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viernes, enero 20, 2012

Legisladores mexicanos, flojos y muy bien pagados: The Economist

Sesión en la Cámara de Diputados.


MÉXICO, D.F. (apro).- De acuerdo con el semanario financiero londinense The Economist, los legisladores mexicanos son los mejor pagados de toda América Latina después de los brasileños y también son los que trabajan menos días: sólo 195 al año.

Un artículo de la versión impresa de esa publicación indica que en los últimos seis años diputados y senadores se han caracterizado por su negativa a aprobar reformas cruciales para el país, lo cual contrasta con los salarios privilegiados que perciben: 11 mil 200 dólares mensuales.

“Aun cuando exista consenso, el Congreso se las ingenia para estar en desacuerdo (…) las reformas languidecen mientras los legisladores subtrabajan”, señala The Economist en su artículo titulado La siesta del Congreso, la legislatura de no hacer nada.

Agrega que el rechazo a las propuestas de reformas impulsadas por el presidente Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional (PAN), se debe en gran parte –según lo consideró el semanario– a que “los congresistas están casados con sus partidos”.

También destaca: “Después de una quincena de fiestas navideñas, los mexicanos volvieron a trabajar hace dos semanas. O más bien, la mayoría de ellos lo hizo. Los 500 diputados y 128 senadores terminarán sus vacaciones en febrero”.

Afirma que en el Senado “muchos legisladores del PRI tienen deudas políticas con el aspirante presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, y éste no quiere dar al PAN ninguna victoria antes de las elecciones de julio”.

Y remata: “Cuando votan, lo hacen más para bloquear a los rivales que para aprobar reformas”.

“El estancamiento en San Lázaro explica en parte por qué la presidencia de Felipe Calderón, que termina en diciembre, ahora se ve como pólvora mojada de seis años. Calderón ha identificado muchos de los cuellos de botella en México pero la mayoría de sus propuestas han fracasado en el Congreso. Una modesta reforma fiscal aprobada en 2007 sólo se facilitó a cambio de una ley electoral favorable a la oposición”, refiere.

The Economist cita igualmente la reforma laboral, que el PRI rechazó en 2010 “para proponer una similar después, así como el retraso de 14 meses en el nombramiento de tres consejeros electorales, mientras que para elegir un ministro de la Suprema Corte de Justicia, los diputados se tardaron ‘sólo’ 15 meses”.

“El futuro de México es incierto, pero sus legisladores tienen mucho tiempo para reflexionar en sus vacaciones de verano, que comienzan en abril”, señala el semanario.

lunes, diciembre 26, 2011

Twitter para principiantes


Antes, cuando los maestros de primaria nos enseñaban a distinguir los sonidos que emiten los animales, aprendimos que las vacas mugen, los caballos relinchan, los asnos rebuznan, los corderos balan, los cuervos graznan, los patos parpan, las palomas zurean, los elefantes barritan y las panteras otilan. La pregunta es: ¿los pollitos, de veras, hacen pío pío pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frío, o es así como traducimos a nuestra lengua su agudo, persistente y aparente quejido?

Los que hablamos en castilla nos representamos los ladridos así: guau-guau. Los italianos: bau-bau, y los franceses: guaf-guaf. En lo tocante a los gallos, franceses e italianos cuentan que despiertan escuchando kokorikó. ¿A qué viene todo esto? Bueno, a que los angloparlantes, cuando un canario silba, oyen: tuit-tuit… Y si vuelve a silbar, vuelven a oír: tuit-tuit… Aunque ellos lo escriben de otra manera: twitt-twitt…

De esa onomatopeya surgió el nombre del más reciente sistema de comunicación –el Twitter– que, ¡al fin!, está haciendo realidad la profecía que en 2006 lanzaron los que empezaban a tejer las telarañas de las redes sociales en México, tras el golpe de Estado de los levantacejas, que por sus pistolas mediáticas proclamaron el triunfo de Calderón: más temprano que tarde, los ciudadanos organizados en Internet serán más poderosos que Televisa.

Hasta el pasado mes de marzo, había en nuestro país cuatro millones de usuarios de Twitter. Por increíble que parezca, hace pocas semanas, la masa crítica de esa comunidad pulverizó, en menos de 72 horas, la imagen de papacito de la patria que Televisa, durante más de un sexenio y a un costo escalofriante, le construyó a Peña Nieto.

Bastó que el ex gobernador mexiquense abriera la boca en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, para que pusiera de manifiesto su verdadera esencia: la de un muñeco de plástico, semejante a Kenny, el hombre de acción, completamente vacío por dentro. Y es que en cuanto la televisión lo captó confundiendo nombres de autores y de obras que dizque lo marcaron en la vida, quedó al descubierto el pastel.

Para las empresas españolas, estadunidenses y canadienses que se han apoderado del petróleo, el gas, la generación de energía eléctrica y los yacimientos de oro, plata y hierro; para los 30 dueños de todo lo que no ha sido entregado a los extranjeros; para los banqueros que siguen cobrando los intereses de los intereses del Fobaproa; para los altos mandos del gobierno que forman parte del crimen organizado; para los que tienen deudas pendientes con la justicia –Salinas, Zedillo, Chuayffet, Fox, los Bribiesca, Lozano, Molinar Horcasitas, Cecilia Romero, Ulises Ruiz, Mario Marín, etcétera–, y para el pozo sin fondo de Televisa, Peña Nieto era el instrumento ideal que prolongaría su dominación del país otro sexenio.

Por eso no se cansaron de sacarle todo el dinero posible –allí están las facturas que documentan el costo de sus promocionales en radio: a millón de pesos el minuto– para inflarlo en las encuestas de popularidad y llevarlo a la Presidencia de la República sin siquiera despeinarse en el mero trámite –eso creían, el mero trámite– de ganar las elecciones del primero de julio.

Cuando a raíz de su caída al abismo en la FIL, cientos de miles de usuarios de Twitter se dedicaron a inventar nombres de escritores y novelas, haciendo alarde de su cultura literaria y burlándose de la incultura general de Peña Nieto, en Televisa y en el PRI se dispararon las sirenas de alarma y los levantacejas acudieron de inmediato a rescatarlo.

Es una campaña de desprestigio, pagada por la oposición, afirmó sin sonrojarse uno de sus más reptílicos defensores. Para gobernar no es importante ser buen lector, dijo otra voz, sin reparar en que Fox y Calderón tampoco leyeron nunca y las consecuencias están a la vista.

Luego vino la reacción de la hija de Peña Nieto, que llamó “pinches pendejos, parte de la prole” a los detractores de su papi, mismos que en Twitter la convirtieron a ella en el más popular de los temas del día. A continuación, Kenny reconoció que ignoraba el monto del salario mínimo, antes de admitir que tampoco sabía el precio del kilo de tortilla.

Cada uno de esos disparates fue pasto de un rico manjar para los tuiteros, a tal grado que a los asesores del muñeco no se les ocurrió nada mejor que retirarlo del aparador y ponerlo en salmuera hasta el primero de abril, cuando, si para entonces no lo han sustituido, tendrá que volver a abrir la boca. (¡Nooo! ¡Todo menos eso!, me cuentan que exclaman horrorizados quienes aguardan la llegada inexorable de ese día, para ellos, nefastísimo.)

¿Por qué Twitter pinchó, ponchó y sacará de la carrera presidencial a Peña Nieto? Retrocedamos a la época de Benito Juárez, nuestro mayor estadista del siglo XIX, que de ningún modo fue un demócrata, como tampoco lo fueron los liberales del resto de América Latina, y como mucho menos lo son los neoliberales de hoy.

Para los forjadores del Estado nacional mexicano, a mediados del XIX, la democracia era lo de menos. No les pasaba por la mente someter sus proyectos a la consideración de las masas analfabetas. Estas votaban de otro modo: tomaban las armas y listo. Pero a la hora de aprobar leyes, programas de gobierno, sustitución de autoridades, quienes opinaban, quienes eran tomados en cuenta, quienes decidían, eran los hombres ilustrados, los entendidos, los que leían y hablaban otros idiomas, los de arriba, los cultos.

Siglo y medio después, los que mandan, los que influyen, los que deciden, los que viven en la punta de la pirámide son, mayoritariamente, usuarios de Twitter. De allí el activismo y la urgencia de los levantacejas por contrarrestar, con sus habituales boberías y falacias, el ingenio y el veneno letal que pueden concentrar los 140 caracteres de un mensaje de Twitter.

¿Por qué el efecto acumulativo de miles de millones de pesos invertidos en Peña Nieto se evaporó ante el título de un libro inexistente como La insoportable levedad del gel, que alguien difundió en Twitter? Porque, a través de Twitter, la chusma se coló de lleno en los salones del poder y comenzó a escribir sobre las paredes íntimas de los dueños de México, las verdades que se dicen en todas partes, menos en la televisión. En otras palabras, Twitter liquidó la máxima que rezaba: lo que no pasa en la televisión no pasa en la realidad.

En 2001, en Argentina, los mensajes de Hotmail derribaron al gobierno de Fernando de la Rúa. En 2004, los mensajitos de teléfono celular cambiaron en menos de 24 horas la intención de voto de los españoles. En 2010, las páginas de Facebook incendiaron la vieja dictadura de Túnez, y a principios de 2011, cuando la tiranía egipcia desconectó una semana la señal de Internet, el pueblo recurrió al fax para salir a la plaza pública y rebelarse.

Todo sugiere que en el incierto México de 2012, Twitter será uno de los campos de batalla donde va a decidirse la lucha por el poder. Y en estos momentos, mientras las autoridades electorales maniobran para que Andrés Manuel López Obrador desaparezca de la escena pública hasta el primero de abril (y Peña Nieto conserve su popularidad en salmuera), ese espacio de debate y polémica está esperando a quienes desean contribuir al rescate y la trasformación de México. ¡Hasta el próximo sábado!

lunes, mayo 23, 2011

A Calderón lo esperan una condena política y un juicio penal

Con la Constitución en la mano, en entrevista con Proceso, el jurista Diego Valadés abre con bisturí al sistema político mexicano y pone en el banquillo al presidente Calderón y a su gobierno:

Calderón puede y debe ser enjuiciado penalmente por violación a la Ley Electoral en 2009.

Él y su gabinete de seguridad tienen la responsabilidad política de una guerra con resultados nefastos.

Quiso para él todos los lauros de la victoria; tendrá todo el acíbar de la derrota.

El Congreso debe crear una gran comisión nacional de investigación de la violencia.

En una democracia consolidada, García Luna hace tiempo que estaría fuera del gobierno.

Hoy, el eje del problema es que tenemos un gobierno de incompetentes....

“No queremos ser gobernados por delincuentes ni tener expresidentes en la cárcel, pero...."


A Felipe Calderón lo aguarda un proceso judicial para cuando abandone la Presidencia de la República: a su responsabilidad política por los 40 mil muertos que son el saldo, hasta ahora, de su estrategia de “guerra contra las drogas” se agrega una sentencia firme en su contra por violar la Constitución en materia electoral.

A partir del 2 de diciembre de 2012, ya sin la inmunidad presidencial, podrá ser sometido a juicio penal debido a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) lo responsabilizó de violar ,“sin equívocos”, la Constitución política durante el proceso electoral del año pasado.

La decisión de actuar contra el ciudadano Felipe Calderón está en manos de la actual legislatura en la Cámara de Diputados, explica el constitucionalista Diego Valadés Ríos, integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.

Añade que el gabinete de seguridad nacional y el presidente de la República tienen responsabilidad política por la violencia que padece el país “en cuanto a que su función ha sido con resultados adversos a los objetos perseguidos”.

Sin embargo, aclara, ni los secretarios de Seguridad Pública, de la Defensa Nacional o de la Marina, ni el presidente podrán ser juzgados penalmente por la violencia del sexenio, “pues no se puede decir que algún delito en particular se haya cometido por orden expresa de los secretarios y menos aún del presidente. La responsabilidad es política, no penal”.

Incluso la declaratoria de guerra que Calderón le hizo al narcotráfico, comenta, fue una expresión coloquial que no tiene implicaciones jurídicas. “Pero lo que no podrá hacerse es que todo lo ocurrido quede sin investigarse y sin dictamen oficial, independientemente de que sea la verdad histórica”. Por ello, Valadés propone que desde el Congreso se cree “una gran comisión nacional de investigación de la violencia”.

Esta instancia, dice, realizaría el diagnóstico “de las formas de ejercicio de la violencia por parte de los delincuentes y de las fuerzas del Estado, para que sobre éstas no caiga la sombra de la duda de que pudieron haber delinquido. Y para que si alguien como miembro de las mismas delinquió, que no ensombrezca la imagen del Estado en general, sino que responda quien deba hacerlo por los delitos que pudiera haber cometido”.

Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, exdiputado federal y extitular de la Procuraduría General de la República (PGR) y de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Valadés señala que “la democracia a medio construir” de México impide la censura y consecuente salida de un secretario de Estado, como la del titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García Luna.

En el “sistema semidemocrático” que prevalece en México la responsabilidad política no se puede traducir en sanciones, dice en entrevista con Proceso, efectuada en medio de la discusión pública desatada a raíz de la demanda de que renuncie García Luna, planteada por el poeta Javier Sicilia al final de la Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad.

Doctor en derecho constitucional cuyas investigaciones abordan temas como el control del poder, el también exdirector del IIJ advierte sobre la falta de mecanismos para procesar ese tipo de exigencias.

“Esto denota la insuficiencia de nuestro sistema constitucional en materia de consolidación democrática, porque si bien tenemos libertades públicas, como se expresó el domingo (8 de mayo), cuando todos los ciudadanos que lo desearon pudieron participar (en la marcha) en los términos más libres posibles, no tenemos el complemento de las libertades públicas, que son las responsabilidades políticas”, apunta.

Inmunidad temporal

La Constitución establece con claridad las responsabilidades jurídicas de los servidores públicos, incluido el presidente de la República. El TEPJF refrendó este precepto el 25 de agosto pasado al emitir su fallo en el juicio promovido por el PRI en contra de Calderón por hacer propaganda ilegal en el proceso electoral de 2010.

La resolución fue adoptada por unanimidad de los siete magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral, a propuesta de su presidenta, María del Carmen Alanís, quien en 2006, debido a su cercanía con Margarita Zavala, fue una de las impulsoras de la candidatura presidencial de Calderón.

Los magistrados determinaron que el titular del Ejecutivo federal violó el artículo 41 constitucional, “que se refiere nada menos que al ejercicio de la soberanía popular”, apunta el constitucionalista, quien desde febrero de 2007 es miembro de El Colegio Nacional.

Explica que aunque el título IV de la Constitución, que alude a las responsabilidades de los servidores públicos y patrimonial del Estado, no establece responsabilidades específicas para el presidente, el TEPJF determinó que Calderón “sí puede ser sujeto a un procedimiento administrativo sancionador en materia electoral”, a pesar de lo establecido en el artículo 108 de la Constitución.

De acuerdo con ese precepto, durante el tiempo de su encargo el presidente de la República sólo puede ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común.

“Sin embargo –sentenció el tribunal– ello no descarta la posibilidad de que a la conclusión del mandato pueda ser juzgado de manera ordinaria por cualquier otro delito cometido durante el periodo de su gestión, puesto que la inmunidad de la que goza sólo se hace efectiva durante el tiempo que funge como presidente de la República.”

En su dictamen, los magistrados electorales advirtieron: “La inmunidad constitucional establecida a favor del presidente de la República no tiene alcances de eximirlo de responsabilidad por una violación a normas constitucionales y legales en materia electoral”.

Asimismo, el tribunal determinó que Calderón violó la Constitución “al difundir propaganda gubernamental” los días 15 y 30 de junio y 1 de julio, en vísperas de las elecciones del 4 de julio de 2010. Entre otras, Calderón hizo alarde de sus acciones en materia de seguridad.

Los magistrados le imputaron al mandatario “la violación directa” al segundo párrafo del apartado C, base III, del artículo 41 de la Constitución. Según esa disposición, durante el tiempo que duren las campañas electorales federales y estatales, y hasta la conclusión de la jornada comicial, deberá suspenderse la difusión en los medios de comunicación social de toda propaganda gubernamental, salvo que se trate de una emergencia.

Con su conducta, plantea Valadés, Calderón violó el artículo 87 constitucional “que contiene el juramento que hizo el 1 de diciembre de 2006 de hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen y que termina: ‘y si así no lo hiciera, que la nación me lo demande’”.

Afina su argumentación: El artículo 51 de la Carta Magna dice que para efectos de representación de la nación está la Cámara de Diputados. Así es que en función de ambos artículos, ésta “debía presentar una denuncia a la brevedad ante la PGR en contra del ciudadano Felipe Calderón para que la averiguación proceda cuando deje de ser presidente de la República”.

Considera que esa acción debe ser emprendida de inmediato por la actual legislatura. Dejarlo para la siguiente “parecería un acto de venganza política y no debe ser entendido así, sino como observación de una obligación, la que tienen los representantes de defender los intereses de la nación”. Además, “actuarían apoyados en una resolución que tiene fuerza de ley”, como lo es la sentencia del máximo órgano jurisdiccional en materia electoral.

Respecto de una eventual sanción contra Calderón, dice que le es aplicable el artículo 407, fracción III, del Código Penal Federal, que establece de 200 a 400 días de multa y prisión de uno a nueve años al servidor público que destine de manera ilegal fondos, bienes o servicios que tenga a su disposición en virtud de su cargo, como es el aparato propagandístico gubernamental.

La prescripción del delito, equivalente al término medio de la pena, se empezaría a contar a partir de que haya una denuncia contra Calderón. “Por eso considero que la actual legislatura debe poner en conocimiento del Ministerio Público lo que ya resolvió el Tribunal Electoral”, indica el jurista.

Reincidencia

Una conducta similar a la de Calderón le atribuyó el propio Tribunal Electoral al expresidente Vicente Fox. En su dictamen del 8 de septiembre de 2006, en el que declaró presidente a Calderón, el TEPJF matizó su imputación al decir que si bien Fox “puso en grave riesgo la elección” al operar en contra del candidato Andrés Manuel López Obrador, su interferencia no se podía medir electoralmente.

Miembro de institutos y academias de derecho en América Latina y Europa, Valadés habla de las implicaciones de la violación cometida por Calderón:

“Hubo impunidad para el presidente en 2006. En 2009, el presidente reiteró los hechos, y si de nueva cuenta hay impunidad, entonces quiere decir que muy bien podrá reiterar los hechos en 2012. Es decir, si ya violó la Constitución en 2009 y no hay nada ni nadie que se lo impida, podemos presumir y temer que puede hacer lo mismo en 2012.”

Admite que una denuncia de la Cámara de Diputados generaría tensión en el país, “pero si el año que entra hubiera otra vez violación de la Constitución por parte del presidente, la tensión también sería inevitable. De manera que estamos lamentablemente condenados a vivir un periodo de tensión política mientras no resolvamos la estructura de nuestro sistema constitucional, por lo que se refiere al régimen de gobierno”.

Y añade: “No queremos ser gobernados por delincuentes y tener expresidentes en la cárcel; pero para evitarlo tenemos que mandarles a los presidentes mensajes firmes, claros, precisos y basados en derecho para que se abstengan de violar la ley y cumplan con la obligación a la que se comprometieron cuando tomaron posesión conforme al artículo 87 de la Constitución”.

–¿Es un asunto de equilibrios?

–No, es un asunto de control del poder.

Explica: “El gobierno no está controlado ni por lo que respecta a sus actos ni a sus omisiones”. Y cita el caso del obsequio de entre 13 mil y 17 mil millones de pesos –mediante deducciones impositivas– al sistema educativo privado decretado este año por Calderón, y apoyado a su vez en un decreto de 1977 del entonces presidente José López Portillo. La medida, dice Valadés, se tomó en un momento de restricciones presupuestales en que la educación pública presenta muchas carencias.

“No tenemos formas de fincar responsabilidades. Esto quiere decir que nuestros controles son los que están fallando”, en particular el del Legislativo. “No puede ser que el Congreso establezca los impuestos y que el presidente decida quiénes no los pagan”, expone.

Autor, entre otros, de textos acerca del sistema representativo, asegura que esa ausencia de controles demuestra que el Estado mexicano es “altamente deficitario”. En el caso del gobierno de Calderón, dice, este hecho se expresa en su actuación ante el problema de la inseguridad.

Valadés considera que no obstante estar apoyada en el derecho de petición establecido en el artículo 8 constitucional, la solicitud de renuncia de García Luna “carece de instrumentos constitucionales para procesarla”.

En cambio, en un sistema democrático consolidado, esa demanda tendría un gran respaldo al permitir la censura de los integrantes del gabinete, formulada fundamentalmente por los congresos o los parlamentos.

“Si ese fuera el caso, el secretario García Luna habría dejado hace tiempo de formar parte del gabinete presidencial. Pero en las democracias a medio construir, como la mexicana, en la que todavía padecemos los efectos de un presidencialismo autoritario, altamente concentrador del poder, lo que planteen la sociedad y el Congreso, así sea de manera mayoritaria, puede ser ignorado por el presidente de la República. Es un signo más de la caduquez de nuestro sistema presidencial”, lamenta.

Anacronismo

Aunque en México no se establece la diferencia entre jefe de Estado y jefe de gobierno, “lo que no podemos entender es que la irresponsabilidad del jefe de Estado trascienda y beneficie a todos los que colaboran con él”.

Y apunta: “En México no se equivocan el presidente ni el secretario de Seguridad Pública o el de Gobernación ni ningún otro secretario de Estado, aunque todos los mexicanos estemos enterados y seamos conscientes de los múltiples errores en que incurren.

“Los fracasos de los secretarios de Estado son palmarios y los estamos pagando todos. Tenemos una pluralidad de secretarios fallidos que fracasaron hace mucho tiempo y que demuestran que el problema va más allá del narcotráfico. El eje del problema es que tenemos un gobierno de incompetentes.”

Modificado el sistema en el que el titular del Ejecutivo concentraba el poder, ahora “el presidente ocupa el vértice de poder, pero sin los instrumentos del mismo. En esas circunstancias, ni hace ni deja hacer.

“Ser jefe de Estado en México –puntualiza– es ser el protagonista de un sistema que ya falleció y del que sólo nos queda la representación fantasmagórica de una autoridad que carece de instrumentos para alcanzar resultados objetivos.”

Y si, además, “llevado por ese falso principio de autoridad de que sus decisiones son perfectas y por lo tanto irrevocables, como en el tema de la seguridad, entonces puede sostener a quien se le ocurre y antoje”, dice en relación con el apoyo de Calderón a García Luna.

En una entrevista con Julio Scherer García, publicada en el libro Historias de muerte y corrupción, escrito por el fundador de Proceso y cuyo adelanto apareció en la edición 1790 del semanario, el general retirado del Ejército Luis Garfias Magaña insistió en que Calderón debió haber procedido a la suspensión de garantías prevista en el artículo 29 constitucional para actuar contra el narcotráfico.

Valadés coincide: “Los actos de gobierno habrían sido controlados por el Congreso y la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles tendría el apoyo de todos los partidos. Se habría construido una política de Estado. Pero el presidente quiso tener todos los lauros de la victoria; pero también va a recibir todo el acíbar de la derrota”.

A la violencia exacerbada, detalla, se suma la lenidad en la PGR; es decir, el incumplimiento de su deber de investigar los delitos, sobre todo de aquellos emblemáticos, como los que se relacionan con el caso de los niños que murieron quemados en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora; el de las fosas clandestinas en estados norteños, o el de la situación de los inmigrantes centroamericanos, quienes son asesinados y sometidos a toda clase de vejaciones en su paso por México hacia Estados Unidos.

“Esto habla de que el país está viviendo una dilución institucional como no conocíamos desde el siglo XIX. Y, o tenemos una respuesta rápida, constructiva, de una reforma institucional muy profunda en el tiempo más breve posible, o bien lo que estamos viviendo hoy nos lleve a situaciones peores, y muy bien podría ocurrir que en 2015 digamos: ‘qué bien estábamos en 2011’”, sentencia.

jueves, marzo 17, 2011

Vuelta a la ciudad lacustre

Rescate lacustre del Valle de Anahuac.

José Emilio Pacheco

MÉXICO, D.F., 17 de marzo.- Cinco siglos de lucha contra el agua han dado su amargo fruto. La Ciudad de México señala el triunfo de quienes el Libro de Job llama los constructores del desierto. Nadie puede creer que en el horror actual hubo lagos y ríos. Hoy los cuadros de José María Velasco y los otros pintores del paisaje se dirían productos de la imaginación.

Parece literatura fantástica leer que la capital tuvo un puerto, San Lázaro; que el presidente Juárez se halló en peligro de ahogarse al zozobrar el vapor que lo conducía a Texcoco; o que hay una carta de Pedro Henríquez Ureña en que narra a su joven amigo Alfonso Reyes su travesía en lancha del Zócalo a Xochimilco.

Un millón de árboles

La catástrofe ecológica empezó con la decisión de fundar la ciudad española sobre las ruinas de Tenochtitlán. Los inmensos bosques que la rodeaban desaparecieron por la necesidad de talar los árboles para construir con su madera los nuevos edificios y ceder espacio a la alimentación de los animales que trajeron los conquistadores.

Antes del gas y del petróleo todo se hacía con leña. Hasta bien entrado el siglo XX. La ciudad exigió un millón de árboles anuales. Federico Gamboa fue el único que advirtió la voracidad del ferrocarril para devastar los bosques en aras del combustible y los durmientes que demandaban los rieles. Hoy millones de árboles muertos yacen inútiles en las vías abandonadas. Se acabó por codicia e ineptitud con los trenes que fueron el gran símbolo y el gran motor del progreso.

El otro valle de lágrimas

Más trágica, si ello es posible, es la historia de los lagos y de los ríos. El Valle de México no es un valle, sino una cuenca carente de salida natural para sus aguas. La capital sufría de constantes inundaciones y para defenderla se emprendió un trabajo de siglos a fin de horadar las montañas y desecar los lagos.

A mediados del siglo XX la obra estaba consumada. El lecho lacustre desa-pareció bajo el reino de la tolvanera y la basura. Lugares inhumanos sin servicios ni planeación empezaban su cerco rencoroso e inexorable contra la capital. Los ríos entubados en catafalcos de cemento sucio corrían llenos de mierda y de basura. Dejaban su espacio a multitudes de vehículos siempre en aumento que se burlan de todas las obras ideadas para abrirles paso.

La victoria de la rapiña y la corrupción están aquí, en la postciudad que ya no tiene límite ni nombre, en el DF que todo lo devora: las lindes con los estados vecinos, el agua que cada día falta más, el aire emponzoñado y cancerígeno, la luz enturbiada por la contaminación, la tierra erosionada y muerta, el paisaje sepultado por anuncios y edificios espantosos, el silencio al que tritura un estruendo a cada instante más, la convivencia destruida porque no puede haber urbanidad donde no existe urbe.

Entre las causas de la violencia ciega que amenaza con destruirlo todo nadie incluye la desolación y la desesperanza que engendran vivir, sobrevivir, en un lugar donde toda fealdad tiene su asiento.

El desastre profundo

Ya en la recta final del siglo pasado Teodoro González de León conoció, gracias a Fernando Hiriart, el Proyecto Texcoco en que Nabor Carrillo, gran conocedor del subsuelo del Valle, formuló una propuesta para resolver tres problemas capitales de la capital que usurpa el nombre al país entero: evitar las inundaciones, satisfacer el abastecimiento de agua sin recurrir a otras cuencas y frenar el hundimiento de la ciudad.

Deslumbrado por esa lógica impecable, González de León empezó a imaginar la recuperación de la ciudad lacustre original. Para nuestra desgracia, el Proyecto Texcoco fue sustituido por una obra totalmente opuesta a la cual se aplicaron todos los recursos: el Drenaje Profundo que deja escapar 90 por ciento del agua penosamente subida a un valle a 2 mil metros de altura.

Hoy más que nunca es necesario revivir el gran plan de los lagos. La mancha urbana invadió el vaso de Chalco, una y otra vez anegado por las aguas negras, pero quedan huecos suficientes para la reinvención de la ciudad lacustre. Al proyecto de González de León se sumaron Alejandro Rosas Robles, Alberto Kalach y Gabriel Quadri de la Torre. En l998 publicaron en Clío La ciudad y sus lagos. Una vez más el plan quedó increíblemente sin respuesta. Ahora acaba de aparecer México: ciudad futura (Madrid, Blok/RM) en que a González de León, Kalach y Quadri de la Torre se suman Gonzalo Celorio, Gustavo Lip-kau, Humberto Ricalde, Juan Palomar y Eduardo Vázquez Martín.

La isla en medio de los lagos

En su crónica del desarrollo urbano y la desaparición de los lagos, González de León recuerda que los españoles encontraron una civilización lacustre muy desarrollada que había inventado la chinampa como sistema de agricultura intensiva. Tenochtitlán, la sede del poder político, religioso y militar, ocupaba una isla conectada a tierra firme por cinco calzadas que funcionaban como diques y una red de canales que la relacionaban con todos los pueblos ribereños. Gracias a Nezahualcóyotl y otros grandes arquitectos e ingenieros se constituyó un orden urbano y arquitectónico en armonía con el medio ambiente que manejaba las aguas para recolectar y producir alimentos y transportar personas y productos.

Los conquistadores no entendieron el urbanismo azteca. La ciudad que reemplazó a Tenochtitlán partió de la idea de rellenar los canales y secar la tierra para ocuparla y repartirla entre los vencedores. Roto el equilibrio, México empezó a sufrir inundaciones tan graves como la de l629 que duró seis años. Se emprendieron obras costosísimas que duraron 300 años para desaguar el Valle.

En la ciudad española los lagos todavía formaban el entorno ambiental del paisaje y abastecían de productos frescos a sus habitantes. La arquitectura logró un orden armonioso. La cuenca conservaba su imagen lacustre y su atmósfera transparente. México estaba sólidamente integrado a su entorno natural.

El hundimiento en el polvo

En el siglo XX volvieron las inundaciones. La mermada extensión lacustre se convirtió en un páramo polvoriento que ahogaba a México en tormentas de polvo y apareció un nuevo fenómeno: el hundimiento producto del bombeo de aguas subterráneas. Surgieron dos propuestas contrarias: la de Nabor Carrillo para crear un sistema de lagos interconectados que regularan las avenidas y reciclaran el agua; y otra para desecar en definitiva el lago. La decisión política se tomó a favor del Drenaje Profundo.

Había recursos para invertir en infraestructura y regular el acelerado crecimiento de la población. Sin embargo, se decretó que la ciudad no debería crecer y se negaron todas las licencias. A partir de entonces el crecimiento se disparó en forma anárquica sobre el Estado de México.

De l950 a 2000 la población creció de tres a l8 millones y el área urbana se multiplicó siete veces. De 230 kilómetros cuadrados a l,550 kilómetros cuadrados, 70% compuesto por asentamientos irregulares. Se ocuparon lechos de lagos y ríos que requirieron costosas e ineficientes obras de protección.

Las laderas del sur y del poniente, que junto con el Pedregal son las áreas en que se infiltra el agua de lluvia al acuífero subterráneo, alojan 4 millones de habitantes y están sometidas a un feroz proceso de destrucción. Los desechos urbanos –basura y drenaje– se siguen evacuando junto a las áreas pobres del oriente. A pesar de todo, a lo largo de 30 años, carente de presupuesto y apoyo político, el Proyecto Texcoco, dirigido por Gerardo Cruickshank, ha logrado construir el Lago Nabor Carrillo, que se mantiene con sólo 0.05% de las aguas residuales, y preservar un área importante amenazada por invasiones.

Los problemas de ambulantaje se han acrecentado. Las plantas de energía y el consumo de combustible han creado un gravísimo problema de contaminación. México ha perdido su identidad geográfica y el paisaje circundante sólo puede verse tres o cuatro veces al año.

Apocalipsis o utopía

Con el proyecto México, ciudad futura, que se basa en la restauración de los lagos y la creación de un nuevo polo de desarrollo al oriente, la ciudad vuelve a encontrar su historia y su geografía. Hay un clima más temperado, la mayor evaporación produce una atmósfera más limpia, se recuperan el paisaje lacustre y las montañas circundantes. El nuevo polo del oriente hace una ciudad más justa, contrapeso al desarrollo desequilibrado del poniente. Se puede captar la mayor parte del crecimiento esperado para esta década (cinco millones) y las laderas quedan libres para que se infiltre la lluvia. Sin repetir el terror de Atenco ni lanzarse contra los campesinos, el actual aeropuerto se convierte en un espacio verde del mismo tamaño que Chapultepec. Está en una isla a l6 kilómetros del actual.

México, ciudad futura propone la creación de un sistema de lagos interconectados con una extensión tres veces mayor que la bahía de Acapulco, rodeados por un litoral de 80 kilómetros para desarrollo urbano. Los rellenos sanitarios de basura serán espacios verdes para suplir las deficiencias de las colonias al oriente de la ciudad. Habrá islas ligadas por medio de vías rápidas, entre ellas la necesaria conexión norte-sur por el poniente.

Es lamentable no poder mencionar en este breve espacio los demás estudios y ensayos que componen un libro fundamental. Estamos ante una disyuntiva inescapable: continuar por el camino del Apocalipsis (la ausencia del agua, la sed sin medios para saciarla, el megacongestamiento que paralizará por completo calles y avenidas, la asfixia bajo el aire ponzoñoso, el terremoto seguido por el tsunami de aguas negras, la violencia que acabará con todo lo que sobrevive entre las ruinas), o bien, confiar a las corrientes originales de los que fueron nuestros lagos y nuestros ríos la única posibilidad de salvación.

Ante el horror actual se dirá que México, ciudad futura es una utopía. “No hay tal lugar”, un sitio de esta naturaleza no puede existir en nuestro áspero mundo. Pero no está de más recordar en este momento la sabiduría de Oscar Wilde: “No vale la pena ningún mapa que no incluya la isla de Utopía”. (JEP)

sábado, enero 29, 2011

Ciudad Juárez: las mentiras de Obama y Calderón

Juárez: La muerte, una forma de vida

Charles Bowden, escritor y periodista especializado en temas de violencia en la frontera norte de México, afirma a Proceso que su libro más reciente, La ciudad del crimen, nació de su incredulidad: nunca creyó en la versión de los gobiernos mexicano y estadunidense de que los asesinatos en la urbe fronteriza fueran resultado de la lucha entre cárteles. Así que visitó la plaza, habló con deudos y hasta con victimarios... Su conclusión es que los muertos de Juárez son víctimas inocentes de la corrupción.

EL PASO, TEXAS.- Con un dejo de impotencia, Charles Bowden afirma: “Sí, la muerte se ha convertido en el modo de vida en Ciudad Juárez”.

Bowden, cuyo más reciente libro es La ciudad del crimen (Grijalbo), es un deambulante de la frontera entre Estados Unidos y México. No tiene un lugar fijo. Se mueve entre Tucson, Arizona; Las Cruces, Nuevo México, y El Paso, Texas.

“Cada vez que cruzo a México digo: ‘Ésta es la última’. Pero siempre regreso. El olvido y desdén de los gobiernos de México y Estados Unidos hacia la gente de Juárez me hace volver, me grita que debo hacer algo para darle voz a los que no la tienen”, apunta el escritor y periodista durante una entrevista con Proceso en el bar del hotel Camino Real en el centro de esta ciudad texana.

La ciudad del crimen no es el típico ensayo sobre los feminicidios, violaciones, asesinatos, secuestros, desapariciones, decapitaciones, pandillerismo y demás crímenes que privan en Ciudad Juárez. La obra tiene tintes literarios que describen lo que pasa en esa urbe y descalifica a Felipe Calderón, quien asegura que todos los muertos en esta plaza fronteriza son resultado de la lucha entre cárteles del narcotráfico por el control de los corredores de la droga.

Para el gobierno de México los de Juárez “son muertos sucios”, destaca Bowden. Luego matiza: Ellos “no son más que resultado del olvido de un gobierno por la gente pobre, campesinos y obreros de todos los puntos del país que llegaron al norte por la expulsión de sus lugares de origen a consecuencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

“Una vez en Juárez estos mexicanos fueron explotados en las maquiladoras y, víctimas de la desesperación, intentaron irse (a Estados Unidos); pero un muro de concreto o virtual y un cerco de acero los rebotó y cayeron en vicios y en las manos de criminales”, afirma Bowden.

De 56 años, alto, delgado, con el pelo largo, sin un par de dientes en la mandíbula inferior y muy mal hablado, Charles Bowden tiene aspecto de aventurero pero es un escritor bohemio que calza botas especiales para andar por el desierto, viste pantalón vaquero, cinturón de hebilla grande y camisa de mezclilla.

“Me gusta la gente, siempre me ha gustado hablar y convivir con la gente de la frontera del norte de México; son las víctimas de la corrupción de sus gobiernos y el chivo expiatorio de la adicción a las drogas de los estadunidenses”, dice.

El albergue de “El Pastor”

Editor asistente de las revistas CQ y Mother Jones, además de colaborador de Harper’s Magazine, The New York Times Book Review, Apertura y exreportero del desaparecido periódico Tucson Citizen, Bowden es autor de libros como Down by the river, A shadow in the city, Some of the dead are still breathing, Blue desert y Frog mountain blues.

Cuenta que La ciudad del crimen (Murder city) nació de las estadísticas sobre los asesinatos y desapariciones que comenzaron a crecer tras la decisión de Felipe Calderón de enviar a miles de soldados a Ciudad Juárez.

Asegura que su espíritu de reportero lo llevó a esa ciudad fronteriza para saber qué estaba pasando, porque no creía en el discurso de los gobiernos de Estados Unidos y de México, el de que los muertos de Juárez son resultado de la guerra contra el narcotráfico.

En cada una de sus 370 páginas, La ciudad del crimen relata la tragedia de los muertos de Juárez y la desesperanza de los deudos, y describe la lucha altruista de personas como José Antonio Galván, El Pastor, exadicto que Bowden halló en uno de sus múltiples viajes a los barrios olvidados de la ciudad fronteriza.

El Pastor tiene un albergue para locos, drogadictos, pandilleros, mujeres violadas (como la Miss Sinaloa que fue víctima de un ataque sexual múltiple) y hasta criminales que han perdido la memoria.

“Tarde o temprano los protegidos por El Pastor van a terminar muertos, tirados en algún rincón de las calles, sin cabeza o descuartizados. Por eso digo que en Ciudad Juárez el modo de vida es la muerte”, subraya Bowden, quien con más de medio centenar de viajes a Ciudad Juárez y días enteros entre los “muertos sucios” y hablando con los juarenses recopiló los relatos que plasma en el libro.

“Descubrí que la mayoría de los muertos de Juárez no son criminales; como la Miss Sinaloa, una joven bellísima que perdió la razón como resultado de la fiesta a la que fue invitada, donde consumió mucha cocaína y whisky para luego ser víctima de una orgía de policías que la abandonaron para que la recogiera El Pastor”, apunta Bowden.

–Entonces, ¿no hay criminales entre los cientos de muertos de Ciudad Juárez? –se le pregunta.

–No como los quiere presentar el gobierno de Calderón. Los muertos de Juárez son jóvenes, hombres, mujeres, niñas y niños que venden droga en las esquinas, que son repartidores de la mercancía que les dan a vender los narcos y los pandilleros, que a su vez trabajan para los cárteles.

“Los usan para vender droga, los hacen adictos y, una vez que incluso los obligan a matar a otro pobre esquinero vendedor de droga, los matan sin importar el modo: de un tiro en la cabeza o arrancándoles los brazos, la cabeza o totalmente descuartizados. Los tiran como basura.”

–¿Y mujeres como la Miss Sinaloa y las muertas de Juárez y los cuerpos en las narcofosas o las “casas de la muerte”, como les dice usted en su libro?

Bowden vacila: “Las mujeres y todos los muertos que quieren ensuciar Estados Unidos y Calderón, son víctimas de la corrupción. Como lo pongo en mi libro, hay mujeres policías que han sido violadas y asesinadas por los soldados, por sus compañeros o por policías federales.

“Y hay denuncias que no van a ningún lado, nadie les cree, y algunas de las que viven se quedan calladas porque, si hablan, podrían terminar como las demás mujeres que no son policías, que son obreras, drogadictas, pandilleras o hermosas jovencitas con cuerpos adorables y que son usadas como objetos sexuales: tiradas o enterradas en algún predio polvoriento de las calles de la muerte en Juárez.”

Según Bowden, los capos del narco están eliminando a gente que usan y que no tiene la menor importancia en los escalafones del poder de los cárteles, que ni siquiera figuran en éstos.

Los matan y los entierran en casas de seguridad para ya no tirarlos por las calles, los descuartizan y los diluyen en ácido o los echan por las alcantarillas a los tubos del drenaje, donde luego los perros y las ratas los encuentran y se alimentan de los cuerpos mutilados y en estado de descomposición.

“No me importa que no crean lo que digo en el libro. No es una novela, yo sé que ésta es la verdad de Juárez y quien lo dude puede ir a comprobarla. Ojalá lo hicieran los putos gobiernos de Calderón y de Barack Obama”, subraya Bowden sin ocultar su incomodidad porque cuando se lleva a cabo la entrevista con Proceso, en el mismo bar tiene lugar la presentación de una función de boxeo.

Pero no se trata de púgiles profesionales, sino de miembros de las agencias federales de Estados Unidos encargadas de vigilar que los criminales, indocumentados y drogas no crucen la frontera de Ciudad Juárez con El Paso. Todos los peleadores, con el torso desnudo, tienen rasgos hispanos.

–¿Charles Bowden? –pregunta un joven fornido, con el pelo a rape, interrumpiendo la entrevista.

–Sí, soy yo –contesta Bowden al darse cuenta de la mirada de admiración que le lanza el joven boxeador.

–Soy agente de la Patrulla Fronteriza y sólo quiero darle las gracias por su libro Down by the river. Su libro refleja la verdad sobre lo que pasa en esta frontera –comenta el joven.

“Artista de la Muerte”

El Artista de la Muerte es la analogía literaria con la que Charles Bowden bautiza al sicario que ni siquiera conoce al jefe de quien recibió órdenes mediante otros para eliminar a decenas o cientos de personas. El autor se entrevistó con él varias veces en sitios de la frontera norte de México que no puede revelar.

El Artista de la Muerte fue quien le explicó en detalle cómo se secuestra a las personas en Ciudad Juárez, cómo se mata, se tortura, se quema con ácido, se cortan los testículos y las manos, se viola, se acaba con esos “muertos sucios” que luego son enterrados en fosas en la casas de la muerte, en el desierto, o simplemente se arrojan –enteros o en pedazos– en las calles.

“El sicario existe: todavía de vez en cuando hablo con él. Es un hombre arrepentido que se volvió al cristianismo. Está huyendo de los jefes de su cártel que le pusieron precio a su cabeza cuando ya no les servía, cuando ya lo habían transformado en una máquina de matar, en el sicario que con sus propias manos estranguló a muchas personas”, cuenta Bowden.

A diferencia del artículo que escribió para la revista Nexos en agosto de 2009 (Sicario. Confesiones de un asesino de Ciudad Juárez), el testimonio de este asesino tiene un tono más literario y excluye los detalles crudos de los crímenes y las torturas.

El autor lo utiliza para exponer una realidad trágica del México actual, donde las autoridades no se atreven a enfrentar a los verdaderos criminales porque hacerlo sería como “un escupitajo a la cara en pago de sus errores y de su corrupción”, según Bowden.

Pero ese asesino arrepentido –que para el autor de La ciudad del crimen es “un hombre muerto que camina” porque puede ser ejecutado en cualquier momento– hizo algo insólito: a instancias del escritor y cubriéndose el rostro con una capucha, contó detalladamente ante cámaras de video los crímenes que cometió y habló de decenas de “muertos sucios” que las autoridades aún no descubren en las casas de la muerte de Juárez.

Bowden y el productor italiano Gianfranco Rosi se encargaron de editar y resumir en un documental de 77 minutos las macabras confesiones que el sicario expuso durante cinco días de entrevistas. El documental ya se transmitió en varios países de Europa. No en México, donde dos productoras se han negado a presentarlo ante el público.

“Y en Estados Unidos, menos. Saben que un testimonio como éste es para echarles en cara su culpa por los muertos de Juárez. Te dejo una copia del documental y una copia de un video de seis minutos de El Pastor; quiero que los veas, ambos existen”, dice Bowden al despedirse del reportero.

Sube a su camioneta. Va a Las Cruces, donde dormirá esa noche. ¿Volverá a ir a Juárez? Ni él lo sabe. Dice que ya lo tiene enfermo el cuento de los gobiernos de Obama y de Calderón de que los muertos de Juárez son los de la guerra contra el narcotráfico y de la pelea entre los capos de la droga. “Eso es una puta mentira”, afirma.

domingo, enero 23, 2011

El diagnóstico; psicótico maniáco-depresivo

Calderón, “un peligro para México”

La salud del presidente de la República es un asunto de seguridad nacional. Sus decisiones afectan, para bien o para mal, la vida de los mexicanos, y determinan las relaciones políticas, económicas y sociales con otros países. Por ello, el gabinete de seguridad nacional debe preocuparse y ocuparse de lo ocurrido hace unos días a su jefe Felipe Calderón, quien, ante un clima de terror y presión por la amenaza del narcotráfico, ha llegado a un punto mental de negar dichos y hechos que antes repetía con insistencia.

Hace dos semanas, Calderón afirmó, en un diálogo con organizaciones civiles, que nunca había calificado como una “guerra” el combate que el gobierno federal sostiene en contra de la delincuencia organizada. De inmediato, los medios de comunicación desmintieron al presidente y exhibieron –con grabaciones de imagen y voz– cómo desde que llegó a Los Pinos ha repetido una y otra vez que se trata de una “guerra” (sic) del Estado en contra de los cárteles de la droga.

Esta contradicción en el pensamiento del mandatario mexicano no es cosa menor y debe ser analizada por un cuerpo médico de especialistas, quienes deben determinar su estado de salud física y mental para que el Congreso considere si el jefe del Ejecutivo está en condiciones de gobernar. Sobre todo porque el tema de la delincuencia organizada y la violencia que asola el país –con un saldo de más de 34 mil ejecutados en sus cuatro años de gobierno, de los cuales más de 15 mil fueron asesinados en 2010– lo ha sometido a duras críticas y presiones.

Recordamos que hace algunos años, cuando arrancó su campaña a la Presidencia, Calderón se refirió al candidato opositor Andrés Manuel López Obrador como “un peligro para México”, y hace apenas unos meses, en una entrevista radiofónica, al explicar el motivo de aquella dura declaración, el mandatario argumentó que el odio y la rabia social del excandidato presidencial habían contaminado a un importante sector de la sociedad.

Ahora, desesperado, contradictorio y bipolar en su forma de gobernar, Calderón es quien debe someterse a un tratamiento clínico para determinar si está en condiciones de salud adecuadas para seguir tomando decisiones sobre el rumbo del país y que sean las mejores para los mexicanos, o aclarar si él es quien se ha convertido en “un peligro para México”.

En Estados Unidos, el Departamento de Estado coincide en la urgencia de revisar si Calderón está en condiciones de gobernar. Así lo hizo saber la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien, según las filtraciones de Wikileaks sobre México, solicitó en uno de los cables fechado en diciembre de 2009 se le informara cómo están afectando en la personalidad del presidente Felipe Calderón y en su forma de gobernar las noticias adversas de la “guerra” contra el narcotráfico y la crisis económica en México. También el gobierno de Obama considera que el mandatario mexicano puede ser un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos.

Un trastorno afectivo bipolar

Como referencia, en Wikipedia se explica que la enfermedad de trastorno afectivo bipolar, también conocido como trastorno bipolar y, antiguamente, como psicosis maniaco-depresiva, es el diagnóstico siquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo caracterizado por la presencia de uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía, cognición y del estado de ánimo.

Agrega que clínicamente se refleja en estados de manía o, en casos más leves, hipomanía junto con episodios concomitantes o alternantes de depresión, de tal manera que el afectado suele oscilar entre la alegría y la tristeza de una manera mucho más marcada que las personas que no padecen esta patología.

Por lo general, dice Wikipedia, tiene expresión por un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. Adicionalmente, debido a las características del trastorno bipolar, los individuos tienen más riesgo de mortalidad por accidentes y por causas naturales, como las enfermedades cardiovasculares. A pesar de ser considerado un trastorno crónico y con una alta morbilidad y mortalidad, una atención integral que aborde todos los aspectos implicados, biológicos, sicológicos y sociales, puede conseguir la remisión total de las crisis, de ahí la gran importancia de que el diagnóstico del afectado sea correcto.

El elemento básico para el tratamiento del trastorno bipolar es la toma de conciencia del problema, su conocimiento por parte del afectado y sus allegados mediante una sicoeducación adecuada que les permita hacer frente a las crisis, sin temores infundados y con las herramientas más válidas; así como prevenir las recaídas.

La terapia farmacológica personalizada, especialmente durante las fases de desequilibrio, es otra de las claves. Benzodiazepinas, antisicóticos y estabilizadores del ánimo son los fármacos más utilizados. Los patrones de cambios del estado de ánimo pueden ser cíclicos, comenzando a menudo con una manía que termina en una depresión profunda. En ocasiones, pueden predominar los episodios maniacos o los depresivos. Algunos de estos trastornos se denominan “de ciclado rápido”, porque el estado de ánimo puede cambiar varias veces en un periodo muy breve de tiempo. Otras veces se presenta el llamado “estado mixto”, en el que los pensamientos depresivos pueden aparecer en un episodio de manía o viceversa.

Faltan todavía dos años para que el actual gabinete pase al retiro. Si en 2010 hubo más de 15 mil muertes, para 2011 y 2012 el nivel de violencia podría aún ser peor. Por eso es importante que todas las decisiones que tome Felipe Calderón sean las mejores y, sobre todo, se tomen con la mejor capacidad mental posible.

*Periodista

domingo, enero 16, 2011

México, niños violentados y sin derechos

México se perfila para ser uno de los países en los que más violencia se ejerce contra niños y adolescentes. El maltrato físico y el homicidio se han convertido en una de las principales amenazas para esta población. Hasta 2009, el DIF había comprobado más de 20 mil casos de maltrato infantil. Pese a las cifras, no hay un sistema integral de protección de derechos de la infancia, y las entidades responsables no tienen atribuciones suficientes para garantizar la seguridad de niños y adolescentes.

Paulina Monroy

El ensayo temático La violencia contra niños, niñas y adolescentes. Miradas regionales, de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), advierte que el país asciende rápidamente en la lista mundial para ocupar uno de los primeros sitios por la creciente violencia contra niños y adolescentes que va desde el maltrato físico hasta el homicidio.

México ocupa el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidios de menores de 14 años entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

De reciente publicación, el reporte apunta que la violencia más extendida en el país es el castigo corporal con fines disciplinarios, seguido por el maltrato infantil físico y sicológico, la omisión de cuidados y los tratos humillantes. El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) registra más de 20 mil casos comprobados de maltrato infantil a través de sus instancias estatales.

En México, señala la Redim, aún no existe una legislación profunda que regule y proteja a niños y niñas en contra de la violencia. Dentro de los motivos, ubica el escaso conocimiento sobre los derechos de la infancia, la ausencia de datos estadísticos que permitan analizar las causas y efectos de la violencia y la falta de mecanismos de participación infantil que promuevan la opinión, exigibilidad o denuncia.

Respecto del número de casos, asegura que es difícil cuantificarlos debido al subregistro por factores externos, como la ilegalidad de este tipo de actividades y a elementos subjetivos o de interpretación de la agresión que no siempre permite identificar, distinguir y reconocer la presencia de violencia.

El Informe mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas 2007 define ésta como el maltrato o la vejación de menores de edad que abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales que originen un daño real o potencial para su salud, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.

“La exposición temprana a la violencia –enuncia Paulo Sérgio Pinheiro– es crítica porque puede tener un impacto en la arquitectura del cerebro en proceso de maduración. En el caso de exposición prolongada a la violencia, inclusive como testigo, la perturbación del sistema nervioso e inmunológico puede provocar limitaciones sociales, emocionales y cognitivas, así como dar lugar a comportamientos que causan enfermedades, lesiones y problemas sociales.”

México ratificó en 1990 la Convención sobre los Derechos de los Niños que establece que “los países miembros deben tomar las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas adecuadas para proteger al niño de toda forma de violencia física o mental, de traumatismos o de maltratos, de descuidos o trato negligente, de maltrato o de explotación, en especial del abuso sexual, mientras se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que esté a su cargo”.

En 2006, el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas se dijo preocupado por el elevado número de casos denunciados de violencia en el hogar y abuso de niños, la falta de medidas preventivas y de combate a estas prácticas. Por ello, recomendó al gobierno mexicano intensificar sus esfuerzos para elaborar un sistema que facilite la reunión de datos sobre los niños menores de 18 años que necesitan protección especial.

Además, sugirió en temas como la tortura, el abuso, el descuido y los malos tratos que se adopten medidas para prevenir y eliminar todo tipo de violencia, que se investiguen debidamente los casos y que se asegure que los niños víctimas reciban protección y servicios adecuados para su recuperación y reintegración social.

De manera específica, propuso que se enmendaran las leyes federales y estatales para asegurar la prohibición del castigo corporal en todos los entornos, así como que se tipificaran como delitos penales la explotación, la trata y el secuestro de niños.

Mientras en México no exista un Sistema Integral de Protección de Derechos de la Infancia y el Sistema para el DIF carezca del marco legislativo, recursos y diseño institucionales adecuados, niños y adolescentes seguirán viendo altamente vulnerados sus derechos, advierte la Redim.


Maltrato físico, en la impunidad

El DIF recibió, en 2009, 22 mil 129 denuncias por maltrato infantil. Aunque existan pruebas en los casos, la Redim admite desconocer la razón por la que son tan pocos los llevados a las autoridades judiciales. Y es que la relación entre la comprobación de las acusaciones recibidas y las presentadas a las autoridades judiciales es mínima.

En La violencia contra niños, niñas y adolescentes. Miradas regionales, ejemplifica que, en Oaxaca, el segundo estado con más denuncias realizadas, de más de 4 mil acusaciones, sólo 75 son comprobadas ante el Ministerio Público. Mientras que en Colima, únicamente el 0.76 por ciento sigue un procedimiento jurídico o penal, aun cuando es el estado donde hay una mayor comprobación de casos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia reconoce la insuficiencia en el registro y recomienda construir políticas públicas que permitan ampliar las posibilidades de denuncia de casos de maltrato infantil para conocer con precisión su magnitud, con atención especial a niñas, y dar la atención necesaria a las víctimas de violencia.

El maltrato físico es el tipo de violencia contra menores de edad de mayor incidencia en el centro del país. En 2009, se contaron 15 mil denuncias y únicamente el 52 por ciento se comprobó y el 21 por ciento siguió un procedimiento jurídico o penal. La asociación civil expresa que si bien se generan más esfuerzos judiciales, éstos siguen siendo insuficientes.

Dentro de la región, el Estado de México es donde hay más denuncias realizadas: 3 mil 700 en 2009, de las que únicamente el 10 por ciento fue llevado al Ministerio Público. A su vez, Querétaro tiene el primer lugar en la comprobación del delito; el 95 por ciento de las imputaciones resultó cierta en 2009. La asociación civil se lo explica de dos maneras: el que los mecanismos de atención de denuncias son eficaces o el que los casos denunciados sean aquéllos donde el maltrato es evidente y la denuncia resulta la última salida.

Del Noroeste del país, Nuevo León es el estado que presenta la distancia más importante entre las denuncias de maltrato recibidas, los casos comprobados y los que siguieron un procedimiento jurídico o penal. Tiene un porcentaje mínimo de denuncia ante la autoridad, aun cuando los casos son significativos, por lo que, advierte la asociación civil, “los mecanismos de atención y seguimiento no están funcionando adecuadamente”.


Muertes por violencia

La expresión última y más severa de las lesiones por violencia es el homicidio y el suicidio. En México, las muertes por violencia constituyen el 3 por ciento de las defunciones totales. Entre la población de cero a cuatro años, es una de las 20 causas principales de muerte. De acuerdo con el Informe mundial sobre la violencia contra los niños y niñas, la población menor de 18 años y los bebés son quienes se encuentran en mayor riesgo de sufrir muerte por homicidio.

“En el caso de los niños en la primera infancia –explica la Redim–, este tipo de muerte puede ser encubierto en la mortalidad infantil por causas naturales y por no ser reportado como muertes provocadas; por ende, quedan dentro del subregistro que hace tan difícil el seguimiento y tratamiento de la violencia contra niños.”

Al año, en el país se registran 153 muertes por homicidio en niños de cero a cuatro años y 419 en adolescentes de entre 15 y 17 años. La región Noroeste del país es la que presenta la tasa de mortalidad por homicidio más alta en menores de cuatro años; Chihuahua es la entidad donde la incidencia es mayor, que de 2000 a 2008 registró 40 muertes. Sin embargo, comenta la Redim, “no hay cifras claras sobre niños víctimas indirectas de la ola de violencia en Chihuahua, es decir, a huérfanos de uno o dos padres que ha dejado esta guerra contra el crimen”.

Bullying y castigos en escuelas

El 2 de marzo de 2010 Mayra Vanessa Martínez, de 10 años fue encerrada en un salón con candado por 19 horas como castigo impuesto por la profesora María Dolores Servín. A su madre no le permitieron el acceso a las instalaciones de la escuela Lázaro Cárdenas del Río, ubicada en Uruapan, Michoacán, y le negaron que su hija estuviese dentro. Cuando ella dio parte a las autoridades, el director y la plantilla docente encubrieron a la profesora.

Violencia de género contra niñas

El ensayo La violencia contra niños, niñas y adolescentes. Miradas regionales expone que especialmente las niñas están en una situación de vulnerabilidad, marcada por la desigualdad y violaciones a sus derechos como parte de su cotidianidad.

De acuerdo con la Encuesta nacional de la violencia contra las mujeres 2003, una de cada cuatro mujeres dijo haber tenido una relación violenta en su vida. El 42 por ciento de las entrevistadas fueron golpeadas en su niñez por sus padres o familiares. Apunta que existen muy pocas cifras que reflejan la magnitud y características específicas de la violencia basada en género en menores de 15 años.

Leer articulo completo AQUI.

domingo, diciembre 05, 2010

Diez años de desilusión

“Este es el invierno de nuestro descontento”, anuncia el duque de Gloucester en la obra shakesperiana Ricardo III. Y vaya que lo es en México tras 10 años de gobiernos panistas en la Presidencia: 10 años con logros como la estabilidad macroeconómica, la expansión de las libertades, el crecimiento de la vivienda, la consolidación del programa Oportunidades, algunas reformas obtenidas en el Congreso. Logros sin duda, pero demasiado pequeños para el tamaño de los retos que México tiene enfrente y que ha ignorado. Mientras tanto, Felipe Calderón convoca a impedir la “tragedia” que significaría el regreso del PRI a Los Pinos, y las encuestas colocan a Enrique Peña Nieto a 40 puntos de ventaja sobre cualquier adversario.

La verdadera tragedia es que el PAN mismo ha contribuido a crear ese escenario. Lleva 10 años produciendo presidencias que no han podido o no han querido pelear por la modernización de México y han preferido conformarse con su inercia; celebrar su estancamiento; darse palmadas en la espalda por las crisis que evitaron y por los riesgos que no tomaron. Vicente Fox será recordado en gran medida por todo lo que pudo hacer y no hizo. Felipe Calderón, por la primacía que le dio a una guerra que no pudo ganar. Por todo lo viejo del antiguo régimen que sigue vivo entre nosotros.

Ambos se convirtieron en presidentes que no quisieron lidiar con los vicios del viejo sistema y erradicarlos. Dos líderes que no pudieron encarar a los peores demonios del PRI como forma de vida y encontrar la manera de exorcizarlos. Incapaces de entender que con la transición tenían ante sí la posibilidad de transformar y no sólo de preservar. Alguien como Vicente Fox, quien había denunciado a las tepocatas, a las alimañas y a las víboras prietas para después tomarse la foto junto a ellas.

Vicente Fox prefirió vender antes que gobernar. Prefirió promover antes que cambiar. Prefirió viajar a lo largo del país antes que comprender lo que debía hacer para echarlo a andar. Prefirió conformarse con la estabilidad macroeconómica, sin pensar en lo que tendría que haber hecho para construir una economía más dinámica sobre sus cimientos. Prefirió mirar el vaso medio lleno, sin ver que la mirada mundial lo ve cada vez más vacío. Un país económicamente estable pero paralizado, subsidiado por su petróleo y sus migrantes. Quizás mejor que ayer para algunos, pero igual que ayer para muchos.

Un país que –en términos de reformas profundas y necesarias– lleva 10 años dormido. Ignorando los retos que la globalización exige: una economía más competitiva, una mano de obra más productiva, una población más educada, un capitalismo más dinámico que genere riqueza y –al mismo tiempo– tenga los incentivos para distribuirla mejor. Un país con logros que palidecen ante el peso de los problemas que Vicente Fox y Felipe Calderón dejarán tras de sí.

Un México más libre pero más polarizado. Un México con más crédito pero con más crimen. Un México con más vivienda pero con más narcotráfico. Un México con más Oportunidades del cual un número creciente de personas decide emigrar. Un México con un Estado más descentralizado pero más acorralado por intereses particulares cada vez más poderosos. Un México con baja inflación y alta concentración de la riqueza. Un México dividido en un Norte violento y un Sur estancado. Un México que va perdiendo la ventaja competitiva de su cercanía con Estados Unidos, mientras lamenta el surgimiento del antimexicanismo que su letargo y su violencia han contribuido a desatar.

Quizás Vicente Fox y Felipe Calderón no son responsables de esta larga lista de sinsabores, ya que el PRI como partido mañoso y obstructor también carga con una parte de la culpa. Pero en muchos casos los presidentes panistas han exacerbado los problemas existentes. Por acción y por omisión. Por lo que hicieron y por lo que dejaron de hacer. Por las viejas reglas del juego que no modificaron y con las que permitieron que los poderosos y los privilegiados en México siguieran jugando. Por todo aquello frente a lo cual Vicente Fox cerró los ojos o volteó la mirada. Por la frivolidad desplegada que su propia esposa fomentó. Por las negociaciones difíciles que debió haber emprendido y eludió. Por el vacío de poder que produjo y que otros llenaron. Porque a lo largo de seis años Fox fue un candidato permanente pero un presidente intermitente. Fue un porrista de tiempo completo pero un jefe de Estado que llevó a éste a su debilitamiento.

Y ese probablemente es el peor legado foxista con el cual Felipe Calderón no ha podido lidiar. Un Estado que en rubros cruciales ha perdido la capacidad para serlo. Un Estado que existe para proteger la seguridad de la población pero no puede hoy asegurarla. Un Estado que existe para gobernar en nombre del interés público que ha sido rebasado por los intereses fácticos. Un Estado acorralado por las fuerzas que debería articular pero frente a las cuales se ha rendido. Un Estado arrinconado por los múltiples “centros de veto” que constriñen su actuación. Los monopolistas rapaces y los líderes sindicales atrincherados y las televisoras chantajistas y los empresarios privilegiados y los movimientos sociales radicales y los priistas saboteadores que ofrecen pactar pero sólo para diluir. Todos los que ejercen el poder informal en México. Todos los que han llenado el hueco que la Presidencia encogida deja allí.

En días recientes, Felipe Calderón ha argumentado que sería una “tragedia” volver al pasado con la corrupción, las complicidades y la opacidad que lo caracterizaron. El problema es que la tragedia ya está aquí entre nosotros. Encarnada en cada momento en que Felipe Calderón pactó con Elba Esther Gordillo, protegió a Juan Camilo Mouriño, salvó a Juan Molinar, se negó a entregarle datos al IFAI, se doblegó ante Televisa y no encaró a Carlos Slim. La tragedia de dos presidentes panistas: uno que sacó al PRI de Los Pinos y otro que lo regresará allí. Dos presidentes que salen relativamente mejor librados que sus peores predecesores, pero eso es poco decir. Dos figuras que sembraron esperanzas pero ahora cosechan reclamos. Al juicio de la historia le corresponderá aclarar si las presidencias desilusionantes de Vicente Fox y Felipe Calderón se explican por constricciones estructurales al margen de su temperamento o si ellos mismos las exacerbaron. Por miedo o flojera o ausencia de audacia o falta de experiencia. Sea cual sea la respuesta, el último presidente panista a dos años de terminar su periodo está inmerso en una tragedia como la definió Albert Schweitzer: “lo que muere dentro de un hombre mientras él sigue vivo”.

miércoles, diciembre 01, 2010

Diez años perdidos

Los fallidos gobiernos panistas

José Gil Olmos

MÉXICO, D.F., 1 de diciembre (apro).- Hace diez años se consumó uno de los hechos políticos más importantes de la historia contemporánea del país: el fin del poder hegemónico del PRI, con 71 años de gobierno ininterrumpido.
Al mismo tiempo dio inicio lo que entonces se esperaba: una nueva etapa marcada por la transición democrática, el combate a la corrupción, la disminución de la pobreza y el impulso a la justicia. Es decir, un avance en el desarrollo nacional.
Una década después no sólo no hemos avanzado en estos y otros aspectos de la vida nacional, sino que incluso hemos retrocedido, creando una generación de jóvenes que ni estudian ni trabajan; un clima de violencia exacerbada por la lucha ciega contra el narcotráfico, que ha provocado más de 30 mil muertos, y el aumento de la población marginada, rebasando la mitad de la población nacional.
Quizá en la historia queden registrados los dos sexenios seguidos, gobernados por el PAN, como la “etapa azul”, pero a diferencia de la concepción que se tiene en las artes de épocas fructíferas para los creadores, en el caso de la política mexicana será sinónimo de una época perdida por los mínimos avances para el progreso nacional.
En los hechos, la llegada de Acción Nacional a la presidencia de la República significó muy poco o casi nada en cuanto a la transformación de la estructura del poder y de las instituciones y personajes que actúan de manera determinante en ella. Incluso en algunos casos fue todo lo contrario.
Por ejemplo, con el PAN en Los Pinos, la maestra Elba Esther Gordillo tuvo más poder que nunca. Vicente Fox y Martha Sahagún encumbraron a la dirigente magisterial hasta llegar a tener cotos de poder en el gobierno y en los órganos electorales, en tanto que Felipe Calderón le siguió dando todas las facilidades para mantenerla a su lado como una aliada, en pago a aquella acción en la que a pocos días de la elección de 2006, cuando no podía legitimarse, Gordillo le levantó la mano Calderón en señal de triunfo, adelantándose incluso al propio PAN.
Los presidentes panistas repitieron las mismas formas de negociación que el Partido Revolucionario Institucional en las cámaras de Diputados y Senadores, es decir mayor presupuesto a cambio de posiciones e iniciativas de ley a cambio de prebendas. Y como aportación empoderaron más a los gobernadores concediéndoles más presupuesto, sin pedir a cambio una rendición de cuentas.
El autoritarismo presidencial se exacerbó con Felipe Calderón, como en los tiempos del salinismo. Si en su tiempo Carlos Salinas de Gortari puso y quitó a funcionarios de primer orden y enfrentó crisis políticas y económicas con una voluntad propia de los caudillos mesiánicos, el panista ha tratado de remedar al priista con una actitud de soberbia, que ha llevado al país a una de sus peores situaciones.
Con este ánimo mesiánico, Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico, sin tomar en cuenta que no es un problema que se pueda resolver únicamente con la fuerza, sino con inteligencia y con acciones de inclusión a la sociedad.
Sin la inteligencia de Salinas, Calderón ha tratado también de manipular a su partido imponiendo a los últimos presidentes –Germán Martínez y César Nava–, reeditando aquella vieja práctica priista del “dedazo”. Ahora intenta repetirlo con Roberto Gil, quien ha sido impugnado por la mayoría de los candidatos a la dirigencia nacional del PAN, principalmente por el senador Gustavo Madero.
Ha sido tal la ingerencia de Calderón en el PAN que el exdirigente nacional de ese partido, Manuel Espino, lo conminó a ser el presidente de la República y no del panismo. Las declaraciones fueron el preámbulo para que lo expulsaran de su partido, bajo el pretexto de que apoyó al PRI en las elecciones de Durango.
Lo más increíble es que acusaron a Espino de “exceso de libertad de expresión”, y eso que podría parecer una mala broma es una señal preocupante del perfil autoritario que tiene el gobierno de Calderón y las contradicciones que hay con su discurso de democratización de la vida política mexicana.
Sólo en los regímenes dictatoriales se dan este tipo de casos, en los que se castiga el “exceso de libertad de expresión” y la disidencia.
A últimas fechas Calderón ha iniciado una campaña preelectoral lanzando una tanda de acusaciones en contra del PRI, aduciendo que sería “una tragedia” que se regresara al pasado, porque sería el retorno del autoritarismo, la corrupción y la deficiencia del gobierno.
Calderón tiene razón en considerar que sería una verdadera tragedia el regreso del PRI y, sobre todo, si es el grupo Atlacomulco quien sostiene y apuntala Enrique Peña Nieto, junto con el poder de Televisa. Sin embargo, el panismo no representa una opción distinta a la del PRI, porque en los hechos es una expresión más de la cultura política mexicana, la del autoritarismo representado en el presidencialismo y en el ejercicio absoluto del poder.

lunes, noviembre 22, 2010

La guerra, según Bush

En el libro Decision points –que empezó a circular en Estados Unidos– el expresidente George W. Bush describe hechos y decisiones que marcaron su administración, entre ellas las invasiones de Afganistán e Irak y la guerra contra el terrorismo. Reconoce “errores”, pero los justifica: sí autorizó “el submarino” para interrogar a presuntos terroristas, pero lo consideró necesario para obtener información; sí ordenó la invasión a Irak sobre la premisa falsa de que había en ese país armas de destrucción masiva, pero sostiene que hizo lo correcto al derrocar a Sadam Husein…
Bush. Justificaciones.

Alejandro Maciel

SAN DIEGO, 22 de noviembre (Proceso).- Revisé la lista de técnicas de interrogación y había dos que pensé que iban demasiado lejos, aun en el caso de que fueran legales. Pedí a la CIA que no las usaran. La otra técnica era el waterboarding (submarino), un proceso que simula el ahogamiento del interrogado. No me cabe duda que el procedimiento era muy duro, pero los médicos expertos le aseguraron a la CIA que la técnica no provocaba daños permanentes”.

El expresidente de Estados Unidos George W. Bush justifica así la autorización de métodos de tortura que dio a la CIA en marzo de 2002. Lo hace en su libro Decision points, publicado el martes 9: un recuento de los principales acontecimientos que marcaron su administración.

“Cuando el director de la CIA, George Tenet, me pidió autorización para seguir utilizando la técnica del submarino, valoré cuidadosamente esa alternativa. Pensé en las 2 mil 971 personas que fueron arrebatadas a sus familias por Al Qaeda el 11 de septiembre (de 2001) y pensé: demonios, claro que sí”, escribe Bush.

“Bajo mi dirección los abogados del Departamento de Justicia revisaron todos los aspectos legales y concluyeron que el Programa de Técnicas Mejoradas de Interrogación cumplía con todos los preceptos de la Constitución y todas las leyes aplicables, incluyendo aquellas relacionadas con la tortura (…) Las nuevas técnicas probaron ser sumamente efectivas, ya que los prisioneros empezaron a revelar información muy valiosa”, justifica.

No todos están de acuerdo con esas afirmaciones. El exagente de la CIA Robert Baer, quien durante dos décadas estuvo asignado al Medio Oriente, reveló el 19 de abril de 2009 durante una entrevista con MSNBC que los interrogatorios se hacían sin control alguno.

Y sí.

En los memorandos internos de la CIA del 30 de mayo de 2005 se indica que a Khalid Sheikh Mohammed, presunto jefe de propaganda de Al Qaeda, se le practicó el “submarino” 183 veces en marzo de 2003, mientras que al supuesto terrorista Abu Zubaydah se le aplicó la misma técnica en 83 ocasiones en agosto de 2002.

Baer aseguró entonces que “Khalid Sheikh Mohammed quedó al borde de la muerte cerebral y la información que se obtuvo no tenía utilidad alguna”.

Paranoia

A Bush la tragedia del 11 de septiembre de 2001 le cayó, literalmente, del cielo y le permitió reivindicar su imagen, que se encontraba por los suelos después de que llegó a la Presidencia de Estados Unidos en medio de una gran controversia que se resolvió con unos cuantos cientos de votos a su favor en el estado de Florida, donde su hermano era gobernador.

Decision points es un libro de autojustificación y autodefensa del presidente número 43, que en 2008 dejó la Casa Blanca con índices de popularidad muy bajos, sólo ligeramente superiores a los de Richard Nixon, quien fue obligado a renunciar por el escándalo de Watergate.

Bush detalla las horas siguientes a los atentados del 11 de septiembre de 2001. “Empecé a sentir la niebla que cubre la guerra, con reportes contradictorios (...) Había rumores de que habían bombardeado el Departamento de Estado, que había fuego en el National Mall, en Washington; que habían secuestrado un avión de Korean Airlines que se dirigía a Estados Unidos y que había llamadas de amenaza al Air Force One. La persona que había llamado para amenazar el avión presidencial había usado un nombre en código, ‘Ángel’, que muy pocas personas sabían.

“Un reporte que recibí resultó cierto: un cuarto avión había caído en algún lugar de Pennsylvania. ‘¿Lo derribamos o se estrelló?’, le pregunté al vicepresidente Dick Cheney. Nadie sabía nada.”

Bush recuerda que una vez pasada la emergencia de las primeras horas le preguntó a Tenet (director de la CIA) quién estaba detrás de los ataques. “Al Qaeda”, respondió éste.

Las semanas posteriores a los ataques terroristas fueron clave para definir el perfil de la administración de Bush, lo que acarreó profundas consecuencias internas e internacionales.

En los primeros días de octubre de 2001, los estadunidenses –que aún no se reponían de la conmoción por los ataques al World Trade Center– empezaron a sufrir la sicosis de una nueva guerra, pero ahora biológica. La prensa reportó el 2 de octubre de ese año que una persona en Florida había sido infectada por el virus del ántrax. A partir de ese momento decenas de cartas contaminadas con el microorganismo fueron enviadas a las principales cadenas de televisión y a oficinas del Senado.

Estados Unidos entró en paranoia y para Bush toda medida de seguridad era justificada.

“Nuestros servicios de inteligencia en Europa nos dijeron que sospechaban de Irak. Que el régimen de Sadam Husein era uno de los pocos en el mundo que tenía antecedentes de haber utilizado armas biológicas de destrucción masiva y se sabía que en 1995 tenía ántrax”, escribe Bush.

En esos días Tenet informó al presidente que se aproximaba un ataque mayor al del 11 de septiembre de 2001. Le precisó: sería para el 30 o 31 de octubre.

“Ordené al vicepresidente Dick Cheney que saliera de Washington. Yo decidí que debía quedarme en la Casa Blanca. Si era decisión de Dios que muriera en la Casa Blanca, la aceptaba”, afirma Bush.

No hubo ataque alguno. Pero en esos días el procurador general, John Aschroft, dio a conocer el Acta Patriótica. Una legislación que otorgó al gobierno facultades para intervenir llamadas telefónicas, revisar archivos de empresas y ciudadanos, inspeccionar de manera exhaustiva a personas en aeropuertos, intervenir cuentas bancarias y otras medidas que en otras circunstancias se habrían considerado violatorias de los derechos individuales.

La ley fue firmada el 26 de octubre de 2001, 45 días después de los ataques al World Trade Center.

En 2010, una investigación del Departamento de Justicia y del FBI reveló que los ataques con ántrax fueron realizados por el doctor Bruce Ivins, un científico que trabajaba para el gobierno de Estados Unidos y que se suicidó en 2008. El reporte concluyó que Ivins llevó a cabo los ataques por cuenta propia.

La invasión a Irak

Bush inicia el capítulo sobre la guerra contra Irak con la reunión del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca que se llevó a cabo el 19 de marzo de 2003.

Luego reflexiona: “Durante más de un año había tratado de evaluar el tamaño de la amenaza que constituía Irak, pero cuando Don Rumsfeld, secretario de Defensa, me dijo ‘nuestras fuerzas están listas’, me di cuenta de la gravedad del momento (...) El 8 de noviembre (de 2002) ya habíamos obtenido la resolución 1441 de la ONU con una votación unánime de 15 a 0. Sadam tendría una última oportunidad para cumplir con las exigencias de la comunidad internacional. La resolución puso en claro que la responsabilidad de probar que no tenía armas de destrucción masiva ya no era de los inspectores de la ONU, sino de Sadam Husein”.

Ya entonces no había poder humano que lo convenciera de que probablemente Husein no tuviera las armas de destrucción masiva. Bush afirma que los servicios de inteligencia de Estados Unidos aseguraban que el líder iraquí las tenía. Ni siquiera el informe que Hans Blix, jefe de inspecciones de armas de las Naciones Unidas, entregó el 27 de enero de 2003 al Consejo de Seguridad de la ONU logró convencerlo:

“Desde que llegamos a Irak hemos realizado más de 400 inspecciones cubriendo más de 300 sitios. Las inspecciones se han realizado en zonas industriales, depósitos de armas, centro de investigación, universidades, sitios presidenciales, laboratorios móviles, casas privadas, fábricas de producción de misiles, campos militares y áreas agrícolas. Con base en lo visto puedo decir que por nuestra experiencia, Irak ha decidido en principio cooperar con el proceso”, dijo Blix en esa ocasión.

Independientemente del informe Bush ya tenía firmes sus planes de guerra. “El 7 de septiembre de 2002 llamé en Camp David al equipo de Seguridad Nacional para darles a conocer mi decisión. 51 semanas antes nos habíamos reunido en ese mismo sitio para planear la guerra de Afganistán, ahora estábamos ahí, en el mismo salón tratando de encontrar un camino para eliminar la amenaza de Irak. Les di a todos la oportunidad de exponer sus puntos de vista. Dick Cheney recomendó que reiniciáramos el caso contra Sadam, que le diéramos entre 30 y 60 días para cumplir con nuestras demandas. Si no lo hacía, lo desarmaríamos. ‘Es tiempo de actuar’, dijo Cheney. ‘No podemos posponer esto un año más. El régimen de inspecciones no resuelve nuestros problemas’. Colin Powell (secretario de Estado) insistía en una resolución de la ONU. ‘Si llevamos el caso a la ONU podemos obtener aliados; si no, tenemos que actuar de manera unilateral y no tendremos el apoyo internacional para ejecutar nuestros planes militares’”.

Según Bush, las agencias de seguridad estadunidenses clasificaron de la siguiente manera las amenazas a Estados Unidos: Estados que patrocinaban el terrorismo, Estados que eran enemigos jurados de Estados Unidos y Estados con gobiernos hostiles que amenazaban a sus vecinos. “Irak combinaba todas esas amenazas –escribe Bush–. Sadam Husein no era sólo un enemigo jurado de Estados Unidos, había disparado en contra de nuestros aviones, había hecho una declaración celebrando el ataque del 11 de septiembre de 2001 y había intentado asesinar a mi padre”.

Continúa: “A fines de enero (de 2003), durante una visita de Tony Blair (primer ministro de Gran Bretaña), llegamos a la conclusión de que había llegado el momento de que Husein encarara las consecuencias de sus actos. Se introdujo una petición para una segunda resolución de la ONU, para que Blair pudiera enfrentar la presión política de ir a una guerra aliado con Estados Unidos. Por petición de Blair hice un último esfuerzo para persuadir a México y a Chile, miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, para apoyar una segunda resolución.

“Mi primera llamada fue a Vicente Fox. La conversación fue directa. Le dije que quería aconsejarle que no se aliara con la posición francesa que no nos respaldaba. Me dijo que lo pensaría y que me hablaría para darme a conocer su decisión. Pasó una hora, entonces Condi (Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional) me dijo que había escuchado en la embajada que Vicente Fox había ingresado a un hospital para una cirugía de espalda. No me volvió a llamar para hablar del tema.

“Mi conversación con el presidente Ricardo Lagos de Chile no fue mejor. Habíamos ya negociado un tratado de libre comercio que esperábamos fuera aprobado por el Congreso, pero la opinión pública en Chile estaba en contra de una potencial guerra, y Ricardo estaba seguro de no apoyarla. Me dijo que deberíamos darle a Sadam otras dos o tres semanas. Le pregunte una vez más cómo iba a votar en la Asamblea de la ONU y me dijo que lo haría en contra.”

El 17 de marzo de 2003, el embajador de Estados Unidos en la ONU, John Negroponte, retiró la propuesta para una segunda resolución del Consejo de Seguridad debido a que no contaba con los suficientes votos para ser aprobada.

“Esa noche dirigí un mensaje a la nación: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no asumió su responsabilidad, por lo que tendremos que asumirla nosotros. Sadam Husein y su hijo tendrán que salir de Irak en un plazo de 48 horas. Si no lo hace, provocará un conflicto militar...

“En ese momento –recuerda Bush– estaba convencido de que la vía diplomática y la militar habían confluido ya en un mismo cauce y que la decisión de la guerra estaba ya en manos de Sadam.

“El miércoles por la mañana reuní al Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca y di la orden de lanzar la operación Irak Freedom. En las dos primeras semanas las cosas ocurrieron tal y como lo teníamos planeado y en menos de 20 días nuestras tropas estaban en Bagdad.”

Todo iba a pedir de boca. “En ese momento Tommy Franks (general en jefe de la invasión a Irak) sentía que había concluido una fase de la guerra y que estaba por empezar otra. Como una forma de mostrarlo, el 1 de mayo de 2003 me subí a un jet militar y aterrice en la cubierta del USS Lincoln y les dije: ‘Americanos, las mayores operaciones de combate en Irak han terminado’. No me había dado cuenta que atrás de mí había una gran lona que decía ‘misión cumplida’, y que estaba dirigida a los marinos que volvían a casa, no a la misión en Irak. Pero fue percibido como una declaración de victoria”.

En efecto, la frase “misión cumplida” se volvió contra Bush cuando las cosas salieron mal en Irak. “Mi discurso hizo claro que estábamos muy lejos de haber terminado, pero todas las explicaciones no pudieron revertir la percepción de que estábamos declarando victoria antes de tiempo. Ese fue un error muy grande”, reconoce.

Luego cuenta que “cuando Sadam no utilizó las armas me sentí aliviado, pero no encontrarlas me sorprendió. Cuando pasó todo el verano sin encontrar ninguna arma, me empecé a alarmar. La prensa empezaba a levantar cada vez con más fuerza la pregunta ¿dónde están las armas de destrucción masiva? Yo me preguntaba lo mismo. Los militares y los equipos de inteligencia me aseguraron que las estaban buscando. Examinaron los lugares en los que Sadam había guardado armas durante la Guerra del Golfo. A través de la CIA seguimos cientos de pistas y denuncias. Buscamos bajo un puente en el río Éufrates, excavamos cientos de millas de túneles y nada...”.

Confiesa: “Sabía que no encontrar las armas iba a cambiar la percepción de la guerra, aunque el mundo era indudablemente más seguro sin Sadam, la realidad es que enviamos a miles de soldados a la guerra basados en una información que resulto falsa. Eso fue un golpe a nuestra credibilidad, a mi credibilidad (…)”.