10 noviembre 2009
A Nacho Herrera y a su bella familia.
Por nuevas vivencias de los viejos tiempos.
I
La historia, bien lo explica sucintamente: lo de ayer es hoy, lo de hoy es mañana. El trasfondo de ese axioma silógico aplicado al desarrollo histórico de los pueblos de México antójase cambiante, pero ello no altera las moralejas que se desprenden pedagógicamente de sucedidos pretéritos.
En 1936 --hace 73 años--, el Sindicato Mexicano de Electricistas, a la sazón titular de un contrato laboral con una empresa extranjera que producía y vendía energía eléctrica a consumidores, impulsó la creación del Comité Nacional de Defensa Proletaria. Hoy, casi todos los mexicanos somos proletarios.
Antes de proseguir con el tema, incurramos en las definiciones sociológicas del vocablo 'proletario, ya que las semánticas --"perteneciente o relativo a la clase obrera" y "quien carece de bienes" o "tiene prole"-- son conocidas. La sociología ofrece una definición precisa: aquellos privados de medios de producción.
El proletariado --conjunto de los proletarios-- recibe sus ingresos de la venta de su fuerza de trabajo a los dueños de capital y que en un proceso global de la producción capitalista son explotados por la burguesía. Aclárese que el proletariado no es un simple conjunto de individuos.
Es algo muchísimo más complejo que eso. El proletariado no sólo se mide en términos de las limitaciones para desarrollar redes de vasos comunicantes y capilaridad entre aquél y otras clases sociales, sino principalmente por la finitud de su ingreso que limita sus aspiraciones de movilidad.
No en vano, por ello, el proletariado está conformado por un grueso mayoritario de pobres, aunque desde la perspectiva de la cultura propia de las clases medias-medias, sus valores --alimentados por anhelos de escalar a estratos más altos-- les impidan identificarse con la proletarización del trabajo y de su condición.
Esos mismos anhelos son nutridos por otros vectores, los del voraz mercantilismo bancario, financiero y comercial de los propios poseedores de capital --los dueños del dinero-- y la persuasión, mediante el uso de medios de conrtrol social e inducción de conductas colectivas consumistas, v.gr. "soy totalmente Palacio".
II
Ese acceso a un mercado de crédito al consumo bajo paradigmas de la emulación ("el amor a tus hijos no tiene precio, todo lo demás lo puedes comprar con Master Card") y la imitación de supuestos atributos de una clase social "más alta" ha trastocado la naturaleza societal misma. Feticihismo puro.
Así, al proletariado lo conforman todas las personas más o menos, directa o indirectamente ligadas al proceso de la producción. Por ésto,los asalariados del comercio y los servicios forman parte del proletariado, a pesar de que no crean plusvalía, pero sí ganancias para el poseedor de capital comercial.
Entendido de esa guisa, podríase decir que en México el proletariado abarca a las clases medias-medias e incluso a algunos estratos de lo medio hacia arriba en la escala taxonómica de la sociedad; el proceso de aburguesamiento --a nuestro modo de ver, muy aparente-- es en realidad proletarización del trabajo.
Y proletarizados estamos; proletarios somos casi todos: usted, caro leyente, y muchos aquellos, en fábricas o talleres o en oficinas y comercios que venden su fuerza de trabajo. ¿Qué nos identifica? Que no poseemos bienes de producción, distinto de los bienes de uso/consumo privado; tampoco poseemos capital.
Por supuesto, aun aquellos poseedores de habilidades adquiridas --médicos, ingenieros, abogados, científicos, escritores y periodistas, artistas, etc.-- venden su fuerza de trabajo intelectual (a éste suelése describir como venta de talento). Devienen, casi inevitablemente, en la práctica de un trabajo mecánico.
A ese total de pobres --los del proletariado, unos 42 millones y pico de personas situadas, en su mayoría, en el andamiaje de la Población Económicamente Activa-- súmense los millones, tal vez unos 50 millones, del lumpenproletariado. La suma contradice lo que sustenta el Presidente de Facto, Felipe Calderón.
La definición sociológica de lumpenproletariado es, según Roger Bartra, la de "una capa social formada por la masa parasitaria y miserable de elementos desclasados y desechados de los estratos explotados y oprimidos de la sociedad, y que se concentra generalmente en las grandes ciudades".
III
Además de las razones de clase, lo que movía en 1936 al SME de ese entonces era, por un lado, la defensa de sí mismo, y por otro, la defensa de de un proyecto orientado al desarrollo integral de los mexicanos mediante una forma de organización económica que fuese acusadamente social.
Esa forma de organización económica se intentó establecer e instrumentar por Lázaro Cárdenas, pero no se logró consolidar, pues el sucesor de éste, Manuel Ávila Camacho y, luego, Miguel Alemán --cuyo hijo, Miguelito, es ferviente socialdemócrata priísta-- revirtieron el sindicalismo revolucionario.
Éste último móvil era estratégico, pues se sustentaba sobre nociones de que la seguridad del Estado --lo que llamaríase seguridad nacional-- era, en realidad, la seguridad del elemento constitutivo mayor del Estado, el pueblo (en nuestro caso, los pueblos) de México. Hubo traiciones y desviaciones.
El Comité Nacional de Defensa Proletaria devino en la fundación, en 1939, de la Confederación de Trabajadores de México, hoy desvirtuada al extremo de ser abanderada del "charrismo" sindical y el corporativismo que sirve al PRI, históricamente contrarrevolucionario y autor de la debacle actual.
Hoy, la seguridad nacional se conceptúa bajo premisas antipodales a la noción original. Por seguridad nacional se entiende desde hace varios sexenios, los del PRI y del PAN, como la seguridad de los intereses de los personeros del poder político del Estado, que en la teoría sirve al pueblo.
La extinción de LyFC es una prueba elocuente de que el poder político del Estado no sirve al pueblo: la causa vera del decreto extintorio es la de ceder a particulares pudientes, mexicanos y extranjeros, el provecho mercantil de la red de fibra óptica. Por ello, ese poder político desempleó a 44 mil personas.
El Paro Cívico Nacional tiene móviles históricos y actuales y objetivos inspirados en el pretérito, pero no es, subráyese, el único camino, sino uno más, tal vez el de mayor espectacularidad, pero uno más por el cual debe transitar la movilización social. La meta trasciende la derogación de la extinción de Ly FC.
En 1936, la defensa del proletariado significó para algunos historiadores, un reacomodo crematístico de dirigencias sindicales y cúpulas tradeunionistas y/o gremiales vis-a-vis el poder político del Estado y los intereses del presidencialismo y de los patrones. El Paro Cívico debe abrevar en esa experiencia.
La meta ya no es sólo revivir a LyFC, sino la de aprovechar esa coyuntura para promover una verdadera defensa del proletariado: modificar las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Ello exigiría crear un nuevo Estado mexicano con vocación social.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Burguesía: Clase social propíetaria de los medios de producción y cuyos ingresos provienen de la explotación directa o indirecta de dicho capital. Todo individuo que se enriquece de la plusvalía por su propio capital pertenece a la burguesía. Ésta cumple un doble papel en la sociedad: económico y político. Controla el poder político y un conjunto de medios de coerción social necesarios para mantener el sistema de explotación..
Fetichismo: predilección por los fetiches, emblematizados en mercancías, bienes de consumo, etc., y en aquellos objetos en cuya elaboración industrial el obrero participa pero que no disfruta.
Tradeunionistas: del inglés "trade union", literalmente unión de comercio, pero cuyo significado abarca a aquellos trabajadores organizados por oficios en Inglaterra para defender sus intereses y derechos. Equivalente en castellano: sindicato. "Tradeunionistas": sindicalistas. Versión anglosajona y escandinava del sindicalismo. No preconiza la huelga general como instrumento de lucha. Éste tipo de sindicalismo está ligado a los partidos socialdemócratas, como el PRI y el PRD.
Lecturas recomendadas:
Estructura socioeconómica de México, de Uub-Kib Espadas Ancona, Guadalupe Reyes Domínguez e Iván Vallado Fajardo. Nueva Imagen.