domingo, agosto 13, 2006

AMLO en la asamblea permanente

Foto: David Jaramillo / EL UNIVERSAL

Si la voluntad popular es eliminada, lucharemos por la renovación nacional y la refundación de las instituciones: AMLO

La segunda rasurada


La segunda rasurada

Antonio Gershenson
La Jornada

Paquetes electorales abiertos, documentos sin sello y/o sin firmas (obligatorios por ley, según el caso para cada paquete, sobres con boletas de votación o actas), son las huellas de una segunda rasurada a los votos de Andrés Manuel López Obrador, en ocasiones aumentando los votos de la derecha. Se trataba sobre todo de ocultar el hecho de que el recuento de las boletas no iba a resultar igual que las cifras correspondientes de las actas que se usaron para la "verdad oficial" que daba a la derecha un triunfo por menos de uno por ciento de los votos. En la práctica, se tendría que reproducir, en las casillas, lo que habían hecho en las actas en la primera rasurada. Pero para este segundo caso intervenían los fraudecitos locales, y era algo ya muy complicado para ellos. El resultado fue desastroso.

Esto se hizo, en ocasiones -no podemos negar de antemano que en otros casos, priístas al servicio del PAN, o incluso ex priístas experimentados durante décadas de fraudes electorales, hayan hecho un trabajo más fino-, con la mayor torpeza, al punto de que en no pocos casos estaban abiertos los paquetes y los sellos de los sobres de boletas de votar estaban violados. Además, hubo casos en que faltaba la lista de votantes, una parte o incluso todas las boletas de votación, el acta, o de plano todo. Y los casos de más boletas que las originales, lo cual implica el taqueo o relleno de urnas con boletas adicionales a favor de Calderón, ya sin el público; y de falta de boletas frente a las originales, que implica que sacaron boletas que eran para López Obrador y algunas de las cuales aparecieron luego en basureros.

Quiero poner un ejemplo muy claro. El primer día, en el distrito 5 del Distrito Federal, resultó que las tres primeras casillas cuya documentación se revisó ¡estaban todas bien! Los números eran exactos en el recuento de las boletas y en el acta oficial. Era algo raro, porque en otras casillas había diferencias, aunque fueran pequeñas. Pero también se publicó que "la diputada María Luisa Contreras (de la coalición) señaló que los tres paquetes que hasta ahora han sido contabilizados, no tienen firma ni de funcionarios de casilla ni de representantes de partidos". Dicho de otro modo, se habían cambiado los paquetes por otros nuevecitos, sin las obligadas firmas, con las boletas ya ajustadas a lo que decían las actas oficiales...

De modo que los miles de votos a favor de López Obrador que se han estado "recuperando" son los que sobrevivieron a la segunda rasurada. Son pocos en comparación con los 240 mil que oficialmente tiene Calderón frente a López Obrador. Y también pocos en comparación con los que resultarían de anular las casillas con irregularidades tales que hacen imposible reconstruir cuántos votos tuvo en realidad cada partido. Por ejemplo, la violación de sellos hace imposible saber cuántos votos metieron o sacaron los delincuentes electorales. El que haya, por ejemplo, 40 boletas más de las que debería haber, hace imposible saber cuántas fueron para cada partido, y así sucesivamente.

De ahí que sea significativo que se esté dando importancia a la anulación de casillas con estas características, que son muchas. En varias ocasiones fotografiadas, o incluso en video, estamos presenciando tácticas que vienen desde las más primitivas del fraude electoral. Los panistas calculaban sólo el fraude general, el computarizado. No tomaron en cuenta los fraudes de caciques locales y similares: rellenar urnas, ya después de la jornada de la votación, con boletas a favor de Calderón, extracción de boletas a favor de López Obrador, etcétera. Y luego la segunda rasurada, dispareja pues no fue en todos lados, la de entrar a la bodega, violar sellos, etcétera, a querer "arreglar" las cosas; pero en bastantes casos ni siquiera le dieron su arregladita para disimular, dejaron todo a medias y con suficientes huellas de su acción.

Ahora la disyuntiva es: o se aplica la ley, se anulan las casillas viciadas y le dan el susto de su vida al candidato y a los líderes panistas, o bien atropellan la ley de manera demasiado evidente, "legitiman" el fraude más público y aceleran el deterioro de la situación del país. Esta podría ser la última oportunidad de dar una salida institucional a esa situación.

La hora de la verdad: justicia electoral


La hora de la verdad: justicia electoral
Oscar González
La Jornada

En una situación crítica como la presente, lo que los ciudadanos pedimos, exigimos al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación es que se conozca la realidad de las votaciones del pasado 2 de julio. Puede haber verdad sin justicia, pero no puede haber justicia sin verdad. Por ello, para conocer la verdad de la votación sólo puede acudirse a la única fuente donde está contenida: los paquetes y las boletas electorales. Del tamaño del recuento será la verdad histórica. A más votos contados, mayor certeza y mayor legitimidad. Y viceversa. Si sólo se cuenta 10 por ciento de los votos, sólo tendremos 10 por ciento de veracidad. Y es que hay algo más: sólo yendo a todos los paquetes electorales (que esta vez no deberán ser quemados) podremos saber si se observaron o se violaron las reglas para emitir, contar y recontar todos los votos. Hay antecedentes y evidencias de sobra para anular casillas, y en su caso para no validar la elección. Ello requiere, señores magistrados del TEPJF, no agachar la cabeza ni pensar ahora en las jubilaciones, sino levantar la mira y pensar en los intereses superiores de la patria.

En un país como el nuestro, donde ley y justicia han estado tan separadas, y en una coyuntura tan crucial, lo que los ciudadanos queremos es conocer toda la verdad. No habremos de conformarnos con verdades a medias. Sólo mediante la revisión completa, de voto por voto y casilla por casilla, podrán reintegrarse legalidad y legitimidad.

Desafortunadamente, hasta ahora los indicios de la justicia electoral distan de ser alentadores. Siguiendo los pasos del IFE, ciegos y sordos a un reclamo social amplísimo y generalizado, apegándose a la letra menor de leyes secundarias, no a la letra y al espíritu de la Constitución, los miembros del TEPJF parecen dispuestos a dejar pasar la oportunidad histórica de rescatar y restaurar, por una vez, la confianza del pueblo en la impartición de justicia y en el uso de vías pacíficas e institucionales para impulsar los cambios económicos y sociales en beneficio de las mayorías, que de manera tan flagrante traicionó Vicente Fox.

Los ciudadanos no nos vamos a dejar. Nuestra dignidad y nuestros derechos fundamentales están siendo pisoteados. Queremos verdadera justicia electoral. Ahora, no mañana. Queremos justicia, ya. Para conseguirla no sólo tenemos de nuestro lado la razón, sino también la fuerza necesaria para hacerla valer. ¿Cómo? Mediante la unidad, la organización y la solidaridad de una evidente mayoría electoral social y popular activa, que sigue dando muestras reiteradas y persistentes de estar dispuesta a alcanzar sus justos reclamos con acciones de resistencia civil pacífica. Resistencia de múltiples facetas (plantones, boicots, paros, huelgas, etcétera), que seguramente se irá extendiendo a los estados y regiones de todo el país. Los daños y perjuicios a bienes y servicios, nunca a personas, deberán ser mínimos, ineludibles y transitorios, sujetos a alguna forma de reparación o compensación. Queremos que los "terceros perjudicados" nos comprendan y apoyen, no que nos condenen. Los más altos intereses de todos, de nuestra patria, están de por medio.

Estamos, ciertamente, en un momento decisivo, crucial. La derecha de los poderes "fácticos" intentó por todos los medios, incluidos en primerísimo lugar los medios masivos, inocularnos sus miedos, y logró hacerlo en alguna medida con espots cargados de materia fecal. Pero esos temores que quisieron contagiarnos se multiplicaron sólo entre ellos, porque ven a las claras que los supuestos miedos en nosotros se han ido transformando en coraje y en acción decidida, no ya en rabia estéril o en mera impotencia.

Y es que, a pesar de todo, estamos viviendo una afortunada circunstancia: frente a los políticos gánsteres y los gánsteres empresarios, con todo y sus mapaches y sus secuaces impunes, una gran ola humana se mantiene firme, y en su momento seguirá creciendo bajo una bandera por demás significativa: "Aguanta Peje, el pueblo se levanta". Tenemos, ahora sí, mucho más que en 1968 y en 1988, liderazgo lúcido y "masa crítica". Se han ampliado y profundizado, con no pocos sufrimientos y sacrificios, una conciencia generalizada y un potencial de movilización y de participación ciudadana en todo el territorio nacional, como nunca antes. Tenemos una causa justa y una dirección política responsable y capaz. Las condiciones y los caminos para avanzar en la lucha social se están abriendo. Uno de ellos es el camino de los Gandhi (ver el magnífico libro, de indiscutible actualidad, Gandhi y la desobediencia civil. México hoy, de Pietro Ameglio, Plaza y Valdés, 2002), de los King, de los Mandela, cuyas experiencias han sido y seguirán siendo recreadas por el imaginario colectivo de los mexicanos.

En este sentido, las aportaciones de los zapatistas han alcanzado repercusión y reconocimiento mundiales. En la tarea de crear una nueva cultura donde ética y política sean indisolubles, no es casual que en el ejercicio de la "desobediencia civil" coincidan con dos ejes fundamentales del pensamiento y la acción gandhianos: la "fuerza de la verdad" (satyagraha) y "autonomía" o "autogobierno" (swaraj). Es por eso que, ante la creciente polarización de derechas e izquierdas, muchos pensamos que para transformar nuestro país en esta hora de la verdad, sin desconocer agravios y diferencias con el PRD -no necesariamente con AMLO-, los zapatistas tienen mucho que hacer al lado, no al margen, de las grandes mayorías populares en movimiento. Los objetivos son limitados, sí; cada quien debe preservar los propios, sin dejar por ello de aprender a dar y a ganar batallas comunes. Lo mismo podemos decir de los cardenistas: es tiempo de dar la cara a distancias injustificables o a errores; es tiempo de volver a reunirse para dar las nuevas batallas que ya se anuncian con, por y para la gente. En esta hora de la verdad lo que hace falta es ir a las bases populares, más que a las dirigencias. Pero éstas, todas y en todos los matices, tienen una responsabilidad ineludible: unificarse, organizarse, solidarizarse. Es hora de definiciones. Va por México.

Historia de un libro y de sus detractores

Historia de un libro y de sus detractores
Guillermo Almeyra

La Jornada


Dado todo lo que está pasando, dudé bastante antes de escribir este artículo sobre un problema menor. Pero terminé convenciéndome de que, al hablar de un (feo) botón de muestra, estaba hablando de cómo cortar el traje democrático que queremos que vista nuestro país. Por lo tanto, ahí va.

Con el excelente fotógrafo Emiliano Thibaut publicamos el libro Zapatistas, un mundo en construcción, compuesto por un texto mío de análisis sobre el origen y los problemas que enfrenta el neozapatismo, por una crónica de Emiliano sobre su experiencia en todos los caracoles, por los textos de todas las Resoluciones de la Selva Lacandona, la Ley Revolucionaria de Mujeres y lo esencial de los acuerdos de San Andrés y, por supuesto, por hermosas y elocuentes fotos a color o en blanco y negro sobre la vida en las zonas zapatistas y la gente que allí resiste y lucha. Es un libro sobre los zapatistas -la gente común-, como dice el título, mucho más que sobre el zapatismo como movimiento político-militar. Aunque es, por supuesto, un libro zapatista escrito por personas comprometidas con esta y con otras luchas de liberación social, no es apologético. Porque un proverbio japonés dice que "se puede adorar una cabeza de sardina: la cuestión es tener fe". Precisamente: la fe es ciega. Por eso los movimientos sociales no necesitan fieles sino cabezas pensantes, además de corazones ardientes y de sensibilidad siempre despierta. Por consiguiente, conviene dejar las porras para el futbol y el incienso para los santos.

Este libro-objeto fue editado en Argentina y, esperamos, lo será también en Francia e Italia. No es para especialistas ni eruditos, sino un libro de militantes que explica a otros militantes las raíces del zapatismo y del EZLN, la tortuosa construcción de la conciencia popular, que abolla mitos verticalistas e interpretaciones falsas difundidas en el exterior sobre el poder en las zonas zapatistas y sobre la acción política, y trata de presentar al zapatismo no como algo externo y exótico sino como parte de un mismo proceso mundial de construcción de independencia política, autonomía y autogestión, que en cada país adopta ritmos y formas correspondientes a la respectiva densidad histórico-cultural de sus oprimidos y explotados. Los autores, además, decidimos ceder nuestras regalías a las juntas de buen gobierno (JBG), que son protagonistas de la obra, e intentamos reiteradamente publicar en apéndice una entrevista con el subcomandante Marcos que jamás se nos concedió. Hasta aquí el marco general. Ahora viene lo feo.

El 17 de julio, gracias a la gentileza de la Casa Lamm, presentamos allí el libro con Rosario Ibarra y Héctor Díaz-Polanco como comentaristas respetados y especialistas en el tema, además de luchadores desde siempre por la causa zapatista y los derechos indígenas y la autonomía. El público, que desbordaba la sala, estaba compuesto por dirigentes campesinos, militantes sociales, estudiantes y buena cantidad de miembros de la otra campaña.

Terminadas las intervenciones de los presentadores pidió la palabra antes que nadie quien funge como secretario particular del delegado Zero o Marcos. Sin decir una palabra sobre las intervenciones de Rosario Ibarra y Héctor Díaz-Polanco (que habían insistido sobre la necesidad de unir fuerzas contra la derecha y su fraude, que no sólo ponen en cuestión la democracia en México sino que también amenazan de muerte a los zapatistas chiapanecos) y sin opinar sobre ninguna idea política expuesta por los autores, acusó a éstos de haber cometido "una grosería" al no haber invitado personalmente a Marcos (por él promovido a propietario exclusivo de la marca registrada Zapatismo), añadió que Thibaut había estado efectivamente en los caracoles que describe en su crónica pero que "jamás había vuelto" a ellos, preguntó por qué no se presentaba el libro en las JBG, y se deslindó, correctamente, de los dirigentes ex salinistas del PRD pero sin decir una palabra sobre el movimiento popular contra el fraude. Terminada su intervención, que encontró no pocas protestas, se retiró sin escuchar las respuestas de los interpelados, aplicando eso de "ni los veo ni los oigo".

En la respuesta aclaramos que ninguno de los presentes había necesitado una invitación personal para asistir y tomar la palabra; que habíamos tratado por diversos medios de enviar el libro a las JBG pero que la alerta roja ha suspendido el funcionamiento de las mismas, y que invitaríamos a Marcos a participar en otra presentación, cosa que hemos hecho, hasta ahora sin resultado. Además, reiteramos que la otra campaña no puede separarse de los sectores populares que son su interlocutor principal aunque esté en contra de la dirección (transitoria) de ese movimiento de masas y no comparta las ideas de la misma, porque no se puede abandonar la lucha por la democracia en nombre del anticapitalismo en abstracto.

Ese es el problema central: está naciendo, está madurando y se está consolidando un gran movimiento nacional sin precedente desde la Revolución Mexicana. Pero los movimientos sociales jamás surgen puros y claros. Se apoyan, en cambio, siempre, sobre todo en el pasado del cual parten para crear lo nuevo. Además, no hay una muralla china entre la lucha por la democracia y la lucha por el socialismo. Los militantes de la otra campaña y la dirección del EZLN tienen por eso su lugar en la lucha de millones de mexicanos.

Pese a ello, la invitación a la nueva reunión intergaláctica desgraciadamente olvida el fraude y el movimiento social de masas contra el mismo, y no ve qué pasaría en Chiapas si Calderón se afirmase. La ceguera y el sectarismo pueden resultar muy peligrosos.

La otra y nueva guerra de Reforma

La otra y nueva guerra de Reforma
Paco Ignacio Taibo II
La Jornada

I

En este país hubo unas elecciones con un prólogo marrano y una factura bastante turbia. Desoyendo la voluntad de que se diera certeza a los que votamos, las autoridades electorales dieron el triunfo al representante de un partido neointegrista católico, que por cierto se encontraba en el poder nacional, por la ridícula diferencia de un cuarto de millón de votos. La disidencia de la coalición de centroizquierda llamó a la resistencia civil con una demanda verdaderamente certera: "Voto por voto, casilla por casilla", pidiendo un recuento general. Si los ganadores estaban tan convencidos de su triunfo, ¿por qué no refrendarlo en un reconteo de los votos? Tras una manifestación de un par de millones de personas, probablemente la más grande de la historia de México, se convocó a la formación de un inmenso campamento de una docena de kilómetros que se iniciaba en el Zócalo de la capital. Esta es resumida historia antigua, casi prehistoria, para los lectores que la han estado siguiendo apasionadamente día a día.

Pero, dentro de esa historia, hay otra.

II

Espero nuestro turno frente a la rígida imagen de ese Juárez para despistados que preside el centro de la Alameda. La poeta Ana María Jaramillo lee, ante un par de centenares de atentos ciudadanos, un largo poema sobre su juventud y su infancia; unos minutos antes una compañera cantautora ha probado con los versos de Silvio Rodríguez. Poco después, junto con el historiador Pedro Salmerón, nos haremos cargo del micrófono para dar una conferencia sobre el otro Juárez, el terco, el rebelde, el que puso en su lugar al clero en la guerra de Reforma, el que mantuvo la existencia de la nación desde su carruaje durante la invasión francesa. Tras nosotros se hará cargo del templete una danzarina de vientre y un compañero que informará sobre la situación del movimiento hispano en Estados Unidos. En un determinado momento se reunirán casi un millar de personas seriamente escuchando.

Al terminar, y tras jurar y rejurar (esto se llama presión del público) que este curso de historia de México alternativa seguirá todos los días a las 12 y media de la mañana, recibo de premio por mi intervención un tamal que me regala el compañero Jesús y montones de regaños por andar bebiendo cocacola, por más que explico que el Che también la bebía y que está manufacturado por honestos obreros de Tlalnepantla que están en favor del movimiento. Amenaza lluvia. Camino hacia el fin del plantón.

Una docena al menos de kilómetros de carpas y tiendas de campaña corta la ciudad y la hiere. Una movilización masiva contra el fraude electoral que se ha convertido en un campamento central en el Zócalo y 16 campamentos más (ahora serán unos 20 porque se ha reforzado la zona más árida de Paseo de la Reforma). Cada campamento a su vez se fragmenta en grupos con una enorme autonomía.

Con esta habilidad para levantar ciudades de madera y cartón que el precarismo de la sociedad mexicana ha creado como respuesta a la miseria, el movimiento ha desplegado a lo largo de diez días una actividad inmensa, enloquecida. Levantado carpas, templetes, colocado televisores, tarimas, jacales, mecates. Ha creado un centenar de comedores colectivos, dos docenas de puestos sanitarios, retretes, propaganda, carteles hechos a manos, tendederos de información. Decenas de millares de personas han estado involucradas en el proyecto, a veces centenares de miles. Es la capacidad de organización múltiple que surge de una sociedad de parias que han generado una riqueza inmensa, con muchos años de luchas sociales.

Y es popular, muy popular. Molestamente popular para una nacoburguesía que despliega su lamentable ausencia de sentido patriótico y nacional al grito de "¡Ya cálmense, pinches pobres!"

Lo peor que se podría decir de los campamentos lo han repetido los medios de comunicación hasta la saciedad y el aburrimiento: que bloquean arterias importantes y hacen de la vialidad en el centro un desastre. Se pudo haber evitado, quizá se pudieron haber concentrado los campamentos y evitado una dispersión que a veces deja sin vitalidad 500 o 600 metros de ese inmenso corredor repleto de actividades. Quizá con esto se pudo haber evitado la confrontación con honestos oficinistas, taxistas, trabajadores, que nada tuvieron que ver con el fraude electoral.

Pero más allá del error (a veces la dirección del movimiento peca de soberbia) lo que se está discutiendo es demasiado grande, demasiado importante, para caer en la trampa de ese falso debate. Lo que se discute es si este país se va a salvar de una vez por todas del fraude electoral como mecanismo de selección de un presidente.

III

El campamento de la Alameda, coordinado por los perredistas de Iztacalco y dirigido por Erasto Ensástiga, su próximo delegado, es una fiesta. Ahí, un par de promotores culturales han volcado la experiencia de estos años, el poeta Marco Antonio Laison y Sergio Gómez han montado, además de un templete de actividad continua, un libro club y una biblioteca móvil, tienen un club de ajedrez (una curiosa constante en muchos de los campamentos). A unos metros del templete hay un segundo salón de conferencias donde cuando llego hay una conferencia sobre sexualidad femenina. Me cuentan que Gabino Palomares ha cantado media hora antes en el campamento vecino. Alguien me dice que en el campamento uno, en Madero, de los compañeros de Cuauhtémoc, hubo un buen recital de poesía. A unos cuantos metros un pequeño campamento estudiantil alterna las conferencias sobre la situación política internacional con los discos de ópera.

A lo largo de nueve días me he vuelto ciudadano de esta metrópolis peatonal que da una extraña dimensión a las viejas avenidas. Cruzo con mi amigo Gandhi (vaya nombre más chingón para tiempos como estos) Insurgentes rumbo al campamento de Tláhuac para hablar de nuevo de las historias del cura Hidalgo, cuando una mujer, copiloto de un coche rojo, se dedica a insultarnos con verdadera vocación. Una muchacha a nuestro lado le devuelve el grito: ¡Bruja! Ya llévatela al siquiátrico de Tlalpan! -le dice a su marido, que toca el claxon enfurecido. Nos reímos y la saludamos con una reverencia, lo que provoca mayor furor de la insultadora.

Me cuentan que esta es la zona de las mentadas de madre y que alguien puso un gran cartel: "Si está de acuerdo con López Obrador, toque el claxon". Con lo cual neutralizó el agravio, pero no el ruido solidario.

Al día siguiente camino hacia la glorieta de Colón, donde descubro al narrador de ciencia-ficción García Junco coordinando un espectáculo que se llama "Danzando por la democracia", donde se están produciendo las finales de un concurso de danzón. Durante un rato del trayecto me acompaña una tambora sinaloense. A lo largo del recorrido, bajo las carpas, descubro grupos de rock y ská actuando, titiriteros, mimos, mítines informativos, ofrendas de muertos.

La orquesta de San Juan de Aragón toca frente a uno de los campamentos un pasodoble, jovencitas con clarinetes, trompetas, tarolas, fagots. Me encuentro con Paco Martínez Marcué que anda organizando que un ensamble de música barroca toque en el campamento de la Magdalena Contreras.0

He visto videoclubes funcionando hasta las cuatro de la madrugada, cerca de un centenar al menos, y Macotela y otros pintores haciendo un taller de pintura en la Diana.

Al menos 400 actividades culturales se realizaron el fin de semana en los campamentos de Madero, Juárez y Reforma. No hablo del trabajo que Jesusa y otros compañeros están realizando en el Zócalo, en el gran templete central, donde se suceden los espectáculos teatrales y musicales, hablo de lo que ocurre en decenas, quizás un centenar o más de pequeños escenarios distribuidos a lo largo de los kilómetros que van desde Madero a la fuente de Petróleos.

Y la variedad es notable. Poco a poco el teatro ha empezado a ocupar un espacio en los campamentos: Sergio Bustamente escenifica un pequeño monólogo de ocho minutos titulado El Merolico; Fernando Bonilla pone en escena un espectáculo llamado Los dos gallos.

La gráfica se ha desatado: murales (hay uno excelente, cuyo autor no he podido identificar, en las cercanías de la estatua de Colón), carteles (una maravillosa nueva versión del grito de Munch que firma Fabiola), centenares de copias de las caricaturas políticas de Helguera, El Fisgón, Magú, Rocha. Millares de carteles ciudadanos expresando opiniones, utilizando el humor y la burla como instrumentos de combate. De Madero a la estatua de Colón, el hit parade musical lo encabeza una canción de Gabino Palomares titulada Salimos, la escucharé media docena de veces: "Salimos a la calle y los balcones a defender la patria y el honor."

Resulta fascinante el papel central de los trabajadores de la cultura en este plantón, y con esto no quiero decir una docena de novelistas conocidos, cuatro grupos musicales y otra docena de actores de renombre. Quiero decir miles de creadores y activistas culturales: caricaturistas políticos, pintores, muralistas, poetas, bailarines de danza clásica, bailarines exóticos, cantantes de rancheras, cantautores, historiadores, periodistas, locutores de la radio, promotores de radios libres, sonideros, grupos de mariachis, cuartetos de música de cámara, videoastas, documentalistas, organizadores de cineclubes populares, orquestas de danzón y música tropical, rockeros, cuentistas, cuentacuentos, filósofos, sexólogos, expertos en medicinas alternativas.

Muchos de ellos han encontrado aquí el público que la sociedad de consumo les niega, muchos generosamente invierten su tiempo y su talento gratuitamente en esta gente ávida y sonriente, que como siempre, en el mejor de los México, han hecho de la rebelión una fiesta.

Alguien debería dejar una mejor constancia que ésta, redactada a vuelapluma, de esta pequeña revolución cultural. Los que estamos viviendo esta experiencia, difícilmente la olvidaremos.

Una mujer vende tunas sobre una manta, el letrero dice: "Voto por voto, tunas a cinco pesos". En este espacio liberado no tiene que pagarle cuota a nadie, no tiene que pedirle permiso a nadie, no tiene que pagarle impuestos a nadie. Escucha, sentada en el suelo, un tocadiscos que a todo volumen clama una obertura de Wagner, en mitad de la avenida Reforma.

-¿Le gusta? -pregunto.

-Por eso me acomodé aquí -dice.

El pensamiento reaccionario de Soledad Loaeza

Soledad Loaeza expresa lo que piensa y siente ante el movimiento democrático que se lleva a cabo en la ciudad de México. Debo advertirles que lo que esta señora piensa y siente da una sensación de vómito casi incontenible, representa con pelos y señales uno de los escritos más reaccionarios, es una inconsciente que no conoce la realidad de nuestro país en absoluto, ni siente amor por nadie, ni por ella misma por consecuencia. Pero vale la pena leerlo (yo creo que por eso publica en La Jornada/10 de agosto) porque así tenemos de bulto a lo que nos enfrentamos.

Pues va la respuesta de alguien que está de acuerdo con el movimiento por la democracia que dirige AMLO, a cada una de sus aseveraciones y con sus palabras:

S.L.: El Distrito Federal es una ciudad ocupada. Desde hace ya tres semanas los lopezobradoristas están instalados a lo largo del Paseo del Reforma en una operación que nos divide, obstaculiza el tráfico, restringe la libre circulación de personas, incide sobre el buen funcionamiento de establecimientos comerciales.

R: En efecto el Distrito Federal es una ciudad ocupada por mexicanos. Desde hace menos de dos semanas (no tres), los demócratas (no sólo lopezobradoristas) están instalados a lo largo de Paseo de la Reforma en una operación que nos une (no nos divide) en la defensa de la democracia para que no obstaculicen el derecho que tenemos a que nuestros dirigentes sean aquellos por quienes la mayoría votó, (más importante que el tráfico) y no restrinjan nuestras libertades como ciudadanos (las personas pueden circular incluso más libremente) para que no incidan sobre el buen funcionamiento de nuestra Constitución (que está por encima de los establecimientos comerciales).

S.L.: Esta operación se ha impuesto como una medida de fuerza sobre los habitantes de la ciudad que por diferentes razones no compartimos la causa de AMLO. Los ocupantes cuentan con el apoyo de servicios y servidores públicos que responden a sus necesidades y a las de su líder.

R: Esta operación se ha impuesto como una medida de resistencia civil pacífica (no como una medida de fuerza), por el intento de la oligarquía mexicana de imponer a un candidato en la presidencia que ha cometido todo tipo de delitos, antes, durante y después de la contienda electoral, sobre las autoridades antidemocráticas . En múltiples ocasiones AMLO les ha pedido su comprensión a los ciudadanos y se los ha explicado. A nosotros la única explicación que se nos ha dado por no aceptar la imposición es que somos “renegados”. Los “ocupantes” contamos con el apoyo de servicios y servidores públicos que responden a nuestras necesidades justo como debían hacer todos los servidores públicos que para eso son servidores.

S.L.: También ha quedado fuera del espacio público y bajo el control de un partido político la avenida emblemática de la capital de la república, al igual que lo está el Zócalo, aunque desde hace muchos años éste dejó de ser la plaza en la que nos reconocemos todos los mexicanos.

R: La “emblemática avenida”, Reforma, al igual que el Zócalo, siguen siendo espacios públicos que históricamente representan los derechos ciudadanos y la soberanía de la república y no existe ninguna prohibición para que se reúnan ahí los otros partidos (no está bajo ningún control); y si desde hace muchos años dejó de ser la plaza en la que se reconocen “todos los mexicanos” ha de ser porque hay mexicanos que debido a sus prejuicios racistas y clasistas han perdido identidad y ahora prefieren ir al Starbucks.

S.L.: Como ocurre en todas las ciudades ocupadas, en poco tiempo se ha instalado la rutina, sólo que en nuestro caso los ocupantes han logrado hacerlo con más celeridad que los demás. Debe ser la costumbre. En unas cuantas horas armaron tiendas de campaña, mesas de comedor, sillas, catres, televisiones, conexiones eléctricas, baños portátiles, con ciencia y paciencia colocaron televisiones, mantas, pancartas, áreas de juego para preescolares, colchonetas de yoga, y zonas de esparcimiento donde unos cuantos ocupantes matan el tiempo con partidas de dominó y de ajedrez, aprenden a pintar por número, toman bebidas de moderación, echan una cascarita, bailan o dormitan plácidamente mientras llega la comida. Para muchos de ellos, si no es que para todos, estos días han sido una temporada vacacional memorable. La prensa publica imágenes de una kermés, poco concurrida tal vez, pero no hay duda que los ocupantes se entretienen, mientras los habitantes de la ciudad prensan las manos en el volante o se amarran la lengua para controlar el enojo que les produce la impotencia.

R: Esta ciudad no está “ocupada”, puesto que los habitantes que están en ella son mexicanos y este país es México, por ello se han instalado y han establecido su rutina con celeridad, si fueran extranjeros entonces sí estaría ocupada y les hubiera tomado mucho más tiempo instalarse. “Debe ser la costumbre”, ¿la costumbre de qué, de andar ocupando ciudades? Eso es una pendejada. Pareciera que todo lo que han hecho en tan poco tiempo alterara el ánimo de Soledad, no sé qué de malo puede tener hacer pancartas que expresan su sentir, pintar, jugar ajedrez, las áreas de juego para preescolares o hacer yoga, por lo menos no se meten coca, se drogan en antros elegantes, ni se dedican a explotar o a robar a nadie como lo hacen muchos que están en sus casas de Polanco y Santa Fe. Por otra parte, esta mujer piensa que estar durmiendo en colchonetas sobre el pavimento, lejos de sus hogares, con frío y bajo la torrencial lluvia que ha asolado la ciudad es como una temporada vacacional memorable, claro, ha de creer que total esa bola de mugrosos sin oficio ni beneficio deben estar encantados de estar viviendo en las calles. Y eso de que esperan plácidamente a que llegue la hora de la comida, seguramente piensa que unos meseros les traen la comida del restaurante, y por otra lado, ¿qué hay de las actividades? Por fin, ¿tienen o no tienen? Mientras, los otros habitantes de la ciudad, (porque se le olvida que los del plantón de Reforma también lo son), prensan las manos en el volante (porque ellos al menos tienen auto) o se amarran la lengua para controlar el enojo que les produce la impotencia que sienten de no poder mentarles la madre y fusilarlos porque parece que no son tan pocos ¿verdad?

S.L.: La tranquilidad que se respira en la zona de ocupación es envidiable para los demás que, en cambio, tenemos que hacer despliegue de ingenio y perseverancia para llegar a los compromisos de trabajo o a las citas familiares que nos obligan a atravesar la zona de ocupación. No sólo eso. A diferencia de los ocupantes, los demás vivimos en la incertidumbre. Esta reacción es un éxito para la estrategia del vocero Fernández Noroña, pues ése es justamente su objetivo. Cada vez que habla nos advierte con tono más que intimidatorio que lo que estamos viviendo hoy es poca cosa frente a lo que viene. No sabemos qué sigue, pero nos han dicho que será peor. De manera inevitable un sentimiento de inseguridad, así sea mínimo, asalta a todo aquel que no es ocupante y que se atreve a caminar por la zona restringida.

R: La tranquilidad que se respira en la “zona de ocupación” (y dale con la zona de ocupación, pero si son mexicanos, pues en que México vivirá que no los reconoce) es envidiable porque quienes luchan por una causa noble tienen su conciencia tranquila. Los otros tienen que hacer despliegue de ingenio y perseverancia, ¡que bárbaros! ¡qué ingeniosos!¡y que perseverantes! ¡Ven cómo le hacen para llegar a sus compromisos de trabajo o a las citas familiares sin pasar por Reforma! ¡Guau! ¡Y eso que sólo cuentan con cuatro o cinco vías alternas! El objetivo de la resistencia civil pacífica no es que los habitantes de la ciudad vivan en la incertidumbre sino que cuenten los votos: VOTO POR VOTO, CASILLA POR CASILLA, ¿por qué no se habrá enterado? Y que no se preocupe la señora Soledad, no le va a pasar nada, es un movimiento pacífico como ya se ha demostrado, nadie va a atentar en contra de su seguridad, es más, la zona es más segura ahora que están los campamentos que antes, según reportes de la policía. Los que más riesgo corren son los del plantón, ellos sí pueden enfermarse debido a gente que les lleva agua con cloro o por automovilistas que decidan entrar a los campamentos para atropellarlos, como ya ha sucedido.

S.L.: Es cierto que en general los ocupantes simplemente ignoran a los transeúntes, pero uno los ha visto tan fieros, el discurso de su líder tiene un tono tan combativo, sus denuncias contra quienes no piensan como él son tan rabiosas – y cada día más -, que uno camina temeroso de que lo identifiquen como alguien ajeno a ellos. Bajo la mirada complaciente que la autoridad sostiene sobre los ocupantes, los demás nos sentimos por completo desamparados. Habrá quien considere que quizá lo mejor es unirse a ellos, por lo menos para recuperar el sentimiento de seguridad que nos ha regateado la ciudad desde mucho antes de que todo esto ocurriera, y que ahora se ha acrecentado. Entre los más desesperados surge la tentación de pedirle a TEPJF que ya, que le reconozca a AMLO todos los votos que él quiera, que lo declaren presidente, y nosotros nos comprometemos a no volver a votar nunca más para no provocarle disgustos.

R: Que bueno que acepte que los “ocupantes” ni se meten con los demás, pero eso de que los ha visto “tan fieros” ¿cuándo? Porque los reportes de agresión que existen son de parte de los panistas, no de los del movimiento democrático . Y si le parece que nuestro líder tiene un tono tan combativo y sus denuncias son tan rabiosas, debe ser cuando está hablando de las injusticias y las humillaciones a las que han sometido al pueblo mexicano por décadas por lo cual tiene toda la razón, y si ella camina temerosa ha de ser porque alguna culpa tendrá y porque se siente ajena a un movimiento que no entiende porque no tiene la menor idea de lo que son los principios y las convicciones. Pero que no se le vaya a ocurrir a hacerse como que se une al movimiento porque entonces sí va a recibir agresiones de los de su clase, claro. Seguro que ella se sentiría más segura si la policía los agarrara a toletazos, los violara y los encerrara en la cárcel como en Atenco. Le explico, la inseguridad proviene de la injusticia social, económica y política a la que se ha sometido a la mayoría de la gente, esa es la causa de la delincuencia, y esos “ocupantes” en el fondo están luchando para que ella pueda sentirse más segura. AMLO no quiere que le reconozcan los votos que “él quiera” sino los que le corresponden porque está defendiendo la DEMOCRACIA, que ella haga lo que se le de la gana, vote o no vote, pero si lo hace, gracias a nuestra lucha su voto será contado y no nos provocara ningún disgusto.

S.L.: Más allá de estas reacciones de desesperación, los habitantes de la ciudad no participamos en la ocupación estamos luchando por desarrollar una rutina. No será tan difícil. Durante ya casi 10 años los gobiernos perredistas nos han sometido a un duro entrenamiento en el que hemos aprendido a esperar pacientemente mientras los paristas hacían machincuepas sin ton ni son en la vía pública o los quejosos de todo el país eran bienvenidos al Zócalo por las autoridades locales, que les prometían resolver conflictos que nada tenían que ver con la ciudad. Una vez aquí los arropaban, les daban una plataforma para protestar contra las autoridades federales y los integraban a sus huestes. Enorme disciplina desarrollamos los defeños durante la construcción del segundo piso del Periférico, entonces, como ahora vivimos muchas horas atorados en enredados embotellamientos, en cortes de calles, controlando los nervios, el cansancio y todo aquello que pone diariamente a prueba las reglas de convivencia. Ahora de nuevo nos hemos visto obligados a reorganizar nuestros calendarios, horarios y trayectos, a modificar nuestra rutina de trabajo o de diversión; pero seguramente lo lograremos. Aprendimos a ceder, respondimos con flexibilidad. Es seguro que volveremos a votar.

R: Digamos que hay algunos habitantes de la ciudad que no participan de la “ocupación” se desesperan y luchan por desarrollar una rutina (como los otros) sólo que la suya es totalmente egoísta, por lo tanto, en efecto, no es tan difícil, pero por lo mismo los lleva a la intolerancia. Durante casi 10 años los gobiernos perredistas han tenido que recibir a mexicanos que vienen a la capital a ver si el gobierno federal les hace caso, vienen con una gran cantidad de protestas por promesas no cumplidas, por engaños, por explotación, por injusticia y por una serie de calamidades. Seguramente la señora Soledad preferiría que no los “arroparan” y los recibieran a punta de cañón, que no los integraran a sus huestes sino que los encarcelaran por mugrosos que nada más andan dando “machincuepas sin ton ni son”, para que los defeños y eso los que tienen automóvil pudieran andar tranquilos sin tener que reorganizar sus calendarios, horarios y trayectos a su trabajo y a su diversión, dejando que los otros se murieran en prisión. Y bueno, también el gobierno de la ciudad les hubiera pagado unas vacaciones en Bali mientras construían el segundo piso del Periférico para no sufrir embotellamientos y regresar a transitar sin tanto tráfico.

Eso es lo que piensan los reaccionarios y seguro todas mis respuestas chocan contra un muro de egoísmo, falta de amor por sus semejantes y mala voluntad.