viernes, septiembre 14, 2007



• El quid del asunto

• Focos rojos en Washington


El dinero, mi estimado, es una garantía de que se podrá obtener lo deseado en el futuro. Espléndida la delicada guerra de vencidas entre dos de los poderes que mueven la simpática cuna nacional: el Legislativo y los fácticos.Lo realmente divertido es que el duopolio televisivo y sus entretenidos satélites lograron poner de acuerdo a las tres fuerzas políticas del país. Lograron, my friend, lo inusitado: PRI, PRD y PAN de la mano enfrentan los intereses de Televisa y Tv Azteca y de paso a la CIRT. Fabuloso.El respetable no deja de asombrarse ante la curiosa actitud envuelta en la bandera sobre la libertad de expresión que azota las conciencias de muchos. ¿Pues de qué tamaño es el golpe al negocio del espoteo? O mejor aún, mi querido lector, ¿cuál será la otra razón por la cual se desataron los demonios y la cólera empresarial...?Sin duda que el millonario negocio de producir candidatos de la nada, inflar personalidades del mundo de la política, desarrollar la imagen de cualquier disfuncional en horarios prime time saqueándoles de por medio la chequera completa, del erario, of course, para luego, mediante originales triquiñuelas de bolitas que suben y bajan donde algunas encuestadoras —cuyos directores ya son politólogos, analistas, comunicadores whatsoever— van en el entretenido reventón, y luego con ese divertido pragmatismo aplastar, con show incluido, al engreído cliente sí que corre mucho peligro con el seductor reformón electoral.Como también ese original monstruo que desde el duopolio televisivo se desbordó con Martita y Vicente, cuya lujuriosa cercanía con los poderosos directivos crearon un soberbio frankenstein mediático que se ostentaba (¿u ostenta?) citando aquél clásico tabasqueño, como indestructible, también está en peligro.Está en peligro la impunidad con que manejan la pantalla y/o los micrófonos para sus intereses. Ése, junto al billete, my friend, son el quid de la histeria incontrolable que se ha dejado sentir en los últimos días en los medios de intoxicación masiva.Pero lo más interesante es el ocurrente juego con fuego de Felipe Calderón en este maravilloso espectáculo... donde Luis Carlos Ugalde is gone. O sea, next. En castellano, lo rociaron de flit. Ahí te ves, bro. Así es la vida. Ya no me sirves. El delicado pacto de una reforma por otra.El agravio, en escasos nueve meses, es ya doble. Ooopppsss. Primero descarriló la Ley Televisa que tendrá dentro de poco tiempo un interesante segundo round y ahora avala esta amena travesura electoral de golpearlos en el bolsillo.Mi estimado lector, no hace falta puntualizar el tamaño de (los madrazos) la factura mediática que será disfrazada, sin dificultad alguna, gracias a las estupideces y errores que llevarán a cabo los insensatos del Gymboree presidencial, que ya viene en camino, ¿verdad?Y aún no cumplen un año.Enfrentados con la cúpula empresarial por el chisguete fiscal. Enemistados con la cúpula de su partido. Distanciados del grueso de la población más desprotegida. Paralizados por el KO técnico-político-militar de una... guerrilla.Secuestrados por poderosos intereses. Alejados de una visión integral de la gravedad de los problemas. Rodeados por la delincuencia organizada. Atados a la complicidad foxista. Y para colmos, ensoberbecidos por el poder.
Are u fucking serious?Qué peligroso.Por lo pronto, el gobierno norteamericano está, literalmente, en la lámpara. Por un lado, gracias a la explosión hace unos días de un camión en Coahuila se desató una perversa campaña en medios norteamericanos sobre la seguridad de los camiones mexicanos y ayer, los legisladores del Capitolio dieron el primer paso, de un original camino, para darle reversa a su entrada a la casa del Tío Sam.Y por el otro, Washington tiene las alertas encendidas por el explosivo desmadre, que ya es demasiado obvio, en su patio trasero... donde hay, digamos, pasiones y excesos. La percepción, my friend, es que Felipe Calderón no tiene las riendas ni el control de la compleja y volátil situación que exige operadores, tolerancia, neuronas, prudencia, experiencia, oficio y sentido común.
Ni más, ni menos.

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