Jaime Martínez Veloz
La Jornada
El espacio que no se produjo en medio de las campañas electorales lo brindó la convocatoria a la convención nacional democrática. Viejos y nuevos cuadros de la izquierda de la frontera norte y de la sociedad civil se entrelazaron en un arduo debate sobre el futuro de nuestro país y sobre la necesaria y urgente transformación justa y digna de la sociedad mexicana.
Largos y sustantivos debates se produjeron en cada uno de los municipios que conforman la geografía bajacaliforniana, que estará representada por un contingente de más de 500 delegados, que pudieron tener a su alcance alguna forma de allegarse sus propios recursos para sus traslados, electos o autopropuestos en las asambleas municipales, distritales o sectoriales que se produjeron en este lugar desde donde empieza la patria.
El debate sobre el rumbo de las futuras acciones del movimiento de resistencia civil se produjo con el mayor de los respetos y la mejor de las voluntades. Distintas conclusiones se tomaron en cada asamblea, pero todas ellas en el mismo rumbo, para fortalecer la resistencia civil pacífica en contra del fraude electoral.
De los elementos de las acciones programáticas discutidas se pueden destacar los siguientes:
Un país que garantice la tranquilidad y la seguridad pública, en el que no haya impunidad para nadie que violente las leyes, y todas las instancias que intervienen en la prevención, detención, juicio y reclusión de delincuentes, sean federales, estatales o municipales, se coordinen debidamente, compartan información y bases de datos y tomen medidas de fondo para combatir a la delincuencia común y a la delincuencia organizada.
Queremos un México donde el Ejército nunca más se utilice para resolver conflictos de origen social ni reprima demandas de libertad y de justicia. Queremos una sociedad en la que haya paz permanente y los grupos armados no tengan razón de ser, porque no existan ya las causas de su lucha. Un país que esté prevenido ante los desastres naturales y les dé pronta y efectiva respuesta cuando ocurran.
En el que el presidente sea un factor de unidad nacional, un jefe de Estado, no un líder del partido que lo llevó al poder; y esté sujeto a la revocación o confirmación de mandato a la mitad de su periodo.
Un México en el que los representantes populares se interesen realmente por la gente, sean su vanguardia y voz viva, y tengan la capacidad de lograr los acuerdos y las leyes que necesita este país para modernizarse y avanzar en forma acorde a las necesidades de nuestro tiempo. En el que el problema no sea el poder, sino que éste sirva para resolver problemas. En el que la relación del Ejecutivo con el Legislativo sea de respeto a la autonomía de éste y logren encontrarse formas de diálogo y acuerdos para los cambios fundamentales que el país requiere. En el que se reforme profundamente el Poder Judicial para transparentar la imparcialidad e independencia de sus decisiones.
Impulsamos un país en el que la política sirva a los intereses del pueblo, y sea revalorada como instrumento para llegar a acuerdos que a todos favorezcan, que privilegie las coincidencias y minimice las diferencias en aras del bien de la nación; que sea también sinónimo de democracia, y el clientelismo político sea desterrado de las prácticas electorales; en el que la gente recupere la confianza en sí misma y en sus instituciones, y las precampañas y campañas políticas se encuentren reguladas y con topes de gasto bien definido y verificable. En el que no se fragüen negocios al amparo del poder gracias al tráfico de influencias.
México debe ser una nación con una política exterior prudente, que rectifique el rumbo, con una clara agenda internacional que, tutelando nuestra soberanía, retome los principios fundamentales de autodeterminación, no intervención, igualdad jurídica de los estados, cooperación entre los pueblos y lucha por la paz, que le dieron prestigio y autoridad moral en todo el mundo. Con una buena política exterior basada en la buena política interior.
En esta visión de país cabemos todos, porque todos somos y formamos parte de México, sin importar nuestra raza, sexo, edad, cultura, posición económica, preferencias políticas o credo religioso. Caben el norte, el sur, oriente, occidente y el centro de la patria. La costa, la montaña, la selva, el altiplano, la Huasteca y las demás regiones.
Es posible una sociedad diferente, fuerte, organizada y en crecimiento, que esté presente en la conducción de su propio destino. Que se exprese y defienda sus espacios de participación, se atreva a pensar en un nuevo proyecto de país y esté dispuesta a una gran movilización nacional para lograrlo.
Por eso luchamos. Que la gente sepa de viva voz lo que queremos. No somos un peligro para México y quien eso afirme miente para causar miedo. Pero el pueblo es valiente y ha aprendido la lección. Ya no lo espantan tan fácilmente y sabe distinguir quién defiende verdaderamente sus causas.
Invitamos a todos y todas, a la gente de bien, a personas y organizaciones que tienen esperanza de que la vida les cambie a su favor, a quienes quieren contribuir en la construcción de un México más justo, fraterno y solidario, a sumarse con plena convicción a esta gran causa nacional.
Comento: Este espíritu es el que ha permeado en el movimiento de López Obrador, es lamentable que todavía haya gente con la piel dura y un amargo escepticismo, espero que cada vez sean menos y si no, no importa ya somos muchos millones los que "nos sumamos con plena convicción a esta gran causa nacional" y dispuestos a refundar una República por el bien de todos. ¡VIVA MÉXICO!, Jaime.
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