domingo, junio 24, 2007

Boletín Informativo ISA núm 114

Ciudad de México, 24 de junio de 2007
Servicio informativo núm. 114

LAS VOCES LEGÍTIMAS

Las voces legítimas que esta semana ha escogido el servicio de noticias ISA son siete; cuatro de ellas forman parte del gabinete del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, y son las de Claudia Sheinbaum, Mario Di Costanzo, Luis Linares y Gustavo Iruegas, secretarios de Patrimonio Nacional, Hacienda Pública, Desarrollo Económico y Ecología, y Relaciones Exteriores, respectivamente.

Los dos primeros dedicaron sus espacios editoriales semanales del rotativo La Jornada a develar la política de privatización que dirige el gobierno de facto de Felipe Calderón en dos sectores clave de la economía nacional: la industria eléctrica y la petrolera. Linares Zapata, por su parte, desde las páginas del mismo diario rechaza la satanización que la derecha pretende hacer de la oposición que no transige y rechaza asimismo que la negociación sea la herramienta ejemplar de la política. Por su parte, Iruegas (también desde La Jornada) hace alusión al reciente resolutivo de la ONU que señala el 2 de octubre como fecha conmemorativa de las acciones de no violencia, rememora a Gandhi como personaje emblemático de esta forma de lucha política y recuerda la cita que la resistencia civil pacífica y los luchadores por la democracia en México tenemos el próximo 1 de julio para no dejar que se olvide el fraude electoral.

La lista de voces legítimas la completan Elena Poniatowska, Rosalbina Garavito y Alejandro Encinas. La pluma narrativa y testimonial que caracteriza a la escritora trae a la memoria las jornadas de lucha contra el fraude que llevaron a millones de mexicanos a plantarse durante meses en el Zócalo capitalino en demanda de limpieza electoral; Garavito, por su parte, dedica su artículo semanal de El Universal a cuestionar las limitaciones de la reforma fiscal propuesta por el calderonismo y Encinas dibuja contundente la realidad de un México profundamente empobrecido, teniendo como pinceles los crudos datos que el mismo periódico recogió de la Encuesta Nacional de Juventud 2005.

He aquí sus voces, resumidas bajo la responsabilidad del servicio de noticias ISA.

Claudia Sheinbaum. Mayor inversión privada, eje articulador para el sector eléctrico En el sexenio de Fox, la política energética del país estuvo sustentada en un objetivo articulador que fue la apertura del petróleo, el gas natural y la electricidad al capital privado. La orientación del actual gobierno usurpador no sólo no varía del anterior, sino que pretende ampliarla. Veamos el caso de la electricidad.

Los productores independientes de electricidad pasaron de representar 0.6 por ciento de la generación eléctrica en el año 2000, a 40.4 por ciento en 2007. Es decir, solamente 60 por ciento de la electricidad que consumimos se genera por las empresas del Estado y el resto proviene de la generación privada. Por si fuera poco, todas estas centrales de generación son de ciclo combinado y utilizan gas natural importado, fundamentalmente de Estados Unidos. De acuerdo con la Secretaría de Energía, se importa casi la misma cantidad de gas que la que ocupan los productores privados de energía eléctrica.

Para asegurar la operación de los ciclos combinados que utilizan gas natural caro, las plantas termoeléctricas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya no operan a plena capacidad, privilegiando la generación de los privados, que es más cara que la de la CFE. Inclusive muchas plantas antiguas en magnífico estado se paran forzosamente y en el futuro próximo se pretende desmantelarlas y venderlas como chatarra.

Para poder cubrir la demanda de gas natural, la CFE decidió construir plantas regasificadoras de gas natural licuado en diversas zonas del país, que le permiten importar el gas natural y que ya son operadas por petroleras extranjeras para abastecer a los productores privados. En la actualidad, se encuentra en licitación la planta regasificadora de Manzanillo, la cual, para colmo, estará ubicada en la Laguna de Cuyutlán, afectando esta zona de altísimo valor biológico porque en ella habita una importante cantidad de especies de flora y fauna en peligro de extinción.

Para 2012, el programa de la CFE incluye el desmantelamiento de 33 plantas de la propia empresa con una capacidad de 4 mil 546 megavatios y la instalación de 12 mil 184 adicionales de ciclo combinado con productores independientes.


Mario Di Costanzo. ¿Tú también, Greenspan? Estás totalmente equivocado Al igual que hizo Cuauhtémoc Cárdenas hace algunos meses, durante la semana pasada Alan Greenspan, ex secretario del Tesoro estadunidense, alertó sobre la posibilidad de una crisis futura sobre las finanzas públicas de México dada una caída en los precios del petróleo, por lo que apremió a llevar a cabo la reforma energética y abrir Petróleos Mexicanos (Pemex) a la inversión privada nacional y extranjera.

De acuerdo con el primer informe sobre la situación de las finanzas públicas, al primer trimestre del año el sector público tuvo un superávit fiscal de 102 mil 436 millones de pesos. Si bien es cierto que a primera vista esta situación podría parecer “buena”, cuando revisamos este resultado de manera más detenida nos encontramos que este reporte de “superávit” hecho por el gobierno ha implicado que Pemex haya tenido durante los tres primeros meses del presente año un déficit de operación, o sea una pérdida de 10 mil 143 millones de pesos.

De acuerdo con los datos publicados por Pemex al primer trimestre del año, esta paraestatal tuvo ventas totales por 235 mil 900 millones de pesos, de los cuales 134 mil millones (aproximadamente 56 por ciento de sus ventas totales) le fueron entregados a la Secretaría de Hacienda por concepto de impuestos, derechos y aprovechamientos. De manera adicional, Pemex entregó al gobierno por concepto de “ingresos propios” 68 mil 353.5 millones de pesos, con lo que la contribución total de la paraestatal a las finanzas públicas fue de 202 mil 753 millones de pesos, lo que representa 85.9 por ciento de las ventas totales de la empresa.

Si a las aportaciones a las finanzas públicas que hace Pemex por concepto de impuestos y de ingresos propios le añadimos lo que el gobierno recauda por concepto de impuesto especial a la producción y servicios, proveniente de la gasolina y el diésel, y por concepto de IVA a la gasolina, nos damos cuenta de que la contribución total de los ingresos petroleros a las finanzas públicas fue de 212 mil 410 millones de pesos, lo que representa 38 por ciento de los ingresos públicos totales.

Por ello resulta absurdo que la Secretaría de Hacienda se vanaglorie de haber obtenido un superávit fiscal de 102 mil millones de pesos, cuando esto fue a costa de que Pemex operara con pérdidas durante el primer trimestre del año. También pone de manifiesto que la paraestatal jamás podrá ser una empresa competitiva y rentable mientras esté sujeta a la carga fiscal de la que es objeto.


Luis Linares. Negociar o morir Se quiere obligar a todos, incluido, claro está, el principal opositor (Andrés Manuel López Obrador), para que se apeguen al dictado de las maneras consagradas, que reconozcan la vigencia plena del paradigma de la negociación como irreductible instrumento de la política. Negociar o morir en la intransigencia es el mandato que se impone desde los altares por consigna inapelable, la conducta santificada de la moderación y el buen juicio. No cabe otra alternativa. Oponerse a todo es mesianismo, claman orondos.

Para negociar hay que mirar al adversario, oír sus reclamos, reconocer sus posturas, apreciar su actitud, dudar y disponerse al intercambio. Nada de eso está presente en el grupo de las alturas derechistas. Ahí sólo hay línea, ruta única, intereses masivos que prolongar, desprecios rampantes. Negociar sólo como tranquilizante de la violencia institucionalizada. Negociar para consolidar injusticias ya bien conocidas y documentadas por la inmisericorde apropiación del ingreso disponible que atosiga y retarda el crecimiento. Negociar en cualquier situación sin medir las consecuencias para los más débiles, sin aclarar los ilegítimos derechos de los mandones. Negociar aun en contra de la mínima justicia, tal como se viene acostumbrando en el México contemporáneo de los grotescos apañes de unos cuantos. Negociar sin discutir las agendas de los demás, menos aún las de ignorantes mayorías. Para qué, si los temas ya están dados, son los necesarios para el progreso, los que difunden y proponen los centros de alcance global, esos que se escudan en los organismos multilaterales (FMI, OCDE), los que respaldan sus emisarios de gran prestigio (Greenspan-Pemex).

Pocas veces en la historia de México se han distanciado tanto los pocos de arriba con las muchedumbres de abajo como en estos tiempos de olvidos, desalojos, marginación y riquezas insultantes. Y así, en este desolador panorama de oportunidades negadas a millones quieren, solicitan, impelen a negociar frente a las trincheras de la bonanza. ¡No, y no! Y que se entienda que esta actitud es, también, una manera de hacer política, quizá la única señal que por ahora se puede otear en este páramo de soledades por doquier, de horizontes truncados que no requieren adicionales tornillos para dislocarse.

Gustavo Iruegas. Satyagraha no se olvida La semana pasada, los 192 estados miembros de las Naciones Unidas determinaron dedicar el 2 de octubre de cada año a preconizar la no violencia, y con ello promover una cultura de paz, seguridad, tolerancia y entendimiento.

Mohandas Karamchand Gandhi, renombrado también como Mahatma (Alma Grande), habría cumplido el próximo 2 de octubre 138 años. Mahatma Gandhi, un abogado formado en el University College de Londres, logró conformar su determinación de lucha con la motivación y la inspiración necesarias para alcanzar la victoria. La motivación le llegó directamente de la brutalidad policiaca y del ejército inglés, tanto en Sudáfrica como en India. La inspiración la encontró en antiguas tradiciones indias de no violencia y en pensadores como Henry David Thoreau, el estadunidense que apelaba a la desobediencia civil ante su gobierno por la persistencia de la esclavitud en su país y por la guerra de agresión de su gobierno contra México en 1847; y en Liev Tolstoi, el literato inconforme que buscó tenazmente los valores morales y sociales fundamentales, mismos que finalmente identificó como el amor a la humanidad y la resistencia al mal.

Quizá en nuestro medio la expresión “la fuerza de la verdad” pueda ser leída como “la fuerza de la razón” sin modificar profundamente el sentido de la idea. En nuestros días y nuestra tierra la verdad, siendo unívoca, está vulnerada por la perversión de aquellos encargados de transmitirla. Nos venden una verdad torcida y tortuosa que, mirada de cerca es siempre una mentira. Los dueños de la televisión dan a los ciudadanos en resistencia el trato de “intocables” que Gandhi aborrecía en su sociedad de castas y desvanecen en el espectro televisivo la noticia de la lucha. A ello se suma ahora la banca extranjera, que tanto dinero le ha sustraído al pueblo de México y cínicamente nos niega el servicio público al que se comprometió (“por así convenir a sus intereses”). La razón nos asiste, la verdad nos respalda y la ética nos guía.

Nos congratulamos por la decisión de la Asamblea General de la ONU de consagrar un día a patrocinar la no violencia, porque es la manera en que nuestro movimiento ha decidido resistir la imposición, la explotación y la fuerza. Al mismo tiempo, celebramos que ese día sea el 2 de octubre, porque esa fecha está impresa en nuestra memoria y en nuestra conciencia para recordarnos la potente consigna del 68 universal: no tenemos la fuerza pero tenemos la razón. Ahora sabemos que tenemos también la fuerza de la razón.

El día primero de julio estaremos celebrando en el Zócalo de la ciudad de México un año del triunfo electoral, recordando el despojo a la voluntad popular y dando una muestra de fuerza al gobierno espurio. Necesitamos la presencia y la participación de todos.

Elena Poniatowska. Amanecer en el Zócalo Vamos Jesusa, Paula y yo a la casa de campaña en San Luis Potosí núm. 64, esquina con Córdoba. Curiosamente no veo a tantos esperando en la calle. Andrés Manuel López Obrador nos recibe de inmediato: “Ya lo pensé bien, nos vamos a quedar. Vamos a instalarnos en campamentos sobre Reforma, Juárez, Madero y el Zócalo, hasta que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordene volver a contar los votos en todas las casillas”. El sol entra de golpe por la ventana porfiriana. Retengo algunas frases: “A lo mejor ya no voy a poder ser presidente, pero lo que más orgullo me da es representar a la gente humilde de México. Si mi único propósito fuese llegar a la Presidencia de la República, ya habría negociado con políticos y empresarios y estaría amarrado, pero como no me presté al juego de las componendas, los poderosos se vengaron (...) Lo mío no es un asunto personal, ya lo he repetido muchas veces, no soy un ambicioso vulgar, no estoy obsesionado con el poder, siempre he sostenido que el poder sólo tiene sentido si se pone al servicio de los demás. Nunca me ha atraído la parafernalia del poder ni el poder por el poder”. “No voy a dejar trozos de dignidad en el camino y voy a seguir defendiendo la democracia”. “He luchado veinte años por una democracia verdadera.” A Jesusa le dice que van a ser indispensables actividades culturales para mantener a la gente en el Zócalo. ¡Qué compromiso! Tengo miedo, me angustio, qué es eso de que nos vamos a quedar, ¿cómo nos vamos a quedar? ¿Lo habrá discutido con José Agustín Ortiz Pinchetti y demás colaboradores? Jesusa, en cambio, se entusiasma. En el momento en que salimos entra Marcelo Ebrard con un plano en la mano.

La solidaridad es la reina de la fiesta. Hace una hora mientras íbamos hacia el templete, una mujer que sólo vería yo en las manifestaciones me tendió una camiseta. Otra, una mascada; otra, un monedero que ahora mismo traigo en la bolsa. “Allá están regalando tortas de mole”. “¿Cómo que regalando?” “Sí, regalando”. En el Zócalo, dar es natural. Tortillas, tacos, tortas, guisados, arroz (ese maravilloso arroz rojo a la mexicana con chícharos y zanahorias), frutas, aguas y refrescos, todo está allí en la plancha para los que tienen hambre. “¿Es gratis?” “¡Claro, sírvase, sírvase más!”

Recuerdo la solidaridad de los dos terremotos de 1985. “Yo le ayudo, aquí con mi pala voy a escarbar.” Fue la gente de la calle la que sacó de los escombros a los damnificados. Aquí, por iniciativa propia la gente instala su generosidad a flor de banqueta. “¿Quiere agua? Al rato, con el calor, le va a hacer falta.”

Pienso en el Zócalo. A veces lo recuerdo como un mercado, a veces su silencio roto de pronto por los claxonazos de los júniors que descendían de las Lomas a mentarnos la madre me estremece. ¿O serán los chavos banda del Centro que se ríen de nosotros? A veces recuerdo la tormenta que limpiaba el olor de mierda, nuestra mierda. A veces pienso que fuimos un campamento de guerreros que pasan la noche en vela en víspera de un gran combate. A veces busco al Zócalo en lo más profundo de lo que soy y no sé explicármelo. Extraño la civilidad amorosa de la gente, su camino ascendente, sabiduría. A veces la Coyolxauhqui me toma de la mano y me destaza y tiene el rostro de Jesusa o el de la mujer enmascarada de tierra que amamanta a la niña vieja Frida Kahlo, pero el Zócalo ya no huele a tierra porque es de piedra y hace mucho le arrancaron los árboles. A veces la situación es tan mágica que no me sorprendería si empezaran a salir rosas de un ayate. A veces se me sube la presión, las sombras en la tienda de campaña se corporizan y oigo un rumor de fragua y sé que vamos a regresar. Somos un millón dispuestos a poner nuestro cuerpo cada vez que se llame a detener un atropello, una privatización, un fraude.

Rosa Albina Garavito. Realismo político La principal conclusión sobre la iniciativa de reforma integral de la hacienda pública entregada por el Ejecutivo federal al Congreso de la Unión es que se trata de una propuesta elaborada con un alto sentido de realismo político, tanto que deja el inequitativo pacto fiscal intocado y se limita a pequeños avances en algunos temas. Seguramente la pregunta que estuvo rondando en Los Pinos y que finalmente definió su contenido fue: a partir del cuestionado triunfo electoral y de la correlación de fuerzas políticas en el Congreso de la Unión, ¿para qué reforma hacendaria me alcanza? Quien sólo analice la iniciativa en sus términos perderá de vista que su principal objetivo es lograr que el gobierno calderonista envíe a la sociedad y al mundo el mensaje de su capacidad para lograr acuerdos en el Congreso.

El realismo de la iniciativa se asoma en todas sus propuestas. También en la ausencia de ciertos temas. Al respecto el más ilustrativo sin duda es el de no tocar el IVA a alimentos y medicinas. Pero si esa ausencia pretende desarmar a la oposición perredista, la iniciativa también incluye propuestas para concitar el apoyo de los grandes grupos económicos que gozan de los privilegios de los regímenes especiales, y que apenas se los toca con la Contribución Empresarial a Tasa Única que trata de disminuir la elusión fiscal. Otra manera de congraciarse con esos grandes grupos son las reformas propuestas a la Ley Federal de Presupuesto y Reforma Hacendaria para permitir erogaciones multianuales para los proyectos de inversión en infraestructura, que pueden efectivamente reducir costos, pero que sobre todo amplían los horizontes de inversión de los grandes capitalistas del ramo y también sus espacios de acumulación.

Que la iniciativa presentada sea un documento pleno de realismo no es ningún pecado político, porque un componente básico de la política es precisamente el realismo. Lo malo es que cuando la política sólo sirve para reproducir lo que existe está denotando una ausencia de voluntad y de liderazgo que condena al país a continuar en el estancamiento y la desigualdad en que se encuentra desde hace más de dos décadas.

En el sexenio de Fox el país perdió por la ausencia de reforma; en el de Calderón el país estará perdiendo porque los cambios que pretende dejan intocado el obsoleto e inequitativo pacto fiscal vigente. Ninguno de los objetivos planteados por la iniciativa son desdeñables, y en cada uno de ellos seguramente se avanzará en alguna medida. Pero para el tamaño de los retos, entre otros despetrolizar las finanzas públicas porque el agotamiento de las reservas ya está a la vuelta de la esquina, tanto realismo y tanta ausencia de liderazgo dañan al país.

Alejandro Encinas. El México real Irrebatible el editorial de El Universal del pasado 13 de junio acerca de la generación perdida. Los datos que retoma de la Encuesta Nacional de Juventud 2005 son contundentes: 90% de los hijos de la población jornalera migrante no asiste a la escuela; 7 millones de jóvenes mexicanos no estudian ni trabajan; sólo dos de cada 10 jóvenes entre 18 y 24 años de edad llegan a la universidad, uno de cada seis niños menores de 12 años (3.3 millones) son socialmente excluidos y orillados a la pobreza y la desigualdad.

Este escenario contrasta con el capítulo de economía competitiva y generadora de empleos del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2012, donde se insiste en defender una política que no resiste confrontarse con la realidad: estabilidad macroeconómica, bajos niveles de tasas de interés, inflación y endeudamiento; creación de empleos; orden en las finanzas públicas e inversión en educación y salud; oportunidad en el incremento de la población en edad de trabajar; menores precios de los bienes e insumos para contribuir a un mayor ingreso de las familias; inserción en la vanguardia tecnológica, entre otras bonanzas que no se aprecian en el entorno cotidiano de la mayoría de los mexicanos.

El choque entre el México oficial y el México real es categórico, y presenta un panorama desolador: El 60% de los mexicanos vive en situación de pobreza sin acceso al mínimo de satisfactores básicos. 24 millones de personas en Estados Unidos son de origen mexicano. Las remesas que envían son la segunda fuente de ingreso del país (más de 23 mil millones de dólares anuales), sólo por debajo de los ingresos petroleros y encima del turismo. Los pobres financian a los más pobres y dan soporte a la economía: 86% de las remesas se destinan a la manutención de las familias, 6% a educación y 3% a la vivienda. De acuerdo con Naciones Unidas, México registra una de las mayores desigualdades en el mundo, al ubicarse en el lugar 103 de 126 naciones estudiadas, donde 10% de la población concentra 40% del ingreso. Contando además con el nada honroso hecho de que un mexicano sea el tercer hombre más rico del mundo. De igual manera, la Cepal registra este año una caída de 16 posiciones de México en competitividad internacional. En materia educativa, 13% de la población en edad escolar no está matriculada; el presupuesto educativo no ha crecido en los últimos siete años, y el de Conacyt disminuyó 20 puntos en 2007. Las expectativas de crecimiento económico van a la baja. Durante el primer trimestre se perdieron 180 mil empleos, en tanto que la inflación en los cinco primeros meses del año alcanzó 4.1%, frente a 2.2% registrado en el mismo periodo de 2006.

Como lo demuestra la Encuesta Nacional de Juventud, esta situación afecta en particular a los jóvenes, quienes no sólo desertan de la escuela, sino que ante la falta de expectativa de empleo emigran dentro o fuera del país o se incorporan a la economía informal, a las filas de desocupados, al empleo no remunerado, o bien se mantienen en el ocio o se incorporan a actividades ilícitas. Son jóvenes cuyos referentes de identidad ya no son la familia, la Iglesia, la escuela o el deporte, sino la calle y la banda, en la que, en muchos casos, encuentran el apoyo y la solidaridad que no hallan en casa.

La realidad —como siempre— rebasa la persistencia en tratar de minimizar los estragos de políticas que —mantenidas tercamente— han demostrado su fracaso. El México real desmiente una vez más al México oficial.

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