lunes, mayo 11, 2009

Calderón: derroches, placeres y buena vida


En una suerte de ritual de traspaso de potestades para ejercer la opacidad, y muy probablemente la corrupción, el último de los mandatarios del PRI, Ernesto Zedillo, donó al primer presidente panista, Vicente Fox, más de 24 millones de pesos en un fideicomiso privado, fondos cuyo destino se desconoce hasta ahora. En una réplica casi de espejo, Felipe Calderón tuvo a su disposición 130 millones de pesos, que gastó en banquetes, edecanes, estudios de imagen… Estos hechos son exhibidos en el libro La corrupción azul, trabajo de investigación con el cual su autor, Daniel Lizárraga, reportero de Proceso, ganó el Premio Debate organizado por Random House Mondadori. Con la autorización de esta casa editorial y del autor reproducimos aquí el capítulo titulado Derroches, placeres y buena vida.

Cuando Felipe Calderón abrió los ojos la mañana del 6 de sep­tiembre de 2007, en su casa del barrio de las Águilas, estaba exhausto… y feliz. Durante dos años, como un robalo nadó siem­pre contra la corriente para ganar la presidencia. Pero ese día, antes de que saltara de la cama, las cosas habían cambiado tan drásticamente que su equipo de colaboradores no se daba abasto para atender las peticiones de audiencias. En la lista querían estar todos: obispos piadosos, dueños de los medios de comunicación cazando publicidad, panistas arrepentidos, priístas desbalagados, músicos solidarios, empresarios buscando contratos y funciona­rios amenazados por el desempleo.
En cuanto puso un pie en la calle aquella mañana, Felipe Calderón lo menos que podía sentirse era desprotegido. No sólo por la caravana de gente que tocaba a sus puertas. No. También porque el haber arrancado sin un peso en la bolsa durante la pre­campaña ya sería sólo un capítulo de su epopeya. A partir de ese momento tenía a su disposición 130 millones de pesos deposi­tados en un fideicomiso administrado por el Banco del Ejército (Banjército). Él, como presidente electo, podía utilizar esos fon­dos en lo que quisiera o en todo aquello que su equipo sintiera que les hacía falta. La dote del poder.
Quienes lo siguieron desde los tiempos de la precampaña cuentan que cuando Calderón renunció como secretario de Ener­gía en protesta por la reprimenda que le aplicó Vicente Fox, por haberse destapado como candidato, no contaba más que con una mesa de plástico sin paño, unas cuantas sillas, un par de computa­doras personales, un automóvil Golf blanco 1993 y una pequeña casa en renta ubicada en la calle Nueva York a la que llamaban "el gallinero", ya que el agua se metía por todos lados cuando caían chubascos.
Entre sus amigos se repartían los gastos. Su esposa Margarita Zavala tomó las riendas de la casa familiar con su sueldo de dipu­tada. En ese mayo de 2004 no tenían un peso partido por la mitad para arrancar. Pero eso era parte de la historia. Durante los tres meses que duró el periodo de transición, Felipe Calderón y sus amigos utilizaron el dinero público para pagarse suntuosos ban­quetes, comidas en zonas exclusivas de Polanco, rentas de camio­netas blindadas y, sobre todo, modelos y edecanes para engalanar sus actos y reuniones privadas, de ésas que sólo pueden verse en la televisión o en revistas. Cada día, en promedio, derrocharon 214 mil 811 pesos.
Si antes sufrieron para obtener fondos y enfrentar al gallo del gobierno foxista, Santiago Creel, ahora nadie podía impedir que ocuparan lujosas casas como oficinas, servicios de valet parking para sus invitados especiales, seguridad privada, estacionamien­tos privados, teléfonos con cuentas abiertas y flores a diario para sus escritorios. En esos tres meses gastaron 25 millones 781 mil pesos, sólo en este tipo de servicios.
La sede principal del cuartel de guerra de los calderonistas era una casona ubicada en la calle de San Francisco 1220, en la colo­nia del Valle. Se trataba de una estructura de dos plantas, estilo porfiriana, desplegada a lo largo de una esquina. La entrada era amplia y estaba justo debajo de unos ventanales que sobresalían formando una media circunferencia. Cuatro pilares de piedra flanqueaban el paso de los visitantes. Desde fuera se alcanzaba a ver una ancha escalera que luego se partía en dos. Majestuosa.
La casona tenía 1,200 metros cuadrados, nueve habitaciones que se podían utilizar como oficinas y dos salas de juntas. Des­pués de los calderonistas, empezó a despachar ahí una empresa vendedora de seguros. La renta: 20 mil dólares mensuales, según un anuncio aparecido en 2007 en la revista Expansión, especiali­zada en negocios.
Frente a la entrada existía un pequeño jardín triangular que no podía apreciarse desde la avenida de los Insurgentes, una de las más importantes en la capital mexicana, porque una fuente la tapaba. La caída del agua evitaba que el ruido de los autos tala­drara los oídos cuando se caminaba por los alrededores.
Uno de esos días, la tarde del 5 de septiembre de 2006, esta­lló dentro de esa casa una felicidad contenida durante meses. Los calderonistas veían por televisión cómo los magistrados electo­rales declaraban válida la elección. Max Cortázar, el hombre de la comunicación de ese equipo, salió de la casona. "¡Ahora sí, ya ganamos, amigos!", les dijo a los reporteros que llevaban horas esperando alguna novedad; traía la camisa empapada en champaña.
Su nombre completo es Maximiliano Cortázar Lara y es bate­rista profesional, sin título universitario. Al inicio de la década de los ochenta tocó para la Banda Timbiriche, la que marcó a toda una generación. Un profesor de percusiones argentino, Héctor Baldovinos, ha señalado a Max como uno de los mejores bate­ristas mexicanos que ha conocido. De hecho, participó en un encuentro internacional, una fiesta de los bateristas llamada Seis en el Tiempo, en la que estuvieron jazzistas de la talla de Héc­tor Navarrete, Tino Contreras, Pedro Galindo, Waldo Madera y Hernán Hecht. La crítica especializada le auguraba a Max un gran futuro, pero por alguna razón cambió las batacas por el tra­je de seda.
Uno de sus mejores amigos es Juan Ignacio Zavala, su vecino allá por la zona conocida como el Desierto de los Leones. Ambos comparten música y admiran al baterista Vine Colaiuta, quien ha acompañado al inglés Sting en sus giras mundiales. Poco a poco, la familia Zavala fue acercando al percusionista a las filas del panis­mo hasta convertirlo en miembro activo. Por aquellos años, Max estrechó por vez primera la mano de Felipe Calderón, cuando éste pretendía a Margarita, la hermana de su amigo.
Max Cortázar dejó la seducción del jazz por el vértigo de la política. Juan Ignacio Zavala lo colocó primero en la Procuradu­ría General de la República, luego pasó a la Secretaría de Rela­ciones Exteriores y más tarde a la Presidencia como director de medios nacionales y estatales. Felipe Calderón lo llamó a su lado desde 2004. Desde entonces se han hecho inseparables.
Con la misma fuerza que golpeaba la batería en la Banda Timbiriche, moviendo rítmicamente un enorme copete, ahora reprende a los medios que critican al calderonismo. En diciembre de 2007 llamó al conductor de Monitor, José Gutiérrez Vivó, para advertirle que estaba castigado, y dependiendo de su conducta, podría reconsiderarse una negociación. Estos noticieros radiofó­nicos murieron de inanición ante la falta de espacios comerciales. Antes, desde mayo de ese mismo año, excluyó a la revista Proce­so de cubrir las actividades presidenciales dentro del país y en el extranjero. Su tolerancia no aguantó más de cinco portadas. Max Cortázar está perdiendo el cabello.
¿Qué más podía pedir Felipe Calderón la mañana del 6 de septiembre mientras se lavaba los dientes? Ya tenía la banda pre­sidencial, una constancia de mayoría, un equipo de leales cola­boradores, un Estado Mayor Presidencial a sus órdenes y una abundante bolsa de recursos públicos a su disposición. Quizá sólo había que diseñar una estrategia efectiva, casi quirúrgica, para ren­dir protesta ante el Congreso de la Unión sin ensuciarse el traje. Pero eso vendría después, para él y sus amigos ésos eran días de fiesta, que su triunfo resonara en todos lados.
Cuando Calderón dejó de nadar contra la corriente, la agencia de modelos Multinivel recibió una llamada para solicitarle urgen­temente dos edecanes. La dueña, Leticia Gómez Islas, envió a dos extranjeras. La llamada la hizo una voz que se identificó como Hugo Martínez Mier, miembro del equipo de transición asigna­do a la coordinación de eventos.
El recibo de honorarios, a nombre de Leticia Gómez, dice: "Pago de servicios de modelos 7 de sep. 2006".Luego, con una letra medianamente legible, agregaron: "Pago de servicios por hora extra. Mismo evento". El desembolso fue por 5 mil 290 pesos.
Cuando desplegué el primer vínculo de Multinivel aparecido en internet, brotó una mujer en tanga blanca; de su cadera caía un grueso cinturón negro al estilo de los pistoleros del viejo oes­te. Una camiseta anudada entre los senos y el ombligo dejaban ver un vientre plano como una llanura. Siguiendo sus piernas, delgadas como largas agujas, mi mirada llegó hasta un pequeño texto plagado de faltas de ortografía:Proveemos a empresas expositoras de modelos y edecanes para rea­lizar la imagen de su compañía. Asimismo proveemos de mode­los para comerciales de televisión y películas. Los ­servicios con los que contamos como agencia de modelos y edecanes son de primera línea, mismas que manejan diversos idiomas, como son el inglés, francés, alemán, portugués, italiano y japonés. Somos una empresa establecida y con amplia experiencia en este rubro operando desde 1987 y a la fecha contamos con haber participado, otorgando apo­yo de nuestro equipo de trabajo en fechas anteriores…
El recibo, marcado con el número 1437, indicaba que la agen­cia estaba ubicada en la calle Elefante 81 penthouse 3, colonia del Valle. A unos cinco minutos del cuartel central de los calderonis­tas. Al llegar a ese sitio encontré un edificio de 10 pisos y, según el vigilante —un guardia privado de abultado abdomen—, ahí no había oficinas ni agencias de modelos. En el Registro Públi­co de la Propiedad de la ciudad de México tampoco aparecieron referencias sobre esa firma y no se encontraron otras propiedades de giro comercial a nombre de Leticia Gómez, al menos hasta el 7 de julio de 2007.
En su página en internet, Multinivel afirmaba contar con experiencia en el manejo de reuniones gubernamentales, pero tampoco hubo rastro de ella en el sistema Compranet, donde las dependencias tienen la obligación de registrar todas sus adquisi­ciones. El director de la agencia ZC Model Management —una de las más importantes en el ramo—, Luis Tagle, afirmó no tener idea de la existencia de ésta.
Al desplegarse el sitio Multinivel aparecieron modelos como Mariana, quien vestía de mezclilla, descalzada y debajo de la chaqueta asomaba discretamente su desnudez. Otra modelo, de nombre Amalia Bar, estaba en traje de baño negro, posaba su cuerpo libre de grasa recargado sobre una barra de fina made­ra que bien podría ser el interior del algún yate. Petra Hlo, de apariencia extranjera; ojos verdes, piel blanquísima y el cabe­llo rubio recortado a la altura del cuello. En la foto inclinaba el tronco hacia adelante, mostrando parte de los senos; detrás había una jaula con tigres.
En Elefante 81 sólo pude encontrar el domicilio de Leticia Gómez Islas, quien la única vez que señaló haber atendido al equi­po de transición fue ese 7 de septiembre. En los actos oficiales posteriores para los que se contrataron a edecanes por parte del equipo de transición no volvieron a llamarla.
—¿A dónde mandó a sus modelos? —le pregunté a la dueña de la agencia cuando pude contactarla por teléfono.
—Fueron dos extranjeras. Las mandé a las oficinas de la colo­nia del Valle. Me habló el señor Hugo Martínez diciendo que las querían para ese mismo momento, en calidad de ya. Me hubie­ra gustado mandar a dos mexicanas por el tipo de evento del que se trataba, pero no fue posible. Era un trabajo para ahorita. Nos recomendaron dos de nuestros mejores clientes de la Cámara de Diputados y del Senado.
—¿Recuerda la fecha?
—insistí mientras trataba de encontrar alguna otra pista observando el recibo.
—No, pero fue antes de que Felipe Calderón fuera presiden­te. Es más, yo no tengo nada que ver con él, ninguna relación personal. A mí me llamaron para contratar el servicio de mode­los, como lo vengo haciendo desde hace 20 años.
—¿Fue para festejar la entrega de la constancia de mayoría?
—Sí, creo que para eso.
—¿Cómo lo explica si el festejo por la constancia fue dos días antes, el 5 de septiembre?
—No recuerdo bien, pero estoy segura de que fue para un evento chiquito.
—¿A qué evento se refiere, si el día 7 de septiembre no hubo festejos públicos?
—¡Claro que sí hubo! —para entonces, Leticia Gómez ya estaba endureciendo el tono de la voz; sus respuestas eran rápi­das, cortantes, estaba a punto de estallar.
—El presidente electo sólo tuvo reuniones de trabajo ese día. La celebración por la constancia fue el 5 de septiembre…
—¿Cómo que no? Claro que sí hubo festejo: a mí me habla­ron para enviar a las modelos en calidad de urgente.
—¿Por qué su empresa no aparece en el Registro Público?
—Porque trabajo como persona física. Lo que te puedo decir es que a mí me pagaron por dos modelos, como te dije, para un evento chiquito. Además, en el Registro Público de la Propiedad no te informaron bien: el alta de la empresa ya está en trámite.
En seguida, a través del auricular escuché ese punzante soni­do que producen los números ocupados. Colgó.

De La Gloria al infierno


MÉXICO, DF, 8 de mayo (apro).- La Gloria es un pequeño pueblo de Veracruz que hasta hace unas semanas pocas personas en el país y en el mundo sabían de su existencia. Sin embargo, a partir de la sospecha de que ahí pudo haber brotado la pandemia del virus de "influenza porcina" --que por razones comerciales 'mutó' a virus de "influenza humana"--, su historia cambió, como lo hace el viento, y su nombre glorificado fue tomado como una maldición, como la cuna de la nueva peste que hasta hace unos días amenazaba la existencia humana en los albores del siglo XXI.
Hoy que el AH1N1 o virus de influenza humana casi desaparece de los medios por orden presidencial, vale la pena recuperar la historia de este pueblo, una comunidad de mitos, como es el mexicano, que llegó a ser el centro de atención mundial.En un principio, la noticia que apareció en los diarios locales desde febrero, sobre una comunidad de la región de Perote, Veracruz, que estaba siendo azotada por los aires hediondos de una granja criadora de puercos, provocando que la gente se enfermara de una rara fiebre que los llevaba hasta la muerte, se perdió en la mar de noticias inundadas por el narcotráfico.
Pero cuando el presidente Felipe Calderón apareció casi a la medianoche del jueves 23 de abril reconociendo la existencia de una nueva cepa del virus de la influenza, la historia de La Gloria comenzó a escribirse con letras rojas y amarillas, pues al día siguiente muchos reporteros locales, nacionales e internacionales, que antes venían a buscar los muertos de la guerra contra el narcotráfico, ahora voltearon hacia la comunidad veracruzana, tratando de encontrar en sus tierras el punto de partida de la pandemia, algo que hasta hora pone en duda el virólogo mexicano Carlos Arias, uno de los más reconocidos en el país.Como ha ocurrido en otros pasajes históricos del mundo que han causado heridas sociales, la comunidad de La Gloria ha cobrado importancia sin que lo buscara, de manera completamente accidental, pues si el virus de influenza porcina no se hubiera presentado en México, sino en China o en cualquier otro país, su nombre jamás hubiera traspasado las fronteras de esta zona árida en la que los ventiscas forman nubes de tierra que cubren por instantes el cielo.Pero siendo justos, La Gloria ya había empezado su peregrinar en los medios de comunicación años antes, desde el 2004 cuando iniciaron las denuncias de contaminación de los mantos freáticos y el aire, en contra de la empresa Granjas Carroll de México SA (que pertenece en 50% a la firma estadunidense Smithfield Foods Inc), la cual fue instalada en 1994 en esta zona que colinda con Puebla, luego que en Virgina, su sede, también fuera denunciada y expulsada por ser un foco contaminante desde 1985.La gente de la zona en la que colindan Puebla y Veracruz, campesinos empobrecidos, protestaron por la instalación de esta granja, alegando que los restos de sus 500 mil cerdos contaminaban la tierra, el aire y el agua.Sus voces fueron acalladas por las denuncias penales que presentaron los dueños de la granja, quienes alegaron difamación, así como por la indolencia cómplice del gobernador priista Fidel Herrera, que eludió una y otra vez se manchara la imagen de esta empresa trasnacional de la que al parecer recibió apoyo en su campaña electoral.Pero las protestas volvieron a avivarse cuando en marzo de este año se registraron los primeros casos de la extraña gripe que, en pocos días, se había extendido por las arenosas calles contagiando a mil 300 personas, de las que la tercera parte registraba severas infecciones respiratorias, fiebre, tos y otros síntomas similares a las de la influenza humana.El contagio fue tan severo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) mandó de inmediato al gobierno mexicano un informe sobre la presencia de este fenómeno atípico de enfermedades respiratorias en plena primavera, a lo cual se respondió de manera oficial que el brote "no era grave".A partir de entonces, pero sobre todo cuando la noche del 23 de abril se reconoció oficialmente la presencia de la pandemia de la nueva cepa de influenza en el Distrito Federal y otras entidades, y luego en Estados Unidos, el nombre de La Gloria comenzó a mencionarse hasta la saciedad en el ciberespacio, señalándola como la "cuna del virus". Así, la comunidad fue estigmatizada en todo el mundo y sus familias fueron presas de una mala fama, como las portadoras de la nueva influenza a la que llegaron a comparar con la "gripe española" de principios del siglo pasado, que cobró la vida de millones de personas en todo el mundo.Los rostros morenos curtidos por el sol y la tierra de los habitantes de La Gloria fueron entonces registrados por las cámaras fotográficas y de televisión de los reporteros que en caravana llegaban hasta ella para dar una imagen de los primeros infectados. ¿Cuantos ojos nos los vieron sin que ellos se dieran cuenta? Muchos, tal vez millones.Edgar Hernández, de apenas cinco años, era el más buscado de todos los que habían padecido la rara gripe, pues se había comprobado que a pesar de que tuvo el virus había sanado con apenas un tratamiento de analgésicos y un antibiótico que le recetaron en el centro médico de la comunidad.Para muchos era el "paciente cero", el punto de partida, el origen, la génesis de esta pandemia, "el milagro" que el mundo tendría que conocer, pues del febril infierno de la influenza había regresado a su casa en La Gloria sólo con paracetamol y amoxicilina, algo que hoy pone en tela de juicio el virólogo Carlos Arias, pues dice que aún faltan exámenes científicos que corroboren que fue infectado por ese virus.Durante varios días los ojos del mundo globalizado de la informática se posaron en la pequeña comunidad veracruzana y, en cuestión de segundos, la conocieron en Europa, Asia, África y América.Pero no como sus habitantes hubieran querido, por algún milagro que trajera el progreso y el bienestar tantas veces reclamado, sino como la fuente de la mayor amenaza viral de los últimos años que ha cancelado actividades en el Distrito Federal, alarma en Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia, cancelación de vuelos y la estigmatización internacional de los mexicanos.Así, temerosos, de una día a otro los habitantes de este pueblo se encerraron en sus casas, dejaron de trabajar o de andar por las calles de la comunidad y pasaron de la gloria al infierno, como si les hubiera caído la maldición de la peste bíblica del Apocalipsis. Pero no contaban con la destreza política del gobernador Fidel Herrera que, raudo, sacó dinero de su bolsillo, mandó a pintar las casas, a pavimentar algunas calles y a vaticinarles a los habitantes que él los rescataría del infierno y de su mano los llevaría de nuevo a la gloria, escribiendo así una nueva historia surrealista de la política mexicana.
Comentarios: gil@proceso.com.mx

Autoelogio... ¿merecido?


México celebra el regreso a la normalidad. El presidente describe cómo el país salvó al planeta entero. Se escuchan aplausos por doquier ante la respuesta firme, la ciudadanía comprometida, el sistema de salud que salió airoso. Y sin duda hay algunos motivos para celebrar, sobre todo a la luz de lo que pudo haber sido y no fue: la pandemia pronosticada que no ocurrió. En lugar de pelear entre sí como acostumbran hacerlo, el gobierno federal y el capitalino lograron coordinarse. En vez del pasmo se impuso la acción. Las encuestas revelan a una población mayoritariamente satisfecha con lo que se hizo, con lo que se decidió, con el cúmulo de medidas instrumentadas. México respondió con contundencia y merece ser reconocido por ello. Laurie Garrett, experta en salud pública global y autora de The Coming Plague Newly Emerging Diseases in a World out of Balance, ha sugerido: “Creo que todo el mundo debería estar diciendo ‘gracias, amigos’, a los mexicanos, por el tremendo sacrificio que han hecho”. Pero entre espaldarazo y espaldarazo será crucial que el país no pierda de vista la necesidad del post-mortem balanceado. La importancia de las preguntas incómodas. El reconocimiento de los errores cometidos y las carencias reveladas. Porque esta crisis produce motivos para celebrar pero también razones para lamentar. Habrá que ir más allá de las arengas nacionalistas y aprovechar la coyuntura para detectar lo que no funcionó, lo que no ocurrió, lo que no debe propiciar el autoelogio sino la autocorrección. Ojalá que el virus sirviera como catalizador para la crítica constructiva; ojalá fuera visto como una oportunidad para colocar a México bajo el microscopio y así detectar lo mucho que todavía está mal. Porque es probable que, conforme más información vaya saliendo a la luz, México será ovacionado por lo que hizo cuando la crisis viral fue detectada, pero criticado por todo aquello que no hizo a tiempo para prevenirla.Hay una realidad incontrovertible que tanto el gobierno como la ciudadanía deben conocer y encarar. La Organización Mundial de la Salud ha revelado que desde el 11 de abril alerta a México sobre casos inusuales de neumonía atípica, pero el gobierno mexicano niega la gravedad de lo notificado. Es una incógnita si la información no fluyó de manera adecuada por parte de los estados al gobierno federal, si la descentralización contribuyó a la falta de coordinación, si los encargados de reportar casos de influenza desconocían el protocolo correspondiente. Lo cierto es que la demora tiene un impacto y evidencia que el país aún no sabe investigar, procesar y avisar sobre este tipo de enfermedades con base en las mejores prácticas a nivel internacional. El 16 de abril la OMS pide más información a raíz de reportes que han surgido en los medios. Finalmente, el 23 de abril comienza una estrategia gubernamental de “apaga-incendios” – basada en la clausura de las escuelas– que probablemente pudo haber sido menos drástica si se hubiera detectado el problema con anterioridad y actuado velozmente. De haber existido laboratorios mexicanos especializados, probablemente se hubiera ganado tiempo valioso. De haberse asumido con mayor seriedad los brotes infecciosos cerca de la granja porcina en Veracruz, probablemente el gobierno hubiera contando con más información de la que tuvo cuando tomó la decisión drástica de clausurar los espacios públicos en el Distrito Federal y a lo largo del país. De haber institucionalizado medidas para la detección temprana de enfermedades epidemiológicas, quizás tanto Felipe Calderón como Marcelo Ebrard hubieran tenido más margen de maniobra ante el microbio mutante. De existir mejores controles sanitarios y ambientales sobre granjas como la de El Perote en Veracruz, quizás México no padecería lo que padece ahora. De haber contado con herramientas más precisas, el gobierno no hubiera tenido que responder a macanazos. Pero las demoras, los rumores, la información incompleta, la colusión entre gobernadores y granjeros, los diagnósticos inconsistentes y las cifras danzantes sin duda contribuyeron a agravar la situación. Provocando un golpe brutal a la actividad económica, al turismo, al empleo, a la inversion, al PIB, a la imagen de un país que ya era visto con sospechosismo en el ámbito internacional. Pero más importante aún: El H1N1 pone al descubierto un sistema de salud que, según un magnífico reportaje en El País, se vuelve “cómplice del virus”. Porque por un lado está el caso de Manuel Camacho –político prominente atendido inmejorablemente en un hospital privado–, quien sobrevive a la infección. Pero, por otro, está el caso de Óscar Manuel –niño de cinco años proveniente de una familia sin recursos, rechazado en dos ocasiones por un hospital público–, quien sucumbe ante ella. El primero es tratado con guantes de seda; el segundo recibe sólo puntapiés. El primero tiene acceso a cuidados médicos de Primer Mundo, mientras que el segundo se enfrenta a la realidad de un sistema desvencijado. Las esperas eternas, las citas esporádicas, las medicinas inconseguibles o excesivamente caras, los trámites interminables, los médicos ausentes, los diagnósticos tardíos, los antivirales agotados, la desconfianza de tantos frente a instituciones que no funcionan como debieran. La larga lista de razones que explica por qué hay muertos en México pero no en otras partes. El gobierno se vanagloria del incremento en los recursos destinados al sector salud, pero ante las cifras ostentadas emergen las interrogantes inevitables. ¿Cuántos recursos se destinan al pago se sueldos sindicales y al mantenimiento de “derechos adquiridos”? ¿Cuántos se canalizan a ampliar la cobertura, mejorar los servicios, promover la investigación, instalar nuevos laboratorios, entrenar investigadores de clase mundial? Y si los servicios de salud son tan buenos, ¿por qué la clase política no los usa? ¿Por qué si –como argumenta el presidente Calderón– el sistema de salud “está respondiendo de manera adecuada”, México se ve obligado a solicitar fondos de emergencia al Banco Mundial, a pedir apoyos al BID, a recibir el donativo de tapabocas chinos en el aeropuerto de la Ciudad de México a la 1:30 a.m.? La respuesta a estas interrogantes no debe ser la autocomplacencia, sino la corrección de los errores. La respuesta ante las semanas que vivimos en peligro no puede ser tan sólo un discurso en el cual se celebra la valentía de los mexicanos, sino la remodelación de un sistema de salud que no los cura a tiempo. La respuesta frente a los féretros no debe ser una condecoración nacional por “haber salvado a la humanidad”, sino el compromiso de salvar a más mexicanos. Si es cierto –como sugiere Felipe Calderón– que la adversidad forja el carácter, entonces el del gobierno mexicano aún está a prueba.

Ahumada y las carcajadas de Salinas


MÉXICO, D.F., 11 de mayo (apro).- Carlos Salinas debe estar feliz desde alguno de sus escondrijos, carcajeándose, porque el escándalo detonado con el libro de Carlos Ahumada, Derecho de réplica, consuma el objetivo central que diseñó con precisión: Acreditar que todos los políticos de México, no sólo los priistas y panistas, son iguales.
Todos, ambiciosos, corrompen y se corrompen.
Todos, mezquinos, traicionan y son traicionados.
Todos, arrogantes, justifican la inmoralidad.
Todos, cínicos, niegan las evidencias.
Todos, en suma, forman parte de la misma escoria.

Pero no sólo los políticos son idénticos: En el libro de Ahumada --un contratista de medio pelo del que se ríen otros de su misma ralea, los traficantes de influencias como Claudio X. González o Ricardo Salinas Pliego-- se despliegan deleznables conductas de empresarios, clérigos, encuestadores, directivos de medios y hasta de periodistas que son colocados en un nivel análogo.
Ya desde el inicio de su sexenio negro, y aun desde antes, se sabía: Salinas corrompía hasta las piedras y, de no lograrlo, procedía a la represión, que en cientos de casos se tradujo en asesinatos políticos.
El mismo día de su toma de posesión, el 1 de diciembre de 1988, ordenó a tropas del Ejército secuestrar y desaparecer personas, que fueron torturadas en el Campo Militar Número 1.
Nada de raro tiene que después del catastrófico fin de su sexenio --que lo fue más para los mexicanos-- rumiara, no la reivindicación personal y política de su gestión –imposible por su origen ilegítimo--, sino la venganza, en especial por el encarcelamiento de su hermano Raúl, y poner a salvo los grandes intereses que él fortaleció.
Hay que decirlo claro: Esos grandes intereses no corrían ningún riesgo con Vicente Fox y el Partido Acción Nacional (PAN), como ha quedado demostrado en casi nueve años, y tampoco parecían correrlo en mayor grado con una eventual gestión de Andrés Manuel López Obrador, pero un político como Salinas sabe que no hay que dejar margen de error. Por eso cuando Ahumada lo enteró del material que poseía, consistente en filmaciones sobre cómo entregaba dinero a policastros perredistas, no procedió como lo hacen los demócratas, dando vista a las autoridades para que investiguen si se cometió un delito, sino como un mafioso, tal como lo describe el propio Ahumada, la noche en que, acompañado de la amnésica Rosario Robles, vio los videos, entre otros los de René Bejarano.
"Salinas prendió su computadora, puso el disco y comenzaron a aparecer las imágenes de Bejarano en la pantalla. Debo confesar que durante el tiempo que lo traté, nunca lo vi tan emocionado: Le brillaban los ojos y sonreía. Dijo algo así como: 'Es muy, muy duro, devastador. Con esto están acabados'. Aunque hacía todo por disimular su emoción, ésta lo sobrepasaba. Después puso el de Carlos Ímaz, al que ya no le prestó tanta atención, aunque también le pareció muy bueno, y bajamos a reunirnos con Rosario. Él había quedado totalmente complacido con la muestra que le había dado, tan lo estaba que la reunión se alargó hasta las 5 de la mañana, acompañada de varias botellas de vino francés que nos ofreció"."Esa noche, Salinas estaba muy entusiasmado, muy alegre". Y cómo no si tenía la coartada perfecta: Si el principal personaje que parecía filmado, que era candidato a diputado local, había sido secretario particular de López Obrador, entonces éste no era el político honesto que se promovía y, por tanto, era como todos, corrupto, y no merecía gobernar la capital del país.
Esa fue justamente la demanda que siguió a la exhibición de los videos, en marzo de 2004, y la hizo nada menos que quien era presidente del Senado, Diego Fernández de Cevallos, a quien se identifica como cómplice de Salinas desde mucho antes de que Ahumada lo denomine "títere".
La asociación de estos personajes, ya cuajada para 2005, desembocó en la elección de 2006: La coalición de intereses, de la que Ahumada sólo describe una parte, recurrió hasta el fraude para imponer al que fuera, menos a López Obrador. Puedo haber sido Roberto Madrazo, pero resultó más funcional Felipe Calderón, aunque --como es obvio-- bastante más inepto. Salinas, sin embargo, logró otros de sus propósitos: Liberar a su hermano Raúl, quien lo había amenazado con decir públicamente que parte de los más de 100 millones de dólares depositados en Europa provenían de la partida secreta si no lo sacaba de la cárcel –un episodio que confirmó Luis Téllez--, y demostrar que no hay políticos que no operen al margen de la corrupción. Políticos, empresarios, clérigos, encuestadores y periodistas, todos iguales, hasta en negar las evidencias, como ocurrió en cascada desde que se dio a conocer parte del libro, incluyendo al propio Salinas, que lo hizo a través de Fernández de Cevallos: "Lo volvería a hacer." Por cierto, no extraña el comportamiento de los habituales amanuenses del poder: Los que han sido exhibidos por batirse en la corrupción y en las componendas creen --como pretende Salinas-- que todos tienen que ser iguales que ellos…
Apuntes
El corresponsal del diario El Universal en Argentina se entrevistó allá con Ahumada, quien presuntamente reveló que tiene todavía mucho… Es inaudito: Un impostor como Vicente Fox, otro subordinado de Carlos Salinas, recibió el pasado lunes 11 el doctorado Honoris causa de la Universidad Emory de Atlanta, Estados Unidos, "por su liderazgo internacional en temas de democracia y por sus iniciativas emprendedoras". Ni unas ni otras son auténticas… El PAN decidió poner fin al pacto de impunidad con el gobernador de Puebla, Mario Marín, quien operó a favor de Calderón en 2006 y, al menos en esta campaña, ya reactivó las grabaciones con Kamel Nacif para evitar la debacle. Tiene razón Sartori: "La derecha hace de la imagen su única oferta."
Comentarios: delgado@proceso.com.mx

Espionaje contra la paz


Un intruso asaltó el buzón electrónico de Servicios y Asesoría para la Paz, AC (Serapaz) y robó y destruyo información en curso y depositada en los archivos de esa organización civil. Un acto de esta naturaleza no sólo implica el apoderamiento ilegal de datos privados sino que constituye una amenaza, hace recapacitar a la víctima sobre la fragilidad de su estructura y también la hace consciente de que un poder la ha colocado en el foco de su atención y por lo tanto puede inferirle mayor daño aun.El 6 de mayo Serapaz emitió un comunicado en que "informa y denuncia ante la opinión pública que ha sido víctima en los últimos días de espionaje electrónico y destrucción de correos electrónicos de su cuenta institucional."El día de hoy con la ayuda de un experto fueron identificadas entradas de intrusos en el servidor donde se encuentra la correspondencia electrónica institucional de Serapaz, señalando claramente las horas de entrada, la cantidad de correos sustraídos y la dirección a la cual fueron enviados. Esta dirección es un correo que sirve de pantalla para evitar identificar al agresor".La comisión de un delito informático es grave de suyo. Pero lo es más si se considera cuál es el bien público atacado, el valor social puesto en jaque. Serapaz es una organización civil "sin fines de lucro que trabaja para la paz y la reconciliación mediante esfuerzos de mediación y transformación positiva de conflictos". Esa es la tarea afectada por el espionaje, y de ello se deriva la peligrosidad del ataque. Se trata de una agresión y un amago a esfuerzos que, en sentido contrario a la crispación social prevaleciente buscan el imperio de la convivencia respetuosa y el diálogo como vía de entendimiento en situaciones críticas. No es exagerado considerar que el hackeo a Serapaz se inscribe en la grave tendencia a criminalizar la protesta social, dadas las iniciativas a que está y ha estado vinculada esta benemérita oficina.Serapaz nació a partir de la experiencia de la Comisión Nacional de Intermediación, que entre 1994 y 1998 promovió las conversaciones de paz en Chiapas, entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno federal. Poco después del alzamiento indígena y por los muchos títulos que lo calificaban para esa misión, el obispo de San Cristóbal de las Casas, don Samuel Ruiz fue llamado a mediar entre las partes del más grave desafío al Estado mexicano. Con humildad y clarividencia, el prelado comprendió la necesidad de institucionalizar la mediación y aunque se mantuvo en el centro de esa tarea, convocó a ciudadanas y ciudadanos eminentes a que contribuyeran, con una autoridad moral semejante a la suya, al diálogo que pudo llevarse a cabo en su propia sede episcopal, en la selva y en San Andrés. Al mismo tiempo la Conai generó un pequeño pero eficaz aparato que no sólo se ocupara de la logística sino de proveer sentido político e histórico a sus tareas. Al concluir la misión de la Conai, su secretario ejecutivo, Miguel Álvarez Gándara organizó Serapaz, presidido por el propio don Samuel. Allí su talento y dedicación ha contado con la colaboración invaluable de Dolores González Saravia, su actual directora, y de Pablo Romo, que dirigió en aquella diócesis el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de la Casas.Serapaz realiza, callada y eficazmente, tareas permanentes como la Escuela de Paz y el Observatorio de la Conflictividad Social en México y promueve "la transformación de conflictos a través de la promoción y articulación de procesos e iniciativas civiles". Organiza "procesos que contribuyan a la construcción de la paz" y se ocupa de tareas de investigación y producción editorial en el mismo sentido.Entre las iniciativas que Serapaz articula se encuentra el movimiento Paz con Democracia, el Frente Nacional contra la Represión y Diálogo Nacional, que de distintas maneras procuran la instauración de una sociedad donde se respeten los derechos humanos y el gobierno ejerza una política que beneficie a las personas.Los buenos oficios de Serapaz se han hecho necesarios en conflictos en que actúa como instancia mediadora. Son incontables sus aportaciones en ese terreno. Para sólo citar algunas de las coyunturas en que ha actuado, cabe citar que en 2006 contribuyó a que la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca fuera reconocida por el gobierno federal y dialogara con ella. Algunos de sus miembros realizaron tareas de conciliación en el conflicto magisterial de Morelos, el año pasado. Y está en curso su participación en la búsqueda de soluciones al grave conflicto generado en Zimapán, Hidalgo, por la construcción de una planta receptora de residuos tóxicos, rechazada por la población por su propia peligrosidad y las experiencias adversas que esa ciudad ha sufrido por la explotación minera que no considera el daño que sus prácticas causan a la sociedad. Así mismo, en este momento Serapaz es el motor de la campaña Libertad y Justicia para Atenco, un movimiento de gran presencia pública destinado a obtener la excarcelación de ciudadanos que además de haber sido vejados y golpeados en mayo de 2006 están pagando con cárcel no sus propias culpas sino las de sus agresores, policías federales y estatales, ninguno de los cuales ha sido sometido a proceso.Hasta el reciente 21 de abril, y por la generosa disposición de sus animadores, Serapaz fue la sede de la Comisión de Mediación (Comed) formada un año atrás, a fines de abril de 2008, a instancias del Ejército Popular Revolucionario para que por su conducto el gobierno federal accediera a presentar con vida a Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, militantes de esa organización armada hechos desaparecer en Oaxaca pronto hará dos años. Al domicilio de Serapaz acudieron más de un vez los delegados de la Secretaría de Gobernación en los turnos de conversación que no se efectuaban en Bucareli. Y allí se reunían los mediadores para la realización de sus tareas, que incluyeron encuentros con las familias de los detenidos-desaparecidos y personas que a título o individual o como representantes de instituciones compartían el interés de la Comed por cumplir el objetivo que promovió su constitución. A lo largo de casi un año, hasta que sus miembros resolvieron disolverla, frente a la falta de voluntad política gubernamental, la Comed se benefició de la hospitalidad al mismo tiempo eficaz y grata de Serapaz. En prevención de la curiosidad malsana que sus actividades suscita en los órganos de seguridad nacional, los teléfonos de los mediadores se entregaban en depósito mientras conversaban, a fin de que los aparatos no sirvieran para captar información que nunca fue secreta pero pertenecía al dominio privado de la Comisión. Una precaución como esa no logró, por desgracia, evitar el asalto informático a ese domicilio donde se trabaja a favor de la paz.

Aparecen en Guerrero y Morelos ocho narcomantas con mensajes a Calderón


CHILPANCINGO, Gro., 11 de mayo (apro).- Autoridades estatales y federales confirmaron hoy la aparición de ocho narcomantas con mensajes dirigidos al presidente Felipe Calderón en distintas ciudades de los estados de Guerrero y Morelos.
En puentes peatonales de las principales avenidas del puerto de Acapulco fueron colocadas dos narcomantas, dos más en Zihuatanejo y otro par en Chilpancingo (en las avenidas Vicente Guerrero y Juan N. Álvarez), en tanto que las otras dos aparecieron en pasos a desnivel en Cuernavaca, Morelos.Todas las mantas tenían el mismo mensaje: "A Felipe Calderón Hinojosa (Presidente de la República). Estamos consientes (sic) de nuestros actos, pero en total desacuerdo que involucren a padres, hermanos y familiares. Es una regla mundial que ha existido en todos los tiempos (la familia se respeta) nosotros le preguntamos. Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palominos, Armando Espinoza de Benito y todos los que participan en los abusos y arbitrariedades que están haciendo en contra de la mayoría de mexicanos. Si sus familias son culpables de sus actos y si deben pagar por éstos. Esperamos abra los ojos, de la clase de gente que en los cargos públicos. Nosotros no rompemos el código. La familia se respeta". En conferencia de prensa, el comisionado de la Policía Federal en esta capital, Rodrigo Esparza Cristerna, señaló que las ocho narcomantas aparecieron a poco menos de una semana de que policías federales detuvieron en Cuernavaca, el pasado miércoles 6, a 14 presuntos integrantes del cártel de los Beltrán Leyva, entre ellos un hombre conocido como José Alberto Pineda, El Borrado, encargado de las operaciones en Guerrero y Morelos, cuya identidad se investiga porque llevaba consigo varias credenciales, todas ellas falsas.Entre los detenidos ese día también están Salomón Pineda Bermúdez, de 73 años, y Humbertina Villa Ortuño, de 70, ambos originarios de Zirándaro, Guerrero, y presuntos padres de El Borrado, quien es hermano de Mario Pineda, conocido como El MP.Los 14 detenidos fueron capturados en una casa ubicada sobre la avenida Reforma número 298, colonia Vista Hermosa, en Cuernavaca, Morelos.Según la Secretaría de Seguridad Pública federal, entre los detenidos se encuentran varias mujeres que podrían ser familiares de El Borrado y El MP: Rosalba Villa Ortuño, de 57 años; Leonor Villa Ortuño, de 46, Y María Reyna Osorio Urióstegui, de 47 años.

EDITORIAL. Del espuriato a la dictadura.

Año 8, número 3159
Lunes 11, mayo del año 2009


Mientras el Presidente de la esperanza, Obama, se ve imposibilitado de cumplir sus promesas de campaña, a tal grado que ha enviado más tropas a Afganistán y ha alentado a Pakistán para que combata abiertamente a los musulmanes radicales que acosan al gobierno. Sin omitir que acaba de declarar que los juicios de Guantánamo se reanudarán, a lo que terminantemente se opuso durante su campaña.

Por lo que mejor se ha volcado, junto con su esposa, que en este renglón lo secunda estupendamente (la negrita está encantada) hacia la frivolidad e indolencia, toda vez que se está dando cuenta de que él no es quien gobierna, sino las poderosas trasnacionales.

Cabiendo recordar las palabras de Carlos Marx, cuando dijo que: “Los Ejecutivos de los Estados modernos, no son otra cosa que el comité de administración de los negocios de la burguesía”.

En nuestro México, aprovechándose del pánico mediático que provocó la “terrible pandemia” de la Influenza Porcina, el señor Calderón impuso de manera por demás arbitraria, un Estado de Excepción que aún, a pesar de que ya ha pasado el inminente peligro de contagiar al mundo entero, no ha levantado.

Por lo que en nuestro México (o lo que queda de él) las garantías individuales han sido suspendidas; y por consiguiente el Estado de Derecho no existe y en consecuencia la Democracia tampoco.

Por lo que continuar con las campañas políticas que en Julio deberán determinar quienes serán los que vengan a sustituir a quienes de entrada avalaron el espuriato del PAN.

Y ya de salida permitieron que el michoacano nos endeudara por generaciones enteras, es simple y sencillamente perder el tiempo y hacerles al caldo gordo a quienes nos gobiernan, presumiendo ante el mundo que vivimos en una Democracia que de facto no existe más que en la perturbada mente de quienes tienen secuestrada a la Nación.

http://www.diariolibertad.org.mx/diario/index.php

Columna Asimetrías. El Artículo 39

Por Fausto Fernández Ponte










11 mayo 2009
ffponte@gmail.com




"México se está yendo por el caño y ello que amerita soluciones urgentes y bien
pensadas de todos los mexicanos".


Rogelio Raudales.

I

El artículo 39 de la Constitución Política (Título Segundo, Capítulo I) de los 31 Estados Unidos Mexicanos y el Distrito Federal reconoce --y así establece-- que "el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno". Empero, a ese postulado constitucional la misma Carta Magna le impone condicionamientos que a no pocos conciudadanos antojaríansele sofisteros y hasta llanamente falaces.

Más aun, no son pocos los especialistas en asuntos de constitucionalidad --como el desaparecido y admirado Emilio Krieger y Adalberto Saldaña Harlow-- que descorren los velos que ocultarían esa contradicción entre la ambigüedad del "inalienable derecho de alterar o modificar" la forma de gobierno y el cómo realizar esa alteración o modificación. Los artículos 40 y 41 fijan las reglas. Reglas de candado, añadiríase.

Y las reglas, a la luz de la experiencia corriente, parécenle una rábula paralógica, alambicada, a mexicanos escolarizados e informados en las sutilezas del derecho constitucional y con desarrollada conciencia política de las trampas de la ley y la realidad social, económica y política, pues esos tres artículos de la Constitución impiden, precisamente, ejercer el derecho a alterar o modificar la morfología o la apariencia del gobierno.

A otros ciudadanos menos versados en las peculiaridades e intríngulis de la hermenéutica de la Ley Fundamental y sus ordenamientos o leyes secundarias o reglamentarias, pero dotados de
un muy desarrollado sentido del registro de la realidad y poseedores de una intuición política sensible y fina, los artículos constitucionales citados les parecen también una contradicción
tramposa. Dicotomía que en ciertos círculos entenderíase aviesa. Un recurso que, cual cimitarra, corta de tajo las intenciones ciudadanas de cambiar esa forma --más no el fondo-- de gobierno.

Éstos últimos ciudadanos conforman un grueso muy importante. Son mujeres y hombres preocupados por los condicionamientos legales --si no es que francamente leguleyos-- para impedir que el precepto constitucional del "inalienable derecho de alterar o modificar la
forma de gobierno" sea posible, es decir, realizable, y perpetuar mediante ese enunciado constitucional a ciertos grupos sociales minoritarios en el poder político del Estado. Es la "partidocracia". La política como gran negocio de unos cuantos.

II

Ese cuello de botella --un embudo, si así lo prefiriese discernir el caro leyente-- es irrompible legalmente, pues resulta ser percepción generalizada que los personeros legisladores del poder
político del Estado no representan en términos veros y estrictos a los ciudadanos de los 300 distritos electorales federales, sino sólo a sí mismos y los intereses de los grupos de los poderes fácticos y de los partidos políticos.

Éstos, por definición vivencial, no tienen una naturaleza ni identidad verdaderamente social; son en realidad grupos de interés y, ergo, de presión política distanciados de las inquietudes, anhelos,
esperanzas y aspiraciones reivindicadoras de la ciudadanía. Sus candidatos a cualesquier jerarquías del poder político del Estado se han opuesto, documentadamente, a todo aquello que implique alterar o modificar la forma de gobierno. La dictadura perfecta simula democracia.

"Alterar o modificar la forma de gobierno" en nuestra Constitución es, en sí, un enunciado ambiguo, pues no define con exactitud semántica ni moral o ética, ni política ni jurídica, el sentido de la noción "gobierno". Éste puede ser sólo la rama ejecutiva del poder político del Estado, mas no el modelo político o la forma de organización política prevaleciente. Sugiere sólo reacomodar
periódicamente, en elecciones, a los personeros de ese poder político.

Tal dicotomía, insoslayable para ese grueso de mexicanos aquí identificado, es uno de los tinglados de control social para fines de opresión. Es, dicho lisa y llanamente, un statu quo opresor y, secuencialmente, represor de disidencias y discrepancias organizadas --sociales-- mediante mecanismos coactivos y coercitivos, los de la violencia legal, creados para inducir conductas colectivas conformistas y avaladoras del mismo poder político.

Si en un remotísimo (o improbable) caso uno o varios personeros (panistas, priístas, perredistas, convergentes, petistas, "verdes", panaleros de Elba Esther Gordillo, y "alternativos") del poder
político del Estado mexicano tuviesen conciencia de su condición de agentes de opresióni social, dicha conciencia sería mellada precisamente por sus pares. Por conveniencia crematística propia, no patearían el proverbial pesebre en aras de conflictos y dilemas de conciencia personales o de clase.

III

¿Saben los personeros del poder político del Estado que son repudiados por la ciudadanía? ¿Saben que no gozan de la confianza de los ciudadanos de a pie? ¿Que el pueblo tiene mala opinión de ellos? ¿Que se les considera bribones, ineptos, prepotentes, soberbios, egoístas y simuladores? ¿Que son incluso señalados como parásitos opresores y saqueadores de los tesauros patrimoniales de México? ¿Traidores?

Sí lo saben. Pero no les preocupa. ¿Por qué? Porque están convencidos de que el pueblo es pasivo ("aguantador", como dijo alguna vez un ínclito secretario del despacho de Gobernación del
presidencialado salinista), sufrido, estoico, manipulable, crédulo. Pero no más, por lo que se advierte en las constantes manifestaciones de descontento e irritación sociales. Pero los políticos no esperan un mensaje ciudadano de hartura, de ¡ya basta! Se sienten confiados, seguros.

¿Qué opción tienen ante sí los ciudadanos? Agotar, primero, las vías institucionales. Pero recordemos que Francisco I. Madero lo hizo y la historia nos consigna que fue a dar con sus huesos en las mazmorras porfirianas, por lo que convocó a un alzamiento general para un 20 de noviembre. Nadie en el poder político de entonces del Estado mexicano lo tomó en serio hasta que el alzamiento se extendió. Porfirio Díaz, harto y cansado, se largó a Francia en el "Ipiranga".

El Madero de hoy --Andrés Manuel López Obrador-- insiste en transitar por las vías institucionales hasta agotarlas, sin convocar a la insurgencia armada, sino sólo a una resistencia civil pacífica, cuyo ápice piramidal sería el proceso electoral del 5 de julio próximo. Votar, primero, por cambiar los personeros del Legislativo del poder político del Estado. Quitar electoralmente a los malos y elegir a los buenos.

Pero ello tiene inconvenientes: continuaría existiendo la estructura y ya es sabido, por el acervo experiencial, que los buenos de hoy que sustituirían a los malos se convertirían también en malos. Habría que cambiar el sistema, el modelo, la forma de organización política que hace que los buenos se hagan malos. Habría que refundar al Estado bajo paradigmas completamente distintos y nuevos, que garantice efectivamente el "inalielanable derecho" reconocido en
artículo 39.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Aviesa: torcido, fuera de regñla, malo.

Hermenéutica: arte de interpretar textos; teoría de la verdad y el método ibnteroretativo de la historicidad de algo o alguien.

Paralógica: razonamiento falso.

Rábula: abogado indocto, charlatán y vocinglero. Socaliña leguleya.

Plan B. Sí, soy mafioso y qué


Por Lydia Cacho





11 mayo 2009


En un capítulo de Los Sopranos, Tony, el carismático mafioso, habla con sus colegas sobre la falta de principios de las mafias del Este. Elabora un discurso impecable sobre la pérdida de valores de los rivales; “hasta para matar se necesita clase”, dice uno de sus esbirros. Mirando la serie pensé en dos de los grandes capos de la política mexicana: Emilio Gamboa Patrón, alias El Chupón y Diego Fernández de Cevallos, alias El Jefe.

Estos dos personajes tienen más en común de lo que quisieran admitir. Emilio, líder priísta en la Cámara de Diputados ha sido vinculado a redes de pederastas, de lavado de dinero y apropiación de terrenos en el sureste. Ha sido evidenciado públicamente incontables veces; las investigaciones desaparecen siempre. Cuando se descubrió a Gamboa llamándole “papá” a Kamel Nacif y sometiéndose a sus órdenes para echar atrás una ley sobre juegos y casinos, la respuesta de Gamboa sobre la autenticidad de las llamadas fue: “Sí, soy yo, y de una vez les digo hay otras seis llamadas con Kamel en este sexenio”. Con esa frase cerró el capítulo sobre el tráfico de influencias que ejerció desde el Senado. Cuando el pederasta Succar Kuri mencionó en entrevista con Loret a Gamboa como su amigo, la autoridad lo desoyó. Gamboa sabía que ni la PGR ni la Suprema Corte lo llamarían. Es interlocutor de su partido con el Presidente, se sabe intocable.

El Jefe Diego se enriqueció litigando contra el Estado mientras era senador y coordinador de la bancada del PAN. Carlos Ahumada, empresario-mafioso argentino, evidenció a este panista como “coordinador” de los videoescándalos contra el equipo de López Obrador, por órdenes de Carlos Salinas. Ahumada muestra a Diego como esbirro obediente del ex presidente. En una entrevista El Jefe declaró: “Lo que hice ya lo sabe el pueblo de México, y lo volvería a hacer”.

Como los mafiosos que viven en un mundo en que son conocidas sus actividades, Diego y Emilio se atreven a estos desplantes de cinismo y admisión de sus delitos a sabiendas de que su poder al interior del sistema les mantendrá al margen de la justicia. Las mafias políticas se perpetúan gracias a su capacidad de influencia dentro de la maquinaria. Compran policías, jueces, gobernadores y ministros; desayunan con el Presidente y litigan para los medios. Compran y venden información privilegiada, espían a sus enemigos, especulan con bienes y recursos públicos, manipulan elecciones y protegen a criminales. Ahumada es un sinvergüenza incapaz de admitir su corrupta avaricia, pero gracias a él volvemos a vivir el escándalo de una injusticia anunciada. Salinas, El Chupón y El Jefe, controlan al Estado con otros personajes menores. Ante la impunidad de Los Sopranos, apagamos la televisión, pero ante el cinismo de las mafias políticas aún no hay remedio. Mientras sigan jalando los hilos de la política, nuestro pobre país seguirá secuestrado por los tramposos más corruptos y poderosos que escupen al pueblo la frase: “Sí lo hice, y qué”, a manera de cerrar casos criminales por su propia ley.