El dueño y presidente
de la más importante empresa televisora del país, Emilio Azcárraga Jean,
es propietario de una embarcación de ensueño, un megayate, llamado TV,
incluido en la lista de los más caros y lujosos del mundo. Ha querido
mantener esa posesión en secreto, por lo menos hasta que pasen las
elecciones presidenciales de México y Estados Unidos pues, comentan sus
allegados, hacer ostentación del barco sería contraproducente para una
empresa que aspira a expandirse en el área de las telecomunicaciones.
En
los mismos días en los que miles de jóvenes universitarios coreaban en
las calles de la Ciudad de México consignas como “¡Fuera Televisa!” o
“¡Televisa jodida, la prole no es tu amiga!”, cerca de las Filipinas, en
el mar de Célebes, navegaba un yate con un valor cercano a los 180
millones de dólares, equipado con helipuerto, seis suites de lujo, sala
de cine, jacuzzi, gimnasio, un sistema avanzado de telecomunicaciones,
spa para 16 personas, un exclusivo salón de masajes y un espacio para
fiestas.
Se trata del TV, propiedad del presidente y director
general de Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Jean, quien mantiene en
total hermetismo la propiedad de la lujosa embarcación. Cuando no navega
por el Caribe o los mares del Pacífico, el TV está anclado en un puerto
del sureste asiático no especificado. Fuentes consultadas por Proceso
indican que Azcárraga Jean no lo traerá a costas mexicanas ni de Estados
Unidos sino hasta que pasen las elecciones de este año.
En el TV
sólo viajan sus amigos empresarios y familiares, así como los ejecutivos
más allegados a Azcárraga Jean y a los vicepresidentes de Televisa
Alfonso de Angoitia, Bernardo Gómez y José Bastón. Se llaman a sí mismos
Los Cuatro Fantásticos desde que se encumbraron en abril de 1997 al
tomar el control del imperio televisivo fundado por Emilio Azcárraga
Vidaurreta, abuelo del actual presidente de la empresa.
Según el
registro del sitio especializado Superyachts.com, el TV –cuyo nombre
anterior fue Mad Summer (Verano Loco)– está en la lista de los 57 yates
más caros y lujosos del mundo, comparable al Eclipse, del
multimillonario ruso Roman Abramovich, a los del emir de Dubai o del
sultán de Omán o al Octopus, el barco de recreo de Paul Allen, uno de
los fundadores del imperio Microsoft.
El TV tiene 78.5 metros (257
pies) de eslora y navega con la bandera de las Islas Caimán. Su primera
clasificación en el Lloyd’s Register (empresa dedicada a los registros
navieros) data de 2008 y fue la siguiente: “Maltese Cross 100 A1 SSC
Yacht mono G6, LMC, UMS, MCA standard”, según información de los propios
armadores.
A finales de 2010 –bajo estrictas medidas de
confidencialidad– Azcárraga adquirió el yate hecho por la empresa
alemana Lurssen, con más de 135 años de experiencia en el armado de
embarcaciones para multimillonarios. Su precio original fue de 178
millones de dólares –casi 2 mil 500 millones de pesos–, superior al del
Mayan Queen IV, propiedad de otro multimillonario mexicano: Alberto
Bailleres.
Lurssen presume en su sitio web la “orgullosa historia”
de fabricar desde botes de vela hasta “auténticos acorazados”. En 2008
el Mad Summer fue considerado un “nuevo concepto en la hermandad de los
propietarios de superyates”. Sus diseñadores fueron Espen Oeino y
Alberto Pinto, dos de los más reconocidos especialistas en el mundo de
las embarcaciones de lujo.
En el sitio en internet
www.yachtmadsummer.com los fabricantes describieron así su obra: “Mad
Summer está concebido para ser un mundo en sí mismo… Botado en 2008
vivió su primer ‘verano loco’ en el Caribe”.
“Considere estos
atributos extraordinarios del glamoroso Mad Summer: aparte de su propia
cubierta con terraza, solárium y piscina, posee seis suites para los
invitados, cada una con una decoración diferente; más sala de cine,
jacuzzi y spa para 16 personas, sala de buceo, salón de masajes,
gimnasio…
“Con los últimos adelantos tecnológicos en
telecomunicación y en navegación marítima, Mad Summer está equipado para
ir a cualquier parte del mundo en total confidencialidad.”
La
embarcación está construida para “respirar total serenidad”. Esto no
excluye la posibilidad de “arribar en helicóptero para disfrutar de
fastuosas fiestas en una terraza al aire libre para bailar”. “Está
equipado con magnificencia y refleja el amplio conocimiento de Lurssen
para satisfacer al más sofisticado trotamundos”, subrayan los armadores.
Su
propietario anterior fue Jeff Soffer, el multimillonario estadunidense
de la empresa de bienes raíces Fontainebleau, de Miami, involucrado
también en las industrias del espectáculo y de las apuestas en Las
Vegas. Tras la crisis financiera de 2009 Soffer se declaró en bancarrota
y puso a “producir” a su megayate: cobraba 1 millón de dólares a la
semana por viajar en la embarcación.
“Se trata de un barco que
usted no quiere en los alrededores del Golfo de Adén para evitar que los
piratas secuestren a su masajista”, advertía una nota publicada el 8 de
julio de 2009 en un sitio de internet para empresarios del jet set
estadunidense.
“Ventaneado” en Estados Unidos
La primera
nota periodística que mencionó a Azcárraga Jean como propietario de esta
embarcación fue publicada el 21 de enero de 2011 en The New York Times.
La reportera Geraldine Fabrikant informó que el Mad Summer “fue
comprado a inicios del año pasado”.
El precio original nunca fue
revelado pero algunas fuentes indicaron que pagó 179 millones de dólares
(135 millones de euros). La reportera de The New York Times consultó a
distintos brokers, quienes señalaron a Azcárraga Jean, “el millonario
líder de Grupo Televisa”, como el nuevo dueño del Mad Summer,
rebautizado como TV. “Lourdes Dusssauge, vocera del señor Azcárraga,
rechazó hacer cualquier comentario”, anotó Fabrikant.
Personajes
que han sido invitados a viajar en el TV dicen a Proceso que Azcárraga
Jean mantiene un total hermetismo público sobre esta lujosa embarcación y
aseguran que al cuidado de ésta hay 25 personas, entre capitán y
tripulación.
El principal accionista del Grupo Televisa sabe que en
estos momentos hacer ostentación de una embarcación de este tipo es
contraproducente para la empresa que aspira a expandirse en el área de
las telecomunicaciones y que no quiere convertirse en el centro de las
críticas por su cobertura informativa y su condición monopólica.
De
acuerdo con la página chaterworld.com, el yate TV, cuando no lo navega
Azcárraga, está a disposición de quienes quieran rentarlo por una tarifa
de 850 mil dólares a la semana.
Las acciones del Grupo Televisa
han registrado continuas bajas en la Bolsa Mexicana de Valores a raíz de
que tres de los cinco integrantes de la Comisión Federal de Competencia
(CFC), el organismo encargado de combatir las prácticas monopólicas,
decidieron en enero de 2012 negar la fusión de la televisora con Grupo
Iusacell, propiedad de Ricardo Salinas Pliego, accionista de TV Azteca.
La
decisión final de autorizar o rechazar la adquisición de 50% de la
telefónica Iusacell por parte de Televisa se conocerá el martes 5 de
junio, cuando vuelvan a deliberar los integrantes del pleno de la CFC.
En
Estados Unidos tampoco se ve con buenos ojos la ostentación de
Azcárraga Jean, quien aspira a concretar la operación de compra de la
deuda de Univisión, anunciada en diciembre de 2010, y prolongar el
acuerdo de intercambio de programación hasta 2025 con la cadena de
televisión más importante de habla hispana en el país vecino.
Delirio por los yates
El
yate de Azcárraga Jean opaca, con mucho, la famosa embarcación Eco
donde su padre, Emilio Azcárraga Milmo, falleció el 16 de abril de 1997.
El Tigre solía pasar en esta embarcación la mayor parte del tiempo en
sus últimos días. Ahí concretaba los negocios más importantes de una
empresa a la que dejó en bancarrota, según su propio heredero.
Eco se
convirtió en el símbolo de la expansión de Azcárraga Milmo y del Grupo
Televisa hacia el mercado de televisión de habla hispana en Estados
Unidos. Se llamó igual que el fallido intento de una cadena de noticias
latinoamericana fundada por El Tigre.
Según Claudia Fernández y
Andrew Paxman, autores de la biografía El Tigre, Emilio Azcárraga y su
imperio Televisa, el empresario “adoraba pasar el tiempo descalzo y en
pantaloncillos en sus yates, bien recibiendo a sus amigos, observando a
las ballenas o sencillamente relajándose”.
El 5 de enero de 1997,
cuatro meses antes de fallecer, Azcárraga Milmo invitó al cantante
español Julio Iglesias a su yate y también a Emilio y Gloria Estefan,
los productores musicales más influyentes en Miami.
Según relató
Julio Iglesias a Fernández y Paxman, luego de la cena en su lujoso yate
Azcárraga despidió al cantante y le dijo: “Qué pena que los leones
tenemos que luchar hasta el final”.
El yate Eco tenía 40 pies de
eslora, fue diseñado por Martin Francis, navegaba con bandera británica y
fue considerado uno de los más modernos de su tiempo. Su costo
empalidece frente al megayate de su heredero: 2 millones de dólares
frente a los 178 millones del de su hijo, más un pago de 50 mil pesos al
mes por los servicios del Club de Yates de Acapulco (Proceso 1438)
frente a los cerca de 200 mil dólares mensuales que Azcárraga Jean tiene
que destinar al mantenimiento de TV.
Otro integrante de la
dinastía Azcárraga, Alejandro Burillo, dueño del Grupo Pegaso,
propietario del equipo de futbol Atlante, accionista de Telefónica de
México y licitante frustrado de una tercera cadena de televisión durante
este sexenio, adquirió a mediados de 2011 un ostentoso yate construido
en el astillero vigués de Freyre, según los periódicos españoles El
Mundo y La Voz de Galicia.
Bautizado Pegaso, el yate de Burillo
Azcárraga tiene 73 metros de eslora, 13 de manga (ancho) y capacidad
para 30 personas, entre tripulantes y pasajeros. Posee también un
helipuerto, seis camarotes de lujo para invitados y su precio oficial
fue de 80 millones de euros, menor que los 135 millones de euros del TV
de su primo.
La revista Quién publicó en agosto de 2011 una
fotografía del Pegaso y anotó: “La particularidad del yate por el que
Burillo podría pagar hasta 84 millones de euros, según el portal español
(El Mundo), es que no sólo es un barco lujoso sino también un
laboratorio para desarrollar a bordo misiones científicas.
“Quería
un camarote con vistas privilegiadas al laboratorio oceanográfico
flotante más avanzado del mundo y ya lo tiene”, escribió el reportero
Antonino García.
Ricardo Salinas Pliego, propietario de TV Azteca,
también posee un megayate, El Azteca, de 50 metros de eslora, que ha
sido motivo de polémica en la prensa beliceña.
El 17 de mayo de
2009 Proceso informó que Salinas Pliego se negó a pagar los 787 mil
dólares de sanción que le impuso el Departamento de Ecología de Belice
por haber dañado un arrecife de coral vivo en la zona de San Pedro Town.
El
“accidente” del yate de Salinas Pliego ocurrió el 7 de abril de 2009
cuando se dirigía al balneario de San Pedro, Belice, cerca de Xcalac,
Quintana Roo. Al acercarse al muelle de Cayo Ambergris una cuerda se
enredó en la propela de la embarcación y, “para evitar un daño mayor”,
el capitán Salvador Villeras Eckart decidió arrojar las anclas para
frenar el yate, provocando la devastación de casi 400 metros cuadrados
de arrecife.
El periódico San Pedro Sun publicó fotos donde se
observa el daño ocasionado por las anclas del yate de Salinas Pliego, en
el que viajaban 25 invitados del propietario también de las tiendas
Elektra, Grupo Iusacell y Banco Azteca.
Martín Alegría, jefe del
Departamento de Ecología beliceño, expidió una prohibición para que el
Azteca volviera a navegar, en tanto el grupo técnico de la dependencia
fue enviado a observar el daño y calcular el costo de la sanción. Desde
el 12 de abril el yate de Salinas Pliego “desapareció”. La nave volvió a
aparecer en las costas de Cozumel, navegando sin problema alguno y con
apoyo del Resguardo Marítimo Federal.