21 agosto 2009
"En las últimas décadas los cambios demográficos han producido una población anclada simultáneamente en más de una realidad cultural o económica".
Rebecca Morales, intelectual chicana, citada por María Eva Valle y Miguel Tinker Salas en "Cultura, poder e identidad".
I
DALLAS, Texas (Tejaztlán, para los chicanos).--La nación chicana/mexicana es entidad intangible pero étnica y culturalmente tangible cuyas magras concreciones son establecidas en los perímetros políticos y sociales de un Estado --el estadunidense-- que la tiene confinada.
Y si bien los chicanos habitan doquiera el territorio estadunidense, viven en una reservación no distinta a los pueblos originarios que ocupaban los espacios físicos de lo que hoy son los Estados Unidos de América. Empero, hay una diferencia estructural, orgánica, cualitativa.
Esa diferencia es cultural. La reservación que la nación chicana ocupa no tiene que ver con la geografía física, sino con la historia y la antropología y la genética. La reservación es mental, psicológica, anímica. No en vano su portentosa literatura es verismo inequívoco que confirma su existencia.
Por ello, la condición de chicano es filosófica, ideológica, política y, a la vez, cultural, condensados en una totalidad concreta étnico-racial --el espejo de Luis Valdez-- cuyo rostro aquí y acullá es por encima de los patronímicos españoles acusadamente mestizo. Ese es el hombre nuevo.
El vector indio, empero, es predominante, lo que conforma el sentido antropológico y sociológico de "La Raza". Ésta es la manifestación de la existencia de un proceso ocurrente --actual-- y al mismo tiempo producto final, sincrético, pero no concluido aun. No finalizado.
Por ello, el chicano, al igual que el mexicano, es un hombre nuevo cósmico, como bien lo habría descrito José Vasconcelos. Sobre ese fundamento --que antojaríase incluso teleológico-- se asienta la entraña protoplásmica de las premisas mismas del Movimiento Chicano/Mexicano.
Éste es un ejercicio con manifestaciones variopintas cuya raíz es la búsqueda de la identidad individual y, ergo, colectiva, mediante un proceso sociopolítico y, sobre todo, sociocultural, introspectivo. El chicano intuye, "siente! y "sabe", que es un individuo cosmico. Un pueblo cósmico.
II
Pero necesita afirmarlo. Intuir y "saber" que se es un pueblo cósmico --el sincretismo cultural que deviene de la cópula engendradora, la de la experiencia histórica brutal de la Conquista española de México-- demanda contraparte confirmatoria de congruencia. Esa congruencia es elusiva.
Cierto. Esa congruencia entre lo que se intuye, se "siente" y se "sabe" que se es --componentes genealógicos de unicidad histórica que aun está en conformación, crecimiento y desarrollo-- y los referentes identitarios en el contexto general, físico y psicológico, elude a los mexicanos todos.
Así es. Elude a los mexicanos identificados éstos como la joven nación que padece los avatares de una conformación concurrente de individuos nuevos y quienes, intuyendo su grandeza, no se sienten así. La cosmicidad del pueblo mexicano mestizo no es garantía de bienestar y felicidad social.
Esa garantía es enteléquica. Los ámbitos históricos del pueblo mexicano mestizo, así como los pueblos vectores indios que coexisten con aquél a veces entreverados o traslapados en la simultaneaidad del tiempo, tienen referentes que identificada aquí se inasibles a la conciencia colectiva.
Y es que no es lo mismo el pueblo mexicano que el pueblo de México. México es una noción mental, cultural incluso, que sugiere espacios geográficos --territoriales-- que bien se extenderían desde Oregon y Utah y la Luisiana y Florida hasta Centroamérica. Terra nostra de identidad.
Por ello, a ese enorme territorio arrebatado a México por Estados Unidos mediante una guerra de agresión y rapiña en 1846-48, los chicanos le llaman Aztlán, el punto de partida de los nahuas al sur, hasta El Salvador y Honduras. El Movimiento Chicanio/Mexicano es también introspección.
Introspección y autoestima, añadiráse, a la par de reivindicaciones que tienen que ver con los derechos humanos, conculcados y violados sistémicamente por el Estado estadunidense y su elemento constitutivo, la sociedad. El racismo desconoce la cosmicidad del pueblo mexicano mestizo.
III
¿Por qué, si somos un pueblo cósmico, sufrimos lo que sufrimos: discrimninación racial, social (y societal), económica y política y nuestros derechos colectivos son negados aunque en lo individual sean reconocidos bajo convencionalismos pro forma de la cultura del doble rasero?
La pregunta es válida para todo el pueblo mexicano mestizo, en el ámbito territorial que conocemos como México y en su diaspora ubicada principalmente en el espacio geográfico que conócese como EU. El México físico es cada día menos patrimonio de los pueblos mexicanos.
Registrado así, los filósofos de la mexicanidad como el propio Vasconcelos, Octavio Paz y, antes de éste último, como Samuel Ramos, el pueblo mexicano mestizo se ve cotidiadamente en el espejo: se ve a sí mismo. Un pueblo joven, aun en conformación, oprimido desde que nació.
Cinco siglos (o casi) son instantes en el tiempo universal del desarrollo de los pueblos. A partir de 1519 a la fecha el vector indio (el de los pueblos originarios vivientes) del pueblo mexicano mestizo desde la América del Norte hasta la del Centro, ha abrumado al vector sudeuropeo, español.
Pero mientras la diáspora del pueblo mexicano mestizo, la chicana, busca el abrevadero identitario en el vector indio, el que ocupa lo que queda del territorio de México, rechaza --discrimina-- e incluso reprime dicho vector. Somos genéticamente más indios y menos europeos cada día.
Ese verismo, empero, no se traduce en percepción pública en México; tampoco es traslaticia a la conciencia colectiva, anestesiada por el uso de los medios de control social por el poder político del Estado, bajo dominio de criollos y ladinos y vedado a los indios y al pueblo mestizo llano.
El Movimiento Chicano/Mexicano es el espejo diario. Los pueblos indios en México no aspiran devenir en mestizaje aunque su vectoría histórica es vera. Para ellos, mestizaje, como confirman los chicanos/mexicanos día a día, es la angustia de discernir la identidad. En la opresión, la suave patria es un ideal.
ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com
Glosario:
Ladinos: denominación que se le da coloquialmente a los mestizos. Por inferencia semántica, se aplica a personas cuyas conductas denotan aviesos propósitos. Taimado. Perverso.
Lecturas recomendadas:
El laberinto de la soledad, de Octavio Paz. Varias editoriales.