sábado, febrero 16, 2008

Medio ambiente y salud

Francisco Luna Kan

La reducción de la población rural es un síntoma social que revela el abandono en que vive el campo mexicano. La urbanización demográfica en nuestro país, alcanza mayor impulso por la incomprensión del régimen panista que a partir de 2000 gobierna el país por la mayoría del sufragio de la población mexicana. En los regímenes priístas existía la interlocución, no sólo con la dirigencia de las organizaciones campesinas, sino con los propios integrantes de ellas como Comisariados Ejidales y Consejos de Vigilancia de los diversos ejidos o líderes de otras comunidades.
La corriente migratoria del campo a las ciudades o al extranjero tuvo una gran repercusión en la vida rural mexicana; tierras sin cultivar por ausencia del “derechoso” para los créditos oficiales o porque se clausuraron las instituciones bancarias y financieras para la atención de los ejidos, comunidades agrarias y la pequeña propiedad. Se suprimieron los servicios que proporcionaban semillas mejoradas y extensionismo agrícola. Muy pocos ejidatarios gozan de la Seguridad Social y solamente en centros de acopio figuran servicios escolares para los hijos de los peones, que generalmente se desplazan de acuerdo a un calendario de cosechas. Los sistemas de riego encarecieron sus tarifas y no creció el número de usuarios, debido a limitaciones económicas.
Tal vez la mayor gravedad del retiro de apoyos a la producción agropecuaria obedezca a que esta actividad es de carácter heterogéneo, en vista de la determinación individualista en la responsabilidad ocupacional. Situación que reclama la puesta en marcha de programas diferentes según el tipo de ocupación que se practique. Quizá fue esa la causa de que el crédito ejidal y comunal no se pudiera ejercer satisfactoriamente porque se cayó en el error oficial de habilitar crediticiamente en forma homogénea a actividades disímbolas.
En días pasados, Gustavo Gordillo en su artículo semanario (La Jornada 9/11/08) señalaba que “Se desarticula el tejido social, se desintegran las comunidades, proliferan las regiones en manos de las formas de ilegalidad” dando origen a la expansión de “redes criminales que agotan el país”. Lo que induce a pensar que el narcotráfico que nos azota nacionalmente es una evidencia de patología social que no puede encararse solamente con acciones policiacas.
En la capital del Estado, del 28 al 30 de enero pasado, convergieron en la V Reunión de Magistrados Agrarios en el Seminario Internacional: “Cambio climático, campo y justicia agraria”, los titulares de esa naturaleza en todo el país y como resultado de sus deliberaciones emitieron un comunicado que titularon DECLARACION DE MÉRIDA. Su enfoque problemático se refirió al Cambio Climático sobre cuatro tipos de acciones: “1. Eliminación de las causas generadoras de gases de efecto invernadero. 2. Contrarrestar el cambio climático. 3. Generar condiciones para que los impactos negativos sean internacionalizados en las actividades humanas y 4. Aprovechar los impactos positivos para compensar los daños”.
Tal vez parezca muy ambicioso andar en busca de soluciones de tipo internacional. Parecería más adecuado que una vez cuantificado el daño local, pudieran adoptarse medidas educativas y legales para aplicarlas en el nivel municipal. Lo cual implica un serio compromiso para que las acciones humanas, sobre todo las que más deterioros ocasionen al ambiente, puedan suprimirse en el corto plazo. Una de tales actividades más próximas a los habitantes del medio rural, sería la conservación de selvas y bosques en las zonas rurales de nuestros municipios.
Para hacer realidad los trabajos de mejoramiento ambiental, se dispone de personal que convive en todos los municipios de Yucatán. Todo el cuerpo docente estatal y federal; los trabajadores de la Salud Pública, podrían sumar sus esfuerzos a los que laboran específicamente en dependencias como la SAGARPA, que son directamente responsables de la tarea específica.
En el caso forestal se requiere el establecimiento de viveros, pero no sólo para registrar numéricamente las germinaciones seminales, sino que los pequeños arbolitos alcancen el tamaño que pueda garantizar su supervivencia al plantarlos en el sitio definitivo para su cuidado. De otra manera, el índice de prendimiento sería muy bajo, lo que ocasionaría pérdida de tiempo, de dinero y quizá la frustración del proyecto. Extensionismo forestal es de la mayor trascendencia para orientar a ejidatarios y pequeños propietarios en el cultivo de las diferentes especies plantadas. Muchos de los alumnos de las escuelas técnicas agropecuarias pudieran participar en sus prácticas y hacer su servicio social sobre esta tarea específica.
Diversas acciones pueden llevarse a cabo en el campo para hacer realidad el cambio cultural que requiere el medio ambiente en que vivirán nuestros descendientes. Naturalmente que el gobierno debe sentar las bases ejemplificantes para la protección y el mejoramiento ambiental, a través del cuidado de esteros, lagunas, costas, bosques y selvas. Se requiere educar por procedimientos directos y demostrativos; pero a la vez se necesita legislar para la elaboración de leyes con aplicación práctica y establecimiento de sanciones para los depredadores de la flora y la fauna de nuestro hábitat. No más tala clandestina ni exterminio de las selvas tropicales. Los caminos de penetración rural deben planificarse para llegar a comunidades que contribuyan con su esfuerzo o cooperación a su construcción y mantenimiento, cuidando siempre que no sean usados para transportar madera robada o materia prima para elaboración de drogas.
Lugar especial ocupa el otorgamiento real de apoyos económicos por parte del Estado para estimular a quienes realizan trabajos en el cuidado y mejoría del medio ambiente instituir créditos o ayudas en especie con plazos largos de amortización, según el tipo de actividad específica. Aunque nuestras corrientes freáticas son considerables y el suelo calcáreo nuestro propicia la captación considerable en época de lluvias, debemos preocuparnos por la difusión del gasto racional del agua.
Se requiere un plan bien estructurado con objetivos concretos por alcanzar; la coordinación de acciones gubernamentales y con la sociedad civil por pequeña que ésta fuera; procedimientos prácticos para abordar problemas complejos; la supervisión de acciones y la evaluación de resultados para acelerar a los rezagados y estimular a los adelantados con acciones compensatorias.
El reto es grande pero la gente distingue a las personas que actúan por convencimiento y los que nada más buscan un modo fácil de obtener paga sin trabajar para devengar el salario.
El compromiso es general: niños y adultos; hombres y mujeres; autoridades y población civil, la tierra nos alimenta a todos: humanos y animales, a los habitantes rurales y a los citadinos; a ricos y pobres. Es pues necesario no agredirla para que continúe alimentándonos. Agua y aire son parte del medio ambiente que debemos cuidar, mediante la educación teórica y el ejercicio práctico de una relación basada en el convencimiento de que en el medio ambiente nacerán, crecerán y vivirán las próximas generaciones de familiares e integrantes de la población nacional e internacional, cuyas relaciones deberán desarrollarse de acuerdo al pensamiento Juarista: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

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