lunes, mayo 07, 2007

Francia: oportunidad perdida

Editorial

La victoria del derechista Nicolas Sarkozy en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, realizada ayer en Francia, es un hecho preocupante. Llega al Elíseo un hombre ideológicamente incapaz de superar o atenuar la cada vez más explosiva brecha social en ese país europeo; un funcionario que recientemente, desde el cargo de primer ministro, dio muestras irrefutables de su vocación autoritaria.

Las promesas de Sarkozy de "romper con el pasado" se refieren, por desgracia, a la moderación del todavía presidente Jacques Chirac y a su sentido de Estado. A diferencia del gaullista, el liberal que habrá de sucederlo este mismo mes no tiene intención de preservar el legado de bienestar social construido en Francia desde los tiempos del gobierno del Frente Popular (1936) y durante los años de posguerra, y fortalecido en la primera presidencia del socialista François Mitterrand (1981). De hecho, Sarkozy ha anunciado ya una "flexibilización" de la semana laboral de 35 horas y de otras conquistas laborales y sociales y, como se ha dicho, son conocidos sus recursos ante la disidencia: la mano dura y la policía.

No es de extrañar que la victoria del candidato de la derecha haya generado de inmediato violentos desórdenes y expresiones de protesta en varias ciudades de Francia, especialmente en París y su periferia: los excluidos y los marginados saben que habrán de enfrentar un recrudecimiento de las estrategias neoliberales que han causado o agravado su condición actual; saben que la libertad, la igualdad y la fraternidad son sacrificables en el programa de Sarkozy, en nombre de la rentabilidad financiera. En el ámbito internacional el triunfo de Sarkozy abre la perspectiva de un enfriamiento en la voluntad europeísta de Francia, una más estrecha alineación del país con Estados Unidos y la eliminación de la sensibilidad gubernamental que pudiera quedar en el Palacio del Elíseo para con los países de América Latina y Africa.

En otro sentido, la derrota de Segolene Royal, la adversaria socialista de Sarkozy, es un descalabro para los grupos vulnerables, para las mujeres y las minorías, así como la postergación de un cambio que privilegiara a la sociedad por sobre los capitales. Los comicios de ayer fueron, en suma, una oportunidad perdida.

Pero por otra parte:

Noticia de un pais distinto

La presencia de dos decenas de miles de mexicanos de ambos sexos que acudieron al Zócalo capitalino para participar, desnudos, en el acto artístico realizado en la mañana del domingo por el fotógrafo Spencer Tunick, es una prueba contundente, gozosa y positiva del enorme cambio experimentado por la sociedad en tiempos recientes. Se hicieron presentes ahí adultos de todas las edades, de distintas condiciones socioeconómicas y de diferentes procedencias geográficas; se comportaron, en su enorme mayoría, con civilidad, mesura y responsabilidad; se dieron a sí mismos la posibilidad de experimentar una vivencia que trasciende el límite de lo cotidiano, respetaron las vivencias ajenas y contribuyeron en una obra cuya realización en México habría parecido impensable hasta hace pocos años.

Habida cuenta de las dimensiones de la peculiar sesión fotográfica, del tamaño inesperado de la respuesta a la convocatoria y de lo inédito de la situación, los incidentes lamentables fueron menores: un tumulto ocasionado porque a algunos, que habiéndose registrado, se les impidió a última hora el ingreso a la plaza y, casi al final del encuentro, actitudes incivilizadas y hostiles de algunos participantes hombres que, ya vestidos y provistos de cámaras, se convirtieron en mirones y en agresores de las mujeres que aún se encontraban sin ropa, posando para el artista. Salvo por esas circunstancias atribuibles a fallas inexcusables de organización, cabe felicitarse por el buen discernimiento de los participantes, las autoridades capitalinas, los medios informativos y el resto de la sociedad, la cual comprendió a cabalidad el sentido artístico del acto y se abstuvo de emitir descalificaciones moralistas trasnochadas.

Sin afán de confundir una obra artística con una manifestación política o ideológica, cabe apuntar que la sesión fotográfica de ayer en el Zócalo y el desusado convivio al que dio lugar constituyeron una contundente respuesta de decenas de miles de mexicanos al conservadurismo hipócrita que todavía pugna por dominar al país. Al despojarse de las ropas en la plaza principal de la República, estos ciudadanos -capitalinos y no- despejaron una inmensa telaraña que pendía sobre el país entero: el lugar común de una "sociedad conservadora" para caracterizar al conjunto de los mexicanos. Tras la legalización de las sociedades de convivencia y la despenalización del aborto en el Distrito Federal, esta expresión masiva de modernidad, tolerancia y libertad refrenda que, a pesar de todo, y a contrapelo de las inercias y los retrocesos, tenemos hoy, representada en su ciudad capital, una nación más libre, más civilizada y más humana.

No hay comentarios.: