viernes, julio 30, 2010

Columna Asimetrías. La Ley Arizona

Por Fausto Fernández Ponte


30 julio 2010
ffponte@gmail.com
“Pase lo que pase con la Ley SB 1070), el odio (racial) ya está en Arizona”.

Elvira Arellano.

I

Habría que elogiar a Barack Obama y a la juez federal estadunidense Susan Bolton por sus actuaciones respectivas en la suspensión de algunas de las disposiciones más racistas de la llamada Ley Arizona. Empero, sus actuaciones no resuelven el problema.

Además, la suspensión que se comenta del citado ordenamiento –en la taxonomía legislativa identificada como SB 1070-- fue resuelta en vísperas de su entrada en vigor, pero solamente pospone una solución de fondo a problema tan complejo.

A su vez, esa solución –que muchos calificaron de “salomónica”— tendrá secuelas predecibles: mayor antagonismo y, ergo, hostilidad, de un segmento importante de la población del Estado de Arizona, opuesto polarmente a otro, también denso y grueso.

De hecho, presúmese en ciertos cenáculos del poder político, en estamentos de la defensa de los derechos humanos –incluidos los civiles--, en los de vanguardia de la lucha por la igualdad y la justicia y el ámbito académico, la polarización es peligrosa.

El peligro reside precisamente en una realidad insoslayable: el fuego del racismo estadunidense es atizado facciosamente por intereses político-electorales que así agravan un temor a los migrandos mexicanos y el entorno de incertidumbre económica.

II

Si bien el problema es colosal en lo moral y lo político para el gobierno que preside el señor Obama, lo es aun más para los millones de mexicanos inmigrados con o sin visa de trabajo en EU y para el propio gobierno y el Estado mexicanos.

¿Por qué el fallo de la juez Bolton sólo pospone la solución del problema? A esa interrogante adhiérese la siguiente: ¿Pudo el señor Obama hace mucho más que llevar a los tribunales la Ley Arizona? ¿O qué más puede hacer hoy el mandatario de EU?

Es obvio que don Barack no puede hacer mucho, pues no tiene un Legislativo afín (incluso algunos de sus compañeros de partido se oponen a una reforma amplia en materia de migración) y su acción política se circunscribe a lo constitucional.

Esto nos lleva a identificar y analizar la causa del problema: la emigración de mexicanos a EU que, al llegar a ese país, se convierten en inmigrados, lo cual representa una segunda faceta --tan dramática como la primera-- del mismo problema.

Sin duda. Esto también nos lleva a determinar las causas reales de la emigración: el desempleo, la incertidumbre, la estratificación de la forma de organización económica prevaleciente y el atributo cada día más antisocial –antipueblo-- de ésta.

Eso conforma el llamado factor de empuje o de impulso (“the push factor”), por el cual los mexicanos desempleados de centros urbanos y rurales principalmente deciden abandonar el terruño e ir en pos de una utopía, el llamado “sueño americano”.

III

En México, el Estado ha demostrado su incapacidad de largo tiempo –desde 1982, en el presidencialado de Miguel de la Madrid— para crear condiciones socioeconómicas y sociales (laborales y educativas, sobre todo) para desincentivar la emigración a EU.

Sin presente y, por lo mismo, sin futuro, el mexicano del campo y la ciudad –en atroz marginación, la de lumpen proletariado-- emigra a EU. En ese país enfrenta racismo e inenarrables condiciones laborales. Se les explota tanto o más que en México.

Por extensión, los centroamericanos en EU padecen los mismos problemas que los mexicanos. Los empuja el desempleo y la incertidumbre laboral y los atrae las cuentas de vidrio del estilo de vida estadunidense. Su aislamiento y marginación son ínsulas.

En esas ínsulas, los mexicanos y centroamericanos y, en general, también los demás latinoamericanos sufren el racismo de la sociedad estadunidense, agudizado hoy por el temor histérico a perder el empleo en manos de algún inmigrante indocumentado.

Pero en México no existe voluntad de modificar ese statu quo, pues beneficia groseramente a una élite –la Mafia del Poder, como la identifica Andrés Manuel López Obrador— que, por lo mismo, se opone a todo cambio cualitativo en México.
ffponte@gmail.com

Vitral ¿Qué más tiene que pasar?

Por Javier Solórzano




30 julio 2010
Todos sabemos que la situación del país va al extremo. No hemos encontrado salidas porque se parte del supuesto que para sobrevivir hay que deshacerse de los otros. No se vale, por lo que se ve día con día, ni la convivencia, ni la negociación profunda de largo alcance que haga a un lado resentimientos y diferencias. Negociar es ceder y nadie quiere ceder. Incluso aquellos que a lo largo de sus muchos años en la política han sido un factor clave para salir de las trampas y para deshacer los complejos nudos en los que el país se ha metido. Nadie quiere imaginar el futuro porque se vive bajo la ambición de apoderarse del presente, como si al hacer esto entráramos en una especie de paso en automático a un futuro seguro y propio. No hay futuro sin reconciliación. No hay futuro sin negociación. No hay futuro si no ceden unos y otros.

No hay manera de ver más allá de elecciones o de momentos coyunturales. Pensar en el desarrollo del país significa, bajo esta premisa, hacer a un lado consignas, procesos y enconos, sin duda en muchos casos justificados. El bien mayor empieza y termina en la defensa de intereses particulares o en un protagonismo enfermizo. El país está cerca del límite. No lo va a salvar la mirada carente de rigor y complaciente del gobierno. Un día nos dicen que la economía anda en recuperación, otro en desaceleración y al siguiente que anda en recesión.



Mientras no haya una voluntad manifiesta, el futuro seguirá siendo este brutal presente. Nadie va a resolver los problemas sólo con llegar a Los Pinos. Si no tiene la voluntad de integrar al país, lo que hoy vivimos va a ser un juego de niños. Vamos a terminar más divididos, a lo que hay que sumar el gran problema que cruza el país de lado a lado y que hoy ya agobia, abruma y somete: el narcotráfico.

Nadie pareciera tener capacidad de convocatoria. La razón está en que se vive bajo la búsqueda del aniquilamiento del otro. En las elecciones PRD y PAN quieren exterminar al PRI. El PRI quiere carro completo. Calderón habla sólo con él mismo, ni en su gabinete existe el mínimo de comunicación. La gran cuestión es qué más tendría que pasar, además de lo que pasa, para que nos demos cuenta en lo que estamos metidos. El narcotráfico nos ha empezado a rodear y ya no está lejos de nadie. La política no ofrece salidas y es sinónimo de desconfianza y distancia.

La importancia de pensar en la búsqueda de darle vuelta a la página es imprescindible. Se trata de construir y para ello se requiere de un gran esfuerzo que nos lleve más que a la competencia obsesiva a la cooperación sistemática. No le estamos jugando al “todos seamos amigos”. Hay que crear las bases de un cambio porque en el fondo hacerlo no es sólo una necesidad, es un tema de sobrevivencia. Divididos ya estamos, la clave ahora es saber hasta dónde le vamos a seguir en la confrontación como forma de vida. Vivimos, además, en medio de la rentabilidad del escándalo. Va de nuevo: ¿qué más tiene que pasar?

¡OUUUCHCHCHCH!

Aseguran que se bajó de la camioneta, se identificó y en ese momento aparecieron entre los árboles como 30 pistoleros. Le dispararon, lo remataron, le cortaron la mano y la aventaron a un lado de su cuerpo.

EDITORIAL. Subiendo las miras.


Año 8, número 3426
Viernes 30, julio del año 2010

A escasos cuatro meses de que en el Estado de California se autorice la marihuana para uso recreativo. Lo que forzosamente obligará a nuestras Autoridades a reconsiderar la absurda guerra que emprendió el señor Calderón.

Y sin que la muerte de Arturo Beltrán Leyva haya disminuido en nada la violencia; sino más bien todo lo contrario, pues semana tras semana, mes con mes aumenta el numero de ejecutados.

El señor Calderón continúa su fracasada guerra (hoy llamada de otra manera) y sube las miras de sus francotiradores demasiado alto. La muerte de Nacho Coronel, pariente político del “Chapo”, tras pitazo de la DEA, en nada perjudica al Cártel de Sinaloa, pero acarreará más violencia.

Y seguramente la “ridícula minoría”, hará sentir su peso a la “abrumadora mayoría”. Y todo el Poder del Estado, en este momento acuartelado esperando la respuesta, estará a la expectativa mientras los asuntos no se pongan “a mano”.

Esta vez si tocaron un botón un alto; pero por más propaganda que pongan echándole porras a la guerra contra los organizados, la historia dice que nunca debieron de haberlo tocado.

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