jueves, noviembre 18, 2010

Plan B. Los invisibles están aquí

Por Lydia Cacho




18 noviembre 2010

Una joven salvadoreña de 19 años asiste al médico antes de salir en un camión de polleros que, le han prometido, la internará legalmente en México para encontrar trabajo como niñera de una familia rica. Solicita al doctor que le inyecte algún tipo de anticonceptivo por si la violan al entrar. Esa es una de las recomendaciones “humanitarias” que los traficantes de personas hacen a las mujeres y niñas internadas ilegalmente.

Ella sabe que no hay más opciones; otras adolescentes en el campamento preguntan qué deben hacer ante un ataque sexual de policías, militares o maleantes en la frontera de Chiapas. Saben que es la cuota, por eso el esposo de una de ellas le propuso que en lugar de que la violen, él puede ofrecerla a los soldados, para ir juntando “una platita” y así se cuidan y ayudan juntos.

Desde Guatemala, El Salvador, Bolivia, Nicaragua, hombres, mujeres, niños y niñas ahorran trabajando aquí y allá para poder pagar su viaje a un futuro posible. La violencia no les es ajena, en su país la viven, la pobreza les expulsa. Algunos aseguran que resulta mejor ser pobre en México que en su país de origen, porque al menos hay más gente dispuesta a dar trabajo.

Y lo dicen a sabiendas de que pueden ser violadas, asesinadas, que les pueden robar hasta la ropa y los zapatos. Porque su experiencia les demuestra que siempre hay alguien en México que les da de comer, aunque sea tortillas, que les da refugio en un albergue para migrantes, y agua y jabón para bañarse.

En sus tragedias, ellas y ellos, migrantes de Latinoamérica, mantienen viva la esperanza, sueñan con el futuro, se doblan pero no se quiebran, porque detrás han dejado hijos, familiares que les miran como héroes que conquistarán la libertad económica. Es mejor morir en el intento, antes que el hambre te coma las tripas hasta que te preguntas por qué tuviste hijos si les ves consumirse de hambre e ignorancia. Y por eso México es el destino, el futuro posible.

Gael García, nuestro comprometido y estupendo actor y cineasta entrevistó a quienes viven a diario el paso de la muerte, el cruce de la ilusión. Bajo la producción de Sarah Shebbeare y la dirección de Marc Silver y el patrocinio de Amnistía Internacional, las 4 piezas de corto documental nos revelan cómo cada año 20 mil migrantes sufren diferentes formas de secuestro al pisar tierra mexicana. Nueve de cada 10 vienen de Centroamérica y seis de cada 10 mujeres y niñas son violadas al entrar en nuestro país. Los perpetradores son policías, militares, delincuentes comunes o bandas de delincuentes cazainmigrantes.

Al ver los cortos, me quedé con la sensación de que todavía hay mucho por hacer, más allá de la denuncia. La magia de estas piezas es que nos muestran la esperanza humana, la sonrisa de la solidaridad, la fuerza de quienes escapan de la pobreza como de un tsunami. Y los rostros de la solidaridad mexicana, del profesionalismo e integridad de quienes rescatan y acompañan a migrantes para que sepan que son ciudadanos del mundo, aunque los gobiernos no lo reconozcan. Actuar ahora y para largo plazo es la única salida. No es sólo México, el mundo entero enfrenta una crisis migratoria con su doble moral y prejuicios raciales y culturales.

Cuando criticamos las estrategias neoliberales de globalización, dijeron que no entendíamos de economía, ahora que está aquí la pandemia de la xenofobia, la criminalización de la migración por pobreza, el diálogo debe volver. Urge replantear las reglas migratorias de esta “aldea global”. Parece simple pero no lo es: el modelo económico y el migratorio han fracasado.

Detrás de la Noticia. Riviera Maya: la explosión y el “feeling”

Por Ricardo Rocha





18 noviembre 2010

Todavía falta saber el origen del estallido en el lujoso hotel Princess: primero se dijo que era la acumulación de gas generado por desechos vegetales y animales en una cueva natural sobre la que se edificó el hotel; ahora, el gobernador Félix González Canto asegura que el gas explosivo no provino del manglar sino de un vertedero de aguas negras. En cualquier caso, hubo una detonación que produjo la muerte instantánea de siete personas —cinco canadienses y dos mexicanos—. Por lo pronto, el golpe mediático a esta zona turística, a nivel nacional e internacional, ha sido devastador. Y mucho habrá de hacerse a fin de recuperar la confianza de los turistas. Para colmo, a un paso de la tragedia y en unos días, habrá de celebrarse la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático en Cancún, que obviamente incluirá el tema de los daños a ecosistemas como los que se han producido por miles en las costas de Quintana Roo.

Mientras tanto, empiezan a surgir datos importantes para comprender esta especie de venganza de la naturaleza: los poderosísimos consorcios hoteleros españoles hacen lo que se les da su regalada gana en Cancún, Playa del Carmen y la Riviera Maya; es la reconquista con tales muestras de arrogancia extraterritorial que los genízaros del Princess no dejaban entrar ni al Procurador, menos aun a los periodistas, a tres de los cuales les pusieron una guamiza, casi casi como la de Pacquiao a Margarito; esos mismos pulpos turísticos no construyen nuevos hoteles, sino que sacan copias fotostáticas uno de otro, sin importarles qué hay abajo; otro dato demoledor es que con esa misma soberbia, los del Princess ignoraron las quejas personales, y a través de la página Tripadvisor.com, de varios turistas extranjeros que advirtieron de “fuertes y desagradables olores no sólo en el lobby sino hasta en los cuartos”. Nadie hizo nada.

Pero la joya de la corona de las revelaciones tiene que ver no con el estallido sino con el modo en que se conduce la monarquía burocrática de este sexenio. Porque resulta que la delegada de la Semarnat en ese que es el centro turístico más importante del país, no alcanzó el cargo por otro mérito que no sea su amistad con la primera dama, Margarita Zavala. Primero promovida como Consejera Electoral, Gabriela Lima Laurents fue impuesta desde Los Pinos a pesar de las protestas de todas las organizaciones ambientalistas que postulaban a ecologistas de a de veras. Sobre su nombramiento, Gabrielita aclaró que, en realidad, de la que era muy amiga, era de la hermana de doña Margarita, cuando todas estaban en la Libre de Derecho. Pero la perla declarativa sobre esta —ahora trágica— imposición en mayo de 2009, fue la de Cecilia Laviada Hernández, Coordinadora de Delegaciones de la Semarnat, quien dijo que reconocía que había candidatos muy buenos, pero que el Secretario Rafael Elvira y ella, platicaron con Gabrielita y tuvieron el feeling de que lo iba a hacer muy bien.

Espero que toda esta partida de idiotas e irresponsables tenga ahora el felling de reconocer que están metidos en una bronca gigantesca.

EDITORIAL. Ciudad Mier.

Año 8, número 3537
Jueves 18, noviembre del año 2010


Independientemente del nombre que le quieran dar a lo que los mexicanos estamos viviendo: Guerra, levantamiento armado, narco-guerrilla, o como se les de la gana, lo cierto es que en nuestro vilipendiado México ya hay desplazados.

Y si ya teníamos suficientes problemas con los desplazados en Chiapas por cuestiones de dioses y sus representantes, lo que para este Siglo XXI en que sabemos que los milagros no existen, debiese considerarse anacrónico.

El que la gente salga huyendo de sus casas por miedo a perder la vida, hace pensar en que los Cascos Azules, los que se rumoraron que harían acto de presencia durante la Cumbre de Cancún sobre el medio ambiente (la que se puede anticipar que será un fracaso, al igual que han sido todas las demás) harían más falta en Tamaulipas.

Toda vez que la seguridad no se puede restablecer por decreto, y la presencia de las fuerzas armadas no puede ni ha podido garantizarla.

Ya que si el Ejército pudiera hacerse cargo de la seguridad de los ciudadanos de Ciudad Mier, donde cabe recordar que el 3 de Septiembre murieron 27 delincuentes en un enfrentamiento con los soldados, ya lo hubieran hecho en Ciudad Juárez, a donde el inexperto Gobernador César Duarte, desesperada e inexplicablemente pide que regresen.


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