jueves, enero 11, 2007

Vestuario

Julio Hernández López

El guardarropa presidencial propuso ayer como prenda del día una casaca de latinoamericanismo declarativo para asistir a la premier nicaragüense de la segunda (mala) versión de una película ya vista. Pero, como en otros devaneos indumentarios de la Casa de Modas Calderón, la pieza quedó un poco grande, mal puesta y sin hacer juego con los vestuarios circundantes.

Resulta que los sastres de Los Pinos pretenden usar lentejuelas hacia el sur para disimular la desnudez hacia el norte; retacería de presunta vocación latinoamericana mal recolectada se usa en la primera gira internacional del mexicano de cinco estrellas en la frente, para colarse sin tanto problema entre los duchos y duros presidentes de centro y Sudamérica que a fin de cuentas parecieran ni darse cuenta de la presencia del sucesor de quien cuando menos por la altura física llamaba la atención. Bueno, según despachos de prensa, las bailarinas encargadas de repartir medallas a los presidentes asistentes a la toma de posesión de Daniel Ortega, ni siquiera habían reparado en que allí estaba uno, proveniente de México, al que habían desatendido, hasta que, compadecido, el de República Dominicana advirtió a las edecanes la omisión.

Continuista de los peores momentos de la subadministración diplomática ejercida por el accidente del foxismo llamado Luis Ernesto Derbez, Felipe Calderón ha comprometido el funcionamiento del aparato institucional mexicano con los intereses más pragmáticos de los grupos que dominan la política estadunidense, en particular en cuanto a la lucha "contra el terrorismo" (que es una manera de correr la frontera sur de Estados Unidos hasta los límites sureños de México: policías y soldados mexicanos convertidos en extensión de los gringos) y la apertura del pastel económico mexicano a los comensales trasnacionales que con Fox no pudieron hacerse del bocado completo (por la incapacidad operativa del alto anfitrión), pero esperan que la mano dura del sucesor políticamente muy endeudado sea capaz de arrancar del plato las rebanadas necesarias y servirlas a los patrones financistas.

No sólo en la pasarela internacional resultan inapropiados los modelos que el ocupante de Los Pinos se habilita. (A fin de cuentas, ayer, en Managua, el gran personaje fue Hugo Chávez, con su nueva relección y sus pasos declarados hacia una forma de socialismo; Calderón tuvo poca relevancia en medio de mandatarios cargados a la izquierda, ni siquiera hubo osos como los realizados por míster Vincent Fox en foros sudamericanos en los que ganó reflectores por conducirse como auténtico empleado de Washington.) También en el plano nacional sus ropajes parecen mal cortados y mal portados. Allí está, por ejemplo, el contraste entre las promesas de campaña hechas en momentos de desesperación por un Felipe urgido de proponer algo que compitiera con las ofertas de AMLO, y el comportamiento de porfirismo insensible con que los científicos económicos permiten el aumento al precio de la tortilla, sin entender o apreciar adecuadamente el impacto de esa decisión "aislada".

En el reino del absurdo institucionalizado todo puede suceder. Por ejemplo, que Elba Esther Gordillo exhorte a los militantes del partido al que renunció, antes de ser expulsada, a que luchen para renovar esa organización tricolor y dotarla de hipotéticas prendas morales e ideológicas que según la hacendada vestida de Adelita equivaldrían a un botox de última hora que permitiera a la mapachería septuagenaria aparecerse en bailes políticos con pretensiones de nuevos aires galanos. La profesora, metida a cirujana política, pretende llevar a Henry Jackson a la presidencia del PRI para que el sinaloense sin mácula pueda activar con gran autoridad moral esa facturable revolución priísta.

El panismo de la capital del país también está en una disyuntiva presidencial. Se ha postulado como aspirante al liderazgo del comité regional blanquiazul una familiar de la esposa de Felipe Calderón y, como siempre ha sucedido en casos de nepotismo, hay voces que defienden la legitimidad de la aspiración a partir del hecho de que jurídicamente no tiene impedimento. Los dados políticos siempre podrán ser cargados en un sentido cuando el apellido o la relación personal de afecto liga al buscador de un cargo o privilegio con los ocupantes del poder temporal mexicano (no se está hablando aquí, por ejemplo, de los dados marca Bribiesca) y ciertamente ya es amplia la lista de jugadores políticos que han ganado premios por pertenecer a los equipos de las familias Calderón, Hinojosa, Zavala y Gómez del Campo.

Astillas:

Doblado por los resultados electorales que le quitaron el control de las cámaras legislativas, George W. Bush apareció ayer ante el mundo confesando que las cosas en Irak no son como él las ha pintado y que se han cometido errores de los cuales él sería el único responsable. Resulta que "funcionó" la estrategia de quienes resisten la invasión, y que "la situación en Irak es inaceptable para los estadunidenses y es inaceptable para mí". Pero el culpable de miles de muertes no se coloca al cuello ni siquiera la soga de una renuncia, sino que pretende reconducir el proceso militar como si nada grave hubiera sucedido... La lucha oaxaqueña sigue en pie. Ayer hubo una manifestación más contra el gobierno fantasma de Ulises Ruiz y la APPO prepara otros actos de protesta. En medio de la gran confusión nacional es necesario recordar que en aquellas tierras continúa una resistencia social organizada, a pesar del gran peso coaligado de los intereses locales y nacionales. Desde luego, y tomando como referencia la reciente fotografía de Calderón con el góber precioso, Mario Marín, es de esperarse que pronto haya algún acto público del ocupante de Los Pinos con el aliado político Ulises Ruiz... Un guanajuatense comenta que, al menos por sus rumbos, "al agua de cal que resulta de cocer el maíz para hacerlo nixtamal se le conoce como nejayo"... Y, mientras el debate comienza, ¡hasta mañana, en esta sección en donde los lectores saben que siempre se escribe lo que se piensa y se piensa lo que se escribe (y al revés: o sea, es decir: chin, ya se acabó el espacio)!

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