lunes, agosto 13, 2007

Después de caídos, apaleados

Arturo Balderas Rodríguez

Mal les fue a los trabajadores indocumentados antes de que se frustrara la reforma migratoria. Peor les va ahora que los sectores más intolerantes han tomado la iniciativa para hacerles la vida imposible.

Las autoridades migratorias decidieron que una forma de impulsar una reforma migratoria era mediante redadas en los centros de trabajo para aprehender a todos los que parecieran indocumentados. Se creyó que de esa forma los congresistas renuentes a apoyar la reforma cambiarían de opinión.

No fue así, pero lo que sí sucedió es que cientos de familias quedaron divididas a consecuencia del celo de los guardianes del orden migratorio que deportaron indiscriminadamente a padres y madres dejando a muchos de sus hijos en la orfandad.

Como consecuencia de la fallida reforma, un buen número de estados, condados (municipios) han decidido emitir sus propias normas migratorias para suplir la falta de una legislación federal, según argumentan los promotores de tales normas.

El alegato es falso y carece de sustento. Siempre ha existido un cuerpo legal migratorio y el responsable de aplicarlo es el gobierno federal. Ciertamente no es la mejor legislación, pero ahí esta. Lo otro es sólo un pretexto para abusar aún más de la precaria situación de los indocumentados.

David Brooks, corresponsal de La Jornada en Nueva York, informó en días pasados que los congresos estatales de Estados Unidos promueven más de mil proyectos de leyes migratorias, de los que más de 70 fueron aprobados por las legislaturas locales en 40 estados.

En su gran mayoría esas legislaciones "imponen límites, condiciones o prohibiciones antimigrantes en rubros como empleo, educación, salud, identificación y en varios casos criminalizan a los indocumentados", informa Brooks.

El resultado práctico de esos retazos de legislación, muchos de ellos anticonstitucionales según ha declarado la Suprema Corte, es que los trabajadores indocumentados no sólo serán asediados por autoridades federales sino también por locales.

Este espacio resulta insuficiente para relatar la cantidad de arbitrariedades y abusos que se están cometiendo al abrigo de esta bizarra y bárbara concepción de la ley.

Vale como ejemplo mencionar que durante el debate entre los precandidatos republicanos a la presidencia, el legislador Tom Tancredo, conocido por su enfermizo afán persecutorio en contra de los migrantes, sin venir a cuento introdujo el tema de los indocumentados como pretexto de la guerra en contra del terrorismo.

Con argumentos como ese y con la cascada de regulaciones arbitrarias que se inventan día a día, sólo falta que en forma igualmente gratuita se culpe a los indocumentados del cambio climático, del aumento en la gasolina y de la caída de la bolsa.

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