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lunes, diciembre 26, 2011

“El Azul”, otro capo protegido

El Azul”, otro capo bajo cobijo

Un legajo que permanece “enterrado” en la Procuraduría General de la República contiene información clave sobre uno de los principales capos del narco en México: Juan José Esparragoza Moreno, El Azul. Agentes de esta dependencia realizaron indagaciones desde 2002 y lograron ubicar domicilios y personas que pudieron darle refugio a ese mando del cártel de Sinaloa; pero de pronto algún alto funcionario federal ordenó suspender la investigación…

Juan José Esparragoza Moreno, El Azul.


En 2002, 15 meses después de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán del penal federal de Puente Grande, Jalisco, la Procuraduría General de la República (PGR) emprendió la búsqueda de varios exintegrantes del cártel de Juárez que se habían aglutinado bajo el liderazgo del capo sinaloense.
Por aquellos años la PGR había confirmado que El Chapo pretendía conformar una gran organización criminal con el objetivo de monopolizar el negocio del tráfico de drogas en el país. Más tarde se confirmó que dicha agrupación se llamaría La Federación de Narcotraficantes y que estaría formada por varios cárteles.
Se supo también que el artífice de esa estrategia era nada menos que Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, un capo de bajo perfil y con amplia capacidad para negociar conflictos entre organizaciones rivales, quien fue una pieza clave para proteger al recién fugado Guzmán Loera en aquellos azarosos días.
Al confirmarse que El Azul era el estratega del plan, en la PGR se conformó un grupo especial con policías de la Agencia Federal de Investigación (AFI), quienes comenzaron a seguir los pasos de Esparragoza Moreno en varios estados a fin de ubicarlo, desarticular sus redes y detenerlo.
Sin embargo, cuando la investigación estaba casi concluida, una orden superior frenó la indagación y el expediente fue celosamente archivado en la PGR. Nadie más siguió las indagaciones y el documento se mantiene bajo resguardo hasta la fecha.

Tras los pasos de “El Azul”

Proceso tuvo acceso a los pormenores del expediente, que contiene tarjetas informativas, rutas de trasiego y zonas de seguridad donde suele refugiarse Esparragoza Moreno; domicilios relacionados con amigos y familiares del capo, así como datos del Registro Público de la Propiedad sobre residencias a nombre de amigos y socios de El Azul, muchos de los cuales son señalados como parte de la red protectora y de lavado de dinero al servicio de Esparragoza y del cártel de Sinaloa.
El documento que contiene el minucioso seguimiento que la PGR le hizo a El Azul y a sus socios abre con el reporte de uno de los agentes responsables de la investigación. Dice textualmente:
“No omitimos informar que por mención de un informante, el domicilio ubicado en calle L. Van Beethoven No. 5689 esquina con Tchaikovski, colonia La Estancia, Zapopan, Jalisco, es frecuentado por la persona denominada El Azul.
“Al dirigirnos a las oficinas del catastro del estado de Jalisco nos informaron que, al mostrarnos el mapa de la zona de la casa con número 5689 y 5691 por el lado de la calle L. Van Beethoven, así como casa marcada con el número 375 y 373 sobre la calle Tchaikovski corresponden al mismo predio.
“Cabe hacer mención que el personal de catastro señaló que esta persona pudo haber realizado algunas irregularidades respecto al predio para que éste solo apareciera registrado por la calle de Félix Mendelson sin número, refiriendo que la calle en mención se encuentra en la parte posterior del predio, ya que nuestra señalización del predio en el mapa que el personal nos mostró no corresponde a la calle de Félix Mendelson…”
La investigación, que requirió varios meses, continuó por parte de los agentes de la PGR. El 17 de junio de 2002 se incluyó en el expediente una tarjeta informativa que refiere:
“Continuando con la línea de investigación, se informa lo siguiente: en relación al domicilio ubicado en calle Sierra de Cuale 2015 colonia Las Águilas, en Zapopan, Jalisco, conocimos por dicho de un informante que la residencia es habitada por una persona de confianza de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul.
“El informante nos dijo que algunas veces dicho domicilio es frecuentado por El Azul. Al realizar una vigilancia móvil nos percatamos que en el interior de este se encontraba una persona del sexo femenino de aproximadamente 35 años de edad, y un vehículo marca Rambler tipo América color café con placas de circulación HZL9113 del estado de Jalisco.”
El 3 de junio, los agentes investigadores reportaron las tareas que realizarían para ubicar los domicilios donde suele refugiarse Esparragoza Moreno:
“…en relación a la investigación relacionada con El Azul me permito informar que se acudió a las oficinas del Registro Público de la Propiedad, así como a las de catastro, para poder verificar si el domicilio ubicado en calle Beethoven esquina Tchaikovski es propiedad de Rosario Esparragoza Moreno, hermana de la persona denominada El Azul, así como también el domicilio ubicado en la calle Sierra de Cuale.”
En otra tarjeta los agentes federales dicen que en uno de los domicilios que vigilaban en el estado de Morelos pudieron observar a Cristian (Esparragoza Gastélum), hijo de El Azul y a quien también le seguían los pasos, cuando abordaba una camioneta Grand Cherokee negra y de modelo reciente.
No pudieron detenerlo, afirman en el documento, pero confirmaron que el hijo de El Azul se reuniría con unos amigos en una discoteca. Y continúan:
“No fue posible distinguir las placas de circulación por la cantidad de personas que había en ese lugar. El agente no tuvo posibilidad de dar aviso a los compañeros que se encontraban en espera de la salida de Cristian, esto debido a que junto a él se encontraban otros amigos de Cristian y podían percatarse o descubrir la identidad del agente. Cabe hacer mención que Cristian no entregó su vehículo al personal del estacionamiento porque lo estaban esperando a bordo de la camioneta.”
Provistos de fotografías, domicilios e informes sobre los sitios frecuentados por Juan José Esparragoza Moreno, viajaron a la ciudad de Guadalajara, aparentemente con el fin de aprehenderlo. No obstante, reportaron a la PGR:
“…dos casetas antes de llegar a la ciudad de Guadalajara fuimos interceptados por una patrulla de la Policía Federal de Caminos. Al preguntarles a los oficiales por qué motivos nos habían parado nos respondieron que en ese tramo carretero existe un índice elevado de robo a autotransportes, motivo por cual teníamos que ser revisados los tripulantes y el vehículo,­ para lo que fue necesario identificarnos como elementos de la PGR.
“De inmediato nos solicitaron que les mostráramos nuestro oficio de comisión. Después de leerlo nos indicaron que no nos podíamos retirar”. Los agentes solicitaron a la PGR que les giraran oficios de comisión para investigar a Esparragoza Moreno en todo el estado de Jalisco, así como en Quintana Roo, “ya que nuestra investigación así lo requiere”.
En otra tarjeta informativa, los federales reportaron a sus jefes que continuaban las investigaciones sobre el paradero de Esparragoza Moreno e informaron que ya habían localizado el domicilio de Rosario Esparragoza, hermano del presunto narcotraficante:
“Continuando con la línea de investigación nos permitimos informar a usted que el día 15 de mayo del año en curso (2002) nos trasladamos a la ciudad de Guadalajara con la finalidad de ubicar el domicilio que se encuentra localizado en calle L. Van Beethoven 5689 esquina con Tchaikovski,­ colonia La Estancia, ya que por dicho del informante está habitado por una persona de nombre Rosario Esparragoza Moreno y a ese lugar llega con frecuencia Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, ya que en el lugar establecido un agente encubierto se entrevistó con una persona del sexo femenino de aproximadamente 25 años de edad, al parecer del servicio doméstico.”
De acuerdo con la ficha informativa, dicha persona se encontraba barriendo la calle y limpiando el jardín. Al verla trabajando, el agente encubierto se le acercó y le preguntó si ahí vivía la señora Rosario y si estaba. La persona –prosiguen los agentes– se mostró nerviosa y contestó que sí era la casa de la señora Rosario, pero que en esos momentos no se encontraba.
El reporte dice que los agentes se enteraron por su informante de que el domicilio ubicado en la calle Jorge Bravo sin número está habitado por una persona de confianza de Esparragoza Moreno, “sin poder obtener por el momento información alguna, ya que al parecer no se encontraba nadie en el domicilio”.
Y añaden: “…la persona que nos está proporcionando información nos pidió que omitiéramos su identidad, ya que nos dijo que no quería salir perjudicada”.

Vínculos mafiosos

La investigación de los agentes de la PGR arrojó datos relevadores sobre los vínculos que tejió Juan José Esparragoza Moreno en el estado de Morelos. Según la información, El Azul es compadre de Jorge Luis Rodríguez Mier, conocido como El Capi o Capitán y que, de acuerdo con la base de datos del Registro Público de la Propiedad, consultada por los investigadores de la PGR, es propietario de la empresa Aerolíneas Internacionales.
En el informe se añade que Rodríguez Mier es propietario del predio denominado Cuatapaxco, localizado en el poblado de Santa María Ahuacatitlán, así como sus datos generales: nació el 8 de agosto de 1960, es piloto aviador de profesión y vive en Morelos.
El expediente incluye datos sobre otras propiedades relacionadas con Esparragoza Moreno, un mapa de las presuntas rutas de trasiego de droga que utiliza y un itinerario de vuelos que supuestamente realizó mediante Aerolíneas Internacionales a diversos destinos, entre los que destacan Monterrey, Tijuana, León, Cuernavaca, el Distrito Federal, Reynosa, Guadalajara, Veracruz, Hermosillo, Cancún, Aguascalientes y Culiacán.
El capo, nacido en la localidad de Huixiopa, municipio de Badiraguato, Sinaloa, en 1949, no ha vuelto a pisar la cárcel después de su aprehensión a finales de los ochenta y su liberación en 1993, cuando fue beneficiado por una preliberación autorizada por la Secretaría de Gobernación.
Un testigo de aquel momento, quien pidió no revelar su identidad, dijo a este semanario: “Cuando le otorgaron la libertad, El Azul salió caminando de la prisión. Tomó sus cosas y caminó unos dos kilómetros hasta la carretera, donde tomó un taxi”.
A pesar de la turbulencia generalizada que ha generado el narcotráfico en México, Esparragoza Moreno se ha mantenido a salvo. Los nombres de Joaquín Guzmán Loera, Ismael Zambada, Eduardo Costilla y otros narcotraficantes se mencionan a cada momento en los medios de comunicación, pero no el de Juan José Esparragoza Moreno, lo que confirma el sigilo con el que se mueve.
En febrero del año que termina, autoridades federales catearon una propiedad en la colonia Jardines del Pedregal, en la delegación Álvaro Obregón del Distrito Federal. El operativo, se dijo entonces, era para buscar a Esparragoza Moreno, pero los agentes de la PGR se fueron con las manos vacías.
El operativo, efectuado bajo la orden 622011, se inició a las 17:45 y concluyó tres horas después, pero los policías se equivocaron y entraron en el domicilio de la actriz Marga López, quien se indignó por el equívoco.
Esparragoza Moreno tiene 62 años y en 2005 la PGR ofreció 5 millones de pesos a quien proporcionara información para capturarlo, mientras que la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antidrogas de Estados Unidos, ofrece 5 millones de dólares.
Para la PGR, El Azul es uno de los capos más buscados del narcotráfico mexicano. De acuerdo con su ficha criminal, se le ubica en Morelos, Querétaro, Cancún y la Ciudad de México, pero nadie ha podido dar con su paradero.
El año pasado, la PGR hizo pública una lista de delincuentes peligrosos por quienes ofrece recompensas de hasta 30 millones de pesos. La lista incluye a Esparragoza Moreno, cuyo nombre aparece en el apartado “B”, al lado de Joaquín Guzmán Loera, Ignacio Coronel (finado) y Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, actualmente preso en Estados Unidos.
Esparragoza Moreno es, junto con Zambada García, uno de los capos de la vieja guardia del narco. Se formó en el desaparecido cártel de Guadalajara, que en los años ochenta encabezaban Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo.
Luego fue aprehendido y a finales de los ochenta compartió celda con Félix Gallardo y Amado Carrillo Fuentes en el Reclusorio Sur, de la Ciudad de México, donde tejieron una alianza. Esparragoza fue una de las piezas importantes de Félix Gallardo para efectuar la cumbre de capos de 1993, en Cuernavaca, donde se repartieron los territorios más codiciados como rutas de trasiego.
Actualmente la PGR lo considera un estratega de las alianzas entre cárteles. De las 10 organizaciones criminales que operan en México, al menos unas cinco forman parte del cártel de Sinaloa, lo que convirtió a este cártel en el más poderoso de América Latina.
Con todo, la investigación realizada por la PGR para localizar y detener a Esparragoza fue archivada, según se pudo indagar, por una orden superior. No se sabe si provino de un alto funcionario de la PGR o de la Presidencia de la República.
Lo cierto es que el expediente que incluye información sobre las propiedades y refugios de El Azul sigue guardado.
–¿Qué creen ustedes que pasó con la investigación? –se le pregunta a uno de los participantes en ella.
–No lo sabemos, suponemos que negociaron con El Azul igual que negociaron con El Mayo Zambada, a quien presuntamente detuvieron en 2009 y lo dejaron ir sin mayores explicaciones.
–¿Lo dejaron ir también por una orden superior?
–Sin duda.

lunes, octubre 10, 2011

Yo te acuso a ti, Calderón…

La familia de CINICOS, AMORALES, ASESINOS.....ESPURIOS que viven de "a gratis" en Los Pillos!


… La autoridad reproduce la violencia que pretende suprimir
-Antonio García-Trevijano, Teoría pura de la república
Todas las modalidades de la delincuencia, con los narcotraficantes como avanzada y su complicidad con policías y militares, han puesto las condiciones de una violencia sangrienta. El presidente Felipe Calderón decidió el combate contra esa rebelión a sangre y fuego, y los calderonistas y el Partido Acción Nacional (PAN), con sus desgobiernos fallidos en todo el abanico de sus obligaciones, lo secundan. Y al no lograr la mínima eficacia para someterlos al imperio de la ley y restaurar la paz social, han contribuido al aumento de ésta al cosechar ya ?con los 74 periodistas asesinados, 14 desparecidos y 19 asilados? no menos de 50 mil homicidios (ni Augusto Pinochet ni Muamar Gadafi ni las matanzas en Irak y Afganistán) que cínicamente contabilizan Alejandro Poiré, con sus estúpidos mitos, y Genaro García Luna, con sus abusos, al lado de Guillermo Galván Galván y Mariano Saynez Mendoza.
Los mexicanos somos carne de cañón, conejillos de indias del calderonismo; víctimas del militarismo con palos de ciego a los que el mandatario napoleoncito llamó “daños colaterales”.
Durante los dos sexenios del PAN (aunque dentro del partido existen excepciones… que confirman la regla) y no se diga en el último lustro, no ha pasado un día, unas horas, sin homicidios que al año suman 10 mil. Y peor aún, más de una cuarta parte de éstos son ciudadanos de bien que van a sus oficinas, a sus labores en el campo y la ganadería; obreros, estudiantes baleados y asesinados incluso dentro de áreas escolares; madres con sus hijos muertos en plena batalla de la “no-guerra” calderonista. Mexicanos de todas las edades que han dejado miles de huérfanos y viudas, asesinados por delincuentes, por marinos enloquecidos, soldados desatados o policías sin freno, que cuando no son cómplices de los criminales, disparan sin control para ser unos facinerosos con uniforme de servidores públicos. La otra cara de esa moneda son los sicarios, los capos, los funcionarios sobornados, los rateros, los secuestradores, los depravados sexuales y los drogadictos.
Con su “estrategia” fracasada ordenada a tontas y locas, donde los altos mandos castrenses, para eludir responsabilidades, hacen lo que les ordena y firma el inquilino de Los Pinos escondido en su búnker para dormir tranquilo, Calderón y los capos comandan la doble fuente de violencia que tiene a más de 100 millones de mexicanos sometidos en la angustia, el miedo colectivo y los homicidios. La atmósfera de violencia semeja la de un golpe de Estado, para matar a diestra y siniestra, luego dar el pésame y ofrecer dinero para supuestamente resarcir los daños irreparables y la falta de uno o más familiares que destruyen vidas y el tejido social.
Los mexicanos, además, padecemos los bajísimos salarios, el masivo desempleo y la pobreza de 50 millones de nacionales; el encarecimiento de los productos de primera necesidad; y que Calderón, como Gadafi, tenga 200 mil millones de dólares (al financiar a los estadunidenses, pues están guardados en arcas de ese país), mientras que México necesita inversiones, créditos blandos, subsidios para la educación, pues sus edificios están en ruinas, con sanitarios antihigiénicos, etcétera. Además del total descuido de la agricultura para que sigan abarrotando el mercado libre calderonista de mercancías chinas desde donde llegan chiles y granos.
Todo esto ha creado las condiciones para lo que se ve venir: el golpismo al estilo de Victoriano Huerta (el militaroide alcohólico que generó una violencia cruenta como la actual; y no es que la historia se repita ?esta expresión no tiene sustento racional? sino que es un nuevo fenómeno de barbarie).
El calderonismo no ha podido, ni sabe, ni quiere terminar esa crueldad infame, pero sí aumentarla como un emperadorcito… Después de él, el diluvio. Somos presas del pánico, porque no pasa un minuto sin que sepamos de homicidios por ajustes entre delincuentes, enfermos que matan por matar, por adicciones a las drogas, por robar.
Hoy cualquiera tiene una pistola, un cuerno de chivo, un fusil, granadas, porque los estadunidenses, ante la pasividad-complicidad de Calderón (que quiere asilo y protección cuando huya), se las dieron a los sicarios y se venden en sucursales en el Distrito Federal, pues Marcelo Ebrard, entretenido en sus matrimonios, corrupción y locura por la candidatura chuchista-camachista, ha dejado que la capital de nuestro pobre país, con el Estado de México ?donde gobernaba Enrique Peña Nieto? estén convertidos en campos de criminalidad, donde los feminicidios ?que son homicidios agravados? son la noticia de todos los días y a todas horas.
No se trata de si son periodistas (74 muertos desde el foxismo) o no. Son mexicanos ajenos a la delincuencia y a los uniformados con disfraces de guerra, la mirada amenazadora y las metralletas amartilladas. Esta violencia pavorosa nos tiene en una insoportable sicosis, al grado de que millones de mexicanos ya no ven los noticieros ni leen la prensa ni tocan el tema de la inseguridad para escapar de la angustia.
“Si no pueden, ¡renuncien!”, le gritaron a Calderón y le exigen la dimisión a la par de la del desgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, y el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal (protegido de Santiago Creel y Calderón), porque éste tiene la obligación de garantizar la seguridad y debe ser señalado con índice de fuego por aumentar la violencia. Nadie le pide que desista de extinguirla, pero no a tontas y locas.
Así que ¡yo te acuso a ti, Calderón! A ti, que cinco años después de gobierno, con los delincuentes, tienes al país y a la nación atrapados en esa doble violencia.
*Periodista

miércoles, mayo 04, 2011

La guerra que prefieren los general

Elementos del Ejército en la Ciudad de México.



MÉXICO, D.F., 2 de mayo.- Por fin el presidente se ha dado por enterado. Reconoció recién esta semana que hay un consenso en el país: El Ejército no debe estar en las calles. “Hay una presión enorme, enorme para que no esté en las calles”, declaró Felipe Calderón.
Lo que preocupa de la admisión del presidente es que pudiera conducir a la conclusión directamente antípoda: Luego de que nada se ha ganado en esta guerra, el Ejército debe retirarse admitiendo la derrota del Estado mexicano ante el crimen.
Tal vez es más productivo enunciar el llamado de la sociedad civil de forma más compleja: El Ejército debiera ser retirado de las calles, pero no para declararse vencido, sino para adquirir funciones de Ejército.
Porque por lo pronto el Ejército ha sido sacado a las calles con una mano amarrada a la espalda: a cumplir funciones de policías, con restricciones de policías que se mueven entre la población civil, pero el Ejército pudiera y debiera emprender la guerra contra el crimen como lo que es, una fuerza militar entrenada y equipada para la confrontación directa y extraordinariamente violenta.
Si se cuadricula al territorio nacional. Si se delimita claramente qué zonas han dejado de estar regidas por el Estado legal y son regidas por el crimen. Si esas regiones se aíslan y se sellan. Si se evacúa a la población desarmada. Si en esas regiones selladas se declara el estado de excepción, ni más ni menos que la suspensión de garantías individuales, que permite el artículo 29 de la Constitución, para zonas donde se ha alterado gravemente el orden. “Entonces el Ejército podría entrar a ellas con todo su poder. Por aire, por tierra y por mar”. Con aviones y helicópteros, tanques y buques. “Para no dejar sin voltear una sola roca”.
Los entrecomillados son palabras del general de División Luis Garfias, las otras mi síntesis de su planteamiento.
Sigue el general Garfias: “Hablamos de un 40% del territorio nacional” donde el Estado ya no gobierna. Un 40% que se está desbordando.
Si esta es una guerra, implica el general Garfias, que lo sea. Que el presidente y el Congreso se atrevan a tomar las medidas para que lo sea. Una guerra territorialmente limitada y con condiciones para que logre su cometido con rapidez. “Según los órganos militares duraría semanas o meses”, aclara el general Garfias. No años.
Otra función crucial que el Ejército debiera tener, depende de que por fin el presidente focalice el objetivo de esta guerra. Que renuncie a la guerra amplia contra el crimen y el tráfico de drogas de todo México, y decida restringir el objetivo al de la seguridad de la población civil.
La seguridad de la población civil no se define por el exterminio de los maleantes, ni siquiera por la disminución drástica de personas que se dedican a actividades ilícitas. Se define por el abatimiento dramático de los crímenes que directamente destruyen las vidas de los civiles. El robo, la extorsión, el secuestro y el homicidio.
Me lo confía otro general de División que me pide no revelar su nombre, dado el tamaño de lo que expresa: “Por mí que construyan los narcos un ducto que lleve directo la coca de Sinaloa a California. Si Estados Unidos no hace la guerra contra los distribuidores de droga, ¿por qué nosotros la hacemos contra los que les transportan la droga a esos distribuidores felices? Lo que debe importarnos es librar del crimen y del miedo a los mexicanos”.
Este segundo planteamiento no excluye al anterior del general Garfias, adecuado únicamente para reconquistar las zonas de donde el Estado ha sido expulsado. Este segundo planteamiento sería adecuado para el resto del territorio y prevé un cuerpo armado de élite, con una movilidad y capacidad de ataque extraordinarios. Un cuerpo de élite que no puede surgir a corto plazo más que del Ejército o la Marina.
Si los miembros de un cártel roban, extorsionan, secuestran o matan a un civil, este grupo reacciona atacando al cártel en una zona focalizada y con una intensidad feroz.
Definir el objetivo de la guerra como la seguridad de los civiles tiene beneficios puntuales. Permite a los civiles aceptar esta guerra como su guerra. Alienta a los capos a replegar las actividades de sus tropas, a contenerlas, a controlarlas, como lo hacen desde hace tiempo del otro lado de nuestra frontera norte. Permite al Ejército elegir los territorios del enfrentamiento, para su ventaja y el de los civiles. Y por último, da un criterio objetivo para algún día dar por ganada la guerra.
¿Quién decidió esta guerra y cómo librarla, el presidente o los generales del Ejército Mexicano?
“El presidente”, responde lacónico el general Garfias.
Algunos militares piensan que es tiempo de que los militares decidan cómo hacer la guerra.

domingo, mayo 01, 2011

Una frontera llena de fosas

Editado por Molly Molloy, el libro del periodista Charles Bowden El Sicario: The Autobiography of A Mexican Assassin (El Sicario: La autobiografía de un asesino mexicano) será puesto en circulación por National Books a partir del 14 de junio en Estados Unidos. En una serie de conversaciones grabadas en abril de 2010, parte de las cuales fueron adelantadas por este semanario (Proceso 1788), el gatillero revela que la existencia de narcofosas en el país no es nada nuevo, pues cientos de ellas proliferan en la frontera norte de México. Y eso, afirma, lo saben incluso policías y militares, algunos de los cuales participaron en las ejecuciones.

WASHINGTON.- En la frontera norte de México hay cientos de narcofosas con miles de cuerpos dentro, declaró al periodista Charles Bowden un antiguo gatillero del cártel de Juárez en una serie de conversaciones que recoge el libro El Sicario: The Autobiography of A Mexican Assassin (El Sicario: La autobiografía de un asesino mexicano), que comenzará a circular en Estados Unidos a partir del 14 de junio, editado por Molly Molloy.

El entrevistado vaticina que Felipe Calderón perderá la guerra que emprendió contra las bandas del crimen organizado; además, denuncia que el alcalde de Ciudad Juárez está coludido con el narcotraficante que se adueñó de esa plaza.

El protagonista del documental El sicario room 164, filmado por Gianfranco Rosi en colaboración con Bowden (Proceso 1788), insiste: “Bueno, digamos que hay por lo menos 100 narcofosas, de las cuales posiblemente sólo cinco o seis han sido descubiertas”.

Expolicía con formación universitaria, afirma haber sido entrenado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) y que durante 20 años fue matón a sueldo para el cártel de Juárez. Su relato se condensa en 224 páginas del libro de la editorial National Books.

Las revelaciones de El Sicario, hechas en abril del año pasado, cobran actualidad a la luz de los hallazgos de la narcofosas en San Fernando, Tamaulipas, al tiempo que desnudan la corrupción gubernamental y la impunidad de que gozan los criminales y aun las tropas inmersas en la lucha militarizada lanzada por Calderón contra los cárteles de la droga.

“El lector no está mirando de frente al rostro del sicario sino a la cara del verdadero Estado mexicano. En este lugar nadie pregunta si un policía es corrupto u honesto, si un asesinato será investigado; aquí nadie pide justicia, simplemente busca sobrevivir.

“En este mundo las declaraciones de los presidentes de Estados Unidos sobre México no significan nada porque insisten en hablar de un México que no existe y que nunca ha existido”, escribe Bowden en el prefacio de la obra, que National Books envió a Proceso de manera anticipada.

Y aun cuando el volumen incluye partes sustantivas del documental de Gianfranco Rosi exhibido en salas europeas desde febrero pasado, contiene los detalles del entrevistado en las que explica por qué considera que el narcotráfico tiene el control del país.

“El presidente Felipe Calderón tiene un problema muy serio: dentro de su gobierno hay informantes de las organizaciones del tráfico de drogas; él no va a poder limpiar la casa. En el gobierno hay gente que tiene años de haber sido corrompida por el narco”, comenta El Sicario.

Y aventura un diagnóstico: “Calderón no ha entendido cómo debe afrontar la situación el gobierno. Él está favoreciendo a un cártel, mientras otro simula una guerra. Calderón no va a poder resolver esta situación en un sexenio. Ojalá se compongan las cosas, pero (pienso que) tendría que limpiar todo, comenzando por la Presidencia”.

Las revelaciones

Dividido en siete capítulos: “El yugo”, “El paquete”, “Niño”, “Adolescente”, “Hombre”, “Niño de Dios” y “Sistema y la Vida”, el libro documenta la forma en que el entrevistado –quien afirma que en 2007 tuvo que huir de México– aprendió a asesinar, torturar y desaparecer a sus víctimas. También insiste en que el narcotráfico se enquistó en todos los niveles de gobierno mexicano.

Sobre las narcofosas, El Sicario es enfático: “No puedo decir con precisión cuánta gente fue ejecutada… Es imposible saberlo. Yo estuve una vez en la ejecución de 100 personas. Todas fueron enterradas en un lugar específico; pudieron ser miles las ejecuciones.

El cártel de Juárez tiene muchas casas de seguridad y muchas personas bajo su mando. En los lugares que han sido descubiertas (las fosas) se encontraron 30 o 40 cuerpos; en algunos sólo 10, aunque los sitios con menos muertos son casas de seguridad”.

Expone también que, para eliminar el olor de la descomposición de los cuerpos, “es necesario ponerles jugo de limón y otros químicos. Se les quita la ropa y todo lo que lleven encima para que no quede rastro y para que no sean localizados”.

El Sicario, por cuya cabeza sus antiguos compañeros ofrecen 250 mil dólares de recompensa, sostiene que algunos militares, policías federales, estatales y municipales conocen la ubicación de las narcofosas, pues llegaron a participar en las ejecuciones.

Conocedor de los entretelones del narcotráfico en las plazas del norte de México, El Sicario critica abiertamente la lucha militarizada de Calderón: “El presidente de México dice: ‘Yo tengo el control…’, pero el nivel de corrupción es tan alto que el gobierno no puede ser controlado. Lo que pasa es que son los narcos los que están controlando al presidente”.

Al resumir su carrera en el cártel de Juárez pone énfasis en la presunta relación del capo Vicente Carrillo Fuentes con el alcalde de Ciudad Juárez, el priista Héctor Murguía Lardizábal.

En la parte final del libro, Bowden y Molloy escriben que así respondió El Sicario “a la pregunta sobre el resultado de las elecciones (del 4 de julio de 2010) en el estado de Chihuahua y el subsecuente asesinato de un funcionario en Ciudad de Juárez”.

“Dios nos bendiga.

“Por desgracia la gente de Juárez decidió votar otra vez por el canguro, por no llamarlo como debería llamarlo; una rata que camina en dos patas...

“Su grupo sufrió dos o tres golpes antes de que asumiera el poder, pero eso no fue más que un recordatorio de quién le está pagando y que será mejor que obedezca. Esto parece ser lo que está ocurriendo, con esta elección habrá otros tres años de abusos con impunidad total. Los criminales se estarán reorganizando dentro de la policía, todo en secreto, igual que antes, cuando él manipuló a la policía municipal de Juárez.”

El entrevistado también habla del presunto asesino del dentista y columnista de El Diario de Juárez Víctor Manuel Oropeza, ejecutado el 3 de julio de 1991 dentro de su consultorio y cuyo caso no ha sido resuelto: “Recuerdo muy bien lo mucho que se habló de este asesinato. La orden directa (de matarlo) provino de un tipo conocido como El Cora de Sinaloa”.

Oropeza, quien publicaba su columna A mi manera, fue el primer periodista que denunció los casos de corrupción por narcotráfico en el gobierno estatal y municipal de su estado. Según El Sicario, Oropeza estaba muy bien informado y lo que escribía en su columna era verídico. Admite incluso que el cártel de Juárez nunca descubrió quién era su fuente.

“Ninguna de las células que operaban en la ciudad en esos años quería involucrarse en el caso. Pero había un grupo de cinco individuos bajo la dirección del Cora, que se dedicaban exclusivamente a ejecutar a gente en las calles. Este grupo asumió la orden. Hicieron un plan y ejecutaron al doctor” en su consultorio, añade.

No obstante, dice, “El Cora y sus hombres cometieron un error muy grave: se les olvidó llevarse la billetera del dentista”. Eso echó por tierra el plan, que era hacer creer a las autoridades que Oropeza había sido acuchillado durante un asalto.

“Al final, el asesinato del doctor sirvió para abrirle el camino al Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, quien se convirtió en cabeza del cártel y asumió el control de la plaza de Ciudad Juárez”, subraya El Sicario.

Según él, Amado Carrillo supo calmar las disputas internas en la organización luego del asesinato de Oropeza. Por esas fechas, El Sicario acababa de iniciar su carrera como policía estatal. Relata que fue a él a quien le pidieron esconder a “uno de los policías estatales que fue implicado en el homicidio (de Oropeza)”.

Las confesiones

En la introducción del libro, Molloy escribe que El Sicario comentó que “el número 10 (del cártel de Juárez) fue quien dio la orden para ejecutar a los 16 jóvenes en la masacre de la colonia Villas de Salvárcar, el 31 de enero de 2010”.

“Hasta hace unos años los narcos respetaban la vida de las mujeres y de los niños; pero desde hace como un año y medio (inicios de 2008), parece que esa regla dejó de funcionar. ¿Por qué? Porque los narcos comenzaron a reclutar a mujeres para que se dedicaran a cobrar deudas. Y ellas comenzaron a utilizar a los niños como escudos para protegerse”, refiere.

La autobiografía explica el modus operandi de los grupos especiales de sicarios dentro de los cárteles de la droga, a los que también se les conoce como células.

–¿Cuántas células operan en Ciudad (Juárez)? –se pregunta El Sicario, e inmediatamente se responde:

–En años recientes ha habido alrededor de… puede que tenga cinco células trabajando en Ciudad Juárez. Don Vicente (Carrillo Fuentes), tomando en cuenta que él es la cabeza de la plaza, ha de tener 20 células.

La relación entre los cárteles de la droga y las fuerzas de seguridad de México es descrita por El Sicario de distintas maneras a lo largo del libro:

“En ese tiempo era muy fácil para mí trabajar en Juárez, Chihuahua, Sinaloa o Durango. Todo lo que teníamos que hacer era llegar a un aeropuerto, subirte al avión e irte. No era ningún problema. Las armas y el dinero en efectivo también se transportaban en aviones privados. En el aeropuerto todo ya estaba arreglado; en los aeropuertos el Ejército se hacía cargo de todos los vuelos privados. De los vuelos comerciales se hacía cargo la Policía Federal Preventiva...”

Según El Sicario, en el gobierno federal hay funcionarios que no se dejan corromper por el narcotráfico. Es el caso, dice, de José Luis Santiago Vasconcelos, quien falleció junto con el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en un avionazo en la Ciudad de México el 4 de noviembre de 2008.

“Era respetado incluso dentro de los cárteles. Cuando iniciaba una investigación, incluso era una prioridad para los cárteles; se hacían a un lado y le deban espacio para que hiciera su trabajo… Era un hombre humilde, dedicado a su trabajo y a su familia. Me hubiera gustado conocerlo.”

Molloy, quien editó el material contenido en el volumen, es investigadora de la Universidad de Nuevo México y se ha dedicado a recabar información sobre los asesinatos en Juárez. Bowden, periodista y escritor, es autor de libros como La ciudad del crimen y Blues para caníbales.

El sicario, un documental proscrito en México completo


http://www.youtube.com/watch?v=uylhdcRsw3Q

Una fuerte denuncia de los métodos de tortura, asesinato y reclutamiento de los cárteles mexicanos y la acusación de complicidad de autoridades con el crimen organizado, centran el documental "El sicario room 164", realizado en 2010.

"No hay fronteras para el narco: ni en México, ni en Estados Unidos, ni en Colombia, ni en Costa Rica, ni en El Salvador. El narco puede comprar todo, paga policías, paga aduanas, paga migración. ¿Qué tan difícil es, si mueven y mueven toneladas de drogas, mover a una persona?"

Esta es una de las confesiones que el sicario narra encapuchado frente a la cámara en la habitación número 164 de un motel no revelado, en un lugar cercano a la frontera de Estados Unidos con México, escenario de hechos criminales en los que el testimoniante participó.

La cinta fue realizada por el escritor y periodista estadounidense Charles Bowden y el cineasta italiano Gianfranco Rosi, cuyos detalles fueron revelados en la más reciente edición de la revista mexicana Proceso, en una entrevista realizada a Bowden, quien facilitó a su entrevistador una copia del documental.

A través de la producción audiovisual, el sicario explica en detalles las técnicas de tortura, secuestro o asesinato en una especie de manual para aprender cómo practican esas actividades los grupos criminales, expone la revista.

La profesionalización de un sicario, hasta su educación universitaria en la mayoría de los casos, es una inversión que hacen los jefes de los cárteles de la droga para contar con asesinos efectivos y discretos, asegura el asesino en la reseña publicada por Proceso.
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http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id...

jueves, abril 21, 2011

“El Chapo” es inmune a la guerra de Calderón, revela Stratfor

Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa.

La Redacción

MÉXICO, DF, 21 de abril (apro).- El cártel de Sinaloa, que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán, permanece intocable ante los embates de la guerra contra el narcotráfico del gobierno de Felipe Calderón, revela el nuevo reporte Stratfor, la prestigiada consultora de seguridad estadunidense.

Más todavía, asegura que el de Sinaloa se mantiene como el cártel más grande, cohesionado y en constante crecimiento sobre territorio de grupos contrarios.

Y su expansión ha sido más notoria en Durango, Michoacán, Ciudad de México y Guerrero. En este último estado, el puerto de Acapulco destaca como el territorio más disputado.

El estudio actualizado sobre las organizaciones mexicanas del narcotráfico incluye, por primera ocasión, los movimientos del Cártel Independientemente de Acapulco (CIDA), e identifica al grupo de La Familia michoacana como los Caballeros Templarios.

El reporte de Startfor sostiene que “mientras luchas internas y presiones externas de los militares mexicanos y de agencias federales de aplicación de la ley han debilitado a todos los otros cárteles, la Federación Sinaloense ha probado ser inmune al desorden y está creciendo”.

La consultora subraya que el cártel de Sinaloa es el líder regional en la parte oeste de México y expande “activamente” su territorio.

El texto advierte que “la Federación de Sinaloa será la única que continúe inmune a los esfuerzos del gobierno (para frenar al crimen organizado). Es además la organización que con mayor seguridad asumirá la posición dominante en el panorama de los cárteles de la droga, situación que le dará el poder de forzar una reducción en los índices de violencia”.

La firma, con sede en Austin, Texas, asegura que el cártel de El Chapo, gracias a su organización bien cimentada y sus diversas fuentes de ingresos, el se mantiene incólume ante la escalada de violencia que afecta a todo el país.

Su hegemonía en el occidente del país le permite, además, respaldar al cártel del Golfo en su cruenta batalla contra Los Zetas.

“Con sigilo ‘estrangula’ a la organización de Vicente Carrillo Fuentes en Ciudad Juárez, Chihuahua; domina por completo el corredor de Tijuana, Baja Clifornia, y pelea por hacerse de la supremacía en Acapulco”, detalla Stratfor.

“Guerra de desgaste”

En su reporte, Stratfor incluye un apartado de previsiones en las que refiere que, en un periodo de tres a seis meses, el cártel de Sinaloa tomará el liderazgo total en Acapulco y Durango.

Si ello ocurre, pronostica que El Chapo redistribuirá a sus sicarios de ciudades que ya tiene afianzadas a esos dos estados para asegurar victorias “rápidas y contundentes”.

Al hacer una balance del combate al crimen organizado, la consultora resalta que la prioridad de Calderón ahora no es acabar con los cárteles de la droga, sino frenar los altos índices de violencia, pues mientras algunas organizaciones se debilitan o son absorbidas por otras, no es posible eliminarlas a todas y mucho menos frenar el negocio del tráfico de drogas en México.

Por último, denuncia que la corrupción oficial permite que los grupos delictivos sigan funcionando y por eso el gobierno ha decidido reorientar la estrategia y desplegar una “guerra de desgaste”, eliminando a los objetivos más fáciles y dejando que el cártel de El Chapo Guzmán haga el resto.

jueves, enero 20, 2011

Satirizan en Canadá a la violencia en México

A dos días de un gran despliegue mediático en México por la captura de narcotraficantes menores, como el JJ, en Canadá un caricaturista satirizó la violencia que sigue ocurriendo en México.

La versión canadiense del perioódico Metro publicó el día de hoy un cartón con una crítica a la violencia en México en el cual señala el tipo de balazos que puede alguien recibir en el país.

El cartón por Michael De Adder muestra primero una serie de jeringas con la leyenda "Vacunas (shots) que puedes recibir antes de visitar México". Luego de esto pone una hilera de balas de diversos calibres con la leyenda "Balazos (shots) que puedes recibir mientras visitas México".

El cartón aparece un día después de que se cumplan diez años de la fuga del Chapo Guzmán de Puente Grande, Jalisco, y a dos días del arresto de narcotraficantes menores, como el JJ, lo cual fue mostrado con bombo y platillo en los medios mexicanos.

Cabe señalar que la violencia sigue siendo tan grande en México que durante su primera gira de trabajo, el gobernador priista de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, tuvo que rodearse de militares y policías federales, estatales y municipales.

martes, enero 04, 2011

A la caza del L7 en territorio del Chapo Guzmán

El férreo control que ejerce el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, en el tráfico de drogas se paga con la sangre de quienes pretenden insubordinarse y cosechar para su beneficio alguna de las “plazas”. Tal es el caso de Ignacio Páez, quien hizo valer al modo de la mafia su poder para el trasiego de mariguana de Caborca, Sonora, a Estados Unidos. El viejo Páez ganó la partida a su sobrino el L7, Luis Fernando Sánchez Páez, quien durante más de dos años intentó desplazarlo a punta de metralla, hasta que fue abatido en pleno centro de Culiacán, Sinaloa. Sus gatilleros siguen presos, sujetos a proceso penal en el Altiplano.

El 12 de julio de 2007, miembros de la fuerza de reacción Hernández, del Ejército Mexicano, establecidos en Caborca, Sonora, se apostaron en la base de operaciones en las afueras de esa ciudad cuando recibieron una llamada telefónica anónima que les alertaba sobre tres camionetas repletas de sujetos sospechosos que circulaban por el centro de la población.

Según la versión de los militares, era la gente del Luisillo, Luis Fernando Sánchez Páez, que llegó a bordo de dos camionetas Durango doradas y una Ram gris. Pretendían hacer base en Caborca, “plaza” que dominaba su tío Ignacio Páez y de la cual el Luisillo pretendía apoderarse para controlar el tráfico de mariguana hacia Estados Unidos. La gente del pueblo ya estaba harta de las constantes riñas entre la familia Páez por el control de los enervantes, pero nadie decía nada.

A las seis de la tarde del mismo día, los soldados se dirigieron a la colonia Francisco Villa para verificar la información. Media hora después, sobre la calle Cuarta con dirección al Sur, detectaron el convoy de vehículos sospechosos, todos con vidrios polarizados. Les marcaron el alto. Los conductores se vieron sorprendidos y, al darse cuenta del dispositivo militar, ya no pudieron huir.

Francisco Román Gutiérrez, conductor del vehículo que encabezaba la caravana, abrió la portezuela. Vestía un chaleco táctico negro y portaba un arma larga y otra corta. Su acompañante de copiloto, Mario Gutiérrez Román, bajó del lado derecho del vehículo. Portaba un chaleco blindado, un arma larga con lanzagranadas, mira infrarroja y lámpara de luz, y dos armas cortas.


La declaración ministerial

Todos declararon ante la autoridad ministerial. Cada oración que hilaban era una acusación en agravio del Luisillo y de su propio futuro al haber violentado la ley contra la delincuencia organizada.

Leer articulo completo AQUI.

lunes, diciembre 13, 2010

Los cárteles de Televisa y del narcotráfico

Mentillería pesada

Álvaro Cepeda Neri

Los poderes fácticos, como Televisa y las delincuencias –como expresión de cárteles con sobrado poder económico y capaces de maniobrar políticamente para disputarle al Estado constitucional su poder y competencia legal sobre el territorio– prácticamente se han impuesto sobre las instituciones legítimas, constituyéndose en abiertas rebeliones para establecer, con sus golpismos, gobiernos contrarios al estado de derecho. Ni la militarización (la otra cara de otro posible golpe de Estado si los políticos del Partido Acción Nacional, como van, siguen tan ineficaces generando ingobernabilidad y crisis de desastres económicos y sociales) ha podido neutralizar la violencia que se ha generalizado en casi todas las 32 entidades de un federalismo cuestionado por las incapacidades de sus gobernadores y presidentes municipales, al que quieren someter con la policía única que nos hará regresar al centralismo del Estado unitario.

El artículo 136 constitucional sólo plantea como solución que el pueblo restablezca el orden constitucional, cuyo relajamiento (Daniel Cosío Villegas, “La república restaurada”, en la Historia moderna de México: vida política) ya llegó a tal grado que ni los presidentes municipales ni los gobernadores, ni el presidente de la república ni los jueces de los poderes judiciales de los estados ni del Federal respetan, ya que todos ellos constantemente pasan por encima y pisotean la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las constituciones estatales y sus leyes reglamentarias. Los amparos y las suspensiones no se acatan. Cada gobernante no las obedece y, mucho menos, las cumplen, en lo que ya es un desorden, una rebelión que ha interrumpido la observancia de la ley.

“Esta Constitución [escribieron los constituyentes del 17, en la ley suprema de toda la Unión] no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia. En caso de que por cualquier trastorno público se establezca un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubieren expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta.”

Está claro que la rebelión de los cárteles, encabezados por Televisa, y del narcotráfico, más otras delincuencias armadas que han consumado rebeliones violentas, han interrumpido el cumplimiento constitucional. Somos una nación víctima de quienes en los poderes –económicos, sobre todo para financiar sus fines aviesos– ya impusieron su Estado fáctico y están gobernando a través de la violencia audiovisual, la obtención de beneficios al margen de la ley; del miedo a través de cientos de miles de homicidios, secuestros, desapariciones de ciudadanos y la metódica y sistemática violación de derechos humanos, desde los gobernantes replegados tras la militarización que no logra a sangre y fuego someter a esos cárteles. No hay garantías legales. Los tribunales ya no imparten justicia conforme a leyes, presionados por los cárteles, los sobornos y las amenazas. La rebelión en marcha de los intereses creados contra el Estado constitucional, democrático y republicano, ha impuesto sus cotos, donde los cárteles son la gobiernos contrarios a los principios constitucionales. Televisa y los narcotraficantes, con otros medios de comunicación, han usurpado funciones y facultades. Y se han sublevado como pandillas con poder político sustentado en una pavorosa concentración de riqueza, obtenida por la incontrolable publicidad y dineros mal habidos de Televisa, que le entregan empresarios y políticos más las concesiones gubernamentales del panismo calderonista. Mientras los cárteles de la otra violencia, de la delincuencia… ¡organizada!, comercian ilegalmente y obtienen fortunas semejantes a las del cártel de Televisa, la empresa de la violencia audiovisual.

La rebelión actual no es de revueltas civiles ni levantamientos sociales (no faltando causas para unas y otros); son rebeliones de los cárteles económicos que han decidido disputar el poder político completo para, pervirtiendo las instituciones, ponerlas al servicio de sus intereses. Contra los cárteles del narcotráfico, está en marcha la militarización, con estrategias fallidas, donde los uniformados de las Fuerzas Armadas y de las policías federales han obtenido victorias pírricas, ya que son a costos tan altos que, real o aparentemente, pareciera que los narcos y sus sicarios llevan la delantera, pues los miles de homicidios tienen a los mexicanos entre la espada del terror y la pared del pánico colectivo.

El actual relajamiento constitucional por la rebelión de esos cárteles –los narcotraficantes y Televisa, con sus grupos de poder para imponer sus respectivas violencias– ya anuló a los poderes federales y de las entidades. Existe un caos. Hay anarquía por todo el país; los gobernantes no obedecen la legalidad. Y los particulares con poder fáctico hacen lo que se les pega la gana. Aquéllos se han hecho indignos de gobernar y administrar. Los otros, desde sus empresas, los bancos y el comercio, se enriquecen en el “río revuelto” de la ingobernabilidad como incapacidad de las instituciones políticas para dirigir la economía y la sociedad del país, en el contexto de la inestabilidad presidencial que sobrevive en la crisis de su permanencia hasta el final de su sexenio o su relevo con una Presidencia sustituta. Es esto o los cárteles serán los nuevos gobernantes, con la violencia a sangre y fuego y la violencia audiovisual, para repartirse el país con sus golpes de Estado.

*Periodista

domingo, diciembre 12, 2010

El Michoacán de Calderón: cuatro años a sangre y fuego

Más de 24 horas de asedio, ataques y bloqueos por integrantes del cártel de La Familia en la entidad natal de Felipe Calderón -acciones que continuaban hasta el cierre de esta edición- le recuerdan al presidente su desplante de fuerza militar cuando iniciaba su mandato con el Ejército por delante como factor de intimidación... Cuatro años después, el fracaso es evidente -así lo muestra un estado en llamas, inerme, con una población aterrorizada y bajas mínimas en el bando narco-, si bien el gobierno federal se ufana de haber eliminado a El Chayo, uno de los principales mandos de esa organización criminal.

MORELIA, MICH.- En su afán de acabar con los jefes del narcotráfico, el gobierno de Felipe Calderón nunca había enfrentado tanta resistencia –y la población civil no había pagado un costo tan alto– como la semana pasada, cuando un operativo de policías federales localizó y ejecutó a Nazario Moreno González, El Chayo, uno de los principales dirigentes de La Familia Michoacana.

Segundo al mando y encargado del adoctrinamiento de los miembros de esa organización, Nazario Moreno fue ultimado el jueves 9 en Apatzingán por fuerzas federales en una operación que en Michoacán se esperaba desde hacía semanas y provocó una movilización del grupo delictivo que todavía la noche del viernes seguía incendiando vehículos en carreteras de la Tierra Caliente, una de las principales zonas de control de La Familia y lugar de origen de El Chayo.

El operativo contra el también llamado El Más Loco, de 40 años, estuvo a cargo de la Policía Federal (PF), que en ninguna otra entidad ha sufrido tantas bajas como en Michoacán en cuatro años. Sólo en los últimos 24 meses la delincuencia local le ha matado a 45 efectivos.

La del jueves fue además la primera eliminación de un jefe del narcotráfico a manos de la corporación que comanda el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.

En los últimos 12 meses, la de El Chayo es la cuarta ejecución de un jefe del narcotráfico sin que medie detención ni proceso judicial.

La primera fue el 16 de diciembre de 2009 en Cuernavaca, donde una fuerza especial de Infantería de Marina mató a Arturo Beltrán Leyva, El Barbas. El 29 de agosto pasado, el Ejército eliminó a Ignacio Nacho Coronel en el lujoso barrio de Colinas de San Javier, en la zona metropolitana de Guadalajara.

El tercero en caer fue Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, el pasado 5 de noviembre en Matamoros, Tamaulipas. En esa ocasión la Marina protagonizó una refriega de seis horas que provocó el cierre de tres de los cuatro puentes internacionales.

La caza de El Chayo por la PF generó una resistencia inusitada: la respuesta armada abarcó 12 municipios y demostró la capacidad de movilización de La Familia Michoacana, organización que surgió en 2006 al amparo del cártel del Golfo y de Los Zetas.

El saldo oficial de esos combates es de ocho muertos y tres heridos. Pero la realidad es otra. El número de bajas tanto del gobierno como de La Familia se desconoce: helicópteros de la PF transportaron a la Ciudad de México a un número indeterminado de muertos y heridos, dijeron a Proceso fuentes de la policía moreliana, y el grupo criminal recogió a sus caídos, según declaró el vocero de seguridad nacional, Alejandro Poiré.

De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública, de la que depende la Policía Federal, murieron cinco uniformados, tres delincuentes y tres civiles, entre ellos un bebé de ocho meses que recibió una bala durante los enfrentamientos de la noche del miércoles 8 en Apatzingán.

Zona de guerra

Entre el miércoles 8 y el jueves 9, La Familia desplegó a decenas de sus hombres en los municipios de Apatzingán, La Huacana, Taretán, Zitácuaro, Parácuaro, Copándaro, Ario de Rosales, Uruapan, Múgica, Morelia, Ciudad Hidalgo y Zinapécuaro para resistir a las fuerzas federales que buscaban a Nazario Moreno.

La movilización confirmó el control territorial, sobre todo en el centro y noreste del estado, del grupo delictivo. En todos esos municipios los seguidores de El Chayo robaron vehículos a particulares y empresas, los incendiaron y los usaron para obstruir los caminos y evitar la llegada de refuerzos federales.

Una de las principales ciudades afectadas fue Morelia, donde los delincuentes cerraron cuatro de las cinco carreteras que parten de la capital estatal, incluida la de Occidente, que comunica con Guadalajara.

Todavía la mañana del viernes 10 el transporte de pasajeros tenía suspendidas sus corridas en el área y en Morelia estaban semiparalizadas las rutas de transporte público, según constató este medio.

Al cierre de esta edición aún se sentía un ambiente de guerra. En un recorrido de este semanario se contaron más de 30 vehículos incendiados en la carretera de Apatzingán a Cuatro Caminos. Cinco más acababan de ser quemados en la carretera Siglo XXI, hacia Lázaro Cárdenas.

El personal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes había abandonado las casetas de Pátzcuaro a Múgica. De acuerdo con distintos informes policiales esa región está bajo control de Servando Gómez, La Tuta, tercero al mando en La Familia Michoacana y a quien se atribuyen muchas de las bajas de la Policía Federal.

Apatzingán fue el principal escenario de combate desde la noche del miércoles 8. Después de las siete de la noche, un convoy de federales entró a las comunidades del sur de ese municipio, controladas hasta ese momento por El Chayo. Los primeros choques se dieron en la comunidad de El Alcalde, donde en enero pasado La Familia le causó cinco bajas a la corporación.

El segundo encuentro fue en Holanda, de donde es originario Dionisio Loya Plancarte, El Tío, otro de los mandos de la organización delictiva y cuyas funciones, según informes policiales, han sido de “relaciones públicas” con la prensa y funcionarios de gobierno.

El evangelizador

El objetivo final de la PF era Guanajuatillo, donde El Chayo nació el 8 de marzo de 1970.

Nazario Moreno tuvo varios alias. Además de El Chayo los informes policiales también lo identificaban como El Naza y El Dulce y con el nombre de Víctor Nazario Castrejón Peña.

Dentro de la organización era llamado El Más Loco. Ese mote se lo puso él mismo al firmar textos en Pensamientos, la publicación de inspiración bíblica con la que adoctrinaba a los miembros del cártel.

Una ficha policial elaborada en 2008 lo describió: 1.65 de estatura, tez morena clara, cabello castaño y posible cirugía estética. Se señalaba que en el parietal izquierdo tenía una placa metálica –a raíz de un accidente– que le causaba fuertes dolores de cabeza. Sus antecedentes penales registran un proceso en su contra por disparo de arma de fuego y otro por el homicidio de Eric Elson Salas Abarca.

A principios de esta década, Nazario Moreno facilitó la llegada del cártel del Golfo –ya dirigido por Ezequiel Cárdenas Guillén– y el que entonces era su brazo armado, Los Zetas.

Por su parte, La Familia se dio a conocer con desplegados en la prensa local el 22 de noviembre de 2006, a una semana de que Calderón asumiera la Presidencia. Hasta ese momento había operado junto con el cártel del Golfo y Los Zetas con el nombre de La Empresa.

En 2008 rompieron. Desde dos años antes los sicarios tamaulipecos le disputaban a La Familia el control del estado. En la actualidad el cártel del Golfo tiene una alianza con los michoacanos, que han extendido su zona de influencia a otros estados con el apoyo también del cártel de Sinaloa.

El Chayo era el encargado de la “evangelización” de los “guerreros celestiales”, como La Familia llama a sus sicarios y lugartenientes. Un informe policial dice que se trata de jóvenes de entre 19 y 25 años, con poca escolaridad y de bajos recursos, que además del adoctrinamiento reciben entrenamiento físico, en manejo de armas y trasiego de droga.

En la tercera edición de Pensamientos –de septiembre de 2007 y que según la propia publicación tuvo un tiraje de 7 mil 500 ejemplares–, El Chayo se definía como cristiano y orgulloso de la Tierra Caliente de Michoacán:

“Hermanos en Cristo, mexicanos, michoacanos, tierracalenteños: Hermano tierracalenteño, hemos tenido muchas cosas en común, una cuna humilde, una infancia dura, mucho trabajo, de juegos cortos, pero plagados de nuestros sueños. Y todo surge ahí en ese poblado, cuando soñaba que sería alguien, que lucharía por los míos, que trabajaría duro para que mi familia tuviera lo que yo carecí, cuando las injusticias hacían temblar mi cuerpo de furia contenida y entonces pensaba que lucharía para defender a los míos, gracias a Dios que mis sueños no han cambiado, pero hoy forman parte de mi realidad.”

Sobre La Familia escribió: “Creo que ya no quiero ser ni muy correcto ni muy inteligente ni muy sabio… porque estoy descubriendo que la gente, cuando pretende ser muy correcta y sabia, se vuelve muy necia y no quiere escuchar y cae en la soberbia, y yo no quiero que nuestro grupo, ‘La Familia’, cayera en eso, y es por eso que deseo me den su crítica sin miedo ni pena”.

La publicación abunda en el sentido religioso que El Chayo le imprimió a la organización delictiva, pero con ánimo beligerante: “Si quieres, puedes llegar a ser un buen cristiano (…) atento, si estás buscando un camino ten en cuenta que los caminos sin obstáculos no conducen a ninguna parte”.

En su visión de la muerte, El Chayo escribió: “Aquí postrado a los pies de mi propia muerte quisiera estar. Es tanto el dolor que ya no quiero existir más… elevando una plegaria a Dios le pido me fortalezca (…) Y como todo buen padre me contestó: ¡Cuando me pediste perdón, te di clemencia, para que con ella aprendieras a perdonarte a ti y que todos te perdonen!”.

El halo bíblico impulsado por Nazario Moreno impregna también otras áreas de operación de La Familia. Es el caso de Jesús Méndez Vargas, El Chango, El Chamula o El Chango Méndez, quien opera con un cuerpo de seguridad conocido como Los Doce Apóstoles. Además, son 12 los tablazos que reciben algunos de los miembros que se gradúan como “guerreros celestiales”, mientras que otros pueden adquirir ese título ejecutando a alguien (Proceso edición especial 29).

Junto con El Chayo, el liderazgo de La Familia lo ha ejercido El Chango Méndez desde el surgimiento del grupo, en noviembre de 2006. La SSP colocó a Nazario Moreno en el mismo nivel de mando que Méndez Vargas, pero otros informes ponen al Chango por encima del Chayo y ambos arriba de La Tuta, uno de los jefes más conocidos del cártel.

Otro de los líderes que además de Michoacán ha operado en Baja California, el sur de Ciudad Juárez, el Distrito Federal y Guerrero es Nicandro Barrera Medrano, El Nica, identificado en varias declaraciones ministeriales como lavador de dinero.

Entre sus empresas están la casa de cambio Divisas Barrera y Autotransportes Purépecha, la que fue confirmada como suya en febrero pasado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Su hermano, el experiodista Efraín Barrera Medrano, ocupó distintos cargos en la Secretaría de Seguridad Pública en el actual gobierno de Leonel Godoy Rangel.

La muerte de El Chayo fue confirmada el viernes 10 por Alejandro Poiré, quien informó también del despliegue en Michoacán de efectivos de la Marina para ir contra los otros jefes de La Familia. Asimismo, la PF reforzó su presencia en el estado: llegó a sumar casi mil efectivos.

En Michoacán, la Policía Federal sustituyó las acciones del Ejército, que había sido desplegado por Calderón contra el narco en esa entidad. A 10 días de haber ocupado Los Pinos echó a andar el Operativo Michoacán, lo que marcó el inicio de su “guerra contra el narcotráfico”.

En mayo siguiente ocurrieron las primeras bajas militares del sexenio. Las causó La Familia en Nocupétaro. En represalia, el Ejército emprendió una cacería contra habitantes de esa población y del vecino Carácuaro, lo que generó fuertes críticas a la Fuerza Armada por las violaciones a los derechos humanos.

Además, en Michoacán tuvo lugar el primer ataque narcoterrorista contra la población civil en México. El 15 de septiembre de 2008, durante la celebración del Grito de Independencia, supuestos zetas arrojaron dos granadas contra la gente que celebraba en el centro de Morelia.

La entrega de los presuntos responsables fue negociada por El Chayo con el general en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro, en el inicio de una serie de encuentros de ese militar con los jefes del narcotráfico en México, autorizados por el gobierno de Calderón, que deseaba reducir la violencia (Proceso 1768 y 1779

domingo, diciembre 05, 2010

Mentiras grandes... pero frágiles

La dolosa filtración de declaraciones ministeriales del testigo protegido Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, según las cuales el presunto narcotraficante pagó al reportero de Proceso Ricardo Ravelo 50 mil dólares por no mencionarlo en sus trabajos periodísticos, sirvió a Televisa y sus empleados para organizar un festín mediático al gusto del poder presidencial. Tan grandes como frágiles, las mentiras del colaborador manipulado por el gobierno calderonista se desbaratan con el más objetivo de los recursos: el dato verificable. Por ejemplo, Proceso nunca dejó de hablar del presunto capo desde que su figura se hizo notoria, a partir de 2007; así lo demuestran 27 reportajes y cuatro ediciones especiales publicados entre ese año y 2010.

Testigo estelar de la Procuraduría General de la República (PGR) y ahora “estrella de Televisa”, Sergio Villarreal Barragán, El Grande, ha sido para Proceso un personaje central de la historia reciente del narcotráfico mexicano, según consta en 27 reportajes publicados en el semanario y en diversos materiales incluidos en cuatro ediciones especiales, entre 2007 y 2010.

En un video y en una declaración ministerial que le fueron filtrados a Televisa –el miércoles 1 el consorcio ubicó como fecha del testimonio el “4 de noviembre” y después, el jueves 2, “corrigió” la fecha a “24 de noviembre”–, Villarreal Barragán afirma que entre 2003 y 2006 le pagó a este reportero 50 mil dólares por dejarlo de mencionar en los reportajes publicados en la revista.

A partir de ahí, según declaró Villarreal Barragán, este semanario dejó de publicar textos relacionados con él: “Podían mencionar a Arturo (Beltrán), a La Barbie, y así llenaban las páginas, y a mí no… cuando llegaba a salir, salía con una mínima mención”. Según esa declaración, la revista Proceso no se volvió a ocupar de El Grande hasta que fue detenido, en septiembre de este año.

El testimonio de Sergio Villarreal Barragán, El Grande, es falso. El primer reportaje que publicó este semanario sobre sus andanzas en el mundo del narcotráfico apareció en la edición 1583, del 4 de marzo de 2007, con la firma de Patricia Dávila. Ese año, según El Grande, ya había pagado a este reportero para que no se publicara nada en su contra.

En ese número de la revista se aborda la aparición de Villarreal Barragán como capo importante en la Comarca Lagunera. En uno de sus párrafos el texto dice: “La presencia del crimen organizado avanzó primero a la sombra de capos como Amado Carrillo, El Señor de los Cielos; Arturo González Hernández, El Chaky (lugarteniente de Ismael El Mayo Zambada), y ahora de Sergio Villarreal Barragán, El Grande.

“La influencia de este último se evidenció el 19 de febrero, cuando la Procuraduría General de la República dio a conocer el arraigo de Hugo Armando Reséndiz Martínez, subdelegado de la Procuraduría de Justicia de Durango, por su presunta relación con los homicidios de dos pilotos, un agente de la AFI, un empresario de Nuevo León y del dirigente perredista Jaime Meraz Martínez con su esposa, su hijo y su chofer.”

El siguiente reportaje en el que se incluyó a Villarreal Barragán se publicó en la edición 1594, del 20 de mayo de 2007, y está firmado por el reportero Arturo Rodríguez García.

Fechado en Torreón, Coahuila, el texto se refiere al caso del subprocurador Reséndiz Martínez, y en él se afirma: “El pasado jueves 17 (de mayo de 2007), a través de un comunicado, la dependencia informó que ejercerá acción penal contra el exfuncionario por delincuencia organizada y delitos contra la salud, ya que Reséndiz le daba información a Sergio Villarreal Barragán, El Grande, y a Arturo González, El Chaky”. Con base en información de la PGR, en dicho texto también se afirma que Villarreal Barragán es identificado como mando operativo del cártel de Juárez en La Laguna.

En otra edición de este semanario, la 1595, fechada el 27 de mayo de 2007, con el título Un video acusador, Armando Ruiz Arévalo, jefe antisecuestros en La Laguna, en un video grabado en el escondite donde un grupo delictivo lo mantenía secuestrado, sostiene que en abril de 2003 Sergio Villarreal Barragán se hizo cargo de la plaza en la Comarca Lagunera.

El 9 de septiembre de 2007, en un texto firmado por este reportero que se publicó en la edición 1610 de Proceso, en el que se aborda la ola de violencia –secuestros, desapariciones y homicidios– que azota a la Comarca Lagunera, se habla del descuartizamiento de un personaje conocido como Sabino Burciaga:

“Los pedazos del cuerpo de Sabino Burciaga tenían un mensaje amenazante dirigido a Sergio Villarreal Barragán, El Grande, a quien se identifica con el cártel de Sinaloa y está en disputa con Los Zetas por La Laguna”.

El tema del narcotráfico en La Laguna –antiguo feudo de Villarreal Barragán– se continuó abordando en este semanario sin cortapisas. En otro texto, éste de Patricia Dávila y publicado en la edición 1614, del 7 de octubre de 2007, se da cuenta de la protección que tenía Sergio Villarreal Barragán por parte de la entonces alcaldesa de Lerdo, Durango, Rosario Castro Lozano.

Dice el texto: “Fuentes del gobierno de Durango consultadas por la reportera sostienen que la exalcaldesa panista de Lerdo, Rosario Castro Lozano, es ‘protectora’ de El Grande, sucesor de El Chaky. Es más: añaden que a principios de este año impidió un operativo militar para detener a El Grande, quien posee tres ranchos en este municipio”.

El retrato criminal de Villarreal Barragán como amo y señor del narcotráfico en La Laguna fue publicado con la firma de este reportero en la misma edición de Proceso con el título Poderoso y protegido:

“Arropado por empresarios y políticos panistas, Sergio Villarreal Barragán, El Grande, se convirtió en el narcotraficante más poderoso de la Comarca Lagunera al servicio del cártel de Sinaloa: ni la Procuraduría General de la República ni el Ejército Mexicano han podido detener al capo, quien se jacta de tener compradas a todas las autoridades locales y federales.”

Centrado en la figura de Villarreal Barragán, el reportaje aborda toda la historia del presunto capo y, con base en el expediente 4/2007-III de la SIEDO, se afirma que la lista de gatilleros y operadores de la organización encabezada por Villarreal está integrada por personajes como José Luis Rodríguez, El Tenientillo, responsable del cobro y entrega de mercancía (cocaína), así como del pago de la protección de las autoridades federales, estatales y municipales.

Se menciona también que el brazo derecho de Rodríguez es David Rodríguez, El Teniente; que Claro Burciaga es el jefe de sicarios; Adolfo Villarreal Barragán, hermano de El Grande, es el brazo auxiliar de Sergio, y que Jorge Zamora, El Pollo, es el jefe de los halcones.

El reportaje añade: “José Luis Perea, El Pirrus, se encarga de acondicionar y tener disponibles las casas de seguridad del grupo criminal. José Guillén tiene la encomienda de mantener las cuotas y de corromper a los agentes ministeriales y de pagar sumas mensuales a comandantes y subprocuradores de La Laguna”.

El texto concluye así: “El poder criminal y económico de Villarreal Barragán es escudriñado por la PGR desde principios de este año. Pero una versión extraoficial indica que El Grande frenó las investigaciones en su contra mediante pagos millonarios. La semana pasada, sorpresivamente fue separado de la fiscalía que investiga a Villarreal el agente del Ministerio Público Ignacio Muñiz, quien colaboraba con el fiscal Raúl Hernández Trujillo. Hasta el momento se desconocen las razones por las que fue separado de la investigación e inclusive fuentes consultadas en la PGR aseguran que fue echado de la institución”.

Desplazado

Aunque era un capo en ascenso, Villarreal Barragán no siempre fue noticia ni personaje trascendente, pues otros acontecimientos –desapariciones, balaceras, temas de narcopolítica– cobraron más importancia. Sin embargo, no dejó de ser mencionado en las ediciones siguientes de este semanario, como la 1668, del 17 de octubre de 2008:

“(…) También está recluido el exsubprocurador de Justicia de Durango Hugo Armando Reséndiz Martínez, acusado de delitos contra la salud y delincuencia organizada. De acuerdo con la PGR, el exfuncionario está relacionado con varias ejecuciones, así como con filtrar datos confidenciales de dos operadores del cártel de Juárez: Sergio Villarreal Barragán, El Grande, y Arturo González Hernández, El Chaky”.

Villarreal Barragán volvió a ser mencionado cuando Proceso, en su edición 1679 (4 de enero de 2009) se ocupó de investigar la ligazón de intereses entre funcionarios de la SIEDO y el narcotráfico, lo que derivó en una investigación que la misma PGR denominó Operación Limpieza.

Firmado por este reportero y con el título Instrumentos sucios de la Operación Limpieza, en el texto se ahonda en el tema de la corrupción en la SIEDO al haber sido infiltrada por la organización encabezada por los hermanos Beltrán Leyva, a la que El Grande pertenecía. Con base en información oficial se afirma que los Beltrán pagaban medio millón de dólares a funcionarios de la PGR a cambio de protección e información.

En dicha historia se menciona a Sergio Villarreal Barragán, de quien se dice que recibía protección de Javier Jiménez Sánchez. Respecto de Villarreal se añaden estos datos: “Fue agente ministerial y estuvo adscrito al área de robo de vehículos en Coahuila, pero se pasó al cártel del Golfo y actualmente es un operador de los Beltrán Leyva en La Laguna y en el estado de Morelos, uno de sus principales refugios”.

El tema de la Operación Limpieza se tocó en varias ediciones de Proceso por tratarse de un asunto de interés público en el que salieron a relucir datos y evidencias de la colusión de funcionarios públicos con el narcotráfico.

Por ello, en el número 1683, del 1 de febrero de 2009, se menciona a Villarreal Barragán como una pieza clave del cártel de los hermanos Beltrán Leyva para corromper a funcionarios de la SIEDO. En el mismo reportaje se hace referencia al papel que jugó el capitán Fernando Rivera, quien fue jefe del Área de Inteligencia de la SIEDO, acusado de servir a la organización de los Beltrán Leyva.

Rivera se hizo testigo protegido. En el texto se incluye a Sergio Villarreal Barragán en estos términos: “El testigo está acusado de delitos relacionados con la delincuencia organizada, dentro de las investigaciones que derivaron en la Operación Limpieza. Concretamente se le acusa de formar parte del grupo de funcionarios de la SIEDO que servía al cártel de Sinaloa y a capos como Sergio Villarreal Barragán, afincado en la Comarca Lagunera”.

Con el título Capos, los verdaderos jefes de la SIEDO, en la edición 1681, del 18 de enero de 2009, este reportero se volvió a ocupar de la Operación Limpieza y de Villarreal Barragán con base en los datos de la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/0241/2008.

El reportaje señala en uno de sus párrafos centrales: “Asimismo, el capo Sergio Villarreal Barragán, El Grande, operador de los Beltrán en la Comarca Lagunera, Nuevo León y Morelos, aparece como protagonista de una historia truculenta: pretendió controlar a los policías adscritos a la SIEDO para que le brindaran protección y así traficar drogas sin ser molestado.

“El testigo Saúl –cuyo nombre real es Milton Cilia Pérez, quien fungió como comandante en la SIEDO, detalló el 4 de agosto de 2008 la manera en que se entablaron las negociaciones con Sergio Villarreal Barragán, El Grande, un narcotraficante ligado a los Beltrán Leyva que sigue impune. El Grande pretendía controlar las dos policías adscritas a la SIEDO.”

En otro texto firmado por este reportero, Se buscan soplones (Proceso 1692, del 5 de abril de 2009) Sergio Villarreal Barragán volvió a ser referido ante los fallidos intentos de la PGR por detenerlo.

En el texto se mencionan los vicios y fallas del programa de testigos protegidos de la PGR: “Testigos protegidos consultados por este reportero y que pidieron el anonimato por temor a represalias de la PGR aseguran que se encuentran frustrados y desesperados debido a que desde hace varios años están siendo utilizados por la SIEDO para denunciar a capos importantes a los que sirvieron y que, sin embargo, no son detenidos.

“Uno de los casos más sorprendentes, aseguran, es que la PGR dispone de un voluminoso expediente sobre el capo Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, quien opera para los hermanos Beltrán Leyva y no lo pueden detener a pesar de que los testigos que lo incriminan han dado pelos y señales de los lugares que frecuenta en la Comarca Lagunera, como los bares El Grande (presuntamente de su propiedad) y La Masacuata, ubicado en Gómez Palacio, Durango.”

En ese reportaje se menciona la destitución del agente del Ministerio Público Ignacio Muñiz, quien tenía a su cargo la investigación sobre Villarreal Barragán. Muñiz fue reemplazado por Moisés Jiménez Hipólito, de quien se afirmó: “También perdió el control de la investigación, pues varios de sus subalternos han extorsionado a empresarios del ramo automotriz, de venta y renta de casas que presuntamente están relacionados con el narcotraficante Sergio Villarreal Barragán”.

Abundantes menciones

En las ediciones 1699 (24 de mayo de 2009), 1717 (27 de septiembre de 2009), 1729 (20 de diciembre de 2009) y 1730 (27 de diciembre de 2009) este reportero le siguió los pasos a Villarreal Barragán, a quien siempre se le mencionó como principal operador de la célula de los hermanos Beltrán Leyva.

Después de la caída de Arturo Beltrán Leyva en diciembre de 2009 durante un operativo de la Marina, el reportero abordó otros episodios de la historia de Villarreal Barragán en un reportaje titulado Tras la vacante criminal, que se publicó en la edición 1730.

En dicho texto se habla de los personajes que se disputarían la posición del llamado Jefe de Jefes:

“Luego del tiroteo que segó su vida (la de Arturo Beltrán), los nombres de Édgar Valdez Villarreal; Sergio Villarreal Barragán, El Grande, y Héctor Beltrán, El H, se disputan el control de buena parte del Pacífico mexicano, así como la plaza de Morelos, donde se afincó la organización de los hermanos Beltrán Leyva con la protección policiaca y presuntamente de algunos miembros del Ejército.”

En las ediciones 1747 (25 de abril de 2010), 1754 (13 de junio de 2010), 1757 (4 de julio de 2010), 1759 (18 de julio de 2010), 1760 (25 de julio de 2010), 1766 (5 de septiembre de 2010) y 1772 (17 de octubre de 2010) de este semanario, Sergio Villarreal Barragán es mencionado en diversos temas del narco, así como de crímenes y escándalos de corrupción oficial.

Incluso en el número 1754, bajo el título de Narcoamigos en el Senado, la reportera Jesusa Cervantes cuenta la historia del presunto encuentro del entonces presidente electo, Felipe Calderón, con Sergio Villarreal Barragán y el senador Guillermo Anaya Llamas, durante el bautizo de la hija de éste.

En uno de los párrafos de ese texto, la reportera señala: “Entre los invitados, a un lado de la mesa de Calderón, estuvo Sergio Villarreal Barragán, El Grande, uno de los capos más buscados por el gobierno mexicano y recientemente por el estadunidense”.

Villarreal Barragán volvió a ser figura central de un reportaje de Proceso el pasado 21 de noviembre, cuando este reportero tuvo acceso a las declaraciones ministeriales del presunto capo, contenidas en la averiguación previa PGR/SIEDO/UETMIO/0992010/2010.

En dicho testimonio, El Grande habla de su presunto encuentro con Calderón, con quien lo presentó el senador Guillermo Anaya. Ante el presidente, Villarreal le dijo que estaba a sus órdenes para lo que se le ofreciera, a lo que Calderón contestó, según el capo, “igualmente”.

Con base en el testimonio de El Grande, en dicho reportaje se detallan varias historias de muertes y corrupción institucional, pues el presunto capo afirma que él mismo se encargó de la logística para asesinar al agente federal Édgar Millán Gómez y planeó, por órdenes de su jefe Arturo Beltrán, la ejecución de dos funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública, Luis Cárdenas Palomino y Armando Espinoza de Benito. Al primero porque le pagaron una suma y no se reportó con el cártel, y al segundo porque Arturo Beltrán estaba enojado debido a que recibía dinero de Joaquín El Chapo Guzmán.

En esa misma edición, el reportero Arturo Rodríguez cuenta la historia de la demanda que interpuso en su contra el senador Guillermo Anaya después de la información que publicó en la que se habla de la asistencia de El Grande al bautizo de la hija del legislador panista.

El más reciente reportaje bajo la firma de este reportero se publicó el 28 de noviembre último y se titula Testigos protegidos… creerles a conveniencia.

En el texto se cuentan varias historias de testigos protegidos que se quejan de que en la SIEDO son forzados a enderezar acusaciones contra personas que no conocen, y también señalan que les mutilan las declaraciones cuando señalan a funcionarios del gabinete federal.

Con estos elementos se echa por tierra el testimonio acusador de Villarreal Barragán en el sentido de que pagó a este reportero para no aparecer en reportajes de Proceso. Su historia y sus andanzas, así como sus nexos con políticos del régimen, han sido mencionados en todos los textos referidos. l