miércoles, enero 17, 2007

La revolución de la conciencia. 21. Lo pequeño y lo grande

Sique

Seguimos en las reflexiones sobre la revolución de la conciencia en este último segmento en el que consideraremos el libro de La resistencia de Ernesto Sabato. Ojalá lo hayan leído. Si no lo han hecho, no se lo pierdan, es un verdadero placer. No es la intención reproducirlo aquí sino darles una interpretación de la parte que puede sernos útil en la revolución de nuestras conciencias.


La Primera Carta: Lo pequeño y lo grande.

El hermoso consuelo de encontrar el mundo en un alma, de abrazar a mi especie en una criatura amiga. (F. Holderlin)

En Sabato, hay una nostálgica idea de salvación, y con el último aliento de este halo de esperanza nos expresa una súplica para no doblegarnos: "los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana".

Se refiere a la mirada hipnótica de la gente ante un monitor, para él, es la deshumanización del ser. Ya la visión no se nutre de la naturaleza sino de una pantalla estática que nos la muestra en un pequeño cuadro a través del cual no la podemos oler, ni tocar, una voz electronizada calla al viento que no puede ya rozarnos la cara. Creemos estar en contacto con el mundo cuando en verdad lo estamos perdiendo, ya no hay convivencia humana. La televisión se apodera de uno para aletargarnos "nos anestesia la sensibilidad, hace lerda la mente, perjudica el alma".

Considera que al ser humano se le están cerrando los sentidos pues cada vez requiere de mayor intensidad, ya no es capaz de percibir la sutileza del tono de la brisa. No sé si porque ya también tengo muchos años sufro tanto como él con el ruido, pareciera que los nervios se van pelando como los cables y queda la sensibilidad auditiva descarnada, pero me ha dado una idea "tapones para los oídos". Ya le resulta difícil encontrarse un lugar en donde no haya una televisión para tomarse un mate con un amigo en un café que no constantemente interrumpa su conversación con ruidos incoherentes.

La intrusión sensorial a la que estamos expuestos hace que adoptemos una actitud pasiva que termina siendo "una servidumbre mental, una verdadera esclavitud". Si además consideramos que la televisión en el mundo está asociada a los grandes capitales para conducirnos por la vereda de la enajenación consumista para incrementarlos mientras nos hace víctimas de la ignorancia para convertirnos en nuestros propios enemigos, entonces es también la sujeción del alma que nos somete a la frivolidad que nos hace cómplices de crímenes inauditos. Ahora nos asomamos a la vida por el monitor de un televisor o de una computadora.

Mientras escribo esto, amigos, amigos abstractos, estoy ante un monitor comunicándome con el vacío pero emocionada porque se que mañana alguno de ustedes se asomara al suyo y recibirá el mensaje de una amiga fantasmal. Cuando estoy posteando, varias veces siento una enorme necesidad de contacto y me pongo a ver si alguien está conectado leyendo lo que acabo de escribir, leo: "Uruguay", o "Argentina", o "Puebla", o "Estados Unidos", o "Sinaloa", o "España", o "Venezuela", o "Nuevo León" o "Lima", o "Distrito Federal",...
Puedo saber cuantos minutos estuvo un cibernauta y si revisó varias páginas o sólo se mantuvo un instante porque lo que yo había puesto no era lo que buscaba, pero sólo un número identifica esos ojos que no puedo ver, no sé si es él o es ella, ni qué edad tiene, no conozco el color de su piel, no sé si siguió leyendo lo que escribí o si se salió de la página antes de que le hubiera terminado de decir, no senti el desaire de que me haya dejado con la palabra en la boca pero tampoco el regocijo de la mirada atenta por donde se asomaba su alma en comunicación con la mía. Frecuentemente lo que aparece es "Unknown country"... y siento un vacío muy grande.

Estoy aquí sola acompañada de personas virtuales que están informes en la imaginación a quienes animo para que sigamos resistiendo, y no sé si somos suficientes ni si estamos sintiendo lo mismo, entonces navego por otros blogs y los encuentro, sí están en algún lugar, existen y también mandan señales, me cuentan cosas que me enojan o me hacen reír pero no escuchan mis mentadas ni mi risa. Cuando tengo cosas que hacer y no puedo postear estoy preocupada por ustedes, como si me estuvieran esperando, "ya me voy" le dije a una amiga el otro día porque los he dejado mucho tiempo sin nada que leer, sin contarles nada, sin saber lo que tienen que contarme. Es extraño decir que quiero a quien no conozco y sin embargo, los quiero: porque son la humanidad, así en abstracto. Y sé que me quieren porque a veces recibo sus mensajes de cariño y también sé que hay quien me odia y aunque me considere fanática o loca sabe que existo.

Ya son muy pocas las horas libres para disfrutar de un guiso o un vaso de vino con algún amigo, dice Sabato, pero durante éstas, mucha gente prefiere estar frente al televisor que los embrutece con un emparedado hecho con el pan de quien se ha burlado de nosotros embarrado de la salsa que ha hecho millonaria a una transnacional empobreciendo a nuestro pueblo.

La magnitud de las ciudades nos arrebata la vida, los trámites nos enferman y el tráfico va absorbiéndonos como si en vez de petróleo necesitaran sangre humana para que circulen los autos. El ser humano se ha quedado solo en medio de aparatos pero cuenta con un teléfono al cual llamar por si quiere suicidarse.

¿Por qué tanto aparato? Hay tantos que ya no alcanzamos a vernos, ni a tocarnos, ni a escucharnos, ya hasta el sexo se hace a través de un aparato, y esto sí es monstruoso para quienes vivimos en una época en la que aún podíamos sentir la respiración entrecortada y el cálido aliento del otro en el momento del orgasmo.

Para Sabato habría que rescatar lo pequeño, porque pequeños somos y nuestro disfrute está en el contacto con el otro ser humano que nos define en el espacio mirándonos y tocándonos, permitiendo que nos reconozcamos en él.

Me identifico con el autor en este deseo de salvación a través de revertir esta tendencia de perdernos en lo grande sin rescatarnos en lo pequeño, él siente que hemos llegado al punto en que se ha tomado conciencia de la pobreza existencial de ser "adoradores de la televisión" y de dejar que los niños se idioticen y no jueguen en los parques. ¿Cómo vamos a defender la tierra quienes nunca la pisamos? ¿Cómo vamos a proteger a los niños que no escuchamos? ¿Cómo vamos a defender la patria que vemos por el monitor si los hombres y las mujeres que ahí aparecen están hechos de partículas de luz? Puntitos que además nos mienten sin vernos a la cara.

Es interesante que nos muestre esa realidad de la cual nos estamos despegando para convertirnos en seres que vagan por un espacio virtual. Sin embargo, como todo, esto es dialéctica. No hay marcha atrás, pero sí habrá encuentro con el pasado si avanzamos en la dirección correcta. Tenemos que buscar un equilibrio, porque también es cierto que en la soledad, un aparato nos conecta con el pensamiento y el sentimiento de otro como está pasando en este momento en que tú me estás leyendo, a destiempo nos comunicamos de alma a alma por un hilo espacial, el alma que es tan abstracta como la imagen que tenemos del otro frente al monitor, sólo que no hay que olvidar que ese otro es de carne y hueso, y que así es como mejor se ve.

Confieso que después de los plantones y de nuestra febril actividad me he convertido en una adicta al monitor de la computadora (pero he abandonado la televisión); a veces no quiero hablar con nadie ni tengo tiempo de saludar a mi familia cuando llega porque estoy escribiéndoles a mis amigos desconocidos cuyas mentes se conectan a la mía por el internet. Y es que si durante los plantones estuve allá, ahora creo que tengo que estar aquí, me canso de caminar, no soporto el tráfico, sólo voy cuando me convoca el Presidente Legítimo. Estoy en la resistencia desde el monitor de mi computadora, sí, animándolos, reflexionando, leyendo, buscándoles información e imágenes, para mi condición esa es la forma de colaborar con mayor efectividad.

Este intercambio de mensajes que danzan por el ciberespacio de emisores y receptores anónimos y que pareciera inútil ha tenido una función muy importante en la resistencia que no podemos desconocer, para no ir más lejos Oaxaca se defendió a través de internet, por este medio nos enteramos de lo que realmente está pasando en otras partes, no escuchamos los balazos, ni los gritos de los torturados pero al menos podemos imaginarlos y dolernos y luchar. Sabemos que no basta, no nada más tenemos que saber que han subido los precios del alimento de la gente, después tenemos que actuar, no podemos nada más luchar virtualmente porque las tortillas son de maíz y este se da en la tierra.

Hay que tener muy presente que, como dice Sabato, las consideraciones abstractas, aunque se refieran a problemas humanos, no sirven, yo diría no bastan, para consolar a ningún hombre, "para mitigar ninguna de las tristezas y angustias que puede sufrir un ser concreto de carne y hueso, un pobre ser con ojos que miran ansiosamente (¿hacia qué o hacia quién?), una criatura que sólo sobrevive por la esperanza".

De ahí que nuestro Presidente Legítimo se vaya a ras de tierra por todo el país a ver, a escuchar, a tocar a la gente para que tome conciencia, para animarlos y para invitarlos a que lo acompañen en la transformación del país. Los adversarios no lo hacen porque para ellos el pueblo es nada más que una cifra con la que no se puede establecer comunicación humana alguna.

Cada quien tendrá que identificar su trinchera desde la cual pueda disparar lo más certeramente posible, pero ciertamente es en el contacto humano, en el encuentro pequeño, en el diálogo, cuando encontramos nuestra dignidad y nuestra libertad, o bien, agregaría, cuando nos concentramos masivamente y sentimos nuestra fuerza que empuja con verdad hacia la libertad.

Y como termina diciendo Sabato: "Siento nostalgia, casi ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra medida."

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