jueves, octubre 21, 2010

Plan B. Huérfanos de la guerra

Por Lydia Cacho




21 octubre 2010

Andrés, de siete años estaba en la sala cuando la policía entró a casa y comenzó la balacera. El único testigo presencial del asesinato del padre, madre y abuela es este pequeño que no puede dormir con la luz apagada y que se orina cada vez que escucha ruidos similares a balazos. Carolina, de cuatro años, se quedó en el kínder esperando a su madre que nunca volvió porque la levantaron y no se investigó cómo o por qué apareció muerta en Ciudad Juárez. Irene, de ocho años, Guadalupe de 11, Ernesto, Carlos, Javier, de seis años, temen jugar a la pelota en las calles de su natal Chihuahua porque “vienen los malos que matan”. Ellos y ellas no saben si los malos que matan son soldados, narcotraficantes, policías o delincuentes comunes. Son, simplemente, adultos.

Nueve mil ochocientos. Esta página no alcanza para escribir los nombres de 9 mil 800 criaturas huérfanas por la guerra en el estado más violento del país: Chihuahua. Imagine que en los últimos dos años se desplomaran 80 aviones comerciales y todos los pasajeros fallecieran. Esa es la cantidad de madres, padres o tutores que murieron como producto directo o indirecto de la guerra, sólo en Ciudad Juárez. Eran empleadas, burócratas, policías, narcos, maestras, desempleados, estudiantes o transeúntes en el lugar equivocado. Tras su muerte, quedaron 9 mil 800 menores.

Poco a poco las valientes organizaciones civiles de Juárez definen el mapa de la orfandad. Ya César Duarte, gobernador de Chihuahua, ha declarado que su gobierno destinará 100 millones de pesos para asistir a las y los pequeños. La aplicación de estos recursos puede sentar un precedente de lo que debe hacer México por los miles de niños y niñas que la guerra deja detrás de sí, como un daño colateral sin voz ni voto, como testigos de las masacres y el desaliento, de la corrupción o la injusticia. Este no puede ser un típico programa limosnero que entrega dinero a las familias para subsanar gastos de hambre y pobreza. Puede ser, en cambio, un programa multidisciplinario de largo plazo, que asegure becas escolares y alimenticias a las y los pequeños, que les asegure terapias a quienes atestiguaron la muerte; miles de chavales cuya corta vida les ha enseñado a temer, a desconfiar, a odiar. (Ya se propone la creación de escuelas con el modelo Waldorf en Chihuahua y la creación de redes de familias sustitutas, por ejemplo)

Mientras las élites juegan a defender monopolios políticos, mediáticos y telefónicos; aquí, mirándonos a los ojos, está el verdadero rostro de la guerra; miles de niños y niñas que necesitan estructura, afectos, educación y alimentación para edificar una vida digna. Si somos capaces de defender y construir la paz con la misma vehemencia con que se argumenta y defiende la violencia, daremos el primer paso.

Detrás de la Noticia . Fuero militar: mamar y dar de topes

Por Ricardo Rocha




21 octubre 2010

La iniciativa presidencial es una gran cortina de humo. Aparentar que algo se hace luego de tantos abusos y crímenes uniformados de verde. Pero en el fondo no es más que un espejismo que no cuestiona ni molesta mínimamente al Ejército mexicano que, por su poderío, sigue siendo intocable.

Por partes: para empezar, la propuesta de exención de fuero sólo se refiere a los delitos de violación, desaparición forzada y tortura; abominables, pero nada más tres; deja en cambio dentro del fuero al homicidio, al genocidio, las lesiones, el robo y muchos otros documentados en más de cuatro mil quejas presentadas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos tan sólo en los cuatro años recientes. En otras palabras, los soldados podrán seguir matando; por ejemplo, a los niños Martín y Bryan Almanza Salazar, más tarde acosar a su familia y luego investigarse y juzgarse ellos mismos.

Pero hay algo mucho peor en la letra chiquita de la propuesta. Aun en los casos de violación, desaparición forzada y tortura, lo que se conoce como “competencia primaria” seguirá correspondiendo a la Procuraduría de Justicia Militar, que iniciaría las investigaciones y, sólo si así lo decide, las turnaría a un tribunal civil. O sea, una excepción a la excepción. O, dicho de otro modo, un gran engaño.

Y para quienes duden del proteccionismo oficial al Ejército, ahí está lo ocurrido apenas el martes 4 de septiembre, cuando la Suprema Corte desechó el proyecto de dictamen del ministro José Ramón Cossío, que planteaba acatar la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado mexicano por el caso Rosendo Radilla, desaparecido por militares en Atoyac, Guerrero, en 1974 durante la guerra sucia. Lo que significaba, ni más ni menos, que revisar la constitucionalidad del fuero militar. Por lo que con el ministro Sergio Aguirre Anguiano al frente del ala derecha de la Corte, le echaron montón al dictamen de Cossío por ocho votos contra tres. Así se “protege” al Ejército en este país.

Por cierto, no se trata de denostar sistemáticamente a nuestras Fuerzas Armadas, sino de pugnar por los derechos humanos de sus víctimas, lo que no significa que todos los soldados sean asesinos infames e impunes, pero es un hecho incontrovertible que muchos de ellos han cometido esos crímenes. Ahí están los datos duros y los expedientes.

Yo soy de los que creen que si hay que preservar el honor del Ejército, se le debería relevar de tareas para las que no está preparado, y en el peor de los casos, que responda con ese mismo honor a las acusaciones en su contra. Pero eso sí, en tribunales civiles y no en el ámbito privilegiado del fuero militar, sería lo mejor para una institución respetable. Por lo pronto, en el Senado habría que abrir la convocatoria para un gran debate nacional. El asunto lo merece.

Yo siempre he sido animal de asfalto, pero recuerdo las visitas al rancho de mis primos jaliscienses. Y la lección aquella de los chivos abusivos que al mismo tiempo querían mamar y dar de topes.

Plaza Pública. Tabacaleras: La bolsa o la vida

Por Miguel Angel Granados Chapa





21 octubre 2010
ma@granadoschapa.com

El acto de gobierno por excelencia -porque de su naturaleza y de su alcance dependen todos los demás- es el de fijar impuestos, que se estipulan en la Ley de Ingresos de la Federación, que conforme a la ley debe ser aprobada hoy a más tardar en la Cámara de Diputados.

La fijación de las contribuciones es de suyo un asunto polémico. Casi todos los renglones del ingreso público tienen un haz y un envés, por lo que el respectivo dilema tiene que ser resuelto por el Ejecutivo al proponerlo y el Congreso al decidirlo, considerando factores más allá de los meramente fiscales. El caso típico, que los diputados tendrán que encarar hoy es el de un gravamen al tabaco, que se inscribe en dos esferas públicas: por un lado es un instrumento recaudatorio de importancia creciente; y por otro lado es herramienta de la política de salud pública. Dada la índole de ese producto, y dicho en términos resumidos, que atienden a la médula de la cuestión, el tratamiento fiscal del consumo de tabaco es cuestión de vida o muerte, de respeto a las personas que lo consumen y a su entorno.

Las empresas tabacaleras expusieron sus argumentos contra un incremento al Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) en un mensaje publicado el lunes. Y el martes el sector salud dio adecuada respuesta a sus alegatos (adecuada en general, salvo por la cláusula final, impropia de una autoridad respecto de sus gobernados, pues se exige a las tabacaleras "actuar de manera responsable y dejar de emitir comunicados con argumentos falsos o tendenciosos que confunden a los mexicanos". Cuando oficinas gubernamentales exigen a particulares una determinada conducta no fundada en una base legal se aproximan, así sea verbalmente, al autoritarismo que niega o limita desmesuradamente las libertades.

El cultivo, transformación y comercio del tabaco es manejado en todo el mundo por un puñado de empresas poderosísimas, en permanente defensa de su negocio, expuesto desde hace no mucho tiempo al escrutinio público que demanda respeto a la vida y ha conseguido avances en la regulación de esa adicción o hábito, regulación que debe practicarse por vías indirectas, pues nadie admitiría una ley que prohibiera el consumo de tabaco, aunque se generaliza la aceptación de que ese consumo sea regulado y acotado en los espacios públicos.

Las tabacaleras, algunos de cuyos personeros carecen de escrúpulos, suelen cabildear (es decir, tratar de moldear el criterio de las autoridades) no sólo con argumentos sino a menudo con dinero y en más de una ocasión con amenazas y aun su concreción. El año pasado tal cabildeo resultó exitoso, pues el Congreso estableció un incremento gradual del IEPS para los próximos tres años, que las empresas destinatarias demandan mantener ante las iniciativas que buscan incrementar ahora el monto de ese impuesto. Las afectadas, y los legisladores que las beneficiaron pasaron por alto el carácter estrictamente anual de la legislación concerniente a los ingresos y los egresos públicos. Las tabacaleras aprecian el gesto de las cámaras hace un año, y lo consideran un "esquema que brinda a nuestra industria, por primera vez, las condiciones necesarias para desarrollar planes de inversión y de crecimiento a largo plazo en toda la cadena productiva".

La industria tabacalera piensa el asunto en términos económicos. Piensa en la bolsa, no en la vida. Crea "cerca de 5,000 empleos directos y más de 30,000 empleos entre agricultores y jornaleros. Cuenta con más de 7,000 hectáreas plantadas y genera una derrama económica anual en el campo mexicano por más de 420 millones de pesos". Aduce esa industria ser "el contribuyente privado de IEPS más grande de México", aportar "el 44% del total de impuestos especiales, poco más de 13,000 millones de pesos", y estima que "para el cierre del año aporte a las finanzas públicas más de 23,500 millones de pesos. Del precio de venta de cada cajetilla, 13 de cada cigarros son impuestos". Y dice que modificar el esquema trianual que los complace "genera incertidumbre jurídica y comercial que amenaza nuestros empleos y la recaudación". En sentido contrario, "este verano más de 2,500 productores se comprometieron a cultivar tabaco.alentados por la certeza jurídica en material fiscal".

Aludiendo a una de las motivaciones del aumento que ayer debió decidirse, alega que "incrementos bruscos en los impuestos no desalientan el consumo y no aumentan la recaudación" y en cambio "favorecen la aparición del comercio ilegal".

El martes mismo respondieron los institutos nacionales de salud y algunas organizaciones profesionales y civiles como la Academia Nacional de Medicina y el Consejo Mexicano contra el Tabaquismo. Su argumento principal a favor de un más riguroso tratamiento fiscal se funda en el respeto a la vida, y lo promueve: "El consumo de productos de tabaco provoca la muerte prematura y una serie de enfermedades que restan calidad de vida a sus consumidores y a quienes los rodean. En México, se estima que provoca la muerte de 60,000 mexicanos cada año". De manera secundaria razona también en función del costo financiero del consumo de ese producto nocivo para la salud: el sistema nacional correspondiente gasta aproximadamente 45,000 millones de pesos anuales en atender las enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Y sobre la base de que "la manera más efectiva de disminuir el consumo de tabaco es aumentando el precio mediante impuestos", solicita que se eleve el IEPS. Los diputados deben atender este pedido.- Ciudad de México, Distrito Federal.

karina_md2003@yahoo.com.mx

EDITORIAL. Entre muertos y santos.

Año 8, número 3509
Jueves 21, octubre del año 2010


Entre el día 1º y el día 2 de Noviembre (entre muertos y santos) sucederán varias cosas que sin duda serán de cierta repercusión, es decir, que serán trascendentales.

La primera de ellas se llevará a cabo en Brazil, donde la “moralidad” (hipocresía sería un término que también podría aplicarse) sobre sí, o no, al aborto, influirá en las elecciones de esa pujante Nación.

Tema, el del aborto, auspiciado y dirigido, cabe decirlo, por quienes no estando calificados para opinar sobre el tema hablan, es decir, los curas. Que siendo célibes (según ellos) ni tienen familia, ni por tanto saben la responsabilidad que implica el traer al mundo un hijo.

También van a haber elecciones intermedias en los EEUU, donde el buen Obama, bien intencionado pero impotente para llevar a cabo sus proyectos, ve de regreso a los republicanos en La Casa Blanca; como tan claro ve la sociedad en México el regreso del PRI a Los Pinos.

Un México en el que por cierto festejaremos ruidosamente a “nuestros difuntos” (sin trabajar, claro) el día 2. Fecha que coincidirá con la votación en California para legalizar o no la marihuana para uso recreativo.

Al darse por descontado que la legalizarán, sin duda que tendrá serias repercusiones en el ámbito internacional; y en nuestro México, en donde parece ser que todavía no se dan enterados de las repercusiones que habrá.

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Diario Libertad
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Trasfondo. Economía y anomia: drogas

Por Carlos Murillo González


I don´t want to believe, ¡I want to know!

Carl Sagan

Es imposible no comentar sobre las malas noticias de México y sus ciudades. No es posible darle otra cara más amable (que sí existe) a una situación anómala por la que atraviesa el país en buena parte de sus estados (principalmente en el norte). ¿Por qué? Porque estamos viviendo una situación histórica en medio de una crisis económica mundial que amenaza con empeorar el próximo año mientras en México seguimos empantanados en una “guerra” contra el narco que nos puede costar la independencia (o lo que queda) del país.

Es común hablando de narcotráfico y drogas, que se vea como un problema de criminalidad y en menor medida, como un problema de salud pública; pero también es un problema y grande, de la economía. Lo que entendemos como “drogas” siempre han existido desde que existe la humanidad; de hecho se cree que por buscar religiosamente a Dios, es que se conocieron las drogas. Pero, ¿cómo fue que se hicieron ilegales? En todas las épocas y en todos los pueblos existen prácticas, plantas y hasta animales que segregan ciertas sustancias facilitadoras de estados de la mente que propician tranquilidad, excitación o experiencias desconocidas de las cuales se extrae incluso conocimiento.

El problema actual de prohibición e ilegalidad de las drogas inicia en las primeras décadas del siglo XX, pese a que en el pasado existen antecedentes de persecución y prohibición. Un siglo antes, los ingleses enviciaron al pueblo chino con opio y hasta libraron dos guerras para defender su “negocio”. Luego para inicios del siglo XX el consumo de opio era un verdadero problema social para varios países consumidores, mas no así para los comercializadores. Precisamente y por iniciativa de Egipto, uno de los países afectados, la Liga de las Naciones, bajo la influencia ya de la nueva potencia mundial, Estados Unidos, establece la prohibición de ciertas drogas, además del opio y sus derivados, de la marihuana, la cocaína entre otras.

Lo que casi nunca se dice es que más que “proteger” a los usuarios de estas drogas, se debe más a intereses económicos de las naciones y para el caso Estados Unidos es el ejemplo emblemático. Cuando la delegación egipcia promueve su campaña contra el opio, el gobierno estadounidense ve una oportunidad para satanizar la marihuana como una droga de mexicanos, negros y delincuentes que amenazaba a su sociedad limpia y blanca. La verdadera razón de su prohibición era la competencia que ofrecía un derivado de la marihuana, el cáñamo o hemp, en la industria textil contra la industria textil estadounidense del algodón. En otras palabras los Estados Unidos actuaron de manera proteccionista para hacer prevalecer su industria sin rivales y no por estar realmente preocupados por la salud de la sociedad mundial o de la propia.

Por otra parte no es de extrañar que en momentos de crisis económica como la actual, se incentiven e incrementen los negocios ilícitos como el mercado de las drogas. El capitalismo, se ha repetido miles o millones de veces, es un sistema cruel basado en la avaricia que propone la desigualdad social, sociedades jerárquicas, la explotación natural y laboral y el consumo irracional. No debe suponer entonces que actividades antes y todavía condenadas socialmente sean por otro lado (más oscuro y clandestino) alentadas por los propios gobiernos o tolerado por los mismos.

Estamos entonces ante un doble discurso político-empresarial, o lo que es lo mismo gansteril-económico. Primero porque se sitúa el problema de las drogas como un problema social y legal, que en gran medida lo es, pero nunca como un problema económico, ¿por qué será? Resultaría ser bastante ingenuo para pensar que la cuestión del dinero no tiene posibilidades en un tema como este en un sistema como el capitalismo y su versión neoliberal, más ofensivo en todos sus frentes. Segundo porque violenta la libertad individual que tanto pregonan las democracias capitalistas neoliberales al inhibir y condenar la elección personal por el uso de “x” sustancia y lo que desee hacer la persona con su vida y su cuerpo, ¿dónde queda la libertad si no se causa daños a terceros?

La “guerra” contra las drogas en México no tiene razón de ser porque interioriza un problema global que ciertamente se ha hecho más complicado por las propias prohibiciones y condenas político-económicas sin que se quiera honestamente llegar a comprender el “problema”. Mucho se ha polemizado por la legalización de las drogas y lo que esta acción haría de positivo al respecto, pero si no se termina con el sistema que genera la necesidad de estar drogándose, difícilmente se podrá poner fin al problema.

La cuestión de la forma de vida que llevamos dentro del capitalismo faculta que las personas busquen algún aliciente para poder cumplir con las obligaciones y desempeños que un sistema así exige de sus integrantes; por tal motivo no debe sorprendernos las adicciones al trabajo, al café, a la coca-cola, al sexo, a los tés, las bebidas energizantes y tantas otras sustancias y actividades “licitas” que se promueven abiertamente en el neoliberalismo. Sí, aunque usted no lo crea, el capitalismo en su etapa neoliberal es tendenciosamente anómico…

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Carlos Murillo González

carmugo6699@hotmail.com

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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.