martes, septiembre 30, 2008

Entrevista a Andrés Manuel López Obrador en el programa "El Show de Don Cheto"
Hoy, el presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador estuvo en entrevista en el programa de radio “El Show de Don Cheto”, que es uno de los programas de mayor rating en Estados Unidos.
Para escucharlo presiona la imagen o
aquí:

Pregunta abierta

¿Confias en el gobierno de Felipe Calderon?

Para votar AQUI.

Read the plan to fix our economy....

In "Same Path" Senator Obama tells America he knows we can steer ourselves out of this crisis, but not by driving down the very same path and how that's what this election's all about. On...



http://www.youtube.com/watch?v=KXqMAnv2Ans

Traducción del espot:
Durante ocho años nos han dicho que el camino para una economía fuerte era darle enormes recortes de impuestos a los estadounidenses más ricos y que, de alguna manera, la prosperidad se desparramaría en cascada. Pero ahora sabemos la verdad: No funcionó. En vez de que la prosperidad cayera en cascada, el dolor se ha extendido. Los ingresos de las familias trabajadoras han disminuído 2,000 dólares al año. Estamos perdiendo empleos. El déficit es explosivo. Nuestra economía está en problemas. Yo sé que podemos maniobrar para escapar de esta crisis, pero no a través del mismo camino. Y de eso se trata esta elección. En materia de impuestos John McCain y yo tenemos ideas muy diferentes. En vez de darle miles de millones de exenciones fiscales a las grandes corporaciones y a las compañias petroleras, reduciré los impuestos de los nuevas y pequeñas empresas. En vez de quitar los impuestos de las compañías que mandan puestos de trabajos al extranjero, se los quitaré a las compañías que creen empleos en Estados Unidos. En vez de extender los recortes presupuestales de Bush a los más ricos, yo los concentraré en ustedes. Mi plan ofrece hasta tres veces más recortes de impuestos a la clase media que el senador McCain. Si ustedes ganan menos de un cuarto de millón de dólares al año, no verán ni un centavo de nuevos impuestos bajo mi plan. Y las personas de la tercera edad que ganen menos de 50,000 dólares, que luchan con los aumentos a los alimentos y a las medicinas con ingresos fijos, no tendrán que pagar el impuesto al ingreso. El código fiscal que tenemos hoy en día es de 10,000 páginas de longitud. La mayoría fue redactado por algún cabildero que representaba a los intereses especiales. Ya es hora de que tengamos un presidente que los ponga a ustedes primero. Ojalá que se conecten a BarackObama.com y lean mi plan completo. Ayudará a reanimar nuestra economía, crear millones de empleos, y resucitar las calles principales a lo largo de todo Estados Unidos. La vieja teoría de recortar los impuestos de los ricos para que la fortuna caiga en casgada a los pobres no ha funcionado. No podemos darnos el lujo de vivir cuatro años más como los últimos ocho. Soy Barack Obama y apruebo este mensaje porque sé que con una nueva dirección y nuevas políticas enfocadas al empleo y a la clase media, podremos levantar a nuestra economía y a nuestro país.

Documental

- Hacking Democracy -
(Pirateando la Democracia)
After the 2000 elections having had massive problems, a number of groups got together to investigate electronic voting machines and to see the flaws in the system that get used in U.S. elections (2004).

Dirección: Simon Ardizzone, Russell Michaels

Producción: Simon Ardizzone, Russell Michaels, Robert Carrillo Cohen

Personajes: Bev Harris, Kathleen Wynne, Andy Stephenson, Harri Hursti, Herbert Hugh Thompson Ion Sancho

Año: 2006

Duración: 82 minutes

Idioma: Ingles con subtítulos en Español

Productora: HBO

Máquinas de votación electrónica contar sobre el 87% de los votos emitidos en Estado Unidos en la actualidad. ¿Pero son fiables? ¿Están a salvo de la manipulación?. Desde el punto de vista actual de la audiencia del Congreso a los persistentes informes de prensa sugieren que el uso indebido de datos e incluso la fraude, la preocupación por la integridad del voto electrónico están creciendo día a día. Si el proceso de votación no es seguro, tampoco lo es la democracia La oportuna cautela de este documental expone enorme agujeros en la seguridad de EUA del sistema de votación electrónica.En las elecciones presidenciales de 2000, una máquina de votación electrónica registró menos 16022 votos para Al Gore en el Condado Volusia, Florida. Aunque el fraude nunca fue probado, los defectos advertidos por el recuento hecho por ordenador, científicos, políticos y todos los ciudadanos son conscientes de la posibilidad muy real de la piratería informática durante las elecciones .En 2002, en Seattle, la escritora Bev Harris pidió a los funcionarios de su condado por qué había adquirido los sistemas electrónicos de pantalla táctil para su elección. Insatisfecha con su explicación, decidió obtener más información sobre las máquinas de votación electrónica por su cuenta. En el curso de sus investigaciones, descubrió cientos de denuncias de incidentes de voto, Harris tropezó a través de una "biblioteca online" de la Diebold Corporation, con un tesoro de información sobre el interior de funcionamiento de la empresa del sistema de votación.Harris comunico esta propiedad "secreta" de la información a expertos en seguridad informática, como el doctor Avi Rubin de la Universidad Johns Hopkins, que determinó que el software carecía de las características de seguridad necesarias para evitar la manipulación. Su investigación posterior la llevó a los cubos de basura de Texas a la secretaria de estado de California y finalmente a Florida, donde un "mini-elección" para probar la vulnerabilidad de las tarjetas de memoria utilizadas en la votación electrónica produjo resultados alarmantes.Como el alcance de su misión creció, Harris se basó en la experiencia de otros expertos científicos, políticos y activistas, entre ellos: Andy Stephenson, candidato a secretario de estado en el estado de Washington; Susan Bernecker, candidato republicano en Nueva Orleans, Kathleen Wynne , Un activista de Cleveland; Dr Herbert Thompson, estratega jefe de seguridad, la seguridad de Innovación, Inc; Ion Sancho, supervisor de elecciones de Leon County, Florida, y Harri Hursti, un analista de seguridad. David Dill, profesor de ciencias de la computación en Stanford, dice que el problema es que hay "un montón de gente involucrada en la escritura de software, y mucha gente que podría haber tocado el software antes de que entró en esa máquina. Si una de esas personas pudo poner algo malicioso en el software y despues ser distribuido a todas las máquinas, despues de que una persona puede ser responsable de modificar decenas de miles de votos, tal vez, incluso cientos de miles, en todo el país. "En la Florida, el Condado de León supervisor de elecciones Ion Sancho presidió un juicio "mini-elección" para ver si la votación podría ser hackeado sin ser detectado. Antes de que los votos fueron emitidos, el analista de computadoras Harri Hursti hablo de la posibilidad de "relleno de las urnas" de votos antes de entrar la tarjeta de memoria en el ordenador . Después de los votos emitidos, los resultados que aparecen en pantalla cuando la misma tarjeta de memoria se inscribió en el programa de tabulación central indicó que el fraude fue posible. . En otras palabras, de acceder a una tarjeta de memoria antes de una elección, alguien podría cambiar los resultados - una reclamación Diebold había negado era posible.En última instancia, Bev Harris investigación demostró que la parte superior de sistemas computadorizados secretos de contar los votos en América durante las elecciones no solo no son sólo falibles, sino también vulnerables a la piratería indetectable, desde el local del consejo escolar se opone a la carrera presidencial. Con las máquinas de votación electrónica de tres empresas - Diebold, ES & S y Sequoia - colectivamente responsables de alrededor del 80 por ciento de los votos de América del hoy, el juego de la democracia son altos.

Informacion de Wikipedia y web oficial.


Audio Conferencia Gerardo Fernàndez Noroña

El general y el abogado
Hernández Toledo. Protagonista

A Heberto Castillo Martínez,
Ingeniero Cívico
In memoriam
Los sueños son hipótesis que únicamente
conocemos a través del recuerdo.
Paul Valéry
(Traducción libre del autor)
El movimiento del 68 continúa siendo enigmático y durante estos últimos tiempos se le ha ido atribuyendo toda clase de desventuras: haber propiciado en las prácticas públicas y privadas un relativismo intelectual y moral, o bien haber postulado un laxismo nihilista en las costumbres y destruido simultáneamente el principio de autoridad, los valores colectivos y las jerarquías que se estiman tanto naturales como necesarias. Resulta por lo tanto imperativo liquidar por aberrantes y peligrosas las secuelas del movimiento del 68 y pugnar por la restauración de la "sacrosanta autoridad" (Gobille, Mai 68, Éditions La Découverte).
Ello nos obliga a una reflexión y a repasar algunos de los sucesos del movimiento del 68. Resulta propicia la oportunidad que nos ofrece el aniversario de los 40 años del movimiento para dar cuenta de algunos de sus sucesos, no con un propósito político, sino dentro del desarrollo de un análisis histórico, que lo amerita, dada la relevancia que tuvieron estos eventos en el ámbito universal en la última mitad del siglo XX (Dominique Damamme, Fédréque Matonti y Bernard Pudal, Mai Juin 68, Les Éditions de l'Atelier, 2008).
El movimiento del 68 trascendió a todas las esferas sociales y alteró sustancialmente el poder político, y México no fue la excepción. En la época, dominados por la confusión natural suscitada por un fenómeno colectivo tan imprevisto como profundo, los pronunciamientos sibilinos no se escatimaron: "crisis de la civilización" (Malraux y Pompidou), preludio de una "revolución" social y política, "crisis o revuelta de la juventud", "advenimiento del individualismo hedonista y narcisista contemporáneo", "conflicto de generaciones", "conflicto de clases con una tipología específica" o bien "conflicto de clases tradicional".
El movimiento del 68 empero fue una crisis histórica y una ruptura herética en contra del orden establecido, que puso en predicamento la arbitrariedad de un orden social enquistado en los hábitos mentales, en las prácticas cotidianas y en las ideologías. Lo fue porque individuos y grupos sociales se convirtieron en actores de las transformaciones sociales que silenciosamente se gestaban. Esta generación, con frecuencia llamada generación del 68, cristalizó esta evolución y se convirtió en la vocera del cambio.
El común denominador en el ámbito universal del movimiento del 68 fue la insubordinación, imbuida de racionalidades y de lógicas, de ideas lúcidas e ilusiones, de intereses y de pasiones, de creencias y de razones (Jean-Pierre Le Goff, Mai 68, l'heritage imposible. Éditions La Decouverte).
Mis experiencias en este movimiento continúan provocándome un torbellino de sentimientos, que imaginaba totalmente sepultados, muchos de ellos confusos, quizá porque se encuentren ya desdibujados por el paso del tiempo.
Imposible que mi ánimo permanezca en un contexto objetivo; no puedo, pero tampoco lo deseo. He defendido y seguiré defendiendo mis utopías; he profesado y seguiré profesando la fe en mis ideales; he compartido y seguiré compartiendo mis sueños de libertad.
Las turbulencias del movimiento estudiantil del 68 me tomaron por sorpresa en la preparatoria del Colegio Alemán, en esa época imbuida fuertemente por la socialdemocracia alemana, encabezada por Willy Brandt. Irremediablemente me involucré en el movimiento estudiantil. Fue mi primer encuentro con una realidad que me rodeaba, pero cuyas entrañas desconocía completamente.
El movimiento estudiantil del 68, de vocación universal, tuvo en sus entornos específicos características propias, más aún el mexicano. Las protestas y los disturbios se expandían en forma inquietante para el establishment. Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado, Roma, Santiago de Chile, figuraban en la lista conspicua de ciudades por cuyas calles deambulaba incesantemente el espectro de conjuras. Las utopías gobernaban nuestras ilusiones como estudiantes.
Quizás el movimiento mexicano del 68, como lo afirmara Octavio Paz, se acercaba más a los movimientos estudiantiles en los países que se denominaban en la época como los Estados del Este europeo, con una especificidad fundamental: controvirtió a otra burocracia, la burocracia corporativista mexicana congregada en torno al Partido Revolucionario Institucional, y combatió la política exterior estadunidense, sepultada en el fango del río Mekong en Vietnam. En ese sentido el movimiento del 68 mexicano puede ser calificado de esencialmente nacionalista.
Todos sufrimos la represión del 68, unos y otros en forma diversa; todos, sin embargo, experimentamos la fractura de la sociedad mexicana, con la misma intensidad. La sociedad mexicana se vio obligada a pregonar dogmas como pocas veces en su historia. La claudicación de las ideas era la premisa del diálogo; su afirmación tuvo como respuesta las bayonetas; el apotegma del movimiento estudiantil francés del 68: il est interdit, d'interdire (está prohibido prohibir) fue considerado como elemento de convicción de disolución social; la juventud era per se síntoma de sospecha; la falta de reverencia al presidente de la República fue considerada prueba concluyente de subversión; la búsqueda de democracia y la defensa de la libertad de expresión eran los componentes de los disolventes de las estructuras del Estado mexicano. Al libre albedrío se le antepuso el dogma del Estado como el mejor y único guardián de las conciencias mexicanas. A la demanda estudiantil de democratización el Estado mexicano, como lo expresara Paz, contestó con la retórica "revolucionario-institucional" y con la violencia física, muy recurrida y altamente preciada en la época por la burocracia mexicana.
El contexto era claro: la aversión que provocaba en una sociedad como la nuestra cualquier atisbo de crítica. La expresión de disidencia intelectual, por menor que fuera, se convertía en forma instantánea e irremediable en una querella personal.
Ante la ausencia de propuestas democráticas, el Estado mexicano abdicó de ellas y recurrió a su lenguaje totalitario usual: La represión como forma de inhibición de toda forma de expresión y la prisión como lugar idóneo para silenciar las ideas, síntoma inequívoco de ausencia de legitimidad democrática y de gran debilidad moral.
El 2 de octubre se terminó el movimiento estudiantil y ese día culminó una época de la historia de México. Una simple reunión estudiantil, y no una manifestación como se argumentó, en Tlatelolco, que es una plaza pública, era la oportunidad para castigar ejemplarmente la insubordinación. La ferocidad del autoritarismo mexicano, anteriormente soterrado, lucía orgullo con todo su esplendor. La crónica de Elena Poniatowska La Noche de Tlatelolco, escrito siguiendo el criterio de la propia autora como un collage de testimonios de historia oral, da puntual cuenta de este evento. Este libro, enormemente pasional, no podía ser diferente, muestra con gran elocuencia una ruta de utopía que distinguió al movimiento del 68.
Heberto Castillo Martínez, uno de los grandes líderes morales del movimiento, no fue menos elocuente; sus palabras resultaron ser premonitorias: "... se trata de convencer a una sociedad de que hay caminos y de que, si éstos no existen, se hacen al andar. Que lo más peligroso es el inmovilismo o la intentona de echar para atrás el andar del tiempo, agitado y nervioso, de la República. Que esa es la manera más fácil de provocar la violencia en una sociedad autoritaria en sus costumbres políticas, rígida y en sus malos momentos, desvertebrada..."
La ironía de la vida me hizo asistir, como amanuense, a la redacción de la última voluntad del general Hernández Toledo, que tuvo a su cargo los eventos de Tlatelolco en el 68, en el Hospital Militar de la Ciudad de México. Mi padre, en la época titular del despacho de una notaría pública, convocó a quienes servíamos como amanuenses para acompañarlo en la diligencia; al hacerlo nos garantizó el respeto al ejercicio del derecho de conciencia, que merecíamos. La confrontación de nuestros principios era correlativa; cómo conciliar los principios rectores de la asistencia jurídica obligada, inherente al ejercicio profesional, a la que todos tienen derecho y a la que los abogados estamos obligados, con la condena moral a quienes habían encabezado contra mi generación, la represión. Opté por el cumplimiento de mi deber como abogado. Pero más aún, era una oportunidad para reconciliarme y poder sepultar los fantasmas que se negaban a abandonarme. Haberlo hecho diferente era darle la razón a las ortodoxias que empezaban a enraizarse en los espíritus mexicanos, contra las que precisamente habíamos combatido con determinación y las que hoy han atrapado a la sociedad mexicana. Estas ortodoxias, repulsivas por sus postulados de verdades únicas e incontrovertibles, se han apoderado de nuestros espacios, para dirimir sus disputas y los han convertido en el escenario de sus campos de batalla.
Lo relevante de la anécdota, el resto se encuentra sujeto al secreto profesional al que me encuentro obligado, es la catarsis en la que nos encontramos inmersos un general del Ejército mexicano, que estaba próximo a enfrentar la muerte, y un joven estudiante de leyes, que él sabía pertenecía a la generación de mexicanos cuyas utopías habían quedado sepultadas en los eventos trágicos del 2 de octubre. Terminé de manuscribir su última voluntad. Al término de su dictado, le di lectura pausadamente y en voz alta como lo ordena la ley. Se dio cumplimiento a la solemnidad del acto; concluido éste no reparé en identificarme como militante del movimiento del 68 y hacer profesión de fe de mis utopías.
Fueron momentos de mucha intensidad; escasos en palabras; su gesto adusto y su mirada fueron lo suficientemente elocuentes; la vida se le escapaba frente a uno de esos estudiantes ilusos, quien hacía poco tiempo deambulaba entre pupitres desordenados, que él había confundido con barricadas. El general Hernández Toledo, siempre con su aura marcial, imperturbable me tendió su mano y con la candidez de la juventud le correspondí con la mía.
El notariado era un santuario, en contra de los amagos y acechos del Estado. Quizá por ello hice de esta profesión un entorno natural. Coadyuvé, con otros muchos colegas de todos los orígenes, provenientes de nombres tan ilustres como Manuel Borja Martínez, en la creación de partidos políticos, especialmente los de la izquierda. En la época estaba en vigor la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE). Los partidos políticos debían fundarse mediante asambleas en las que la función notarial tenía una participación relevante. El secretariado de la antigua Comisión Federal Electoral por disposición de la ley le estaba atribuido al notariado.
La lucha democrática se insertaba en lo sucesivo en un contexto diferente. Una vez liberado el voto ciudadano o para expresarlo mejor, cuando el voto mexicano resultó eficiente, el resultado era por demás previsible. Las primeras elecciones en este nuevo contexto no dejaron lugar a dudas: fueron las elecciones más controvertidas en la época posmoderna de nuestro país.
El movimiento del 68 proviene de una racionalidad diferente a la prevista por los cánones existentes en la época: la incertidumbre que infundió en las prácticas ordinarias, la fractura herética de las verdades vigentes, provocadas por la contravención del conjunto de regulaciones sociales y políticas y de las formas permitidas en las que había que conducir las protestas.
Es justo hacer una precisión que anima estas líneas. La crítica coyuntural y las ciencias sociales están regidas por lenguajes diferentes. La primera es esencialmente política, intenta transformar la realidad y su método es la influencia en la movilización colectiva. El lenguaje de las ciencias sociales es científico, trata de analizar los fenómenos sociales y participa de la paciente reconstitución y análisis riguroso de los hechos. Pero, como bien lo expresa Gobille, ambas perspectivas, diferentes como son, proponen simultáneamente una perspectiva fresca y nueva, desnaturalizan lo que parece natural, cuestionan lo que parece dado, muestran que las evidencias más tenaces no resultan ser en realidad más que construcciones sociales y sedimentos históricos en las que las normas aparecen como "normadas" y no como "normales". En suma, ambas, crítica coyuntural y ciencias sociales, son formas de desfatalizar el mundo.
El movimiento del 68 hizo posible la construcción de comunidades de utopías, del retorno a la naturaleza, de rehacer la relación pedagógica, de liberar las costumbres y de precipitar la emancipación femenina. La incorporación de estos hábitos heterodoxos en nuestras prácticas cotidianas, constituyen las herencias insospechadas y nunca escuchadas del movimiento del 68 y forman la historia desconocida de la verdadera posteridad del movimiento.
* Activista en el 68, abogado de profesión,
notario público.
2 de octubre
Para ampliar la imagen AQUI.
Los muertos
No perdamos nada de nuestro tiempo;
quizá los hubo más bellos, pero este es el nuestro.
-Jean Paul Sartre-

El movimiento estudiantil del 68 nos dejó una huella muy profunda a todos los que formamos parte de esa época. Pero en mi caso tiene una singularidad: mi padre intervino en el conflicto por parte de las Fuerzas Armadas. La noche del 2 de octubre, el entonces coronel Javier Vázquez Félix fue el responsable de recoger los cadáveres de la Plaza de Tlatelolco.
Inicié mis actividades académicas en la Preparatoria número 4 de la UNAM. Curiosamente, la generación 1965 se encontraba plagada de juniors, cuyos padres tenían que ver en el conflicto como integrantes del gabinete del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Era el caso de María Esther y Álvaro Echeverría, hijos del entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez. También, el de Rosy Corona del Rosal, hija de quien entonces era el jefe del Departamento del Distrito Federal, el general Alfonso Corona del Rosal.
También estuvieron mis amigos Ernesto y Absalón Castellanos, hijos del general Absalón Castellanos Domínguez y con quienes nos encontramos en algunas manifestaciones.
Lo mismo el expresidente del IFE José Woldenberg, y el actual Rector de la UNAM, el doctor José Narro Robles, con quien pertenecí a la gloriosa generación 68 de la Facultad de Medicina de nuestra alma mater. Como otros, yo era un estudiante cuyo padre tomó parte en los acontecimientos de hace 40 años por motivos de su actividad castrense.
No pretendo juzgar, ni estoy capacitado para hacerlo, pero considero que el movimiento estudiantil del 68 fue genuino. En lo personal, acudí a varias manifestaciones y sentí la devoción y la entrega de mis compañeros por hacer sentir y que se escucharan sus demandas.
Jean Paul Sartre, el intelectual del compromiso eterno, representa como nadie el concepto del 68. Su obsesión por el análisis de la concepción de la persona a partir de la libertad lo acompañaría toda su vida y lo llevaría incluso a adquirir compromisos de resistencia muy por encima de sus frágiles condiciones físicas.
En aquella época apenas se escuchaba a los jóvenes. El espíritu rebelde en la juventud de los años sesenta nació cuando por vez primera empezamos a preguntar. De esa manera, adquirimos una identidad, resultado de una frustración ante la respuesta sorda de los adultos.
El factor importante que desencadenó la masacre de Tlatelolco fue el compromiso del gobierno de Díaz Ordaz con el Comité Olímpico Internacional, pues el organismo amenazó con cancelar las competencias. Recordemos que la mayoría de los atletas estaban ya alojados en la Villa Olímpica y se temía por su seguridad. Todos los ojos del mundo observaban a México.
Según reportes de inteligencia proporcionados por la Dirección Federal de Seguridad, manejada por Fernando Gutiérrez Barrios, las instalaciones olímpicas y el estadio de Ciudad Universitaria serían ocupadas por el movimiento estudiantil. Se optó por la táctica de Nicolás Maquiavelo, que finalmente le resultó al gobierno de Díaz Ordaz, con el beneplácito de la CIA.
Recordemos que estaba en su esplendor la Guerra Fría y tanto el gobierno como los estadunidenses consideraban que el movimiento estudiantil estaba orquestado por fuerzas ajenas al país.
Al final de la masacre, mi padre fue asignado por el general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, para que efectuara el levantamiento de los cadáveres. De la Plaza de las Tres Culturas fueron trasladados al Servicio Médico Forense y a la Cruz Verde.
Existen cifras que varían respecto al número de muertos en la plaza. Van desde cientos hasta miles. No soy la persona indicada para dar una cifra, ya que no estuve ahí. Pero el número de muertos en la plaza de Tlatelolco fue de 44. No pretendo justificarlo, pero a través de los años invitaba a mi padre esclarecerme la cifra y siempre me aseguró que no mintió.
Resultado de sus conceptos de formación, es muy difícil que los militares cambien su ideología y su principio de lealtad a la patria.
El movimiento estudiantil del 68 no fue un símbolo marchito ni una derrota. Gestó una transición a la democracia y un triunfo legado a las nuevas generaciones de jóvenes, que ahora ya no tienen que esconderse para alzar la voz y exigir que sus demandas sean atendidas.
Lo que sí juzgo es que muchos políticos actuales se sienten abanderados por el movimiento estudiantil del 68 sin cumplir con las expectativas que México exige. l
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* Médico cirujano de la UNAM, hijo del general Javier Vázquez Félix, quien fue indiciado por la desaparecida Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado por la matanza del 2 de octubre del 68. El Poder Judicial exoneró al militar al considerar prescrito el delito de genocidio.
(Más información sobre el 68 en la sección de Cultura)

Esta semana en Proceso..

Memoria selectiva Rogelio Cárdenas Estandía
Rogelio Cárdenas Estandía

De no actuar en el 68, hubieran tirado al presidente
-¿Recuerda qué le dijo el presidente, luego de los acontecimientos?
-No mucho, que era una cosa muy grave, que tenía que ver, observar, como todo mundo, porque había cosas tan delicadas que dependían directamente del presidente.
-¿Le pidió que usted realizara alguna investigación?
-No, porque intervinieron autoridades muy distintas.
-¿Qué autoridades?
-La Defensa, el procurador general de la República, el jefe de la policía del Distrito Federal. Fue un acontecimiento muy complicado, los jefes de los muchachos, con la embajada soviética atrás, los cubanos un poco metidos, manejando a los líderes y un gran entusiasmo juvenil, como ocurrió en el mundo. Influyó mucho Francia en el mundo.
-Habla usted de injerencia soviética.
-Las investigaciones demostraron después que, por la Guerra Fría que había entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, la política exterior soviética había intervenido, de acuerdo con las circunstancias, en México, en Nicaragua, Argentina, Chile y en general en América Latina. Se supo, también, que los Estados Unidos, seguramente la CIA, habían intervenido en Europa para que la doctrina comunista no interviniera [en la región].
En el 68 todavía había una gran disputa entre el régimen soviético y Estados Unidos. La Unión Soviética estaba muy metida en México, en Centroamérica y en Sudamérica, de alguna u otra forma, ya sea interviniendo en periódicos, con asociaciones de trabajadores, de campesinos o con líderes políticos. Estados Unidos, por su parte, había apoyado a gobiernos dictatoriales muy cerrados, como pasó en varios países de Centro y Sudamérica, para que no proliferara el comunismo.
-¿De qué manera, según su versión, los soviéticos apoyaron a los estudiantes?
-Hay que recordar que todo comenzó con un enfrentamiento muy local en la Ciudadela, entre dos escuelas, la prevocacional 6 y la Escuela Preparatoria Isaac Ochoterena; hubo pedradas, entonces entró la policía que mandó el gobierno del Distrito Federal y ésta, ante la magnitud del enfrentamiento, envió a los granaderos, unos policías armados con fusiles que entraron a apaciguar los ánimos a una de los dos escuelas. Inmediatamente comenzó el problema juvenil, mucho muy serio, porque estaban listos para eso.
-¿Quiénes eran los que estaban listos? ¿Y para qué?
-El pleito juvenil de la Ciudadela fue inspirado y organizado por los Comités de Huelga, cuyos líderes tenían mucha influencia soviética; fueron armados por la embajada soviética para causarle un problema a los Estados Unidos.
-Dice usted que Cuba participaba también.
-Sí, en parte porque Cuba ya tenía una enorme influencia de la Unión Soviética. Después de que la Revolución Cubana triunfó, comenzó a proyectarse hacia Latinoamérica y aquí también. Este movimiento del 2 de octubre del 68 recibió una gran ayuda de los cubanos que habían hecho su revolución y la querían en toda América Latina. Las cosas no son simples.
Algunos muchachos mexicanos, los que estuvieron en los Comités de Huelga, tenían contacto con la embajada soviética, donde les daban sus centavos. Todo ello hizo crecer ese movimiento.
-¿Realmente nuestro país corría riesgos si el Ejército no hubiera intervenido?
-Ese movimiento fue creciendo y llegó a una manifestación que llamaron "Del silencio", de 140 a 170 mil jóvenes en contra del presidente, que querían que saliera, con caricaturas, con ofensas, de la forma más agresiva. Lo caricaturizaban con la boca abierta y "la trompa bien parada, Díaz Ordaz", y en la manifestación gritaban "¡Que baje el bocón a discutir con nosotros!"
Decían: "El día del Informe, ¿qué le va a informar al Congreso? Que nos informe a nosotros", todo esto en la manifestación. Pero, además, repito, el 2 de octubre sucedió diez días antes de las Olimpiadas. Esto que te estoy diciendo no se ha hablado mucho.
Hasta ahora se me ocurre ya con reflexión. Muy importante, muy importante históricamente.
Entonces, diez días después hubo una concentración de 60 o
50 mil gentes en el estadio para que el presidente de la República inaugurara el gran acontecimiento internacional de la Olimpiada.
¿Qué hubiera pasado? Si no hubiera habido Olimpiada quizá hubieran invadido el Palacio y hubieran tirado al presidente.
-¿Usted cree que realmente hubiera podido suceder eso?
-Yo creo muy probable que sí. En una de las manifestaciones comenzaron a quemar la puerta de Palacio; si se hubieran metido, probablemente hubieran intentado asesinar al presidente y entonces el Ejército hubiera intervenido. Yo creo que de no actuar, sí hubieran quitado al presidente.
Incluso en ese entonces había grupos especializados en guerra de guerrillas. Era gente que había ido a la Unión Soviética y luego hasta Corea del Norte, donde los soviéticos los mandaron a aprender guerra de guerrillas. Era un movimiento político juvenil, pero político.
-¿Estados Unidos ejerció presión sobre México para que se actuara?
-La influencia de los Estados Unidos ha sido de muchos decenios, de acuerdo con las circunstancias. Después del triunfo de la Revolución Cubana, ese país tenía mucho interés de que al sur de su frontera no hubiera un régimen socialista.
Además, hay que recordar que en 1848 perdimos la guerra contra Estados Unidos y México perdió la mitad de su territorio. Entonces los soviéticos y los cubanos pensaron que precisamente por ese antecedente histórico sería muy fácil instaurar aquí un régimen que se opusiera a Estados Unidos y que derivara hacia un régimen socialista. Eso es lo que yo pienso. Así estaba la cosa.
Entonces, sí, el 2 de octubre fue un día culminante, hubo una batalla, entró el Ejército, murió gente. Sin embargo, a los diez días se llenó el estadio de Ciudad Universitaria. Vino gente de todo el mundo, los mejores deportistas, y el presidente de México inauguró las Olimpiadas. Para entender luego las cosas, sólo te digo que ese día, con 60 mil personas reunidas, no hubo un chiflido o un grito de "muera Díaz Ordaz". La gran fiesta deportiva internacional, allí estaba el presidente, y ¡nada!
-¿Había algún partido político que los apoyaba?
-¡Sí! El Partido Comunista Mexicano, algunas facciones de izquierda que querían que el gobierno cayera, pero no tenían influencia en los jóvenes, que eran muchos. Te digo que en una manifestación por Reforma y el Zócalo -conocida como "Del silencio", donde todos desfilaban en silencio, pero con carteles muy explícitos- habrá habido 140 mil gentes; la otra con 120 mil, gritando en Palacio, quemando la puerta de Palacio e insultando.
-Supongo que fueron momentos muy tensos para usted.
-Como espectador, políticamente es muy grave, pero ni el secretario de Gobernación ni ningún secretario podía disolver una manifestación de 150 mil personas. Lo logró el presidente con el Ejército, ni siquiera la policía, porque el regente del Distrito Federal decía: "¿Cómo le hago?" Los momentos difíciles no fueron tantos para mí como para el presidente.
El 12 de octubre el presidente Díaz Ordaz invitó al cuerpo diplomático, a muchos visitantes extranjeros, a la prensa extranjera, a ir a la gran ceremonia. Entonces, al gabinete, ahí presente, nos ordenó que estuviéramos abajo del balcón presidencial para ver el espectáculo.
En el palco presidencial debían estar el secretario de Relaciones, el presidente del Congreso, el presidente del Comité Olímpico Internacional. Quedaba enfrentito de la torre universitaria, donde había habido balazos unas semanas antes por los borlotes. De hecho, el presidente había ordenado que el Ejército entrara a la universidad porque ésta era un foco de rebelión.
Entonces el día anterior le hablé por teléfono al presidente y le dije: "Señor presidente, no voy mañana".
"¿Por qué?"
"Porque voy a estar en mi oficina, pero en la antesala del palco le voy a poner un teléfono de la red privada para que, si hay un desorden, un borlote, le avisen rápidamente y también para que cuando usted salga le informe sobre lo que ha pasado en toda la República". Habían transcurrido sólo diez días después del 2 de octubre.
-¿Usted esperaba que sucediera algo?
-¡Sí! Porque ese terrible hecho, Tlatelolco, había ocurrido sólo diez días antes y había una gran inquietud nacional. Había pequeños movimientos, mínimos, en Guadalajara, en Sinaloa, ¡mínimos! Muchos, simbólicos...
-¿Inteligencia preveía que ese día ocurriera algún incidente?
-Sí, todo el mundo pensaba que iba a haber algo a los diez días. Por eso me quedé en mi oficina junto al teléfono. Con agentes en toda la República por lo del borlote; con agentes en el estadio para ver qué pasaba, pero la instrucción era que actuaran unos cuantos ante una multitud o que me hablaran por teléfono.
-Llegó el presidente, tocaron el Himno Nacional, pronunció su discurso, un espectáculo maravilloso, desfilaron los grupos de todos los países, una muchacha guapísima subió con la antorcha [Enriqueta Basilio], prendió el fuego olímpico, bonita, muy guapa, bajó y fue la fiesta. Tocaron el Himno Nacional para acabar. Entonces yo calculé, con mi teléfono en Gobernación, que el asunto estaba acabando. Dije: "Ahorita acaba, se despide el presidente y al rato voy a hacer antesala".
Hablé por teléfono. Contestó el ayudante y luego me tomó la bocina el presidente:
"Nada."
"Gracias."
Eso lo sabía el presidente y lo sabíamos yo y tres o cuatro ayudantes más. Como yo no fui -pero le había dicho a mi esposa, muy valiente, que fuera en mi lugar con mi hijo más chiquito vestido de charro-, a los dos o tres días los otros precandidatos malquerientes, que me veían muy jovencito, comenzaron a decir: "A lo mejor no vino Echeverría porque le dio miedo". "¿Ya se fijaron que no fue?" Pensaron que yo no había ido porque esa tribuna estaba en el lugar donde había habido balazos. Pero estuvo ahí mi mujer con mi hijo, por ejemplo.
-Después del 2 de octubre, ¿cómo se encontraba el país?
-Muy dividido, conflictos políticos, el PRI en decadencia, ahora está peor; hoy no hay partido, pero ya andaba mal. Había muchos políticos de más experiencia que yo o más viejos. Como secretario de Gobernación nunca tuve una conferencia de prensa, no quise dar entrevistas, no pronuncié discursos en seis años, según yo, llevándola en paz; no iba a fiestecitas, con secretarios de Estado, nunca. A veces se reunían ocho o diez de ellos, llevaban muchachas guapas, medio golfas, se echaban una copa y hacían fiesta. Yo nunca fui. Y nunca hice negocios. Me porté muy bien desde que era subsecretario. Ni fiestecitas, ni queridas.
-Jorge de la Vega Domínguez, como testigo privilegiado, ha declarado en varias ocasiones que bajo ninguna circunstancia Díaz Ordaz, como usted dice, pudo haber ordenado la represión contra los estudiantes. En este sentido, ha dejado entrever que en Tlatelolco se armó una celada política, en la que, para algunos, usted habría intervenido. ¿Qué opina al respecto?
-¿Jorge, mi amigo de muchos años...?
-Sí.
-Bueno, lo que han llamado la represión fue del Ejército Mexicano.
-¿Pero por qué su amigo ha hecho esas deducciones?
-No recuerdo que lo haya dicho Jorge de la Vega...
-Es eso lo que ha dejado entrever.
-Necesito que me la busquen [la declaración], ¿pero cuándo fue eso?
-Lo menciona Jorge Castañeda en el libro La herencia.
-Jorge de la Vega, no... él no...
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"-¿Qué le gustaría decirles a los mexicanos?
-Que piensen en la independencia del país y en la educación del pueblo, que luchemos en una forma u otra para que no haya desempleo, que haya unidad familiar, que los jóvenes consulten a los padres y a sus abuelos, que tienen más experiencia, en todos los sentidos.
-¿Hay algo por lo que quiera pedir perdón?
-¿A quién?
-Al pueblo de México.
-No, yo de nada. He trabajado intensamente siempre, ni pido perdón a nadie ni me lo doy.
-¿Y hoy en día es feliz?
-Nada. La felicidad no existe, compañero." l
El criminal sobreviviente
Miguel Ángel Granados Chapa
Gustavo Díaz Ordaz murió el 15 de julio de 1979, Marcelino García Barragán el 3 de septiembre siguiente, Alfonso Corona del Rosal el 7 de enero de 2001. Luis Echeverría, subordinado del primero, compañero de gabinete de los dos restantes, los ha sobrevivido. Es el único miembro del gobierno que asesinó a cientos de jóvenes el 2 de octubre de 1968, hace 40 años, que vive aún.
Con gran sentido escenográfico, Echeverría se preparó una coartada que le permitiera aparecer ajeno a lo que después llamaríamos la matanza de Tlatelolco. Por supuesto que no sólo estaba al tanto de lo que haría el equipo de Díaz Ordaz para descabezar al movimiento estudiantil y popular sino que por interpósita persona participaba en la planeación y puesta en práctica de la estrategia presidencial.
El capitán Fernando Gutiérrez Barrios, director federal de Seguridad y enlace de Gobernación con el Ejército, entregó directamente al secretario de la Defensa, general Marcelino García Barragán, las llaves de los departamentos del edificio Chihuahua, en la Unidad Nonoalco Tlatelolco en que militares vestidos de civil se ocultarían para aprehender a los miembros del Consejo Nacional de Huelga (ver Parte de guerra, de Julio Scherer García y Carlos Monsiváis).
En presencia de Gutiérrez Barrios, en la mañana de aquel miércoles funesto García Barragán dijo a los generales de su plana mayor que el secretario de Gobernación le había informado que el Comité de Huelga "tiene convocado para hoy un mitin en la plaza de Tlatelolco y que al terminar éste se dirigirán a las instalaciones del Politécnico para tomarlas, quitándoselas a los soldados que las custodian... para hacer abortar esta acción se ha decidido, por el mando del ejército, disolver el mitin de Tlatelolco, capturando al Comité de Huelga..."
O sea que Echeverría no sólo estaba al tanto de los acontecimientos, sino que él mismo ofrecía información a la Defensa, y la DFS, bajo su dependencia, aportaba los elementos materiales para aplicar la estrategia militar. Y sin embargo, montó una escenografía para mostrarse ignorante de la tragedia que estaba ocurriendo no lejos de su despacho en Bucareli, en la Plaza de las Tres Culturas. Invitó a tomar café, y a conversar tranquilamente al pintor David Alfaro Siqueiros y a su esposa Angélica. Era una pareja conspicua en todas partes, sobre todo en Gobernación. El muralista había salido recientemente de la cárcel, a que lo condujo una represalia política del presidente Adolfo López Mateos, instrumentada por su secretario Díaz Ordaz, para castigar el activismo del artista que precedió a López Mateos durante su viaje a Sudamérica en una campaña de denuncia que desdoró la imagen que el mandatario mexicano buscaba proyectar.
Echeverría era un funcionario extremadamente cauteloso. No hubiera dado un paso como recibir a Siqueiros en su oficina sin notificarlo a Díaz Ordaz. Lo contrario hubiera significado una deslealtad, pecado supremo en deificación presidencial que el secretario de Gobernación no se hubiera atrevido a cometer. Tampoco se hubiera permitido dar la apariencia de frivolidad -hacer vida social, relaciones públicas- mientras una porción de los habitantes de la capital vivía en vilo por las movilizaciones juveniles, que generaron una represión cuyo tono iba en aumento hasta llegar a la ocupación militar de los predios del Politécnico y la Universidad Nacional.
En todo ello participaba Echeverría, cuidadoso siempre de mostrar fidelidad a su jefe, intuyendo o averiguando hacia dónde quería éste dirigirse para coincidir con él, para hacerle saber que en su reemplazante en Bucareli el presidente no sólo tenía un eficaz colaborador sino también, y sobre todo, un sucesor que continuaría su política de firmeza frente a la agitación comunista y quien le evitaría cualquier intento futuro de revisar sus actos. En esa identificación plena con Díaz Ordaz fincó Echeverría el trabajo político que lo condujo a sucederlo. Por eso puede decirse que su triunfo al ser ungido candidato presidencial se erigió sobre las tumbas de las víctimas de Tlatelolco.
En Los presidentes, el propio Julio Scherer ofreció otra prueba de la participación central de Echeverría en la noche de Tlatelolco. Cuando el estruendo de las balas no había cesado aún, el secretario de Gobernación se aseguraba de que la información sobre el suceso funesto correspondería a los intereses del gobierno y los suyos propios. En un "telefonema urgente", mintió al flamante director de Excélsior (elegido apenas un mes atrás) al informarle que había una batalla entre militares y estudiantes, en la que "caían sobre todo soldados, y a punto de colgar el teléfono había dejado al aire la frase amenazante: ¿Queda claro, no?".
A pesar de que en el otoño de 1968 faltaba un año entero para que Díaz Ordaz resolviera su sucesión, es seguro que el presidente la tuviera en la cabeza al encarar la crisis que su paranoia achacaba a la conspiración comunista destinada a desprestigiar a México en las vísperas de su debut internacional como nación potente, capaz de organizar unos juegos olímpicos. Ganó el premio quien supo sintonizarse con el temperamento presidencial. Lo intentaban todos, cada uno a su modo. Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia, simulando que creía en las ofertas de diálogo que Díaz Ordaz formulaba de dientes para afuera y mostrándose por ello conciliador y cercano a intelectuales que hubieran podido bendecir al gobernante feroz una vez concluido su sexenio. Alfonso Corona del Rosal, por su parte, suponía acaso que su doble vertiente de militar y político podía servir como bisagra, que asegurara el acercamiento con los universitarios basado en la intransigencia que era grata al Presidente, consustancial a él mismo.
El escogido fue Echeverría. Corona del Rosal quedó retirado de la política concluida su gestión en el gobierno de la ciudad de México. Después de ser senador y gobernador de su estado, ocupante de dos carteras en el gabinete presidencial, su jubilación llegó a tiempo. No así la de Martínez Manautou, que había saltado casi de la nada (un puesto en la política provinciana) a la Secretaría de la Presidencia. Alejado de la vida pública mientras gobernó Echeverría, resucitó para ocupar, impulsado por el José López Portillo que había sido su colaborador, la secretaría de Salubridad y el gobierno de Tamaulipas.
A su vez, Echeverría trocó su mutismo en verborrea y la sumisión en altanería, que desafió a un cada vez más perplejo Díaz Ordaz, a quien resultó difícil entender que se había equivocado y escogido para sucederlo a quien fingió ser lo que no era. Se sabe que por lo menos una vez, en noviembre de 1969, cuando el candidato que él había ungido le formuló un reproche no por indirecto menos corrosivo (el minuto de silencio en Morelia por la muerte de estudiantes y soldados en Tlatelolco), Díaz Ordaz pensó en revisar su decisión y desposeerlo de la candidatura. Lo que son las cosas: el hombre que ordenó la matanza del 2 de octubre no tuvo ánimos para disponer de la vida de quien sería su sucesor, como ocurriría años más tarde.
Muertos cada uno de los otros protagonistas del crimen de Tlatelolco, sólo sobrevive Echeverría. Resiste aún los afanes, que le resultan inconcebibles, de juzgarlo por el genocidio que cometió entonces y prolongó en los años de su propia presidencia. No irá nunca a la cárcel, pero la historia no lo ha absuelto, no lo absolverá. L
Prisionero de sus palabras
La residencia del expresidente. Soledad

¡Que quede grabado!, porque ya tengo 86 años, primero, y he andado malo. Estuve cinco meses en recuperación, me repuse, medio me repuse, hasta ahora. Por eso te digo, apresúrate y yo me apresuro en contarte, así es la cosa. Tenemos que hacer eso."
Así contesta el expresidente Luis Echeverría a su joven entrevistador Rogelio Cárdenas Estandía, a quien le abrió las puertas de su residencia de Magnolia 131, en San Jerónimo Lídice, al sur de la Ciudad de México, para hablar largamente sobre aspectos personales y políticos de su vida.
"¿Cuál fue el logro de mi gobierno? Ninguno. Prenda la grabadora."
El exmandatario se explaya durante 14 encuentros realizados a lo largo de cinco meses. "Palabra a palabra, frase a frase me fue llevando a lo largo de los años y de los acontecimientos; desde su muy personal punto de vista me condujo a través de su realidad o me mostró la historia de México por medio de su vivencia", dice en el preámbulo el autor de Luis Echeverría: entre lo personal y lo político.
Este volumen de 207 páginas, que esta semana pondrá en circulación editorial Planeta, es quizá la última entrevista que concede el expresidente. Retirado de la política desde hace 32 años, como él sostiene, y cansado de guardar silencio, escogió a un bisoño reportero para desgranar los episodios que le tocó vivir cuando estaba en la cúspide de su carrera.
Siempre reacio a dialogar con la prensa -que durante años intentó entrevistarlo para conocer su punto de vista sobre los sucesos del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971, y en especial acerca de su propia actuación en ellos-, ahora sorprende con esta serie de encuentros en los que se muestra memorioso de sus viejas glorias, su infancia, su trayectoria política, pero también omiso cuando su entrevistador le pregunta sobre los asuntos más candentes.
Inmerso en su soledad, el expresidente sobrelleva con apuros el arraigo domiciliario al que está sometido desde hace más de dos años, precisamente por su participación en aquellas fechas trágicas.
Recluido en las habitaciones de su residencia, observa el paso de los días, monocordes todos, acompañado de su asistente María, quien cotidianamente lee para él los periódicos. Ese es su único contacto con el mundo; ese rito cotidiano lo conecta con la política, le activa la memoria -selectiva- y le hace reelaborar aquella retórica que lo caracterizó en la década de los setenta, en sus tiempos de esplendor.
Echeverría aprobó las fechas, los temas y los tiempos de conversación para hablar libremente de sus pasiones, su familia, sus logros políticos y los desencuentros con la clase política y con el PRI, el partido al cual aún pertenece pero que él considera en decadencia.
Sin embargo, se irrita cuando el entrevistador toca temas como el de la matanza de Tlatelolco, el del Jueves de Corpus y su ruptura con José López Portillo.
Triste la respuesta de Echeverría cuando el reportero le pregunta sobre el porvenir.
"-¿Qué cree que le falta hacer en la vida, o ya ha hecho todo?
-Cumplir años el próximo año, llegar a los 87 años y ya.
-¿Ya no le gustaría hacer nada más?
-¿Para qué? Ya lo que pasó, pasó, desde muy joven. Pero a mi edad no queda más que ver árboles y leer un poco, iniciar unas cosas, con la experiencia, pero pienso que mi salud se está acabando y yo ya estoy muy debilitado, por la edad, como es natural."
Su discurso, avasallante cuando habla de sus triunfos, se quiebra cuando el entrevistador trata temas más personales:
"-¿Y hoy en día qué le hace feliz?
-Nada. La felicidad no existe, compañero.
-¿Por qué?
-¿La felicidad?, ¿conoces a alguien que sea feliz?, ¿que no tenga problemas? No, quizá no pertenezca a la raza humana.
Hay momentos felices, momentos dichosos, momentos agradables, pero lo que se dice felicidad, ¿existe?, ¿en dónde?, ¿cuándo?, ¿en qué época?"
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Rogelio Cárdenas Estandía nació en 1980, un año antes de que su padre, Rogelio Cárdenas Sarmiento, fundara El Financiero, un proyecto editorial que se mantuvo fuerte varios lustros pero que comenzó a decaer paulatinamente, sobre todo a partir de la muerte de su creador, el 18 de julio de 2003.
A partir de entonces la viuda de Cárdenas Sarmiento, María del Pilar Estandía, y su hijo Rogelio tomaron las riendas de esta empresa, que subsiste a pesar de las penurias económicas. Precisamente en ese diario Cárdenas Estandía comenzó su ejercicio periodístico entrevistando a políticos y empresarios.
El año pasado la editorial Océano publicó el primer libro de Cárdenas Estandía, Off the record. Conversaciones con los protagonistas de la actualidad mexicana, que reúne 17 entrevistas ampliadas. Las versiones originales aparecieron en las páginas del diario que él dirige.
Ese acontecimiento lo impulsó a entrevistar a Echeverría, como dice en su nuevo libro, para "conocer más a fondo al personaje del que tanto había escuchado hablar, al que tanto se ha estigmatizado desde hace casi cuatro décadas, más todavía a partir del proceso judicial en el que aún se encuentra envuelto".
Con ese propósito Cárdenas Estandía buscó a Juan Velásquez, abogado del exmandatario, y le pidió que le hiciera llegar una solicitud de entrevista y un cuestionario. Una semana después tuvo la respuesta: Echeverría quería conocerlo y lo invitó a desayunar, junto con Velásquez. Fue en esa ocasión, dice, cuando el anfitrión sugirió que fueran varios los encuentros y sólo puso como condición que los precediera un almuerzo o una comida.
Así se iniciaron las sesiones en aquella vieja casona de Magnolia 131, que "huele a humedad, a encerrado". La "habitación de madera oscura" donde duerme el entrevistado cada noche "se convirtió en un campo de esgrima verbal donde había que intercalar las preguntas de semblanza con interrogantes que podían resultar (y lo fueron) incómodas para este zoon politikon".
El libro abre con el apartado "El gran solitario de San Jerónimo", en el cual Cárdenas Estandía relata sus peripecias para conseguir la entrevista y resume cómo fueron "los días con Echeverría",
El volumen se complementa con 19 apartados que van desde la infancia del entrevistado hasta su aserto de que él no tiene que pedir perdón a nadie por sus acciones, y seis apéndices con los siguientes temas: el proceso que se le sigue al expresidente, si éste buscó alguna vez a Carlos Salinas, si Julio Scherer fue vigilado cuando era director de Excélsior, las dudas de Jorge de la Vega Domínguez durante el movimiento de 1968, el testimonio de Heberto Castillo en torno a la participación de Alfonso Martínez Domínguez en los sucesos del 10 de junio de 1971 y el malestar de Echeverría con López Portillo.
Cárdenas Estandía inicia los apartados con un resumen y reproduce posteriormente los diálogos. En esta "esgrima verbal" él no opina, deja fluir el torrente de palabras de su interlocutor y cuando lo juzga pertinente vuelve a interrogarlo; y las respuestas del interpelado son las que lo retratan.
Algunas lo hacen caer en contradicciones; otras reflejan cómo ese ejercicio de memoria del que hace gala es selectivo.
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Ambientado ya, luego de ganarse la confianza de Echeverría, a quien regaló discos compactos de música new age y videos de series televisivas, Cárdenas Estandía va soltando las preguntas. Los primeros encuentros transcurren sin contratiempos, pero todo cambia al abordar los temas sociales y políticos, como el movimiento del 68 y la participación que tuvo el entrevistado como secretario de Gobernación.
Echeverría insiste en que toda la responsabilidad fue del presidente Díaz Ordaz.
"-Pero usted era el secretario de Gobernación.
-Sí pero las grandes determinaciones, que fueron muy graves, nunca eran cosa del subsecretario, ni del secretario, eran del presidente. Entonces y ahora las grandes determinaciones al Ejército vienen del presidente, que es el comandante general del Ejército.
-¿A usted, como secretario de Gobernación, exactamente en qué le tocó participar?
-Bueno, muy poco, en hacer llamados a la concordia, sin valorar; eso fue después, que eran movimientos políticos que estaban ocurriendo porque hubo influencias internacionales. Había movimientos juveniles en muchas partes del mundo, y eso influyó en la ambición política de la juventud de acceder al poder, había cambios en varios países; pensaban que tener acceso al poder significaba un progreso.
-¿Tenía comunicación con el secretario de la Defensa?
-No, no como secretario de Gobernación; él trataba directamente con el presidente. Además, el secretario de Defensa (Marcelino García Barragán) tenía sus simpatías para la Presidencia siguiente...
-Pero en aras de la precisión, ¿cuál fue el papel del secretario de Gobernación en todo este asunto?
-La observación y evitar las pugnas políticas de todo género, el contacto directo para algunas cosas tan delicadas que dependían directamente del presidente."
Esa es la verdad de Echeverría. Ninguna autocrítica, puro discurso con el que pretende mostrarse impoluto. La misma cara presenta cuando se le pregunta acerca de la agresión a los estudiantes en San Cosme, aquel 10 de junio de 1971. En ese tiempo él ya era presidente. Aun así le atribuye las responsabilidades al entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez:
"-¿Qué acciones estaba autorizado para tomar?
-El responsable era el regente del Distrito Federal, que había llamado a las policías. Por eso le pedí la renuncia.
-Cuando usted habla del 68 menciona que la orden para que interviniera el Ejército provino del presidente, sin embargo, asegura que en el 71, como presidente, usted ni era responsable ni ordenó nada.
-No, fue el jefe del Departamento del Distrito. Yo como presidente le pedí la renuncia por la falta de habilidad para controlar el movimiento, y salió; era muy amigo mío..."
Echeverría esgrime también el viejo argumento de que tanto en el 68 como en el 71 vivíamos en plena Guerra Fría, por lo que detrás de cada acto estaban la KGB y la CIA. Explica que durante su mandato fue presionado por Estados Unidos, por ejemplo, para que votara contra el ingreso de China al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Finalmente el país asiático se integró a ese órgano sin problemas.
Enunciado tras enunciado, elude sus responsabilidades: sobre el espionaje a Julio Scherer, director de Excélsior: "realmente nunca lo investigaron porque el señor así estaba visible"; "la cooperativa (de Excélsior) lo botó y se salió".
Y acerca de la ruptura con su sucesor, José López Portillo, quien lo acusó de querer conservar el poder presidencial e incluso lo escribió en sus Memorias: "¡No es cierto!... los que están enterados saben que yo me fui a China, y luego me quedé un año en París, y luego estuve un año en Australia, y fui embajador simultáneamente en Australia, en Nueva Zelanda, y quise ir a las islas Fidji..."
Quisiera mostrarse siempre impoluto, pero resulta omiso, como cuando se le pregunta por los logros de su gobierno: "Nada. Que se grabe: ¡nada! ¿Cuáles logros?, ni yo, ni los pasados (gobiernos) ni los que siguieron; para mí, nada, Que se grabe..."
Postergado ya, deslucido su discurso, en las últimas sesiones comienza a evadir los temas o a darles un tono ficticio o falso.
"-¿Qué disfruta hacer en su tiempo libre, además de leer?
-Hablar con la gente, escuchar acerca de la situación de México y del mundo; ver lo que hacen mis hijos, tengo siete hijos, 19 nietos y cinco bisnietos, hablo con ellos para recomendarles que se porten bien, con responsabilidad, ya cada quien hace lo que quiere."
Cárdenas revela en la introducción que "las preguntas que hice sobre el 68 o el Jueves de Corpus no alteraron tanto a don Luis como la ocasión en que hablamos sobre sus diferencias con don José. Fue entonces cuando le pegó con más ímpetu a la mesita".
Pronto vino la ruptura: Echeverría "comenzó a regañarme como lo hace un padre a su hijo; me pidió que me fuera a mi casa, que reflexionara sobre la conducta que había tenido en las últimas sesiones y que le hablara por teléfono cuando hubiese terminado mi examen de conciencia"...
Cárdenas no lo hizo. Esperó a que pasara el "berrinche" del expresidente, pero no fue sólo eso. El telón había caído. "Pasó el tiempo. La puerta de Magnolia 131 ya no se abrió para mí". l
PRD: la difícil reconstrucción
Acosta Naranjo. Presidencia espuria y conflictiva....Capo del "chuchinero"

Después de seis meses de desgaste político, sin representación en los órganos de dirección del PRD y sin el control de las corrientes internas que lo postularon a la presidencia de su partido, Alejandro Encinas cedió frente a su contrincante Jesús Ortega para la realización del XI Congreso Nacional, contra las recomendaciones de sus aliados.
El exjefe de gobierno del Distrito Federal y delfín de Andrés Manuel López Obrador para ocupar la presidencia del PRD tomó esta determinación después de que los conflictos en que se involucraron los grupos más radicales que lo apoyaron, lo dejaron al margen de las decisiones para resolver el conflicto electoral, que deberá resolver el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Frente a esta experiencia, Alejandro Encinas y su equipo preparan la disolución de Izquierda Unida para conformar lo que Ricardo Ruiz -su vocero y pieza de la negociación con Nueva Izquierda- llama un "referente nacional", que en los hechos sería una nueva corriente constituida por perredistas que no pertenecen a ninguna "tribu", los mismos que, asegura Ruiz en entrevista, apoyaron más a Encinas que los grupos internos.
Anulada ya la elección para presidente y secretario general del partido por la Comisión de Garantías y Vigilancia, órgano que validó a Guadalupe Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum como dirigentes provisionales -luego ratificados por el TEPJF-, la autoridad electoral tendrá que definir si se prevalece la decisión de Garantías, impugnada por Ortega, y se mantendrían los dirigentes provisionales, o corrige los criterios de anulación de casillas, lo que le daría el triunfo al jefe de Nueva Izquierda.
Ante esos dos escenarios en los que Nueva Izquierda se quedaría con la presidencia del partido, la pelea de Izquierda Unida es por quedarse con la secretaría general del PRD.
Desde el punto de vista de Camilo Valenzuela, presidente del Consejo Nacional del PRD, el conflicto interno "lo perdió Alejandro Encinas el 4 de mayo, cuando admitió que las corrientes más radicales que lo impulsaron, llámese (Dolores) Padierna, (Gerardo Fernández) Noroña y una parte de Izquierda Social (de Martí Batres) boicotearon el Consejo Nacional que permitió que Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum se quedaran al frente del partido".
En entrevista, agrega que esa postura se tomó "contra un acuerdo que tuvo Encinas el 29 de abril, en el que estuvieron los gobernadores y la gobernadora del PRD, así como Marcelo Ebrard y los coordinadores de las cámaras, para que se mantuviera la fórmula de Raymundo Cárdenas y Graco Ramírez a fin de darle legalidad al partido y transitar a un acuerdo que llevara a nombrar una presidencia y secretaría general sustitutas por consenso.
"Pero, además, no se atendió que muchos de las consejeras y de los consejeros que apoyaron a Alejandro consideraban que por encima de él y de Chucho estaba el partido."
Ese 4 de mayo, dice Valenzuela, el Consejo Nacional obtuvo el quórum necesario para que el bloque que encabezó Jesús Ortega propusiera a Acosta y a Gastélum como presidente y secretaria provisionales, lo que fue aprobado.
A finales de junio, una vez que el TEPJF validó la dirección sustituta, las corrientes que integran el partido empezaron a tender lazos con Nueva Izquierda para negociar la secretaría general, pues Gastélum puso su cargo en la mesa para facilitar una salida al diferendo.
De acuerdo a versiones de miembros de distintas corrientes perredistas, el Foro Nuevo Sol, encabezado por la gobernadora zacatecana Amalia Gacía, pidió el cargo para Hortensia Aragón, que iba en la fórmula con Encinas.
A su vez, el Movimiento por la Democracia, que encabeza el líder de los dipu-tados federales perredistas, Javier González Garza, propuso a Saúl Escobar, actual secretario de Relaciones Internacionales.
Por su parte, Marcelo Ebrard votó por Agustín Guerrero, líder de Izquierda Democrática Nacional (IDN) en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; y Alejandro Encinas opinó que con Ricardo Ruiz en ese cargo podría destrabarse el conflicto.
Y en entrevista, la dirigente de IDN, Dolores Padierna, sostiene: "Tendríamos que estar defendiendo la presidencia, pero si ahora el propio Encinas dice 'ya, hasta aquí, aceptamos la secretaría general', nosotros decimos: pues le toca a IDN, no le toca a nadie más, porque IDN es la que más aportó votos. Pero es un asunto que va a depender del fallo del tribunal".
División tras división
Antes del XI Congreso Nacional del sábado 20 y el domingo 21 varios factores avivaron la lucha interna del PRD, aunque había acercamiento personal entre Jesús Ortega y Alejandro Encinas: la anulación de la elección de julio; la toma de las instalaciones de la Comisión de Garantías y del partido; el intento del "ala más irracional de IU" -como dice Valenzuela- de boicotear el Consejo Nacional del 16 de agosto.
Este consejo resolvió convocar a elecciones extraordinarias para presidente y secretario del PRD el 14 de febrero de 2010. "En acuerdos previos, Encinas estuvo de acuerdo -dice Valenzuela- y no implicaba que Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum permanecieran hasta entonces, eso es todavía motivo de negociación".
Otro factor del encono fue la determinación de Renato Sales, al frente de la Comisión de Garantías, de validar las elecciones de consejeros nacionales en Oaxaca, Chiapas y Veracruz, lo que dio la mayoría a Nueva Izquierda en los días previos al congreso.
La crispación, a decir de Valenzuela, afectaba los trabajos de la Comisión Organizadora del congreso, integrada por representantes de todas las corrientes y que procesaría los acuerdos finales, como el posicionamiento del partido ante la reforma energética y frente a la crisis económica y de seguridad en el país. A esta comisión le tocaba también rediseñar los órganos del partido, incluido el de dirección, y modificar los estatutos para preparar el proceso electoral de 2009.
Fue por ello que Camilo Valenzuela y Alfonso Ramírez Cuéllar, excandidatos a la presidencia del PRD por la Red de Izquierda Revolucionaria (Redir) y el Movimiento por la Democracia, respectivamente, convocaron el jueves 18 a Ortega y a Encinas.
El objetivo era que ambos "asumieran su responsabilidad y de una vez por todas se llevara a cabo el congreso. Los dos aceptaron. Era importante que lo hiciera Encinas para que mandara a sus aliados el mensaje de que, siendo el candidato de Andrés Manuel López Obrador, éste también apoyaba el congreso, y así desactivar cualquier acción en contra de éste".
El encuentro se llevó a cabo en el restaurante del hotel Diplomático. Asistió también Mario Saucedo, cabeza del Movimiento Cívico, que apoyó a Encinas y se opuso a la realización del congreso.
Valenzuela dice que Saucedo "tuvo una actitud desafortunada, insultó a Chucho, pero creo que fue una reacción producto de que su corriente quedó muy disminuida, como muchas otras, e Izquierda Unida no quiere reconocerla".
Otro de los aspectos que afloraron durante la preparación del congreso "fue la terrible división de Izquierda Unida, pues mientras los chuchos (NI) y sus aliados de ADN (Alianza Democrática Nacional, encabezada por el senador Héctor Bautista) aceptaron incluir como parte de los consejeros que les corresponden a miembros de Movimiento por la Democracia, otra corriente disminuida, IU, se negó a incluir a dirigentes del Movimiento Cívico, que formó parte de esa alianza".
Los desacuerdos internos de IU, dice Valenzuela, provocaron que se decidiera continuar el congreso el 11 de octubre próximo, al no llegar a acuerdos para el reparto de los ocho delegados al Congreso Nacional por cada estado.
Se determinó que cinco de esos ocho delegados fueran de los equipos que apoyaron a Ortega, y el resto se distribuyeran entre las corrientes que impulsaron a Encinas. Debían nombrarse en los consejos locales del PRD, pero éstos no se reunieron en unas 17 entidades, por lo que tendrán que designarlos en pleno congreso.
Tan fuerte fue el encono que se dieron casos como el de Juan Manuel Ávila, miembro del Foro Nuevo Sol, quien denunció en la reunión plenaria del congreso que Ana Paula Ramírez, de IDN, impedía el registro de delegados. Valenzuela apunta que de éstos "muchos eran cívicos y del Foro". Al final quedaron pendientes de conformarse tres delegaciones estatales.
Ricardo Ruiz, representante de Alejandro Encinas, reconoce en entrevista que en Izquierda Unida hay diferencias debido a su propia composición como frente electoral, unido por las coincidencias con Andrés Manuel López Obrador.
"Creo que a estas alturas el ciclo de IU concluyó -dice Ruiz-; el resultado de ese frente es, desde nuestro punto de vista, que ganó Alejandro Encinas. Pero ese frente no se consumó en los estados, ahí las corrientes fueron divididas y en algunos confrontadas, excepto en el DF, donde hubo una candidata de consenso, Alejandra Barrales, que tuvo mucho apoyo de la gente de Marcelo Ebrard."
Para el exsecretario de gobierno de Alejandro Encinas, la mayoría de los votos que obtuvo IU en la elección interna los aportó el propio candidato, y en una parte menor las corrientes que lo apoyaron. "Se agradece su apoyo, pero la fuerza de Alejandro está en la gente que está más allá de las corrientes y a la que nos debemos", afirma.
No se trata de deslindarse de las expresiones que apoyaron a Encinas, aclara, pero dice que "los dirigentes (de corrientes) estaban más metidos en ver cuántos delegados les tocaban y si negociaban con otra corriente; vienen las elecciones locales y están más preocupados en cuántos diputados les van a tocar de representación. Eso no lo queremos nosotros ni queremos que sea lo más importante para el partido".
Por ello, dice Ruiz, el equipo de Encinas trabaja para que, una vez culminado el proceso electoral interno, se forme un "referente político nacional, que no será una corriente como las tradicionales, porque se han convertido más bien en grupos de presión al interior del partido, aunque coincidamos ideológicamente con las que nos apoyaron".
Para conseguirlo convocarán a "todos aquellos militantes que quieren un cambio verdadero del partido, e incluso de aquellos que están fuera del partido pero en el movimiento vinculado a López Obrador, sin que ello signifique que se tenga una visión electoral para 2012".
Frágiles acuerdos
Ricardo Ruiz evalúa favorablemente sus negociaciones con Nueva Izquierda para organizar el congreso perredista, ya que en todo momento las corrientes que integraron Izquierda Unida "estuvieron informadas de los resultados que se consensaban, hubo conocimiento de los documentos que iban surgiendo, y aunque hubo diferencias al interior, al final el balance es positivo".
Uno de los acuerdos que estableció con Jesús Zambrano, el negociador de Nueva Izquierda, fue el de las alianzas políticas:
"A los grupos se les leyó el documento que se iba a poner a discusión en el congreso -explica Ruiz-, y se acordó que fuera Agustín Guerrero quien, en nombre de IU, propusiera que en el texto final se especificara que quedaban prohibidas las alianzas con el PRI y con el PAN.
"Ese punto se puso a discusión en el pleno y se votó en contra, pero el resto del contenido fue aprobado por unanimidad, porque se pusieron los suficientes candados; va a haber suficiente control, se requiere la mayoría calificada del Consejo Nacional, para que en los hechos podamos detener una alianza que perjudique al partido."
No obstante, para Dolores Padierna la eliminación del párrafo que prohibía alianzas con esos partidos fue una concesión que se dio "de manera ingenua" a Nueva Izquierda para que esta corriente hiciera sus alianzas con el PRI en Guanajuato, Jalisco, Querétaro y Aguascalientes, donde la presencia del PRD fluctúa entre 6 y 4%.
En esos estados, sostiene Padierna, "los chuchos han tenido la dirección del partido desde 1988 y están acostumbrados a negociar con quien tenga la gubernatura por espacios plurinominales, haciendo del PRD un partido testimonial".
Lo que pretende NI aliándose con el PRI, acusa, es que el PRD cumpla el papel del Partido Verde Ecologista de México, "que ante la imposibilidad de tener votos por sí mismo para alcanzar un cargo plurinominal, los obtenga con el PRI. Es mentira que se pretenda combatir al Yunque y a la ultraderecha. En Guanajuato, por ejemplo, el PAN tiene 62% de votos".
Advierte también que en la redacción final de la reforma a la política de alianzas se introdujo un párrafo "riesgoso" que fue votado por unanimidad y cuyo destinatario es López Obrador.
El texto, leído al pleno por Fernando Belaunzarán, de NI, dice: "que los convenios de alianza que sean signados entre PRD, PT y Convergencia, contendrán una cláusula que prohíba tajantemente postular a perredistas como candidatos del PT o Convergencia en contra de los aprobados por las instancias correspondientes del partido en aquellos espacios en los que la alianza no haya avanzado con candidatos comunes. El PRD se compromete a hacer lo propio".
"El párrafo no es malo -comenta Padierna-; está diciendo en el fondo que aquel perredista que compita por otras siglas queda expulsado en automático. Lo que están haciendo los chuchos es quitarle el partido a López Obrador, lo están orillando a (que salga), que si tiene millones de personas, da igual un partido que otro.
"Están advirtiendo que si no logra la candidatura en 2012, que se vaya y con él todos los lopezobradoristas, pero no nacimos ayer en política, y Andrés Manuel tiene un colmillo retorcido como pocos, es un estratega y un líder. Si los chuchos piensan que nos vamos a ir, están equivocados."
Padierna enfatiza que ella se opuso a que se realizara un Congreso al que IU fuera en desventaja y sin que hubiera de por medio una resolución del TEPJF, pero dice que el jueves 18, en una reunión con los dirigentes de las corrientes que lo apoyaron, el propio Encinas decidió que "se cierre el ciclo".
Sus indicaciones fueron, según recuerda Padierna: "Debemos pensar en reestructurar los órganos de dirección, aceptar eso que quieren los chuchos del buró político, ver cómo decidir las candidaturas de común acuerdo, que haya una franja de consenso y cuotas para un bloque y para otro, que la Comisión de Garantías y la Comisión Técnica sean órganos colegiados sujetos a vigilancia, que se haga un nuevo padrón, etcétera".
La figura propuesta por Nueva Izquierda, la Comisión Política, estará integrada por el presidente, el secretario del partido y 13 dirigentes connotados, miembros de las corrientes más significativas, con el respaldo de al menos 80% del Consejo Nacional. Entre esos 13 líderes está considerado Encinas.
En tal circunstancia, si bien IDN no podía aceptar que la dirección del partido estuviera en manos de los chuchos y mucho menos sin que hubiera una sentencia del TEPJF, Padierna señala que si Encinas acepta la secretaría general, quien debe estar en ella es IDN:
"Por estatuto, por porcentaje de votos, por ser el segundo lugar como corriente, nos corresponde. Si separamos el resultado final, Nueva Izquierda tiene el primero, IDN el segundo y ADN el tercero."
-¿Nueva Izquierda le ofreció a Alejandro Encinas la zanahoria de la secretaría general para que cediera? -se le pregunta.
-No lo veo así. Alejandro Encinas actuó con demasiada responsabilidad. Él decía: "Tenemos medio año de desgaste, medio año de lastimar al partido. No se resuelve, no hemos logrado que los chuchos sean razonables y hay que acabar con esto de una vez por todas". l
“fantasma”, en pos de la tercera cadena de TV
Ángel González. Postor


Un magnate regiomontano de los medios electrónicos podría lograr lo que no pudo General Electric por medio de Telemundo: hacerse de la tercera cadena de televisión abierta en México. Sus posibilidades de conseguirlo son amplias, no sólo por su capacidad económica, sino porque cuenta con el respaldo de altos funcionarios y legisladores, que le allanan el camino e incluso le sirven de cabilderos. Su apodo: El Fantasma.
Remigio Ángel González, el enigmático empresario de origen regiomontano mejor conocido como El Fantasma, busca ser el concesionario de la tercera cadena de televisión abierta en México. Para ello, cuenta con el respaldo del titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Luis Téllez, y con el del senador panista Federico Döring como cabildero.
En medio de un total hermetismo de las autoridades, González es propietario de cuatro de los cinco canales de televisión abierta en Guatemala, así como de una red de canales televisivos en Nicaragua (4 y 10), Costa Rica (4, 6, 11), Ecuador (4 y 5), Perú (9 y 13), Paraguay (5 y 9), de Red TV en Chile y del Canal 9 en Argentina, adquirido en 2007.
Este magnate de los medios electrónicos pretende retornar a México, después de su autoexilio en Miami desde los años ochenta. Quiere entrar por la puerta grande y adquirir buena parte de las 175 frecuencias disponibles para televisión abierta.
Fiel a su estilo de no aparecer en público y de crear empresas "fantasma" en paraísos fiscales -de ahí su sobrenombre-, el empresario de origen regiomontano y propietario de la compañía Televideo Services Inc., comenzó a cabildear entre autoridades, legisladores y empresarios de los medios electrónicos en México para consolidar una sociedad que le permita adquirir la "tercera cadena", según confirmaron distintas fuentes a Proceso.
Ángel González ya posee cinco estaciones de televisión en el sureste del país. En Tenosique, Tabasco, es propietario del Canal 12 (XHTOE-TV), y en Villahermosa, del Canal 9 (XHTVL-TV), ambos administrados por Televisora del Sureste S.A. de C.V. En Coatzacoalcos, Veracruz, cuenta con el Canal 9 (XHCVP-TV), y en Tapachula, Chiapas, con el Canal 4, administrado por Comunicación del Sureste, S.A. de C.V.
De acuerdo con la información disponible en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, las cinco concesiones están en proceso de refrendo y le fueron expedidas en 1985 (en el caso de Coatzacoalcos) y en 1999, un año antes de las elecciones presidenciales.
Criticado prácticamente en todos los países latinoamericanos donde ha comprado estaciones televisivas mediante prestanombres y aliándose a los políticos en el poder, El Fantasma podría consolidar el proyecto que la poderosa trasnacional General Electric no pudo lograr a través de su filial Telemundo.
Desde mediados de 2006, Telemundo finalmente rompió su sociedad con el empresario mexicano Isaac Saba y formalizó un acuerdo con Televisa para transmitir sus contenidos a través de Canal 9, XEQ, el frustrado "canal cultural" del consorcio de la familia Azcárraga. Televisa concentra 60% de las concesiones, 71% de la publicidad y 80% de los contenidos audiovisuales en la televisión abierta mexicana (Proceso 1638).
Los intentos de Telemundo se toparon con una abierta guerra de Televisa y TV Azteca, las dos compañías dominantes en la televisión mexicana, así como con el veto del titular de la SCT, Luis Téllez. Después de una andanada de ataques contra Saba en las pantallas de Canal 2 y Canal 13, Téllez afirmó el 15 de diciembre de 2006 que la dependencia no había recibido "ninguna solicitud de Telemundo para entrar a la televisión abierta".
En esa misma conferencia de prensa, Téllez afirmó que las autoridades analizaban las frecuencias "que se pueden utilizar en las distintas ciudades y cómo se usaban tanto en radio como televisión, así como frecuencias para la utilización de la banda ancha".
Un estudio de la disponibilidad del espectro para televisión abierta, elaborado por la SCT a finales del sexenio pasado, reveló que existen entre 175 y 200 frecuencias disponibles para televisión abierta, 80% en la banda UHF (la que utiliza los canales 14 a 69 con 300 a 3 mil megahertz) y 20% en la banda VHF (de los canales 1 al 13 y utiliza de 30 a 300 megahertz).
A pesar de esta disponibilidad de espectro, tanto la Cofetel como la SCT mantienen "secuestradas" las solicitudes de permisos para televisión abierta del Canal del Congreso, del Gobierno del Distrito Federal, del Canal Judicial, de la UNAM y de la Universidad de Guadalajara, dijo el senador Carlos Sotelo, presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía.
En contraste, la SCT ha entregado varias concesiones en televisión restringida. El lunes 15, en pleno puente vacacional, la dependencia autorizó 13 concesiones para televisión por cable, nueve de ellas entregadas a la empresa Megacable en Sonora, Sinaloa, Querétaro, Zacatecas, Baja California Sur y Puebla. Otros beneficiados han sido Jorge Arturo Vielma Pérez, en Nuevo León; Digicable, en Veracruz, y José Luis Pelcastre Nava, en Guerrero.
"Monopolios disfrazados"
El sigilo de la operación de Ángel González coincide con el perfil y la fama de este empresario, caracterizado por hacer negocio con el broadcasting -distribución y venta de películas y telenovelas- mediante el sistema de "empaquetamiento", que le permite difundir un mismo producto en todos sus canales.
Nació en Monterrey hace 62 años. En 1976, su amiga Margarita López Portillo, entonces titular de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía, le encomendó la tarea de proveerle películas a Imevisión, entonces cadena de televisión pública, privatizada en 1993 por Carlos Salinas de Gortari.
Versiones de sus exsocios señalan que las cintas y programas de televisión que compraba González las vendía a distintas empresas televisoras de América Latina, en especial de Centroamérica.
En los años ochenta, González se asoció con el poderoso empresario de espectáculos Gustavo Alatriste, quien le alquiló varias salas de cine. González no le pagó y en 1987 Alastriste lo demandó, por lo que estuvo un tiempo en el Reclusorio Oriente, según consignó Francisco Reséndiz en un perfil sobre el empresario (El Universal, 28 de enero de 2007). Después de haber sido puesto en libertad se fue a radicar a Florida, donde estableció su compañía en Hialeah.
De la mano de los negocios de Carlos Hank González en Centroamérica, El Fantasma se vinculó con la junta militar de Guatemala en los ochenta, sobre todo con los generales Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt.
En 1985 apoyó mediante anuncios publicitarios al candidato ganador Vinicio Cerezo, y en la campaña de 1999 respaldó de manera abierta a Alfonso Portilla. Como retribución, Portilla nombró a su cuñado y asesor legal, Luis Rabbé, como ministro de Comunicaciones e Infraestructura.
Entre 2000 y 2003, González logró el control de cuatro de los cinco canales de televisión de ese país, a pesar de las prohibiciones legales que imponen candados a extranjeros.
Conocido en la prensa guatemalteca como el zar de la televisión, expandió sus negocios por toda Centroamérica. En Costa Rica adquirió los canales 4, 6 y 11, con el apoyo del gobierno de Calderón Fournier; en Nicaragua se hizo de los canales 4 y 10. En Perú, durante la época de Alberto Fujimori, compró los canales 9 y 13, pese a que versiones de distintos medios, como la revista peruana Caretas, lo vinculó con el expresidente Alan García. Cuando el periodista Fernando Vivas le preguntó a Alan García cómo conoció a González, el exmandatario peruano respondió: "Para mí, es un fantasma".
Su expansión continuó en Ecuador, Paraguay, Chile, Bolivia y su última y polémica adquisición, el Canal 9 de Argentina, en enero de 2007, provocó una intensa polémica. Le compró 80% al empresario Daniel Hadad por más de 30 millones de dólares, y un año después, según el periódico La Nación, se apropió del 20% restante.
La incursión de El Fantasma en Argentina generó protestas públicas de los trabajadores de prensa. En enero de 2008, la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires acusó al empresario de aplicar "métodos utilizados durante la dictadura militar, al censurar, despedir, filmar, encerrar e impedir que actúen libremente los delegados de la emisora".
El organismo gremial anotó: "el actual dueño de Canal 9, de ser un simple vendedor de publicidad y de programas de televisión de los canales mexicanos, se ha convertido en dos décadas en un magnate de los medios, comprando la mayoría de ellos en América Central".
Críticas y demandas similares le han hecho organismos como Reporteros Sin Fronteras, así como la Sociedad Interamericana de Prensa y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por tener el control de "monopolios disfrazados" de radio y televisión y no respetar la libertad de expresión.
A todas estas críticas, El Fantasma ha respondido invariablemente con un método: el silencio. No acepta entrevistas, son escasas sus fotografías y los cálculos sobre su fortuna oscilan entre los 350 millones de dólares, según la revista Fortune, hasta más de 2 mil millones de dólares, de acuerdo con otras fuentes.
Entrevistado por el periodista Alfonso Gumucio, el empresario de televisión peruano Genaro Delgado Parker advirtió que El Fantasma es un hombre "sin escrúpulos". "Nunca ha comprado un canal por las buenas", afirmó Delgado Parker a la agencia boliviana Bolpress.
La Revista Señal, de Argentina, advirtió que uno de los socios de El Fantasma para la adquisición de Canal 9 es el exnúmero dos de Televisa, Guillermo Cañedo. Con él pretendería también consolidar la "tercera cadena" en México.
Resistencias
Las versiones sobre el favoritismo de las autoridades a González enrarecen el entorno del sector de medios electrónicos. Éste se encuentra paralizado desde la resolución de la Suprema Corte de Justicia que echó abajo los cambios más importantes de la Ley Televisa, y por el veto de los grandes consorcios televisivos a la aprobación de nuevas leyes federales de radio, televisión y telecomunicaciones que establezcan una regulación más clara en el sector.
La posibilidad de que se otorgue la tercera cadena a El Fantasma se empalma con las fuertes resistencias al acuerdo de la SCT para otorgarle a más de 600 estaciones en AM una frecuencia en FM.
Legisladores del PRI encabezados por su coordinador, Manlio Fabio Beltrones, y del PRD, por Carlos Sotelo, presidente de la Comisión Dictaminadora de la Nueva Ley de Medios, e incluso senadores panistas, como Marko Cortés y Santiago Creel, han criticado el acuerdo por considerarlo electorero, discrecional, y porque no resuelve el problema de la incertidumbre jurídica en el sector.
Esta semana, tres grandes grupos radiofónicos -Multivisión, Imagen y Multimedios- poseedores de casi 200 estaciones en FM en todo el país, se resistieron a firmar el apoyo de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT) al acuerdo de la SCT.
El columnista de negocios Alberto Aguilar adelantó que pueden producirse amparos contra el acuerdo, ya que la ley vigente no incluye el pago de la contraprestación, tal como establece el documento de la SCT (El Universal, 26 de septiembre de 2008).
El presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía en el Senado,- adelantó a Proceso que el PRD analiza presentar esta semana una iniciativa de ley para darle certidumbre jurídica a las estaciones de AM y FM. El proyecto incluye una modificación a la Norma Oficial Mexicana para reducir la distancia de 800 a 400 megahertz necesarios en las estaciones de FM "y entonces pasar a la designación del nuevo estándar digital" que apunta al sistema IBOC.
Advierte que la digitalización en la radio abrirá el espectro y permitirá nuevas frecuencias a licitar en la banda de FM. El senador perredista precisa que estas concesiones no se pueden otorgar a los mismos grupos ni la definición del Estado "puede ser sólo en función de las necesidades del mercado".
"Llevamos 10 años discutiendo la posibilidad del estándar digital en radio. No podemos seguir en esta indefinición. El acuerdo de la SCT es una tomadura de pelo", sentencia Sotelo.
El legislador se opone a la iniciativa planteada por el senador priista Manlio Fabio Beltrones para que se apruebe la ley que éste propuso desde el 4 de junio, al tiempo que se apruebe un nuevo ordenamiento que permita el refrendo automático de los concesionarios.
"Estamos pensando que debemos buscar acabar con los vacíos legales que hoy se tienen para que las emisoras que van venciendo su concesión, puedan hacerlo con la certidumbre que les da el refrendo o la prórroga, y concebimos que la misma debe ser automática y onerosa en el futuro. No es que riñamos con lo que la Suprema Corte de Justicia suscribió respecto de la necesidad de licitar", advirtió Beltrones en rueda de prensa.
La subsecretaria de Comunicaciones y Transportes, Purificación Carpinteyro, no logró convencer a los senadores del PAN, durante un encuentro privado sostenido esta semana, de las bondades del acuerdo de la SCT para "beneficiar" a las radios AM.

AM-FM

Florence Toussaint

El decreto del lunes 15 en relación con la radio AM constituye parte de una cadena de políticas gubernamentales que, desde el régimen de Vicente Fox, se proponen utilizar medidas administrativas en lugar de leyes. Con ello ignoran a los opositores en el Congreso, dependen menos de las negociaciones con el PRI y favorecen discrecionalmente a los grupos económicos cuyo sostén les parece imprescindible.
Así se hizo en 2001 para eliminar el 12.5%. Esa medida, un simple acuerdo del Ejecutivo, no ha sido modificada. Y repercutió de manera sustantiva en el costo que tiene para el erario la difusión de propaganda, publicidad política y campañas electorales. Al mismo tiempo, se invadió el sector de los medios permisionados, hasta entonces preservado de cortes, con anuncios del gobierno.
La otra pinza de esa estrategia se apoya en legisladores del PRI como Manlio Fabio Beltrones, quien, en alianza con la bancada panista, impide a toda costa la aprobación de leyes en medios de comunicación cuyo contenido favorezca a los ciudadanos, a la democracia y a los sectores hasta hoy excluidos del juego mediático. Pese al dictamen de inconstitucionalidad de algunos artículos de la llamada Ley Televisa, dicho ordenamiento prevalece en tanto no haya otro que lo sustituya. Y las propuestas existentes han sido detenidas para que no se les discuta en el pleno. Diputados y senadores se encuentran presos del poder de los empresarios de medios del país.
Desde el 12 de septiembre, el presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía del Senado, Carlos Sotelo, advirtió que se preparaba un albazo para otorgar sin licitación 400 frecuencias a radiodifusores. El origen: Los Pinos y el operador de Bucareli. Sucedió. Las 854 estaciones que operan en AM en el país podrán migrar a la FM sin mediar licitación, aunque sí con una cuota financiera aún no establecida. Se deberá además contar con un espacio en el cuadrante. En la Ciudad de México, por ejemplo, no habrá cambios puesto que las dos bandas se encuentran saturadas. La emisora cultural XEEP Radio Educación podría verse beneficiada, pues no tendrá su canal-espejo porque ya no hay disponibles. Otro obstáculo para irse a FM está en lograr de las secretarías de Hacienda y de Gobernación la calificación de "idoneidad del solicitante". Es decir, la venia discrecional.
La mayoría de las estaciones con permiso para operar utilizan la banda AM, pertenecen a alguna instancia del Estado y carecen de ingresos para pagar la "contraprestación". Emisoras pequeñitas, enclavadas en las montañas de Chiapas, Oaxaca, Veracruz o Yucatán, sirven de enlace entre comunidades, grupos étnicos y pueblos. Su infraestructura es precaria. ¿Cómo podrán migrar a la FM en esas condiciones? Lo más probable es que permanezcan donde están, se deterioren con el tiempo sus instrumentos de difusión y desaparezcan con el advenimiento de la era digital y el apagón analógico.
En lugar de poner orden en un cuadrante caótico -"de las 854 estaciones (de la banda AM) registradas en la página electrónica de la SCT, 91 están en proceso de refrendar sus concesiones. A 97 se les venció la concesión entre 2006 y 2008. A 28 más se les vence en 2009" (Proceso 1664)-, se emite un acuerdo para ampliar las posibilidades a los grandes empresarios de fortalecer sus negocios.
Tanto por el clima político prevaleciente en el país, la falta de legitimidad del Ejecutivo federal y las elecciones que se avecinan, como por las experiencias legislativas anteriores en materia mediática, es lícito pensar que se trata de sujetar, nuevamente, a los medios a los dictados del PAN en materia de campañas políticas de los partidos. Y asegurar, según su manera lineal de pensar, la mayoría de los votos. Lograrían unas cámaras controladas sin necesidad de otorgarle al PRI prebenda alguna a cambio de su apoyo en las votaciones legislativas. l