sábado, septiembre 30, 2006

No hay espacio para el desánimo

Sique

Un pelele pretende gobernar a nuestro país desde un búnker, que es en lo que se han convertido sus oficinas, viajar en helicóptero para evitar las mentadas de madre de quienes se lo encuentran a ras de tierra y asistir a los actos oficiales entrando por las puertas traseras para eludir pancartas y consignas de repudio, de ahí la confirmación de que se trata de un presidente espurio.

Por otra parte, un hombre que se desplaza con libertad por todo el país a ras de tierra encuentra constantemente grupos que lo elogian reconociéndolo como un hombre honorable y lo apoyan ofreciéndole luchar con él hombro con hombro para llevar a buen término las causas nobles que representa con las cuales el pueblo se identifica porque responden a sus necesidades, de ahí la confirmación de que se trata del presidente legítimo.

Esta situación no puede mantenerse por tiempo indefinido, tarde o temprano tiene que imponerse la razón. Tarde, si el presidente espurio y el pequeño, aunque poderoso, grupo que lo apoya deciden acallar las voces de protesta constante mediante la utilización de la fuerza bruta, entonces irremediablemente habrá derramamiento de sangre y se pagará el costo que muchos países han tenido que pagar a cambio de la democracia. Temprano, si el espurio y su camarilla tienen el gramo de inteligencia que se necesita para percatarse de que están condenados al fracaso y deciden renunciar a sus malvadas intenciones de imposición.

Desafortunadamente, esta segunda opción que sería la mejor para México, no tiene tantas posibilidades si consideramos los antecedentes de torpeza y represión que han exhibido hasta ahora los usurpadores. La lucha parece a muerte, por un lado no hay conciencia de que se ha llegado a un grado de contradicción que no puede seguirse sosteniendo y por el otro hay un alto nivel de conciencia de que se trata de defender con la vida la absoluta pérdida de bienestar para todos los mexicanos.

Esperamos que la razón se imponga a través de la vía pacífica, la inteligencia y el corazón tendrán que construir el camino que nos permita transitar por ella. La constancia de las acciones de resistencia civil pacífica son indispensables, no hay espacio para el desánimo, sólo así podremos ampliar nuestras posibilidades de éxito para salvar a la patria, nuestras vidas y el bienestar para las generaciones futuras.

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