilizó a Diódoro Carrasco para darles atole con el dedo a los priístas) y a no contar con el brazo electorero del Presidente en turno, para lo cual no estaba preparado y con todo y su entramado para ganar elecciones con votos y fraudes, lo sacaron de la jugada.Zedillo declaró ganador al PAN, con el loquito de Fox y la vampiresa de Mart(h)a más los pillos Bribiesca. La hizo de IFE, TRIFE y Suprema Corte (a la que había reducido de 21 a once ministros y éstos lo apoyaron en la maniobra). Y así se produjo la alternancia que de tan frágil se rompió. Luego, los intereses zedillistas y foxistas, con la complicidad del IFE, del TRIFE, de la Corte, impusieron, con victoria pírrica a Calderón, la segunda intentona de alternancia, también en sonoro fracaso.Así las cosas, todo parece indicar la vuelta del PRI a Los Pinos, debido a la incapacidad de los panistas; no han sabido, ni administrativa ni políticamente gobernar. Y no es por miedo, ya que para la corrupción salieron uñas largas. Y porque los perredistas (a pesar del heroico protagonismo de AMLO) dejaron de ser una opción.Y los priístas que nacieron como tal en 1946, con lo que tienen 63 años, del matrimonio del callismo con el cardenismo, a través del PNR (su padre) y el PRM (su abuelo), al parecer recibirán el apoyo ciudadano. Siempre y cuando tiren por la borda a los Ulises, los Marín, los Bours y no se vayan con la finta de que el “cara bonita” de Peña Nieto sea su candidato presidencial.Necesitan posicionarse con un político que aspire a Estadista, que represente la síntesis de Calles, Obregón y Cárdenas. Y lo tienen en sus filas. Es el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, y con él una moderna generación de políticos capaces de un viraje histórico, para explicar, históricamente, el regreso del PRI ante el fracaso del PAN y la autodestrucción del PRD. Y que, moviéndose como un partido de centro, equilibrando izquierda y derecha, se atreva a la segunda restauración democrática de la República.
cepedaneri@prodigy.net.mx

martes, marzo 10, 2009

Equipo de leales

Equipo de leales

Juan Molinar es un politólogo calificado. Sin embargo, no fue nombrado secretario de Estado por esa razón, sino por su lealtad al PAN y a Felipe Calderón. Su nombramiento confirma la regla: Calderón ha decidido seguir gobernando con un equipo de leales. Esa no es la mejor fórmula cuando se carece de la mayoría y se tiene que enfrentar una crisis mayor.
El error se hace evidente cuando se contrasta la fórmula de Calderón con la de Obama. Allá el presidente tiene mayoría, cuenta con el respaldo institucional del régimen presidencial más consolidado y sin embargo formó un gabinete con los mejores e incluso con sus rivales. Lo hizo siguiendo el ejemplo de genial conducción política de Lincoln, cuya historia está elocuentemente relatada en el libro favorito de Obama (Doris Kearns Goodwin, Team of Rivals).
Un equipo de leales sería una fórmula política insuficiente, incluso si Felipe Calderón hubiera ganado la elección con un amplio margen, contara con el respaldo de una clara mayoría en el Congreso y nuestro país no estuviera atravesando por una crisis económica y de seguridad. Sin mayoría y en medio de una crisis que tenderá a agravarse, la fórmula diluye la responsabilidad del gabinete, lleva al aislamiento del gobierno de la gente y genera estados de ánimo propios de un bunker (menor objetividad y endurecimiento).
El problema del nombramiento de Juan Molinar no está en su falta de conocimientos sobre la materia. Lo que hoy se necesita en SCT es capacidad política para recuperar la autoridad, llegar a acuerdos con los principales actores y poner en marcha el programa de infraestructura. El problema del nombramiento está en la concepción política y el estado de ánimo de Calderón que parece no sentirse cómodo haciendo política y que prefiere encerrarse con sus leales.
La decisión no sirvió para fortalecer al gobierno. No le agrega poder y ni siquiera se convierte en un mensaje de disciplina interna, en tanto que no fue acompañada de los correspondientes actos de autoridad que la situación escandalosa que le dio origen ameritaba. Tampoco ayuda a reafirmar la alianza principal del gobierno con el PRI que seguramente se sintió lastimado al perder un interlocutor conocido y al saber que habrá un funcionario político en un sector que le es vital en sus alianzas sociales y para sus estrategias políticas.
Con el nuevo nombramiento, a Calderón le quedan dos opciones. Una, que su secretario sea más eficaz que el anterior, en comunicaciones e infraestructura. Dos, que desde ahí —con los poderosos instrumentos de la secretaría— respalde la campaña del PAN.
Si opta por el proselitismo, provocará una reacción inmediata de las oposiciones antes de las elecciones y dificultará más aún la gobernabilidad en el segundo semestre del año. Si no ha habido la visión de la gran política para construir una amplia mayoría y enfrentar la crisis con un gabinete mejor pertrechado, por lo menos podría haber prudencia para no echar gasolina a la lumbre.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

lunes, febrero 16, 2009

Emergencia sin consecuencia

Emergencia sin consecuencia
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Nuestro país vive una emergencia económica y de seguridad, pero el gobierno y la mayor parte de los actores políticos y sociales no se atreven a reconocerla y menos a actuar en consecuencia. El resultado no puede ser sino aumentar los costos de la crisis para la sociedad y los peligros de ruptura del acuerdo constitucional. Falta visión. Falta estrategia. Falta sensibilidad. Falta oportunidad.
Falta visión. El gobierno aún no cobra conciencia de que no estamos ante una contracción cíclica normal, temporal, sino ante el derrumbe de una deformación del capitalismo financiero global que ha puesto al mundo en el límite de un colapso. Sigue aferrado a las políticas del Consenso de Washington que están en ruinas hasta en Washington. Sigue buscando las bendiciones de las mecas del capitalismo mundial, cuando en los propios centros de éste crecen los cuestionamientos. Con tan sólo leer los discursos de Obama, Brown o Sarkozy, se cobraría conciencia de qué tan perdido está el discurso oficial de México en estos tiempos de apremio.
Falta estrategia. Es incomprensible que ante el problema que se vive, el gobierno todavía busque esconder su gravedad. Que ante la necesidad de unir propósitos y definir un rumbo, se involucre en la disputa y permita o incluso contribuya a desatar la confrontación de todos contra todos. Que no mida sus fuerzas, para determinar cuál es su mejor estrategia: si quemar las naves en vista de la elección, o preparar un aterrizaje responsable para el segundo semestre.
Falta sensibilidad. ¿Qué pueden sentir los millones de desempleados, o quienes perdieron sus ahorros, o los empresarios cuyas empresas están al borde de la quiebra, cuando sus líderes se niegan a reconocer los hechos, responden sin contundencia y no les transmiten ninguna solidaridad con sus conductas?
Falta oportunidad. Desde septiembre era evidente que iba a haber salida de capitales y que los bancos iban a repatriar utilidades. ¿No se podía hablar, normar o incluso legislar para elevarles el costo? Se sabía también de los riesgos de quiebras y de la necesidad de direccionar el crédito. Desde hace más de un año se habla del programa de infraestructura “más grande de la historia”, pero las obras siguen sin arrancar. ¿Por qué no se decreta la emergencia (como en 1986 cuando el sismo), se define un responsable con autoridad plena y se establece un mecanismo de responsabilidad compartida de todas las fuerzas políticas y de transparencia fuera de duda?
En el momento donde crece la crisis económica y de seguridad, estamos atrapados en un enfrentamiento de todos contra todos. Lo que hoy domina es un proceso de balcanización que ha invadido al Estado, a las organizaciones políticas y sociales. Cada quien cuida sus pequeños espacios, sus territorios y sus intereses. Se aprestan a librar guerras que ya pasaron. Casi todos hablan de la necesidad de acuerdos, cuando, en un momento decisivo, lo que hacen es contribuir a destruir el acuerdo fundamental.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

lunes, diciembre 22, 2008

2009


2009
¿Qué resultados se pueden esperar de las elecciones de 2009? Las elecciones de 2009 serán diferentes a las de 2006 y 2003 por la crisis económica y de seguridad, y por no haber un candidato presidencial que polarice la elección.
A diferencia de 2006, como ocurrió con AMLO, no existe un candidato que polarice la elección.
A diferencia de 2003, las elecciones ocurrirán en medio de la crisis económica; precisamente durante su momento más álgido. Las elecciones de hace 12 años, de 1997, también se vieron afectadas por la crisis de 94-95, pero ocurrieron cuando la economía ya estaba en plena recuperación.
La crisis económica aumentará la inconformidad. Esta se traducirá en mayor abstención y en un crecimiento del voto de oposición. Los nuevos inconformes no votarán por el PAN: una parte irá a la abstención y otra se repartirá entre el PRI y la izquierda.
La inseguridad dañará al gobierno federal y, salvo desempeños locales exitosos, a los gobiernos de las entidades.
Hay otros factores que incidirán en los resultados, como la calidad de los candidatos y la unidad interna. Para la izquierda, éste es el factor fundamental.
Aunque ya se sabe que, a siete meses de la elección, los datos de las encuestas no anticipan los resultados, si éstos se toman como punto inicial de referencia, se pueden sacar las primeras conclusiones:
El PAN tendrá un costo entre medio y alto. Por mejor que sea su desempeño electoral, la inseguridad y sobre todo la crisis económica, le quitarán votos. Dejará de ser la primera fuerza en la Cámara de Diputados. La pregunta es qué tanto caerá. Para como están las cosas, su punto de referencia ya no es el 40% que habría sido hace un año, sino 30%. El PAN procurará no caer por debajo de 30%.
Son muchos quienes aseguran que el PRI podrá obtener el 8% de sobrerrepresentación que le permitiría tener mayoría absoluta; aunque ello no es imposible, lo más probable es que se acerque al 40%, sin que alcance el 50 más uno.
Aunque muchos dan por muerta a la izquierda, las condiciones generales y sobre todo los efectos de la crisis económica, le ofrecen a la izquierda una oportunidad seria de crecimiento. La izquierda puede crecer y algunos partidos pequeños también crecerán respecto a las encuestas. Su problema es encontrar una fórmula política que le permita a sus partidos crecer hacia fuera (con los independientes) y no a costa de disputarse el voto de sus simpatizantes. Si la división no se convierte en el eje de su estrategia, la izquierda puede tener un mejor desempeño del que anticipan hoy las encuestas.
Finalmente, así como en la economía puede haber estancamiento con inflación, en la política puede haber baja participación con tensiones sociales en ascenso. Para no poner en riesgo la gobernabilidad faltan: en la economía, decisiones de mayor calado para mitigar los efectos de la crisis; y en la política, abrirse, para evitar la salida falsa de la criminalización de la inconformidad.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista