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René Drtucker Colín.
I
A la fecha, ningún personero de nota (ni aspirantes a serlo) del poder político panista/priísta del Estado mexicano ha reconocido en público, aun en lo retórico el hecho factual, lacerante, discernido por millones de connacionales: la crisis.
En efecto, caro leyente. Reconocer esa realidad es, desde luego, el primer paso en el largo y difícil pero esperanzador camino para superarlo. El poder político del Estado evita dar ese primer paso, pues la crisis “es un mito” y además se beneficia del satu quo.
Es de subrayarse que el mismísimo Felipe Calderón, quien se alzó espuriamente con la investidura presidencial en 2006, ha eludido reconocer la existencia de una crisis, vocablo que, en rigor, no denota con fidelidad la magnitud y hondura del statu quo.
Ello es tan cierto que se ha mutado en verismo. Don Felipe, el Presidente de Facto (como Carlos Salinas en 1988), ha aludido sesgadamente, si acaso, a ciertas manifestaciones de la crisis –como la “narcoguerra”--, pero ha evitado reconocerla.
Empero, en privado, los políticos panistas y priístras con quienes éste escribidor tiene contacto, sí reconocen que el país se halla sometido a una crisis de tal severidad y gravedad que la existencia miusma de México corre enorme peligro.
II
¿Por qué ese doble lenguaje? ¿Por qué esa dicotomía? ¿Por qué ese ejercicio del poder desde diferentes planos de conducta y actuación? A cierto subsecretario de despacho amigo de éste escribidor se le formularon esas preguntas.
El aludido –pero, por obvias razones, no identificado— subsecretario de despacho dijo que su sentir personal es afín a las premisas y silogismos en la filosofía del proyecto de país que el señor Calderón pretende perpetuar o extender hasta 2030.
En el poder político tal como está conformado hoy –precisó el subsecretario— no existe inclinación alguna por “volver pa´ atrás”, sino “ir pa´lante” , fortaleciendo la forma de organización económica y política actual.
Por supuesto, el amigo subsecretario no acepta que ésta forma de organización económica y política es la causante de la crisis que, reitérese, sólo reconoce su existencia en privado. La crisis, afirma con seriedad, es por contagio de fuera.
--¿Un “catarrito”? –se le inquiere.
--Pues sí. No es una pulmonía terminal; es sólo un catarrito, no una pulmonía. En ello tiene razón Agustín Carstens. Es sólo un catarro “emperrado” y molesto.
III
Mas ese subsecretario inquiere, a su vez: ¿Mediante con qué clase de cambio se pretende superar la crisis que se dice existe en México? ¿Cambio revolucionario, al estilo cubano o boliviano, marxista-comunista? ¿Cambio como lo quiere El Peje?
¿Y si el PRI recupera en 2012 la Presidencia? La pregunta no inquieta a los allegados al señor Calderón, como éste subsecretario. ¿Motivos? Explica: el modelo económico prevaleciente fue implantado por el PRI en 1988.
El modelo fue reforzado por el priísta Salinas mediante el Tratado de Libre Comercio de la América del Norte y el desmantelamiento de cooperativas, ejidos, privatización de activos del Estado, desregulación, etc.
Y otro priísta, Ernesto Zedillo, consolidó el modelo, llevándolo al extremo de fomentar la victoria electoral de Vicente Fox, un panista, para garantizar que esa consolidación continuaría. Don Vicente se aseguró de que le sucedería otro panista.
¿Moraleja? La percepción de la realidad en los cenáculos del poder es opuesta –en las antípodas— a la del grueso de los mexicanos, lo cual es, en sí misma, otra crisis, adicional: la del poder político panista/priísta del Estado.
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