martes, septiembre 12, 2006

"El palacio de Fox no tiene bandera, símbolo de que nuestro movimiento tiene la razón"

El ánimo no decae entre los seguidores de López Obrador, que no se pierden las asambleas informativas Foto Carlos Ramos Mamahua

"Es un honor estar con Obrador", afirman simpatizantes de la coalición en el Zócalo

JAIME AVILES

La Jornada

Con un minuto de silencio, rodeado por las imágenes luminosas y coloridas de los héroes de la Independencia, el Zócalo conmemoró anoche el aniversario número 33 del golpe de Estado contra Salvador Allende, mientras en las primeras sombras de la noche de la ciudad de México el tercer piso del Palacio Nacional parecía una boca desdentada por los numerosos vidrios rotos que tiene.

Anoche, relató la actriz Jesusa Rodríguez a la multitud reunida en el centro de la plancha, "la bandera mexicana de la azotea del palacio se enredó en su asta y empezó a hacer un ruido espantoso, movida por el viento, como tratando de liberarse hasta que de repente explotó. Miren, el astabandera está vacía, el palacio de (Vicente) Fox ya no tiene bandera, es un símbolo de que nuestro movimiento tiene la razón".

Y la gente, de inmediato, aplaudió gritando: "¡Es un honor estar con Obrador! ¡Es un honor estar con Obrador!" En el templete, como desde hace 43 días, que son los que lleva el plantón, el actor Jorge El Tata Arvizu, que imitaba a Rubén Aguilar, vocero de Fox, en el programa El derecho de mandar, aporrea el aire con el puño cerrado gritando lo mismo que la plaza.

Allí, en la plenitud de la vida, en abierta ruptura con la televisora que decretó la invisibilidad del movimiento obradorista, El Tata no cesa de recibir peticiones de autógrafos de hombres y mujeres que eran niños y crecieron frente al televisor cuando él doblaba las voces de Pedro Picapiedra, Pablo Mármol y los personajes de Don Gato y su pandilla. Hoy está en resistencia civil pacífica y no falta a una sola asamblea informativa de las siete de la tarde desde el 30 de julio, cuando se instalaron los campamentos.

En el escenario han comenzado a operarse cambios que no serán para nada cosméticos: ya quitaron la pesada consola que controlaba las luces del templete, así como la plataforma que la sostenía. Poco a poco, a lo largo de la semana irán desapareciendo las piezas más pesadas y difíciles de remover, para que al mediodía del viernes, cuando comiencen las fiestas del Grito, quede solamente lo más indispensable y, por supuesto, ninguna tienda de campaña. Nada de plástico que sea susceptible de quemarse con las chispas o los rescoldos de los fuegos artificiales.

En cambio, para compensar quizá la ausencia de la consola de luces, en el escenario hay desde ayer un hermosa campana de bronce. "La trajo una señora", explica la actriz Dolores Heredia y añade que todavía no se sabe de dónde colgará la noche del 15. A espaldas del templete, por su parte, encima del balcón central del Palacio Nacional, a la campana de Dolores, la misma que el 15 de septiembre de 1810 hiciera tañer el cura Miguel Hidalgo, ya le pusieron un mecate para que la toque Fox.

Pero la observación de ese detalle, que salta a la vista desde la semana pasada, ha atraído la atención de los pobladores del templete que no dejan de comentar con cierto abatimiento el pésimo estado que aparentemente guarda el tercer piso del histórico edificio. Los vidrios rotos de las ventanas, a lo largo de toda la inmensa línea horizontal, sugieren ideas temibles acerca de cómo estará, tal vez podrido, el parquet de los salones que no han contado con la protección de esos cristales durante estas semanas de chubascos y granizo.

Y eso que el Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), afirma la curadora Sabina Hoon, "tiene un presupuesto especial para darle mantenimiento a cuatro edificios históricos: la antigua Basílica de Guadalupe, la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional y la casa del marqués del Apartado, y la verdad es que en palacio yo no sé por qué agujero se fue ese dinero, pero lo que es con Fox no parece que llegó a su destino".

De adoquines y tanques

"¿Nos dará tiempo de quitarnos el viernes en la noche, después del Grito, para que el Ejército desfile el sábado?", me pregunta un hombre de la tercera edad en el campamento que se encuentra a la altura de la glorieta de Colón. "En los años que yo tengo, el Ejército nunca ha marchado por Madero, es una calle muy angosta", observa, e invita al cronista a caminarla.

Hasta donde él recuerda, para los desfiles militares del 15 de septiembre, las tropas y los vehículos se forman sobre Izazaga y su continuación, avenida Chapultepec, entran al Zócalo por 20 de Noviembre y salen por 5 de Mayo, dan vuelta en Bellas Artes y siguen por avenida Juárez hasta Reforma para volver al Campo Militar número 1.

"Pero nunca salen por Madero, y lo que me preocupa no es que sea una calle angosta, sino que los tanques van a romper los adoquines", subraya, sin pensar que el año pasado los adoquines de 5 de Mayo resistieron muy bien el paso de los blindados y los lanzacohetes. Pero el hombre refleja las inquietudes de otras personas, para las cuales, por ejemplo, como me dice una muchacha cerca de la glorieta del Angel, "¿qué tal si después del desfile el Ejército se queda en el Zócalo y ya no nos permiten hacer la convención (nacional democrática)?"

Al equipo más cercano a López Obrador esa hipótesis no parece quitarle el sueño. "Estamos tratando de darle una salida política a la crisis del país; si ellos prefieren agravarla, están en su derecho, pero quién sabe para qué les sirva una tontería como ésa", opina un pejeasesor. Faltan sólo cuatro días para el gran acto. El reloj sigue corriendo hacia atrás.

No hay comentarios.: