martes, abril 03, 2007

Pidiregas, la bomba

Carlos Fernández-Vega

Del erario tendrán que salir $864 mil millones para amortizar capital e intereses

Los pasivos representan 28% del PIB

Como secretario de Energía, Luis Téllez los "inventó", Ernesto Zedillo los aprobó, Vicente Fox los convalidó, Felipe Calderón los confirmó, y con ellos el erario se ahogó.

Aunque parece la moraleja de un cuento, en realidad se trata de una bomba de kilométrico nombre, pero de mecha cada vez más corta: los Proyectos de Inversión con Impacto Diferido en el Registro de Gasto, mejor conocidos como Pidiregas, que mantienen a las finanzas nacionales en permanente ataque de nervios.

Del reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación, La Jornada reportó el pasado primero de abril: "Hipoteca Pemex sus ventas a futuro; se estima que los Pidiregas constituyen ya 99 por ciento del presupuesto total de la paraestatal; Petróleos Mexicanos está empeñando la facturación de las ventas de petróleo presentes y futuras para respaldar el financiamiento obtenido mediante endeudamiento con el sector privado para la expansión de su infraestructura productiva, estrategia que le ha ocasionado asumir costos excesivos". Y las cifras de la Comisión Federal de Electricidad no están lejanas a esa situación.

El estado de alerta no es para menos, porque en el gobierno de la "continuidad", y sin considerar la nueva deuda que contrate el calderonismo, del erario tendrán que salir alrededor de 864 mil millones de pesos (tres veces más que la suma conjunta de las administraciones Zedillo-Fox) para amortizar capital e intereses de los Pidiregas puestos en marcha hasta 2005, con lo que el sexenio del michoacano se convierte en el financieramente más expuesto en este renglón y al que la bomba de mecha cada vez más corta le puede estallar en la cara.

De cada peso que de 2007 a 2012 se pague por tal concepto, alrededor de 30 centavos corresponderán a intereses, los cuales, a lo largo del sexenio, sumarán 241 mil millones de pesos (a precios de 2005 y sólo por Pidiregas contratados hasta ese año), monto 2.6 veces superior al que por igual concepto salió del erario en el sexenio foxista, y 15 veces mayor al pago reportado en el gobierno zedillista.

Lo anterior es en extremo delicado, pero la "continuidad" insiste en el esquema ideado por Luis Téllez cuando ocupaba la Oficina de la Presidencia de Zedillo y por él mismo puesto en marcha en la Secretaría de Energía, con el mismo mandatario. Hoy despacha en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y asegura que es un hombre feliz.

Quienes no pueden alcanzar ese nirvana son las finanzas nacionales, las que sólo en 2007 tendrán que hacer frente a un pago cercano a los 120 mil millones de pesos por amortización de capital e intereses por el vencimiento de Pidiregas. Y los genios de la tecnocracia se quejan por los 45 mil millones de pesos que en igual año se pagarán por pensiones y jubilaciones del ISSSTE.

Cifra terrorífica la de 2007 que, sin embargo, es menor a la que se cubrirá en 2008 y ésta es inferior a la de 2009, como ésta, a su vez, resulta por debajo de la que deberá pagarse en 2010, cuando de las arcas nacionales salgan alrededor de 190 mil millones por los conceptos referidos. Ya en 2011 el monto a cubrir se reduce ligeramente, al igual que en 2012, aunque la suma nos lleva a los 864 mil millones mencionados (sin incluir los Pidiregas contratados en el sexenio calderonista).

En entregas anteriores comentamos en este espacio que lo que originalmente fue presentado por las autoridades federales como "la solución definitiva" a la escasa inversión en infraestructura energética, hoy tiene forma de bomba de tiempo que estallaría justo a mediados del próximo sexenio: de un registro prácticamente inexistente en 1996, a estas alturas los pasivos de los Pidiregas representan, en operación actuarial, algo así como el 28 por ciento del producto interno bruto (a precios de 2005).

Los Pidiregas se ejecutan en el sector energía, por medio de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, los cuales representan una inversión global -a precios de 2005- de un billón 544 mil 378.5 millones de pesos, en proporción de 79.3 y 20.7 por ciento, respectivamente. A ese monto hay que agregar 511 mil 382.3 millones de pesos por concepto de intereses por amortización de los proyectos recibidos por el gobierno federal, lo que totaliza (hasta 2005) 2 billones 55 mil 760.7 millones, que deberán pagarse en un horizonte de tiempo que termina en 2041.

En 1996 representaron menos de 0.1 por ciento del PIB; en 2005, cerca de 2 por ciento, es decir, un incremento de mil 900 por ciento en el periodo. Comparados con la inversión presupuestaria, avanzaron de 0.5 a 50.5 -entre un año y otro- del valor total de la inversión impulsada por el sector público.

Las rebanadas del pastel

En el arranque de la "continuidad", el secretario de Hacienda, Agustín Carstens (el mismo que dijo que con el "rescate" de los ingenios azucareros "la sociedad no pagará nada") anunció que se incrementaría la contratación de Pidiregas. No hay de otra, han dicho los últimos tres sexenios, pero la bomba más temprano que tarde va a explotar. Y según las proyecciones, el calderonista es el gobierno que sólo tiene dos opciones: desactivarla a tiempo o intentar recoger la pedacería tras la explosión, porque obvio es que el capital extranjero involucrado en uno de los más jugosos negocios que le ha procurado la "modernidad" no pagará los platos rotos. Y todo indica que optó por la segunda, total, él no paga.

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